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Mi experiencia como docente empezó en la Institución Educativa Ospina Pérez, estuve como

administrativa durante 3 años, seguí estudiando y luego recibí el titulo de licenciada en artes plásticas y
me enviaron a trabajar a la sede de Guadualito de la Inspección de Ospina Pérez, inicie a trabajar allí con
28 niños desde el grado preescolar hasta grado quinto, era mi primera experiencia, se me presento el
presidente de la junta de acción comunal y me dijo que debía tener cuidado con los de arriba,
refiriéndose a la guerrilla.

A los días de haber llegado, el presidente llego a la escuela y me dijo: Profesora, no se vaya a ir porque
ya vienen y si la cogen la matan; entonces yo cerré la escuela y salí corriendo, hasta que llegue a una
montaña y me perdí. Lo peor era que al otro día tenia que volver a la escuela, pero pedí permiso para no
ir, efectivamente me lo dieron, pero cuando regrese días después, me habían dejado en la esquina del
salón un montón de cartillas para que yo las replicara a toda la comunidad, de igual forma, yo no lo hice,
y al otro día, de camino a la casa en donde yo me quedaba paso el ejército y me cogió, me tuvieron
hasta las 10 de la noche en una quebrada y no me dejaban ir porque era una zona rural, había carretera
destapada y lluvia, entonces usaba botas largas, me ponía una pava y saco para el sol, y utilizaba
sombrilla, entonces me confundieron con una guerrillera, hasta que paso un niño que dijo que iba a
comprar una caja de cigarrillos y me salvo, porque me dijo: Profe, usted que hace aquí

Entonces ellos le preguntaron que, si yo era la profesora de el y afirmaba, entonces me dejaron ir.

Cuando yo me iba de la escuela, la guerrilla dormía alrededor de ella.

Así prosiguieron las cosas con el tiempo, pero era terrible trabajar allí, me tocaba desplazarme todos los
días durante 2 horas, desde las 4 y 30 de la mañana para llegar a las 7 y 30 al lugar de trabajo, también
fui atracada en varias ocasiones.

En una ocasión, yo ya tenia a mi hijo Kevin, él tenía 6 años cuando íbamos en una camioneta y el señor
que iba manejando observo que había gente extraña más adelante, se tiro y nos dejó botados, entonces
los atracadores nos amenazaron y nos dijeron que si ese señor no volvía, nos mataban, así que nos
acostaron en la carretera que era la principal para ir a Palermo, después del cruce de Teruel. Cabe
resaltar que no éramos los únicos, había mucha gente que estaba en la misma situación, pero después
nos dejaron ir y estuve caminando durante 4 horas con mi hijo para poder llegar a Palermo, en la
oscuridad, nadie nos quería recoger, ni siquiera el ejército.

En otra ocasión, nos metieron detrás de una peña y obligaron a la gente a quitarse la ropa, pero yo me
resistí y no me quise dejar quitar la ropa, había llovido y tenia los jeans a la mitad de la pierna, había
mucha gente conocida y entre el miedo de bajarse la ropa, sin embargo no me la quite, nos quitaron
todo lo que teníamos, a mi no me metieron la mano dentro del cuerpo, sin embargo a las otras personas
si y pues, yo he sido muy devota a Dios y gracias a el solo me quitaron la plata, nada más me paso.

Ya a los 3 años de estar trabajando en este lugar, me subí con mi hijo en una camioneta en la que nos
transportábamos, pero más adelante apareció la guerrilla y nos hizo pasar más adelante hasta llegar a
Ospina Pérez y yo quise dejar al niño porque me daba miedo, pero no me dejaron, nos llevaron hasta
Santa María y se pusieron a Pescar, luego fuimos a Nilo y regresamos al pueblo, pero tampoco nos
dejaron bajar, así que nos llevaron a otra finca que quedaba más arriba y entraron, había una señora y le
dijeron que cogiera 15 gallinas para que ella les hiciera un sancocho, en medio de la noche. Ahí
esperamos, pero había unos viejitos y la señora era enferma, entonces les rogamos que nos dejaran ir,
pero no, había un comandante y tocaba hacerle caso, de ahí nos regresaron y toco dejarlos en otro lugar
del monte, bien abajo y luego regresar al lugar en donde me quedaba.

Yo siempre iba con mi hijo porque era el único que tenia y cuando uno es responsable, le toca llevar a
los hijos en donde trabaje y como le toque. Le di clase a mi hijo, desde primero de primaria, hasta
quinto.

En lo rural se encuentran muy pocos servicios de transporte, malas vías, tocaba echar dedo para que
alguien de buena fe nos transportara, pero pues, yo supere todas esas cosas gracias al señor, siempre
estuve con mi hijo y nunca nos paso nada, hoy en día ya tengo mi maestría, me encuentro ubicada en
una mejor plaza y espero mi pensión, así que solo me queda la experiencia.

Así dure 9 años.

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