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La Villa del Pago de la Cerraca (Armilla) y su papel en el po-


blamiento Romano de la Vega de Granada.

D. Alejandro Fornell Muñoz


Dr. Historia Antigua Universidad de Jaén

Resumen
El hallazgo y recuperación de la villa del Pago de la Cerraca (ss. IV-V d.C.) permite afirmar con
rotundidad no solo que las tierras de Armilla fueron asiento del sistema de explotación romano, sino tam-
bién la existencia de un asentamiento estable latino anterior al dominio árabe. El estudio de esta nueva villa
nos ayudará a completar la historia del poblamiento romano la Vega de Granada y tener un mayor y mejor
conocimiento del territorium adscrito al Municipium Florentinum Iliberritanum.

Abstract
The discovery and recovery of the villa Pago of the Cerraca (ss. IV-V AD) can categorically affirm
that not only the lands of Armilla were seat of the Roman exploitation system, but also the existence of a
Latin stable establishment previous to the Arab dominion. The study of this new villa will help us complete
the history of Roman settlement la Vega of Granada and have more and better knowledge of the territorium
attached to the Municipium Florentinum Iliberritanum

Palabras clave / key words


Villa; poblamiento romano; historia Antigua; Vega de Granada

I. INTRODUCCIÓN.

El término municipal de Armilla, locali-


zado a 4 Km. al Suroeste de la provincia de
Granada, tiene una extensión de 407 Ha., y
comprende, junto a Albolote, Atárfe, Cájar, Ce-
nes, Cúllar, Churriana, Granada, Huetor Vega,
La Zubia, Las Gabias, Maracena, Ojíjares, Peli-
gros, Pinos Puente, Santa Fé y Vegas del Genil,
una unidad geográfica denominada Depresión
de Granada o Comarca de La Vega. Se trata de
un eslabón del rosario de depresiones interiores
de las Cordilleras Béticas, una cuenca sedimen-
taria rodeada de alineaciones montañosas
(Sierra Nevada, Sierra Arana, etc.) bañada por
el río Genil, lo que la convierte en terreno ópti-
mo para el cultivo y, en consecuencia, en una
zona que pudo encontrarse poblada desde muy
antiguo.

Fig. 1.- Armilla y la Vega de Granada. Con cuadrado en blanco, los términos
municipales donde se han localizado villas. En rojo, el término donde se localiza la
villa que tratamos.
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Las tierras de Armilla, abastecidas por los ríos Dílar y Monachil, están actualmente ocupadas por
cultivos de regadío(1), y su paisaje, aunque alterado por el paso del tiempo y de otras culturas, conserva
sustancialmente el tipo de parcelación de estilo romano observado en los otros municipios de La Vega.

Desde la Antigüedad, el paisaje de La Vega se ha ido modificando por la acción humana para adap-
tarla a las necesidades de los cultivos, pero las primeras transformaciones intensas se producen con la intro-
ducción del regadío en época romana (redes de canales y acequias). Así se ha constatado en la Cuenca Me-
dia del río Cubillas, donde se detecta una alta densidad de villas (cuatro en menos de 2 km2.) y donde que-
da probada la relación de un acueducto romano con el aprovechamiento agrícola de las tierras del valle el
río(2). Ignoramos la extensión y el sistema de captación de recursos hídricos empleado en Armilla, aunque
pudo tener cierta similitud con la organización puesta al descubierto en esta área.

II. EVOLUCIÓN HISTÓRICA.

No siempre el pasado de un lugar se ha mantenido latente en la memoria de sus pobladores. Los


procesos naturales de erosión y sedimentación van modificando lentamente el paisaje y enterrando vesti-
gios que constituyen la única prueba física del legado histórico. Sin duda nos estamos refiriendo al pasado
más remoto de Armilla, a su Prehistoria y Edad Antigua, momentos para cuyo estudio se cuenta con esca-
sas fuentes de información, especialmente de carácter arqueológico.

