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I N I C I O » C U LT U R A L E T R A S EN PORTADA

Dialogando con Antonio Benítez


Rojo más allá de La isla que se
repite*
Yolanda Martínez-San Miguel
PUBLICA DO: 2 DE M A R ZO DE 2023

El barrio salsero: patria de la


sabrosura
por Juan José Vélez Peña
! " #

¿Cuál sería, entonces, la isla que se repite, Jamaica, Aruba, Puerto Rico, Guadalupe,
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Miami, Haití, Recife?

Ciertamente ninguna de las que conocemos.   […] Esto es así porque el Caribe

no es un archipiélago común, sino un meta-archipiélago (jerarquía que tuvo


CINE

la Hélade y también el gran archipiélago malayo), y como tal tiene la virtud de carecer
Marlowe
de límites y de centro.  Así, el Caribe desborda con creces su propio mar, y su última Tule
24 de marzo de 2023
puede hallarse a la vez en Cádiz o en Sevilla, en un suburbio en Bombay,
Dos buenas cintas un
en las bajas y rumorosas riberas del Gambia, en una fonda cantonesa hacia 1850,
poco antes de los Oscars
en un templo de Bali, en un ennegrecido muelle de Bristol, en un Molino de viento junto
2 de marzo de 2023
al Zuyder Zee, en un almacén de Burdeos en los tiempos de Colbert, en una discoteca
Empire of Light
de Manhattan y en la saudade existencial de una vieja canción portuguesa.” (v)
17 de febrero de 2023
— Antonio Benítez Rojo, La isla que se repite.

E
 
mpiezo con esta cita conocida de Antonio Benítez Rojo porque
la misma invoca un término central en el pensamiento del
conocido caribeñista, que al mismo tiempo apunta a una
invitación a pensar más allá del del concepto de “la isla que se repite”.  En
mi intervención de hoy propongo una lectura del pensamiento de Benítez
Rojo que rebase el texto que se ha convertido en canónico para muchos
caribeñistas.  No hago esto para cuestionar sus importantes aportes de
Benítez Rojo a los estudios caribeños; me interesa argüir que en su
formulación final, el texto que tantos de nosotros hemos usado para
pensar el Caribe no se escribió para los caribeñistas específicamente, sino
que se articuló para un público lector de la academia estadounidense, y
en diálogo con teorías posmodernas que silenciaban o desplazaban el
fundamento histórico, colonial y postcolonial (por no decir decolonial o
político) del pensamiento caribeñista de Benítez Rojo.  Para ilustrar mi
argumento comento dos ensayos recopilados por Rita Molinero en un
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volumen titulado Archivo de los pueblos del mar, provenientes de una
antología que Benítez Rojo estaba preparando para publicar, pero que
POESÍA
dejó inconclusa (Rita Molinero, “Al lector”, 7-9) .  En los dos ensayos que
voy a comentar brevemente aparecen, me parece, las pistas históricas
Texto e imagen: Poemas
obnubiladas en La isla que se repite por la teoría posmoderna y la teoría de Guillermo Arróniz
del caos, acercamientos que sabemos que el autor consideró necesarios López...

para ser legible y conseguir permanencia en la academia 2 de mayo de 2022

estadounidense.  En estos dos ensayos se plantea una teorización del Los Fueros de la
Incertidumbre o la
Gran Caribe como meta archipiélago colonial, que se consolida cuando
Poética del ¿Vacío?...
Benítez Rojo escribe para sus colegas caribeñistas dentro y fuera de los
1 de mayo de 2022
Estados Unidos.
Texto e Imagen: Poemas
de Daniel Torres | Arte
de Natalia...

1 de abril de 2022

Calce: Colección de ensayos de Benítez Rojo editada por


Rita Molinero.

El primer ensayo que quiero comentar se titula “Reflexiones sobre un 


archipiélago posible” y fue originalmente publicado en 1997 bajo el título:
“Nueva Atlántida: Reflexiones sobre un archipiélago posible.” Este texto
utiliza un formato muy similar al que desarrolla Alejo Carpentier en su
ensayo “De lo real maravilloso americano” y en el que el autor traza un
viaje a China, Irán, la Unión Soviética, Praga, para llegar a Latinoamérica
y Haití y formular su noción de “lo real maravilloso”. De manera similar,
Benítez Rojo viaja a Puerto Rico por un año y medio en 1944 (cuando
tiene apenas 13 años) y dice que se siente antillano:

Sin embargo, al poco tiempo me di cuenta de que Cuba y Puerto Rico


tenían muchas cosas en común. San Juan, como la Habana, tenía un
Castillo del Morro, viejos cañones, plazas e Iglesias coloniales, balcones
barrocos y playas y palmas.  El interior de ambas islas también era muy
parecido. (87)

