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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ASUNCIÓN

FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS


Cátedra y Servicio de Neumología 2023

Título:
“ESTRÉS COMO DESENCADENANTE DEL ASMA”

Jefe Interino de Cátedra: Mg. Prof. Dr. Víctor San Martín A.

Tutor: Dr. Sergio Cárdenas

Autores:

● Amarilla Barrios, José Fernando


● Morínigo Bogado, Montserrat María Belén
● Moura Alvarenga, Edgar Arturo Daniel
● Nazer Onieva, Sebastián
● Noguera Sánchez, Camila Patricia
● Ortola Duarte, María José
● Peña Sosa, Marcelo Raúl

San Lorenzo - Paraguay

2023
INTRODUCCIÓN

El asma es una enfermedad crónica común y potencialmente seria que impone una sustancial
carga para los pacientes, sus familias y comunidades en las que viven. Causa problemas
respiratorios, limitación de la actividad y exacerbaciones (coloquialmente referidas como
ataques) que pueden llegar a ser fatales y que, a veces, requieren un tratamiento médico
urgente. (1)

En la antigüedad, el asma ha sido considerada una enfermedad esencialmente de la psique por


prestigiosos médicos como Hipócrates o Maimónides. Aún a finales del siglo XIX, se
hablaba de ella como una enfermedad de base psicopatológica; posteriormente, con la
identificación de otros mecanismos fisiopatológicos, el componente emocional se ha visto
relativamente apartado. Los aspectos psicológicos mantienen un impacto relevante en los
pacientes con asma en una relación bidireccional, pudiendo ser al mismo tiempo causa y/o
consecuencia de la enfermedad asmática. (2)

Según RSD journal de Brasil, en un estudio que abarca 2016 a 2020, el asma afecta, en el
mundo, a unas 334.000 personas. (3) Y para "The Lancet", según datos del 2019, el asma
presenta una prevalencia de 2.898 a 4.066, una incidencia de 400 a 633 y 4 a 7 muertes, todo
estos datos por cada 100.000 habitantes en el mundo en ambos sexos. Se estima que el asma
afectó a 262 millones de personas y causó 461.000 muertes. (4)

Existen múltiples artículos provenientes del ISAAC sobre la prevalencia de síntomas de asma
en diferentes poblaciones latinoamericanas; estos estudios muestran que la región de
Latinoamérica presenta alta prevalencia de asma: En el grupo de la edad de 6-7 años una
media de 17.3%, con un rango de 41- 26.9%; en el grupo de 13-14 años, 15.8% con un rango
de 5.5-28%. (5)

En Brasil, una encuesta internacional determinó una prevalencia del 13%. (6) y el RDS
Journal, en su estudio que abarcó los años 2016 al 2020, concluyó que, según grupo de edad,
1 a 4 años representa el 31,28% de las internaciones, y que los gastos son bastante
expresivos en todas las regiones. El número de óbitos fue de
2.248 casos en 5 años, el mayor número de óbitos en la Región Sudeste. (3) Mientras que la
revista de alergia de México en 2020 reveló que, en Argentina, la prevalencia es de un 6%.
(7)

En cuanto a datos sobre Paraguay, una encuesta internacional determinó una prevalencia de
6.8 %. (8) Estudios recientes realizados en el país mencionan que en el Paraguay existiría
hasta un 20% de adolescentes de colegios de Asunción, de entre 13 a 14 años, con síntomas
de asma; sin embargo, no existen estudios que hayan intentado reproducir estos hallazgos y,
además, sería interesante conocer diferencias en la distribución de las frecuencias según el
género, edad y subgrupos sociales. (9)

El propósito de esta revisión es examinar críticamente la literatura publicada recientemente


sobre el estrés psicosocial y su relación con el asma. Se han seleccionado las evidencias más
recientes existentes sobre el tema, reconociendo que los factores psicosociales biológicos,
individuales, familiares y comunitarios pueden tener efectos individuales y sinérgicos sobre
la morbilidad del asma. Para facilitar la exposición, revisaremos por separado la literatura
relacionada con el asma sobre los factores psicosociales a nivel individual, familiar y
comunitario y los estudios de intervención recientes. Luego, proporcionamos
recomendaciones generales para direcciones futuras en este campo.
MARCO TEÓRICO

