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PASCUALITA

TRACK # “CORRIDO DE CHIHUAHUA”

CATRINA:
EL 25 DE MARZO DE 1930 EN EL CENTRO DE LA CIUDAD DE CHIHUAHUA APARECIO
POR PRIMERA VEZ LA PASCUALITA FIGURA ENIGMATICA QUE HASTA LA
ACTUALIDAD SIGUE SIENDO UN GRAN MISTERIO.

LA PASCUALITA
Entra una música de fondo alegre. Entra Pascualita quien se ve muy feliz luciendo su vestido, posa
frente al espejo. Entra Pascuala, su madre, quien la contempla.
TRACK # ARRANCAME LA VIDA- SUSPENSO
Pascuala: Te ves muy hermosa hija
Pascualita: Gracias mamá, hoy el mejor día de mi vida
Pascuala: Me gusta verte así, sé que te irás de mi lado, pero Andrés te hará feliz
Pascualita: Sólo me voy a casar mamá, no te dejare de ver
Pascuala: Perdón hija, sabes que soy sentimental
Pascualita: Te quiero mucho y gracias por todo lo que has hecho por mí
Pascuala: Yo también te quiero mucho.
Pascualita y Pascuala se abrazan. Cambia la música de alegre a suspenso.
Pascualita: Lo lamento mamá, pero ya me tengo que ir
Pascuala: No, otra vez no, no me dejes
Pascualita: Te quiero
Pascualita se pone en posición y se queda como estatua.
Pascuala: No, por favor.
Entra Chabela, cargando unas cosas.
Chabela: Perdón por la tardanza patrona, pero había mucha gente en el centro
Pascuala: No te preocupes, pon las cosas en la mesa.
Chabela: ¿Esta bien?
Pascuala: Si, bueno sólo que hoy cumple tres años mi hija de fallecida
Chabela: Lo lamento mucho, no sabía y yo de chismosa. ¿Qué le paso?
Pascuala: Se iba a casar, con un vestido que yo le confeccione, pero le cayó un alacrán en la
cabeza, y esa picadura mortal me la quito
Chabela: Que feo
Pascuala: Tenía mucho por vivir, pero mejor no hablemos de eso. Hoy viene la señora Álvarez a
checar unos vestidos por que su hija se va a casar.
Chabela: Ya se va a casar la solterona de Emilia
Pascuala: ¡Chabela!
Chabela: Perdón patrona, ya no diré nada
Pascuala y Chabela organizan unas hojas en la mesa mientras entran la Sra. Álvarez y Emilia.
Sra. Álvarez: Hola Pascuala ¿Cómo estás?
Pascuala: Muy bien comadre, adelante pasa por favor.
Sra. Álvarez: Gracias
Pascuala va guiando a la Sra. Álvarez y a su hija por todos los vestidos de novia. Pero Emilia, no
deja de mirar el vestido de Pascualita, se separa de su mamá y observa a la Pascualita.
Emilia: Mamá, ya sé que vestido de novia quiero
Sra. Álvarez: ¿Cuál hija?
Emilia: (Señalando a Pascualita) Este, es muy hermoso.
Sra. Álvarez: Pero hija es la primera tienda que hemos visitado.
Emilia: Lo sé, pero no sé porque pienso que si me casó con este vestido seré muy feliz.
Chabela: Pues no serías la primera que dice lo mismo
Pascuala: ¡Chabela!
Chabela: Ya van como cinco chicas que han comprado este modelo y me han dicho que hasta el
momento están muy felices en su matrimonio.
Sra. Álvarez: Es cierto comadre.
Pascuala: Eso le han dicho a Chabela, pero es cierto que este vestido ha gustado mucho
Emilia: Ves mamá, por favor, cómprame este vestido
Sra. Álvarez: ¿Estás segura?
Emilia: Si mamá.
Sra. Álvarez: Esta bien, comadre nos vamos llevar este modelo.
Pascuala: Acompáñenme de este lado para tomarles la medida.
Pascuala sale con la Sra. Álvarez y su hija. Chabela se pone a barrer el negocio. Vuelve a entrar
Pascuala.
Pascuala: Chabela, te podría encargar que cuando termines de barrer, cierres la tienda. Hoy fue un
día pesado y me duele un poco la cabeza.
Chabela: Esta bien, patrona, pero no olvide sus cosas
Pascuala: Déjalas ahí, ya mañana las recojo
Chabela: Esta bien
Chabela sigue barriendo, observa a Pascualita.
Chabela: Parece que tienes un imán para convencer a las casaderas, hoy volviste a vender un
vestido.
TRACK # SUSPENSO
Chabela deja de barrer y se acerca a la mesa. Empieza a ordenar las cosas y tira una foto en el
piso. La observa y se sorprende al verla, voltea a ver a Pascualita y lentamente se acerca a ella. Le
levanta el velo y compara su rostro con el de la foto.
Chabela: Como te pareces a la hija de la patrona.
Chabela deja de verla, se voltea y la Pascualita hace un movimiento de verla, Chabela se voltea y
Pascualita regresa a su posición original. Al sentirse observada, Chabela va por sus cosas y sale
del lugar.
Al día siguiente, entra la Sra. Álvarez con Emilia y Chabela, esta última con un poco de miedo.
Sra. Álvarez: Quedaron de entregarme hoy el vestido
Chabela: Lo sé señora, pero mi patrona se sintió mal ayer y no lo pudo terminar
Emilia: ¿Y cuándo va a quedar?
Chabela: Sin falta mañana
Sra. Álvarez: Está bien y ni un día más