Luego en 1979 dice que se siente caribeño al participar en el festival de


CARIFESTA e identificar que el denominador común de las culturas
caribeñas es el ritmo:“Y no sólo eso, el ritmo suponía una actuación, una
representación, es decir, un performance, el cual era extraordinariamente
semejante al cubano.” (88). Por último, Benítez Rojo describe su visita a
las Canarias, específicamente a Tenerife, en donde su identificación con
la cultura canaria le hace pensar en un marco archipelágico:

Pero al recorrer Tenerife y otras islas y conocer su gente dentro de su


propio medio, me ocurrió lo mismo que me había ocurrido en Puerto Rico
y en CARIFESTA.  Para empezar, el español que se hablaba era muy
parecido al de Cuba; incluso había giros lingüísticos y palabras como
guagua que se usaban en Cuba y Puerto Rico, pero no en España ni en el
resto de Hispanoamérica. (89)

Lo interesante de este momento del pensamiento de Benítez Rojo es que


está fundamentado en una serie de desarrollos políticos mundiales
vinculados al proceso de descolonización del tercer mundo (momentos
también claves en la formación del pensamiento postcolonial y
decolonial):

La etapa de formación del discurso caribeño, es decir, cuando el discurso


antillano expande sus referentes territoriales y desmantela el binarismo
Europa-África para incluir otros components etnológicos, se corresponde
con el proceso de descolonización ocurrido después de la Segunda Guerra
Mundial con la noción de la existencia de un Tercer Mundo, idea lanzada
en la conferencia de Bandung en 1955.  (93)

La propuesta de Benítez Rojo de un discurso novoatlántico conecta la


zona del Caribe con toda una serie de otras localizaciones en el Atlántico
que comparten una serie de rasgos en común, a partir de procesos
políticos comunes de expansión imperial:

Mis ideas al respecto son simples y complejas a la vez; para estudiar


dichas sociedades es preciso tomar tomar en cuenta, simultáneamente,
estos tres paradigmas de conocimiento, esto es, el moderno, el
posmoderno y el narrativo, que yo prefiero llamar el de los Pueblos del
Mar   Es aquí, precisamente, donde entra a jugar mi proposición de que el
discurso del Caribe cese de llamarse así para integrarse a un discurso de
referentes más amplios que, a falta de mejor nombre, he llamado
discurso novoatlántico.” (97)

Esta propuesta nos recuerda el libro de Paul Gilroy de The Black Atlantic
(1993).   Resulta curioso en este pasaje que los Pueblos del Mar se
equiparan con un conocimiento narrativo que no se define del todo en
este ensayo de Benítez Rojo.  A diferencia del marco moderno y
posmoderno, el “marco narrativo” de los Pueblos del Mar se fundamenta
en la experiencia vital de la vida insular y costeña que se reactiva desde
el exilio.  No es hasta el final de este ensayo que aparece el tema que será
la formulación predominante en La isla que se repite: “Concretamente,
¿cuál es mi proposición? En primer término, a partir de la experiencia ya
ganada en el estudio de lo caribeño, ir observando los patrones de
diferencias que se repiten en las islas del Atlántico.” (98). En esta
formulación, resulta claro que el concepto de “repetición” en Benítez Rojo
se refiere a una serie de patrones históricos y políticos vinculados muy de
cerca con diseños coloniales en las islas del Atlántico.

El segundo ensayo que me interesa comentar —»El último de los


archipiélagos”— reflexiona sobre el concepto del Caribe como
archipiélago global al menos en dos definiciones complementarias: 1.  en
la medida reúne una multiplicidad de razas, etnias, lenguas y culturas
proveniente de casi todos los otros continentes del orbe como resultado
del proceso translocal imperial/colonial; y 2. por sus conexiones
culturales, políticas e históricas con una red de ciudades, puertos y
estados.

Si el primer ensayo traza la evolución del pensamiento de Benítez Rojo a


partir de su desplazamiento y meditación personal, este segundo ensayo
articula la red archipelágica global del Caribe a partir de sus sustratos
coloniales/imperiales:

A pesar de todo lo que se ha investigado y escrito sobre las islas del


Atlántico subtropical y tropical, no conozco ninguna obra que las haya
estudiado a fondo desde una perspectiva de conjunto; es decir, una
perspectiva que, si bien reconozca un número de diferencias, busque
acercamientos históricos, socioeconómicos o culturales dentro de este
vasto y disperso territorio insular que, de este a oeste y de norte a sur,
abarca las Azores, las Maderas, las Canarias, Cabo Verde, Bioko (la
Antigua Fernando Po) Santo Tomás y Príncipe, Santa Helena y Ascención,
las Bermudas, las Bahamas, las Turcas y Caicos, las Caymanes, Cuba,
Haití, República Dominicana, Jamaica, Puerto Rico, las Vírgenes de
Inglaterra, las Vírgenes de los Estados Unidos, las Antillas Holandesas,
Anguilla y Montserrat, San Cristóbal y Nevis, Antigua y Barbuda,
Guadalupe, Dominica, Martinica, Santa Lucía, San Vicente y las
Granadinas, Barbados, Granada, Trinidad y Tobago, Aruba y San Andrés
y Providencia. (101, mi énfasis)

