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Apuntes Constitucional I, enero 2013 (Ivan Diaz)

Derecho Constitucional (Universidad Católica de Temuco)

Studocu no está patrocinado ni avalado por ningún colegio o universidad.


Descargado por NAYARETH BETSABETH SANZANA SALDÍA (nsanzana2021@alu.uct.cl)
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Universidad Católica de Temuco.


Facultad de Ciencias Jurídicas.

Derecho constitucional I.
(Capítulos I, II y parte del III de la Constitución)
Prof. L. Iván Díaz García.
Apuntes de clase. Borrador. Favor no citar.

Versión 3, marzo de 2013.

Agradezco la minuciosa y responsable colaboración de la ayudante

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Angélica Reyes Barría en la revisión y corrección formal de estos apuntes.

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Palabras previas.

La idea de estos apuntes de clase es que puedan circular libremente entre los estudiantes y
egresados de Derecho de la Universidad Católica de Temuco, con miras a sus estudios de
pregrado y del examen de grado.

Pese al esfuerzo de la egresada de Derecho señorita Angélica Reyes Barría, a quien le


reitero mis agradecimientos, es posible que subsistan muchos errores en el presente texto
pues le he realizado algunas modificaciones adicionales durante el mes de enero de 2013 al
proceder a su revisión final, es decir, después de concluida la labor de la mencionada
ayudante. Por ello mucho agradeceré a quien utilice estos apuntes y descubra en ellos
alguno de tales errores que me envíe un mensaje a ivandiaz@uct.cl para indicarme todo
aquello que en su opinión debe ser corregido, añadido o suprimido. De este modo el
material podrá ser mejorado para futuros estudiantes y egresados. A quienes se tomen esta
molestia, les agradezco desde ya 1.

Por último, les deseo mucho ánimo y éxito a todos mis estudiantes, en especial si se
encuentran en el árido, pero también intelectualmente atractivo período de estudio del
examen de grado.

Prof. L. Iván Díaz G.


Temuco, Chile, enero de 2013.

1
Agradezco sinceramente a los siguientes estudiantes y egresados que han respondido a esta invitación a
comunicarme los errores que subsissten en estos apuntes: Diego Belmar Ojeda, Natalia Calderón Orias.

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Capítulo I.
Introducción al Derecho constitucional.

I. Concepto de Derecho constitucional.

1. Definición sustancial.

Son muchas las definiciones que se han dado para explicar qué es el Derecho
constitucional. Prácticamente cada autor que se interesa en estudiar de manera íntegra y
sistemática esta área del Derecho tiene una propuesta al efecto. Parece posible sostener que
casi todos ellos optan por una definición que aquí llamaremos sustancial. En ese sentido,
habitualmente se dice que el Derecho constitucional estudia el conjunto de normas jurídicas
que establecen la organización básica del Estado y los derechos y deberes fundamentales de
las personas. Así, por ejemplo, Jorge Quinzio en su Tratado de Derecho constitucional,
ofrece tres definiciones de propia autoría, todas las cuales tienen este carácter sustancial 2.
Verdugo, Pfeffer y Nogueira, por su parte, en su obra Derecho constitucional ofrecen seis
conceptos, tres de autores nacionales y tres de tratadistas extranjeros, algunas de las cuales
presentan esas dos partes de la definición sustancial y otras sólo una 3.

Esta opción coincide con lo que normalmente regula una Constitución y, en ese sentido,
ayuda a comprender qué es el Derecho constitucional. Sin embargo, una definición
sustancial no es exacta por dos razones.

En primer lugar, porque el Derecho constitucional puede estudiar más o menos aspectos
que la organización del Estado y los derechos y deberes fundamentales de las personas. Un
par de ejemplos ayudarán a comprender esta idea.

En 1787 se aprobó la Constitución de Estados Unidos de América. Ese texto original sólo
reguló los órganos del Estado, y singularmente al Ejecutivo, al Congreso y al Poder
Judicial. Sin embargo, el texto constitucional de 1987 no incluyó derechos ni deberes de las
personas. Sólo en 1791 se incorporaron algunos derechos a la Constitución, en virtud de las
primeras enmiendas a su texto. De este modo, quien hubiera querido estudiar Derecho
constitucional en Estados Unidos entre 1787 y 1791 sólo habría analizado normas relativas
a la organización del Estado.

La Constitución chilena no sólo incluye la organización básica del Estado y los derechos y
deberes de las personas. Además incluye un capítulo inicial en el que se expresan los
valores constitucionales y un capítulo final en el que se regula el modo en que se debe
reformar la Constitución. De este modo, quien quiera estudiar Derecho constitucional en
Chile deberá analizar no sólo las normas relativas a la organización del Estado y a los
derechos y deberes fundamentales de las personas, sino también otros aspectos adicionales.

2
Quinzio Figueiredo, Jorge Mario, Tratado de Derecho constitucional, tomo I, LexisNexis, Santiago de Chile,
2006, p. 67.
3
Verdugo Marinkovic, Mario, Pfeffer Urquiaga, Emilio, y Nogueira Alcalá, Humberto, Derecho
constitucional, tomo I, Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1999, pp. 7 y 8.

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En segundo lugar, la definición sustantiva no es útil para explicar en qué consiste el


Derecho constitucional porque es extremadamente vaga. En efecto, ¿cómo determinar
cuáles de las normas que regulan al Estado deben ser objeto de estudio del Derecho
constitucional? Y ¿cómo saber cuáles de los derechos y de los deberes de las personas
deben ser objeto de estudio del Derecho constitucional? El ordenamiento jurídico está
plagado de normas jurídicas que regulan al Estado, a sus órganos e instituciones, y de
normas que confieren derechos o estatuyen obligaciones para las personas.

2. Definición formal.

Desde una perspectiva formal se puede decir que el Derecho constitucional no estudia
determinadas normas atendiendo a su contenido, sino a su jerarquía. En este sentido, lo
importante no es qué regulan las normas que son objeto de estudio del Derecho
constitucional, sino la posición que ocupan en el ordenamiento jurídico. Desde esta
perspectiva formal, el Derecho constitucional puede definirse como aquella área del
Derecho que estudia las normas que tienen jerarquía constitucional.

Esta definición formal tiene dos problemas.

El primer problema es que su sola consideración no permite saber en concreto cuál es el


objeto de estudio del Derecho constitucional, porque no determina cuáles son las normas
constitucionales. Sin embargo, este no es un verdadero problema. Precisamente al
contrario, permite que la definición sea aplicable a cualquier ordenamiento jurídico, sin
exigir un determinado contenido a las normas de jerarquía constitucional, como ocurre con
la definición sustancial. En este sentido, esta aparente desventaja se transforma en una
ventaja, pues permite que la definición formal se adapte a los diversos ordenamientos
jurídicos.

El segundo problema es más importante. Todos los autores incluyen en sus tratados y
manuales de Derecho constitucional no sólo el estudio de las normas constitucionales, sino
también el de ciertas normas de jerarquía inferior a la Constitución. Y ello aunque no existe
consenso respecto de cuáles de esas normas infraconstitucionales deben ser estudiadas. Esta
práctica obliga a considerar como parte de los estudios del Derecho constitucional ciertas
normas no constitucionales y a desechar un concepto estrictamente formal.

3. Definición mixta.

En este curso se seguirá un criterio mixto, que define al Derecho constitucional tomando
elementos de la definición material y de la definición formal antes explicadas. En este
sentido, el Derecho constitucional es el área del Derecho que estudia el conjunto de normas
constitucionales y, además, ciertas normas de jerarquía inferior a la Constitución que se
refieren a la organización básica del Estado y a los derechos y deberes fundamentales de las
personas. Esta definición exige precisar dos cosas.

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En primer lugar, es necesario determinar qué normas tienen jerarquía constitucional. Al


efecto se deberá atender al respectivo ordenamiento jurídico y en particular a las fuentes de
las normas constitucionales. Al estudio de tales fuentes se dedica el siguiente apartado.

En segundo lugar, es necesario determinar qué normas infraconstitucionales deben incluirse


en el estudio del Derecho constitucional. Como se trata de un asunto hasta cierto punto
discrecional, tales normas serán mencionadas y estudiadas al analizar las disposiciones
constitucionales con que se relacionen.

II. Fuentes de las normas constitucionales.

La expresión fuente del Derecho constitucional es ambigua. Aquí interesa explicar una de
las fuentes del Derecho constitucional, que son las fuentes formales. Las fuentes formales
son los hechos o actos que generan normas constitucionales.

1. El texto de la Constitución.

El texto de la Constitución es el conjunto de palabras que se encuentran en la Constitución


y que pueden ser apreciadas mediante la simple lectura de la misma.

Es indudable que la primera fuente de las normas constitucionales es el texto de la


Constitución. En efecto, en los artículos e incisos de la Constitución se encuentran normas
de jerarquía constitucional. Esto se debe a que la Constitución, y por tanto cada una de sus
disposiciones, tiene jerarquía constitucional. Así, por ejemplo, el artículo 1°, inciso
segundo, de la Constitución, contiene la siguiente disposición: <La familia es el núcleo
fundamental de la sociedad=. Esta disposición expresa la siguiente norma: Se manda que la
familia sea el núcleo fundamental de la sociedad. Otro ejemplo se encuentra en el artículo
19, número 5, de la Constitución, en el que se dispone que la Constitución asegura a todas
las personas la inviolabilidad del hogar. La norma aquí expresada es que se manda a la
Constitución asegurar la inviolabilidad del hogar. Estas normas, por encontrarse en el texto
de la Constitución, tienen jerarquía constitucional.

De este modo, la sola lectura de la Constitución permite identificar normas constitucionales


que son objeto de estudio del Derecho constitucional. Estas normas que se encuentran con
la sola lectura del texto constitucional serán llamadas, parafraseando a Alexy, normas
constitucionales directamente estatuidas4.

El texto constitucional incluye no sólo el texto original de la Constitución, sino también las
leyes de reforma constitucional y los decretos leyes de jerarquía constitucional, todos los
cuales se integran al texto de la Constitución, modificándolo.

4
Alexy no habla de <normas constitucionales directamente estatuidas=, sino de <normas iusfundamentales
directamente estatuidas= en la Constitución, pues formula esta propuesta de denominación para referirse a los
derechos fundamentales en particular y no a las normas constitucionales en general. Sin embargo, la propuesta
puede ser perfectamente adaptada para las normas constitucionales en general, como aquí se ha hecho. Ver
Alexy, Robert. Teoría de los derechos fundamentales. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
Madrid, 2001, especialmente pp. 63 a 66.

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2. Las leyes interpretativas de la Constitución.

Las leyes interpretativas de la Constitución son aquellos textos jurídicos que tienen por
finalidad precisar el significado de una determinada norma de la Constitución.

Estas leyes se encuentran expresamente reguladas en el artículo 66 de la Constitución, que


dispone lo siguiente: <Las normas legales que interpreten preceptos constitucionales
requerirán, para su aprobación, modificación o derogación, de las tres quintas partes de los
senadores y diputados en ejercicio=. Esto significa que para que se dicte una ley
interpretativa de la Constitución se requiere que el Congreso la vote favorablemente por el
60% de sus parlamentarios en ejercicio. Suponiendo que todos los parlamentarios están en
ejercicio, se requiere el voto conforme de 23 de los 38 senadores y de 72 de los 120
diputados.

Las leyes interpretativas de la Constitución no son muy habituales en el ordenamiento


jurídico chileno. Un ejemplo se encuentra en 1982, cuando la dictadura militar aprobó una
ley interpretativa del artículo 19, número 24, de la Constitución, que tuvo por finalidad
suprimir el mecanismo de reajustabilidad de las pensiones que recibían las personas que
habían jubilado. En lo esencial esta ley disponía, interpretando el mencionado artículo, que
sólo formaban parte del derecho de propiedad la pensión misma y su monto global, pero no
el derecho a la actualización o reajustabilidad del mismo 5. En la ocasión el Tribunal
Constitucional declaró que el inciso primero del proyecto de ley que dio lugar a la
mencionada ley era constitucional.

3. La jurisprudencia constitucional.

La jurisprudencia constitucional es el conjunto de sentencias en las que se encuentran


decisiones fundadas en una determinada interpretación de las normas directamente
estatuidas en el texto de la Constitución, interpretación que a su vez sirve de fundamento
directo a la decisión. En consecuencia, para estar en presencia de jurisprudencia
constitucional es necesario que se cumplan tres requisitos:

a) Que se trate de sentencias. Estas sentencias deben emanar del Tribunal Constitucional o
de algunos de los tribunales que integran el Poder Judicial.

b) Que las sentencias contengan una determinada interpretación de normas directamente


estatuidas en el texto constitucional. Cuando se habla de que contengan una interpretación
se alude a que las sentencias deben incluir una cierta forma de entender una norma. Pero no

5
Textualmente disponía el inciso primero del único artículo de ese proyecto de ley: <Artículo único.
Declárase, interpretando el alcance de la garantía constitucional del derecho de propiedad prevista y regulada
por los artículos 10, N° 10, de la Constitución Política de 1925, 1°, N° 16, del Acta Constitucional N° 3, de
1976, mientras dichos preceptos tuvieron vigencia, y 19, N° 24, de la Constitución Política vigente, que, en
materia de pensiones integrantes de un sistema de seguridad social, cualquiera sea su naturaleza, y aun cuando
aquellas pensiones revistan carácter indemnizatorio, esta garantía sólo ha amparado y ampara el otorgamiento
del respectivo beneficio y el monto global que éste hubiere alcanzado, pero no se ha extendido ni se extiende
a los sistemas de actualización, reajustabilidad, reliquidación u otra forma de incremento o base referencial de
cálculo=.

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se debe tratar de cualquier norma, sino de una norma directamente estatuida en el texto
constitucional.

c) Que la interpretación sirva de fundamento directo a la decisión. No basta que la sentencia


contenga una determinada interpretación de una norma directamente estatuida en el texto
constitucional. Adicionalmente es necesario que aquella interpretación sirva de fundamento
directo a la decisión. Que sirva de fundamento directo a la decisión significa que la razón
jurídica de la decisión es aquella interpretación.

Un ejemplo permitirá comprender la definición. Según se dijo más arriba, el artículo 19,
número 5, de la Constitución dispone que la Constitución asegura a todas las personas la
inviolabilidad del hogar. La norma aquí expresada es que se manda a la Constitución
asegurar la inviolabilidad del hogar.

Pues bien, supóngase que se discute en un juicio si la entrada de la policía en una cabaña de
veraneo vulnera el derecho a la inviolabilidad del hogar, con la finalidad de sancionar a los
policías que ingresaron. Para que el tribunal tome una decisión al respecto deberá
interpretar la palabra hogar.

Interpretación 1: Si la sentencia interpreta la palabra hogar en el sentido de lugar de


residencia habitual de una familia, entonces la cabaña de veraneo no está protegida por el
derecho fundamental a la inviolabilidad del hogar. En tal caso los policías que ingresaron al
hogar no podrán ser sancionados.

Interpretación 2: Si la sentencia interpreta la palabra hogar en el sentido de todo espacio


físico en el que se pueden realizar actividades propias de la vida privada con exclusión de
terceros, entonces la inviolabilidad del hogar incluye no sólo el lugar de residencia habitual
de una familia, sino también todo lugar de residencia ocasional de una o más personas, por
lo que la cabaña también estaría protegida por el derecho fundamental a la inviolabilidad
del hogar.

Bajo cualquiera de las dos interpretaciones se cumplen los tres requisitos señalados. Hay
una sentencia, que contiene una interpretación de una norma directamente estatuida en la
Constitución y dicha interpretación sirve de fundamento a la decisión de no sancionar a los
policías (decisión fundada en la interpretación 1) o sancionarlos (decisión fundada en la
interpretación 2).

4. Fuentes de formulaciones de normas constitucionales.

Las formulaciones de normas son aseveraciones o afirmaciones respecto de la existencia de


una determinada norma en el ordenamiento jurídico. Las formulaciones de normas
constitucionales son afirmaciones o aseveraciones relativas a la existencia de una
determinada norma constitucional en el ordenamiento jurídico. No son, por tanto, normas
constitucionales, sino tesis respecto de la existencia de una determinada norma
constitucional.

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La fuente de estas formulaciones de normas es la doctrina, es decir, la opinión de quienes


estudian el Derecho. La doctrina no genera normas jurídicas, ni tampoco normas
constitucionales. La doctrina explica el significado de las disposiciones constitucionales. Al
hacerlo, formula normas constitucionales adscritas, es decir, afirma un cierto significado
para las normas constitucionales directamente estatuidas. Existirá mayor posibilidad de que
la jurisprudencia siga estas interpretaciones si existe consenso doctrinario a su favor o una
sólida argumentación jurídica que la justifique.

La diferencia entre la jurisprudencia constitucional y la doctrinan es que la primera genera


normas constitucionales, mientras la segunda formula, es decir, afirma o sostiene la
existencia de normas constitucionales. Si estas formulaciones de normas son acogidas por
el texto constitucional, por una ley interpretativa o por la jurisprudencia constitucional,
entonces la formulación de una norma constitucional se transforma en una norma
constitucional.

III. Interpretación constitucional.

1. Disposición y norma.

Para precisar el significado de la interpretación jurídica es necesario distinguir entre


disposición o enunciado normativo y norma jurídica. Enunciado es el modo en que se
expresa una norma. Norma es la prescripción de conducta, es decir, el mandato, la
prohibición o la permisión.

La posibilidad de distinguir entre disposición y norma se muestra en que una determinada


norma puede expresarse de muchas maneras. Por ejemplo, el artículo 19, número 1, inciso
segundo, dispone: La ley protege la vida del que está por nacer. Pero el constituyente
podría haber utilizado también otras fórmulas semánticas para decir lo mismo. Por ejemplo,
la ley debe proteger la vida del que está por nacer o la vida del que está por nacer es
protegida por la ley. En todos estos casos se expresa la misma norma: Se manda que la ley
proteja la vida del que está por nacer.

La importancia de esta distinción se encuentra en que muchas veces una disposición


expresa simultáneamente varias normas. Ejemplo, el enunciado del artículo 19, número 2,
que dispone: Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias, expresa
dos normas: Se prohibe que la ley establezca diferencias arbitrarias y se prohibe que la
autoridad establezca diferencias arbitrarias.

Por tanto, el objeto de la interpretación jurídica no es la norma, sino el enunciado


normativo o disposición. La norma es el resultado de interpertar una disposición.

2. Normas constitucionales directamente estatuidas y normas constitucionales adscritas.

Existen dos niveles de interpretación.

El nivel básico consiste en redactar la norma iniciando con una modalidad deóntica y luego
copiar la disposición, modificando sólo lo que sea necesario para una adecuada redacción

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desde el punto de vista de las exigencias de la lengua española. En este caso se mantienen
las palabras del enunciado casi textualmente.

Por ejemplo, la disposición <La ley protege la vida del que está por nacer= expresa, en el
nivel más básico, la siguiente norma: Se manda que la ley proteja la vida del que está por
nacer. Como se puede advertir, en este caso la norma utiliza las mismas palabras empleadas
por la disposición.

El nivel avanzado de la interpretación consiste en generar una norma que utiliza palabras
distintas de las empleadas en el enunciado. Por ejemplo, la disposición la ley protege la
vida del que está por nacer expresa la norma <Se prohíbe el aborto=. Como se puede
apreciar, en este caso se han utilizado palabras totalmente distintas de las contenidas en el
enunciado. Para llegar a estas normas es necesario realizar un proceso de argumentación
jurídica, de modo que no basta la sola identificación de la norma directamente expresada en
el texto constitucional.

La importancia de la distinción entre la interpretación básica y la interpretación avanzada es


que dan lugar a diversas clases de normas. Siguiendo a Alexy, la norma que es producto de
la interpretación en su nivel más básico en adelante será denominada norma constitucional
directamente estatuida en el texto constitucional. Siguiendo una vez más a Alexy, la norma
que es producto de la interpretación avanzada en adelante será denominada norma
constitucional adscrita a la directamente estatuida.

Es necesario decir que la norma constitucional adscrita cumple una función de precisión de
la norma directamente estatuida. Que cumpla una función de precisión significa que
especifica el significado prescriptivo de la norma directamente estatuida. En otras palabras,
especifica o determina qué es lo que manda, prohíbe o permite la norma directamente
estatuida.

Por ejemplo, si se quiere dictar una ley que permita el aborto, algunos parlamentarios
sostendrán que la Constitución prohíbe el aborto y otros dirán que no lo prohíbe. Sin
embargo, la norma directamente estatuida en el artículo 19, número 1, inciso segundo, no
prohíbe ni permite el aborto, como hemos visto. Sólo ordena que la ley proteja la vida del
que está por nacer. El problema deberá ser resuelto por el Tribunal Constitucional. Si el
Tribunal Constitucional hace una interpretación avanzada de dicha disposición y señala que
la Constitución prohíbe el aborto, entonces esta última es una norma adscrita a la
directamente estatuida y precisa su significado. Y lo mismo ocurrirá si sostiene lo contrario.

La norma directamente estatuida se encuentra en el texto mismo de la Constitución y de las


leyes interpretativas. Por tanto, para identificarlas no se requiere más argumento que
mostrar que se han respetado las palabras de la Constitución. La norma adscrita, en cambio,
no se encuentra en el texto mismo de la Constitución, sino que son creadas por los
tribunales a partir de la argumentación jurídica, es decir, dando razones de porqué esa
norma, cuyas palabras no coinciden en todo o en parte con las del texto constitucional, es
una norma constitucional. Por tanto, para identificarlas es necesario revisar las sentencias
judiciales.

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3. Necesidad de las normas constitucionales adscritas.

Si los problemas constitucionales se pudieran resolver a partir de las normas directamente


estatuidas, no serían necesarias las normas constitucionales adscritas. Sin embargo,
normalmente los problemas constitucionales no pueden ser resueltos a partir de la sola
aplicación de las normas constitucionales directamente estatuidas. Así, por ejemplo, el caso
del proyecto de ley sobre aborto recién mencionado. Este es también el caso conocido el
2011 por el Tribunal Constitucional, de la señora Ena Von Baer, respecto de quien se
discutió si, al ser nombrada por su partido para reemplazar en el Senado a un Senador de la
UDI que pasó a ser Ministro, debía cumplir con los requisitos para ser Senadora.

