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Nuestras armas son poderosas

(Parte 2)

Fuimos diseñados para caminar en victoria. Contamos con la ayuda del Espíritu Santo para poder
discernir las operaciones de las tinieblas y los ataques del mal, él nos prepara y equipa para que
podamos establecer una vida de obediencia, de orden y de victoria, haciendo las correcciones
necesarias en nuestro carácter y conducta para disfrutar una vida llena de bendiciones. Dios ya nos
ha otorgado armas espirituales para hacer frente a cualquier asechanza del enemigo.

«Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, […]» (2°
Corintios 10:4, RVR1960).

Las fortalezas son patrones de pensamientos establecidos y arraigados en nuestra mente que
necesitan ser removidos. Para destruir estas fortalezas contamos con el poder que contiene La
Palabra de Dios, que en nuestras manos es una herramienta espiritual capaz de:

1. Desarraigar pensamientos pecaminosos (identificarlos).


2. Quebrar con malos hábitos (tener la capacidad de hacer cambios).

«[…] derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda
desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta» (2° Corintios 10:5-6, RVR1960).

Debemos que estar alertas y no permitir que se establezcan en nuestra mente pensamientos
contrarios a lo que Dios nos enseña y si identificamos pensamientos de duda, temor, fracaso e
incredulidad debemos llevarlos a la obediencia de Cristo. Esto significa llevar cautivos los
pensamientos equivocados y reemplazarlos con la verdad. No dejar puntos débiles sin resolver,
porque si no reemplazamos lo que hay que reemplazar eso se tornará una puerta abierta y un punto
de influencia por parte del enemigo. Oír y confesar con nuestra boca la Palabra de Dios es la
clave para desarrollar una vida victoriosa y de bendición.

Volvamos al principio, si Adán y Eva hubieran obedecido los resultados serían otros, sin embargo,
hicieron todo lo contrario y cuando hacemos algo contrario a los que Dios dice y desobedecemos
estamos manifestando altivez y soberbia porque creemos saber más que Dios. Pero cuando
obedecemos a lo que Dios dice en Su Palabra, tendremos los resultados de Cristo, porque
poseemos armas espirituales que fueron provistas para vencer las influencias del enemigo y para
derribar cualquier pensamiento que el diablo quiera establecer en nuestra vida como una verdad.

Cuando estamos alineados a Dios y hacemos las correcciones necesarias, no solo tendremos como
resultado una vida de éxito y de victoria, sino que también estaremos construyendo fortalezas
saludables en nuestra mente y nuestro corazón, y dejaremos una herencia de bendición para
nuestras generaciones.

Cuando Cristo obedeció y venció nos dejó como herencia una naturaleza divina de victoria

La única manera de desarraigar las mentiras del enemigo es estableciendo la verdad de la Palabra
de Dios en nuestra vida. La Palabra trae luz sobre nuestros actos, es sabiduría y discernimiento:

«Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos;
Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su
cuerpo» (Proverbios 4:20-27, RVR1960).

La Palabra es vida, es buena salud mental, física y espiritual. Y cuando está implantada en nuestra
mente y en nuestro corazón, nos ayuda a discernir entre la verdad y la mentira para no ser
engañados ni influenciados nunca más. Seremos como Cristo triunfando y venciendo sobre
cualquier tipo de tentación. ¡En nuestras manos hay depositadas armas poderosas para una vida
victoriosa!

Oración en acuerdo:

Padre, desarrollaré una mente renovada para ser obediente y fiel a tus indicaciones, saldré
victorioso de toda tentación. En tu nombre, amén.

Nota: enseñanza tomada del día 12 de mayo 2022, Apóstol Juan Crudo.

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