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EL PADRE RAFAEL GARCÍA HERREROS Y LA LECTURA DE
LA BIBLIA
P. Diego Jaramillo Cuartas, CJM
Presidente Organización Minuto de Dios
Introducción
El padre Rafael García Herreros fue
un incansable lector de la Biblia. Los
textos de sus homilías y escritos eran
profundamente bíblicos. Dadas sus
dificultades visuales, solía usar una
edición de Valera, impresa en letra
grande y papel de buen gramaje, que
iba subrayando de colores, según el
lápiz que tuviera a la mano. Eran tan-
tos los subrayados que las páginas
parecían un paisaje multicromado.
En las páginas bíblicas, el padre Ra-
fael encontraba permanente inspira-
ción. Consideraba que el mejor plan
de predicación pastoral lo había reali-
zado san Pablo al decir: “desde Jeru-
salén hasta el mar Ilírico, todo lo ten-
go lleno del Evangelio de Jesucristo”
(Rom 15, 19).
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cia-herreros/
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Un prólogo de amor por la
Palabra de Dios
Una compañía distribuidora de li-
bros, radicada en Cali, pidió al padre
Rafael escribir el prólogo de una edi-
ción de la traducción de la Sagrada
Escritura, realizada por Torres Amat,
que luego difundió precedida por un
cuadernillo de fotografías del padre
Rafael, durante la celebración euca-
rística. Ese prólogo garcíaherreriano
dice así:
“Hombre que por un motivo provi-
dencial estás hojeando esta bellísima
edición de la Biblia que, aunque es-
crita hace algunos años, está actuali-
zada por sabios exegetas modernos,
debes saber que estás hojeando un
libro divino, compuesto de 72 libros
escritos inicialmente en hebreo y en
griego.
Este libro singular ha tenido miles de
ediciones en todos los idiomas. Toda-
vía se está traduciendo a los idiomas
indígenas.
En este libro encontrarás las res-
puestas a todas tus preguntas. En él
sentirás el extraño y adorable deseo
de Dios y de comunión contigo. Este
libro que tomas en la mano tiene un
estilo misterioso, que no corresponde
a las palabras textuales, sino que lle-
va a otro contexto. Un contexto divino
e inesperado, necesario para el hom-
bre en el mundo.

En este libro se encuentra el origen
de la esperanza, el origen del dolor, el
origen de la muerte. Este libro te tras-
lada a la edad de la esperanza en la
misericordia de Dios, que fue la marca
del Pueblo de Israel a través del de-
sierto. Este libro te mostrará que Dios,
en su infinita bondad, quiso entablar
una alianza con nosotros. Este libro te
enseñará cuál debe ser tu conducta,
a través del Deuteronomio. Allí apren-
derás los diez mandamientos perpe-
tuos.
Este libro divino te mostrará, con
Job, lo que debe ser la paciencia del
hombre ante el sufrimiento. Te ense-
ñará a orar de un modo excepcional,
con las palabras de los Salmos; te en-
señará la sabiduría de la vida, en los
Proverbios y en el Eclesiastés.
Este libro divino te enseñará el amor
de Dios, con el símbolo de un amor
exquisito, a través del Cantar de los
Cantares. El libro te dirá lo más su-
blime que puede hablar un hombre
acerca de Dios, con Isaías. Te conso-
lará de tus tristezas, con las Lamenta-
ciones de Jeremías.
Oirás las palabras adorables de
purificación en Ezequiel; y después,
aparecerá la adorabilísima figura de
Jesucristo, en su eterno Ser de Verbo
de Dios, como lo explica Juan. Verás
la vida divina de Jesús en él, su santi-
dad, sus milagros, sus enseñanzas. En
este libro divino serás testigo extático
y privilegiado de la muerte de Cristo
en el Calvario.
Este libro te enseñará cómo fueron
los primeros pasos de la comunidad
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cristiana, en el libro de los Hechos. En
este libro, que tienes en tus manos
por providencia divina, se te ofrece
la orientación que Pablo nos da para
la perfección interior del seguimiento
de Cristo, para la santidad de vida.
Vas a leer un libro divino. Antes de
leerlo, bésalo. Antes de leerlo, vené-
ralo, porque es Palabra de Dios. Él va
a cambiar tu vida. Este libro te va a
hacer dedicado en tu conducta ante
Dios, caritativo, fraternal, lleno de op-
timismo y de esperanza.
Léelo diariamente, en silencio y
en adoración. Nada es comparable
a este libro. Cada palabra tendrá un
mensaje especial para ti. Si lo lees y
lo cumples, te salvarás y llevarás una
vida extraordinaria de santidad.
Nada comparable al libro que tienes
en tus manos. Leerlo es una gracia
de Dios. Gustarlo es un gran adelanto
espiritual. No conocerlo es una gran
carencia religiosa.”