En suma, la interpretación constitucional avanzada es necesaria porque normalmente los


problemas constitucionales no se pueden resolver con las normas directamente estatuidas
en la Constitución. Ahora bien, muchas veces los problemas no pueden ser resueltos con las
normas directamente estatuidas porque las disposiciones de la Constitución son, como
afirma Alexy respecto de las disposiciones de derechos fundamentales, semántica y
estructuralmente abiertas y, en consecuencia, las normas directamente estatuidas también lo
son.

Que las disposiciones constitucionales son semánticamente abiertas significa que muchas
veces las palabras utilizadas son muy generales, indeterminadas, y por tanto es necesario
precisar o especificar su significado. Por ejemplo, en el enunciado <la ley protege la vida
del que está por nacer= no se sabe quién es el que está por nacer, es decir, desde cuándo se
puede decir que el que está por nacer debe ser protegido por la ley. Puede ser desde la
concepción, desde la anidación, desde que inicia su actividad cerebral, etcétera. Las
palabras utilizadas son imprecisas. En consecuencia, dependiendo de la interpretación que
se dé, una ley que impida la anidación del óvulo fecundado podría ser constitucional o
inconstitucional, y lo mismo una ley que permita interrumpir el embarazo antes del inicio
de la actividad cerebral del embrión.

Que las disposiciones constitucionales son estructuralmente abiertas significa que muchas
veces no se sabe si establecen una prohibición, un mandato o una permisión. Así, por
ejemplo, en el enunciado <La familia es el núcleo fundamental de la sociedad= se puede
dudar respecto de si hay un mandato, una prohibición o una permisión. La apertura
estructural también significa que muchas veces no se sabe quién es el destinatario de esa
prescripción. Así por ejemplo, en la disposición <La familia es el núcleo fundamental de la
sociedad= se establece una prescripción para algunos o todos los órganos del Estado y para
los particulares están incluidos en la prescripción. Por último, la apertura estructural
significa que no se sabe si una disposición además de establecer una prescripción, confiere
un derecho. Así por ejemplo, está claro que en <La familia es el núcleo fundamental de la
sociedad= hay una prescripción, pero no se sabe si alguien tiene derecho a exigirle algo a un
tercero y demandarlo ante tribunales para que cumpla con esa prescripción.

En suma, la interpretación constitucional avanzada es necesaria porque las disposiciones


constitucionales muchas veces son semántica y estructuralmente abiertas y este problema se
traslada a las normas directamente estatuidas. En consecuencia, en esos casos las normas

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directamente estatuidas no serán suficientes para resolver los problemas jurídicos que se
presenten a la consideración de los tribunales.

4. Particularidades de la interpretación constitucional.

La interpretación constitucional participa de todas las características y se le aplican todas


las consideraciones de la interpretación jurídica en general, pero con ciertas
particularidades.

Primero, el objeto de la interpretación constitucional son las disposiciones constitucionales


y no cualquier disposición. Las disposiciones constitucionales se encuentran tanto en la
Constitución como en las leyes interpretativas de la Constitución.

Segundo, en cuanto a quienes realizan la interpretación constitucional, existen diversas


opciones. Esta tareas puede ser entregada a un tribunal especializado (Tribunal
Constitucional), a los tribunales ordinarios (Poder Judicial) o a ambos( Tribunal
Constitucional y Poder Judicial). La interpretación jurídica en general, en cambio, es
siempre entregada a todos los Tribunales del Poder Judicial.

Tercero, normalmente las disposiciones constitucionales, a diferencia de la generalidad de


las normas infraconstitucionales, encarnan preferencias políticas, ideológicas, valóricas e
incluso religiosas de quienes las redactan y de quienes las interpretan. En consecuencia, la
interpretación constitucional es una actividad en la que influyen poderosamente las
preferencias y opciones ideológicas y valóricas del intérprete. Ciertamente esas opciones
también se expresan en la interpretación de disposiciones infraconstitucionales. Sin
embargo, esa injerencia es menos intensa cuando se trata, por ejemplo, de interpretar una
disposición civil o procesal como ocurre con lo relativo al plazo para contestar la demanda.

5. Argumentos para la interpretación constitucional.

Como expresa De Asís Roig, lo que habitualmente son denominados reglas o métodos de la
interpretación jurídica y que se encuentran en el Código Civil, como el literal, el histórico,
el sistemático y el lógico, no son, en realidad, métodos o reglas de interpretación. Y ello
porque ninguno de tales criterios debe ser seguido de manera obligatoria. En realidad son
argumentos para la interpretación, es decir, razones que se aducen para interpretar un
determinado enunciado normativo en un cierto sentido.

En el ámbito constitucional se debe sostener lo mismo. Pero junto con los argumentos
tradicionales del Código Civil, se pueden utilizar muchos otros argumentos. A continuación
se recordarán los del Código Civil y algunos otros utilizados por el Tribunal Constitucional
y por el Poder judicial, debiendo destacarse que ya no se les llamará criterios o métodos de
interpretación, sino argumentos de interpretación.

a) Argumento literal. El argumento literal consiste en atribuir significado a una o más


palabras de una disposición, y en consecuencia, a toda la disposición, a partir del
significado que esas mismas palabras tienen en su sentido natural u obvio. Este sentido
natural u obvio puede ser entregado por el uso habitual de la misma, por la definición que

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da el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, por quienes profesan la


ciencia o arte en que aquella palabra se utiliza o por la ley.

b) Argumento histórico. El argumento histórico consiste en atribuir significado a una


disposición a partir de las opiniones que sobre su significado se han vertido por los
legisladores durante el proceso de redacción de un proyecto de ley o a partir de las
modificaciones que la disposición fue experimentando durante su proceso elaboración ante
el órgano legislativo.

c) Argumento sistemático. El argumento sistemático consiste en atribuir significado a una


disposición mediante su relación con otras disposiciones de leyes que versan sobre la
misma materia o, en general, con disposiciones del mismo ordenamiento jurídico.

d) Argumento lógico. El argumento lógico consiste en atribuir significado a una disposición


mediante su relación con otras disposiciones de la misma ley en que se encuentra la
disposición que debe ser interpretada.

e) Argumento conforme a los principios (espíritu general de la legislación). El argumento


conforme a los principios consiste en atribuir significado a una disposición a partir de las
orientaciones interpretativas implícitas en los principios del área del Derecho al que
pertenece la disposición a interpretar o de los principios generales del Derecho.

f) Argumento de Derecho comparado. El argumento conforme al Derecho comparado


consiste en atribuir significado a una disposición a partir del significado que a disposiciones
similares se les ha atribuido en la legislación o jurisprudencia de otros ordenamientos
jurídicos.

g) Argumento de autoridad o doctrinario. El argumento de autoridad consiste en atribuir


significado a una disposición a partir del significado que a la misma se ha dado por autores
nacionales y extranjeros.

h) Argumento axiológico. El argumento axiológico consiste en atribuir significado a una


disposición a partir de las orientaciones interpretativas implícitas en los valores que se
expresan en la Constitución.

i) Argumento del precedente. El argumento del precedente consiste en atribuir a una


disposición el mismo significado que ya se le ha dado en una sentencia anterior por parte
del mismo tribunal o de un tribunal superior.

Estos métodos o mejor dicho argumentos se podrán apreciar al revisar diversas sentencias a
lo largo del curso.

IV. Conexiones del Derecho constitucional con los Derechos internacional y comparado.

Actualmente el Derecho constitucional presenta intensas conexiones con el Derecho


internacional y con el Derecho comparado.

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En efecto, y por una parte, tanto la actividad del constituyente derivado al reformar la
Constitución, como la actividad de los órganos jurisdiccionales al interpretar las
disposiciones constitucionales tienen en cuenta las disposiciones del Derecho internacional
de los derechos humanos y la interpretación que los tribunales internacionales hacen de
esas mismas disposiciones.

Por otra parte, tanto la actividad del constituyente derivado al reformar la Constitución,
como la actividad de los órganos jurisdiccionales al interpretar las disposiciones
constitucionales tienen en cuenta las disposiciones del Derecho comparado, singularmente
las de ordenamientos jurídicos que se consideran más avanzados que el chileno.

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Capítulo II.
Introducción al estudio de la Constitución chilena. 3 sesiones.

I. Antecedentes de la Constitución chilena.

1. Etapas constitucionales.

A lo largo de su historia el ordenamiento jurídico chileno ha vivido fundamentalmente


cuatro etapas desde el punto de vista de sus textos constitucionales:

a) Entre 1811 y 1833. En este período, que puede ser denominado de ensayos
constitucionales, se dictan siete textos constitucionales, todos ellos de breve vigencia y
escaso impacto. Entre ellos se pueden distinguir los tres primeros, que declaran tener
carácter provisorio, de los otros cuatro que se dictan una vez que el país ya ha alcanzado la
independencia. Esos textos son:

1) Reglamento para el arreglo de la autoridad Ejecutiva provisoria de Chile, 1811.


2) Reglamento constitucional, 1812.
3) Reglamento para el Gobierno provisorio, 1814.
4) Constitución de 1818.
5) Constitución de 1822.
6) Constitución de 1823.
7) Constitución de 1828.

b) Constitución de 1833. La denominada <Constitución autoritaria= daba fuerte


preeminencia al Presidente de la República por sobre el Congreso Nacional, pues Diego
Portales entendía que se requería una autoridad presidencial fuerte para ordenar al país
luego de los diversos ensayos constitucionales llevados adelante.

c) Constitución de 1925. La Constitución se aprobó en medio del proceso de convulsión


social que afectaba al país en el comienzo del siglo XX, con fuertes movimientos de
trabajadores que luchan por mejorar sus condiciones laborales y económicas. El Estado
asumió progresivamente cada vez más funciones, tanto en lo productivo (crea empresas
para producir bienes y servicios, y creó sistemas de promoción de la producción de los
mismos por parte de particulares), como en lo social. Surgió la clase media,
fundamentalmente gracias al incremento del tamaño del Estado y a la aplicación de
políticas gubernamentales.

d) Constitución de 1980. Es dictada por el régimen militar y rige hasta la actualidad en el


ordenamiento jurídico chileno. Marcó el inicio de la etapa liberal en Chile, esencialmente
en lo económico, condicionando la atmósfera política y económica hasta el día de hoy, pese
a ciertos enclaves socializantes que se han insertado en el ordenamiento jurídico (por
ejemplo, en materia de seguridad social).

2. Generación de la Constitución de 1980.

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Entre 1970 y 1973 la sociedad chilena se encontraba dividida en dos bloques que postulan
divergentes modelos de sistema político, económico y social. Mientras unos pretendían
avanzar hacia una sociedad inspirada en la ideología socialista, los otros rechazaban este
modelo. Se produce una efervecencia social, en la que algunos quieren evitar los cambios y
otros quieren avanzar más rápido en ellos. En este contexto se produce el golpe militar de
1973, en virtud del cual los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y el Director
General de Carabineros asumen lo que ellos llaman <el mando supremo de la nación=, es
decir, el Poder Constituyente, el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo (decreto ley 128, de
16 de noviembre de 1973).

En lo normativo, entre septiembre y diciembre de 1973 la Junta Militar dictó casi 250
decretos leyes, lo que, según explica el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y
Reconciliación, prácticamente equivale a la cantidad de leyes dictadas durante el último
año de democracia en Chile. Esto se debió, según el mismo informe, a la concentración de
funciones estatales, a la inexistencia de oposición institucional y a los propósitos de cambio
que orientaban a la Junta y a los sectores políticos que la acompañaban. Siempre según
dicho Informe, los valores y principios que inspiraron la acción legislativa del régimen
militar en estos primeros meses fue profundamente diversa de los valores y principios que
inspiraron al ordenamiento jurídico chileno hasta entonces. En lo esencial, esos valores y
principios de la dictadura consistieron en fortalecer las facultades coactivas y sancionadoras
del Estado y en robustecer el poder de la autoridad pública en un ejercicio totalitario y
autoritario del poder.

Esa actividad legislativa tuvo por finalidad la concentración total del poder, la eliminación
de posibles focos de oposición y la dictación de una nueva Constitución.

En relación al control del poder total, la Junta Militar disolvió el Congreso Nacional
(decreto ley 27, de 1973) y el Tribunal Constitucional. Además, declaró en internato a
todos los funcionarios públicos (decreto ley 6, de 1973) y dispuso que a cualquier
funcionario se le podía poner término a su vínculo laboral en forma discresional y sin
sujeción a procedimiento alguno (decreto 22 de 1973).

Respecto de la eliminación de una posible oposición, la Junta Militar declaró


organizaciones ilícitas a todos los partidos y movimientos que adhirieran a la doctrina
marxista y ordenó que sus bienes pasaran a dominio del Estado (decreto ley 77, de 1973) y
declaró en receso los demás partidos políticos, incluidos los de la Derecha (decreto ley 78,
de 1973). Además, dispuso que los sindicatos que desearan reunirse debían indicar lugar,
día y temario de la reunión con dos días de anticipación a lo menos a la Unidad de
Carabineros más cercana, limitándo sus facultades a reuniones informativas y relacionadas
con temas internos de la organización, de modo que no podían negociar colectivamente
(decreto ley 198, de 1973). Por último, intervino en la educación superior, nombrando
<rectores delegados=, quienes eran de su confianza en cada una de las Universidades del
país, quienes concentraban la totalidad del poder de las diversas autoridades de la
respectiva institución (decreto ley 50 de 1973).

En cuanto a la dictación de una nueva Constitución, el 24 de septiembre de 1973 se nombró


una Comisión de Estudios de una Nueva Constitución, integrada por tres abogados de

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Derecha (Enrique Ortúzar, Jaime Guzmán y Sergio Diez) y uno radical (Jorge Ovalle). El 9
de octubre se incorporaron tres abogados más, uno de Derecha (Gustavo Lorca) y dos
vinculados con la Democracia Cristiana (Alejandro Silva y Enrique Evans). En noviembre
de 1973 se formalizó la existencia de esta Comisión, pues el Ministerio de Justicia dictó un
decreto supremo en virtud del cual se constituyó la Comisión de Estudios de una Nueva
Constitución. Por último, el 21 de diciembre del mismo año se integró una última abogada,
también de Derecha (Alicia Romo). Esta Comisión con los ocho integrantes mencionados
fue conocida como Comisión Ortúzar, en atención al apellido de su Presidente. En marzo
de 1977 renunciaron Alejandro Silva y Enrique Evans, y en mayo del mismo año lo hizo
Jorge Ovalle. En su reemplazo se nombró a tres abogados de Derecha: Luz Bulnes, Raúl
Bertelsen y Juan De Dios.

La función de esta Comisión fue redactar un anteproyecto de Constitución para ser


presentada al Gobierno. Es necesario destacar que esta Comisión no tenía facultades
constituyentes, por lo que no redactó el proyecto de Constitución, sino un anteproyecto.

Por otra parte, el 11 de marzo de 1974, en un documento denominado Declaración de


principios de la Junta Militar, se explicita la intención de generar una nueva Constitución
para Chile.

En 1976 la Junta Militar dictó cuatro textos de jerarquía constitucional denominados <actas
constitucionales=. El acta constitucional número 1, de 9 de enero de 1976, creó el Consejo
de Estado. Este Consejo era un órgano asesor del Presidente de la República que estaba
integrado por personas de la confianza del régimen militar y lo presidió el ex Presidente
Jorge Alessandri. La número 2, de 13 de septiembre de 1976, se denominó <Bases
esenciales de la institucionalidad chilena=. En ella se expresaron los valores y principios
básicos del orden constitucional que se deseaban implementar y su contenido se
corresponde con el Capítulo I de la Constitución de 1980, denominado <Bases de la
institucionalidad=. El acta constitucional número 3 (decreto ley 1552, de 13 de septiembre
de 1976), trató de los derechos y deberes constitucionales y su contenido se corresponde
con el Capítulo III de la Constitución de 1980. Por último, la número 4, también de 13 de
septiembre de 1976, se refiere a los estados de excepción constitucional. En ella se
establecen las circunstancias bajo las cuales, debido a ciertas situaciones política o
socialmente complejas, se pueden limitar o suspender los derechos constitucionales, y su
contenido se corresponde con el articulado que sigue al epígrafe Estados de excepción
constitucional del Capítulo IV de la constitución de 1980.

La Comisión concluyó su tarea el 18 de octubre de 1978 y presentó el anteproyecto al


Comandante en Jefe del Ejército, el que había ocupado el cargo de Presidente de la
República. Este último envió el anteproyecto al Consejo de Estado, el que entre noviembre
de 1978 y julio de 1980 lo estudió y generó un nuevo anteproyecto, en parte coincidente
con el de la Comisión Ortúzar y en parte divergente de aquél. En julio de 1980 remitió su
propuesta al Presidente de la República.

Los proyectos de la Comisión Ortúzar y del Consejo de Estado fueron entregados al


Presidente de la República y a la Junta de Gobierno. Esta última, que detentaba la función
constituyente, designó un grupo de trabajo integrado por siete personas: el Ministro del

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Interior, la Ministra de Justicia, los auditores de las tres ramas de las fuerzas armadas y de
Carabineros, y el secretario de legislación de la Junta Militar. La Junta, con el apoyo de este
grupo, redactó el proyecto de Constitución. En ella se incluyeron las disposiciones
permanentes, destinadas a regir en democracia, y los 29 artículos transitorios que
modificaban en lo sustancial las disposiciones permanentes. En efecto, en lugar de elegirse
al Presidente, se disponía que seguiría en el cargo Pinochet, que en lugar de elecciones
democráticas al cabo de los ocho años de su período presidencial se realizaría un plebiscito
para que la ciudadanía decidiera si continuaba en el cargo o se llamaba a elecciones libres,
en lugar de reinstalarse el Congreso se dispuso que la Junta ejercía las funciones de aquél, y
se incluyó un artículo 24 transitorio que otorgó amplias facultades al Presidente para privar
de sus derechos fundamentales a las personas. En virtud del mismo decreto ley 3464 de
1980, la Junta convocó a plebiscito para aprobar la Constitución.

En definitiva, la Constitución fue aprobada en un plebiscito cuya legitimidad siempre ha


sido cuestionada, y comenzó su vigencia el 11 de marzo de 1981. Es importante destacar
que, como se ve, se denomina Constitución de 1980 por el año de su aprobación y no por el
año de inicio de su vigencia.

II. Contenido de la Constitución.

En su versión original, aprobada el 11 de septiembre de 1980, la Constitución chilena


contaba con catorce capítulos. Actualmente cuenta con quince, pues el año 1998 se
intercaló un capítulo que regula al Ministerio Público.

El contenido de esos capítulos actualmente es el siguiente:

1. Capítulo I. Bases de la institucionalidad.

Contiene lo que se puede denominar valores de la Constitución. Entre ellas se alude a la


centralidad de la familia, de los cuerpos intermedios, y que el Estado está al servicio de la
persona. También se define la forma de Estado y de gobierno de Chile. Se dispone que la
soberanía tiene como límite los derechos esenciales. Se contienen las normas que permiten
sostener que Chile es un Estado de Derecho. Por último se mencionan los principios de
probidad y transparencia y que el terrorismo es contrario a los derechos humanos.

2. Capítulo II: Nacionalidad y ciudadanía.

Se regulan esencialmente tres cosas. Primero, lo relativo a nacionalidad, indicando quiénes


son chilenos (art. 10), en qué casos se pierde la nacionalidad (art. 11) y el recurso judicial a
través del cual se puede reclamar en caso de privación o desconocimiento de la
nacionalidad (art. 12).

Segundo, lo relativo a la ciudadanía, indicándose quiénes son ciudadanos, los derechos que
confiere y desde cuándo se pueden ejercer estos últimos (art. 13). También regula el
derecho a sufragio de los extranjeros y el derecho a ser elegido por parte de los extranjeros
nacionalizados conforme al art. 10 número 3 (art. 14). Luego se definen las características

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del sufragio. Por último, se regulan los casos en que el derecho de sufragio se suspende (art.
16) y los casos en que se pierde la calidad de ciudadano (art. 17).

Lo tercero que se establece es la existencia de un sistema electoral que regulará todas las
elecciones (art. 18).

3. Capítulo III: Derechos y deberes constitucionales.

Se tratan esencialmente tres cosas. En primer lugar, se establecen los derechos que la
Constitución confiere (art. 19), los que a su turno implican determinados deberes para
terceros, en algunos casos el Estado y en otros casos los particulares.

Segundo, se regulan los aspectos esenciales de dos mecanismos de tutela de los derechos
concedidos por la Constitución: la acción de protección (art. 20) y la acción de amparo (art.
21).

Por último, se regulan los deberes que la Constitución impone, específicamente la


obligación del servicio militar (art. 22) y la prohibición de los cuerpos intermedios de
intervenir en actividades ajenas a sus fines específicos, sancionando especialmente la
intervención de los partidos en las organizaciones gremiales, y viceversa.

4. Capítulo IV: Presidente de la República.

El capítulo IV trata cuatro cosas distintas. En primer lugar se regula al Presidente de la


República, fijando sus atribuciones generales (art. 24), los requisitos para ser Presidente y
la duración del período presidencial (art. 25), y los procedimientos de elección del
Presidente (art. 26) y asunción del cargo (art. 27). También se definen sus atribuciones (art.
32).

En segundo lugar se regulan los Ministros de Estado. Se les define como colaboradores
inmediatos del Presidente (art. 33), se señalan los requisitos para ser Ministro (art. 34) y las
incompatibilidades (art. 37).

En tercer lugar se regulan las bases generales de la administración del Estado,


disponiéndose la existencia de la carrera funcionaria y estableciéndose el principio de
responsabilidad del Estado (art. 38).

En cuarto lugar se trata de los estados de excepción constitucional , que son aquellas
situaciones en las que todo o parte del territorio de la república se ve enfrentado a hechos
que ponen en riesgo la seguridad del país, la salud o la vida de las personas. Bajo tal
escenario la Constitución permite que se limiten los derechos conferidos por la
Constitución (arts. 39 a 45).

5. Capítulo V. Congreso Nacional.

En el capítulo V se tratan cinco asuntos. Primero, se define que el Congreso Nacional tiene
dos cámaras (art. 46).

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Segundo, se regula lo relativo a la composición y generación de la Cámara de Diputados y


del Senado. Al efecto se dispone cuántos miembros tiene la Cámara de Diputados (art. 47)
y los requisitos para ser Diputado (art. 48). También se indica que la ley determinará
cuántos Senadores tendrá el Congreso (art. 49) y los requisitos para ser Senador (art. 50).

Tercero, se regulan las atribuciones exclusivas de la Cámara de Diputados (art. 52), del
Senado (art. 53) y del Congreso (art. 54).

