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El problema planteado por la autora Leticia Vita en el texto, inicia con la

interrogante quién debe ser el guardián de la Constitución y los mecanismos de


defensa como parte de la teoría constitucional, haciendo alusión al desarrollo
doctrinal de Kelsen y Schimitt (defensor del Reich) como críticos de su propio
pensamiento. Analiza el conflicto histórico del Reich alemán como parte de los
antecedentes de actos de inconstitucionalidad por la destacada calidad de
argumentos vertidos en esa época, pero el análisis más interesante del sustento
crítico y legal de la posición estatal (Schmitt) y del Tribunal Constitucional
(Kelsen).
El desarrollo del texto en comento, lo divide la autora para su análisis en los
antecedentes político electorales de Weimar; la creciente aceptación del partido
nazi y la disminución de la coalición de Weimar (Partido Socialdemócrata, Zentrum
y los liberales del Partido Democrático). Relata también la decadencia del Estado
Federado de Prusia y como tal, el acrecentamiento de los seguidores del partido
comunista y como consecuencia la victimización de la clase trabajadora respecto a
hechos violentos que desencadenaron la intervención de Prusia y la caída de los
gobernantes socialdemócrata y el establecimiento del Reich y sus representantes.
Además, se dio apertura a la legalización de la intervención militar en casos de
peligro a la seguridad y el orden público con la Constitución de Weimar, situación
que fue duramente criticada por no luchar contra el partido comunista.
El decreto del Reich desató un conflicto político-legal en tres demandas: la de los
representantes del Parlamento local (pertenecientes al partido socialdemócrata
alemán y el Zentrum (partido católico alemán); la del jefe de Gobierno de Prusia
(Otto Braun) en conjunto de los ministros depuestos por el decreto y; los estados
federados de Baviera y Baden. El conflicto político-legal, también desencadenó
una brillante defensa teórica, argumentativa e interpretativa para cada una de las
partes en conflicto por el grupo de juristas destacados.
El debate de Prusia y el Reich en su acepción procesal, dio inicio con una medida
cautelar que buscaba limitar o suspender las acciones del comisario designado
para Prusia, quedando desestimada la medida por el argumento que se requería
un mayor debate de la motivación y fundamentación del decreto y la falta de
peligro en la demora. Las pretensiones de Prusia referían al cuestionamiento de
las condiciones objetivas de la aplicación del decreto; y en consecuencia, la
designación del comisario del Reich en Prusia y que las acciones del Canciller del
Reich no eran compatibles con la Constitución del Reich; otra pretensión era que
el tribunal reconociera que el no cumplimiento de las obligaciones de Prusia, no
eran justificación para la intervención y en consecuencia, no estaba justificada ni
comprobada; una última pretensión era la acusación al Gobierno de Papen de
usar el decreto como medio de impulsar intrigas políticas de los nazis y quitar al
gobierno Socialdemócrata de Prusia. De estas pretensiones, el Reich se defendió
argumentando que se había cumplido con los requisitos del decreto, y cuestionó la
legitimidad activa de Prusia para intervenir en el proceso, ya que no eran los
implicados en el proceso; además de que la guerra civil otorgaba legitimidad para
intervenir; y, sobre todo, la imparcialidad de Prusia al ser cómplice frente a los
disturbios al estar en favor del partido comunista y en contra de los
nacionalsocialistas.
Respecto de la sentencia del Tribunal Estatal i, resolvió la constitucionalidad del
decreto (que era compatible con la Constitución del Reich) y de la sustitución de
los representantes prusianos (el poder no se hace extensivo para la privación de la
representación del estado federado de Prusia por parte del Consejo de ministros y
sus miembros, el Consejo Estatal u otros Estados). Para resolver las pretensiones
de los actores, el tribunal las dividió en: Las referidas a la constitucionalidad del
decreto y su ejecución; las que solicitaban un pronunciamiento de la medida
cautelar y; la decisión sobre el cumplimiento de deberes de Prusia ante el Reich.
De estas tres, la segunda descartó pronunciarse y respecto de la tercera la
desestimaron por falta de pruebas. El tribunal sentenció que las acusaciones
contra Prusia eran infundadas e insuficientes para que se configuren la
intervención. Así, se concentró en el análisis de la constitucionalidad del decreto,
en un sentido restringido, la destitución de los ministros era temporal y en un
sentido amplio era definitivo. El decreto era constitucional, porque la situación de
alteración del orden y la seguridad pública, también lo eran. Respecto al exceso
del poder de intervención, resolvió que no se había probado una desviación y un
exceso. Por otro lado, la sentencia también se refirió a la sustitución de los
representantes de Prusia en el Reischsrat, sentando un límite al Reich, que ese
órgano era la institución federal por excelencia de la Constitución y que todos los
estados deberían ser oídos. La sentencia al mismo tiempo que le dio la razón a
Prusia (sustitución de los representantes) también le dio la razón al Reich (tomar
medidas para restituir el orden en Prusia). La sentencia no modificó la situación
política de Prusia ya que Papen permaneció como comisionado del Reich y el
Partido Socialdemócrata perdió influencia en la región.
