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KAWSAY: NUEVA VIDA

En un lugar muy recóndito en los extensos Andes Peruanos, donde los


ríos cruzaban las inmensas montañas, donde el sol se refugiaba cada
atardecer, donde el único problema que podía haber es no vivir allí, había un
pequeño, pero hermoso pueblecito llamado Kawsay. Los pobladores estaban
infinitamente agradecidos con todo lo que la naturaleza les brindaba. En este
pueblecito todos, pero absolutamente todos, se conocían porque sus almas
estaban entrelazadas entre sí formando un tejido fuerte, vibrante, lleno de paz,
amor y armonía. Constantemente recibían la visita de muchas personas que
disfrutaban el paisaje, las costumbres y la cordialidad de cada uno de los
habitantes de aquel lugar. Era algo absolutamente nuevo, y quien iba no
quería irse de allí. Hasta los animales disfrutaban la diversidad y hermosura del
vasto lugar.

Todos se alimentaban de los productos que la Pacha Mama les daba,


bebían día a día la luz del sol que los reconfortaba y se aseaban con las
pulcras y cristalinas gotas de lluvia que caían del cielo, las cuales permitían que
los campos florezcan y las cosechas dieran deliciosos frutos. De estos los
pobladores se beneficiaban.

Este lugar era tan hermoso y con gente tan maravillosa, pero había algo
que nadie esperaba. Un día llegaron desconocidos, los habitantes los
recibieron con la acogida más calurosa posible como lo hacían habitualmente,
sin tener sospecha alguna. Con la excusa de visitar el lugar y de analizar sus
hermosos paisajes mintieron a la gente y de repente el pequeño pueblo
comenzó a temblar, y a temblar tan fuerte que todo se comenzó a derrumbar.
Al ver a lo lejos: máquinas muy grandes que arrasaban con todo sin
compasión alguna, ni misericordia .El pánico se adueñó de los pobladores,
hubo una gran revolución hasta quedar rodeados por aquellas inmensas
máquinas. Al no tener poder, ni voz podían ver cómo se llevaban todos sus
recursos y como destruían aquel hermoso paisaje. Árboles, plantas, frutos,
animales…no quedó absolutamente nada. Tan sólo quedó un tercio de la
población y cuando aquellas personas inhumanas se fueron lo único que
quedaba era la desolación en cada corazón.
Parecía que no había solución, cada vez era menos el brillo del que
algún día fue un ilustre pueblecito en tierras peruanas. Ya nadie llegaba a
visitarlos, ni siquiera los animales del campo.

Hasta que… un buen día recibieron la visita de un hombre que nunca


habían visto. Su nombre era Kusichiy, aquel nombre tan extraño de origen
quechua. Les explicó, su nombre significaba alegría y mirando detenidamente
a cada uno de los pobladores pudo notar su tristeza y decepción por aquellas
personas que llegaron y pudieron destruir todo lo que nos ofrece nuestra
maravillosa pacha mama. Sintió el grito de auxilio dentro de sus corazones y
fue allí donde comenzó el cambio. Sin dejar pasar el tiempo incentivó a los
pobladores para que el pueblo nuevamente sea el de antes y a cada uno les
dio un poco de semillas, les dijo que las cultivaran por todo el lugar.

Los pobladores motivados e ilusionados porque su pueblo vuelva a


hacer el mismo de antes, obedecieron a todas las indicaciones dadas por
Kusichiy. minuto a minuto, sin sospecha alguna. Al día siguiente, llevándose
una gran sorpresa, el pueblo estaba como nuevo, sin daño alguno, todos los
animales paseaban por el campo. Muchas personas llegaron de diferentes
partes a visitar el hermoso lugar. Gracias al amor depositado en el esfuerzo de
cada poblador todos volvieron a ser felices y sin duda alguna de lo que eran
capaces de hacer. Kusichiy y la pacha mama fueron generosos con los
habitantes de ese hermoso pueblo, pues les permitieron disfrutar nuevamente
de todas sus riquezas, ya que ellos supieron valorarla y cuidarla.

Me parece escuchar el canto de los pájaros, los pastores con su rebaño


de ovejas sonrientes trabajando y cosechando, los niños corriendo alegremente
por los verdes campos disfrutando del aire puro, así es todo lo que nos ofrece
nuestra Naturaleza.

Esta es la historia de un pequeño, pero hermoso pueblito llamado


Kawsay que resurgió de la nada y que floreció con el más desbordante amor
por la naturaleza, así como su nombre lo dice y significa: Vida.

Seudónimo: Runakay

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