En este ensayo, Benítez Rojo incluso proyecta la emergenca de un


pensamiento archipelágico en el siglo XXI, y empieza a imaginar otras
máquinas de articulación colonial y postcolonial a través del Turismo,
tema que en efecto ha sido objeto de estudio de varios teóricos sobre el
Caribe y sobre archipiélagos en general (Godfrey Baldacchino, por
ejemplo): “Claro, he echado mi imaginación a navegar, pero aun cuando
nada de esto ocurra durante el siglo XXI, cualquier forma de asociación
archipelágica habrá de ser deseable.  He mencionado el Turismo, una de
las principales fuentes de riqueza en la inmensa mayoría de las islas. 
¿Qué impide que se empiece por ahí?” (102)

Al final del ensayo Benítez Rojo propone la repetición de ciertos


elementos culturales para definir una complejidad atlántica que
reemplaza la asociación originaria con un estado nación, proponiendo un
vínculo con una identificación archipelágica articulada alrededor de las
experiencias coloniales y postcoloniales del Atlántico:

No obstante, me apresuro a decir que dentro del desorden de esta


heterogeneidad, habría diferencias que se repetirían de una isla a otra,
dándole una extraña coherencia cultural al archipiélago.  Esta curiosa
coherencia se haría evidente al constatar que en el territorio insular la
cultura traída por los primeros colonizadores, quienes quieran que éstos
hayan sido, experimentó cambios que la habrían de hacer única.   Estos
cambios ocurrieron gracias al encuentro de agentes culturales de distinta
procedecia en cada una de las islas.  (107)

Así, tanto Cuba como cada una de las islas del archipiélago, tiene su
propia historia cultural que contar.  Sin embargo, a pesar de esta
fragmentación hay un aspecto común a todos los sistemas culturales
isleños: su complejidad atlántica. (108)

En este sentido, ambos ensayos apuntan al concepto de la repetición con


diferencias en las culturas insulares atlánticas como alternativa al relato
nacional que en el Caribe interrumpe las conexiones y contiguidades
estructurales y sistémicas en la historia, política y formación cultural de
la región. Al mismo tiempo, al leer estos ensayos, pasajes como el
siguiente de La isla que se repite nos comunican un pensamiento más allá
del posmodernismo y el caos, que se puede vincular más explícitamente
con lo que actualmente se define como el estudio de los archipiélagos
coloniales:

El sistema de flotas era, además de los convoyes, una máquina de


puertos, fondeaderos, muelles, atalayas, arsenales, astilleros, fortalezas,
murallas, guarniciones, milicias, armas, almacenes, depósitos, oficinas,
talleres, hospitales, hospedajes, fondas, plazas, Iglesias, palacios, calles y
caminos, que se conectaba a los puertos mineros del Pacífico mediante un
enchufe de trenes de mulas tendido a través del Istmo de Panamá. (La
isla que se repite, x)

***

A manera de conclusión, me gustaría recordar aquí un pasaje muy


conocido de Édouard Glissant, otro pensador caribeño que se ha
comparado o puesto en diálogo con Benítez Rojo (De la Campa):

El pensamiento archipielar encaja bien con la estampa de nuestros


mundos.  Le toma prestadas la ambigüedad, la fragilidad, la derivación. 
Admite la práctica del desvío, que no es ni huida ni renuncia.  […].  Nos
damos cuenta de qué lastre continental y agobiante, y que llevábamos a
cuestas, había en esos suntuosos conceptos del sistema que hasta hoy han
empuñado las riendas en la Historia de las humanidades y han dejado de
ser adecuadas para nuestros desperdigamientos, nuestras historias y
nuestros no menos suntuosos derroteros errabundos.  La idea del
archipiélago, de los archipiélagos, nos franquea esos mares. (33, mi
énfasis)

Quiero usar esta cita de manera similar a la cita de Benítez Rojo con la
que comencé esta presentación para compartir una serie de
observaciones sobre lo que resulta de leer más allá de La isla que se repite
de Benítez Rojo.  Por un lado, al igual que Glissant, Benítez Rojo fue
simultáneamente un escritor y un pensador caribeño.  De manera
similar, ambos pensadores insistieron en borrar las fronteras entre el
trabajo creativo y la teorización sobre el Caribe.  Benítez Rojo se
manejaba más en el espacio narrativo (de ahí que para él los Pueblos del
Mar sean una narrativa, un imaginario, un modo de percibir el mundo)
mientras que Glissant pensaba más desde la poesía (su teoría de la
opacidad es un ejemplo claro de esa genealogía).  Román de la Campa se
refiere a este estilo limítrofe de las teorías de Benítez Rojo y Glissant
como “devaneos poéticos” a los cuales es mejor invitar en vez de tolerar
(comunicación personal 29 de octubre 2022).