El texto hace referencia también de la posición de Heller como opositor de la
intervención del Reich, evidenciando las negociaciones de Papen con el partido
nazi. Escribió un artículo donde cuestionaba políticamente la procedencia del
Reich constitucionalmente, a lo que hoy se conoce como examen de
proporcionalidad. Con ese artículo, demostraba que no había condiciones de
hecho y de derecho para la aplicación del decreto y representaba un abuso en las
formas inconstitucional. Cuestionó que jurídicamente le daba libertad ilimitada de
acción al ejecutivo. Estableció los requisitos previos que habilitaban una
intervención federal y el alcance de las medidas tomadas por quien realizaría la
intervención. Concluyó que el Reich había incurrido en un exceso por tomar
medidas desmesuradas (examen de proporcionalidad) para verificar la
constitucionalidad de la medida tomada por el Reich. Analizó el método de
idoneidad de la intervención en Prusia para el fin deseado, la paz y el orden social,
concluyendo que no cumplían con los límites de la Constitución al no ser
necesarias, que alteraron la organización de la Constitución y los derechos
fundamentales para ser suspendidos. También refirió que el Reich tenía un medio
alternativo para obtener el fin propuesto, pero a menor costo en restricción de
derechos como concretar una audiencia previa a Prusia para debatir el supuesto
incumplimiento de deberes o la aparente alteración del orden público. Así concluyó
que la medida del Reich era un abuso de formas y factible de ser comprobado por
el Tribunal Estatal. Al realizar un examen de proporcionalidad, cuestionando el
peso concreto del fin buscado en la medida en relación con la medida tomada y la
restricción de derechos. Comparó los disturbios en Prusia que, en otros estados
federados y la negación de Prusia o la imposibilidad de proteger el orden en su
jurisdicción, por lo que nunca se probó esa doble circunstancia y que otros
estados federados quizá estaban por encima del desorden y del caos y no fueron
intervenidos. Durante el proceso, estableció que el fin que el Reich tuvo para
intervenir, fue político. Una negociación entre Papen y los nazis, no un acto del
presidente del Reich en defensa de la República (posición de Schmitt). Heller puso
en duda la conducta de los jueces de Weimar porque estaban ligados al viejo
orden imperial y a la monarquía y resultaron ser poco adeptos a la República. De
ello, puso su fe en el control jurisdiccional de las leyes. Para él el guardián de la
constitución debió ser el Tribunal Estatal.
Respecto a Carl Schmitt, partidario de la dictadura presidencial, al publicar su obra
Legalidad y Legitimidad, impactó grandemente en el proceso ante el Tribunal
Estatal, ya que fue mencionada muchas veces y sus ideas se discutían en el
Tribunal más importante de la República de Weimar. Cuestionó la legitimación
activa de las facciones del Partido Socialdemócrata Alemán y del Zentrum, como
la presencia de un gobierno depuesto (Prusia) como principal demandante.
Refería que el conflicto era político, no jurídico. Fundó la constitucionalidad de la
intervención en Prusia, porque no podía alegar su autonomía. Para Schmitt el
guardián de la Constitución de Weimar era el presidente del Reich y no un tribunal,
porque el conflicto era más político que jurídico y, en consecuencia, las cuestiones
políticas no pueden ser resueltas por un juez. Schmitt al descartar al Tribunal
como guardián de la Constitución, estableció que ningún partido o facción podría
determinar la legalidad o ilegalidad de otro, solo una fuerza neutral (presidente del
Reich) podría hacer tal distinción y eso lo convertía en un actor clave de la
defensa constitucional.
La aportación de Hans Kelsen sobre la sentencia, se versó sobre dos principios
constitucionales que el decreto violaría: el federal y el democrático. Consideró que
esos principios constitucionales, el decreto los destruyó. Su posición se refería a
una transferencia de competencias de provocaba que Prusia ya no era un estado
federado en el marco de un Estado federal, sino una provincia, dependiente
totalmente del poder central, rompiendo el ámbito del poder ejecutivo como del
legislativo y el equilibrio de los poderes en consecuencia. La intervención del
Reich menoscabó la autodeterminación de los estados federados. Cuestionó la
legitimidad directa del presidente. Concluyó que la sentencia del tribunal era
inconstitucional por referirse a los fundamentos y no al fallo al ser divisible el
decreto y en consecuencia la sentencia. Estableció que era una ficción del
Tribunal de mantener un gobierno de Prusia, pero sin sus funciones esenciales, al
no sostenerse en el derecho positivo, ya que, al quitarle su función de
representación a Prusia, era como quitarle su propia esencia. Refirió que la
sentencia no podía ser ejecutada. También comentó que la propia Constitución de
Weimar tenía una mala técnica legislativa que habría hecho posible la ejecución
que toda sentencia quedara a cargo del presidente del Reich. La propia
Constitución no refería un Tribunal Constitucional (quien es hoy quien protege la
constitución) y esa fue su propia condena.
i
Creado por la Constitución en 1919, facultado para dirimir conflictos entre el gobierno federal y algún estado federado o
bien, entre distintos estados federados. Ligado por el Tribunal Supremo del Reich y a los Tribunales Supremos
Administrativos. Mismo que carecía de parcialidad. Este tribunal no resolvía la constitucionalidad de leyes.

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