La Sra. Álvarez se retira con su hija y Chabela la observa.
Chabela: ¿Señora? ¿Le puedo preguntar algo?
Sra. Álvarez: Si dime
Chabela: ¿Usted conoció a la hija de mi patrona?
Sra. Álvarez: No, no sabía que tenía una hija
Chabela: Bueno, la tuvo, lamentablemente falleció hace tres años.
Emilia: ¿En serio?, pobrecita
Chabela: Mire, (le muestra la foto) su hija es idéntica al maniquí
Sra. Álvarez: Tienes razón, se parecen bastante.
Entra Pascuala y al escuchar se molesta
Pascuala: ¡Chabela!
Chabela: ¡Patrona!, pensé que llegaría más tarde.
Pascuala: Deja de estar de chismosa y devuélveme esta foto. Y comadre, si me permite, mañana sin
falta te entrego el vestido.
Sra. Álvarez: Esta bien comadre. Nos vemos mañana
La Sra. Álvarez y su hija se retiran del lugar. Pascuala se acerca a Chabela.
Pascuala: Sólo porque tu abuelita me pidió que te ayudará no te corro, pero es la última vez que te
entrometes en mis asuntos. ¿Entendido?
Chabela: Si patrona, disculpe
Sale Pascuala de escena. Chabela se pone a checar los papeles. Se escucha un hombre cantando y
se acerca a la Pascualita. Se hinca y le empieza a cantar una canción de amor. Sale Chabela.
Chabela: ¿Qué le pasa a usted?
Daniel: Estoy enamorado, no lo ve
Chabela: Más bien esta borracho y canta como loco
Daniel: No importa si canto feo si canto con el corazón (señala a la Pascualita) Y por ti, daría mi
vida.
Chabela: Se da cuenta que le está cantando a un maniquí
Daniel: Hoy llegue a este lugar y al pasar por aquí me enamore de esta bella figura, tallada por los
ángeles y con un rostro de calidez. Y decide cantarle todos los días de mi vida.
Chabela: Pobre hombre, pues yo me paso a retirar (Sale de escena)
Daniel: Por fin sólo tú y yo amor. Quiero decirte un poema que con mi puño y letra te dedicare.
Se escucha música de fondo mientras Daniel le recita el poema, al terminar toma un trago y se
retira no sin antes mandarle un beso de amor a la Pascualita. Al salir Emilia, la Pascualita, voltea
levemente. Se escuchan gritos de una mujer
Mujer: ¡Auxilio! ¡Ayúdenme!
TRACK # DISPARO
Se escucha un disparo. Entra la mujer herida y se cae a pocos pasos de la Pascualita.
Mujer: (A la pascualita) Ayúdame, te lo suplico.
TRACK # SUSPENSO
La Pascualita la observa, rompe su posición, toma un trapo de la mesa y se lo pone en la herida la
mujer, mientras ésta observa.
Mujer: Muchas gracias
La Pascualita regresa a su posición. Entra la Sra. Álvarez y Emilia, quien al ver a la mujer la
ayuda.
Emilia: Mira mamá, es la vecina.
Sra. Álvarez: Dios mio, vamos ayudarle hija
Emilia: Si mamá.
La Sra. Álvarez y Emilia ayudan a la mujer y la sacan. Días después vemos a Pascuala y a Chabela.
Chabela: Hasta que la policía nos dejó abrir el negocio
Pascuala: Lo bueno es que aquella mujer pudo recuperarse.
Chabela: Y pensar que yo estuve minutos antes del disparo, de la que me salve
Pascuala: No exageres Chabela.
La mujer entra a la tienda ante la sorpresa de Pascuala y Chabela.
Mujer: Buenas tardes
Pascuala: Buenas tardes, en que la puedo ayudar
Mujer: En nada, sólo estaré un instante aquí
La mujer se acerca a la Pascualita, le prende una veladora y la pone en el piso.
Chabela: ¿Qué está haciendo?
Mujer: Le estoy agradeciendo
Chabela: ¿Al maniquí?
Mujer: Si, ella me salvo la vida aquella noche y le estaré agradecida toda la vida.
La mujer sale y ambas la observan.
Chabela: Si que está loca esa mujer. ¿Verdad patrona?
Pascuala: El estar cerca de la muerte te hace ver cualquier cosa
Chabela: No me diga eso que me da miedo.
Entra Daniel con una rosa.
Chabela: ¿Y usted que hace aquí?
Daniel: Buenas tardes bellas damas, perdón por entrar así a su negocio, pero vine a visitar a mi
amada, ya que me iré por un tiempo. (Se acerca a la Pascualita) Pero te prometo que muy pronto
vendré por ti, te amo.
Daniel le besa la mano y le deja la rosa en el piso
Daniel: Con permiso y buena tarde.
Daniel se retira mientras Chabela lo observa.
Chabela: Creo que la gente de este lugar se está volviendo loca.
Pascuala: No te caería mal un poco de aire fresco Chabela, ve por la comida para que hoy cerremos
temprano.
Chabela: Esta bien Patrona, no tardo
Chabela se retira, Pascuala checa unos papeles y después se acerca a la Pascualita.
Pascuala: Se dicen muchas cosas de ti, pero nadie te conoce como yo.
Pascuala se acerca al maniquí y le da un beso.
Pascuala: Te quiero mucha hija
TRACK # MISTERIO
Pascuala se voltea y la observa la Pascualita
Pascualita: Y yo a ti mamá.
Ambas se observan y sonríen.
FIN

