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BENEDICTO XVI

Miércoles 9 de enero de 2008

San Agustín (1) que después fue catecú meno, y de Mó nica, cristiana
fervorosa. Esta mujer apasionada, venerada como santa,
Queridos hermanos y hermanas:  ejerció en su hijo una enorme influencia y lo educó en la fe
cristiana. San Agustín había recibido también la sal, como
signo de la acogida en el catecumenado. Y siempre quedó
Después de las grandes festividades navideñ as, quiero fascinado por la figura de Jesucristo; má s aú n, dice que
volver a las meditaciones sobre los Padres de la Iglesia y siempre amó a Jesú s, pero que se alejó cada vez má s de la
hablar hoy del Padre má s grande de la Iglesia latina, san fe eclesial, de la prá ctica eclesial, como sucede también
Agustín:  hombre de pasió n y de fe, de altísima hoy a muchos jó venes.
inteligencia y de incansable solicitud pastoral. Este gran
santo y doctor de la Iglesia a menudo es conocido, al
menos de fama, incluso por quienes ignoran el San Agustín tenía también un hermano, Navigio, y una
cristianismo o no tienen familiaridad con él, porque dejó hermana, cuyo nombre desconocemos, la cual, tras
una huella profundísima en la vida cultural de Occidente y quedar viuda, fue superiora de un monasterio femenino.
de todo el mundo. El muchacho, de agudísima inteligencia, recibió una buena
educació n, aunque no siempre fue un estudiante
ejemplar. En cualquier caso, estudió bien la gramá tica,
Por su singular relevancia, san Agustín ejerció una primero en su ciudad natal y después en Madaura y, a
influencia enorme y podría afirmarse, por una parte, que partir del añ o 370, retó rica en Cartago, capital del Á frica
todos los caminos de la literatura latina cristiana llevan a romana:  llegó a dominar perfectamente el latín, pero no
Hipona (hoy Anaba, en la costa de Argelia), lugar donde alcanzó el mismo dominio en griego, ni aprendió el
era obispo; y, por otra, que de esta ciudad del Á frica pú nico, la lengua de sus paisanos. Precisamente en
romana, de la que san Agustín fue obispo desde el añ o Cartago san Agustín leyó por primera vez el Hortensius,
395 hasta su muerte, en el añ o 430, parten muchas otras obra de Ciceró n que después se perdió y que se sitú a en el
sendas del cristianismo sucesivo y de la misma cultura inicio de su camino hacia la conversió n. Ese texto
occidental. ciceroniano despertó en él el amor por la sabiduría, como
escribirá , siendo ya obispo, en las Confesiones:  «Aquel
Pocas veces una civilizació n ha encontrado un espíritu tan libro cambió mis aficiones» hasta el punto de que «de
grande, capaz de acoger sus valores y de exaltar su repente me pareció vil toda vana esperanza, y con
riqueza intrínseca, inventando ideas y formas de las que increíble ardor de corazó n deseaba la inmortalidad de la
se alimentarían las generaciones posteriores, como sabiduría» (III, 4, 7).
subrayó también Pablo VI:  «Se puede afirmar que todo el
pensamiento de la antigü edad confluye en su obra y que Pero, dado que estaba convencido de que sin Jesú s no
de ella derivan corrientes de pensamiento que empapan puede decirse que se ha encontrado efectivamente la
toda  la  tradició n doctrinal de los  siglos  posteriores» verdad, y dado que en ese libro apasionante faltaba ese
(AAS, 62, 1970, p. 426:  L'Osservatore Romano, edició n en nombre, al acabar de leerlo comenzó a leer la Escritura, la
lengua españ ola, 31 de mayo de 1970, p. 10). Biblia. Pero quedó decepcionado, no só lo porque el estilo
latino de la traducció n de la sagrada Escritura era
San Agustín es, ademá s, el Padre de la Iglesia que ha deficiente, sino también porque el mismo contenido no le
dejado el mayor nú mero de obras. Su bió grafo, Posidio, pareció satisfactorio. En las narraciones de la Escritura
dice:  parecía imposible que un hombre pudiera escribir sobre guerras y otras vicisitudes humanas no encontraba
tanto durante su vida. En un pró ximo encuentro la altura de la filosofía, el esplendor de la bú squeda de la
hablaremos de estas diversas obras. Hoy nuestra atenció n verdad, propio de la filosofía. Sin embargo, no quería vivir
se centrará en su vida, que puede reconstruirse a través sin Dios; buscaba una religió n que respondiera a su deseo
de sus escritos, y en particular de las Confesiones, su de verdad y también a su deseo de acercarse a Jesú s.
