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PRINCIPIO DE ROGACION

También denominado principio de voluntariedad o principio de instancia,


complementa adecuadamente el carácter declarativo de la inscripción. Es decir, el
carácter voluntario de la inscripción registral de los derechos reales inmobiliarios,
con la excepción de la hipoteca, corresponde el carácter rogado del procedimiento
de inscripción. Si no hay obligación de inscribir. Si no hay obligación de inscribir
registralmente los derechos reales inmobiliarios, el expediente de inscripción
registral de éstos sólo se iniciara a instancia o ruego de parte interesada. Pero
conviene señalar que, una vez formulada la petición se inscripción, el expediente
administrativo correspondiente se desarrolla con independencia de la voluntad del
solicitante.

La acción de rogar, rogación, se entiende en el ámbito del Derecho Registral como


instancia (solicitud), resultando equivalente “a ruego de” y “a petición de”. Por el
principio de rogación entendemos que la administración registral no puede actuar
si no media solicitud, petición, ruego, instancia, disposición de los otorgantes de
un acto o derecho o de tercero interesado.

El principio de rogación, pues es conocido igualmente como principio de instancia,


de solicitud, de petición, principio depositario, etc. En efecto si no existe mandato
legal expreso, la actuación de los órganos registrales no puede realizarse de
oficio.

Podemos decir en términos latos que la rogación constituye un presupuesto de la


calificación Registral, sin aquella ésta no se produce. Igualmente, determina el
momento de inicio de la prioridad. Se constituye además en una derivación de la
voluntariedad de la inscripción y en el vehículo a través del cual transita la
titulación autentica para su acceso al Registro. Tales pueden ser los vínculos de
este principio con algunos de los demás principios registrales que tratamos
seguidamente.

Es importante este principio por su incidencia como impulso inicial del


procedimiento registral y sus manifestaciones dentro del mismo. Permite al
presentarte o a quien este representa al desistimiento total o parcial de la
rogatoria; asi como el desistimiento de la apelación (manifestaciones negativas).
Igualmente, permite al legitimado a solicitar prórrogas, interponer recursos, realizar
subsanaciones y cancelar derechos registrales.

El principio de rogación se define como aquel que establece la necesaria


instancia o solicitud de los otorgantes de un acto o derecho o de tercero
interesado para la práctica por el Registrador Público de los asuntos
registrales; salvo mandato legal expreso en contrario.

El principio de rogación se plasma en las normas que exigen petición de parte


interesada para lograr la matriculación del inmueble objeto del derecho real o
posteriormente, obtener la mutación de las situaciones jurídicas reales sea ya se
encuentran registradas.

A pesar de la naturaleza que le atañe al principio de rogación, el mismo en su


aplicabilidad puede encontrarse sujeto a determinadas excepciones, y es que el
registrador en ciertos casos e irregularmente puede ejercer sus funciones de
oficio, un ejemplo de esto, es en aquellas situaciones en que se comete errores de
concepto sobre los asientos registrales y que por disposición legal pueden ser
rectificados por el mismo registrador – en el entendido de que es él quien efectúa
los asientos registrales. También como ejemplo de las excepciones al principio de
rogación están las anotaciones preventivas que pierden su eficacia, en virtud que
durante el plazo que establece la ley no se presentó el documento que subsane la
omisión, por lo que el registrador, ante esta situación, las debe cancelar de oficio.

Hay que destacar que el principio registral de rogación, pensado que es uno de los
pocos, posee fundamento constitucional, de forma taxativa, esto, en base a lo
normado por el artículo 28 de la Constitución Política de la República de
Guatemala, el cual preceptúa lo siguiente: “Artículo 28. Derecho de petición.
Los habitantes de la República de Guatemala tienen derecho a dirigir,
individual o colectivamente, peticiones a la autoridad, la que está obligada a
tramitarlas y deberá resolverlas conforme a la ley. En materia administrativa el
término para resolver las peticiones y notificar las resoluciones no podrá exceder
de treinta días. En materia fiscal, para impugnar resoluciones administrativas en
los expedientes que se originen en reparos o ajustes por cualquier tributo, no se
exigirá al contribuyente el pago previo del impuesto o garantía alguna.”

La función del Registrador de la Propiedad es rogada. El registrador no puede


proceder de oficio a si inscripción, sino que ha de esperar sea solicitada por los
interesados, de igual manera, si el Registrador tiene conocimiento de que un
crédito hipotecario, o un embargo anotado sobre una finca han prescrito, no puede
proceder a realizar su cancelación, si no se le solicita por quien tenga interés.

No debe pensarse que para cada inscripción que se pretenda, debe presentarse
un escrito o memorial al Registro de la Propiedad formulando una petición, como
sucede por ejemplo ante un tribunal de justicia. Es suficiente la presentación del
título inscribible con su respectivo duplicado, para que se tenga por solicitada una
inscripción y opere el principio de rogación.

Una vez iniciado el procedimiento registral a instancia de parte se impulsa y


culmina de oficio, sin que, por tanto, en los actos posteriores a la presentación del
documento, rija el criterio dispositivo. El ser un servicio de interés particular
justifica su iniciación rogada; pero el atender de una manera mediata el interés
jurídico general justifica el subsiguiente automatismo.