Cuarto, se señala quiénes no pueden ser parlamentarios (art. 57), con qué funciones o
cargos es incompatible el de parlamentario (art. 58 y 59) y las causales de cesación en el
cargo (art. 60).

Quinto, se regula lo relativo a las leyes. Al respecto se señala cuáles materias deben ser
objeto de una ley (art. 63), se regulan Los derechos fundamentalesL (art 64), y el
procedimiento de formación de la ley (art. 65 a 75), incluyendo las clases de leyes y sus
quórum (art. 66) y la facultad de veto que se otorga al Presidente (art. 73).

6. Capítulo VI. Poder Judicial.

Se regulan las facultades del Poder Judicial (art. 76), la composición de la Corte Suprema,
la forma en que se nombran los Ministros y jueces (art. 78), y las facultades directivas,
correccionales y económicas de la Corte Suprema (art. 82).

7. Capítulos VII, VIII, IX, X y XIII. Entidades de jerarquía constitucional.

El capítulo VII regula al Ministerio Público (art. 83 a 91), el capítulo VIII al Tribunal
Constitucional (art. 92 a 94), el capítulo IX a la justicia electoral, regulando al Tribunal
Calificador de Elecciones y a los Tribunales Electorales Regionales (arts. 95 a 97), y el
capítulo X regula la Contraloría General de la República (art. 98 a 100). El capítulo XIII,
por último, se refiere al Banco Central (art. 108 y 109).

8. Capítulos XI y XII.

Los capítulos XI y XII constituyen una huella del origen de la Constitución, la que se
generó durante un régimen en que las Fuerzas Armadas y de Orden ejercieron el poder. Por
ello desearon quedar reguladas como tales (capítulo XI, art. 101 a 105) e instaladas en un
órgano inicialmente poderoso, pero que con el avance de la democracia ha perdido toda
significación (Consejo de seguridad nacional, capítulo XII, art. 106 y 107).

9. Capítulo XIV. Gobierno y administración interior del Estado.

Se regula lo relativo al Gobierno regional, que se integra con el Intendente y el Consejo


Regional (art. 100 a 115), el gobierno provincial (art. 116 y 117), y la administración local
o comunal (art. 118 a 123). También se crean los <territorios especiales= que tienen un
tratamiento jurídico especial para efectos de su gobierno y administración (art. 126 bis).

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10. Capítulo XV. Reforma de la Constitución.

Se establecen el procedimiento y los quórum requeridos para reformar la Constitución (art


127 a 129).

11. Disposiciones transitorias.

Por último, la Constitución incluye veinticinco disposiciones transitorias.

III. Principales reformas a la Constitución.

Desde el inicio de su vigencia el 11 de marzo de 1981 se han aprobado treinta y un leyes de


reforma constitucional.

A continuación se revisan las dos reformas más importantes, para mencionar luego el
contenido de las tres últimas.

1. Ley 18.825, de 17 de agosto de 1989.

La reforma de 1989 fue la primera que experimentó la Constitución desde su aprobación en


1980. Se produjo como consecuencia de la derrota del candidato único de las Fuerzas
Armadas y Carabineros a la Presidencia de la República el 5 de octubre de 1988. Las
negociaciones se llevaron entre el Gobierno militar y la Concertación Democrática, gracias
a la intermediación de Renovación Nacional. El proyecto de reforma fue sometido a
plebiscito, en el que el 85% de los ciudadanos la votó favorablemente.

La finalidad de esta reforma constitucional de 1989 fue, en general, atenuar los rasgos
antidemocráticos de la Constitución. De las cincuenta y cuatro enmiendas que incluyó, a
continuación se mencionan las diez más significativas.

1) Se incluye la siguiente disposición en el artículo 5°, inciso segundo: <Es deber de los
órganos del Estado respetar y promover tales derechos, contenidos, garantizados tanto en la
Constitución como en los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren
vigentes=. La importancia de esta reforma es que desde entonces se discute si las normas
sobre derechos humanos conferidas por el Derecho internacional tienen jerarquía
supraconstitucional, constitucional o infraconstitucional.

2) Se derogó el artículo 8°, en virtud del cual se sancionaba aquellos partidos, movimientos
y personas que profesaran la lucha de clases. La idea expresada en este artículo se trasladó
al artículo 19, número 15, sobre derecho de asociación, sancionándose ahora las conductas
de personas y asociaciones que atentaran contra el régimen democrático y no la mera
profesión de una determinada ideología (inciso sexto y siguientes del artículo 19, número
15).

3) En el artículo 23 se sustityó la incompatibilidad entre el cargo de dirigente gremial con la


militancia en un partido político, por la incompatibilidad entre el cargo de directivo

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superior de una organización gremial con el cargo directivo superior nacional o regional de
un partido político.

4) En el artículo 29 se modifican las reglas para designar al Presidente en caso de vacancia


del cargo. Antes de la reforma, el Presidente que ocupaba el cargo vacante era designado
por el Senado y duraba hasta la siguiente elección de parlamentarios. La reforma establece
que se debe distinguir si la vacancia se produce faltando dos años o más, o menos del
período presidencial. En el primer caso se llama a elección de Presidente, el que ejercerá el
cargo hasta 90 días después de la subsiguiente elección de parlamentarios. En el segundo
caso el Presidente es designado por el Congreso Pleno y dura hasta 90 días después de la
siguiente elección de parlamentarios.

5) Se suprime el número 5 del artículo 32, que facultaba al Presidente para disolver la
Cámara de Diputados por una vez durante su período presidencial.

6) Se aumenta la cantidad de circunscripciones senatoriales (art. 45). Antes de la reforma


eran una por cada una de las trece regiones entonces existentes. Tras la reforma seis
regiones se dividen en dos circunscripciones cada una, con lo que hay un total de
diecinueve circunscripciones.

7) Se disminuye el quórum de aprobación, modificación o derogación de las leyes


orgánicas constitucionales, que se reduce de tres quintos a cuatro séptimos de los
parlamentarios en ejercicio (art. 63).

8) Se incorporó al Consejo de Seguridad Nacional el Contralor General de la República, el


que se suma a los siete miembros del mencionado Consejo: Presidente de la República,
Presidente del Senado, Presidente de la Corte Suprema, Jefes de las tres Fuerzas Armadas y
de Carabineros (art. 95).

9) Se aumentó el quórum para reformar los entonces Capítulos I, III, VII, X, XI y XIV, de
tres quintos a dos tercios de los parlamentarios en ejercicio (art. 116).

10) Se estableció que el primer período presidencial posterior a la dictadura duraría cuatro
años.

2. Ley 20.050, de 26 de agosto de 2005.

La finalidad de esta reforma fue eliminar los vestiguios antidemocráticos que pervivían en
la Constitución chilena, tras quince años de democracia. Esta reforma fue posible gracias a
que los partidos de la Derecha concurrierno con sus votos a la aprobación de las enmiendas.
De las cincuenta y cuatro enmiendas que incluyó, a continuación se mencionan las diez más
significativas.

1) Se incorporan los principios de solidaridad y de desarrollo equitativo entre las regiones,


provincias y comunas del país (art. 3).

2) Se incorporan los principios de probidad y transparencia (art. 8).

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3) Se modifica la regulación de la nacionalidad por ius sanguini. En su versión original, la


Constitución distinguía dos situaciones respecto de quienes eran descendientes de chilenos
y nacían en el extranjero: los hijos de chilenos en actual servicio de la República, quienes
se consideraban para todos los efectos como nacidos en territorio chileno (art. 10, número
2), y los demás, que para obtener la nacionalidad debían avecindarse en Chile por más de
un año (art. 10, número 3). La reforma otorga un único tratamiento a los hijos de chilenos
nacidos en el extranjero y dispone que serán chilenos si sus ascendientes de primer o
segundo grado han obtenido la nacionalidad chilena en virtud de ius solis, por carta o por
gracia.

4) Se modifican las causales de pérdida de la nacionalidad (art. 11). Se sustituye la causal


consistente en haberse nacionalizado en otro país por la causal renuncia de la nacionalidad
chilena, la que sólo produce efecto si previamente la persona ha obtenido otra nacionalidad.
Además, se suprime la causal consistente en haber sido condenado por delitos contra la
dignidad de la patria o contra los intereses esenciales y permanentes del Estado.

5) En los derechos a la vida privada y a la honra (art. 19, número 4), se elimina el carácter
delictivo que se atribuye a las conductas realizadas a través de un medio de comunicación
social que atenten contra estos derechos.

6) En la acción de protección que tutela el derecho al medio ambiente libre de


contaminación se modifican los casos en que procede. Antes de la reforma sólo cabía en
contra de acciones ilegales y al mismo tiempo arbitrarias. Ahora procede tanto contra
acción como contra omisiones, pero sólo cuando sean ilegales (art. 20).

7) Se modificaron los requisitos para ser Presidente de la República. Antes de la reforma se


exigía haber nacido en el territorio de Chile y tener cuarena años. Tras la reforma se
requiere ser chileno por ius solis o por ius sanguini y tener treinta y cinco años de edad.
Además se redujo de seis a cuatro años el período presidencial (art. 25).

8) Se eliminaron lo Senadores designados (art. 45).

9) Se modificó la composición y las atribuciones del Tribunal Constitucional. En cuanto a


su integración, antes de la reforma estaba integrado por siete miembros: tres ministros de la
Corte Suprema elegidos por ella misma, uno elegido por el Presidente de la República, uno
elegido por el Senado y dos elegidos por el Consejo de Seguridad Nacional. Luego de la
reforma se integra con diez miembros: tres elegidos por el Presidente de la República,
cuatro elegidos por el Senado (dos de ellos previa propuesta de la Cámara de Diputados) y
tres elegidos por la Corte suprema.

10) Se restituyó al Presidente de la República la facultad de llamar a retiro a los


comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y de Carabineros antes que cumplan su
período de cuatro años al mando de sus instituciones. Antes de la reforma el Presidente
requería acuerdo del Consejo de Seguridad Nacional.

3. Últimas tres reformas constitucionales.

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a) Ley 20.573, de 6 de marzo de 2012.

La reforma dispone que el derecho de residir, permanecer y trasladarse de un lugar a otro


en los territorios especiales de Isla de Pascua y Juan Fernández se ejercerán de conformidad
con lo dispuesto en las leyes que regulen su ejercicio, las que deberán ser de quórum
calificado (nuevo inciso segundo del artículo 126 bis).

b) Ley 20.516, de 11 de julio de 2011.

La reforma prescribe que toda persona natural víctima de delito tiene derecho a defensa
jurídica gratuita para ejercer la acción penal, en los casos y forma establecidos por la ley
(nuevo enunciado final del inciso tercero del número 3 del artículo 19). Dispone también
que toda persona imputada de delito tiene derecho a defensa letrada proveída por el Estado,
si no nombra un abogado en la oportunidad correspondiente (inciso cuarto nuevo
intercalado en el número 3 del artículo 19).

c) Ley 20.515, de 4 de julio de 2011.

Con la finalidad de evitar que en la elección de Presidente de la República la segunda


vuelta se realice en febrero, se modifica la fecha de la elección. Antes de la reforma debía
realizarse noventa días antes del término del período presidencial en curso si caía domingo,
o el domingo siguiente en caso contrario, y la segunda vuelta cuarenta días después si caía
domingo o el domingo siguiente. De acuerdo con la reforma, la elección deberá realizarse
el tercer domingo de noviembre y la segunda vuelta, si correspondiere, se realizará el cuarto
domingo siguiente (art. 27).

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Capítulo III.
Bases de la institucionalidad.

José Luis Cea estima que el capítulo I de la Constitución, denominado Bases de la


Institucionalidad, es <el marco valórico y doctrinario del ordenamiento constitucional, es
decir, la base y orientación para su correcta interpretación e implementación=6.

I. Persona, familia, sociedad y Estado.

El Tribunal Constitucional ha sostenido respecto del artículo 1° de la Constitución que <es


de un profundo y rico contenido doctrinario que refleja la filosofía que inspira nuestra
Constitución y orienta al intérprete en su misión de declarar y explicar el verdadero sentido
y alcance del resto de la preceptiva constitucional (sentencia 19/1983, considerando 9°). La
idea se reitera en la sentencia 53/1988, considerando 12°.

Este artículo trata cuatro cosas: la concepción de la persona, la concepción de la familia, la


relación entre el Estado y los grupos intermedios y la finalidad del Estado. A continuación
se revisa cada uno de estos aspectos.

1. Concepción de la persona.

El inciso primero de la Constitución dispone: <Las personas nacen libres e iguales en


dignidad y derechos=. Este enunciado se copió de la Declaración Universal de Derechos
Humanos de 1948, que en su artículo 1° dispone: <Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben
comportarse fraternalmente los unos con los otros=. Esta última, a su turno, siguió el texto
del artículo 1° de la Declaración francesa de los derechos del hombre y del ciudadano, que
expresaba: <Los hombres nacen libres e iguales en cuanto a sus derechos=.

Pese a que la Declaración habla de <todos los seres humanos=, en la versión original de la
Constitución se utilizó la expresión <los hombres=. Esto sólo se sustituyó por <las
personas= en virtud de la ley de reforma constitucional 19.611, de 16 de junio de 1999. El
cambio no tiene efectos jurídicos, sino más bien políticos, en el sentido de igualar también
en el discurso normativo a varones y mujeres.

Para Hernán Molina el artículo 1° inciso primero expresa una concepción iusnaturalista de
la persona, porque entiende que los seres humanos tienen tres características desde que
nacen: libres, iguales en dignidad e iguales en derechos. Esa libertad, esa igualdad en
dignidad y esa igualdad en derechos no le son conferidos por el Estado, sino reconocidos
por éste. Al efecto relaciona esta disposición con el artículo 5°, inciso segundo, que
prescribe que el ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto de los
derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. También la relaciona con el

6
José Luis Cea Egaña, Derecho constitucional chileno, tomo I, Universidad Católica, Santiago de Chile,
segunda edición, 2008, p. 164.

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encabezado del artículo 19, en el que se expresa que la Constitución reconoce, no otorga, a
todas las personas los derechos que luego se indica 7.

En opinión de Verdugo, Pfefer y Nogueira, el inciso primero expresa tres valores: libertad,
igualdad y dignidad8. Es necesario reconocer que esta idea constituye una opinión
relativamente extendida en la doctrina.

Sin embargo, resulta más preciso afirmar que la Constitución dispone que los seres
humanos son libres, la igualdad en dignidad de todos ellos y la igualdad en derechos de los
mismos. Estos enunciados, además, se expresan en un sentido normativo y no en un sentido
descriptivo. Y es desde este plano que deben ser explicados.

En este sentido, cuando la Constitución enuncia que las personas nacen libres no significa
describir que en los hechos son libres, ni prescribir que normativamente deben serlo en un
sentido absoluto. Siguiendo a Alexy, que las personas sean libres significa que el Derecho
les permite hacer u omitir lo que deseen, siempre que no concurran restricciones normativas
en sentido contrario. Estas restricciones normativas pueden provenir de los derechos de
otros o de ciertos bienes o intereses que el Derecho desea proteger (el bien común, el orden
público, la seguridad de la Nación).

La dignidad es la consideración y respeto que merece una persona. Aunque la Constitución


no lo explicita, debe entenderse también que todo ser humano es digno en sí mismo, sin
relación con los demás, por lo que debe ser tratado siempre según esa dignidad. Ahora bien,
cuando la Constitución dispone que las personas nacen iguales en dignidad no está
describiendo que en los hechos son iguales en consideración y respeto, ni está prescribiendo
que en todos los casos deban ser tratadas de esa manera. Lo que está prescribiendo es que
las personas deben ser tratadas con igual consideración y respeto, siempre que coincidan en
todas sus propiedades relevantes. De este modo, si las personas no coinciden en todas sus
propiedades relevantes, entonces puede existir diverso trato entre ellas, aunque siempre
debe existir un mínimo de consideración y respeto para cada persona con independencia de
sus condiciones personales. Así, por ejemplo, entre el Presidente de la República y quien no
lo es mientras el primero esté ejerciendo el cargo, entre un juez y los abogados dentro del
tribunal, entre padres e hijos en cuanto el primero lo es de estos últimos. En tal caso si bien
todos deben ser tratados con consideración y respeto, hay especiales reglas respecto de
ciertas personas atendiendo a las circunstancias del caso.

La expresión derechos se utiliza en el sentido de derechos subjetivos, lo que alude a tres


cosas: los derechos a algo, las libertades y las potestades que cada persona tiene. Cuando la
Constitución dispone que las personas nacen iguales en derechos no está describiendo que
en los hechos cuentan con los mismos derechos, ni que normativamente los deban tener. Si
se admitiera aquello, entonces tanto el comprador como el vendedor estarían obligados a
entregar la cosa y a pagar el precio, lo que es absurdo, haría imposible la vida social e inútil

7
Hernán Molina Guaita, Derecho constitucional, LexisNexis, Santiago de Chile, sexta edición, 2006, pp. 55 a
57.
8
Mario Verdudgo Marinkovic, Emilio Pfeffer Urquiaga y Humberto Nogueira Alcalá, Derecho
constitucional, tomo I, Jurídica de Chile, Santiago de Chile, segunda edición, 2002, p. 110.

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la existencia misma del Derecho. En consecuencia, lo que se quiere decir en este caso es
que todas las personas son iguales en derechos siempre que coincidan en todas sus
propiedades relevantes. De este modo, si no coinciden en todas sus propiedades relevantes,
el ordenamiento jurídico les puede asignar diversos derechos.

2. Concepción de la familia.

El inciso segundo del artículo 1° dispone: <La familia es el núcleo fundamental de la


sociedad=. En este caso se está prescribiendo que la familia sea el núcleo fundamental de la
sociedad.

Esta disposición debe ser relacionada con el inciso quinto, en el que se dispone que es
deber del Estado proteger a la familia y proponder a su fortalecimiento. Esto implica dos
cosas. Por una parte, que el Estado no está obligado a proteger ni a fortalecer aquellas
estructuras de convivencia que no constituyan familia. Por otra parte, que debe eliminar
aquellas estructuras fácticas o jurídicas que atenten contra la familia.

El problema es que el enunciado normativo no precisa qué se entiende por familia. Por
tanto, dependiendo de la concepción que se tenga sobre la idea de familia dependerá la
conducta que debe tener el Estado respecto de las diferentes estructuras de convivencia. En
los últimos años se han producido ciertos debates respecto de si igualar a los hijos o
permitir el divorcio atentan contra la concepción de familia que tiene la Constitución. El
primero de esos problemas fue resuelto por la ley 19.585 (Diario Oficial de 26 de octubre
de 1998) y el segundo por la ley 19.947 (Diario Oficial de 17 de mayo de 2004).

El problema en actual debate es si permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo
atenta contra la familia. Si para la Constitución la familia sólo puede estar formada por una
pareja heterosexual, una ley que pretendiera reconocer la validez de uniones homosexuales
sería inconstitucional.

Este tema está en pleno debate debido al reconocimiento jurídico que han tenido las
uniones homosexuales en algunos países occidentales. Así ha ocurrido, por ejemplo,
mediante leyes en España y Argentina, y mediante decisiones jurisprudenciales en Estados
Unidos. Si en Chile se estimara que las uniones homosexuales constituyen familia en el
sentido constitucional de la expresión, el Estado estaría obligado a protegerlas y
fortalecerlas. Si, por el contrario, se considerara que atentan contra esa concepción de
familia, serían constitucionalmente inadmisibles.

3. Concepción de la sociedad.

La Constitución entiende que entre la sociedad mayor, que es el Estado, y la sociedad


menor, que es la familia, se encuentra la sociedad propiamente tal, que es diferente del
Estado y de la familia. Por tanto, no puede subsumirse en uno u otra. Además, la
Constitución entiende que la sociedad se organiza en agrupaciones de diversa clase y con
diversa finalidad: culturales, deportivas, políticas, económicas. Son los denominados
<cuerpos intermedios= o <grupos intermedios=.

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Para Alejandro Silva Bascuñán es cuerpo intermedio la pluralidad de personas


caracterizada por la voluntariedad, permanencia y unidad. En consecuencia, no es cuerpo
intermedio la persona individualmente considerada. Tampoco lo es la familia, debido a que
su conformación no es voluntaria. Se excluyen también las agrupaciones no permanentes o
accidentales, como las que provienen de una simple reunión. Por último, debe ser una
unidad, en el sentido de tener la capacidad de manifestar una voluntad común distinta de las
personas que lo integran.

Como destaca el propio Silva Bascuñán, son cuerpos intermedios tanto los que tienen
personalidad jurídica como aquellos que carecen de la misma.

El Estado tiene tres deberes respecto de estos cuerpos intermedios: reconocerlos,


ampararlos y asegurarles autonomía.

1) Reconocer significa que el Estado no los crea, sino que constata su existencia. Por tanto,
sólo puede prohibir su conformación o subsistencia si el cuerpo intermedio atenta contra el
sistema jurídico, como ocurre con las restricciones al pluralismo político.

2) Amparar significa que el Estado debe protegerlos de las amenazas de que puedan ser
objeto. Del mismo modo, debe remover los obstáculos que impiden su mejor existencia.

3) Asegurarles autonomía significa, según el Tribunal Constitucional en sentencia 184 de


1994, contar con libertad para organizarse y administrarse del modo que se quiera, fijar sus
propios fines y determinar los actos que conduzcan a su logro, todo sin injerencia de
personas, organizaciones o del propio Estado.

4. Concepción del Estado.

Según dispone la Constitución, el Estado está al servicio de la persona.

La finalidad del Estado es el <bien común=, es decir, el conjunto de condiciones que


permiten a todos y cada uno de los miembros de la sociedad su más plena realización
material y espiritual posible. El Estado debe colaborar a crear las condiciones para el bien
común

Por último, el inciso final del artículo 1° expresa algunos deberes del Estado. Ya se
mencionaron dos de ellos al tratar de la concepción de familia que tiene la Constitución: el
deber de protegerla y el deber de propender a su fortalecimiento. A ellos deben añadirse
otros cuatro:

1) Resguardar la seguridad nacional.


2) Dar protección a la población.
3) Promover la integración armónica de todos los sectores de la nación.
4) Asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de oportunidades en la
vida nacional.

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Todo esto demostraría que la Constitución entiende que el Estado debe ser muy activo en la
construcción del bien común, en la creación de condiciones de bienestar para todos y, como
medio para ello, la aplicación de políticas de redistribución de ingresos quitando a los que
tiene más para mejorar la situación de los que tienen menos.