Una campaña bíblica para leer
la Biblia
En 1966, el padre García Herreros
emprendió una campaña para que, en
todos los hogares, cristianos o judíos,
se leyera el texto sagrado y dio con-
sejos prácticos para que se pudiera
realizar su propuesta. En EL TIEMPO
del 27 de abril de 1966, escribe una
columna con el título “La Biblia en el
Hogar”:
“En una revista americana de gran
circulación, se describía en semanas
pasadas, con caracteres dramáticos,
el problema del ateísmo moderno…

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Les insinúo que en cada manzana,
en cada calle de todo pueblo debe
haber un hogar, cristiano o judío, no
importa, que encabece la lectura
de la santa Biblia, del santo Evange-
lio, la revisión de la vida de acuerdo
con esta enseñanza eterna. Comen-
zar esta campaña en Colombia sería
un aporte positivo al futuro Congreso
Eucarístico. Ofrecerle a Cristo una re-
pública donde en todos los pueblos
se multipliquen las células en donde
se lee la divina Palabra y se revisa la
vida de acuerdo con ella…
De todos modos, te estoy hablando
a ti solo que lees, a ti que eres un cris-
tiano en plena madurez. Tú puedes
conseguir una Biblia o un Nuevo Tes-
tamento, e invitar a tus dos vecinos
cercanos, y amigos, para leerla cada
ocho días y revisar la vida de acuerdo
con ella. Tu vida no puede pasar ocio-
samente, tu casa no puede ser solo
la sala donde se reúnen los amigos a
bailar o a decir tonterías o a murmurar
durante largas horas. Tu sala debe dar
campo a lo divino y debe ser el prin-
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cipio de la transformación de tu man-
zana.
¿Cómo te parece esta idea? Cuando
con tus compañeros tengas una difi-
cultad en la lectura de la Biblia, bus-
carás a una persona o a un sacerdote
que te la interprete, y si no te es fácil,
sigue adelante, que el Espíritu Santo
te iluminará.”
Una meditación del padre Rafael so-
bre la Biblia, publicada en El Tiempo,
el 16 de mayo de 1966, decía:
“El conocimiento profundo de la Sa-
grada Escritura nos es absolutamen-
te indispensable. Si no conocemos la
Palabra que Dios nos ha dirigido para
nuestra salvación, su plan divino y su
amor a la humanidad, necesariamen-
te tendremos que ser unos cristianos
mediocres y superficiales.
El fundamento del cristiano es co-
nocer y amar a Cristo. Y este cono-
cimiento sólo puede adquirirse me-
diante la lectura de la Biblia. La Divina
Palabra es la Palabra de Dios y tiene
en sí misma una gran eficacia, capaz
de cambiar nuestra vida.
Estamos tratando de organizar reu-
niones en todas las cuadras, en todas
las manzanas de los pueblos donde
se oye la televisión y se ve este pro-
grama. Esta reunión podrá ser inte-
grada por tres o cuatro familias ami-
gas o vecinas. La única finalidad de
estas reuniones será el estudio de la
Biblia.
Se empezará la reunión por una ora-
ción, que se haga espontánea y con
toda libertad. Luego vendrá la lectu-

ra bíblica, seguida de un comentario
o diálogo sobre lo leído, procurando
que todos tomen parte y apliquen las
palabras a hechos concretos de la
vida.
Luego, con los primeros cristianos,
ustedes pueden cantar un canto o
recitar un salmo. Vendrá después un
breve tiempo de oración en silencio,
para terminar con el padrenuestro.
Para los católicos, la lectura de la Bi-
blia será magníficamente completada
con la comunión de los domingos.
Qué maravilloso sería que el ho-
gar de ustedes, que hasta ahora no
ha oído quizá ninguna conversación
seria, que hasta ahora no ha servido
para difundir el Reino de Dios, se con-
virtiera periódicamente en un Sagra-
rio donde se lea la Divina Palabra y se
difunda.
A los que quieran escribirme, pro-
grama Minuto de Dios, Televisora
Nacional, se les enviará un esquema
para las dos primeras reuniones.
Los invito a no desoír la voz de Dios
que los llama a la renovación, que los
invita a ser luz. Los estoy convidando
a algo tan maravilloso, a hacer una
revolución tan pacífica, tan efectiva y
honda, que apenas sí podemos sos-
pechar hasta dónde pudiera llegar. La
revolución espiritual que Jesús nos
trajo en su Evangelio y que Dios nos
preparó con el Antiguo Testamento.”