Asma
El asma es considerada una enfermedad inflamatoria crónica de las vías aéreas, que se
manifiesta a través de episodios de sibilancias, disnea, opresión en el pecho y tos, ocurriendo
particularmente por la noche o al inicio de la mañana, pudiendo desaparecer espontáneamente
o con un tratamiento y la utilización de fármacos. Es considerado actualmente un problema
de salud pública, ya que su prevalencia ha ido en aumento en los últimos años. Se da por
una interacción entre la hiperreactividad bronquial y la obstrucción e inflamación de las vías
aéreas. Todo esto determina las manifestaciones clínicas, la gravedad y la respuesta al
tratamiento. (10)

Se trata de una patología multifactorial donde contribuyen tanto factores genéticos como
ambientales. Existe una clasificación etiológica de la enfermedad, en cual se la separa en
asma no alérgica y alérgica, esta última pudiendo ser o no mediada por IgE. También se la
puede clasificar según su gravedad, y en este punto influyen algunos factores como la
frecuencia de los síntomas, la repercusión en las actividades cotidianas, la función pulmonar
y el uso de los broncodilatadores, la frecuencia y las dosis de los mismos; es entonces que se
la divide en: a) leve, b) moderada y c) grave. (11)

Entre los factores que influyen en la expresión y el desarrollo del asma se pueden citar a) los
factores del huésped, donde se encuentran la genética, el sexo (donde el sexo femenino es un
factor de riesgo en el adulto y el sexo masculino en el niño), la atopia y el estilo de vida (la
obesidad es un factor de riesgo para el desarollo de la enfermedad, al igual que el tabaquismo
activo), y b) los factores ambientales, donde se pueden mencionar a los alergenos, los
criterios de contaminación del aire, la exposición a endotoxinas, el tabaquismo pasivo y las
infecciones. Además, se ha demostrado que aspectos psicosociales y emocionales cuentan
con una fuerte influencia en el desarrollo y agravamiento del asma. (12)
Factores psicológicos asociados a la etiopatogenia del asma bronquial
Estrés

El estrés psicológico ha sido considerado desde hace muchos años como un desencadenante
de las crisis de asma, pudiendo afectar a todas las edades. Además, se ha demostrado que
incrementa la frecuencia, la duración y la intensidad de las agudizaciones de la enfermedad.
(13)

Sandro Cairo de Oliveira T Clemax Couto (2017) considera al estrés como un Modelo
Cuadrifásico. En este, el proceso del estrés se desarrolla en cuatro fases: 1) Alerta, que es una
respuesta inicial del organismo que busca el enfrentamiento de una situación desafiadora; 2)
resistencia, que se inicia cuando el organismo intenta continuamente una adaptación, dando
lugar a la sensación de desgaste y cansancio; 3) cuasi-extenuación, donde la tensión excede
el límite del posible gerenciamiento y ocurre una quiebra en la resistencia, pudiendo dar lugar
a enfermedades y el proceso de convalecencia se inicia; y por último, 4) extenuación, donde
la capacidad de adaptación se termina y el organismo no posee más estrategias de
enfrentamiento, ocurre un estado de agotamiento y enfermedades de mayor gravedad pueden
comenzar a surgir. (14)

Para Medwave (2014), si bien las respuestas fisiológicas permiten adaptarse, la exposición
prolongada a los estresores o los estilos inadecuados de enfrentamiento a ellos, conducen a
niveles elevados de glucocorticoides y catecolaminas con trastornos del equilibrio del sistema
inmune y aumento de la susceptibilidad a diferentes enfermedades, como la hipertensión
arterial, el asma bronquial, el cáncer e incluso la gripe común. (13)

De esta forma, como menciona Ana M Regueiro, el estrés no es una mera reacción, sino un
proceso. Al inicio se presenta de forma bastante típica, con síntomas conocidos, como un
aumento de tensión, taquicardia, aumento de la sudoración, sequedad en la mucosa,
malestares gastrointestinales; si el proceso continúa, el enflaquecimiento y agotamiento del
organismo puede producir un enorme número de consecuencias para el individuo, afectando
fuertemente a su salud y sus relaciones. (15)
Estrés Individual

Medwave (2017) afirma que los procesos biológicos, psicológicos y sociales interactúan en el
curso de la vida, influyendo en la expresión de la enfermedad. Esto sustenta la hipótesis de
que la exposición temprana al estrés, específicamente en el ambiente intrauterino, podría
provocar una alteración en el curso normal de la morfogénesis y la maduración en órganos y
sistemas claves como el inmune y el respiratorio, lo que persistirá hasta la vida adulta.
Incluso el estrés materno puede influir en la programación perinatal de sistemas fisiológicos
integrados, como la función neuroendocrina, inmune y autónoma. Este modelo contribuye a
explicar por qué en la mayor parte de los asmáticos la enfermedad comienza antes de los
cinco años de edad, o sea, en la infancia temprana.(13)

Sin embargo, Edith Chen y Gregory E. Miller han estudiado a estudiantes universitarios con
asma durante períodos de mucho estrés (período de exámenes finales) y bajo estrés (sin
examen importante), concluyeron que el estrés amplifica la respuesta inmune como
desencadenante del asma. (16)

Es aquí donde el estudio psicológico del asmático, para diagnosticar el proceso de


enfrentamiento a la enfermedad y poder reeducarlo en el mejor control y adaptación a la
misma, cobra especial importancia en el estudio integral y multifactorial de la enfermedad.