En los años setenta se descubren los vestigios más antiguos que disponemos hasta el momento de
este municipio: una tumba de cista con restos de material cerámico (una copa y una tulipa) y dos puñales de
cobre, hallados casualmente durante la construcción de un pozo en el interior de una casa de la actual zona
de las Eras, hoy centro del casco urbano(3).

Las características de los restos recuperados y el emplazamiento topográfico del yacimiento coinci-
den con las de un conjunto de asentamientos conocidos en La Vega granadina, pertenecientes a la denomi-
nada Cultura del Bronce Final del Sudeste, que surge en la Alta Andalucía en torno al 1.200 a.C. y cuyos
rasgos recuerdan a la argárica anterior, de la que parece proceder.

Es indudable de que la influencia de los fenicios, tras su llegada en el s. VIII a.C. a las costas penin-
sulares, alcanzaron La Vega de Granada, pero existen lagunas informativas sobre las transformaciones su-
fridas en el mundo protoibérico, constatado en el Cerro de los Infantes (Pinos Puentes) y el poblado de los
Baños de Alhama, debido a que aún no han sido investigados a fondo otros importantes yacimientos como,
por ejemplo, el del Pantano de los Bermejales(4).

Según las noticias de los antiguos geógrafos, tres eran los pueblos prerromanos asentados en el te-
rritorio de la actual provincia de Granada: los libios fenicios, en la costa; los túrdulos, en las tierras más
interiores de la zona occidental; y los bastetanos, que ocupaban la mayor parte del territorio granadino, in-
cluida la zona objeto de estudio(5).

Durante el momento principal de esta cultura bastetana, dos oppidum se disputan la explotación de
las tierras de La Vega: Ilurco, sita en el anteriormente citado Cerro de los Infantes (Pinos Puente), e Ilibe-
rri, ubicada en el granadino barrio del Albaicín.

Tras la derrota sufrida por los cartagineses en la Primera Guerra Púnica a manos de Roma, los púni-
cos, herederos de los fenicios en el control del comercio del Mediterráneo, inician la conquista de la Penín-
sula Ibérica a partir del desembarco de Amilcar Barca en Gadir (237 a.C.).
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Entre los años 1977 y 1978, durante la realización de labores agrícolas, aparecieron unas monedas
cartaginesas en el Pago de la Cerraca, donde más tarde se localizará la villa romana. Se trata de algunos
trishekel de plata del s. III a.C(6) .

No obstante, el lugar del hallazgo, unido al hecho de que el uso de estas monedas tuvo una larga
pervivencia en el mundo romano, podría estar indicándonos, más que la constatación del paso de los carta-
gineses por tierras de Armilla –algo que no es descabellado-, la existencia de un yacimiento romano aún
por descubrir.

III. LA ARMILLA ROMANA: LA VILLA DEL PAGO DE LA CERRACA.

Varios eran los indicios que apuntaban a la existencia de un poblamiento estable romano en Armilla
antes de su confirmación con el descubrimiento de la villa del Pago de la Cerraca: la proximidad a Iliberri,
una ciuitas romana con categoría de municipio; la posibilidad de que la principal vía de comunicación te-
rrestre que unía Iliberri con la costa mediterránea discurriera por las tierras armillenses(7); noticias orales
de que en el Pago de las Eras había aparecido un mosaico de figuras blancas y negras al construir una vi-
vienda; y finalmente, el propio nombre del lugar, Armilla.

J.M. Pabón, en un capítulo del libro Estudios dedicados a D. Ramón Menéndez Pidal, defiende que
la gran mayoría de las villas andaluzas recibieron nombres a la manera romana clásica, es decir, con los
cognomina de los possesores expresados en género femenino.

Tras el hundimiento del Imperio romano, muchos establecimientos rurales y villas desaparecieron,
pero el recuerdo de sus nombres no, logrando sobrevivir hasta nuestros días. En Granada encontramos poco
más de treinta topónimos de origen latino que pueden estar indicando la existencia de villas, fundamental-
mente frecuentes en lugares de La Vega o próximos a ella, como Belicena (derivado de Bellicius o Belius),
Maracena (de Maratius o Martianus) o Las Gabias (derivado de Gabius) (Fig. 1), uno de los pocos casos
que ha podido ser constatado arqueológicamente(8).

