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“LA CARTA ROBADA” de Allan Poe (PRIMERA PARTE)

Me encontraba pasando unos días en París, con mi gran amigo Dupin, la persona más sagaz e
ingeniosa de toda Francia. Nos encontrábamos en la biblioteca de su casa, a oscuras, como
nos gustaba estar de vez en cuando para relajar la mente. En ese momento llamaron a la
puerta: era el comisario de la policía ‘G’.
A Dupin este comisario, que tan bien conocía, le parecía un personaje simpático y divertido, y
no dudaba en jugar con él usando grandes dosis de ironía y sarcasmo.
Le abrí la puerta y le pedí que se sentara. Iba a encender la luz, pero Dupin dijo:
– Si lo que va a contarnos, querido ‘G’, es de carácter reflexivo, mejor será que continuemos
con la luz apagada.
– Pues sí, lo es- contestó ‘G’.
Así que no tuve que encender ningún interruptor. Me senté de nuevo en mi sillón.
– Y bien, ¿qué le trae hasta aquí, querido ‘G’? Espero que no sea por un asesinato. Aún
recuerdo muy cercano el caso de los crímenes de la Rue Morgue…
– No, no, esta vez no. Se trata de algo más sencillo y a la vez extraño.
– ¿Sencillo y extraño? ¿Cómo es eso?
– Pues lo es. Es sencillo, y es extraño. Y desesperante. Verá, se lo explicaré…
Y entonces el comisario de policía francés nos contó la historia por la que quería pedir
consejo a Dupin.
– Verá- dijo entonces el comisario- En realidad vengo a pedir consejo sobre un caso que no
conseguimos aclarar. Se trata de un robo, pero un robo tan sencillo que a la vez se nos escapa
de las manos.
– Pero ¿eso es posible?- pregunté yo.
– Lo es, amigo.
– ¿Y quiere que le ayudemos a dar con el ladrón?- preguntó entonces Dupin.
– No, no, si el ladrón ya sabemos quién es.
– ¿Y cómo lo saben?
– Porque al que le robaron vio cómo le robaban.
– ¿Y por qué no hizo nada?- pregunté yo algo extrañado.
– Porque lo que robaba el ladrón era tan comprometedor que no podía decir nada ante una
tercera persona que se encontraba con ellos.
– Sigo sin entender- dijo entonces Dupin.
– Presten atención: el objeto del que les hablo es un documento importante, robado de las
habitaciones reales. Se darán cuenta de la magnitud del problema y la importancia del cliente
del que hablamos…
El documento en realidad es una carta, que mi cliente tenía abierta en su escritorio porque se
la acababa de entregar otra persona, que a su vez estaba con él. La carta robada era
terriblemente comprometedora, y otorga un especial poder a aquel que la tiene en su poder,
siendo otra persona diferente a mi cliente… En el momento en el que la carta estaba en el
escritorio, llegó el ladrón. Por eso sabemos quién es. Se trata del ministro ‘D’, un tipo muy
ingenioso y con altas pretensiones.
Como este ministro es tan sagaz, se fijó al instante en la carta que había sobre la mesa y le dio
tiempo a leer el encabezamiento y algún nombre del que dedujo que se trataba de una carta
importante. Mi cliente estaba tan nervioso que no pudo hacer nada más que hacer como que
no pasaba nada, y se puso a hablar tras saludar al ministro con la otra persona.
El ladrón aprovechó para sacar otra carta que él llevaba en el bolsillo y hacer como que la
leía, acercarse al escritorio y dejar su carta junto a la otra.
– Vaya… – solté en medio de toda la exposición de ‘G’.
– Pero ahora viene lo mejor- continuó el comisario- Para despistar la atención de mi cliente,
se puso a hablar con él un rato, y después dejó que siguiera hablando con la otra persona.
Aprovechó este instante para agarrar la carta de mi cliente y dejar allí la suya, que no tenía la
menor importancia. Se despidió de todos y se fue a su vivienda.
Dupin se levantó en su asiento y preguntó:
– ¿Y qué ha pasado? ¿No consiguen encontrar la carta?
– Por increíble que parezca, es totalmente imposible encontrarla. Como al ministro le gusta
salir de noche hasta altas horas, tenemos mucho tiempo para entrar en su vivienda y
registrarla de arriba a abajo. Llevamos varios días analizando cada centímetro cuadrado de
sus habitaciones, buscando compartimentos secretos en los muebles, levantando tablones
del suelo, buscando huecos en las patas de sillas y mesas. ¡Hemos usado hasta microscopios
para detectar cualquier rastro de la carta!
– ¿Y entre su ropa?- pregunté.
– Ya miramos su ropa, sus bolsillos… hasta descosimos dobladillos y los volvimos a coser.
– ¿Y en los libros?- pregunté de nuevo.
– Hemos revisado cada uno de los libros que guarda en sus estanterías. Hemos pasado hoja
por hoja todos sus libros.
– ¿Y no puede ser…?- pregunté entonces- ¿que la carta, al ser tan importante, la lleve
encima?
– Créame, también lo pensamos- respondió ‘G’- Y he contratado en dos ocasiones ladrones a
sueldo para que le atracaran para comprobar si la llevaba encima. Y nada. Sin resultado.
– ¿Y se la dio a otra persona?- Volví a insistir.
– No, imposible. Esa carta es tan valiosa, que tiene que tenerla presente y muy cerca. No
puede dejarla en manos de otro.
Entonces, Dupin dijo:
– Querido ‘G’… Sabe que le aprecio y tengo en alta estima. Su labor de investigación es
minuciosa. Casi matemática y científica. ¡Microscopios! No pensé que llegaría usted a usar
tales instrumentos en busca de una carta… Pero déjeme que haga una simple apreciación:
usted ha dicho que el caso es sencillo… pero sin embargo, está utilizando un
complicado método analítico. Está basando su investigación en las matemáticas, y tal vez
debería basarse en la observación…
– ¿Qué quiere decir? Hemos observado cada rincón de la casa…
– Debe ponerse usted en su nivel y volver a su apartamento para mirar con otros ojos.
El comisario recapacitó y aunque no estaba convencido, dijo que volvería a intentarlo.
– De acuerdo, le haré caso y volveré a revisar todas sus pertenencias…
Al cabo de un mes, el comisario ‘G’ volvió a visitar a Dupin.
– De veras, no acudiría a usted si no estuviera desesperado. Regresé a la casa como me dijo y