LA MULATA DE CORDOBA

CATRINA: Veracruz un lugar de diversidad cultural con gran riqueza en lenguas indígenas. La
región de Córdoba cuenta con el pilar de una misteriosa mulata cuyo relato fue y sigue siendo un
gran enigma.

En el pueblo de Córdoba vemos a tres mujeres platicando, llevan sus bolsas de mandado y están
muy felices en su conversación.
Esther: Me encanto bastante la fiesta de Juanita, aunque la comida no les quedo muy bien
Olivia: Yo no quería ir, pero ya sabes cómo es de sentida si uno le queda mal
Petra: Pues yo si me divertí bastante
Esther: Claro, porque fue Pepe
Olivia: ¿Te gusta Pepe? Pero si él tiene novia
Petra: A mí no me gusta Pepe, no inventen chismes
Esther: No es ningún chisme, la otra vez leí una carta que le escribiste
Petra: (nerviosa) si estaba escribiendo esa carta, pero no era para él
Esther: ¿A no? Si es el único Pepe del pueblo
Petra: Pues leíste mal
Olivia: ¡Basta! Solo te recuerdo Petra, que Pepe es novio de mi prima Carmen
Petra: No puedo creer que le creas a Esther cuando yo soy amiga de tu prima también
Olivia: Pues espero que solo haya sido una confusión
Esther: Pues yo ya me tengo que ir, que mi esposo no le gusta que este mucho tiempo en la calle.

Llega Soledad, una mulata hermosa que iba pasando por la calle ante la mirada de desprecio de
las demás mujeres.
Esther: Por ese tipo de personas es que este pueblo sigue estando como esta
Olivia: Esa mujer sólo está de coqueta con cualquier hombre que este en su camino
Petra: Sólo hay que ignorarla, vámonos de aquí
Las tres mujeres se retiran, sin embargo, Petra se regresa y alcanza a Soledad
Petra: ¡Soledad!
Soledad: Hola Petra ¿Cómo estás?
Petra: Muy bien, no puedo platicar mucho tiempo
Soledad: No entiendo porque haces esto, quieres que te ayude pero a la vez, me desprecias
Petra: Es muy complicado de explicar, pero por favor ayúdame con Pepe
Soledad: Hiciste lo que te dije
Petra: Si, al pie de la letra
Soledad: Yo te puedo ayudar con algo, pero lo demás depende de ti
Petra: Si, hare lo que sea para que este con Pepe
Soledad le entrega un papel y una pequeña bolsa
Soledad: Sigue las indicaciones y verás muy pronto los resultados
Petra: Muchas gracias, prometo invitarte a nuestra boda
Soledad: Primero tiene que resultar esto ¿no crees?
Petra: Tienes razón, gracias
Petra sale corriendo mientras la Mulata la observa. Entra Don Martín de Ocaña, el Alcalde de
Córdoba, quien entra acompañado de su sirviente. Al verlo, la Mulata le hace una reverencia.
Soledad: Buenos días Alcalde
Soledad se retira ante la mirada perdida de Don Martin.
Don Martín: ¿Quién es esa mujer Gabriel?
Gabriel: Es Soledad
Don Martín: Soledad que
Gabriel: No lo sé Alcalde, esa mujer es misteriosa, nadie sabe quién es
Don Martín: Pues investiga, es una mujer hermosa y quiero empezar a tratarla. Entendido.
Gabriel: Si señor.
Gabriel sale de escena mientras Don Martín la sigue admirando
Don Martín: Soledad, que bello nombre, y pronto una más de mis conquistas.

CATRINA: Aunque Soledad tenía tiempo viviendo en aquel pueblo, nadie conocía su origen. Sin
embargo, Soledad era conocida por ayudar a los demás utilizando métodos poco convencionales,
además de la gran pasión por la pintura, gracias a su maestra Susana.