extraordinaria autobiografía espiritual, escrita para
alabanza de Dios, que es su obra má s famosa. Las De esta manera, cayó en la red de los maniqueos, que se
Confesiones, precisamente por su atenció n a la presentaban como cristianos y prometían una religió n
interioridad y a la psicología, constituyen un modelo totalmente racional. Afirmaban que el mundo se divide en
ú nico en la literatura occidental, y no só lo occidental, dos principios: el bien y el mal. Así se explicaría toda la
incluida la no religiosa, hasta la modernidad. Esta complejidad de la historia humana. También la moral
atenció n a la vida espiritual, al misterio del yo, al misterio dualista atraía a san Agustín, pues implicaba una moral
de Dios que se esconde en el yo, es algo extraordinario, muy elevada para los elegidos; quienes, como él, se
sin precedentes, y permanece para siempre, por decirlo adherían a esa moral podían llevar una vida mucho má s
así, como una "cumbre" espiritual. adecuada a la situació n de la época, especialmente los
jó venes.
Pero, volvamos a su vida. San Agustín nació en Tagaste, en
la provincia de Numidia, en el Á frica romana, el 13 de Por tanto, se hizo maniqueo, convencido en ese momento
noviembre del añ o 354. Era hijo de Patricio, un pagano de que había encontrado la síntesis entre racionalidad,
bú squeda de la verdad y amor a Jesucristo. Y sacó Ambrosio el 24 de abril del añ o 387, durante la Vigilia
también una ventaja concreta para su vida:  la adhesió n a pascual, en la catedral de Milán.
los maniqueos abría fá ciles perspectivas de carrera.
Adherirse a esa religió n, que contaba con muchas Después del bautismo, san Agustín decidió regresar a
personalidades influyentes, le permitía seguir su relació n Á frica con sus amigos, con la idea de llevar vida en comú n,
con una mujer y progresar en su carrera. De esa mujer al estilo moná stico, al servicio de Dios. Pero en Ostia,
tuvo un hijo, Adeodato, al que quería mucho, muy mientras esperaba para embarcarse, su madre
inteligente, que después estaría presente en su repentinamente se enfermó y poco má s tarde murió ,
preparació n para el bautismo junto al lago de Como, destrozando el corazó n de su hijo.
participando en los Diálogos que san Agustín nos dejó . Por
desgracia, el muchacho falleció prematuramente.
Tras regresar finalmente a su patria, el convertido se
estableció en Hipona para fundar allí un monasterio. En
Cuando tenía alrededor de veinte añ os, fue profesor de esa ciudad de la costa africana, a pesar de resistirse, fue
gramá tica en su ciudad natal, pero pronto regresó a ordenado presbítero en el añ o 391 y comenzó con
Cartago, donde se convirtió en un brillante y famoso algunos compañ eros la vida moná stica en la que pensaba
maestro de retó rica. Con el paso del tiempo, sin embargo, desde hacía bastante tiempo, repartiendo su tiempo entre
comenzó a alejarse de la fe de los maniqueos, que le la oració n, el estudio y la predicació n. Quería dedicarse
decepcionaron precisamente desde el punto de vista só lo al servicio de la verdad; no se sentía llamado a la vida
intelectual, pues eran incapaces de resolver sus dudas; se pastoral, pero después comprendió que la llamada de
trasladó a Roma y después a Milá n, donde residía Dios significaba ser pastor entre los demá s y así
entonces la corte imperial y donde había obtenido un ofrecerles el don de la verdad. En Hipona, cuatro añ os
puesto de prestigio, por recomendació n del prefecto de después, en el añ o 395, fue consagrado obispo.