Armilla parece derivar de Armilius, y aunque el descubrimiento de la villa del Pago de la Cerraca
haya supuesto la confirmación de la existencia de un establecimiento romano, no disponemos de ninguna
evidencia que demuestre que su propietario fuera el tal Armilius.

En 1999, en un solar de 29.800 m2. de la zona Sur del Pago de Cerraca en el que se estaban reali-
zando labores de cimentación de una urbanización, se efectuó una intervención arqueológica de urgencia
mediante sondeo a raíz del descubrimiento fortuito de dos sepulturas tardorromanas(9) que acabaría ponien-
do al descubierto la zona rustica y fructuaria de una villa de los ss. IV-V d.C. y parte de su necrópolis(10).

Aunque todas las estructuras arquitectónicas se


encontraban a nivel de cimentación, presentaban un
buen estado de conservación y mostraban un edificio
regular y simétrico a partir de un eje Norte-Sur en torno
al que se ordenaban diferentes estancias (Fig. 2).

Fig. 2 Vista general de la parte rústica de la villa. La pileta


de decantación de aceite aparece rodeada con un círculo rojo. Foto:
M. Megías (L.Castellón / M.A. Castillo / S. Nogueras, 2003, p.84).
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La cimentación de los muros mostraba una tipología muy homogénea: piedras sin labrar dispuestas
en hiladas aparejadas unidas con un mortero de tierra, mientras que el alzado, tal como parece indicar el
mínimo arranque que se encuentra en uno de los muros, era de ladrillos revestidos con mortero de cal y are-
na.

Por otra parte, en la zona Norte del área de intervención se halló una pileta rellena por un nivel de
tierra procedente del derrumbe del edificio, con abundantes fragmentos de tegulae planas de distintas di-
mensiones, restos de grandes contenedores o dolia, y cerámica de cocina. La pileta, cuyas paredes interio-
res y suelo estaban revestidos de opus signinum, presentaba en sus esquinas cordones hidráulicos que po-
drían servir para la decantación de aceite. El aceite producto del prensado, que –como indica la impronta de
una prensa de palanca simple hallada en el suelo– tenía lugar en esa misma estancia, se vertía a la pileta
mediante un canal de entrada que se encuentra en la parte superior del muro (Fig. 2).

Finalmente, en la zona Sureste, a unos 60 m. del área de habitación, se localizó parte de una necró-
polis donde se halló una estructura, identificada por sus excavadores con un mausoleo(11), que contenía las
tumbas de dos adultos de distinto sexo y un infante de la misma tipología (nº. 1, 2 y 3), probablemente una
unidad familiar (Fig. 3). Junto al mausoleo se hallaron otras seis sepulturas, cuatro de ellas infantiles, y dos
más puestas al descubierto en una intervención arqueológica anterior efectuada en el solar colindante(12).
Esto hace un total de nueve enterramientos a los que hay que añadir un décimo de época más tardía que se
ubica en el sector dedicado a la producción y almacenamiento de la villa, cuando estas dependencias habían
perdido tal funcionalidad.

Fig. 3.- Mausoleo de la necrópolis asociada a la villa. Foto: M.


Megías (L.Castellón / M.A. Castillo / S. Nogueras, 2003, p.85).

Los mausoleos erigidos junto al área de habitación aluden a la riqueza del propietario, cuya identi-
dad desconocemos, aunque no se descarta la posibilidad de que perteneciera a una las importantes familias
de terratenientes granadinos(13).