Estrés en el ámbito familiar

Según la revista chilena de enfermedades respiratorias, los trastornos psiquiátricos en los


padres o cuidadores se han relacionado con la génesis, aumento de la prevalencia y mayor
sintomatología del asma del niño. (17)

Por otro lado, Amaral S, Sant’Annala (2017) estudió la influencia del estrés familiar en el
desarrollo del asma infantil también es investigada. Estudios apuntan que el estrés de los
cuidadores en el primer año de vida puede influenciar el riesgo de múltiples episodios de
ruidos sibilantes durante la infancia; además, conflictos familiares pueden estar asociados al
mayor número de hospitalizaciones. Este estudio también apunta a que el estrés de los
padres puede afectar al estado de
asma del niño. De esta manera, el rol de la familia para el bienestar del niño y del adolescente
que sufre de esta enfermedad es fundamental. (18)

Estrés a nivel de la comunidad

Una publicación hecha por el National institutes of health (2012) resalta que la exposición a
la delincuencia y la violencia en la comunidad puede influir en la morbilidad del asma. En
un estudio longitudinal de tres años, los niños pequeños que asisten a familias de nivel
socioeconómico bajo se encontró que las escuelas de alto nivel y la residencia en áreas con
altas tasas de criminalidad han aumentado el riesgo de asma.

Además, se planteó la exposición a la violencia comunitaria en entornos de bajo nivel


socioeconómico (potencial social y contextual), factor de riesgo para la morbilidad del asma,
para lo cual se tuvieron en cuenta ciertas investigaciones: Un estudio longitudinal multinivel
de niños menores de 10 años en Chicago en el cual no se tuvieron resultados concluyentes;
en otro estudio, sin embargo, realizado con adultos del centro de la ciudad de Filadelfia, y
predominantemente con mujeres afroamericanas con asma moderado a grave, la exposición a
la violencia comunitaria al inicio del estudio fue asociado significativamente con visitas al
departamento de urgencias u hospitalizaciones por asma durante 26 semanas de seguimiento,
incluso después de tener en cuenta el origen étnico.

La evaluación de las exposiciones al riesgo psicosocial presenta una serie de desafíos


metodológicos. Estudios recientes han fortalecido nuestra comprensión de estresores
psicosociales en la morbilidad del asma mediante la incorporación de una nuevas
variables de exposición psicosocial para crear medidas compuestas relevantes de factores
estresantes relacionados con la vivienda orientados a políticas para familias de bajos
ingresos, urbanas, etnias heterogéneas de niños pequeños con problemas respiratorios en las
escuelas. Este estudio es novedoso en su incorporación de diversas variables sociales y de
vivienda en un constructo que caracteriza el estrés urbano como “contaminante social” que
influye negativamente en la salud general y respiratoria. (19)
Bases fisiológicas de conexión entre el asma y los factores emocionales

Como ya se describió previamente la asociación del asma con el factor “salud mental”, se da
por cambios fisiológicos, en especial del sistema nervioso somático y del sistema nervioso
autónomo, aunque el sistema inmune y el endocrino pueden estar también afectados; es así
que, fisiológicamente, el estado depresivo puede caracterizarse por un predominio del sistema
nervioso parasimpático, de tal manera que cualquier circunstancia que suponga una
estimulación colinérgica sitúa al paciente con asma en una situación de riesgo muy elevado,
ya que el asmático tiende a presentar mayor reactividad parasimpática en las vías aéreas. (20)

Los mecanismos que relacionan el asma y el estrés (definido como una alteración del
equilibrio orgánico por estímulos adversos internos y externos, físicos, mentales o
emocionales) son en realidad poco conocidos y, probablemente, incluyen cambios
neuroendocrinos e inmunológicos complejos con liberación de distintas hormonas y
autacoides. En un modelo experimental de Fischer con ratas se sugiere que los estresores
postnatales tempranos tienen efectos sobre el sistema neuroendocrino sistema inmunitario
que dura hasta la vida adulta. En particular, las ratas expuestas tanto a las partículas
ambientales concentradas como al estrés tenían una sangre más alta con niveles de proteína C
reactiva y TNF-a, pero menor función pulmonar. (21)