En escena esta Susana, una pintora muy famosa de Córdoba y quien se encontraba realizando su
última pintura. Soledad toca la puerta.
Susana: Adelante
Soledad: Buenos días ¿Cómo está?
Susana: Dentro de poco muy feliz, cuando termine mi nueva obra maestra
Soledad: Esta muy hermoso
Susana: (Pintando sobre el cuadro) Ya sólo estos pequeños detalles y ¡listo!
Soledad: Le quedo muy bien maestro
Susana: Una nueva satisfacción
Soledad: Realmente admiro mucho su trabajo, no entiendo porque mucha gente de aquí no admira
su trabajo. Mejor en otros lugares lo aprecian.
Susana: Lo sé, pero lo importante es que soy feliz con lo que hago
Soledad: Me gusta su gusto por los paisajes.
Susana: Me encanta la naturaleza, el viento, la lluvia, el mar
Soledad: Espero algún día ser una buena pintora como usted
Susana: Tienes un gran potencial Soledad y claro que lo puedes ser
Susana le da sus pinturas a Soledad.
Susana: ¡Hazlo!
Soledad: Pero yo no se
Susana: Para ser buena artista, tienes que empezar a creértelo

Soledad empieza a pintar y se muestra alegre. Entra una mujer desesperada al negocio de Susana
Francisca: Soledad, ayúdame por favor
Soledad: ¿Qué pasa?
Francisca: Mi tío está muy enfermo y...
Soledad: Vamos Francisca.
Francisca y Soledad salen.
CATRINA: Aunque muchos hablaban mal de la Mulata, cuando les convenía, la buscaban por las
practicas medicinales que utilizaba para ayudarlos. Sin embargo, todos creían que era magia negra.

Esther: Pues mi madre me dijo que Don Matías no se salvaba de esta


Olivia: Pobre Francisca, su tío es lo único que le queda de familia.
Esther: Pues tendremos que acompañarla al funeral, aunque esas cosas me aburren
Llega Francisca
Olivia: Mi más sentido pésame amiga (abraza a Francisca)
Esther: Lamentamos tu perdida
Francisca: ¿De qué hablan?
Esther: De tu tío Matías, que estaba muy enfermo y que no se salvaría
Francisca: Pero mi tío ya está bien
Olivia: ¿Cómo es posible?
Francisca: Pues Soledad curo a mi tío
Esther: ¿Y cómo lo hizo?
Francisca: No sé, ella estuvo sola con mi tío y cuando salió ya estaba recuperado, y si me permiten,
me tengo que ir a comprar unas cosas.

Francisca sale, mientras Esther y Olivia están intrigadas


Esther: Te lo dije, esa mujer es una bruja
Olivia: Tienes razón esa pérdida es un peligro para el pueblo
Esther: Mi madre me ha dicho que hace tiempo esa Mulata llego al pueblo y que gracias a la magia
negra que practica es que se sigue viendo joven.
Olivia: Tenemos que decirle a las demás comadres para correrla del pueblo
Esther: Si vamos.
Olivia y Esther salen. Entra Gabriel con Don Martín.
Don Martín: Como me veo Gabriel
Gabriel: Muy bien señor
Don Martín: Ya investigaste lo que te pedí
Gabriel: Algunas cosas señor pero nada concreto, sólo que no tiene familia
Don Martín: Perfecto, eso me conviene. Ahora lárgate por lo que te pedí.
Gabriel: Si señor. (Sale)
Don Martín se arregla y sonríe esperando a Soledad. Ella entra y haciendo la reverencia saluda al
Alcalde.
Soledad: Buenos días Alcalde
Soledad sigue su camino y Don Martín la toma de la mano
Don Martín: Buenos días Soledad, ¿Cómo estás?
Soledad: Muy bien señor
Don Martín: Me da mucho gusto, quiero decirte que me gustaría que aceptarás esta flor como
muestra de mi amor hacia ti, desde que te conocí no he dejado de pensar en ti
Soledad: Muchas gracias, pero no puedo aceptarlo
Don Martín: Que no te de pena aceptarla por mi posición, mi amor por ti es sincero
Soledad: Le agradezco el halago, pero yo no puedo estar con usted
Don Martín: Tengo mucho dinero y puedo hacerte la mujer más feliz del mundo (se hinca)
¿aceptas?
Soledad: No puedo
Soledad intenta retirarse mientras Don Martín la jala del brazo muy enojado
Don Martín: Como te atreves a rechazarme y a humillarme de esta manera. Vas a pagar las
consecuencias de tu desprecio, ¡Gabriel!
Gabriel: (Entrando) Si señor
Don Martín: Llévate esta mujer al inquisidor, rápido.
Gabriel: Si señor
Soledad: Le pido una disculpa si lo ofendí
Don Martín: Ahora pagarás las consecuencias.
CATRINA: Al sentirse humillado y rechazado por soledad, Don Martin en complicidad con gente
del pueblo se vengo de la mulata en un juicio planeado ante el inquisidor