II. Forma de Estado.

El artículo 3° de la Constitución prescribe que el Estado de Chile es unitario. Añade que su


administración será funcional y territorialmente descentralizada, o desconcentrada en su
caso, de conformidad a la ley. Por último, dispone que los órganos del Estado promoverán
el fortalecimiento de la regionalización del país y el desarrollo equitativo y solidario entre
las regiones, provincias y comunas del territorio nacional. A continuación se revisará cada
una de estas tres ideas.

1. Estado unitario.

1.1. Concepto de Estado unitario.

Existen diversas interpretaciones en la doctrina chilena para explicar en qué consiste que el
Estado sea unitario. Según algunos significa que hay un único centro de impulsión política.
Según otros, que hay un único ordenamiento jurídico. Una tercera posibilidad es entender
que existe una cuádruple unidad: de territorio, de población, de ordenamiento jurídico y de
gobierno. Así lo explica el Tribunal Constitucional en su sentencia 1669, de 15 de marzo de
2012, que en lo pertinente a continuación se transcribe:

<TRIGESIMOTERCERO: Que la expresión del artículo 3° de la Carta vigente (<El


Estado de Chile es unitario=) ha sido interpretada por los autores de la siguiente
manera:

En primer lugar, se ha interpretado como un centro único de impulsión política.

Así, Verdugo, Pfeffer y Nogueira (Derecho Constitucional, tomo I, Editorial


Jurídica de Chile, 1994, p. 115) señalan que <significa reconocer que el Estado
chileno tiene un solo centro de impulsión política, que está dado por los órganos del
gobierno central; sólo el Gobierno y el Congreso desarrollan la función legislativa,
no hay ningún otro organismo que tenga competencia legislativa=.

Por su parte, Hernán Molina (Derecho Constitucional, 6a. edición, Editorial Lexis
Nexis, Santiago, 2006, p. 65) señala que <el Estado unitario se caracteriza por tener
un gobierno político que ejerce el poder sobre todo el territorio estatal con un solo
ordenamiento constitucional y legislativo=.

Para José Luis Cea (Derecho Constitucional Chileno, tomo I, 2a. edición, Ediciones
PUC, 2008, p. 196), la fórmula reconoce que existe una cuádruple unidad: de
ordenamiento jurídico, de autoridades gubernativas, de gobernados, de territorio.

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Para Verdugo y García Barzelatto (Manual de Derecho Político, tomo I, 3a. edición,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2004, p. 152-153), <Estado unitario es aquel
que no posee más que un solo centro de impulsión política y gubernamental. Es
servido por un titular único, que es el Estado. La estructura de poder, la
organización política es única, en tanto que un solo aparato gubernamental cumple
todas las funciones estatales. Los individuos obedecen a una sola y misma
autoridad, viven bajo un solo régimen constitucional y son regidos por una
legislación común. El poder estatal se ejerce sobre todo el grupo humano que habita
el Estado, se dirige a una colectividad unificada. Las decisiones políticas obligan
por igual a todos los gobernados. Además, el Estado unitario se caracteriza porque
la organización política abarca todo el territorio estatal y rige para todo su ámbito
sin entrar a considerar las diferencias locales o regionales que pudieren existir. El
Estado unitario, por tanto, es aquel en que el poder conserva una unidad en cuanto a
su estructura, al elemento humano y al territorio sobre el cual recae=.

En segundo lugar, ha sido interpretado como la existencia de sólo un ordenamiento


jurídico. Así, Alejandro Silva Bascuñán (Tratado de Derecho Constitucional, tomo
IV, Editorial Jurídica de Chile, 1997, p. 79) sostiene, reiterando su análisis de la
Constitución del 25, que la fórmula de que Chile sea un Estado unitario <significa
que hay un solo ordenamiento jurídico positivo generado en sus órganos centrales,
aplicable a todas las personas, en la extensión de su territorio, sobre la universalidad
de materias o aspectos que pueda comprender la competencia estatal=.

De entre las explicaciones ofrecidas, parece preferible la que define al Estado unitario a
partir de la existencia de un único ordenamiento jurídico. Ello se debe, en primer lugar, a
que la expresión <centro de impulsión política= es imprecisa. Y, en segundo lugar, a que
presenta caracteres más políticos que jurídicos.

1.2. Consecuencias del carácter unitario del Estado.

Ahora bien, el carácter unitario del Estado de Chile no implica que se deban aplicar las
mismas normas a todos los habitantes del territorio. Así lo ha sostenido el Tribunal
Constitucional, siguiendo a Alejandro Silva, en su sentencia 1669 de 15 de marzo de 2012:

Textualmente sostuvo en la sentencia 1669-INA, de 15 de marzo de 2012:


<TRIGESIMOQUINTO: Que en nada se opone al carácter unitario del Estado <que ciertas
normas, por su naturaleza misma, no se apliquen a todos los miembros de la sociedad
política, sino a quienes se encuentren en las determinadas circunstancias que el legislador
considere=. Por otra parte, <tampoco se opone al carácter unitario del Estado que ciertos
mandatos puedan dictarse para que rijan únicamente en determinadas porciones del
territorio=.= (Silva Bascuñán, A., ob.cit. p. 79)=.

2. Administración descentralizada y desconcentrada.

2.1. Descentralización administrativa.

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La descentralización administrativa es un fenómeno o proceso jurídico propio de la


Administración del Estado que consiste en que el Estado crea entes con personalidad
jurídica, patrimonio y un ámbito de atribuciones propio, es decir, separado de la persona
jurídica, del patrimonio y de las potestades reunidas en el Gobierno central, sujetas a un
control sólo de supervigilancia o de tutela por parte de la autoridad central, encargadas de
atender necesidades colectivas de manera regular y continua (artículos 28 y 29, Ley
Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado).

La descentralización puede ser, como expresa el texto constitucional, funcional y territorial.

Funcionalmente descentralizada significa que a los entes administrativos se les ha


entregado un ámbito de atribuciones de manera exclusiva. Por tanto, no puede existir otro
ente administrativo con atribuciones para conocer de las mismas materias, en el mismo
sentido que el ente administrativo funcionalmente descentralizado. Por ejemplo, un ente se
encargará de fiscalizar el cumplimiento de la legislación laboral (Dirección del Trabajo) y
otro distinto se encargará de fiscalizar el cumplimiento de la legislación tributaria (Servicio
de Impuestos Internos). Aunque ambos fiscalizan, cada uno lo hace en un ámbito o materia
distinta. Así también, mientras uno fiscaliza el cumplimiento de la legislación tributaria
(Servicio de Impuestos Internos), el otro recauda los tributos (Tesorería).

Territorialmente descentralizada significa que los entes administrativos ejercen sus


atribuciones en forma exclusiva en un determinado espacio o ámbito geográfico del
territorio. Por tanto, si bien existen otros entes con atribuciones en la misma materia, no
pueden ejercer tales atribuciones sino sólo en el territorio en el que tienen competencia.
Así, por ejemplo, una municipalidad fijará normas relativas a la dirección del tránsito en las
calzadas de su comuna, mientras otra municipalidad lo hará en su propio territorio comunal.

2.2. Desconcentración administrativa.

La desconcentración administrativa es un fenómeno o proceso jurídico propio de la


Administración del Estado que consiste en que un determinado ente administrativo delega
ciertas funciones que legalmente le corresponden en órganos subalternos que forman parte
del mismo ente. En este caso el delegado actúa con la personalidad jurídica y el patrimonio
del delegante, y ejerciendo atribuciones que le corresponden a este último. Pero siempre se
está en presencia de un único y mismo sujeto de Derecho, que ha delegado ciertas
atribuciones a órganos dependientes que forman parte del mismo ente.

La desconcentración puede ser funcional o territorial.

La desconcentración funcional consiste en que parte de las atribuciones del delegante son
ejercidas por uno de sus órganos dependientes en todo el territorio. Así, por ejemplo, una de
las funciones que tiene el Ministerio de Agricultura es el estudio de la realidad
silvoagropecuaria y la planificación de las políticas que se aplicarán en este sector. Pues
bien, para cumplir dichas funciones creó la Oficina de Estudios y Planificación
Agropecuaria, ODEPA que, por cierto, actúa con la personalidad jurídica y patrimonio del
Ministerio, y ejerciendo facultades que a este último pertenecen.

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La desconcetración territorial consiste en que parte de las atribuciones del delegante son
ejercidas por uno de sus órganos dependientes en una determinada zona geográfica del país.
Por ejemplo, la Dirección del Trabajo tiene entre sus funciones la fiscalización del
cumplimiento de la legislación laboral y de seguridad social. Para el mejor cumplimiento de
esta tarea se desconcentra a nivel provincial y comunal en Inspecciones provinciales e
Inspecciones comunales, las que por cierto actúan en sus respectivos territorios utilizando
la personalidad jurídica y patrimonio de la Dirección del Trabajo y ejerciendo atribuciones
que la ley ha confiado a este ente.

3. Regionalización y desarrollo equitativo y solidario.

La Constitución dispone que los órganos del Estado promoverán el fortalecimiento de la


regionalización del país y el desarrollo equitativo y solidario entre las regiones, provincias
y comunas del territorio nacional. En consecuencia, se alude a la regionalización y a los
principios de equidad y solidaridad.

3.1. Región, provincia y comuna.

El artículo 110 de la Constitución dispone que para el gobierno y la administración interior


del Estado, el territorio de la República se divide en regiones y estas en provincias. Añade
que para los efectos de la administración local, las provincias se dividirán en comunas. En
consecuencia:

1) Las regiones son cada una de las unidades político administrativas en que se divide el
territorio nacional (art. 110). Esto significa que se le encomiendan tareas de gobierno y
administración en este nivel de división territorial

El gobierno de cada región reside en el Intendente. El Intendente es de la exclusiva


confianza del Presidente de la República, de quien es representante natural e inmediato en
la respectiva región (art. 111).

La administración superior de cada región radica en un Gobierno Regional, cuya finalidad


es el desarrollo social, cultural y económico de la región (art. 111). El Gobierno Regional
cuenta con personalidad jurídica y patrimonio propio (art. 111) y tiene atribuciones
normativas, resolutivas y fiscalizadoras (art. 113). El Gobierno Regional está integrado por
el Intendente y por el Consejo Regional (CORE) (art. 111). Según la Constitución, los
miembros del CORE deben ser elegidos en votación directa y universal (art. 113), pero aún
no se dicta la ley que implementa esta exigencia constitucional que es fruto de una reforma
introducida a la Constitución mediante la ley 20.390 (D.O. de 28 de octubre de 2009).

2) Las provincias son cada una de las unidades político administrativas en que se dividen
las regiones (art. 110). Esto significa que se le encomiendan tareas de gobierno y
administración en este nivel de división territorial (art. 110). A la cabeza de cada provincia
se encuentra la Gobernación, que son órganos territorialmente desconcentrados del
Intendente. La gobernación está a cargo de un Gobernador, que es de la exclusiva confianza
del Presidente de la República (art. 116).

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3) Las comunas son cada una de las unidades administrativas en que se dividen las
provincias (art. 110). Esto significa que se le encomiendan tareas de administración en este
nivel de división territorial. La administración de cada comuna o agrupación de comunas
corresponde a una municipalidad, la que está constituida por el Alcalde (que es su máxima
autoridad) y por el Concejo comunal (art. 118).

b) Regionalización y desarrollo equitativo y solidario.

La regionalización es el proceso a través del cual se dota de mayores atribuciones a las


regiones, tanto en lo relativo al gobierno como a la administración en su respectivo
territorio.

Que el desarrollo de las regiones, provincias y comunas deba ser equitativo significa que
debe ser igualitario, es decir, que todas ellas deben tender a un similar nivel de desarrollo
económico, social y cultural. En consecuencia, al hablar de desarrollo equitativo se alude al
objetivo o finalidad que se debe alcanzar.

Que el desarrollo de las regiones, provincias y comunas deba ser solidario significa que se
debe quitar parte de sus recursos a las que tienen un más alto nivel de desarrollo para
entregarlos a las que tienen uno menor. En otras palabras, el principio de solidaridad apunta
a la redistribución de la riqueza, esto es, de los recursos económicos. En consecuencia, al
hablar de desarrollo solidario no se alude al objetivo, sino al medio o mecanismo a través
del cual lograr similares niveles de bienestar.

III. Forma de gobierno.

El artículo 4° de la Constitución dispone que Chile es una República democrática. Ambas


características aluden a la forma de gobierno de Chile. Además, aunque no se expresa en el
mismo artículo 4°, diversas disposiciones de la Constitución permiten advertir que Chile
tiene un gobierno presidencial. En consecuencia, Chile tiene un gobierno que es una
República, es democrático y es presidencial.

La expresión <República= constituye un mandato a la forma de gobierno de Chile,


atendiendo al modo en que se accede al poder, y singularmente a la Jefatura del Estado. Se
opone a la monarquía, que es aquella forma de gobierno en el que se accede al poder
mediante el linaje, la dinastía o la herencia. En el caso de la República, se accede al poder
mediante cualquier otra vía, tales como elecciones, golpes de Estado, plebiscitos u otros. En
consecuencia, la diferencia entre la República y la monarquía no consiste en si se elige a los
representantes o no, o en si se respetan los derechos fundamentales o no.

La expresión <democrática= constituye un mandato a la forma de Gobierno de Chile,


atendiendo a la forma en que se ejerce el poder. En este caso el poder se ejerce respetando
los derechos fundamentales, con elecciones periódicas de los gobernantes por parte del
pueblo, y con separación de las diversas funciones del Estado de modo que exista
independencia entre ellos y capacidad de control recíproco. Esta forma de gobierno se
opone a la autocracia (que incluye dictaduras y gobiernos autoritarios) en los que no se
cumple ninguna de esas tres características. Por supuesto hay puntos intermedios en los que

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será difícil precisar si se trata de una democracia o de un gobierno autocrático. Por último,
están los totalitarismos, que presentan las características de las autocracias, pero además
existe un control total de la sociedad por parte del Estado, de modo que el poder político
priva o restringe las manifestaciones autónomas de la sociedad en lo religioso, sindical,
económico, educacional, cultural, etcétera.

Por último, aunque no se expresa directamente, Chile, además de ser una República
democrática, es presidencial. Esta forma de gobierno se contrapone al gobierno
parlamentario, diferenciándose ambos en la relación que existe entre Ejecutivo y
Parlamento9. Entre las diferencias existentes entre ambos se pueden destacar las siguientes:

a) Configuración del Ejecutivo. El Ejecutivo presidencial es unicéfalo (una cabeza), pues


cuenta con un solo órgano en el que simultáneamente recaen las funciones de jefatura de
Estado y jefatura de gobierno. En cambio el Ejecutivo parlamentario es bicéfalo (dos
cabezas), porque cuenta con dos órganos separados, uno a cargo de la jefatura de Estado y
la otra a cargo de la jefatura del gobierno.

b) Elección del jefe de gobierno. En el presidencial es elegido por el electorado, sea en


forma directa (como en Chile), sea en forma indirecta (como en Estados Unidos). En el
parlamentario el jefe de gobierno es elegido por los parlamentarios.

c) Duración del jefe de gobierno. En el presidencial el jefe de gobierno dura lo que


determine la Constitución, o la ley en su defecto. En el parlamentario el jefe de gobierno
dura lo que determinen los parlamentarios, que en cualquier momento pueden quitar su
confianza a quien ejerce como jefe de gobierno y botarlo del cargo.

d) Compatibilidad entre cargos de Ministro de Estado y parlamentario. Estos cargos son


compatibles en el gobierno parlamentario e incompatibles en el gobierno presidencial.

e) Derecho a voto en el Parlamento. En el sistema presidencial el Jefe de gobierno no tiene


derecho a voto en las discusiones parlamentarias, mientras que en el gobierno
parlamentario el jefe de gobierno tiene este derecho porque es un parlamentario más.

f) Disolución del Parlamento. En el presidencial el jefe de Estado no puede disolver al


parlamento. En el parlamentario el jefe de Estado sí puede disolverlo.

Es necesario hacer presente que cada una de las clases de gobierno de cada una de las tres
categorías recién mencionadas pueden mezclarse entre sí. Así, por ejemplo, puede existir
una República democrática presidencial, como el caso de Chile desde 1990. También puede
existir una República autocrática presidencial, como Perú bajo el gobierno de Alberto
Fujimori. También puede existir una República democrática parlamentaria, como el caso de

9
Atendiendo a la relación entre el Ejecutivo y el Parlamento es posible distinguir varias formas de gobierno,
tales como el de asamblea, el presidencial, el semipresidencial o semiparlamentario, y el parlamentario. Sin
embargo, para efectos del presente curso basta con diferenciar al presidencial de su opuesto directo que es el
parlamentario.

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Alemania. También se puede dar el caso de una monarqía democrática parlamentaria, como
el caso de España o Reino Unido.

IV. Soberanía.

1. Concepto de soberanía.

La soberanía fue definida por Jean Bodin, pensador francés del siglo XVI, en su obra <Los
seis libros de la República=, de 1576, como el poder absoluto y perpetuo de una República.
Se refiere a quien tiene el máximo poder de decisión al interior de un Estado, sin
contrapeso, sin que nadie se le pueda oponer o lo pueda doblegar dentro de su territorio.
Este concepto de soberanía fue ideado por Bodin para fortalecer el poder del rey frente a los
demás poderes que se le oponían, como el de otros señores feudales (condes, duques,
etcétera) y a la Iglesia, por lo que constituía un atributo del monarca que era precisamente
llamado <soberano=.

En verdad este concepto de soberanía aparece hoy debilitado fundamentalmente por dos
razones. En primer lugar, por el funcionamiento de los mercados y las finanzas mundiales.
En segundo lugar, por el Derecho internacional de los derechos humanos.

Es verdad que los Estados siguen siendo formalmente autónomos, es decir, soberanos para
decidir qué políticas adoptar, qué leyes aprobar o qué decisiones dictar. Sin embargo, esto
está relativizado por el funcionamiento del libre mercado internacional y de los créditos
internacionales, aspectos que colocan exigencias o límites a los Estados respecto de lo que
pueden hacer o no hacer. Ejemplos evidentes de ello son Portugal y Grecia en la crisis
Europea 2011-2012. Y lo mismo puede decirse respecto del Derecho internacional de los
derechos humanos, que también colocan exigencias o limitaciones a las posibilidades de
actuación de los Estados. Ejemplos evidentes de ello son el caso Atala y la tuición de sus
hijas decidido en marzo de 2012 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la
que Chile aparece condenado y deberá aplicar lo resuelto por la Corte Interamericana. Lo
mismo ocurre con la decisión del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que
estimó que, una regulación francesa que exige aparecer con la sien descubierta en
fotografías de identificación para permisos residencia –impidiendo, de esta forma, el uso de
turbantes Sikh– constituía una vulneración de la libertad religiosa protegida en el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

2. El enunciado normativo.

El enunciado normativo constitucional dispone tres cosas.

En primer lugar, se refiere al titular de la soberanía y expresa que la soberanía reside


esencialmente en la nación.

Segundo, quién ejerce la soberanía, señalándose al efecto que son el pueblo y las
autoridades que la Constitución establece. En el caso del pueblo, la soberanía sólo se ejerce
a través del plebiscito y de elecciones periódicas. Esto expresa un cierto temor hacia el
pueblo, pues debe relacionarse con el artículo 18 de la Constitución que sólo permite

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convocar a plebiscito en los casos establecidos en la propia Constitución. Por último, se


añade que ningún sector del pueblo ni individuo alguno puede atribuirse su ejercicio.

Por último se establecen las limitaciones a la soberanía, expresándose al efecto que el


ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto de los derechos esenciales
que emanan de la naturaleza humana. Añade el precepto que es deber de los órganos del
Estado respetar y promover tales derechos, contenidos tanto en la Constitución como en los
tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes. De este modo se
reconoce que al ejercerse la soberanía no se pueden vulnerar los derechos establecidos en la
Constitución y en los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren
vigentes.

La referencia a los derechos esenciales establecidos en tratados internacionales reconduce


el tema hacia el problema de la jerarquía de estos cuando contienen tales derechos. Este
problema es tratado en Derecho internacional público.

V. Estado de Derecho.

1. Elementos del Estado de Derecho.

La expresión Estado de Derecho fue acuñada por el alemán Robert von Mohl, bajo la
fórmula Rechtsstaat. En el sentido más elemental posible, el Estado de Derecho es aquel
Estado en el que el ejercicio del poder se encuentra sometido al Derecho. Pero más allá de
esta definición, parece interesante revisar cuáles son los elementos que deben concurrir o
los requisitos que deben cumplirse para afirmar que se está frente a un Estado de Derecho,
pues ello permite tener una definición más completa del mismo.

La doctrina no se encuentra conteste respecto de cuáles son los requisitos de un Estado de


Derecho. Sin embargo, hay ciertos elementos en los que coinciden la generalidad de los
autores:

1) Separación de funciones.

La separación de funciones del Estado en diversos órganos consiste en que las


competencias o potestades públicas deben entregarse a diversos órganos, para que el poder
no esté concentrado en uno solo y de este modo ninguno de ellos pueda atentar contra los
derechos de las personas.

2) Respeto de los derechos fundamentales.

3) Imperio de la ley.

El imperio de la ley alude a la investidura, ejercicio y cese en el poder de conformidad con


lo establecido en la ley. El principio de legalidad es una parte del imperio de la ley, pues se
refiere al imperio de la ley en el ejercicio del poder, por lo que se puede incluir aquí. Este
principio se complementa con el principio de responsabilidad de los órganos del Estado.

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El imperio de la ley consiste en que la ley regula el modo en que se accede al poder, la
forma en que se ejerce y las potestades que se otorgan, y el modo en que los titulares de las
funciones políticas cesan en sus cargos.

Por su parte, según Kamel Cazor, el principio de legalidad consiste en que los entes
públicos sólo pueden actuar si cuentan con una norma que se los permita, de modo que no
lo podrán hacer si carecen de ella, (legalidad en sentido positivo o vinculación positiva de
los entes públicos al Derecho) y sólo dentro de los márgenes que esa norma les permite
(legalidad en sentido negativo o vinculación negativa de los entes públicos al Derecho).

El principio de responsabilidad del Estado significa dos cosas. Primero, que el Estado debe
responder por los daños que cause por actuar al margen del ordenamiento jurídico.
Segundo, que el Estado puede ser llevado ante tribunales para que se haga efectiva esa
responsabilidad y se apliquen las sanciones que corresponda, sean civiles, penales,
administrativas o políticas.

