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Un título de no más de ocho palabras

En trabajos posteriores se les pedirá una bajada: un resumen de

dos o tres líneas con los motivos más importantes de su historia.

[Cristóbal Miranda Pérez]

[Carla A. Joniaux]

[13 de abril de 2023]


Puedo afirmar con toda seguridad que la lucha libre ha marcado

gran parte de mí vida. Con tan solo 6 años, recuerdo las tardes de

sábado mirando el espectáculo con asombro. Las historias de héroes

contra villanos, los combates llenos de acrobacias y movimientos

riesgosos mostrados en pantalla calaron tan profundo en mi mente,

que no hubo duda de que real.

A los 10 años, recuerdo estar en la playa con mis primos

mayores. Me preguntaron si todavía seguía viendo la lucha libre.

Ellos en la conversación dejaron entrever que el programa era

falso, que todo era un espectáculo actuado y que nada de lo

ocurrido en la pantalla trascendía a la realidad.

En mi mente, lo mencionado por mis primos era imposible y que

era algo que hacían por molestarme, pero con el pasar de las

semanas la duda solo había incrementado. El programa de televisión

que antes observaba con asombro e ilusión, pasó a ser una mirada

buscando algún indicio de que sí era real.

El momento en el que no tuve duda alguna de que mis primos

decían la verdad fue ese mismo año 2008. Cuando en su casa, me

enseñaron fragmentos de un documental. En este, se mostraban cómo

se planificaba el espectáculo y las gesticulaciones para darle una

veracidad a los movimientos ejecutados.

Con esa prueba, ya no quedaban dudas./: mi creencia de que la

lucha libre era verdadera se había derrumbado. Nunca pude volver a

ver ese programa de la misma manera. Incluso, dejé de verlo

durante un par de años.


Con el tiempo, volví a ver la lucha libre desde otra

perspectiva. El interés ya no era ver gente peleando, sino más

bien, apreciar el cómo estos interpretes entrenaban y exponían su

salud para contar una historia, ya que me parecía algo admirable.

Además, al saber que todo era orquestado, yo identificaba ya

cuando había una equivocación se hacía más notoria y se quebraba

esta predisposición a creer que todo es real.

Con el pasar de los años, seguí disfrutando de la lucha

libre, pero de igual, nunca volvió a sentirse de la misma forma.

El saber que era actuado hizo que entendiera de una forma distinta

este deporte y espectáculo.

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