Estando con el inquisidor, Don Martín se encuentra dando la versión de lo sucedido, mientras
Soledad está amarrada de las manos.
Don Martín: Entonces señor inquisidor como le decía, esta mujer empezó a seducirme y faltarme
al respeto mientras me encontraba paseando en el pueblo. Y no es la primera vez que lo hace,
verdad Gabriel.
Gabriel: Es cierto señor, la Mulata también ha estado coqueteándome sabiendo que soy un hombre
casado y con dos hijos.
Don Martín: Y no sólo eso señor, sino también maneja prácticas curativas misteriosas así como
otros aspectos.
Inquisidor: ¿Cómo Cuáles?
Don Martín: Ellas se lo dirán.
Esther: Esa mujer práctica la magia negra, a las mujeres casaderas les da pócimas para enamorar a
los hombres
Petra: Y también a los hombres les ayuda para enamorarnos, por ejemplo, Pepe, el novio de mi
amiga esta de coqueto conmigo
Olivia: Yo la he visto volar en las noches con su escoba
Francisca: Y también salvo a mi tío de la muerte practicando con hierbas misteriosas.
Don Martín: Señor inquisidor, usted es testigo de todas las atrocidades que comete esta mujer
Inquisidor: He escuchado suficiente. Usted será sentenciada a muerte dentro de dos días por sus
prácticas de brujería, que Dios la perdone. Llévensela.
Gabriel se lleva a Soledad, mientras las mujeres la observan con satisfacción. Don Martín se
muestra feliz.
Don Martín: Muy bien señoras, pasen después con mi sirviente por sus honorarios.
Las mujeres salen, mientras Don Martín se despide del inquisidor.
Don Martín: Muchas gracias señor inquisidor.
Inquisidor: Al contrario, gracias a usted por detener a esta bruja pecadora, lo importante es castigar
a estas personas.
CATRINA: Encerrada en un calabozo, Soledad se mantenía serena a pesar de su sentencia. No
comía, ni dormía como esperando al fin su justo destino.

Soledad en la prisión recibe la visita de Susana.


Susana: Hola Soledad
Soledad: Hola Maestra
Susana: No tengo mucho tiempo, lamento mucho lo que te están haciendo
Soledad: No se preocupe, la gente del pueblo se equivoca con las buenas acciones de uno
Susana: Viejas chismosas, pero bueno no hablemos de ellas. Mira te traje esto
Susana le da una bolsa a Soledad y ésta sonríe.
Soledad: Son sus pinturas, maestra.
Susana: Sé que no puedo hacer nada para evitar tu condena, pero te quiero dar este momento de
felicidad.
Gabriel: Ya se le acabó el tiempo, retírese por favor
Susana: Pinta y disfrútalo.
CATRINA: Durante esa noche, Soledad pinto con alegría y con pasión. Logro captar la atención
del carcelero, quien se asombró del bello dibujo.

Gabriel: ¿Qué estás haciendo?


Soledad: Un barco, me gustaría viajar por todo el mundo
Gabriel: Es bueno soñar cuando estás a punto de morir
Soledad: ¿Qué crees que es lo último que le falta al barco?
Gabriel: Que zarpe
Soledad: Tienes razón.
Soledad salta a la pintura mientras Gabriel se sorprende y se cae,
Gabriel: ¡Se fue!, ¡se fue!

EL CHARRO NEGRO

En una casa pobre, esta Ramiro, un niño de 6 años jugando en el piso. De repente, entra Josefina, su
madre, quien entra apresurada.

Ramiro: Mamá tengo hambre


Josefina: Espera hijo, siéntate por favor
Josefina se apura mientras Ramiro la espera, Josefina le sirve un taco.
Ramiro: ¿Sólo uno?
Josefina: Es lo único que hay amor
Ramiro: Quiero más
Josefina: Sé que no tenemos mucho, pero pronto lo tendremos. Ya me tengo que ir al otro trabajo,
te quiero hijo.
Josefina se va mientras Ramiro la observa.
Ramiro: No me gusta ser pobre, lo odio. (Sale de escena)
CATRINA: A pesar de los esfuerzos de su madre por salir adelante, Ramiro renegaba el ser pobre.
Creció trabajando de lo que podía, exigiendo que su madre también lo hiciera.

Ramiro llega de trabajar con su amigo Manuel, quienes se sientan en la mesa y se toman un vaso
con agua.
Ramiro: Estoy harto de vivir al día.
Manuel: Tranquilo, nos irá mucho mejor
Ramiro: Como odio a mi jefe, él lo tiene todo sin esforzarse
Manuel: Dicen que también empezó desde abajo
Ramiro: Yo también y sigo siendo pobre
Entra Imelda corriendo.
Imelda: Ramiro corre, tu mamá tuvo un accidente en el trabajo.
Ramiro: ¿Qué le paso?
Imelda: Sígueme, ahorita te platico.
Ramiro, Imelda y Manuel salen corriendo.

CATRINA: La madre de Ramiro murió en su trabajo. Ramiro se sintió culpable por que su mama
no tuvo una vida digna, sin embargo, culpo a la pobreza por esta perdida.
Manuel: Lamento mucho lo de tu mamá
Ramiro: Me siento triste porque no le pude dar todo lo que merecía
Manuel: Ella sabe que fuiste un buen hijo
Ramiro: Lo peor, es que en su trabajo ni siquiera les importo mi madre y no me apoyaron con los
gastos.
Manuel: (Saca un billete de su bolsa) Sé que no es mucho, pero puede ayudar.
Ramiro: Gracias amigo
Manuel: Trata de estar tranquilo, descansa.
Manuel sale, mientras Ramiro se acomoda en la mesa y se queda dormido. Entra una figura
humana cubierta de negro, se acerca a Ramiro y éste se despierta.
Ramiro: ¿Tú quién eres?
Muerte: La solución de todos tus problemas
Ramiro: Por favor, nadie me puede ayudar
Muerte: Yo si
Ramiro: ¿Así? ¿Y cómo?
Muerte: Te daré la oportunidad de tener todo lo que has querido si estás dispuesto a pagar lo justo.
Ramiro: ¿Y cómo te pagaré?
Muerte: Eso te lo diré después, mientras disfruta tu momento.
La muerte le deja una bolsa con monedas de oro en la mesa y se retira, mientras Ramiro las
observa feliz.
Ramiro: ¡Soy rico!, ¡Soy rico! (Sale corriendo)

CATRINA: En poco tiempo Ramiro fue reconocido en el pueblo, dejo su trabajo y se dedicó a
gastar su dinero en fiestas, apuestas y en todo lo que quería. De repente su popularidad hizo que
todos quisieran ser sus amigos.