4) Supremacía constitucional.

La supremacía constitucional significa que tanto las actuaciones de los entes públicos como
de los particulares deben someterse a lo que dispone la Constitución, tanto en sus
actuaciones que realicen como en las normas que dicten o suscriban. En sus actuaciones,
por ejemplo, al momento de seleccionar personas para un trabajo no deben discriminar. En
las normas que dicten, las leyes o contratos que se dicten o suscriban no pueden atentar
contra derechos fundamentales de terceros.

A ello se añade el control de constitucionalidad de las leyes, que expresa parte importante
de lo que significa dicha supremacía, y la estructura jerárquica del ordenamiento jurídico,
que implícitamente incluye dicha supremacía.

Aunque la doctrina también menciona otros elementos o requisitos, carecen del consenso
doctrinario necesario como para considerarlos constitutivos del Estado de Derecho.

2. Los elementos del Estado de Derecho en la Constitución chilena.

1) Principio de separación de funciones del Estado en diversos órganos.

El principio de separación de funciones del Estado en diversos órganos se expresa en el


artículo 7° inciso primero, que dispone que los órganos del Estado actúan válidamente
dentro de su competencia. De este modo implícitamente se aludiría a que los diversos
órganos tienen diferentes competencias y, por tanto, las competencias o poder del Estado se
distribuye entre esos diversos órganos.

2) Respeto de los derechos fundamentales.

El respeto de los derechos fundamentales se expresa directamente en el artículo 5°, inciso


segundo de la Constitución e indirectamente en el artículo 6°, inciso primero, que dispone

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que los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas
dictadas conforme a ella.

3) Imperio de la ley y principio de legalidad.

El imperio de la ley y el principio de legalidad se expresan en los incisos primero y


segundo del artículo 7°. En el primero de ellos se dispone que los órganos del Estado
actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su competencia
y en la forma que prescriba la ley. En el segundo se expresa que ninguna magistratura
puede atribuirse, ni aún a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o
derechos que los que expresamente se le hayan conferido en virtud de la Constitución y las
leyes.

El principio de responsabilidad, que es consecuencia del principio de legalidad, se expresa


en los incisos finales de los artículos 6° y 7°. El primero de ellos prescribe que la infracción
del artículo 6° generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley. El segundo
dispone que toda actuación en contravención a lo dispuesto en el artículo 7° es nulo y
originará las responsabilidades y sanciones que señale la ley.

4) Supremacía constitucional.

La supremacía constitucional se expresa en los incisos primero y segundo del artículo 6°.
En el primero de ellos se dispone que los órganos del Estado deben someter su acción a la
Constitución y a la ley. El segundo, que es todavía más preciso por su amplitud, prescribe
que los preceptos de la Constitución obligan tanto a los titulares e integrantes de los
óragnos del Estado, como a toda persona, institución o grupo.

VI. Probidad.

1. Antecedentes.

En los años noventa se produjeron ciertos casos de corrupción administrativa que


motivaron a los parlamentarios a promover una ley que estableciera el principio de
probidad administrativa, una precisión de las conductas exigidas por dicho principio y el
establecimiento de sanciones en caso de infracción al mismo.

Uno de esos casos es de 1993 y afectó a la empresa de refinerías de petróleos de Concón, la


que pagó 391 millones de pesos por el desmalezamiento del terreno en que tenía sus
instalaciones mientras que en los años anteriores no se había pagado más de 90 millones
por el mismo servicio.

El otro episodio se denominó <caso Dávila= que significó la pérdida de 217 millones de
dólares para Codelco entre el año 1992 y 1994. Los hechos fueron los siguientes: en 1990
Codelco inició la transacción de cobre en mercados a futuro, lo que en términos civiles más
o menos simplificados significa la venta de una cosa que no existe, pero se espera que
exista, en este caso el cobre. Para realizar estas ventas a futuro Juan Pablo Dávila, que era

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gerente de Codelco, establecía relaciones comerciales con operadores de diversos lugares


del mundo para efectuar estas transacciones a futuro. En algún momento Dávila comenzó a
favorecer a ciertos operadores, los que a cambio le depositaban ciertas cantidades de dinero
en las cuentas bancarias que el gerente tenía en las Islas Caimán. La investigación tardó
más de dos años en esclarecer los hechos y en definitiva Dávila fue condenado por la
comisión de diversos delitos.

2. Regulación.

La probidad administrativa es regulada, fundamentalmente, por la ley 19.653 en el nivel


legal y por la ley de reforma constitucional 20.050 en el nivel constitucional.

La ley 19.653 (D.O. de 14 de diciembre de 1999), denominada ley de probidad


administrativa, es el primer antecedente de la regulación de este tema. Aunque se denominó
ley de probidad administrativa, no constituye una ley que trate sistemáticamente tal materia,
sino que es una ley de reforma de otras leyes, principalmente la LOC 18.575, sobre Bases
generales de la Administración del Estado, y la ley 18.883, sobre estatuto de los
funcionarios de la Administración del Estado.

En virtud de la ley de reforma constitucional 20.050 (D.O. 26 de agosto de 2005) se


introduce el principio de probidad en la Constitución, y singularmente en su artículo 8°. El
enunciado normativo constitucional dispone: <El ejercicio de las funciones públicas obliga
a sus titulares a dar estricto cumplimiento al principio de probidad en todas sus
actuaciones=. De este modo, la Constitución no define en qué consiste el principio de
probidad, sino que señala quiénes son sus destinatarios: los titulares de las funciones
públicas.

La genérica referencia constitucional es precisada por el artículo 52 de la LOC 18.575,


sobre Bases generales de la Administración del Estado, que dispone que el principio de
probidad constituye una exigencia dirigida a todas las autoridades de la Administración del
Estado, cualquiera sea la denominación con que las designen la Constitución y las leyes, y a
los funcionarios de la Administración pública, sean de planta o a contrata.

3. Concepto.

En general la probidad consiste en la rectitud, corrección u honradez en el actuar. Como


principio administrativo la probidad administrativa está definida en el artículo 52 de la
LOC 18.575, que al efecto dispone: <El principio de la probidad administrativa consiste en
observar una conducta funcionaria intachable y un desempeño honesto y leal de la función
o cargo, con preeminencia del interés general sobre el particular=.

4. Contravenciones a la probidad.

De acuerdo con el artículo 62 de la LOC 18.575, contravienen especialmente el principio de


la probidad administrativa las conductas que en dicha disposición de precisan. Tales
conductas son, en síntesis, utilizar: la información privilegiada, el cargo, el dinero, los
bienes, los recursos, el tiempo o el personal de la institución en beneficio propio o de

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terceros. Además, eludir u omitir propuestas públicas cuando la ley lo exige, atentar contra
los principios de eficiencia, eficacia y legalidad, y hacer denuncias infundadas de atentados
a la probidad.

En particular, tales conductas son las siguientes:

1) Información reservada. Usar en beneficio propio o de terceros la información reservada o


privilegiada a que se tuviere acceso en razón de la función pública que se desempeña;

2) Posición funcionaria. Hacer valer indebidamente la posición funcionaria para influir


sobre una persona con el objeto de conseguir un beneficio directo o indirecto para sí o para
un tercero;

3) Emplear bienes. Emplear, bajo cualquier forma, dinero o bienes de la institución, en


provecho propio o de terceros;

4) Emplear recursos. Ejecutar actividades, ocupar tiempo de la jornada de trabajo o utilizar


personal o recursos del organismo en beneficio propio o para fines ajenos a los
institucionales;

5) Donativos o privilegios. Solicitar, hacerse prometer o aceptar, en razón del cargo o


función, para sí o para terceros, donativos, ventajas o privilegios de cualquier naturaleza.

Exceptúanse de esta prohibición los donativos oficiales y protocolares, y aquellos que


autoriza la costumbre como manifestaciones de cortesía y buena educación.

El millaje u otro beneficio similar que otorguen las líneas aéreas por vuelos nacionales o
internacionales a los que viajen como autoridades o funcionarios, y que sean financiados
con recursos públicos, no podrán ser utilizados en actividades o viajes particulares;

6) Asuntos o decisiones. Intervenir, en razón de las funciones, en asuntos en que se tenga


interés personal o en que lo tengan el cónyuge, hijos, adoptados o parientes hasta el tercer
grado de consanguinidad y segundo de afinidad inclusive. Asimismo, participar en
decisiones en que exista cualquier circunstancia que le reste imparcialidad. Las autoridades
y funcionarios deberán abstenerse de participar en estos asuntos, debiendo poner en
conocimiento de su superior jerárquico la implicancia que les afecta;

7) Propuesta pública. Omitir o eludir la propuesta pública en los casos que la ley la
disponga;

8) Eficiencia, eficacia y legalidad. Contravenir los deberes de eficiencia, eficacia y


legalidad que rigen el desempeño de los cargos públicos, con grave entorpecimiento del
servicio o del ejercicio de los derechos ciudadanos ante la Administración, y

9) Denuncias. Efectuar denuncias de irregularidades o de faltas al principio de probidad de


las que haya afirmado tener conocimiento, sin fundamento y respecto de las cuales se
constatare su falsedad o el ánimo deliberado de perjudicar al denunciado.

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VII. Transparencia.

1. Antecedentes.

El año 2006 Chile fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por no
entregar a un particular la información que le solicitaba relativa al caso de la forestal
Trillium. En los años noventa esta forestal adquirió 250 mil hectáreas de bosque en la
región de Magallanes, y obtuvo autorización de los órganos estatales pertinentes para
proceder a la explotación de la masa forestal. En ese contexto, ecologistas opositores al
proyecto solicitaron al Estado información relativa al proyecto que se encontraba en poder
de sus instituciones, lo que fue denegado. La justicia nacional confirmó la negativa,
rechazando la pretensión de los ecologistas de acceder a la mencionada información. Es
contra esta decisión que se acudió a la Corte Interamericana.

2. Regulación.

En medio del proceso judicial, la ley 20.050, de reforma constitucional, incorpora al


artículo 8° de la Carta Fundamental el principio de transparencia, que sienta las bases para
su posterior regulación a nivel legal.

En ese contexto, los parlamentarios de la UDI Hernán Larraín y del PPD Jaime Gazmuri
presentan un proyecto de ley para asegurar la transparencia de la información que se
encuentra en poder del Estado. Este proyecto culmina su tramitación en 1999, dando lugar a
la ley 20.285 (D.O. 20.08.2008).

3. Concepto.

El principio de transparencia es definido en el art. 4° de la ley 20.285, sobre acceso a la


información pública, en los siguientes términos: <El principio de transparencia de la
función pública consiste en respetar y cautelar la publicidad de los actos, resoluciones,
procedimientos y documentos de la Administración, así como la de sus fundamentos, y en
facilitar el acceso de cualquier persona a esa información, a través de los medios y
procedimientos que al efecto establezca la ley=.

De conformidad con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, el derecho de acceso a la


información pública es un derecho fundamental que se encuentra implícito a partir de la
relación entre los artículos 8° y 19, número 12 de la Constitución, <como un mecanismo
esencial para la vigencia plena del régimen democrático= (rol 634 de 2007, considerando
9). Esta perspectiva fue confirmada por el TC en la sentencia recaída en las causas
acumuladas roles 1732 y 1800, de 2010.

Sin embargo, en una sentencia más reciente el TC ha contradicho su anterior doctrina,


sosteniendo que el artículo 8° se limita a establecer una declaración genérica de publicidad,
pero no habla de acceso, ni de entrega, ni de transparencia. En consecuencia, en caso de
colisión entre el derecho a la vida privada y esa genérica declaración de publicidad debe
prevalecer la primera.

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4. Aplicación del principio de transparencia.

Al igual que en el caso del principio de probidad, la Constitución no define el principio de


transparencia. Más bien se limita a establecer una regla general y excepciones relativas al
mismo. En este sentido, en el artículo 8° dispone como regla general que <son públicos los
actos y resoluciones de los órganos del Estado, así como sus fundamentos y los
procedimientos que utilicen=. En cuanto a la excepción, inmediatamente a continuación
dispone: <Sin embargo, sólo una ley de quórum calificado podrá establecer la reserva o
secreto de aquéllos o de éstos, cuando la publicidad afectare el debido cumplimiento de las
funciones de dichos órganos, los derechos de las personas, la seguridad de la Nación o el
interés nacional=.

El sistema de transparencia diseñado por la ley 20.285 se edifica sobre la base de tres
pilares: transparencia activa, transparencia pasiva y control por una institución autónoma.

La transparencia activa consiste en que los órganos e instituciones del Estado deben
mantener permanentemente a disposición del público en general cierta información que la
propia ley establece. Esto se cumple manteniendo actualizada mensualmente dicha
información en la página web del respectivo órgano o institución.

La transparencia pasiva consiste en que los órganos e instituciones del Estado deben
entregar a quienes lo soliciten la información relativa a actos, decisiones, procedimientos y
fundamentos, que estén en su poder, o derivar al solicitante a la institución que
corresponda, con las excepciones señaladas en la Constitución. El plazo para entregar la
información solicitada es de veinte días, prorrogable por otros diez. En caso de negarse la
información, se puede acudir ante el Consejo para la Transparencia, que tiene un plazo de
quince días para resolver la solicitud.

Por último, para fiscalizar el cumplimiento de la transparencia activa y resolver los


problemas derivados de las peticiones de información en el ámbito de la transparencia
pasiva existe el Consejo para la Transparencia. Respecto de esta última, cualquier persona
tiene derecho de acudir ante el Consejo para exigir la entrega de información en caso que
alguna entidad pública hubiere negado el acceso a la misma. De sus resoluciones se puede
recurrir ante la Corte de Apelaciones de Santiago.

VIII. Terrorismo.

1. Concepto.

La Constitución declara que el terrorismo es por esencia contrario a los derechos humanos
y que los delitos terroristas serán siempre considerados comunes y no políticos. Sin
embargo, no ofrece una definición de lo que se entiendde por terrorismo, lo que ha sido
precisado por la ley 18.314, de 1984. De acuerdo con dicha ley, para estar en presencia de
un delito terrorista es necesario que concurran dos requisitos copulativos:

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a) Que se trate de alguno de los delitos que la propia ley menciona en su artículo 2°. Tales
delitos son:

1) El parricidio (artículo 390 del Código Penal) y el homicidio (artículo 391 del Código
Penal).

2) La castración (artículo 395 del Código Penal), las mutilaciones (artículo 396 del Código
Penal), las lesiones graves (artículo 397 del Código Penal) y las lesiones menos graves
(artículo 399 del Código Penal).

3) El secuestro, sea en forma de encierro, de detención o de retención de una persona en


calidad de rehén (artículo 141 del Código Penal) y la sustracción de menores (artículo 142
del Código Penal).

4) El envío de cartas o encomiendas explosivas que afecten o puedan afectar la vida o


integridad corporal de las personas (artículo 403 bis del Código Penal).

5) El incendio de edificios, habitados o no, barcos, ferrocarriles, fábricas, almacenes,


museos, bibliotecas, oficinas, bosques, sembrados o pastos.

6) Atentar contra la vida o integridad corporal del Jefe de Estado, las autoridades políticas,
judiciales, militares, policiales o religiosas, o de personas internacionalmente protegidas en
razón de sus cargos.

7) Colocar, lanzar o disparar bombas o artefactos explosivos o incendiarios de cualquier


tipo, que afecten o puedan afectar la integridad física de personas o causar daño.

8) La asociación ilícita cuando tenga por objeto la comisión de delitos terroristas.

b) Que en la comisión de tales delitos concurra alguna de las circunstancias indicadas en el


artículo 1° de esta ley. Tales circunstancias son:

1) Que el delito se cometa con la finalidad de producir en la población o en una parte de


ella el temor justificado de ser víctima de delitos de la misma especie, sea por la naturaleza
y efectos de los medios empleados, sea por la evidencia de que obedece a un plan
premeditado de atentar contra una categoría o grupo determinado de personas.

Se presumirá la finalidad de producir dicho temor en la población en general, salvo que


conste lo contrario, por el hecho de cometerse el delito mediante artificios explosivos o
incendiarios, armas de gran poder destructivo, medios tóxicos, corrosivos o infecciosos u
otros que pudieren ocasionar grandes estragos, o mediante el envío de cartas, paquetes u
objetos similares, de efectos explosivos o tóxicos.

2) Que el delito sea cometido para arrancar resoluciones de la autoridad o imponerle


exigencias.

2. Sanciones.

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Los delitos terroristas tienen, por mandato constitucional, al menos dos clases de sanciones:
penales y constitucionales.

a) Sanciones penales.

La Constitución establece que una ley de quórum calificado debe determinar qué conductas
se considerarán terroristas y cuál será su penalidad. Se trata de la misma ley que define el
terrorismo, esto es, la 18.314, que dispone que las sanciones establecidas por el Código
Penal para los delitos que menciona la misma ley 18.314 serán las siguientes:

1) Para la generalidad de los delitos se aplica la pena establecida en el Código Penal,


aumentada en un grado, en uno o dos grados, o en uno, dos o tres grados, dependiendo del
tipo de delito de que se trate.

2) En el caso de atentado contra edificios o medios de transporte la pena aplicable será la de


presidio mayor en cualquiera de sus grados, a menos que se produzca daño en las pesonas
en cuyo caso se aplican las sanciones del Código Penal aumentadas en uno, dos o tres
grados.

La Constitución prohibe aplicar el indulto particular a esta clase de delitos, salvo que se
trate de conmutar la pena de muerte por la de presidio perpetuo (artículo 9°, inciso final).
Además, se establece que, en caso de concederse la libertad a un imputado por delito
terrorista, la apelación debe ser conocida por la Corte de Apelaciones integrada
exclusivamente por ministros titulares (y no por abogados integrantes o por interinos) y
concederse por unanimidad (artículo 19, número 7, letra e). estas disposiciones
reemplazaron el inciso final del artículo 9°,, pues el texto original disponía la prohibición
de aplicar la amnistía y el indulto, así como la posibilidad de conceder la libertad
provisional a los imputados por esta clase de delitos, lo que era contrario a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.

b) Sanciones constitucionales.

Sin perjuicio de esas sanciones penales, regula las sanciones constitucionales que se
aplicarán a quienes incurran en esta clase de delitos. Al efecto dispone que los responsables
de estos delitos quedarán inhabilitados por el plazo de quince años para realizar las
siguientes actividades:

1) En el ámbito público: ejercer cargos públicos, sean o no de elección popular.

2) En el ámbito educacional: ser rector o director de establecimientos educacionales de


cualquier clase, y ejercer en ellos funciones de enseñanza.

3) En el ámbito periodístico: explotar un medio de comunicación social, ser director o


administrador del mismo, o desempeñar en él funciones de emisión o difusión de opiniones
o informaciones.

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4) En el ámbito de las organizaciones: ser dirigente de organizaciones políticas,


educacionales, vecinales, profesionales, empresariales, sindicales, estudiantiles o gremiales
en general.

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Capítulo IV.
Nacionalidad y ciudadanía.

I. Nacionalidad.

1. Concepto de nacionalidad.

El concepto más habitual de nacionalidad es <el vínculo jurídico que une a una persona con
un Estado determinado=. Sin embargo, esta definición tiene dos problemas, si se entiende
por vínculo jurídico un conjunto de derechos y obligaciones.

Primero, los nacionales tienen otros muchos vínculos jurídicos con el Estado distintos de su
nacionalidad. Por ejemplo, los funcionarios públicos, los contribuyentes, los que inician
una actividad económica empresarial.

Segundo, los extranjeros también pueden tener un vínculo jurídico con Estados diversos del
propio. Por ejemplo, si van a otro país y realizan actividades gravadas con tributos, o si
pretenden internar mercaderías a ese país.

En consecuencia, resulta mejor definir la nacionalidad como un atributo de la personalidad


que consiste en ser nacional de un Estado determinado. Y para saber si se es nacional de un
Estado determinado e necesario revisar el respectivo sistema jurídico, especialmente la
Constitución, como en el caso de Chile, o la ley, como en el caso de España o Alemania

2. Fuentes de la nacionalidad en doctrina.

Las fuentes de la nacionalidad son los hechos jurídicos cuyo acaecimiento confiere la
nacionalidad a una persona determinada. Se clasifican en:

a) Naturales, biológicas u originarias. El hecho jurídico que da lugar a la nacionalidad es un


hecho de la naturaleza: el nacimiento. Se distinguen ius solis, en que se adquiere la
nacionalidad del Estado en el que se nace, y el ius sanguini, en el que se adquiere la
nacionalidad de la persona de la cual se nace (filiación).

b) Legales, adquiridas o derivadas. El hecho jurídico a través del cual se adquiere la


nacionalidad es un acto jurídico: la nacionalización. Se distingue la nacionalización
voluntaria, en la que el individuo solicita adquirir una determinada nacionalidad, y la
nacionalidad por gracia, en la que el Estado confiere la nacionalidad a una persona en señal
de gratitud por sus servicios al país.

3. Fuentes de la nacionalidad en el Derecho chileno.

La Constitución chilena reconoce cuatro fuentes de la nacionalidad: el ius solis, el ius


sanguini, la nacionalización voluntaria (o por carta de nacionalización) y la nacionalización
por gracia.

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Las fuentes de la nacionalidad establecidas en los números 1, 3 y 4 del artículo 10 de la


Constitución en su actual redacción coinciden con las establecidas en los números 1, 4 y 5
de su texto original. La del número 2 considera las de los números 2 y 3 de la redacción
constitucional original, pero introduce cambios significativos. A continuación se revisarán
cada una de las mencionadas cuatro fuentes de la nacionalidad.

3.1. Ius solis.

En virtud de lo dispuesto en el artículo 10, número 1, de la Constitución son chilenos los


nacidos en el territorio de Chile.

Para acreditar el nacimiento en el territorio de la República se debe presentar un certificado


de médico o matrona que acredite el hecho del nacimiento y el lugar en que ello ha
ocurrido. Este certificado se presenta en el Registro Civil, donde se inscribe el hecho del
nacimiento.

Esta fuente de la nacionalidad en virtud de ius solis tiene dos excepciones.

a) Primero, hijo de padre o madre extranjero en actual servicio de su país. En este caso es
necesario que ambos sean extranjeros y que al menos uno esté en actual servicio de su país.
Si uno es chileno o ninguno está al servicio de su país, el hijo es chileno.

b) Segundo, los hijos de extranjeros transeúntes. Se requiere que ambos sean extranjeros y
transeúntes. En general, es transeúnte el que se encuentra de paso en Chile. En
consecuencia, si uno es chileno o uno es residente, el hijo es chileno.