volví a revisar todas sus pertenencias, pero no encontré la carta… De hecho, estoy tan
desesperado, que ofrezco una recompensa a quien pueda encontrarla.
– ¿Una recompensa?- repitió entonces Dupin.
– Sí señor, de 50.000 dólares.
– Siendo así… firme usted un pagaré a mi nombre y le entregaré la carta robada.
SEGUNDA PARTE “LA CARTA ROBADA”
Y diciendo esto, Dupin le entregó al comisario un talonario, quien, totalmente preocupado, firmó sin
pestañear. Entonces, Dupin abrió un cajón y le entregó al comisario una carta, un tanto estropeada,
que él leyó y guardó estupefacto en su bolsillo. Acto seguido, se fue del cuarto, feliz por haber
terminado con aquel enigma.
– Pero- dijo yo entonces- ¿Cómo?…
– Te contaré una cosa: hace tiempo conocí a un niño de unos 8 años. Era el amo del juego ‘pares o
nones’. Siempre ganaba… ¡siempre! Le pregunté qué hacía para adivinar siempre los dedos que
escondía el contrario. Y él me dijo lo siguiente: ‘analizo si mi contrario es listo o tonto. Si es tonto, me
pondré a su nivel y pensaré como un tonto y si es listo, pensaré como un listo. Le observo e imito sus
gestos’. De esta forma, el niño conseguía adivinar el pensamiento del contrario.
– Sigo sin entender- dije.
– Muy sencillo, el comisario ‘G’ pensaba que el ministro ‘D’ es tonto. Un tonto escondería la carta en
un lugar complicado, pensando que así no la encontrarían nunca… Crearía un hueco donde no lo
había o buscaría dos finas hojas de un grueso libro para esconder la carta. Pero ‘D’ es un poeta, tengo
entendido, por lo tanto, debe ser loco e ingenioso. Y por supuesto, muy inteligente.
– ¿Y?- seguía sin entender cómo mi amigo había conseguido dar con la carta robada.
– Tras la visita del comisario, decidí acercarme yo mismo a la casa del ministro. Le visité una mañana
sin previo aviso, y le encontré holgazaneando, como de costumbre. Mientras hablábamos de cosas
sin importancia, comencé a observar toda la estancia.
Existe un juego que se usa para saber si alguien es lógico o más bien matemático. Se trata de un
mapa gigantesco con miles de palabras escritas, de ríos, ciudades, continentes. Algunas son palabras
pequeñas y otras muy grandes. Cuando le piden a alguien que busque un nombre concreto, el
analítico buscará entre los caracteres pequeños, mientras que el que usa la inteligencia abstracta, se
fijará en las palabras de grandes caracteres… las que más llaman la atención y que el analítico no es
capaz de ver.
– ¿Quieres decir que..?
– Que mientras el comisario se perdía buscando en los detalles, yo me fijé en lo más obvio, en lo que
más llamaba la atención. Estaba seguro de que el ministro había escondido la carta robada en un
lugar visible para todos. Y… ¡bingo! Sobre la chimenea había un tarjetero.
En un momento dado, sonó un tremendo ruido que venía de la calle. También sirenas de policía. El
ministro se acercó a la ventana para mirar qué pasaba y yo aproveché para acercarme al tarjetero.
Allí, entre las tarjetas, había una carta solitaria. Por fuera no se parecía a la que nos había descrito el
comisario. Tenía la inicial ‘D’ bien grande y estaba arrugada y doblada por varios sitios. Parecía sucia y
estropeada. Me fijé muy bien en todos los detalles, y a los pocos días, volví a ver al ministro, y un
momento que se dio la vuelta, cambié esa carta por una copia casi idéntica que había hecho…
Por supuesto, el ruido aquel que mantuvo al ministro ocupado lo provoqué yo, con una persona a la
que pagué para que provocara un pequeño altercado sin importancia…
– Es increíble- dije asombrado- ¿Y era entonces la carta?
– Claro que sí. El ministro había transformado el exterior de la carta robada, la había doblado y
estropeado para que no apareciera la carta que robó. Pero por dentro, era efectivamente la que
buscaban.
– ¿Y cuándo descubra el cambiazo?
– Pues cuando abra la carta que coloqué en el tarjetero, se llevará una grata sorpresa, y no lo dude,
sabrá perfectamente quién le dio el cambiazo, porque dejé un mensaje encriptado en ella. ¿Cómo no
iba a seguirle el juego a alguien que sabe jugar tan bien? Seguro que suelta una sonrisa y agacha la
cabeza en señal de derrota limpia.
SINTESIS
El ladrón fue visto por la víctima y un tercero robando la carta. Dupin se niega a tomar el caso, dando
consejos al Prefecto de cómo revisar la propiedad del ladrón, a efectos de hallar la carta en cuestión,
ya que han sido infructuosas las cuantiosas búsquedas efectuadas. El prefecto procede a realizar una
serie de allanamientos en la mansión del ministro Danton, inspeccionando con microscopio cada
rincón, mueble y objeto posible de la casa donde la carta podría haber sido escondida, pero sus
intentos, tal como la primera vez, son en vano. Sin saber qué más hacer o dónde buscar, el Prefecto
vuelve por la ayuda de Dupin, ofreciéndole una gran recompensa por resolver el caso. Dupin acepta,
para entregarle la carta que él ya había recuperado por sus propios medios, utilizando
procedimientos más simples que los del prefecto. Dupin se puso en lugar del ladrón, lo analizó, y
dedujo que éste no sería capaz de esconderla en lugares donde posiblemente la policía podría
revisar, sino en el sitio más simple y visible, donde, por la naturaleza expuesta del lugar, la carta no
sería buscada ni sospechada. También Dupin, le dice al Prefecto como el midió la inteligencia del
ladron poniéndose en su lugar y pensando como el mismo. Así, encuentra la carta en un tarjetero,
muy manchada y arrugada, se hallaba rota, casi en dos, por el medio, como si una primera intención
de hacerla pedazos por su nulo valor hubiera sido cambiado y detenido. Dupin roba la carta y la
reemplaza fácilmente por otra que había preparado cuidadosamente en casa, imitando el
monograma de Danton, con mucha facilidad, por medio de un sello de miga de pan.

