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Literatura bíblica
Antiguo y Nuevo Testamento
(Resumen de: Argenzio, Ma. Del Socorro: Literatura Bíblica, Montevideo, Mosca,1974)
La Biblia es libro sagrado para el pueblo hebreo y los católicos, protestantes y ortodoxos,
por ser considerada por ellos literatura a la vez religiosa, inspirada y revelada. Religiosa es
toda aquella literatura de asunto religioso, en la que se habla de dios (o dioses) o con él (o
ellos). La inspirada es aquella por la cual, a través de la obra de un hombre, Dios habla al
hombre o se comunica con él. Pero cuando el texto además, transmite alguna enseñanza que
el autor no hubiera podido conocer por medios puramente humanos, se dice que es
revelado. La inspiración y la revelación suponen obviamente la inerrancia, es decir, la
imposibilidad para el escritor de errar o equivocarse en la trasmisión del mensaje.
Lenguas:
La Biblia fue escrita en hebreo, arameo y griego. El hebreo, de origen semita, fue
suplantada con el correr del tiempo por el arameo, pero se conservó como lengua sagrada, y
hoy en día es el idioma oficial del Estado de Israel. Es importante tener en cuenta las
características muy particulares de esta lengua. El núcleo de las palabras está en las
consonantes (no en la raíz), y la vocales solo modifican el significado . Argenzio pone el
siguiente ejemplo: MaLaK (idea de reinar); MeLeK (rey); MoLeK (reinante); MalKah
(reina). Al fijarse por escrito, solo se escribían las consonantes, la idea general se mantuvo
por la tradición oral. Los verbos son la base de la lengua, que además solo tiene dos
tiempos: el perfecto y el imperfecto. Las proposiciones son breves y simples. Las palabras
se repiten constantemente, y también las conjunciones. Hay muchas palabras
onomatopéyicas, lo que las hace muy descriptivas, pero a la vez obstáculo para la expresión
de ideas abstractas. Todo ello se reflejará en múltiples procedimientos literarios:
repeticiones, contrastes, comparaciones, metáforas, paralelismos). Es el idioma de
composición de la mayoría de los libros del Antiguo Testamento.
El arameo, fue una forma semita vulgar, que sirvió como lengua común a los pueblos
semitas. Era la lengua común en los tiempos de Jesús. Es la lengua de algunos fragmentos
del Antiguo Testamento y probablemente del Evangelio según San Mateo.
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El griego popular o coiné, fue el primer idioma “internacional” del Mediterráneo, a partir
de la extensión del helenismo. La mayor parte de los libros del Nuevo Testamento se
hicieron en esta lengua, pero varios del Antiguo nos llegaron solo en su versión griega..
Testamento o Alianza:
“Antiguo Testamento” significa “antigua alianza”, y fue hecha por Yahvé (Dios) con el
pueblo hebreo en la persona de Abraham y luego explicitada y ratificada por Moisés.
La “Nueva Alianza” fue hecha por Dios con toda la humanidad en la persona de Jesús.
Cada Testamento comprende los libros relacionados con una u otra alianza.
El Antiguo Testamento puede a su vez agruparse según dos “cánones” diferentes. Canon
viene del griego “kanon” (vara de medir), y significa “regla” o “norma” Fue cobrando otra
acepción, de la catálogo o listas, determinada lista de libros representa la norma, lo que se
debe aceptar como inspirado. El objetivo de establecer un canon sería preservar la pureza
de la religión, para no admitir incorporaciones espurias a los textos sagrados. En la ciudad
filistea de Jabné (Jamnia), se reunió en el siglo II un Concilio que entre otras cosas trató
sobre los textos a incluir en el Ketubiim. Sólo entonces se cierra el canon hebreo, cuando el
pueblo judío ya está destruido políticamente, y destruido el templo, cuando ya es inmensa
la diáspora hasta quedar en Palestina solo una tercera parte de la comunidad judía. Pero la
preservación no fue totalmente posible. La gran comunidad judía en territorio griego,
especialmente en Alejandría, hace necesaria la traducción al griego. La primera, se llamará
la Septuaginta o de los Setenta e incorpora otros libros. Así se separan los dos primeros
cánones: el hebreo (el de los hebreos de Palestina) y el alejandrino (hecho en Alejandría
supuestamente por setenta y dos sabios que en 72 días la habrían realizado
milagrosamente).
La obra del sínodo de Jamnia fue selectiva, y las sucesivas generaciones de escribas (sabios
copistas e intérpretes del libro sagrado), perfeccionaron su labor en la transmisión de los
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textos. Los continuaron los masoretas (siglos V y I d.c.), cotejando diversos manuscritos y
seleccionando los más fidedignos. Ellos fijaron por escrito las vocales, dividieron los textos
en versículos y los numeraron. La versión de los Setenta, por su parte, origen de varias
otras, nos dio el Antiguo Testamento en forma más cuidada y elegante; parece ser más
respetuosa de los textos primitivos, quizá por estar más cerca en el tiempo a ellos.
El Nuevo Testamento estaba ya fijado por escrito a fines del siglo I d.c., y en el siglo II
circulaban gran cantidad de copias fragmentarias. Está formado por cuatro evangelios, los
Hechos de los apóstoles, las Epístolas y el Apocalipsis. “Evangelio” significa “buena
nueva”, palabra de origen griego: “eu” (bueno o buena) y “aggelos” (mensaje). La
expresión ya aparecía en los poemas homéricos, como propina que se daba a los mensajeros
de buenas noticias. Luego se empezó a usar para designar el mensaje y no el mensajero, y
así aparece en Isaías, 61-1: “para dar buenas noticias me ha enviado...”. Los cuatro
evangelios, aunque con características propias, son versiones coincidentes y
complementarias de la prédica de Jesús y aspectos de su vida. (Hay más versiones del
Evangelio que han sido designadas como “apócrifas”, es decir, “no verdaderas”). Los
hechos de los apóstoles continúan la historia luego de la partida de Jesús, las últimas etapas
de vida en común de los apóstoles, las persecuciones, la conversión de Saulo –el San Pablo
de las epítolas-, la prédica, los primeros mártires. Las Epístolas son cartas doctrinales que
Pablo, Pedro, Juan, etc escribieron a distintas iglesias (de ecclesia, asamblea, en este caso
de cristianos) o a todos los fieles. El Apocalipsis (revelación) vaticina el fin de los tiempos
y sus previas catátrofes, el anticristo, y la victoria definitiva del Mesías triunfador.
BIBLIOGRAFÍA:
Argenzio, Maria: El evangelio según San Mateo y San Lucas. Montevideo, Mosca Hnos,
1964.
Bonnes, J.P: David y los salmos. Madrid, Cátedra, 1960.
Freire, Tabaré: Los evangelios. Montevideo, Ediciones del Partenón, 1976.
Mattuck, Israel: El pensamiento de los profetas. México, FCE,1962
Vilariño, Idea: Literatura bíblica. Montevideo, Mosca Hnos. 1974.
......................: Literatura bíblica. Antiguo Testamento. Montevideo, Manuales de Literatura
N°22, Técnica, 1987.