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LITIGIO HEROICO:

Caso estudio – Sentencia Rio Atrato: T-622-2016

WALTER RAFAEL VERBEL ROMERO

Una de las grandes conquistas del homo civilizado es la conducción de los conflictos
connaturales a nuestra vida en sociedad, a través de normas de conducta. Lo anterior, que
corresponde a la expresión más lacónica del derecho, “como conjunto de normas para
garantizar la convivencia del hombre en sociedad”, es un lienzo inacabable.

Suele ocurrir primero o bien el daño, ora el conflicto, y luego, la “civilizada” solución desde
lo jurídico, expresada generalmente como una formula o mandato conjurante.

Así, la historia del Derecho se ha construido sobre el reproche deóntico de la realidad que
pretende remediar, como rectitud u orden que llega a lo declinado. Es una suerte de lucha
entre la luz y la oscuridad, y tal como en el génesis judeo-cristiano la luz se hizo en la
entraña de lo oscuro. De esa manera, en esa misma historia evolutiva del Derecho, y de
nuestra sociedad, constante y temporalmente hay vacíos de lo jurídico.

Este flujo de sociedad y derecho, lo revela muy bien la paradoja de Aquiles y la tortuga
atribuida al griego Zenón de Elea, según la cual, el veloz Aquiles nunca alcanzaría al animal,
en la medida en que una vez recorrida la distancia que lo separaba de la posición de la
tortuga, ésta ya se habría movido así sea un mínimo espacio, y cuando Aquiles quisiera
tornar al nuevo espacio de la tortuga, ella ya no estaría allí, sino en un ínfimo lugar diferente,
que en todo caso, no es el mismo al que ya habría llegado Aquiles.

Adecuándola a los fines de este escrito, el Derecho es nuestro Aquiles y la tortuga la


sociedad, y siempre que aquel quiera alcanzarla, ya la sociedad habría dado un
inescrutable movimiento al cual deberá llegar luego el derecho.

No obstante, el derecho en sus formas tradicionales y en especial en nuestro país, no


siempre es un hábil competidor, y de vez en cuando, la sociedad se le va muy lejos. Hay
por fortuna, herramientas que con sensibilidad francotiradora, permiten acuñar el Derecho
en la esquiva y furtiva presa, tal es el litigio estratégico.

Por ejemplo, ocurría en un lugar de Colombia, de cuyo nombre no quiero acordarme, (como
tampoco los dirigentes influyentes de Colombia) que no hace mucho vivían comunidades
negras, sencillas, artesanales, pescadoras y tranquilas ligadas al río Atrato. Sin embargo,
el río comenzó a devorarlo la minería ilegal, y en cada bocado se iban marchitando los
derechos a la vida, a la salud, al agua, a la alimentación adecuada, al medio ambiente sano,
a la cultura y al territorio de las comunidades étnicas que habitan en su cuenca y afluentes.

Unos pocos, fervorosos en su convencimiento, tensaron poderoso el arco y dispararon alto.


El proyectil que era de carpeta y papel, volcó hacia el rio la mirada furiosa y piadosa de un
Dios, que en voz vivificante, como a Lázaro, le dijo, anda y levántate… y el río se levantó.
Y querubines y ángeles bajaron a su defensa.

La tutela interpuesta por la ONG Tierra Digna, dio lugar a que la Corte Constitucional
profiriera la sentencia T-622 de 2016, en la cual se reconoció al río Atrato, su cuenca y
afluentes como una entidad sujeto de derechos a la protección, conservación,
mantenimiento y restauración a cargo del Estado y las comunidades étnicas. Así mismo, se
declaró la existencia de una grave vulneración de derechos fundamentales mencionados,
y en cuya protección, se dispuso un plexo amplísimo de protecciones.

En la parte resolutiva, destacan las expresiones “diseño”, “plan”, “acción”, “integral”


“acompañamiento”, “asesorar”, “restablecimiento”, conteniendo múltiples tareas a casi una
veintena de entidades, entre ordenes genéricas y concretas, reforzadas por el seguimiento
paralelo de los órganos de control.

De esa manera, la Corte aplicó la fórmula Fuerte-Moderado-Fuerte de César Rodríguez,


para la implementación de decisiones judiciales, y garantizar la realización de su orden, en
el sentido que efectuó una fuerte afirmación y reconocimiento de los derechos, casi sin
precedentes, replanteando incluso la “teoría del sujeto jurídico”; así mismo declaró ordenes
flexibles, pero con objetivos claros; y dispuso una articulada y constante supervisión.

El amparo concedido tiene un fuerte componente declarativo de derechos, con magnitud


per se para erigirse en un amparo estructural icónico, sin embargo, su incidencia
proteccionista desborda lo puramente declarativo e incluye prescripciones y ordenes de
linaje dialógico, que propenden por la interacción y participación en la construcción y
realización del amparo entre las comunidades, las autoridades públicas y ambientalistas
privadas. Aborda de esa manera, las dos categorías, declarativa y prescriptiva plantedas
por Andrés Gutierrez.

El anterior caso, permite visibilizar cómo lo jurídico, y los valores de justicia que debe
encarnar, encuentran una forma de poderosa realización, en el litigio estratégico.
Con lo anterior, se logra no solo la reparación del conflicto, sino la transformación de la
sociedad, a partir de ese conflicto. Los efectos del litigio estratégico en ese caso, no solo
implicaron la orden de que se suspendiera la minería ilegal, sino la articulación intersectorial
con el fin de transformar a la comunidad y lograr una justicia que no anide inerte en el papel,
sino que descienda al reino de los vivos.

¿Cuánto tiempo más de grave trasgresión y cuántos gritos dolientes no alcanzamos a


escuchar como sociedad? ¿Cuánta injusticia se estará cometiendo mientras se forman
estos renglones, por encontrarse fuera del campo de visión actual del nuestro Derecho?

Por supuesto, existen fuentes y opciones formales y tradicionales para la constante


construcción del derecho / En ciudad gótica, hay un departamento de policía que combate
el mal; pero el litigio estratégico tiene una potencialidad transformadora y aceleradora
heroica / y también está Batman.

Muchas gracias por mostrar la capa, el antifaz de héroe, la proyección social que habita en
la profesión de abogado.

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