Otras meditaciones del padre Ra-
fael sobre la Biblia se encuentran en
sus escritos, como la que se transcri-
be enseguida:
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“Los quiero invitar a leer diariamente
el Evangelio de Cristo. A dedicar dos o
tres minutos después de la comida, a
tomar el mejor alimento espiritual, la
mejor sobremesa, el mejor licor, que
es la Palabra de Dios. El padre de fa-
milia, la madre o un hijo deben enca-
bezar esa lectura espiritual. En el An-
tiguo Testamento, leer especialmente
el Génesis, el Deuteronomio y a Isaías;
y en el Nuevo Testamento, leer los
Evangelios, empezando por san Ma-
teo.
Debemos enriquecer nuestra casa,
nuestro hogar, enriquecer nuestros
hijos. Compensar con esa lectura divi-
na todas las lecturas intrascendentes
y banales que hacemos. Contrarrestar
con la Palabra de Dios toda la false-
dad y la frivolidad que nos rodea.
Los padres de familia deben luchar
en favor de la profundidad y de la se-
riedad de la vida de sus hijos. Ellos
son los que deben salvar a sus hijos
del ataque frontal que les hace el
mundo moderno, que amenaza todos
los valores, la verdad, la santidad, la
grandeza de alma.
El mundo moderno no da tiempo
para pensar, no da tiempo para orar,
es atropellado, bullicioso y vacío. La
lectura diaria de la santa Biblia nos
hace entrar en contacto con lo espiri-
tual, con lo trascendental. Sobre todo,
el Evangelio nos abre la conciencia a
Jesucristo. Nos hace comprender la
belleza de la redención, del perdón,
de la esperanza y del amor verdadero.
Hay un libro que no podemos morir
sin haberlo leído: es el Evangelio de

Cristo.”
A sus lectores propuso la transfor-
mación de Colombia a partir de la lec-
tura de la Biblia, la celebración de la
Eucaristía y el trabajo:
“Lo estoy invitando a leer la divina
Biblia en el hogar, en compañía de al-
gunos amigos, como una contrarrépli-
ca al avance amenazador del ateísmo
moderno. En los primeros tiempos,
los cristianos y también los judíos se
reunían en pequeños grupos a leer la
Palabra sagrada. De ahí tomaron fuer-
za para mantenerse fieles a Dios.
Yo quisiera que mi insinuación tu-
viera eco en unos cuantos hogares
de Colombia y Venezuela. Les voy a
enviar una breve circular del modo
como se debería efectuar la reunión.
Ustedes le introducirían los cambios
que les pareciera. Primero, quizá una
plegaria. Después, la divina lectura y,
en tercer lugar, una aplicación prácti-
ca para nuestra propia vida…
Qué maravilloso fuera que empezá-
ramos a leer la divina Palabra, que tie-
ne fuerza en sí misma para transfor-
mar nuestra vida. Se trata, como ya les
he dicho, de una reunión semanal o
quincenal entre amigos, vecinos, cuya
finalidad sea la lectura de la Biblia y
revisión de la vida de acuerdo con esa
lectura. Su hogar, que probablemen-
te ha sido testigo de disgustos, de in-
comprensiones, de murmuraciones,
debe de ahora en adelante santificar-
se y hacerse fecundo, convirtiéndose
durante una hora, cada ocho o quince
días, en un pequeño templo presidido
por el Espíritu Santo.
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Todos los cristianos hemos recibido
esta misión de extender el Reino de
Dios. Quizá deberíamos decir “todos
los hombres”, aunque pertenezcamos
a distintas religiones: Todos estamos
obligados, antes de morir, a cumplir
este compromiso. Debemos anunciar
la Palabra de Dios. Esta misión no es
privativa de los sacerdotes, es obliga-
toria para todos los cristianos. A todos,
en cierto sentido, se nos ha dicho: “Va-
yan y anuncien el nombre del Señor”.
Ustedes van, en primer lugar, a con-
seguir una Biblia y empezarán leyendo,
si les parece, la primera epístola de san
Juan. Está al fin de la Biblia. Es muy fá-
cil y sólo nos habla del amor. Los que
me escriban pidiendo el esquema de la
reunión que proyectamos recibirán se-
manalmente una breve pauta que les
sirva de guía en su reunión.
Con tres cosas pudiéramos transfor-
mar a Colombia: con la lectura de la
Divina Palabra, con el divino sacrificio y
con el trabajo. El ideal sería una Hostia
comida todos los domingos, la lectu-
ra de la Biblia en familia cada semana
o cada quince días y todos los días un
intenso trabajo. Todo esto converge a
una sola cosa: el amor”
Conclusión
Para facilitar la lectura bíblica, en
1990, el padre Rafael hizo construir, cer-
ca de su casa, una capilla, a la que lla-
mó “Casa de la Palabra”, en la que dos
años después se le dio sepultura. Allí ya
no lee la Biblia porque está hablando
eternamente con el Verbo de Dios en el
cielo.