Roma, el pagano Simaco, que era hostil al obispo de Milá n,
san Ambrosio.
Al seguir profundizando en el estudio de las Escrituras y
de los textos de la tradició n cristiana, san Agustín se
En Milá n, san Agustín adquirió la costumbre de escuchar, convirtió en un obispo ejemplar por su incansable
al inicio con el fin de enriquecer su bagaje retó rico, las compromiso pastoral:  predicaba varias veces a la semana
bellísimas predicaciones del obispo san Ambrosio, que a sus fieles, ayudaba a los pobres y a los huérfanos,
había sido representante del emperador para el norte de cuidaba la formació n del clero y la organizació n de
Italia. El retó rico africano quedó fascinado por la palabra monasterios femeninos y masculinos.
del gran prelado milanés; y no só lo por su retó rica. Sobre
todo el contenido fue tocando cada vez má s su corazó n.
En poco tiempo, el antiguo retó rico se convirtió en uno de
los exponentes má s importantes del cristianismo de esa
El gran problema del Antiguo Testamento, de la falta de época:  muy activo en el gobierno de su dió cesis, también
belleza retó rica y de altura filosó fica, se resolvió con las con notables implicaciones civiles, en sus má s de 35 añ os
predicaciones de san Ambrosio, gracias a la de episcopado, el obispo de Hipona influyó notablemente
interpretació n tipoló gica del Antiguo Testamento:  san en la direcció n de la Iglesia cató lica del Á frica romana y,
Agustín comprendió que todo el Antiguo Testamento es má s en general, en el cristianismo de su tiempo,
un camino hacia Jesucristo. De este modo, encontró la afrontando tendencias religiosas y herejías tenaces y
clave para comprender la belleza, la profundidad, incluso disgregadoras, como el maniqueísmo, el donatismo y el
filosó fica, del Antiguo Testamento; y comprendió toda la pelagianismo, que ponían en peligro la fe cristiana en el
unidad del misterio de Cristo en la historia, así como la Dios ú nico y rico en misericordia.
síntesis entre filosofía, racionalidad y fe en el Logos, en
Cristo, Verbo eterno, que se hizo carne.
Y san Agustín se encomendó a Dios cada día, hasta el final
de su vida:  afectado por la fiebre mientras la ciudad de
Pronto san Agustín se dio cuenta de que la interpretació n Hipona se encontraba asediada desde hacía casi tres
alegó rica de la Escritura y la filosofía neoplató nica del meses por los vá ndalos invasores, como cuenta su amigo
obispo de Milán le permitían resolver las dificultades Posidio en la Vita Augustini, el obispo pidió que le
intelectuales que, cuando era má s joven, en su primer transcribieran con letras grandes los salmos penitenciales
contacto con los textos bíblicos, le habían parecido "y pidió que colgaran las hojas en la pared de enfrente, de
insuperables. manera que desde la cama, durante su enfermedad, los
podía ver y leer, y lloraba intensamente sin interrupció n"
Así, tras la lectura de los escritos de los filó sofos, san (31, 2). Así pasaron los ú ltimos días de la vida de san
Agustín se dedicó a hacer una nueva lectura de la Agustín, que falleció el 28 de agosto del añ o 430, sin haber
Escritura y sobre todo de las cartas de san Pablo. Por cumplido los 76 añ os. A sus obras, a su mensaje y a su
tanto, la conversió n al cristianismo, el 15 de agosto del experiencia interior dedicaremos los pró ximos
añ o 386, llegó al final de un largo y agitado camino encuentros
interior, del que hablaremos en otra catequesis. Se
trasladó al campo, al norte de Milá n, junto al lago de
Como, con su madre Mó nica, su hijo Adeodato y un
pequeñ o grupo de amigos, para prepararse al bautismo.
Así, a los 32 añ os, san Agustín fue bautizado por san

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