La cronología de la necrópolis, y por extensión de toda la villa, se ha establecido en los ss. IV-V
d.C.) atendiendo al análisis de la tipología de las tumbas (sistema constructivo, orientación, ajuar, etc.) y
por el paralelismo existente con otras necrópolis tardorromanas asociadas a villas de La Vega, como las de
Valderrubio (Pinos Puente), el Cjo. Del Canal (Albolote), el Cerro de S. Cristóbal (Ojíjares) y C/ Primavera
y C/ Capitán (Granada).
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IV. LA VILLA DEL PAGO DE LA CERRACA Y SU PAPEL EN EL POBLAMIENTO ROMANO DE LA VEGA DE GRA-
NADA.

La presencia romana en la Península Ibérica conllevará a nuevas necesidades económicas y a nue-


vas pautas de organización que afectarán de modo fundamental al medio rural. La integración en el mundo
romano propició cambios progresivos en las tradicionales actividades agrarias al asimilarse paulatinamente
las formas productivas romanas.

La implantación de la ciuitas romana, mediante la fundación de colonias y la promoción municipal,


tendrá como consecuencia más inmediata el acceso de los individuos que forman parte de estas ciudades a
la propiedad de la tierra(14). Las parcelaciones y distribuciones de terrenos, efectuadas a través de las cen-
turiaciones, compondrán la base sobre la que se articulará el sistema de explotación romano de la villa,
creándose un nuevo paisaje agrario que constituye el punto de partida del nuevo ordenamiento de la propie-
dad agraria que veremos evolucionar en los siglos siguientes.

En las fuentes escritas, la nueva propiedad rural se describe como un complejo formado por una
parte edificada, la casa (uilla), y el terreno que es objeto de explotación desde ella (fundus)(15) , aunque por
extensión se conoce con el término uilla a todo el conjunto.

En su definición arquitectónica más canónica (Col. 1, 6), la casa o espacio habitable de la villa está
formada por: pars dominica o urbana y pars rustica y frumentaria. La primera constituye la parte noble, el
lugar de residencia del dominus o propietario de la finca, su familia y los huéspedes, que reproduce el es-
quema de la domus urbana. Por otro lado, la pars rustica es el lugar de residencia de la mano de obra escla-
va y el personal vinculado a la gestión de la explotación, donde se estabulan los animales y donde se guar-
dan los instrumentos empleados en las labores agrícolas. Dentro de ella debemos distinguir, a su vez, la
pars frumentaria, que es el espacio donde tienen lugar las actividades de elaboración, conservación y alma-
cenaje de la producción agrícola.

Es obvio que la villa constituye un sistema de explotación económica del medio; sin embargo, hay
algunos aspectos relativos a la estructura de la producción de estos centros de explotación que se nos esca-
pan debido a la imprecisión de las fuentes. No obstante, podemos intentar reconstruir sus características
básicas completando los datos aportados por la tradición clásica (fundamentalmente los tratados agronómi-
cos) con algunos que nos ofrece la arqueológica y la geografía física.

En la mayoría de los casos, las villas actúan como centro de explotación agrícola-ganadera, es decir,
desarrollan una producción mixta agropecuaria, aunque con mayor peso de la agricultura(16). Dicha pro-
ducción cubre sus necesidades y permite el abastecimiento del mercado de la ciudad en cuyo territorio se
ubican y de núcleos de población vecinos. Sin embargo, aquellas ubicadas en territorios dotados especial-
mente por su fertilidad y buenas comunicaciones, presentan una clara vocación comercial –llegando a abas-
tecer los mercados de Roma u otros puntos del Imperio– y registran una semiespecialización de cultivos en
los que domina la tríada mediterránea (cereales, vid y olivo)(17) . Esto se puede constatar claramente en las
villas asentadas en el valle del Guadalquivir.

Si bien la presencia en Hispania de villas, aunque de forma muy puntual, tiene lugar en el s. I a.C.,
su difusión se produce en el s. I d.C., tal como nos demuestra la arqueología, coincidiendo con los gobier-
nos de los emperadores Augusto y Vespasiano, y en evidente relación con la intensificación del proceso de
urbanización en Hispania, en general, y en la Baetica, en particular.