El nacimiento de los hijos de extranjeros que se encuentran en alguna de las dos situaciones
mencionadas debe ser igualmente inscrito en el Registro Civil de la comuna en que tuvo
lugar el nacimiento. Sin embargo, el Oficial de Registro Civil deberá dejar constancia de la
especial circunstancia de los padres con la finalidad de advertir que, pese a haber nacido en
Chile, el inscrito es extranjero.

La Constitución señala que los hijos de extranjeros al servicio de su gobierno o transeúntes


igualmente pueden optar por la nacionalidad chilena. El procedimiento de opción está
regulado en la ley 18.005, de 1981. El interesado debe solicitar la nacionalidad dentro de un
año contado desde que cumplió veintiún años de edad, ante el Intendente o Gobernador si
está en Chile o ante un agente diplomático o consular si está en el extranjero, adjuntando
documentación que acredite que nació en Chile y que sus padres estaban al servicio de su
gobierno o eran transeúntes. José Luis Cea Egaña en su Manual de Derecho Constitucional,
tomo I, segunda edición, año 2008, p. 301, sostiene que a la luz de la ley 19.221, de 1993,
que estableció la mayoría de edad a los 18 años, <parece razonable concluir que ese plazo
fatal debe ser contado a partir del cumplimiento de esta última edad y no de los 21 años=.
Sin embargo, esta interpretación va en contra del tenor literal de la ley 18.005, lo que hace
difícil sustentarla.

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En este punto conviene hacer algunas precisiones a partir de la jurisprudencia de la Corte


interamericana de Derechos Humanos. De acuerdo con la Corte, no deben ser tratados de la
misma manera los extranjeros transeúntes y los extranjeros que se encuentran ilegalmente
en el territorio de un país desde el punto de vista del otorgamiento de la nacionalidad. En el
caso de quienes se encuentran ilegalmente en un país, <la condición del nacimiento en el
territorio del Estado es la única a ser demostrada para la adquisición de la nacionalidad, en
lo que se refiere a personas que no tendrían derecho a otra nacionalidad, si no adquieren la
del Estado en donde nacieron= (Caso de las niñas Yean y Bosico contra República
Dominicana, sentencia de 8 de septiembre de 2005, considerando 156, letra c).

En similar sentido se ha pronunciado la Corte Suprema, al establecer que no se puede


asimilar a quien tiene residencia ilegal por largo tiempo en Chile con un transeúnte. En el
caso de los primeros, sus hijos sí tienen derecho a adquirir la nacionalidad chilena, pues no
son transeúntes.

3.2. Ius sanguinis.

En virtud de lo dispuesto en el artículo 10, número 2, de la Constitución son chilenos los


hijos de padre o madre chilenos, nacidos en el extranjero, siempre que alguno de sus
ascendientes en línea recta de primer o segundo grado hayan adquirido la nacionalidad
chilena en virtud de los números 1, 3 ó 4 del mismo artículo 10.

En consecuencia, son tres los requisitos que se deben cumplir para que una persona
adquiera la nacionalidad chilena en virtud del artículo 10, número 2: (1) que su padre o su
madre sean chilenos, por cualquiera de las cuatro fuentes de la nacionalidad estatuidas en la
Constitución, (2) haber nacido en el extranjero y (3) que cualquiera de sus ascendientes de
primer o segundo grado hayan adquirido la nacionalidad chilena en virtud de los números
1, 3 ó 4 del artículo 10 de la Constitución.

Para efectos de disfrutar de esta nacionalidad el hijo nacido en el extranjero debe ser
inscrito en el registro del Consulado chileno del país en que se produjo el nacimiento. Al
formular la solicitud de inscripción, el interesado debe acompañar el correspondiente
certificado de nacimiento. El Cónsul enviará copia de esta inscripción y del respectivo
certificado de nacimiento al Ministerio de Relaciones Exteriores, quien los remitirá al
Servicio de Registro Civil de Santiago para su inscripción.

Esta fuente de la nacionalidad, denominada ius sanguini, es la que tuvo mayores cambios
respecto de la redacción original de la Constitución de 1980. En efecto, antes de la reforma
constitucional de 2005 no bastaba ser hijo de padre o madre chileno. Adicionalmente se
exigía que el padre o madre de la persona que nace en el extranjero se encuentre en actual
servicio de la República al momento del nacimiento o que el hijo de padre o madre chileno
nacido en el extranjero se avecinde por un año a lo menos en Chile. Si no se cumplía
alguno de estos requisitos adicionales, no se obtenía la nacionalidad chilena en virtud de ius
sanguini. Según se dijo, actualmente basta que el ascendiente en la línea recta en primer o
segundo grado hayan adquirido la nacionalidad chilena en virtud de los números 1, 3 ó 4
del artículo 10.

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3.3. Nacionalización voluntaria.

En el actual número 3 se contempla la nacionalidad por carta de nacionalización (o


nacionalización voluntaria). En ella se ha eliminado la exigencia de renunciar a la
nacionalidad anterior.

La ley 18.005 de 1981 y el Decreto 5.142 de 1960, del Ministerio del Interior, regulan los
requisitos para nacionalizarse. Tales requisitos son:

1) Tener veintiún años.

2) Residencia continuada por cinco años en Chile. El Ministerio del Interior califica si los
viajes al extranjero interrumpen la residencia continuada.

La nacionalidad la confiere el Presidente mediante decreto expedido a través del Ministerio


del Interior. Es facultativo para el Presidente conferir o no la nacionalidad. Sin embargo,
debe negarla a los procesados o condenados por crímenes o simples delitos y a quienes no
se encuentren en condiciones de ganarse la vida.

3.4. Nacionalización por gracia.

La nacionalización por gracia no tiene requisitos, pues es un reconocimiento a extranjeros


por sus servicios al país. Se otorga mediante ley simple.

4. Dos nacionalidades y doble nacionalidad.

Una persona puede tener doble nacionalidad o dos nacionalidades. Estas situaciones son
diversas y no deben ser confundidas.

Una persona tiene doble nacionalidad si, por cualquier razón, ha adquirido la nacionalidad
de dos Estados diversos y existe un tratado entre ambos Estados en virtud del cual se
admite que sus nacionales puedan ser, al mismo tiempo, nacionales del otro Estado. En este
caso la persona tiene las dos nacionalidades frente a cada uno de los países contratantes,
como así también frente a terceros países.

Ese es, por ejemplo, el caso de Chile y España, cuyos nacionales pueden disfrutar,
simultáneamente, de ambas nacionalidades en virtud de un tratado suscrito en 1958. El
artículo primero de este <Convenio de doble nacionalidad entre España y Chile= dispone al
efecto lo siguiente: <Los españoles nacidos en España, y recíprocamente los chilenos
nacidos en Chile, podrán adquirir la nacionalidad chilena o española, respectivamente, en
las condiciones y en la forma prevista por la legislación en vigor en cada una de las Altas
Partes contratantes, sin perder por ello su anterior nacionalidad=.

Una persona tiene dos nacionalidades si, por cualquier razón, ha adquirido la nacionalidad
de dos Estados diversos, sin que exista tratado entre ambos Estados en virtud del cual se
admita que pueden tener, simultáneamente, ambas nacionalidades. En este caso la persona
tiene sólo una nacionalidad: la del país que se la otorgó cuando se encuentre en cualquiera

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de los dos que se la otorgó, y la del país que elija cuando se encuentre en el territorio de
terceros Estados.

Así, por ejemplo, si una persona ha adquirido la nacionalidad chilena y la argentina, tendrá
la primera nacionalidad en Chile, la segunda en Argentina y la que desee de esas dos
cuando se encuentre en cualquier otro país.

5. Pérdida de la nacionalidad.

Las causales de pérdida de la nacionalidad se regulan en el artículo 11 de la Constitución,


que establece cuatro hipótesis:

a) Por renuncia. El requisito es que la persona previamente se haya nacionalizado en país


extranjero.

b) Por decreto supremo, en caso de prestación de servicios durante una guerra a los
enemigos de Chile o a sus aliados. No se precisa el carácter de los servicios. Sin embargo,
no coincidimos con Nogueira, quien señala que tales servicios pueden no ser bélicos. En
cualquier caso, debe ser durante la guerra y no antes ni después.

c) Por cancelación de la carta de nacionalización. Por decreto, al igual que en caso de


concesión de la nacionalidad voluntaria.

d) Por ley que revoque la nacionalización por gracia.

Quienes pierden la nacionalidad sólo pueden ser rehabilitados por ley.

6. Tutela de la nacionalidad.

La Constitución establece en el artículo 12 un recurso judicial rápido para tutelar la


nacionalidad. Este mecanismo opera en caso que un acto o resolución de autoridad
administrativa prive a alguien de su nacionalidad o se la desconozca. Adviértase que no
procede si la nacionalidad se ha perdido por un acto del Parlamento. En consecuencia, este
recurso procede respecto de las causales establecidas en los números 2 y 3, pero no respecto
del número 4 del artículo 11.

El afectado por sí o por cualquiera a su nombre puede acudir ante la Corte Suprema dentro
del plazo de treinta días. La Corte conoce en pleno y como jurado, es decir, resolviendo en
conciencia, esto es, sin justificar su decisión. La interposición del recurso suspende los
efectos del acto o resolución recurridos, de modo que la persona conserva (o recupera) su
nacionalidad mientras no se haya resuelto este recurso judicial por la Corte Suprema.

II. Ciudadanía.

1. Quiénes son ciudadanos.

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El artículo 13 de la Constitución señala que son ciudadanos los chilenos que hayan
cumplido dieciocho años y que no hayan sido condenados a pena aflictiva.

Respecto del tercer requisito, se requiere ser condenado por sentencia firme, pues la
privación de la ciudadanía debe ser interpretada restrictivamente. El artículo 37 del Código
Penal dispone que son penas aflictivas las iguales o superiores a los tres años y un día de
privación de libertad.

2. Derechos que confiere la ciudadanía.

El artículo 13 de la Constitución dispone que la ciudadanía confiere los derechos de


sufragio, de optar a cargos de elección popular y demás que la Constitución o la ley
confieran. A continuación se analiza cada uno de ellos.

2.1. El derecho de sufragio.

a) Concepto.

El derecho de sufragio consiste en el derecho de votar en elecciones y plebiscitos.


Adviértase que sólo se puede convocar a elecciones y plebiscitos establecidos en la
Constitución (artículo 15), lo que muestra el talante antidemocrático de la Carta
Fundamental. Por su parte la Constitución sólo establece la posibilidad de convocar a
plebiscito en tres casos. En efecto, el artículo 118 dispone que el Alcalde con acuerdo del
Concejo o a requerimiento de 2/3 de los Concejales pueden convocar a plebiscitos o
consultas populares no vinculantes en las materias que disponga la ley. Por su parte, el
artículo 128 establece el plebiscito en dos casos. Primero, prescribe que el Presidente de la
República puede vetar totalmente un proyecto de reforma constitucional, pero si las dos
cámaras del Parlamento le insisten cada una por los 2/3 de sus integrantes, estará obligado a
promulgarlo a menos que convoque a la ciudadanía a plebiscito para resolver la
discrepancia. Segundo, dispone que si el Presidente de la República observa parcialmente
un proyecto de reforma constitucional, las dos Cámaras podrán insistir en su propio texto
con el voto conforme de 2/3 de sus miembros en ejercicio y en tal caso el Presidente estará
obligado a promulgarlo a menos que convoque a la ciudadanía a plebiscito para resolver la
discrepancia.

b) Características (artículo 15).

El sufragio es personal (indelegable), igualitario (mismo valor), secreto (no puede ser
conocido por terceros) y obligatorio para los ciudadanos (artículo 15).

c) Quiénes tienen derecho a sufragio.

Los nacionales por ius solis lo tienen desde que cumplen la mayoría de edad, si no han sido
condenados a pena aflictiva. Los nacionalizados por ius sanguini y por gracia sólo tienen
los derechos de la ciudadanía (sufragio y ser elegido) desde que cumplen 18 años, si no han
sido condenados a pena aflictiva y se avecindan por un año en Chile. Los nacionalizados
por carta lo tienen tan pronto como obtienen la nacionalidad porque un requisito para

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obtenerla es tener residencia por cinco años en Chile, si son mayores de 18 años y no han
sido condenados a pena aflictiva.

d) Suspensión del derecho de sufragio.

De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 16, el derecho de sufragio se suspende en los


siguientes casos: 1) por interdicción por demencia, 2) por acusación por delito que merezca
pena aflictiva o por delito terrorista, y 3) por Sanción del Tribunal Constitucional por el
artículo 19, número 15.

2.2. El derecho de optar a cargos de elección popular.

Son cargos de elección popular los de Concejal, A alcalde, Diputado, Senador y Presidente.
Sin embargo, para este último se requiere ser chileno en virtud de lo establecido en los
números 1 ó 2 del artículo 10 de la Constitución (artículo 25).

Tienen derecho de optar a cargos de elección popular los chilenos por ius solis si son
ciudadanos y desde que cumplen las edades requeridas para los diversos cargos. Los
nacionalizados por ius sanguini y por gracia sólo tienen los derechos de la ciudadanía
(sufragio y ser elegido) si cumplen los requisitos para ser ciudadanos y, además, se
avecindan por un año en Chile. Los nacionalizados en virtud del número 3 del artículo 10
sólo podrán ejercer estos derechos transcurridos cinco años desde que están en posesión de
sus cartas de nacionalización y han cumplido los demás requisitos para ser ciudadanos
(artículo 14, inciso segundo).

2.3. Demás derechos establecidos en la Constitución y la ley.

Ejemplos de otros derechos que confiere la ciudadanía: ser funcionario público (ley 18.834,
cuyo texto refundido se fijó mediante El derecho fundamentalL 29, del Ministerio de
Hacienda, D.O. 16.3.2005, artículo 12) y ser funcionario municipal (ley 18.883, D.O.
23.9.1989, artículo 10), pues en ambos casos se exige ser ciudadano. Para ser vocal de
mesa, pues no pueden serlo los extranjeros (ley 18.700, D.O. 6.5.1988, artículo 40).

3. Pérdida de la ciudadanía.

Las causales de pérdida de la ciudadanía son (artículo 17): 1) por pérdida de la


nacionalidad, 2) por condena a pena aflictiva, y 3) por condena por delito terrorista o por
tráfico de estupefacientes si es aflictiva.

4. Derechos de los extranjeros relacionados con la ciudadanía.

Los extranjeros tienen derecho a sufragio en los casos y formas establecidos en la ley si son
mayores de dieciocho años, no han sido condenados por delito que merezca pena aflictiva y
se han avecindado por más de cinco años en Chile (artículo 14, inciso primero). Esta
residencia por cinco años puede ser anterior o posterior a la fecha en que cumple 18 años de
edad (artículo 60 de la ley 18.700).

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Los casos son todas las elecciones políticas y plebiscitos, pues la ley 18.700 les permitió
inscribirse en los registros electorales. El requisito de avecindamiento por más de cinco
años en Chile se acredita mediante certificado expedido por la Gobernación respectiva.

III. Sistema electoral.

1. Los elementos del sistema electoral.

En el sistema electoral de un determinado Estado es necesario distinguir cuatro elementos


que concurren a determinar su configuración y funcionamiento.

1) - Cuerpo electoral. Es el conjunto de personas que pueden ejercer el derecho a sufragio.


También se le denomina electores. Habitualmente se establece algún mecanismo de
inscripción (llamada inscripción electoral) para determinar quiénes integran el cuerpo
electoral. En Chile esto está regulado en la Constitución y en la ley 18.556 (D.O.
11.9.1986), orgánica constitucional de sistema de inscripción electoral y registro electoral.

2) Territorio electoral: es la unidad espacial a la que se adjudica una determinada cantidad


de escaños que deberán ser elegidos por el cuerpo electoral.

3) - Procedimiento electoral. Es el conjunto de trámites o ritualidades que determinan el


modo de preparación (inscripción de candidaturas y preparación del acto electoral),
realización (llevar a cabo el acto electoral), escrutinio (conteo de sufragios asignándolos a
las candidaturas) y calificación (determinación de los elegidos y evaluación del
procedimiento) de elecciones. En Chile esto se regula en la ley 18.700 (D.O. 6.5.1988),
orgánica constitucional de votaciones populares y escrutinios.

4) - Fórmula electoral. Es el sistema de normas que determina quién resultará elegido o


cómo se distribuirán los escaños en cada territorio electoral, en atención a la cantidad de
sufragios recibidos por cada candidato o lista de candidatos. Aunque forma parte del
procedimiento electoral, es relevante separarlo de aquél para fines expositivos. En Chile
esto se regula en la ley 18.700, orgánica constitucional de votaciones populares y
escrutinios.

2. Sistemas electorales en doctrina.

En doctrina, el territorio electoral y la fórmula electoral pueden presentar diversas formas.

a) Territorio electoral.

Desde el punto de vista del territorio electoral, los sistemas electorales pueden ser
clasificados en dos grupos.

Primero, el territorio electoral único o nacional, que consiste en que existe un solo territorio
electoral cuya extensión se identifica con la del territorio del Estado. Evidentemente, en
este caso la totalidad de los escaños a elegir son asignados al referido territorio electoral.

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Segundo, el territorio electoral múltiple, que consiste en que el territorio del Estado se
divide en varios territorios electorales. En este caso es posible que a cada territorio electoral
se asigne un escaño (sistema uninominal), dos escaños (sistema binominal) o tres o más
escaños (sistema plurinominal).

c) Fórmula electoral.

Desde el punto de vista de la fórmula electoral, es posible distinguir tres sistemas:


mayoritarios, proporcionales y de protección de minorías.

El primero es el que favorece a la mayoría, asignando la totalidad de los escaños a la lista


(partido o coalición de partidos) más votada en el respectivo territorio electoral (sistema
mayoritario). Este puede aplicarse tanto en el territorio electoral único como en el múltiple.

El segundo pretende la representación equitativa de todos los grupos políticos, asignando


una cantidad de escaños lo más cercana posible al porcentaje de votos recibidos por cada
uno de ellos (sistema proporcional). Este sólo puede aplicarse en el territorio electoral único
(que siempre elige varios escaños) o en el territorio electoral múltiple plurinominal.

El tercero pretende favorecer a las minorías estableciendo, por ejemplo, que cada lista
deberá presentar una cantidad de candidatos inferior a la totalidad de escaños a elegir en el
territorio electoral de que se trata. Otra posibilidad es asignar un mínimo de candidatos
electos a cada lista que supere un cierto porcentaje de votos, sin importar el número de
votos que obtenga.

El sistema electoral chileno, conocido como sistema binominal, en realidad no responde a


ninguna de las clases antes mencionadas. Se trata de un sistema que protege a la segunda
fuerza política más votada (sea un partido o una coalición de partidos), en perjuicio de la
primera fuerza política y de los partidos o coaliciones menos votadas. Esto se debe a que,
como sólo se distribuyen dos escaños por cada territorio electoral, la fuerza política más
votada debe obtener más del doble de sufragios que la fuerza política que le sigue en
preferencias para evitar la distribución paritaria de los escaños, lo que evidentemente es
muy difícil. Por otra parte, los partidos o coaliciones menores a las dos mayoritarias quedan
sin representación de manera inevitable.

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Capítulo V.
Derechos fundamentales.

I. El derecho a la vida.

1. El derecho a la vida en el Derecho internacional.

No resulta posible exponer aquí el extenso tratamiento dado por el Derecho internacional al
derecho a la vida, al que se asocian o vinculan una serie de derechos adicionales. Por ello se
han seleccionado aquellos más directamente vinculados con la regulación constitucional del
mismo en Chile. Por ello, y en concreto, se analizan el derecho a la vida, el aborto y la pena
de muerte, desde el punto de vista de su regulación internacional, esencialmente a la luz del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (adoptada en 1966 y vigente en Chile
desde 1972), y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (adoptada en 1969 y
vigente en Chile desde 1990).

1.1. El derecho a la vida propiamente tal.

El derecho a la vida se contempla en diversos instrumentos internacionales de derechos


humanos. <Todo individuo tiene derecho a la vida=, expresa la Declaración Universal de
Derechos Humanos (artículo 3). El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (en
adelante el Pacto), por su parte, dispone que <El derecho a la vida es inherente a la persona
humana. Este derecho estará protegido por la ley. Nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente= (artículo 6). La Convención Americana sobre Derechos Humanos (en
adelante la Convención Americana), por último, prescribe que <Toda persona tiene derecho
a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del
momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente= (artículo
4).

El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha sostenido que el derecho a la vida


es el derecho supremo respecto del cual no se autoriza suspensión alguna, ni siquiera en
situaciones que pongan en peligro la vida de la nación= (Observación general N° 6, de
1982, párrafo 1). Además, en diversos casos en que ha debido pronunciarse para resolver
una controversia en contra de ciertos Estados, reiteradamente ha sostenido que el derecho a
la vida <es el más esencial= de los derechos del Pacto.

El Comité de Derechos Humanos ha declarado también que el derecho a la vida no sólo se


vulnera cuando se atenta directamente en contra de él. Este derecho también se vulnera
cuando se amenaza o pone en peligro la vida, como en el caso de un condenado a muerte en
virtud de un proceso judicial irregular. Por otra parte, la protección del derecho a la vida
exige adoptar medidas conducentes a evitar la guerra y para la protección de la salud
pública (Observación general N° 6, de 1982, párrafos 2 y 5). En consecuencia, el derecho a
la vida impone no sólo abstenciones, sino también acciones.

1.2. La pena de muerte.

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El Derecho internacional de los derechos humanos establece una serie de reglas en lo


relativo a la aplicación de la pena de muerte:

1) Sólo procede por los delitos más graves (Pacto, artículo 6.2; Convención Americana,
artículo 4.2).

2) Sólo puede aplicarse de conformidad con leyes que estén en vigor al momento de
cometerse el delito (Pacto, artículo 6.2), es decir, vigentes con anterioridad a la comisión
del hecho (Convención Americana, artículo 4.2)

3) Sólo puede aplicarse por un tribunal competente (Pacto, artículo 6.2; Convención
Americana, artículo 4.2).

4) No se puede extender la pena de muerte a delitos que actualmente no lo contemplen


(Convención Americana, artículo 4.2).

5) No se puede restablecer la pena de muerte en los Estados que la han abolido


(Convención Americana, artículo 4.3).

6) No se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos ni por delitos comunes
conexos con aquellos (Convención Americana, artículo 4.4).

