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Desde hace 5 años que nace “Cuerpes Insurgentes” es mi proyecto fotográfico,

literario y pedagógico, donde se busca visibilizar la figura del sujeto disidente como

aquel que vive, sobrevive y muere desde el olvido y el abandono fuera del sistema.

Convivimos con personas que niegan y desconocen a la población disidente

genérico-sexual. Utilizan diferentes mecanismos de control y poder estructural para

mantener en silencio a todas las personas que buscan fluir en forma y fondo.

Elegir sin miedo a la condena, debe ser nuestra bandera de lucha.

A continuación, leeré tres textos que buscan tu escucha activa, tu imaginación y por

sobre todo, tu concientización.

RESISTENCIA

Vivir en un cuerpx que no te pertenece, sentirlo ajeno y extrañx ante esa presencia
que es conciente de lo que eres y quieres; bajo un cis-tema que busca
homogeneizar a lxs presentes cuerpxs, que no olvidan cómo han sido violentadxs
desde el más pequeño recuerdo.

Resistir, en un territorio heteronormativo, que invalida lo que deseas, que borra del
mapa a quiénes desbordan el cauce de tu corriente transodiante.

Resistencias, abrazan el miedo, se acogen de la injuria, absorben la repulsión al


mirarlxs cómo bailan encima de tu doctrina vomitiva, masticando tu odio con asco,
con rabia, con la promesa de no desistir nunca más.

La resistencia es aquella que nos permite oponernos al flujo que nos dicen que es
único y verdadero.
ANÓNIMAS.

Nos encontramos anónimas en una superficie que alimenta el ego de criaturas, que
inducen a los cuervos a exponer las aproximaciones
de nuestros augurios infautos.

El vicio del poder se vuelve vomitivo, cíclico, periódico, recurrente, sucesivo;


quiere usufructuar nuestra naturaleza: supeditarnos a la explotación.

¿Cuántos años en el anonimato de la subordinación del que dice que somos de su


adjudicación?
él mismo que nos robó los pliegues aéreos,
él mismo que nos hizo caminar en cuatro patas, para reaccionar ante un silbido
fecundado en la erección de su cuerpo cavernoso,
ése mismo que nos profana,
ése mismo que nos quema con su aversión,
ése mismo que nos fragmenta
hasta
volvernos
c e n i z a s...

¿Cuántas cenizas quedan producto de la combustión de nuestra materia anónima


inorgánica?
M I L L O N E S;
éstas mismas, aletean por el
aire
y se confunden y se enredan y se pierden.
No te veo, no me ves, no nos vemos, porque sucumbimos en la misma
nubosidad sombría de partículas que
yacen sin reconocimiento,
sin nombre,
sin huellas,
sin rastros.

Nos transformamos en aquel desperdicio en forma de partículas sedimentado ahí,


dónde nos ha quemado el combustible-acelerante de tu odio.
Ni las sirenas logran alarmar el crímen.
Ni las sirenas logran espantar lo amedrentado.
Ni las sirenas logran avisar la inquietud
de morir en una maleta.

En honor a Estefanía Martínez de 27 años; la "bailarina del Bella".


Quien el 6 de mayo del 2019 murió estrangulada a manos de su agresor Frank
Pizarro de 45 años.

“TRANSITAR”

El cuerpo normativo se transforma, cambia, se vuelve un hábitat mutable, donde el


reconocimiento del deseo aflora y no guarda miedo.

Ya no hay miedo.

El miedo se vuelve minúsculo, pequeño, porque la llama de la idea emerge y


quema.
Quema el miedo, quema la incertidumbre, quema todo rastro de la historia
correctiva.
Se quema el nombre asignado.
Se quema la conducta represiva.
Se quema la vergüenza de la observación castigadora.
Se quema la censura moralista y condenadora.

Ya no hay miedo.

El cuerpo comienza a caminar, a transitar por el rastro que dejó los sueños,
recorre el anhelo que permanecía escondido, en ahogo, en soledad, descubre la
intensidad del mundo que por años guardó silencio, en el anonimato, alejado de la
verdadera
identidad, que siempre susurró, se manifestó y que resistía
día a día
año tras año,
cultivando la esencia que nunca se pudo
engañar.
Gracias por tu inspiración, gracias por tu historia, gracias por el fuego de tu alma
que hace arder toda barrera.

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