No será hasta finales del s. II d.C. y, sobre todo, con la crisis generalizada del s. III d.C., cuando se
advierte una tendencia de los propietarios de las villas a convertir a éstas en sus moradas habituales, distan-
ciándose de las ciudades. Esto supone el paulatino desarrollo y monumentalización del área residencial, por
lo cual las simples y austeras explotaciones republicanas y de comienzos del Imperio irán dando paso a
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construcciones más complejas, confortables y lujosas, aunque sin alcanzar los niveles de suntuosidad y ex-
tensiones de la propiedad de las villas bajoimperiales, para ello debemos esperar a los momentos finales del
s. III y comienzos del IV d.C., cuando asistimos en la Península, más que a una renovación, al renacimiento
de las villas(18). Éstas, definitivamente convertidas en residencia de sus dueños, son ya claramente la ex-
presión de un cambio en las normas arquitectónicas, artísticas, económicas y sociales que regían el mundo
del campo. El rango social y la riqueza adquirida por los propietarios los incitan a reproducir en sus domi-
nios la fastuosidad y el estilo de vida de la corte imperial; estamos ante las denominadas villas señoriales
(19).

El hallazgo y recuperación de la villa del Pago de la Cerraca se traduce, como veremos a continua-
ción, en el aumento de la información relativa al poblamiento romano de Armilla, en particular, y de La
Vega y la provincia de Granada, en general.

Un análisis estadístico de los yacimientos constatados en Granada señalan que solo 27 de los 168
términos municipales existentes proporcionan información sobre villas, lo que indica que aún existen im-
portantes vacíos, debido fundamentalmente a la falta de investigación arqueológica.

Con el hallazgo del Pago de la Cerraca suman 19 los yacimientos identificados con seguridad como
villas del total de 80 documentados en la provincia; los 61 restantes son fruto de prospecciones, siendo pro-
visionales las conclusiones que se puedan extraer, pues para elevar estos datos a la categoría de definitivos
son necesarias excavaciones (Fig. 4). En consecuencia, en espera de que éstas se produzcan, debemos con-
siderarlos como posibles villas(20).
Términos Municipales Villa Posible villa

1-. Albolote 3 1
2.- Alhama de Granada - 1
3.- Almuñecar 1 3
4.- Armilla 1 -
5.- Castilléjar - 3
6.- Castríl - 4
7.- Cortes de Baza 1 2
8.- Deifontes - 1
9.- Diezma - 3
10.- Dílar - 1
11.- Fonelas - 3
12.- Galera - 9
13.- Granada 1 6
14.- Guadix 1 3
15.- Huéscar 1 8
16.- Huétor-Vega 1 -
17.- La Malahá 1 -
18.- La Zubia - 1
19.- Las Gabias 2 -
20.- Lecrín 1 -
21.- Loja 1 -
22.- Moclín 1 3
23.- Molvízar 1 -
24.- Montejícar - 1
25.- Peligros 1 1
26.- Pinos-Puente 1 1
27.- Piñar - 1
28.- Quéntar - 5

Número total de yacimientos: 80 19 61


Fig. 4.- Tabla de los términos municipales de Granada donde se han localizado villas y/o posibles villas.
En rojo, los municipios pertenecientes a La Vega granadina.
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Por otra parte, hay que señalar que en los casos en los que se procede a la excavación, muchas ve-
ces ésta resulta ser parcial. Es decir, se conoce solo una parte del conjunto, generalmente la parte residen-
cial, que al construirse con materiales más ricos y duraderos se conserva mejor y resulta más atractiva
para los arqueólogos, mientras que la parte rústica resulta más difícil de constatar por lo perecedero de los
materiales de construcción y porque despierta menos interés en los excavadores. Las consecuencias deri-
vadas de esta falta de excavación en la totalidad del conjunto es que en muchos casos no disponemos de
una visión completa de la entidad y características del yacimiento.