Por un lado, los factores emocionales pueden provocar hiperventilación: Como sabemos en
cuanto al asma inducido por ejercicio, la hiperventilación provoca un enfriamiento y
sequedad relativa de las vías aéreas, con cambios secundarios en la osmolaridad de la mucosa
que podrían inducir degranulación local de mastocitos y liberación de mediadores como
histamina o triptasas, así como generación ulterior de autacoides lípidos y citoquinas
proinflamatorias. (21)

Sobre el sistema endócrino, las respuestas emocionales negativas alteran la regulación del eje
hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA), de forma que lo que define al estrés crónico es la
alteración en el ritmo circadiano de secreción de cortisol y un estado de hipo-respuesta
relativa del eje HHA, lo que a su vez puede llevar a la hiperproducción de citoquinas
proinflamatorias como IL-46 o IL-67. (21)
El estrés psicológico se asocia además con alteraciones del sistema inmune que están bien
reconocidas, tales como una disminución de la mitogénesis de células T y un incremento de
células T CD8 y células NK3, una alteración en la producción de las citoquinas IL-1β, IL-2,
IFNγ6, y TNF-α8 y un incremento en el riesgo de infecciones respiratorias,
fundamentalmente virales. (21)

Astjournals, en un estudio de 2 años de sujetos jóvenes con asma, ha encontrado un


historial de rechazos dirigidos (intencional rechazos de una persona por otra persona o por un
grupo de personas) que se asociaron con disminución de la expresión de ARNm para el
receptor de glucocorticoides y b2-adrenérgicos genes receptores en glóbulos blancos. (22)

Tal y como se menciona en archivos de bronconeumonía (2020), la relación entre el estrés


psicosocial y las manifestaciones del asma es un fenómeno complejo, induciendo el estrés
una plasticidad fenotípica que afecta al riesgo de asma y/o al funcionamiento pulmonar. Esta
perspectiva se puede extender hasta la adultez avanzada y la vejez, teniendo en cuenta que, en
el transcurso del ciclo vital, los aspectos relacionados con el estilo de vida, las redes de apoyo
y el afrontamiento irán ganando importancia asociados a la cronicidad del asma. En el adulto
asmático, la sintomatología viene determinada por la presencia de múltiples factores,
incluyendo los aspectos emocionales y la presencia de alteraciones afectivas como la
depresión. (23)
CONCLUSIÓN

El asma es sin duda una enfermedad compleja y multifacética y, como cualquier enfermedad,
su devenir se halla mediado no solo por factores de orden biológico, sino además por las
características de la persona que tiene la enfermedad, incluyendo la posibilidad de que
padezca un trastorno mental.

Aunque muy a menudo subestimados por los propios pacientes y por el personal sanitario que
los atiende, los factores psicosociales juegan un indudable papel en el asma bronquial como
elemento precipitante de ataques y en el empeoramiento del curso de la enfermedad, y muy
especialmente en muchos casos de asma refractario y de riesgo vital.

Por otra parte, en los últimos años existen más datos disponibles sobre los posibles
mecanismos psico-neuro-endócrino-inmunológicos que vincularía asma y factores
psicológicos, en gran parte aún desconocidos. Algunos factores psicosociales que contribuyen
a la morbimortalidad del asma son las enfermedades psiquiátricas asociadas, incluyendo los
trastornos depresivos y de ansiedad; las situaciones de alcoholismo y toxicomanías; los
niveles altos de negación, a menudo asociados con una baja percepción de la disnea, o el bajo
nivel socioeconómico y los factores de estrés psicosocial asociados.

Es necesario un enfoque distinto y separado de estos pacientes de riesgo, mediante estrategias


individuales y colectivas, que deben incluir una correcta coordinación entre paciente,
familiares y servicios sanitarios, así como entre los niveles de atención primaria y
especializada.

Los datos que presenta la investigación refuerzan la importancia de desarrollar programas de


intervención psicológica encaminados a facilitar la adaptación de la persona a la realidad de
la enfermedad, favoreciendo su calidad de vida. Asimismo, subraya la necesidad de realizar
una evaluación biopsicosocial, teniendo en cuenta las capacidades funcionales, los aspectos
psicológicos y el funcionamiento social de estos pacientes, que permitirá diseñar las
intervenciones que mejor se ajusten a cada paciente y sus necesidades.
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