Vemos a Imelda con su amiga Claudia sentadas en la mesa. Entra Manuel y German con unas
bolsas y se sientan a lado de ellas.
Manuel: Todo esto es cortesía de Ramiro
Imelda: Que vueltas da la vida, antes Ramiro no tenía donde caerse muerto y ahora es millonario
Claudia: Pues yo hasta guapo ya lo estoy viendo
Imelda: Siempre ha estado guapo, pero ahora es más interesante
German: Pues como sea, es lo bueno de tenerlo como amigo, así nos dispara las bebidas.
Manuel sirve las bebidas.
Claudia: Hoy van a jugar baraja otra vez
German: Claro, sólo que yo traigo muy poco dinero, Ramiro también nos gana en las apuestas.
Manuel: Por eso a mí me gusta sólo ver
Imelda: ¿Y a qué hora llegan los demás?
Claudia; Dijeron que no tardarían
En ese momento entra Ramiro, con un traje de charro muy elegante.
Ramiro: Con que ya quieren empezar la fiesta sin mí
Imelda: ¿Cómo crees guapo? Yo no empiezo sin ti
Claudia: Ni yo
Manuel: Amigo mío, siéntate por favor
German: ¿Cómo has estado?
Ramiro: Muy bien, disfrutando de la vida y sin tener que trabajar.
Imelda: Pues ahora que tienes tiempo, haber cuando me llevas de paseo en tu caballo
Claudia: A mí también
Ramiro: Si quieren mañana hermosas con mucho gusto. Pues brindemos
Todos: ¡Salud!
Todos se divierten. Termina la fiesta y Ramiro esta sólo sentado en la mesa
Ramiro: Esta va por ti mamá
Se escucha el viento tenebroso
Muerte: Veo que disfrutas mucho de tu vida
Ramiro: Claro que sí, puedo hacer lo que quiera
Muerte: Sólo no gastes todo lo que tienes o regresarás a como estabas.
Ramiro: Ni lo menciones, no volveré a ser pobre.
Muerte: Sabes que muy pronto exigiré mi pago por esto
Ramiro: Lo sé, y te voy a conseguir eso, sólo que no he tenido tiempo
Muerte: No te confíes, nada es para siempre.
Ramiro: Ya déjame en paz
Ramiro sale mientras lo observa la muerte, quien lo señala con el dedo y sale lentamente.
CATRINA: Ramiro no hizo caso a la advertencia y siguió gastando el dinero, sin embargo, el
tiempo para cumplir el pacto estaba por terminar. Ramiro ya no tenía ni un solo peso y su cruel
destino se acercaba.

Vemos entrar a Manuel, y lo alcanza Ramiro algo angustiado.


Ramiro: Manuel, Hola ¿Cómo estás?
Manuel: Muy bien ¿y tú?
Ramiro: Mal, por favor necesito que me prestes dinero
Manuel: Me pides a mí, si yo tampoco tengo
Ramiro: Ayúdame, eres mi amigo ¿no?
Manuel: Claro, pero ahorita no tengo
Entra German.
German: Manuel te estamos esperando, te toca comprar las bebidas.
Manuel: Ahorita las compró
Ramiro: No que no traías dinero.
Manuel: Sólo para las bebidas.
German: Ramiro deja de molestar, después nos vemos
German y Manuel salen de escena. Entra Imelda.
Ramiro: Hola hermosa ¿Cómo estás?
Imelda: Bien
Ramiro: Oye te quiero pedir un favor. Necesito que le pidas prestado dinero al tendero, dile que
pronto le pagaré
Imelda: Yo no haré eso, sólo con mis amigos
Ramiro: Pero tú y yo éramos más que amigos
Imelda: Lo acabas de decir, éramos, adiós
Ramiro: No, espera, acompáñame, y no te volveré a molestar
Imelda: No
Ramiro: Vamos acompáñame
Imelda: Que me dejes, ¡auxilio!
Entran German, Manuel y Claudia y ayudan a Imelda.
Manuel: Suéltala
Claudia: ¿Qué te pasa?
Imelda: Me lastimaste tonto
Ramiro: Manuel, German ayúdenme por favor, sólo acompáñenme
German: Estás loco, no iremos a ningún lado
En ese momento entra la muerte quien señala a Ramiro, éste al verlo empieza a gritar.
Ramiro: ¡No por favor! ¡Ayúdenme!
Imelda: ¿Qué te pasa?
Manuel: ¿Está loco?
Ramiro se abraza de las piernas de Imelda
Ramiro: No dejen que me lleve
Imelda: ¡Suéltame!
Manuel: Que la sueltes.
CATRINA: Ramiro huyo en su caballo a toda la velocidad, se alejó del pueblo y trato de ocultarse
muy lejos de ahí, se bajó del caballo y entro corriendo a una cueva como su última esperanza.