Geográficamente, la mayor concentración yacimientos de la provincia granadina identificados co-


mo villas se localizan en torno a los núcleos urbanos de La Vega de Granada y de la Hoya de Guadix-
Baza. Los restantes se encuentran dispersos por el litoral o por las vías terrestres que comunicaban la cos-
ta con el interior (Fig. 4)(21).

En Granada, solo se conocen con certeza seis ciuitates(22), dos de las cuales controlaban el territo-
rio de eminente potencial agrícola que constituye La Vega: Iliberri e Ilurco. Alrededor de ellas veremos
como se configura una amplia red de villas.

Siete eran los municipios pertenecientes a La Vega de los que se conocía la existencia de yaci-
mientos identificados con villas y posibles villas: Albolote (3-1), Granada (1-6), Huetor Vega (1-0), La
Zubia (0-1), Las Gabias (2-0), Peligros (1-1) y Pinos Puente (1-1), que quedan ahora convertido en ocho
al añadirse también Armilla (1-0)(23).

La incorporación de esta nueva villa nos ayudará a completar el cuadro del poblamiento romano la
Vega de Granada y tener un mayor y mejor conocimiento del territorium adscrito al Municipium Floren-
tinum Iliberritanum.

De las 19 villas constatadas en la provincia, 10 se encuentran repartidas entre 8 de los 16 munici-


pios que conforman el territorio de La Vega. Por proximidad geográfica, las relacionadas más directa-
mente con Ilurco son la de la Daragoleja (Pinos Puente) y el Tesorillo (Moclín), mientras que las más cer-
canas a Iliberri son: la villa de Huetor Vega, Gabia la Grande e Hijar (Las Gabias) y la del Pago de Ce-
rraca (Armilla). Sin embargo, entre ambos núcleos urbanos y jalonando la margen izquierda del Genil, se
encuentran algunas más cuya adscripción al territorio o zona de influencia de una de las dos ciudades es
difícil de establecer. Nos referimos a la villa de la Casería de Titos (Peligros) y las del Cjo. del Canal,
Cjo. Lapuente y Pantano del Cubillas (Albolote).

Por otra parte, de las 19 villas de la provincia, son ya seis los casos en los que se conoce la parte
rural, es decir, donde se ubican las instalaciones y dispositivos necesarios para la fabricación y conserva-
ción del aceite, vino, etc. y que nos permiten aproximarnos al sistema de producción de estos centros de
explotación (Fig. 5.Véase página 30)

De las seis villas conocidas con parte rural resulta que, teniendo en cuenta la villa del Pago de la
Cerraca (IV-V d.C.) de Armilla, son ya cuatro las localizadas en La Vega en cuyas partes rústicas se han
hallado dependencias destinadas a la producción de aceite (Fig. 2). Este dato resulta de especial impor-
tancia porque viene a reforzar la posibilidad, ya defendida en otros trabajos anteriores(24), de que, a parte
del triangulo productivo Astigi-Hispalis-Corduba, debieron existir núcleos o bolsas de notable produc-
ción olivarera en el valle del Genil y las vegas del interior de la Betica, donde en los últimos años se han
localizado un importante número de villas dedicadas a la elaboración de aceite. Ejemplos notorios lo
constituyen, junto a las villas de La Vega de Granada, las malagueñas de El Gallumbar (Antequera),
Manguarra y San José (Cartama), Las Viñas (Cuevas del Becerro), Huerta del Rincón (Torremolinos),
Prado del Verdún (Mollina)(25) y El Secretario (Fuengirola).
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En definitiva, con anterioridad al hallazgo de la villa del Pago de la Cerraca Armilla se nos pre-
sentaba como un próspero y dinámico municipio de La Vega gradina, con las ventajas propias de su
proximidad el núcleo principal de la provincia, pero con una identidad mermada por el paso del tiempo.
Su historia, que podía entreverse mejor en su etapa más reciente, se iba diluyendo hasta acabar en un po-
sible pasado romano.

