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Cultura

El pensamiento filosófico en el Nuevo Mundo fue trasladado desde Europa por los

clérigos doctos o maestros de filosofía que instauraron en sus cátedras el pensamiento


escolástico, sentando el fundamento de la filosofía en la América hispana.

No poco tardaron en llegar las nuevas corrientes del pensamiento romanticista que

inspiraron los ideales libertarios y posteriormente la corriente que más influjo tuvo

en la formación de las nuevas naciones: el positivismo. Pero la corriente filosófica

considerada como base de una filosofía latinoamericana fue la del espiritualismo

filosófico de la segunda generación de pensadores latinoamericanos. Para ellos el

problema de la cultura, íntimamente ligado al de la identidad latinoamericana tuvo

una gran importancia.

El cuestionamiento de la cultura se situaba fuera del ámbito del interés del racionalismo
cientificista. Pero para las nuevas generaciones que reclamaban la autonomía

del pensamiento filosófico frente a las ciencias, la cultura cobra importancia por

el interés en situar la filosofía en la realidad americana, para lo cual era necesario

distinguir, por así decir, lo sajón de lo latino (Zea, 1976) y emprender el camino de

identidad latinoamericana.

Este trabajo intenta describir algunos puntos esenciales de la filosofía de los, así

llamados, fundadores de la filosofía latinoamericana, tales como Alejandro Korn,

Carlos Vaz Ferreira, Alejandro Deústua, Enrique Molina y Antonio Caso, entre otros,

y señalar las principales ideas con respecto al problema de la cultura: su concepto, su

alcance y sus importancia para la identidad latinoamericana.

Con respecto al marco teórico, este breve estudio nace de mi interés por el problema

de la cultura latinoamericana.
Como es sabido, el término “fundadores de la filosofía latinoamericana” pertenece

también a Francisco Romero que señala tres grandes etapas o momentos en el pensamiento
filosófico en Iberoamérica. Una primera etapa de carácter escolar, donde se

trasplanta sin más la filosofía europea al continente americano, según el auge europeo,

y donde tienen una relevancia singular las corrientes de la Ilustración cuyas ideas

impulsarán los procesos emancipadores, y el positivismo donde buscaron asentar

sus bases conceptuales las nuevas repúblicas que resultaban de las colonias. La cultura filosófica
es la rama de la filosofía que estudia cómo afecta o beneficia la cultura al individuo, las
condiciones generales para que se dé una determinada transmisión cultural y el marco teórico
que permite el trabajo con la cultura como concepto. La cultura como idea tiene poco más de dos
mil años, en tanto que problema

filosófico es aún reciente porque la apertura a su reflexión se da con los neokantianos.

David Sobrevilla en su texto Idea e Historia de la Filosofía de la Cultura, en Europa e

Iberoamérica explica de forma breve los sentidos de la cultura. En sentido directo la

palabra cultura significa cultivo o cuidado, en tanto que en sentido figurado es más amplio

por tener sentido: objetivo, subjetivo, histórico, antropológico, descriptivo y normativo.

Asimismo existen las nociones de la cultura denominadas como cultas, oficiales o

académicas, de elites o de masas (superior o refinada, mediocre y brutal) subculturas,

contracultura. No desarrollaré dichos sentidos en este texto salvo que sea en estricto

necesario para el posterior planteamiento del problema de investigación.

Sobrevilla hace una breve exposición y afirma que la cultura en tanto que palabra

que designa formación o educación fue empleado por Cicerón; el sentido dado a la palabra

por el romano se pierde en la edad media sustituida por moderatio o perfectio. Y es hasta el

siglo XVI que la palabra recupera su sentido original de la mano de Juan Luis Vives quien
emplea la expresión “cultura animi”

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