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La literatura religiosa de
todas las épocas está repleta de «descripciones» de «visiones», en las que
sentimientos sublimes e inefables van acompañados
Variaciones por
de laalucinación
experiencia de
jaquecosa
luminosidad radiante (William James habla en lasen
de «fotismo» visiones de
este contexto).
Hildegard. En la Figura A el
Es imposible asegurar, en la inmensa mayoría de los casos, si la
fondo está formado por estrellas
experiencia constituye un éxtasis psicótico
queo histérico,
titilan los
sobreefectos de una
líneas
ondulantes
intoxicación o una manifestación jaquecosa concéntricas.
o epiléptica. HayEnuna
la sola
figura B una lluvia de estrellas
excepción, el caso de Hildegard de Bingen (1098-1180), una monja y
brillantes (fosfenos) se extingue
mística de una capacidad literaria edespués
intelectual
de caer:excepcional,
sucesión de que
escotomas
experimentó innumerables «visiones» desde positivos
la más y negativos.
temprana infancia
En las figuras C y D Hildegard
hasta el final de su vida, y que nos ha dejado imágenes y relatos
describe formas de fortificación
exquisitos de dichas visiones en los dos típicamente
códices suyos manuscritos
jaquecosas que que
han llegado hasta nosotros: Scivias y Liberirradian de unoperum
divinorum punto central
(«Libroy de las
que, en el original, están
obras divinas»).
brillantemente iluminadas y
coloreadas.
Y una gran estrella bella y esplendorosa como ninguna, y con ella una
multitud innumerable de estrellas fugaces que con ella seguían hacia el
sur... Y de pronto fueron todas aniquiladas, se convirtieron en carbones
negros... y fueron arrojadas al abismo de modo que no pude verlas más.
La luz que veo no está localizada, aunque sea más brillante que el sol, ni
puedo examinar su altura, longitud y anchura, y la llamo «la nube de la
luz viva». Y lo mismo que el sol, la luna y las estrellas se reflejan en el
agua, así los escritos, palabras, virtudes y obras de los hombres brillan en
ella ante mí...
A veces veo dentro de esta luz otra luz a la que llamo «la nube de la luz
viva en sí»... Y cuando la contemplo se borran de mi memoria todas las
tristezas y pesares, de tal modo que vuelvo a ser una simple doncella y no
una anciana.