Este principio se encuentra regulado en el artículo 1127 de nuestro Código Civil


que establece: “la inscripción en el Registro puede pedirse por cualquier
persona que tenga interés en asegurar el derecho que deba inscribir. Los
registradores harán toda inscripción, anotación o cancelación, dentro del
término de ocho días contado desde la fecha de recepción del documento. Si
éste diere lugar a varías de las operaciones antes indicadas, el término de
ampliará en seis días más.” De tal manera que es dicho interés el que legitima al
sujeto que solicita la inscripción.

Lo mismo podríamos afirmar respecto de otros Registros como el de Garantías


Mobiliarias, en el cual para registrar una garantía mobiliaria sin posesión, su
modificación o cancelación, debe solicitarse por el acreedor garantizado, el deudor
garante, o cualquier persona legalmente autorizada por ellos, presentando el
formulario respectivo. En el mismo orden de ideas, no podría el registrador del
Registro Nacional de Cooperativas, inscribir la constitución de una cooperativa o
su modificación, si dichas inscripciones, no le son solicitadas con las formalidades
de ley.

En el Código de Comercio, encontramos regulado este principio, en el artículo


340, que establece: “podrán solicitar la inscripción los propios interesados,
los jueces de Primera Instancia Civil, los notarios que autoricen los actos
sujetes a registro y cualquier persona que tenga interés en asegurar un
derecho o en autenticar un hecho susceptible de inscripción.”

Ha de afirmase entonces, que en Guatemala el principio de rogación ante los


Registros Públicos se materializa ante la presentación de los documentos para su
inscripción. Nuestro país es bastante amplio en cuanto a determinar la persona
legitimada para considerarse como presentadora de los documentos, y que en
casi todos los Registros puede presentarse cualquier personas, salvo en los casos
ya señalados para el Registro de Garantías Mobiliarias y para el Registro de la
Propiedad Intelectual, específicamente establecido para este Registro, en el tema
de propiedad industrial, en el artículo 7 de dicha ley, que establece que la
primer diligencia ante el Registro, el presentador debe acreditar que tiene la
presentación del solicitante, o en su caso y excepcionalmente actuar como
gestor oficioso.

Cabe entonces distinguir en el principio de rogación, en cuanto al solicitante y el


presentador: el solicitante es el que tiene o representa el interés legítimo, y, el
presentador como regla general puede ser cualquier persona, salvo las
excepciones enunciadas anteriormente.

En otros países, como en el Perú, el presentador de los documentos ante casi


todos los Registros Públicos, debe ser un profesional del derecho, entendiéndose
que su función no se agota con recoger la voluntad de las partes, darle forma legal
y autorizar los instrumentos públicos necesarios; parte de lo que obligatoriamente
se contrata conlleva la inscripción en los Registros, lo cual parece sumamente
recomendable adoptar en nuestro país, pues únicamente el profesional del
Derecho es el que conoce los alcances de una buena o mala inscripción registral y
en todo caso, la manera adecuada de obtener las correcciones o rectificaciones
necesarias.

ASPECTO DOCTRINARIO

De acuerdo a Gómez Gálligo y Del Pozo Carrascosa, señalan que “La rogación o
petición de inscripción es una declaración de voluntad unilateral y recepticia,
dirigida al Registrador. La solicitud inicia el procedimiento registral y hace que el
Registrador deba calificar los títulos que se le presenten, realizando la inscripción
si la calificación es favorable, o bien suspendiéndola o denegándola cuando del
título examinado resulte un juicio desfavorable”.

Éstos autores indican que este principio es también considerado como una
petición de inscripción y toma en cuenta el aspecto de la declaración de voluntad
que será dirigida al Registrador para que éste pueda inscribir o no el título.

Además, señalan que ésa solicitud es la que da origen al procedimiento registral e


indican que es el Registrador quien debe calificar los títulos que se le presentan.

Con lo que en esta noción que dan los citados autores se hace referencia de
manera implícita que si bien es una solicitud que se presenta al Registrador, esto
no significa que se le “ruega” al Registrador que inscriba sino que el Registrador
está en la obligación de calificar el título presentado en virtud de la rogación.

Así también Antonio R. Coghlan manifiesta que “el principio de rogación describe
la iniciativa de sujeto interesado tendiente a obtener el asiento registral del título
que presenta a ese efecto”

Por su parte, Gonzales Loli señala respecto al Principio de Titulación Auténtica


que “el Principio de Titulación Auténtica no es diferente al que normalmente se ha
denominado de Instrumentación Pública, como una clase de principio que
constituye requisito de la extensión de los asientos de inscripción. El término
titulación autentica es frecuentemente utilizado por los comentaristas de la
legislación hipotecaria española…”
Finalmente, se debe precisar que el principio de rogación en sí misma no es una
solicitud, en tal sentido, su importancia radica en que debido a este principio es el
que da inicio a todo el procedimiento registral, marca la pauta para que se
presenten los demás principios a lo largo del procedimiento registral.

LEYES REALACIONADAS AL PRINCIPIO DE ROGACION

1. Constitución Política de la República de Guatemala

2. Código Civil, Decreto Ley Número 106

3. Código de Comercio, Decreto Numero 2-70

4. Ley de Propiedad Industrial, Decreto Numero 57-2000

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