El descubrimiento de la villa del Pago de la Cerraca permite afirmar con rotundidad no solo que
las tierras de Armilla fueron asiento del sistema de explotación del territorio al modo romano, sino tam-
bién la existencia de un asentamiento estable latino anterior al dominio árabe.

Actualmente, los interesantes restos de esta villa se encuentran bajo núcleos residenciales de re-
ciente construcción, pues no se ha contemplado la posibilidad de su conservación y puesta en valor. Por
desgracia, una vez más, los restos de una villa desaparecen –como en tantas otras ocasiones–, victima de
una política municipal de macrourbanización, y con ellos el pretérito más lejano de un pueblo.
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Términos Muni- ombre del Yacimiento Cronología Carácter de la villa Tipo de planta
cipales

Albolote 1.- Cortijo del Canal ss. I-IV/V d.C. Rústica-Señorial Rectangular
(pars rustica) con pasillo de
entrada
2.- Cortijo Lapuente ss. I-III d.C. Rústica -
(pars rustica)
3.- Pantano del Cubillas s. II d.C. Rústica -
Almúñecar Río Verde ss. III-V d.C. Señorial.
Producción de sala- -
zón
Armilla Pago de la Cerraca ss. IV-V d.C. Señorial -
(pars rustica)
Cortés de Baza 1.- La Fuente Vieja ss. I-IV/V d.C. Rústica-Señorial -

2.- Llanos del Tablón ss. I-V d.C. Rústica-Señorial.


Producción cerámica -

Granada Calle Primavera ss. I-IV/V d.C. Rústica-Señorial. ¿De peristilo?


Suburbana
Guadix Paulenca s. IV d.C. Cronológicamente
Señorial -

(pars rustica)
Huetor-Vega Huetor-Vega ss. I-III d.C. Rústica -

(pars urbana)
Huéscar Cortijo de Torralba ss. III-IV d.C. Señorial
-
(pars urbana)
La Malhá Los Baños ss. I-IV/V d.C. Rústica- Señorial -
Las Gabias 1.- Gabia La Grande s. IV d.C. Señorial -
2.- Híjar ss. II-IV d.C. Rústica-Señorial -
(pars rustica)
Lecrín El Fiche o Talará ss. I-IV d.C. Termas de una su-
puesta uilla rústica- -
señorial
Loja Llanos de Plines ss. II-IV d.C. Rústica-Señorial -
Moclín El Tesorillo ss. II-IV d.C. Rústica-Señorial -
(pars urbana)
Molvízar Loma de Ceres ss. I a.C.-IV d.C. ¿Rústica-Señorial?
(pars rustica) -

Peligros Casería Titos s. III d.C. Señorial -


Pinos Puentes La Daragoleja ss. IV-V d.C. Señorial De galería
(pars urbana)

Fig. 5.- Tabla de la cronología, carácter y tipología de las villas documentadas en la provincia de Granada. En rojo, los munici-
pios de La Vega.
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otas.

1. Gramíneas, solanáceas (especialmente tabaco) y herbáceas (habas).

2. Cf. M. ORFILA / M. A. CASTILLO / P. CASADO, “Estudio preliminar de los elementos constructivos hidráulicos de
época romana del río Cubillas (tramo Deifontes-Albolote, Granada)”, AAC, 7, Córdoba, 1996, pp. 83-114. M. E. JABA-
LOY, “La villa romana del Cortijo del Canal (Albolote, Granada)”, Jornades Internacionals d’Arqueologia Romana,
Granollers, 1987, pp. 490-498; M. RAYA / I. TORO, “Villa romana del Cortijo Lapuente (Albolote, Granada)”,
AAA’87, II, Sevilla, 1990, pp. 233-238.

