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“No sueltes mi mano, abuelo”.

Todo comienza después de la inauguración de un pueblo llamado Chépica, al tiempo de


su fundación, se estableció una pequeña comunidad llamada: “El
cuadro” tal cual su raro nombre lo dice, y siendo una pequeña parte de Chépica, pero un
muy bonito lugar, que tiene el esfuerzo y amor de sus habitantes.

Lo primero que la gente ve al pasar por el cuadro, son largos campos que contienen en
sus tierras una gran variedad de semillas, donde un solo trabajador puede estar un día
entero sin importar el clima y haciendo longevas hileras de agua, para tan sólo poder
regar esa necesaria vegetación, que pronto se convertirían en el sustento de innumerables
familias.

Su clima temporal y desordenado, destaca por la simple razón, de que algunas veces puede
tener un hermoso día soleado, al día siguiente aparece la lluvia o un frio que puede
traspasar hasta los más mínimos huesos, siendo un clima templado que es una característica
de la región de O’Higgins.

Además, se puede decir que, en esta comuna, es muy fácil encontrar algún sector, pues su
gente conoce los grandes tesoros, enmarcados por lugares de nombres
muy simpáticos y originales, como: el
Almendral, Lima, La mina, Auquinco, las
Alamedas y así nombres que decoraron este
hermoso territorio de nuestra zona
colchagüina.

Tan especial es este lugar, con su calidez, tan


pacífica, como el relajante sonido de los
pequeños pájaros que pasan por allí, el ladrar de
los perros que descansan en sus viviendas, el
sonido de tractores, pasando
sus inmensas ruedas por las tierras de campos dispuestos a recibir nuevas siembras en
cada temporada, y la típica radio antigua que deleita con música ranchera o la cueca,
no falta el gran festín que le da felicidad a las familias de
esos hogares, el humeante y a la vez fragante humo, saliendo de las chimeneas y cocinas a
leña que ocupan madres o abuelas para cocinar y satisfacer nuestras papilas degustativas.

Una pequeña comunidad, pero grande a la vez


que tiene una junta de vecinos, un kiosco con una
amable señora que puede hacerte conversar por
un buen rato, una pequeña capilla, donde niños y
jóvenes que preparan sus sacramentos asistiendo
habitualmente en catecismo, bautizos,
primera comunión, y también donde cada año se
espera un santo, de nombre San Antonio de
Pádua, al que se le celebra con una gran festín, bailes y
variedad de postres, pasteles, hasta sopaipillas, que las manos de mujeres preparan
con mucho cariño.

Con tres familias que destacan en esa comuna por sus cualidades y en lo que se dedican, los
grandes fundos casi del tamaño de un estadio o aún más grandes donde hasta un avión con
fallas podría hacer un aterrizaje de emergencia.

Cada cierto tiempo una gran avioneta


planea sobre los terrenos de mi familia
tirando liquido a las plantas para que
ninguna plaga interrumpa su
crecimiento y de una gran plantación
que después se
pueda cosechar y después volviendo a
repetir el mismo procedimiento y
tener una tierra buena y sana para poder
darle de la cosecha a grandes empresas
agricultoras donde procesan los
alimentos y llegan a los
supermercados de las ciudades donde las familias hacen sus compras y compran las cosas
que les gustan.

La gran variedad de personalidades de los habitantes de esa comuna es encantadora e


increíble que puedes hablar por minutos con alguna persona de esa comuna, teniendo
solo dos callejones, pero largos que solo tienen un fácil
camino y donde muestra un bonito paisaje campesino que en un día bonito y con el sonido
de los pájaros, sería la perfecta escena de un anuncio o película que podrías disfrutar en
familia o con tus abuelos.

Pero aquí, aparece Martina, una niña de 9 años, tan especial como el pueblo que describí
en líneas anteriores, que vive o mejor dicho vivía en la ciudad de
Santiago. Quien en sueños pensaría visitar Chépica… Pero su abuelo, con quien gozaba de
largas conversas, sí pudo tener este privilegio de ser parte de esta comunidad.

_ Pero abuelo, le decía una y otra vez la niña,_ tanto que me hablas de ese lugar
¿por qué nunca me has llevado? su abuelo que iba a seguir hablando, se volteó y
confundido le dijo: - No es el momento… algún día , tal vez…El anciano, presentía que
antes de partir de este mundo, debía mostrarle aquel lugar, pero una grave enfermedad lo
limitaba a trasladarse. Pues un grave accidente le arrebató sus piernas. Sucedió cuando salía
del trabajo al día siguiente
que naciera su apreciada nieta, Razón por la cual, él pudo
darse ánimo para seguir viviendo…cuando su hija, la madre
de Martina estaba hospitalizada y su padre en la salita del
frente, grave tras lo ocurrido, pero muy consiente que su
única nieta ya había nacido y ansioso de saber de ella…
porque en ese momento era lo único que importaba, y así es
como martina se convirtió en su luz.
-El anciano en sus pensamientos, no sintió tanta tristeza como la que le inunda ahora en
su corazón… y mientras miraba a Marty una lenta y gran lágrima bajó por sus mejillas.