Ramiro: ¡Mamá! Ayúdame por favor, me arrepiento de todo lo que he hecho. Perdóname por no
valorar tu esfuerzo
Entra la muerte quién al verlo, Ramiro se tira al piso.
Ramiro: Por favor, no me lleves
Muerte: Vengo por mi pago
Ramiro: Trate de traerte el alma de mis amigos pero nadie quiso acompañarme, dame un día más
por favor
Muerte: Es demasiado tarde, además yo no conozco la misericordia
Ramiro: ¡Sólo un día más!
Muerte: No tendrás un día, sino una eternidad para que pagues el precio. Además, veo que tú
caballo te es muy fiel, también compartirá el mismo destino que tú.
CATRINA: Ramiro no solo pago con su vida, el pacto que no cumplió, sino que su alma tendría
que pasear por la eternidad en diferentes lugares para encontrar a la víctima perfecta para cometer el
mismo error de la ambición. Paso el tiempo y nadie se acordó de ramiro. Nunca más se volvió a
escuchar su nombre, sin embargo, el seguía presente.

Vemos a Manuel, quien esta tirado en el piso.


Manuel: Despedido, y ahora que le diré a mi esposa, me va a correr.
Entra Ramiro vestido de charro, se le acerca lentamente.
Ramiro: Yo te puedo ayudar
Manuel: ¿Tú quién eres?
Ramiro: La solución a todos tus problemas
Manuel: Tú no me puedes ayudar
Ramiro: Claro que sí, toma (le deja una bolsa con dinero)
Manuel: Wow, esto es mucho
Ramiro: Y puedes obtener mucho más
Manuel: ¿Cómo?
Ramiro: Sólo disfruta el momento. Pronto pagarás el precio
Ramiro sale, mientras Manuel saca el dinero y grita
Manuel: ¡Soy rico!, ¡Soy rico!
Mientras la muerte lo rodea.

LA CONFESION

NARRADOR - AGUSTIN - JUANA - MUJER - MUJER 2 - ADELA - MARIA - JULIAN

NARRADOR: Hace mucho en una de las iglesias de la Ciudad de México, la Historia de una
sacerdote sigue siendo una tragedia, por la mala jugada del destino de la cual nadie sale librado.

AGUSTÌN: Juana, me podrías traer de favor el crucifijo que deje a lado del cáliz

JUANA: Si padre con mucho gusto

NARRADOR: El sacerdote Agustín del Moral, era una persona muy amable y culta, dedicada por
completo a guiar y a aconsejar a sus feligreses. Aunque no tenía familia, era muy querido por su
pueblo.

JUANA: Aquí esta, padre

AGUSTÌN: Muchas gracias, ya puedes retirarte María, mañana tendremos un día ajetreado.

JUANA: Esta bien padre, llegare una hora antes para tener listas las cosas para la misa de las 7

AGUSTIN: Muchas gracias, descansa

JUANA: Igualmente padre.

NARRADOR: Juana salió, mientras el padre Agustín acomodaba sus cosas en una pequeña maleta,
ya que se dirigía a la casa de su amigo Julián. De repente, se escucha que tocan la puerta tres veces.

AGUSTIN: Adelante

NARRADOR: Una mujer con un vestido negro entro acompañada de dos hombres pueblerinos con
semblante serio. El Padre sintió la mirada de aquella mujer y volteo.

AGUSTIN: Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarlos?

MUJER: Padre, necesito que nos acompañe.

AGUSTIN: Hija, ya es un poco tarde mañana, con mucho gusto después de la misa los puedo
acompañar

MUJER: Es urgente padre, una mujer necesita confesarse, se encuentra muy mal.

NARRADOR: El padre no sabía que hacer y termino por aceptar en ir con aquella mujer, sus
principios de ayudar fueron mayor que la incertidumbre que le generaba el aspecto de aquellas
personas. El padre fue llevado en un carruaje mientras todo se tornaba en un silencio durante el
camino.

AGUSTIN: ¿Cuál es su nombre hija?


MUJER: Eso no importa padre, sólo necesito que nos ayude.

NARRADOR: Al fracasar en su intento de hacer platica, sólo contemplaba por la ventanilla el


camino que recorrían. Al llegar a la casa, la cual era muy elegante, la mujer guío al padre a la
habitación que estaba subiendo las escaleras. Abrió la puerta y la mujer señalo a la moribunda que
estaba recostada en la cama.

MUJER: Esa mujer necesita que la escuchen padre.

NARRADOR: El padre se acercó a la mujer, quien se notaba incomoda y enferma, no paraba de


toser. Se sentó a un lado de la cama, saco de su maletín su rosario y su biblia.

AGUSTIN: Hija, tranquila ya estoy aquí.

MUJER 2: Muchas gracias por venir padre. Necesito confesarme, por favor

AGUSTIN: No te preocupes, yo te absolveré de tus pecados.

MUJER 2: Perdóneme padre, perdóneme.

