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Teoría de la Comunicación Humana

Lic. en Psicología
Elaborada por: Lic. María Mercedes Galíndez

Codificar / Decodificar (Hall, 1972)


Ficha de Cátedra

Es fundamental comprender, en primer lugar, que inicialmente en la investigación de


comunicación masiva el proceso de comunicación fue pensado como un circuito de
circulación, sumamente criticado por su linealidad: emisor - mensaje - receptor; por su
concentración en el nivel de intercambio de mensajes; y por no concebir sus distintos
momentos como una estructura compleja de relaciones.

Proceso de Comunicación del discurso televisivo.

De esta manera, es central comenzar a pensar este proceso como una estructura que
se produce y se sostiene mediante la articulación de distintos momentos
encadenados: producción; circulación; distribución / consumo; y reproducción. Así,
podemos analizar este proceso como una “compleja estructura de dominación” que se
sustenta a través de la integración de prácticas conectadas. Estas prácticas, si bien
están encadenadas, conservan sus diferencias, tienen sus propias formas, modalidades

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y condiciones de existencia. Cabe aclarar que el autor trabaja, en este artículo,


específicamente sobre el discurso televisivo, es decir, la producción discursiva debe ser
tenida en cuenta en el formato TV.

Tal y como mencionamos, estas etapas se encuentran articuladas entre sí pero ninguna
garantiza la continuidad de la otra, es decir, este proceso puede interrumpirse en
cualquier momento. Es por esto mismo que la forma discursiva del mensaje que se
intenta transmitir es tan importante, porque será clave a la hora de codificar y
decodificar el contenido. Para lograr llegar a la etapa de Reproducción debe haber
apropiación de significación en el consumo de la audiencia, es decir, el mensaje debe
ser apropiado como discurso significativo y decodificado significativamente para lograr
cumplir el objetivo de producción (informar, entretener, persuadir, influenciar).

El “objeto” de estas prácticas son los significados y mensajes en la forma de


vehículos de signos de una clase específica, organizados a través de la operación
de códigos dentro de la cadena sintagmática de un discurso, al igual que cualquier
forma de comunicación o lenguaje. De este modo, los aparatos, relaciones y
prácticas de producción, se centran, en un cierto momento (el momento de
“producción /circulación”) en la forma de vehículos simbólicos constituidos
dentro de las reglas del “lenguaje”. Es en esta forma discursiva que la circulación
del “producto” tiene lugar. (Hall, 1972)

Pensando siempre en el contenido televisivo, es fundamental tener en cuenta que a la


hora de producir un mensaje, los eventos transmitidos deben concordar con el
formato de televisión, es decir, adecuarse a las formas y fórmulas correspondientes a
la TV. Estas formas van a condicionar el evento o el contenido, la forma en que
contamos el evento es central dado que debe ser codificado, en primer lugar, para el
formato televisión y luego puede llegar a ser un evento comunicativo. En este caso, las
reglas del discurso, la forma del mensaje son lo más importante.

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Así, focalizando en la etapa de Producción, podemos decir que es allí donde se elabora
el mensaje; este mensaje será estructurado por significados, ideas, habilidades,
ideologías, conocimiento, presupuestos, etc. sobre la audiencia. Debemos considerar
también, que no se trata de un sistema cerrado, dado que los temas, tópicos, agendas,
personajes que decidan transmitirse o conformen el mensaje siempre surgen a partir
de otras fuentes / formas discursivas que están inmersas en el contexto social.

Teniendo en cuenta entonces que los mensajes son elaborados, producidos bajo las
fórmulas que exige el formato TV, no debemos perder de vista el hecho de que todo
contenido televisivo es, entonces, una construcción de un verosímil y no representa de
forma trasparente “lo real” en el lenguaje sino que articula el lenguaje en relaciones
reales. Se tratan de representaciones de la realidad que son codificadas según esta
serie de reglas, son prácticas discursivas que se encuentran operadas por códigos.
Estos códigos, pueden parecer naturales pero se tratan siempre de construcciones
culturales que, en todo caso, son naturalizadas. Por ejemplo, el idioma es un código
que necesitamos compartir para poder comunicarnos. Sin embargo, no es natural,
podemos naturalizarlo porque en Argentina el idioma oficial es el español pero no
nacimos hablando español, tuvimos que aprenderlo. A su vez, cada palabra en español
fue construida de forma arbitraria, es decir, los signos son arbitrarios respecto del
concepto que representan (la palabra “vaca” no posee ninguna propiedad de lo que es
una vaca). De la misma manera se codifican los mensajes televisivos, con el objetivo de
que la audiencia pueda decodificarlos de la manera en que fueron producidos (para
persuadir, informar, entretener).

Antes de que este mensaje pueda tener un “efecto” (de cualquier modo,
definido), satisfacer una “necesidad” o proponerse para un “uso”, debe ser
apropiado como un discurso significativo y ser decodificado significativamente.
Este conjunto de significados decodificados son los que “tienen un efecto”,
influyen, entretienen, instruyen o persuaden, con consecuencias perceptuales,

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cognitivas, emocionales, ideológicas o comportamentales muy complejas. (Hall,


1972).