Al tiempo el anciano se agravó, de una extraña y complicada enfermedad, que los latidos
de su corazón cada vez eran más lentos, algunos dicen que nunca se puede diagnosticar
aquello; pero sí, las ancianas más sabias, murmuran que es la enfermedad de la melancolía,
o de tristeza.

Por otra parte, su nieta ya tenía la edad de 13 años, sabía que su abuelo por su avanzada
edad no sería capaz de resistir la intervención de algún médico.

La madre de Martina estaba orientándola para cuando él ya no estuviera, en este mundo.

El anciano quiso solo pedir un deseo antes de aquel momento, el poder mostrarle el lugar
más perfecto, del cual, él vivió toda su infancia, “Chépica”, y como ya es sabido es un
lugar muy especial y maravilloso.

Para Martina era algo grandioso que le podría pasar, ese lugar tan anhelado por ella y del
que tanto la había nutrido su abuelo, en sus largos relatos de historias.

Fue un 28 de noviembre, ya primavera, cuando su abuelo daba pequeñas esperanzas de


querer vivir, aun que, con muchas restricciones por sus médicos, pudieron viajar,
conseguir un llamado Uber, en estos tiempos. El cual fue muy paciente e iba explicando
cada localidad por la que pasaban, el viaje duró alrededor de las 3 horas, y Martina,
durante todo ese tiempo de la mano de su abuelo disfrutaba de lo que sus ojos le iban
mostrando, aunque su corazón sabía que después de esta aventura algo importante la
soltaría de su mano.
Al llegar a la ciudad de San Fernando, al acceso norte de ésta, una estupenda estatua,
una pareja de campesinos daba la bienvenida, y señales que pronto llegaría a destino.

Mas adelante unos minutos más, pasando por un pueblito, un hermoso árbol de naranjos
iluminado por su color plata de peltre, decoraba el hermoso pueblo de Nancagua. _ ¡Que
maravilloso! Decía Martina, esto ha de ser nuevo, espera a lo que veras al acercarse a ese
cerrito, respondía el anciano; que es eso blanco que se ve aparecer en el cerro y entre las
ramas de estos sombríos árboles, es la virgen de Puquillay, No imaginas la cantidad de
personas que cada 8 de diciembre, suelen visitar este santo lugar- continuó el anciano…
¡Dime más!,
continuó insistiendo la niña.

Muy pronto llegaron a Chépica, allí en medio de una placita que decoraba el pueblo,
palomas pasear y con su peculiar sonido,
Martina estaba asombrada con el paisaje que allí rodeaba
este entorno, sus fachadas y casas parecidas a un estilo
colonial.

Continuaron su destino, a 8 minutos de allí, estaba “el


Cuadro” lugar de tantos recuerdos, se decía el anciano. Al
llegar al cruce principal a mano izquierda una casa de color
blanco, tan blanco que parecía destellar luz,
¡ahí está!, esa es, decía el abuelo. Entraron allí pues ésta
estaba totalmente olvidada, deshabitada, pero con una
hermosa vista, todo era tan verde y hermoso,
,igual que como me lo describiste ,decía una y otra vez
Martina, mientras todo era observado con tanta dulzura.
Ahora abuelo querido, has cumplido. Muchas gracias, lo
abrazaba con mucha intensidad, un abrazo que atravesaba la
alegría inmensa que sentía su
corazón. Era el momento, martina sintió que en su cabeza un pensamiento le impidió
seguir alegre, cuando dejó de abrazar a su abuelo, éste yacía en
cuclillas y con la mano en su corazón y afligido, Marty, le dijo el anciano, No
tengas miedo, estaré bien, solo quiero que tu estes mejor, por eso toma este lugar para ti, y
recuerda siempre que aquí quedan
mis mejores momentos.

Martina con el tiempo, logra ser profesional y


convertirse en una gran maestra, destacada en
literatura, pues así ha logrado remitir su historia a
muchos niños, de la escuelita, del sector del
Cuadro, en la comuna de Chépica… Pues así ella
piensa que desde algún lugar su abuelo la
acompaña y guía.

COMUNA: Chépica

ESTABLECIMIENTO: Escuela Luis Arturo Zúñiga Fuentes.

CURSO: 7° Año Básico.

AUTOR: Martina Fernanda Alvear Moya.

Profesor Asignatura: Viviana Vilaza Moreno.

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