7) Todo condenado a muerte tiene derecho a solicitar el indulto o la conmutación de la pena


de muerte (Pacto, artículo 6.4) y también la amnistía, y no se podrá aplicar la pena de
muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante autoridad competente
(Convención Americana, artículo 4.6)

8) La amnistía, el indulto y la conmutación de la pena de muerte podrán ser concedidos en


todos los casos (Pacto, artículo 6.4; Convención Americana, artículo 4.6).

9) No se aplicará la pena de muerte a los menores de dieciocho años de edad (Pacto,


artículo 6.5; Convención Americana, artículo 4.5).

10) No se aplicará la pena de muerte a las mujeres en estado de embarazo (Pacto, artículo
6.5; Convención Americana, artículo 4.5).

11) No se aplicará la pena de muerte a los mayores de setenta años de edad (Convención
Americana, artículo 4.5).

1.3. El aborto.

En los tratados internacionales no hay pronunciamientos expresos respecto del aborto. Sin
embargo, hay disposiciones que se relacionan con la vida del que está por nacer.

Así, y en cuanto al momento desde el cual se debe proteger el derecho a la vida, conviene
destacar que en el caso de la Convención Americana el derecho a la vida se entiende
protegido por la ley, en general, desde el momento de la concepción. El Preámbulo de la

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Convención sobre los derechos del niño, por su parte, dispone que el niño debe contar con
la <debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento=.

Con todo, estos enunciados no pueden considerarse como un rechazo del aborto por parte
del Derecho internacional. En el caso de la Convención Americana, porque la disposición
expresa que la protección legal de la vida procede <en general= desde la concepción. Esto
da un margen a los Estados, precisamente para que puedan adoptar sus propias decisiones
respecto del aborto. Por otra parte, y en cuanto a la Convención sobre los derechos del niño,
el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha manifestado su interés en que los
Estados ayuden a las mujeres <a prevenir embarazos no deseados y para que no tengan que
recurrir a abortos clandestinos que pongan en peligro su vida= (Observación General N° 28,
de 2000, párrafo 11).

2. El derecho a la vida en la Constitución chilena.

2.1. Disposiciones constitucionales.

El artículo 19, número 1, que se refiere al derecho a la vida, incluye normas de derechos
fundamentales, algunas de las cuales conceden derechos y otras no. En particular contiene
cuatro disposiciones. La primera de ellas confiere los derechos a la vida, a la integridad
física y a la integridad síquica. La segunda, siguiendo la regulación internacional, prescribe
que la ley protege la vida del que está por nacer. La tercera manda que sólo en virtud de una
ley de quórum calificado se pueda establecer la pena de muerte. La última prohibe todo
apremio ilegítimo, lo que en Derecho internacional responde a la prohibición de torturas o
tratos inhumanos, crueles o degradantes.

2.2. Inicio de la vida.

El año 2008 el Tribunal Constitucional se pronunció sobre la constitucionalidad de la


distribución de un determinado fármaco, llamado Postinor II y popularmente denominado
<píldora del día después=. En lo que interesa a efectos del presente derecho fundamental, en
esta sentencia, de 18 de abril de 2008 y recaída en la causa rol 740-2007, se establece la
posición del mencionado Tribunal respecto del inicio de la vida humana.

Al efecto el máximo intérprete de la Constitución se preguntó si el ser concebido aunque no


nacido podía ser incluido en la categoría de <personas= a que se refieren diversas
disposiciones constitucionales. Su respuesta fue afirmativa y al respecto sostuvo que el ser
humano es un sujeto de derechos desde el momento de la concepción. Sobre el punto
expresó en el considerando quincuagésimo:

<En efecto, si al momento de la concepción surge un individuo que cuenta con toda
la información genética necesaria para su desarrollo, constituyéndose en un ser
distinto y distinguible completamente de su padre y de su madre –como ha sido
afirmado en estos autos-, es posible afirmar que estamos frente a una persona en
cuanto sujeto de derecho. La singularidad que posee el embrión, desde la
concepción, permite observarlo ya como un ser único e irrepetible que se hace
acreedor, desde ese mismo momento, a la protección del derecho y que no podría

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simplemente ser subsumido en otra entidad, ni menos manipulado, sin afectar la


dignidad sustancial de la que ya goza en cuanto persona=.

Para fundar esta firmación se apoyó tanto en la opinión de constitucionalistas chilenos (José
Luis Cea, Francisco Cumplido, Alejandro Silva Bascuñán, Humberto Nogueira y Ángela
Vivanco) como en las jurisprudencias del Tribunal Constitucional de Costa Rica y de la
Corte Suprema de la Nación Argentina. Todas estas fuentes coincidieron en sostener que la
vida humana comienza en la concepción y que desde ese momento se está frente a un ser
humano.

De este modo el Tribunal Constittucional generó una norma constitucional adscrita al


artículo 19, número 1, inciso segundo, del siguiente tenor: <La ley protege la vida del que
está por nacer desde el momento de la concepción=.

Conviene advertir que en este caso no se evaluó la constitucionalidad del uso o venta de la
píldora denominada Postinor II, sino la constitucionalidad del acto administrativo en virtud
del cual se disponía la distribución de este fármaco de manera gratuita a través del sistema
de redes asistenciales de los servicios de salud del Estado. Al efecto precisó el Tribunal
Constitucional en el considerando décimo de la mencionada sentencia:

<Lo que ha de resolver, entonces, esta Magistratura, es la constitucionalidad de las


normas contenidas en un acto administrativo que obliga a los organismos,
instituciones y funcionarios que integran la Red Asistencial del Sistema Nacional de
Servicios de Salud, tal como se indica en el Nº 4 del Decreto Supremo Nº 48, de
2007, del Ministerio de Salud, conforme al alcance con que la Contraloría General
de la República tomó razón de dicho decreto.

Se trata, como puede apreciarse de su sola lectura, de normas infraconstitucionales


dirigidas a aconsejar, prescribir y distribuir gratuitamente, por parte de órganos del
Estado, un fármaco, para cuya decisión, por cierto, este Tribunal no puede dejar de
considerar los eventuales efectos nocivos que en el derecho a la vida de las
personas, desde su concepción, pueda producir su ingesta=.

Por ello la sentencia del Tribunal Constitcional que declaró la inconstitucionalidad de la


inclusión del Postinor II en el decreto que ordenaba su distribución gratuita no impidió ni
impide la venta del mismo producto en las farmacias.

2.3. Término de la vida.

El año 1995, es decir, con anterioridad a la sentencia sobre la píldora del día después, el
Tribunal Constitucional debió pronunciarse respecto del cese de la vida humana. Esto
ocurrió a propósito de la sentencia recaída en la causa rol 220, de 13 de agosto de 1995, en
la que un grupo de Senadores impugnó la constitucionalidad de la ley de transplante de
órganos que se tramitaba en el Congreso Nacional.

En la oportunidad se debatió si el término de la vida humana se producía con el cese de la


actividad biológica del cuerpo humano, como pretendían los Senadores recurrentes, o con

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el cese total e irreversible de la actividad encefálica, como se establecía en el proyecto de


ley. En definitiva el Tribunal Constitucional sostuvo en el considerando décimo quinto de
la mencionada sentencia que la abolición total e irreversible de todas las funciones
encefálicas constituye la muerte real, definitiva, unívoca e inequívoca del ser humano.

En consecuencia, se rechazó el requerimiento de los Senadores y se declaró que el proyecto


de ley era constitucional.

De esta manera, el Tribunal Constitucional generó una norma constitucional adscrita al


artículo 19, número 1, que es del siguiente tenor: <La Constitución asegura a todas las
personas el derecho a la vida hasta el cese total e irreversible de todas las funciones
encefálicas=.

2.4. Pena de muerte.

La ley 19.734, publicada en el Diario Oficial el 5 de junio de 2001, suprimió la pena de


muerte del Código Penal, de la ley de seguridad del Estado y de algunos delitos del Código
de Justicia Militar. Fue sustituida por la de presidio perpetuo calificado. En este caso la
libertad condicional sólo puede otorgarse una vez cumplidos cuarenta años de privación de
libertad. Además, no se le puede otorgar ningún beneficio carcelario durante dicho período,
exceptuando el caso de riesgo de muerte o muerte del cónyuge, hijos o padres.

La pena de muerte se conserva sólo para ciertos delitos del ámbito militar en tiempos de
guerra. Así, por ejemplo, el artículo 244 del Código de Justicia Militar aplica la pena de
presidio mayor en su grado mínimo a muerte al militar que incurra en los delitos previstos
en los artículos 106, 107, 108 y 109 del Código Penal. Y castiga con presidio mayor en su
grado medio a muerte al militar que incurra en el delito del artículo 110 del Código Penal.

Esos artículos disponen lo siguiente:

Artículo 106. El que indujere a una potencia extranjera a hacer la guerra a Chile.

Artículo 107. El chileno que milite contra Chile bajo banderas enemigas.

Artículo 108. El que hiciere armas en contra de la independencia de Chile o su integridad


territorial.

Artículo 109. El que facilite al enemigo la entrada a territorio chileno, el que entregue
ciudades, plazas, buques, almacenes, puertos o fortalezas u otros bienes pertenecientes al
Estado y de reconocida utilidad para el progreso de la guerra, ocultar soldados o espías
enemigos, etcétera.

II. El principio de igualdad.

1. Regulación general de la igualdad en la Constitución.

La expresión igualdad tiene diversos caracteres en la Constitución.

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En primer lugar, la igualdad es un valor. Esto significa que es una cualidad que se puede
predicar de ciertas realidades que, en consecuencia, son estimables o apetecibes. Al igual
que algunos valores (como la libertad) y a diferencia de otros (como la justicia) se
encuentra expresamente positivizado en la Constitución.

En segundo lugar, la igualdad es un principio jurídico. Esto significa que se trata de un


criterio o directriz que sirve para explicar y aplicar el Derecho. Al igual que algunos valores
(como el principio de solidaridad) y a diferencia de otros (como el principio de autonomía
de la voluntad) se encuentra expresado en varias disposiciones de la Constitución.

En tercer lugar, la igualdad es un derecho fundamental o, más bien, da lugar a un conjunto


de derechos fundamentales en el ordenamiento constitucional. En este sentido es posible
distinguir entre igualdad en la ley (artículo 19, número 2), igualdad en la aplicación de la
ley (artículo 19, número 2), igualdad en la protección en el ejercicio de los derechos
(artículo 19, número 3), la igualdad en el acceso a la acciones de prevención, protección y
recuperación de la salud y de rehabilitación del individuo (artículo 19, número 9), en el
ámbito laboral (artículo 19, número 16), la igualdad en el acceso a empleos públicos
(artículo 19, número 17), en materia económica (artículo 19, número 20), y en materia
tributaria (artículo 19, número 22), entre otras.

Además, y en virtud de lo dispuesto en el artículo 5, inciso segundo, de la Constitución, la


igualdad no puede ser cabalmente comprendida sin referencia al Derecho internacional de
los derechos humanos.

En el ámbito internacional la igualdad constituye, en palabras de la Corte Interamericana de


Derechos Humanos, un principio jurídico de ius cogens, es decir, un principio establecido
por una norma imperativa de Derecho internacional general, esto es, una norma del
Derecho internacional que no admite exclusión ni modificación en su contenido.

Por otra parte, en el Derecho internacional existe cierta confusión entre el derecho a la
igualdad y la no discriminación, al punto que algunos tribunales internacionales se refieren
a ellos como si fueran un solo derecho.

Por último, en el ámbito internacional ha prevalecido la invocación de la no discriminación


por sobre el derecho a la igualdad. En el ámbito del Derecho constitucional chileno, en
cambio, ha ocurrido exactamente lo contrario, pues se invoca con más frecuencia el
derecho a la igualdad que la no discriminación.

2. Concepto del principio de igualdad.

La formulación clásica del principio de igualdad corresponde a Aristóteles y expresa que la


igualdad exige tratar de la misma manera a lo igual y de diversa manera a lo desigual. Esta
definición está integrada por dos prescripciones. La primera exige tratar de la misma
manera a lo igual, mientras la segunda exige tratar de diversa manera a lo desigual.

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Las dos partes de esta formulación clásica tienen un problema. El primero de ellos consiste
en dilucidar qué es lo igual y qué es lo desigual. El segundo problema consiste en precisar
qué significa tratar de la misma manera y qué significa tratar de diversa manera.

Para resolver el primer problema es necesario definir qué se entiende por igualdad. Una
mejor comprensión del significado de esta última recomienda atender a la distinción
efectuada por Comanducci entre identidad, igualdad y semejanza. La expresión identidad se
utiliza cuando se está frente a dos elementos que coinciden en la totalidad de sus
propiedades. Se habla de igualdad cuando los elementos en comparación coinciden en la
totalidad de sus propiedades relevantes, sin que importe si existe coincidencia o divergencia
entre las propiedades irrelevantes. Por último, se emplea la expresión semejanza cuando los
elementos en comparación coinciden en al menos una de sus propiedades relevantes y
divergen en al menos una de sus propiedades relevantes. De este modo, lo igual y lo
desigual están determinados por las propiedades relevantes. Si los elementos coinciden en
todas ellas, entonces son iguales. Si divergen en una o más de sus propiedades relevantes,
entonces son desiguales.

En cuanto al segundo problema, tratar de la misma manera consiste en otorgar el mismo


tratamiento jurídico (Vivanco), esto es, atribuir las mismas consecuencias jurídicas
(Brieskorn), es decir, conferir los mismos derechos e imponer las mismas obligaciones.
Tratar de diversa manera, por el contrario, consiste en otorgar diverso tratamiento jurídico,
esto es, atribuir diversas consecuencias jurídicas, lo que significa conferir diversos derechos
e imponer distintas obligaciones.

La respuesta a los dos problemas permite generar una definición desarrollada o extensa del
principio de igualdad, que es la siguiente: el principio de igualdad exige tratar de la misma
manera, es decir, atribuyendo las mismas consecuencias jurídicas, a lo igual, esto es, a los
elementos que coincien en la totalidad de sus propiedades relevantes, y tratar de diversa
manera, es decir, atribuyendo diversas consecuencias jurídicas, a lo desigual, esto es, a
elementos que divergen en una o más de sus propiedades relevantes.

3. Características del principio de igualdad.

a) Es una expresión del ámbito deontológico y no del fáctico 10. En efecto, aquella no
describe un estado de cosas, no alude a la realidad, a cómo se presentan los hechos en el
mundo11. No nos dice si los seres humanos, las cosas o las situaciones son efectivamente

10
En similar sentido, Atienza opone la igualdad de trato (lo que aquí se ha llamado igualdad en el plano
jurídico) a la igualdad de características (lo que aquí se ha denominado igualdad fáctica). (ATIENZA, Manuel,
Introducción al Derecho, segunda reimpresión, Fontamara, México, 2003, p. 94).
11
En el mismo sentido, expresa Calsamiglia: <el principio de igualdad es un concepto normativo. Cuando
decimos que todos los hombres son iguales no estamos describiendo lo que ocurre en el mundo, que todos los
hombres tienen más o menos las mismas capacidades o el mismo talento, sin distinciones de razas o de sexos
(...). El principio de igualdad no es un principio descriptivo de la realidad social, sino que es una exigencia,
nos indica cómo deben ser los hombres en una sociedad justa= (CALSAMIGLIA, Albert, <Sobre el principio de
igualdad=, en MUGUERZA, Javier, y otros, El fundamento de los derechos humanos, Debate, Madrid, 1989, p.
98).

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iguales, sino que exige tratarlas de la misma manera en cuanto son iguales y tratarlas de
diversa manera en cuanto son desiguales.

b) Es un concepto relacional. Siempre implica la comparación entre dos o más elementos,


que se denominan <pares en comparación=. De este modo, el principio de igualdad está
involucrado cuando se confiere algo a alguien y no se confiere ese algo a todos los demás
que se encuentran en la misma situación. En consecuencia, la infracción al principio de
igualdad se verifica cuando la lesión resulta de la diferencia de trato de los iguales o del
igual tratamiento de los desiguales (ejemplo, otorgo mayor remuneración a varones que a
mujeres, pues en este caso la lesión del derecho no proviene de pagar una determinada
remuneración, sino del hecho de pagar más a unos que a otros en consideración a su sexo).
Si la lesión del derecho se produce con independencia de lo que ocurra con los demás,
entonces no está involucrada la igualdad (ejemplo, cuando se paga una cantidad inferior al
ingreso mínimo, la lesión se produce sin necesidad de mirar qué ha ocurrido con el monto
pagado a los demás).

c) Es un concepto relativo. Esto significa que su aplicación está condicionada por la época
y el lugar en el que se formula. En efecto, lo que en un momento determinado fue lo
desigual, puede que en otro momento sea lo igual, y viceversa. En consecuencia, puede que
en un momento el principio de igualdad exija tratar de diversa manera a elementos que en
otro momento deban ser tratados de la misma manera. Ejemplo, hijos nacidos dentro y
fuera de matrimonio.

4. Clasificación del principio de igualdad.

a) Igualdad por equiparación y por diferenciación.

La igualdad por equiparación consiste en tratar de la misma manera a lo igual. La igualdad


por diferenciación consiste en tratar de diversa manera a lo desigual. En el primer caso el
principio de igualdad se cumple otorgando el mismo tratamiento. En el segundo caso,
otorgando diverso tratamiento. Como se puede advertir, se trata de las dos partes de la
definición del principio de igualdad.

b) Igualdad en el contenido de la ley y en la aplicación de la ley.

La distinción entre igualdad en el contenido de la ley e igualdad en la aplicación de la ley


ha sido recogida por autores nacionales, en algunos casos bajo las fórmulas de igualdad
ante la ley e igualdad ante la justicia, respectivamente12, y en otros bajo las expresiones
igualdad en la ley e igualdad ante la ley, también respectivamente13.

12
Verdugo y Pfeffer en VERDUGO MARINKOVIC, Mario, PFEFFER URQUIAGA, Emilio, y NOGUEIRA ALCALÁ,
Humberto, Derecho constitucional, tomo I, segunda edición, Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 2002, pp.
214 y 217; y MOLINA GUAITA, Hernán, Derecho constitucional, LexisNexis, Santiago de Chile, 2006, pp. 260
y 262, coinciden en distinguir entre igualdad ante la ley e igualdad ante la justicia.
13
En este sentido, CEA EGAÑA, José Luis, Derecho constitucional chileno, tomo II, Ediciones Universidad
Católica de Chile, Santiago de Chile, 2004, p. 141; y FIGUEROA, Igualdad, cit., nota n. 19, p. 34, aunque este
último utiliza indistintamente las expresiones igualdad ante la ley e igualdad en la aplicación de la ley.

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Desde el punto de vista conceptual, la igualdad en el contenido de la ley constituye una


prescripción dirigida al legislador y consiste en que las normas legisladas deben tratar de la
misma manera a los iguales y de diversa manera a los desiguales. La igualdad en la
aplicación de la ley, por su parte, es una prescripción dirigida al órgano que ejerce
jurisdicción y consiste en que las decisiones judiciales deben aplicar el Derecho de la
misma manera a los iguales y de diversa manera a los desiguales.

c) Igualdad y discriminación.

Entre el principio de igualdad y el principio de no discriminación existe una relación


estrecha, aunque no son lo mismo. Para explicar esta relación es necesario esclarecer,
previamente, qué significa discriminar.

La expresión discriminar tiene tres acepciones. Una primera es neutral y es sinónimo de


distinguir, de diferenciar, sin valorar esto como algo bueno o malo. La segunda es
valorativa en sentido positivo y alude a una capacidad intelectual de distinguir entre
productos de diversas calidades y elegir el mejor entre ellos. La tercera es valorativa en
sentido negativo y consiste en establecer una diferencia de trato injusta, arbitraria, carente
de justificación, irracional o desproporcionada. Esta última es la significación habitual de la
expresión en el ámbito jurídico.

Pues bien, el principio de no discriminación prohíbe establecer diferencias de trato entre los
iguales. De este modo, constituiría una aplicación de la primera parte del principio de
igualdad (la igualdad por equiparación), pero bajo fórmula de prohibición. En efecto,
mientras la primera parte del principio de igualdad exige tratar de la misma manera a lo
igual, el principio de no discriminación prohíbe tratar de diversa manera a lo igual. En
consecuencia, el principio de no discriminación constituiría una aplicación o explicación de
la primera parte del principio de igualdad, pero bajo la modalidad de prohibición.

Sin embargo, en los últimos años algunos autores han comenzado a sostener que también
existe discriminación cuando se trata de la misma manera a lo desigual. Es lo que se
denomina discriminación por indiferenciación, aunque también se han empleado las
expresiones <discriminación por indiscriminación= y <desigualdad por indiferenciación 14.
Sin embargo, en este caso no se trata del principio de no discriminación, sino de un
principio que puede ser denominado de no discriminación por indiferenciación y que
prohibiría tratar de la misma manera a lo desigual. Este principio de no discriminación por
indiferenciación constituiría una aplicación o explicación de la segunda parte del principio
de igualdad (la igualdad por diferenciación), pero bajo la modalidad de prohibición.

En síntesis, el principio de no discriminación no es lo mismo que el principio de igualdad,


sino sólo una aplicación de la primera parte de este último desde la modalidad de
prohibición. De este modo, la exigencia de tratar de la misma manera a lo igual y la
prohibición de discriminar expresan una misma idea. En otras palabras, cuando se infringe
la igualdad por equiparación se está vulnerando el principio de no discriminación.

14
Ver COBREROS (2007) pp. 71-114. La misma distinción entre estas dos clases de discriminación se puede
encontrar en FERNÁNDEZ (2001), especialmente pp. 55-57.

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No obstante, el principio de no discriminación no abarca la segunda parte del principio de


igualdad. Cuando se vulnera este último, es decir, cuando se trata de la misma manera a lo
desigual, la doctrina ha explicado que se ha incurrido en discriminación por
indiferenciación. Sin embargo, en tal caso no se puede afirmar que se ha vulnerado el
principio de no discriminación, porque no se han establecido diferencias de trato injustas o
carentes de justificación, sino que precisamente ha faltado establecer una diferencia de
trato.

5. Manifestaciones del principio de igualdad en la Constitución.

El principio de igualdad se singulariza a través del derecho a la igualdad y de la prohibición


de discriminar en diversas disposiciones a lo largo de la Constitución. A continuación se
revisan algunas de las disposiciones en que se alude al mismo.

a) Igualdad en la ley.

