Una de las grandes desventajas que produjo la globalización es la desigualdad, tanto
económica, social, de calidad de vida, entre otras. Este proceso determinó un cambio crucial del modelo hegemónico en la teoría y la política económica predominante hasta fines de los años '70, transformando el equilibrio distributivo existente durante el estado de bienestar en todos los países. La mayor desigualdad se manifiesta en la distribución del ingreso y, en forma aún más aguda, en la distribución de la riqueza. Una de las principales causas que ha conducido a dicha desigualdad en el contexto de la globalización, es la Corporatocracia, es decir el gobierno invisible de las corporaciones, compuesto por la élite política, empresarial y financiera. Esta desigualdad no actúa tan solo en la esfera económica, sino que el poder económico de dichas empresas las dotan además de un poder político, legal y social. Dichas empresas y poderes financieros son lobbies muy poderosos que influyen en las decisiones que toman los gobiernos centrales y condicionan políticas mundiales llevadas a cabo por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio. Este paradigma estructural, obedece a un modelo de injusticia global, provocando que una pequeña parte de la población tenga el poder y el control de la inestabilidad social y económica del resto del mundo. Además, esta falta de equidad se hace más presente en países de África y América Latina, ya que son zonas en los que el problema se agrava por los problemas internos políticos, sociales, y económicos presentes en gran cantidad de los países de estos continentes. Según varios informes, muchas empresas poderosas y de diversos sectores, utilizan su enorme poder para garantizar que tanto la legislación como la elaboración de políticas nacionales e internacionales se diseñan a su medida para proteger sus intereses y mejorar su rentabilidad, mientras que a la opinión y las consecuencias que esto trae en parte de la población, no se le suele dar importancia. DATOS: Según el informe «Una economía para el 99%» de la Organización Oxfam publicado en Enero del 2017 » Las diez mayores empresas del mundo obtuvieron una facturación superior a los ingresos públicos de 180 países juntos.» Esto muestra el gran poder que llegan a tener las grandes multinacionales. Según la lista de Forbes del 2018, las 8 personas más ricas del mundo son empresarios de los países del Norte, la mayoría de ellos son de Estados Unidos
1. Jeff Bezos, Fundador Amazon, US$ 112.000 millones – Estados Unidos
2. Bill Gates, Cofundador de Microsoft, US$ 90.000 millones – Estados Unidos 3. Warren Buffett, empresario y inversionista, US$ 84.000 millones – Estados Unidos 4. Bernard Arnault, LVMH Moët Hennessy • Louis Vuitton, US$ 72.200 millones – Francia 5. Mark Zuckerberg, Fundador Facebook, US$ 71.000 millones – Estados Unidos 6. Amancio Ortega, Fundador Inditex, US$ 70.000 millones – España 7. Carlos Slim, empresario y ingeniero, US$ 67.100 millones – México 8. Charles Koch, Fundador de Koch Industries, US$ 60.000 millones – Estados Unidos
Estas 8 personas poseen la misma riqueza que 3.600 millones de personas, la
mitad más pobre de la humanidad, según la Organización Oxfam.
Acabar con la brecha salarial, exigir transparencia a las corporaciones/instituciones e
involucrar la ciudadanía mundial en la toma de decisiones, son algunos de los ejemplos que ayudarían a disminuir de forma sustancial la desigualdad mundial.
Es vital, empezar a actuar con justicia global y priorizar la satisfacción de las
necesidades de la sociedad por delante del enriquecimiento de unos pocos.