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POR QUÉ NO DEBERÍAN USARSE CHROMEBOOKS

EN LOS COLEGIOS
CARLOTA ORENSE SÁNCHEZ, BEX
Inevitablemente, el mundo sigue evolucionando más allá de las encinas que abrazan nuestro colegio. Y
este, tarde o temprano, debe mantenerse al día con las nuevas invenciones tecnológicas que surgen por
cada efímero parpadeo que se da. Porque si no es así, ¿dónde quedan esos estándares marcados por la
educación elitista de hoy en día? Las pantallas reemplazan a los libros, spotify a los instrumentos, y la
diversión que se encuentra al golpear un balón queda simplificada a un simple movimiento de dedo con
un mando ligado a una consola metálica. Ineludiblemente, antes corriendo que andando, esto debía de
empezar a ser aplicado también a la pedagogía y enseñanza.
Por supuesto, aquellos que hacen las normas no acostumbran a ser quienes las padecen. Es importante
mantener en mente que las profesoras también experimentan en su propia piel este cambio, pero, al fin y
al cabo, no pasan el mismo tiempo expuestas a este que las experimentadas colegialas. Analicemos el
caso. Los maestros harán uso del ordenador para poner notas, organizar, a lo mejor redactar apuntes y
hacer otras tareas propias de su oficio. Sin embargo, seguirán corrigiendo a papel, explicando a pura voz
y escribiendo con bolígrafo rojo (siendo estas sus principales tareas). Por otro lado, la obligación primaria
del estudiante es, como su nombre indica, estudiar. Si no cuenta con libros, pero sí con un dispositivo,
tendrá que hacerlo utilizando el recurso tecnológico. Quedando así expuesto a decenas y decenas de horas
a la semana frente a una pantalla alimentada por medio de energía y artificialidad. Llevando,
consecutivamente, a dolores de cabeza y problemas de visión que dificultan notablemente su correcto
aprendizaje y desenvolvimiento como individuo joven sano.
De hecho, la psicóloga Sheri Madigan manifiesta con claridad cómo el exceso de tecnología afecta al
sistema nervioso periférico, ubicado en el cerebro. El estudio que llevó a cabo demostró que los que
abusan de pantallas tardan más en retener información y realizar cometidos como decir una frase de
cuatro palabras o meter cuentas en una cuerda.
Sin duda alguna, una de las ventajas de lo escrito en papel, en piedra o en madera es que perdurará por
extensos períodos de tiempo. Además de que no es necesario ni batería ni conexión a Internet. Según el
funcionamiento de los Chroomebooks, sin wifi no hay aprendizaje. Es decir, un icono en la esquina de la
pantalla es el encargado de decidir si puedes estudiar o no. En innumerables ocasiones uno no cuenta con
señal o una red a la que acceder, y, sucesivamente, no puede cumplir con sus obligaciones como escolar a
causa de dicho requisito. ¿Acaso es algo justo, inclusivo o considerado?
Dicho esto, ¿realmente merece la pena dar un paso al frente si se retroceden cuatro más en cuanto a salud
y efectividad? En muchas ocasiones, ser antiguo no implica ser peor que lo innovador. Las cosas buenas
nunca cambian, y tampoco lo hace el cuerpo humano. No somos ni máquinas ni seres robotizados, ¿por
qué forzarlo en jóvenes de 15 años? ¿ o incluso de cada vez menor edad? Un buen libro, una buena
melodía y unas buenas risas jamás serán vencidos por un conjunto de patrones; y cuando se trata de
aprender, la principal arma del ser humano, todavía menos.
Carlota Orense, 1 BAC, BEX

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