Al mismo tiempo, ambos entraron al espacio académico estadounidense


como sujetos diaspóricos caribeños, y por razones diferentes pero
complementarias ambos se distanciaron del discurso y perspectivas
nacionalistas que informan los orígenes de los estudios literarios y buena
parte de los estudios históricos y culturales.  Sin embargo, en mi lectura
alrededor de La isla que se repite creo que he intentado demostrar que en
Benítez Rojo el pensamiento histórico y la teoría colonial y postcolonial
tuvieron el mismo o tanto peso que las teorizaciones posmodernas con
las que trató de desdibujar las referencias más explícitas al contexto
histórico y político de los archipiélagos coloniales.  Mi meditación de hoy
es una invitación a leer ese otro Benítez Rojo que conecta los
archipiélagos coloniales con los diseños imperiales globales, el que se
refiere sin tapujos a la colonización y conquista, al tercer mundo, a la
conferencia de Bandung, en definitiva al Benítez Rojo que concibió el
Caribe en sus contextos profundamente políticos. Mi lectura es una
provocación a leer A Benítez Rojo más allá del posmodernismo y el
caribeñismo de la academia estadounidense, para poner a sus islas que se
repiten a dialogar con la teorías coloniales y decoloniales, y con el
pensamiento archipelágico global, que parecían estar al centro de su
última compilación de ensayos.

*Leí una versión de este texto en la conferencia “Antonio Benítez


Rojo: La isla que se repite: 30 años aniversario” organizada por el
Cuban Research Institute y el Departamento de Lenguas Modernas
de Florida Atlantic University el 3 de noviembre de 2022. 
Agradezco a los colegas Medardo Rosario y Jorge Duany la
invitación a este evento.

REFERENCIAS

Baldacchino, Godfrey.  “More than Island Tourism: Branding, Marketing


and Logistic in
Archipelago Tourist Destinations.” Ed. Godfrey Baldacchino. Archipelago
Tourism:
Policies and Practices. London: Routledge, 2015. 1-18.
Benítez Rojo, Antonio. Archivo de los pueblos del mar.  Ed. Rita Molinero. 
Ediciones Callejón, 2010.
Benítez Rojo, Antonio. La isla que se repite: El Caribe y la perspectiva
posmoderna.  Ediciones del Norte, 1989.
Benítez Rojo, Antonio. “Nueva Atlántida: Reflexiones sobre un
archipiélago posible” Atlántica: Revista de arte y pensamiento, 18 (1997)
101-104.
Carpentier, Alejo.  “De lo real maravilloso latinoamericano” Tientos y
diferencias. Unión de Esscritores y Artistas de Cuba, 1974. 85-99.
De la Campa, Román. “El Caribe y su apuesta teórica.”  Zama 4 (2012): 25-
38.
Gilroy, Paul.  The Black Atlantic.  Harvard University Press, 1993.
Glissant, Édouard. Tratado del Todo-Mundo.  Trad. María Teresa Gallego
Urrutia.  El Cobre Edici

! " #
AUTORES

Yolanda Martínez-San Miguel

Profesora de literatura colonial, postcolonial y caribeña en el


Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad de
Miami, donde ocupa el Marta S. Weeks Chair in Latin American
Studies Ha enseñado en Princeton University (1997-2000),
Rutgers, the State University of New Jersey (2000-2003; 2008-
2017) y la Universidad de Pennsylvania (2003-2008). Completó
su bachillerato en Estudios Hispánicos en la Universidad de
Puerto Rico (1989). Su maestría (1991) y doctorado (1996) son
de la Universidad de California en Berkeley. Es autora de
Saberes americanos: subalternidad y epistemología en los
escritos de Sor Juana (1999), Caribe Two Ways: cultura de la
migración en el Caribe insular hispánico (2003), From Lack to
Excess: 'Minor' Readings of Colonial Latin American Literature
(2008) y Coloniality of Diasporas: Rethinking Intra-Colonial
Migrations in a Pan-Caribbean Context (2014). Co-edita la serie
de "Critical Caribbean Studies" en Rutgers University Press.
(http://rutgerspress.rutgers.edu/pages/seriesdescription.aspx#C
ritical_Caribbean_Studies)

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