AGUSTIN: Ave María purísima

MUJER 2: Sin pecado concebido

NARRADOR: La mujer empezó a confesarse, y mientras platicaba cada uno de sus pecados el
padre escuchaba atentamente, su rostro se tornaba cada vez más desencajado por las atrocidades que
la platicaba aquella mujer quien se esforzaba por describir cada detalle y con un profundo
arrepentimiento, sin embargo, la mujer empezó a sentirse peor hasta quedar inconsciente. El padre
se levantó inmediatamente a pedir ayuda.

AGUSTIN: ¡Auxilio! ¡Ayúdenme!

NARRADOR: El padre regreso con la mujer y se percató que había fallecido. Abandono la
habitación y trato de encontrar a alguien para avisar del fallecimiento, sin embargo, nadie se
encontraba. Salió de la casa y vio abandonada la calle, empezó a caminar y caminar hasta que un
carruaje se ofreció en llevarlo a la cita que tenía con su amigo.

JULIAN: Agustín, hasta que llegas amigo, ya me estabas preocupando

AGUSTÌN: Disculpa, es que tuve un imprevisto

JULIAN: Adelante amigo, ¿Cómo has estado?

AGUSTÌN: Bien, gracias

ADELA: Padre, que bueno que llego, que gusto verlo

AGUSTÌN: Gracias Adelita

NARRADOR: El padre Agustín saludo a otros invitados de su amigo, pero a su vez seguía
pensando en lo que sucedió con aquella mujer.

ADELA: Padre, ¿gusta que le sirva más café?


NARRADOR: Agustín estaba pensativo e ignoraba lo que le decía Adela

JULIAN: Agustín, amigo ¿Estás bien?

AGUSTIN: Perdón, estaba pensando en unos asuntos para mañana

JULIAN: Debes de relajarte amigo, no todo es trabajo.

AGUSTIN: Tienes razón

NARRADOR: Agustín empezó a jugar baraja, por lapsos seguía pensando en la mujer y tuvo la
sensación de observar en maletín, interrumpió su juego, se percató que su biblia y su rosario no
estaban. Busco desesperadamente en cada espacio y no encontró nada

JULIAN: ¿Estás bien Agustín?

AGUSTIN: Olvide mi biblia y mi rosario en aquella casa

ADELA: ¿Cuál casa padre?

NARRADOR: Agustín les platico que fue a una casa para confesar a aquella mujer y que ahí mismo
olvido sus cosas.

JULIAN: ¡Pablo!

PABLO: ¿Que paso Patrón?

JULIAN: Por favor dile a Josué que te lleve a la dirección que te va a decir el padre Agustín para
recoger su biblia y su rosario

PABLO: Si patrón.

NARRADOR: Mientras esperaban el regreso de Pablo, los demás convivían mientras que Agustín
estaba ausente y sin dejar de pensar en lo sucedido. Tiempo después, regreso Pablo.

AGUSTÌN: ¿Si pudiste encontrar mis cosas?

PABLO: Padre, fuimos a la casa que nos dijo y está abandonada, la puerta estaba cerrada, tocamos
la puerta y nadie nos abrió

JULIAN: ¿Segura que fueron a la dirección que les dio el padre?

JOSUE: Si patrón.

NARRADOR: Agustín pidió que lo llevaran a aquella casa al igual que a su amigo Julián quien
estaba intrigado por la actitud del padre. Llegando a la casa se percataron que la puerta estaba
cerrada, tocaron sin éxito alguno, de repente la puerta se abrió cuando el padre la empujo. Julián,
Pablo y Josué entraron junto con Agustín, quien subió por las escaleras para llegar a aquella
habitación.

JULIAN: Agustín, aquí no hay nadie

JOSUE: Patrón, esta casa está abandonada.


NARRADOR: Alcanzaron al padre en la habitación quien estaba buscando su biblia y rosario.
Después de mover unas sillas arrumbadas pudo encontrar sus cosas.

AGUSTÌN: ¡Se los dije! Miren la biblia, yo estuve aquí y confesé a una mujer en aquella cama

NARRADOR: Julián se dirigió a la cama y observo en el piso una foto maltratada al lado de un
viejo buro, la recogió y la observo con asombro mientras Agustín guardaba su biblia.

JULIAN: Agustín, ¿Hablaste con esta mujer?

AGUSTÌN: Si, a ella la confesé

JULIAN: Amigo eso no es posible, esa mujer falleció el año pasado. Yo mismo ofrecí la misa de su
entierro.

NARRADOR: Ante aquella confesión, el semblante de Agustín se tornó pálido, no podía creer lo
que estaba escuchando, de repente empezó a reírse sin control alguno ante la incredulidad de los
presentes.

AGUSTÌN: (Riendo) no puede ser confesé a una muerta, ¡Confesé a una muerta!

NARRADOR: El padre se hinco y empezó a escupir espuma de su boca mientras Julián con sus
hombres trataron de sacarlo de aquel lugar.

JULIAN: ¡Rápido, sáquennoslo de aquí!

NARRADOR: Aquel sacerdote que ayudaba por esencia a sus semejantes, fue víctima de una mala
jugada del destino, desde ese momento hasta el día de su muerte, vivió bajo la sombra de la locura y
de aquella confesión.

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