3. Cf. E. PAREJA, “Argar Granada”, XI Congreso 6acional de Arqueología, 1968, pp. 339-341.

4. Cf. F. MOLINA / J.M. ROLDÁN, Granada. De las primeras culturas al Islam, tomo I, 1985, pp. 83-85.

5. Cf. STRA. III 1, 7; III 2, 1 y III, 4, 1; PTOL. II 4, 6 y II 6, 13; POLIB. III 1, 6; PLIN. III 3, 8 y III 3, 13.

6. Cf. L. GALLEGOS / M.A. CASTILLO/ S. NOGUERAS, Armilla: un recorrido a través de su historia, Granada,
2003, p. 39.

7. Cf. M.A. MARÍN, "Introducción al estudio de las vías romanas de la provincia de Granada", Vías romanas del Sures-
te, Murcia, 1989, pp. 113-119.

8. J.M. PABÓN, “Sobre los nombres de la villa romana en Andalucía”, Estudios dedicados a D. Ramón Menéndez Pi-
dal, IV, Madrid, 1953, pp. 87-165.

9. Cf. J. PADIAL, “Informe del seguimiento arqueológico en la Carretera Nacional de Armilla”, AAA’98, II, Sevilla,
2001, pp. 480-483.

10. Cf. L. GALLEGOS / M.A. CASTILLO/ S. NOGUERAS, Op. cit., pp. 42-43.

11. Cf. L. GALLEGOS et alii, “Informe de la actuación arqueológica en la UE-9, Carretera Nacional de Armilla”,
AAA’99, II, Sevilla, 2002, pp. 463-466.

12. Cf. J. PADIAL, Art. cit., pp. 480-483.

13. En la tumba nº 2 del mausoleo se localizan varios ladrillos con la inscripción Valerius Lare(n)sis. Se descarta que
sea el nombre del difunto, pues corresponde a la sepultura de una mujer, siendo más probable que se trate del propietario
del alfar donde se elaboraban los ladrillos, que en ocasiones solía coincidir con el propietario de la villa, ya que muchas
contaban con alfares propios. Aunque esto no resulta descabellado, no podemos demostrarlo, ya que hasta el momento
no se ha localizado ningún alfar en las proximidades de la villa.
El nomen Valerius aparece con frecuencia en la epigrafía de los municipios granadinos, donde la gens Valeria alcanzó
un importante desarrollo político, social y económico.

14. Cf. C. GONZÁLEZ, “El trabajo en la agricultura de la Hispania romana”, en El trabajo en la Hispania romana, J.F.
Rodríguez / C. González / J. Mangas / A. Orejas, Madrid, 2001, p. 165.
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15. Cf. PLIN., XVIII 6, 1; VARR. III 2, 5; COL. I 4, 8; DIG. I 16, 211.

16. El tipo de producción viene determinado por la peculiaridad del territorio. Aunque se observa un predominio de la
agricultura, existen algunos casos donde se constata un dominio ganadero.

17. Cf. C. GONZÁLEZ, El esplendor de la España romana. El Alto Imperio en la Península Ibérica. Historia de España
4, col. Historia 16, Madrid, 1995, p. 85.

18. Cf. J.G. GORGES, Les villas hispano-romaines. Inventaire et problematique archeologiques, París, 1979, p. 48.

19. Cf. M.C. FERNÁNDEZ, Las villas romanas de España, Madrid, 1982, p. 81.

20. Cf. A. FORNELL, Las uillae romanas en la Andalucía Mediterránea y del Estrecho, Jaén, 2005, pp. 85-86 y 136.

21. Cf. A. FORNELL, Op. cit., p. 85

22. Acci, Basti, Tutugi, Iliberri, Ilurco y Sexi, a las que se podría añadir Calecula y Baxo, con problemas de localización,
y los yacimientos de Las Cucharetas y el Cerro de la Mora, probablemente ciuitates de nombre desconocido.

23. El primer número que aparece dentro del paréntesis indica yacimientos identificados con seguridad como villas; el
segundo número indica yacimientos con posibilidad de corresponder a villas.

24. Cf. A. FORNELL, “Evolución de las uillae béticas durante la dinastía antonina”, II Congreso Internacional de Hª.
Antigua, Valladolid, 2005.

25. En este caso no se tiene total seguridad sobre si el uso de las piletas está en relación con el aceite y/o vino.

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