A su vez, resulta fundamental comprender que el hecho de que un mensaje o


contenido televisivo sea codificado de determinada manera no quiere decir que vaya a
ser decodificado de la forma en que fue pensado. Codificación y decodificación son dos
momentos independientes, si bien la codificación propone los límites y parámetros
dentro del cual el mensaje debe ser decodificado, no tiene un efecto lineal sobre la
decodificación que la audiencia vaya a realizar.

Lo que aquí se denomina “estructuras significativas 1” y “estructuras significativas 2”


pueden no ser idénticas; los códigos de codificación y decodificación pueden no ser
perfectamente simétricos.

Los grados de simetría - esto es, los grados de “inteligibilidad” e “ininteligibilidad”


en el intercambio comunicativo - dependen de los grados de simetría/asimetría
(relaciones de equivalencia) establecidos entre las posiciones de las
“personificaciones”, codificadoras – productoras y decodificadoras - receptoras.
Pero esto, a su vez, depende de los grados de identidad / no - identidad entre los

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códigos que transmiten perfecta o imperfectamente, interrumpen o distorsionan


sistemáticamente lo que ha sido transmitido. La falta de ajuste entre los códigos
tiene mucho que ver con las diferencias estructurales de relación y posición entre
las cadenas televisivas y las audiencias, pero también tiene algo que ver con la
asimetría entre los códigos de la “fuente” y el “receptor” en el momento de su
transformación hacia o desde la forma discursiva. Las llamadas “distorsiones” o
“malentendidos” surgen precisamente de la falta de equivalencia entre los dos
lados del intercambio comunicativo. Una vez más, esto define la “autonomía
relativa” pero “determinable”, de la entrada y salida del mensaje en sus
momentos discursivos. (Hall, 1972).

De esta manera, se torna importante el concepto de “orden cultural


dominante”, que lo definimos como todas aquellas clasificaciones impuestas del
mundo social, cultural y político presentes en una determinada sociedad;
aquellos elementos que constituyen un mapeo de las distintas áreas de la vida
social. Este orden cultural dominante, o la forma en que una determinada
sociedad se posiciona y “lee” el mundo tendrá una influencia sobre cómo
codificamos y, por consiguiente, decodificamos.

Esta cuestión de la “estructura del discurso dominante” es un punto crucial. Las


diferentes áreas de la vida social parecen ser mapeadas en dominios discursivos,
jerárquicamente organizados en significados dominantes o preferidos. Los eventos
nuevos, problemáticos o conflictivos, que rompen nuestras expectativas y corren
en contra de nuestros “constructos de sentido común”, de nuestro conocimiento
probado de las estructuras sociales, deben ser asignados a sus dominios
discursivos antes de que pueda decirse que “tienen sentido”. (Hall, 1972).

Estos significados preferentes, provienen justamente de las lecturas preferentes que


una determinada cultura tiene sobra la realidad y, en consecuencia, cómo logra
codificarla / decodificarla, si pensamos en los medios de comunicación en general y, en
la televisión, en particular. Contienen, de esta forma, este orden cultural dominante,

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estas prácticas; creencias; rangos de poder; legitimaciones; límites y sanciones; y


conocimiento acerca de “cómo funcionan las cosas para esa cultura”

Es importante, comprender, entonces, que cuando nos referimos a significados


dominantes, estamos considerando un proceso que requiere de cierto esfuerzo para
reforzar y legitimar la decodificación de determinado evento.

Al hablar de significados dominantes, entonces, no estamos refiriéndonos a un


proceso de un solo lado [135] que gobierna cómo deben ser interpretados todos
los eventos. Consiste en el “trabajo” requerido para reforzar, ganar plausibilidad y
comandar como legítima la decodificación del acontecimiento dentro del límite de
las definiciones dominantes en las que ha sido connotativamente significado.
(Hall, 1972).

Finalmente, el autor identifica 3 posiciones hipotéticas posibles que se toman a la


hora de decodificar un mensaje televisivo.

Código Dominante/Hegemónico: cuando la audiencia opera dentro del código


dominante. Es decir, se da el caso de una comunicación “perfectamente transparente”,
dado que el televidente decodifica el mensaje de acuerdo con el código de referencia.

Código Negociado: la audiencia toma definiciones hegemónicas presentadas dentro


del código dominante en lo general pero, a su vez, es capaz de decodificar el mensaje
de forma independiente en lo particular “…aprovecha la legitimidad de las definiciones
hegemónicas para hacer las significaciones mayores (un resumen), al mismo tiempo,
en un nivel más restringido o situado, fundamenta sus propias reglas – opera con
excepciones a la regla.”(Hall, 1972).

Código de oposición: la audiencia destotaliza el mensaje del código preferente y lo


retotaliza con un marco de referencia alternativo, opera con un código de oposición.

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Bibliografía de Referencia: Hall, S. (1972). Codificar/decodificar. En: Culture, Media,


Language. Working Papers in Cultural Studies. Londres, Routledge & The CCCS
University of Birmingham, 1996 [Unwin Hyman Ltd, 1980].

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