La doctrina y la jurisprudencia anclan el principio general de igualdad en el artículo 19,


número 2, y de aquí arranca también la prohibición de discriminar que se dirige a los
particulares, según han sentenciado reiteradamente los tribunales ordinarios.

b) Igual protección en el ejercicio de los derechos (artículo 19, número 3, inciso primero).

c) Igualdad en el ámbito laboral.

La Constitución prohíbe, en el inciso tercero del artículo 19, número 16, la discriminación
en materia laboral. Sin embargo, permite establecer diferencias de trato basadas en la
idoneidad o capacidad del trabajador, así como exigir la nacionalidad chilena o establecer
límites de edad para desarrollar ciertas actividades.

Es importante destacar que esta prohibición de discriminar no se encuentra tutelada por la


acción de protección del artículo 20 de la Constitución. Sin embargo, las infracciones a este
derecho constitucional pueden ser igualmente protegidas a través del artículo 19, número 2,
que expresa el principio general de no discriminación. Así lo ha interpretado la
jurisprudencia.

d) Igual posibilidad de acceso a las funciones y empleos públicos.

En el artículo 19, número 17, la Constitución asegura a todas las personas: La admisión a
todas las funciones y empleos públicos, sin otros requisitos que los que impongan la
Constitución y las leyes. Se trata de una disposición que establece un mandato dirigido a
quienes intervienen en los procesos de selección de postulantes a funciones o empleos
públicos. Dicho mandato ordena otorgar igual tratamiento a todos los tales postulantes, sin
considerar a su respecto más requisitos que aquellos establecidos por el ordenamiento
jurídico. La disposición supone, por cierto, que las normas de dicho ordenamiento son
igualmente respetuosas del principio de igualdad, es decir, que tratan de la misma manera a
lo igual y de diversa manera a lo desigual.

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e) Igual tratamiento del Estado en materia económica (artículo 19, número 20).

6. El juicio de igualdad.

Cuando se habla del juicio de igualdad se alude a un análisis o evaluación respecto de si


dos elementos deben ser tratados de la misma manera por ser iguales o de diversa manera
por ser desiguales.

Para determinar si se debe tratar de la misma manera o de diversa manera es necesario, en


primer lugar, determinar si los elementos en comparación son iguales o desiguales. Esto
implica, según se ha dicho, analizar sus propiedades relevantes. La consideración de las
propiedades de los elementos en comparación es, en consecuencia, el punto de partida del
juicio de igualdad.

Las propiedades deben ser relevantes, pero no en abstracto, sino por referencia a un
determinado tratamiento. Así, por ejemplo, no interesa la propiedad consistente en tener
nacionalidad chilena en sí misma, sino para efectos de determinar si se le otorgará el
derecho a sufragio o el derecho a trabajar en Chile. De este modo, las propiedades son
relevantes o irrelevantes en relación con un determinado tratamiento, es decir, con relación
a determinadas consecuencias jurídicas. El juicio de igualdad no consiste, por tanto, en
analizar si una cierta propiedad es relevante en sí misma, sino en relación con ciertas
consecuencias jurídicas.

El juicio de igualdad exige, por tanto, atender a las propiedades de los elementos en
comparación y considerarlas respecto de un tratamiento específico. Para este efecto es
necesario atender a las razones que se aducen para formular un juicio de relevancia. De este
modo, una propiedad será relevante para un determinado tratamiento si existen razones que
lo justifiquen y, por el contrario, será irrelevante si existen razones que justifican esta otra
opción. Por tanto, se está en presencia de un problema de argumentación.

En síntesis, el juicio de igualdad consiste en analizar si dos elementos en comparación


deben ser tratados de la misma manera por ser iguales o de diversa manera por ser
desiguales, lo que se determina evaluando las razones que se dan para estimar que una
cierta propiedad es relevante para un determinado tratamiento.

Ahora bien, como el juicio de igualdad es siempre una evaluación del tratamiento otorgado
a pares en comparación, la identificación de las propiedades y del tratamiento debe hacerse
considerando cuáles son los pares en comparación. Por ejemplo, si a una persona no la
dejan entrar en un bar por ser menor de edad y a otra sí por ser mayor de edad, entonces la
propiedad relevante para la diferencia de trato es la edad. Si a un varón le permiten entrar y
a una mujer no se lo permiten, entonces la propiedad relevante es el sexo. En ambos casos
se está considerando algo que es discutible si se debe considerar o no para efectos del
tratamiento en cuestión.

Un par de ejemplos ayudarán a comprender cómo se aplica el juicio de igualdad.

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Voto de los chilenos en el extranjero. Gobierno y oposición están de acuerdo en conceder


derecho a sufragio a los chilenos que viven en el extranjero. Sin embargo, difieren respecto
de si se les debe exigir visitar el país cada cierto tiempo. La propiedad consistente en visitar
el país cada cierto tiempo es una propiedad relevante para el Gobierno (pues quienes tengan
esa propiedad pueden sufragar en el extranjero y los que no la tengan no pueden sufragar en
el extranjero) e irrelevante para la oposición (pues no importa si visitan el país cada cierto
tiempo, se les debe conceder el derecho a sufragar en el extranjero).

Uso de un motel por una pareja de lesbianas. Tanto el dueño del motel como las lesbianas
que alegan discriminación están de acuerdo en el derecho de las parejas homosexuales de
utilizar moteles. No obstante, discrepan respecto de si pueden utilizar el mismo motel que
las parejas heterosexuales o si deben utilizar exclusivamente moteles para parejas
homosexuales.

7. El principio de igualdad en el Derecho internacional.

La igualdad y la no discriminación son principios fundamentales del Derecho internacional


de los derechos humanos, según lo muestra su consagración en diversos instrumentos
internacionales tanto universales 15 como regionales16. Sin embargo, el que ha logrado
mayor fortuna o prevalencia es el principio de no discriminación, es el que se desarrollará a
continuación.

En el Derecho internacional de los derechos humanos tanto el Comité de Derechos


Humanos de Naciones Unidas como la Corte Interamericana de Derechos Humanos han
entendido por diferencia de trato toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que
carece de criterios razonables y objetivos.

La prohibición de la discriminación se aplica en dos sentidos. Por una parte, para evitar
diferencias de trato en el disfrute de derechos estatuidos por los instrumentos
internacionales. En tal caso, los requisitos de una discriminación son tres: diferencia de
trato, falta de criterios razonables y objetivos, y afectación en el disfrute de derechos
estatuidos en tratados internacionales. Por otra parte, para evitar injustificadas diferencias
de trato en cualquier ámbito, sin referencia a otros derechos. En tal caso los requisitos de
una discriminación son dos: diferencia de trato y falta de criterios razonables y objetivos.
Así lo han establecido el Comité de Derechos Humanos, el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales y la Corte Interamericana.

Las categorías sospechosas son ciertas propiedades 17, características18, rasgos19 o


condiciones20 predicables de las personas que en los hechos o en el Derecho han estado

15
Artículo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 2 del Pacto, artículo 1 de la
Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, artículo 1 de la
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, artículo 2 de la
Convención de los derechos del niño y artículo 2 de la Convención sobre los derechos de las personas con
discapacidad.
16
Artículo II de la Declaración Americana de los derechos y deberes del hombre y artículos 1 y 24 de la
Convención Americana.
17
La expresión propiedades es utilizada en ALEXY (2001) pp. 384 y ss.

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históricamente relacionadas con un trato discriminatorio 21, como el sexo o la raza. Su


importancia es que exigen una argumentación reforzada, pues son indiciarias de
discriminación si se utilizan como criterio de distinción.

No resulta posible sostener que la prohibición de discriminar se subordina a alguno de los


demás derechos conferidos por el Derecho internacional. De hecho incluso se podría
afirmar que se encuentra en un nivel preferente respecto de otros derechos si se considera
que se trata de un principio de ius cogens. En efecto, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos ha sostenido de manera categórica que el principio de no discriminación
<pertenece al jus cogens, puesto que sobre él descansa todo el andamiaje jurídico del orden
público nacional e internacional=. Precisando esta perspectiva, ha añadido que <es un principio
fundamental que permea todo ordenamiento jurídico=. Por ello, concluye, en la actualidad <no
se admite ningún acto jurídico que entre en conflicto con dicho principio fundamental=22.

8. Regulación infraconstitucional de la igualdad.

8.1. Ley 19.253, denominada ley indígena.

Se trata de la ley 19.253, de 1993, que establece normas sobre protección, fomento y
desarrollo de los indígenas, y crea la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena.

El artículo 8° de la ley 19.253 (1993) dispone que se considera falta la discriminación


manifiesta e intencionada en contra de los indígenas, en razón de su origen y su cultura.

En 1998 se presentó un caso que encuadra en esta disposición. Se trató de Bernardita


Calfuqueo Llancamán, quien era asistente social en un consultorio de la comuna de
Lumaco. Durante el ejercicio de sus funciones sufrió diversos actos discriminatorios que
afectaban su dignidad de mujer y de mapuche. Esta actitud se expresó en un constante trato
descortés y grosero, manifestado en comentarios directos e indirectos sobre su persona, su
condición de mapuche, su apoyo explícito a las reivindicaciones del Pueblo Mapuche y su
calidad profesional. El acto más flagrante consistió en la negación al pago de ciertas
prestaciones que le correspondían en su calidad de funcionaria, por parte de la encargada
del personal, Nelvia Kroll Polanco.

18
El término características es empleada en COMANDUCCI (1999) pp. 84 y ss.
19
La palabra rasgos es utilizada en RUBIO (1991) pp. 9-38.
20
Las expresiones <condición= y <condición social= son las habitualmente empleadas en el Derecho
internacional de los derechos humanos. Al respecto ver, por ejemplo, el artículo 2 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos, los artículos 2 y 26 del Pacto, el artículo 2 de la Convención de los derechos del niño
y los artículos 1 y 24 de la Convención Americana.
21
En este mismo sentido, la Corte Constitucional colombiana ha explicado en la sentencia T-1258/08, de 15
de diciembre, párrafo 4.1.3, que a estas propiedades o condiciones se les ha dado el nombre en la doctrina
constitucional contemporánea de <categorías sospechosas=, porque han estado ligadas históricamente a
prácticas discriminatorias. Ver Henry Páez Guzmán c. Corte Constitucional y Sala Administrativa del
Consejo Superior de la Judicatura, rol T-1258/08 (2008).
22
Corte Interamericana de Derechos Humanos (2003) párrafo 101. Similar doctrina se puede encontrar en
Corte Interamericana de Derechos Humanos (2012) párrafo 79 y Corte Interamericana de Derechos Humanos
(2010) párrafo 269.

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El 22 de Octubre de 1998, el Juez de Policía Local de Traiguén niega lugar a la demanda


por considerar que no se encontraba acreditado el acto discriminatorio, constitutivo de
infracción, y que se trata más bien de un <mal entendido=.

El día 04 de Noviembre de 1998 se apela en contra de este fallo para que conozca de ella,
la Corte de Apelaciones de Temuco; la cual, en sentencia de 08 de Septiembre de 1999,
revoca la resolución de primera instancia, declarando que se hace lugar a la querella y
condena a la querellada como autora de la falta contemplada en la Ley Indígena. El fallo
del Tribunal señala que <ha quedado demostrado que la querellada, caprichosa e
irracionalmente, se negó a conceder el beneficio de los viáticos a la ofendida,
encontrándose tal negativa fundada en la calidad de indígena de ésta, lo cual constituye
una discriminación manifiesta e intencionada en razón del origen y cultura de la
querellante=. Que, lo anterior vulnera, no sólo lo dispuesto por el artículo 8 de la Ley
Indígena, sino además derechos esenciales consagrados en la Constitución Política chilena
como en otros instrumentos internacionales, ratificados por Chile y de rango
Constitucional, conforme lo señala el Tribunal.

8.2. Código del Trabajo.

El Código del Trabajo, cuyo texto refundido, coordinado y sistematizado fue fijado por el
decreto con fuerza de ley 1, de 2002, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social,
contiene una definición de discriminación laboral, una exigencia de igual remuneración por
igual trabajo y un procedimiento judicial relativo a la igualdad.

1) Definición de igualdad. El artículo 2° del Código del Trabajo (2002) prescribe que <Los
actos de discriminación son las distinciones, exclusiones o preferencias basadas en motivos
de raza, color, sexo, edad, estado civil, sindicación, religión, opinión política, nacionalidad,
ascendencia nacional u origen social, que tengan por objeto anular o alterar la igualdad de
oportunidades o de trato en el empleo y la ocupación=.

2) Mandato de igual remuneración por igual trabajo. El artículo 62 bis dispone: El


empleador deberá dar cumplimiento al principio de igualdad de remuneraciones entre
hombres y mujeres que presten un mismo trabajo, no siendo consideradas arbitrarias las
diferencias objetivas en las remuneraciones que se funden, entre otras razones, en las
capacidades, calificaciones, idoneidad, responsabilidad o productividad.

3) Procedimiento de tutela de derechos. Se regula en los artículos 485 y siguientes. Entre


sus aspectos más relevantes se encuentra el aligeramiento del peso de la prueba respecto de
quien alega vulneración de derechos y singularmente un trato discriminatorio. Al respecto
el artículo 493 dispone que existiendo indicios suficientes de la vulneración de derechos
(del trato discriminatorio en este caso), corresponde al denunciado explicar los
fundamentos de las medidas adoptadas y de su proporcionalidad.

Respecto de la igual remuneración entre hombres y mujeres es necesario destacar tres


cosas. Primero, la Dirección del Trabajo ha sostenido en un ddictamen del año 2010 (Ord.
1187/018, de 10 de marzo de 2010) que esta norma sólo resulta aplicable en caso de
compararse remuneraciones entre hombres y mujeres y no a la comparación de

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remuneraciones entre personas del mismo sexo. Segundo, durante la tramitación del
proyecto de la ley 20.348, que incorporó el artículo 62 bis en el Código del Trabajo, se
explicitó que la comparación sólo se debe hacer al interior de cada empresa y no con otras
empresas o con el mercado en general. Por último, se debe destacar que no se aplica esta
norma en caso de existir diferencias de capacidad, idoneidad, calificación, responsabilidad
o productividad.

8.3. Ley 18.834, estatuto administrativo.

La ley 18.834, sobre Estatuto Administrativo, cuyo texto refundido, coordinado y


sistematizado fue fijado por el decreto con fuerza de ley 29, de 2004, del Ministerio de
Hacienda, también contiene referencias a la igualdad.

El artículo 17 de esta ley establece lo siguiente: <Prohíbese todo acto de discriminación que
se traduzca en exclusiones o preferencias basadas en motivos de raza, color, sexo, edad,
estado civil, sindicación, religión, opinión política, ascendencia nacional u origen social
que tengan por objeto anular o alterar la igualdad de oportunidades o trato en el empleo=.

En los últimos años se han presentado diversos reclamos ante la Contraloría General de la
República acusando prácticas discriminatorias. Sin embargo, en general ellas no han tenido
acogida por estimar el órgano contralor que se ha actuado conforme a la legislación vigente
sin incurrir en discriminación.

Así, por ejemplo, el 2011 un médico reclamó porque en un llamado a concurso para
proveer un cargo en un establecimiento hospitalario del norte del país se exigió que los
postulantes, de preferencia, tuvieran la especialidad de pediatría. La Contraloría estimó que
dicho requerimiento respondía a la necesidad de prestar un mejor servicio y resultaba
coherente con la autorización constitucional del artículo 19, número 16, de establecer
diferencias basadas en la idoneidad o capacidad de los trabajadores.

El año 2010, por su parte, una persona que obtuvo el título de abogado en Salamanca,
España, alegó que el Ministerio de Relaciones Exteriores no le había reconocido su título
para ejercer en Chile como abogado, pese a que existe un tratado en tal sentido entre Chile
y España. La Contraloría advirtió que la negativa del Ministerio se justificaba en que el
título no venía certificado en la forma establecida por la ley para dar fe de su autenticidad,
por lo que no se había incurrido en discriminación.

8.4. Ley 19.496, sobre los derechos de los consumidores.

La ley 19.496 (1997) dispone en su artículo 3°, letra c) que es un derecho básico del
consumidor no ser discriminado arbitrariamente por proveedores de bienes y servicios.

Algunos casos resueltos en el marco de esta ley son los siguientes:

a) En uno de los primeros casos conocidos en materia de discriminación a consumidores en


los años noventa, un pub de la comuna de Las Condes negó el ingreso de dos mujeres por
viejas y feas. El establecimiento fue sancionado por discriminar a los consumidores.

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b) El 10 de agosto del 2006 un grupo de personas con síndrome de Dawn y dos educadoras
diferenciales, integrantes todos de una compañía de teatro, solicitaron atención en un bar y
restaurante de Ñuñoa. Se les negó la atención aludiendo que eran menores de edad y que si
no exhibían sus cédulas de identidad no se les atendería. Los clientes alegaron que eran
mayores de edad y que sólo consumirían bebidas no alcohólicas y comida. La Corte
Suprema, revocando el fallo de la Corte de Apelaciones de Santiago que había confirmado
la de primera instancia, sostuvo que sí había existido discriminación, pues el local no sólo
expendía alcohol, sino también bebidas no alcohólicas y comida, de modo que antes de
negar la atención debía consultar a los clientes qué deseaban consumir. Por lo demás, había
otros clientes con sus hijos que sí eran atendidos.

8.5. Ley 20.422, sobre discapacidad.

La ley 20.422, de 2010, que establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión
social de personas con discapacidad, define en su artículo 6°, letra a), la discriminación de
la siguiente manera: Toda distinción, exclusión, segregación o restricción arbitraria fundada
en la discapacidad, y cuyo fin o efecto sea la privación, perturbación o amenaza en el goce
o ejercicio de los derechos establecidos en el ordenamiento jurídico.

8.6. Ley 20.609, sobre prohibición de la discriminación.

La ley 20.609, publicada en el Diario Oficial el 24 de julio de 2012, establece medidas


contra la discriminación.

Esta ley contra la discriminación trata fundamentalmente cuatro cosas. En primer lugar el
mandato al Estado de establecer políticas para que todas las personas disfruten de sus
derechos sin discriminación. En segundo lugar hay un concepto de discriminación. En
tercer lugar, se establece una acción judicial a favor de las personas que han sido víctimas
de discriminación. Por último, se establece una agravante de la responsabilidad penal para
quien ejecute el delito en considración a alguna de las propiedades o características de la
víctima que la misma ley señala.

En cuanto al concepto de discriminación, la ley dispone que se entiende por discriminación


arbitraria toda distinción, exclusión o restricción que carezca de justificación razonable,
efectuada por agentes del Estado o particulares, y que cause privación, perturbación o
amenaza en el ejercicio legítimo de los derechos fundamentales establecidos en la
Constitución Política de la República o en los tratados internacionales sobre derechos
humanos ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, en particular cuando se funden
en motivos tales como la raza o etnia, la nacionalidad, la situación socioeconómica, el
idioma, la ideología u opinión política, la religión o creencia, la sindicación o participación
en organizaciones gremiales o la falta de ellas, el sexo, la orientación sexual, la identidad de
género, el estado civil, la edad, la filiación, la apariencia personal y la enfermedad o
discapacidad.

Luego la ley 20.609 añade lo siguiente: <Se considerarán razonables las distinciones,
exclusiones o restricciones que, no obstante fundarse en alguno de los criterios

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mencionados en el inciso primero, se encuentren justificadas en el ejercicio legítimo de otro


derecho fundamental, en especial los referidos en los números 4°, 6º, 11º, 12º, 15°, 16º y
21º del artículo 19 de la Constitución Política de la República, o en otra causa
constitucionalmente legítima=.

Esta definición presenta tres problemas.

El primero es que exige, para que exista discriminación, tres requisitos: una distinción,
exclusión o restricción, que dicho trato carezca de justificación razonable y que dicho trato
produzca una privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de derechos
fundamentales. Esto difiere de la acción constitucional de protección, que sólo exige los
dos primeros requisitos. En consecuencia, la acción establecida por la ley pone exigencias
adicionales a quien la utiliza, respecto de la acción constitucional, al incrementar los
aspectos que debe comprobar. Por tanto, resulta preferible utilizar la segunda.

El segundo es que hay una imprecisa referencia a lo que la doctrina y la jurisprudencia


denominan <categorías sospechosas=, que son ciertas propiedades que en los hechos o en el
Derecho han estado históricamente vinculadas a un trato discriminatorio (Tribunal
Constitucional de Colombia). Esta imprecisión deriva de que se entiende que habrá
discriminación cuando se cumplan los tres requisitos señalados, <en partiuclar= cuando se
funde en alguna de tales categorías. Pues bien, la expresión <en particular= no permite saber
cuál es la función de tales categorías. En cambio, en el Derecho internacional establecer
diferencias de trato basado en tales categorías es indiciario de discriminación, de modo que
se requiere una argumentación reforzada para justificar su consideración.

El tercero es que se puede discriminar si quien discrimina se justifica en el ejercicio


legítimo de un derecho fundamental o de una causa constitucionalmente legítima. Esto
significa que si alguien alega el derecho a la vida privada, a la libertad religiosa, a la
propiedad o a la libre iniciativa económica, entre otras, siempre prevalecerán estos derechos
por sobre la prohibicón de discriminar. Esta limitación no se encuentra presente en la
acción de protección, de modo que resulta preferible utilizar esta última para evitar que la
alegación de discriminación sea derrotada porque la contraparte invoca un derecho
fundamental o una causa constitucionalmente legítima.

La acción procesal de no discriminación, por su parte, no presenta ninguna ventaja respecto


de la acción de protección, salvo el plazo para interponerla que es de tres meses en lugar de
treinta días. En efecto, en ambos casos existe la posibilidad de suspender provisionalmente
el acto reclamado (en el caso de la acción de protección mediante una orden de no innovar).
En ambos casos se solicita informe al denunciado en lugar de conferirle traslado para que
conteste la acción deducida. La tramitación de ambas acciones continúa con una audiencia.
En ambos casos el juez debe adoptar las medidas necesarias para restablecer el imperio del
Derecho y asegurar la debida protección del afectado. Por último, mientras en la acción de
no discriminación se sanciona con multa a beneficio fiscal, tal medida no puede ser
adoptada por quien acciona de protección. Sin embargo, esta diferencia no es realmente
relevante, pues lo importante es que la ley no establece la posibilidad de fijar una
indemnización a favor del afectado (aunque, como la ley no lo niega, se podría discutir esta
posibilidad, lo que en todo caso es un problema de interpretación).

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