PERSONAJES

Dupín: Era un inspector que le gustaba sobresalir mucho en su trabajo, buscaba la manera de hacer
las cosas muy bien dando su toque respectivo de inteligencia y cultura que no muchos de su mismo
ambiente lograban realizar, fue quien descubrió La carta robada haciéndole una jugarreta al Prefecto
para así quedarse con la gran suma de dinero que ofrecieron para encontrarla. Un famoso detective
de París, C. Auguste Dupin no es un detective profesional. Es muy inteligente y resuelve sus casos
tratando de empatizar con el criminal. Por lo tanto, cuando el prefecto asumió que el ministro D
escondería la carta dentro de algo como una almohada, Dupin sabía que era más inteligente que eso,
y el ministro D escondería la carta a plena vista. Por eso encontró la carta y el prefecto
no. Normalmente, Dupin ha tomado casos solo por resolverlos, pero esta vez no reveló que había
encontrado la carta hasta que obtuvo una recompensa considerable por ella.

El narrador: Este es el amigo de Dupín el protagonista y no se le conoce con un nombre respectivo,


solo como el gran amigo de el. Se sorprendió por las habilidades de Dupín cuando este saco La carta
robada de su bolsillo y se la dio al prefecto para así obtener la recompensa establecida, es quien fue
testigo de todo lo acontecido en este cuento, al igual que su amigo era un investigador eficiente. El
narrador es una persona anónima con quien Dupin comparte sus hazañas cuando el Prefecto de la
Policía llega al principio. Al final de la historia, Dupin le cuenta al narrador cómo resolvió el caso
actual. Como sin duda habrá notado, el narrador ha omitido los nombres reales de los personajes
secundarios, posiblemente para dar al lector la impresión de que está protegiendo sus identidades y
darle a la historia un aire de realismo.

Ministro: Este fue el misterioso personaje que se delato por si solo cuanto intentaba buscar la
manera de robar la carta, esto lo hacía con el fin de buscar la solución a lo que con anterioridad
estaba buscando. Solo necesitaba poder tener el motivo perfecto y así chantajear a la reina y esta
haga lo que el quiera gracias a que el fue el malvado de La carta robada. La policía sabe que el
ministro D robó la carta y ha deducido que tiene la carta encima o cerca de él, pero como subestiman
la inteligencia del ministro D porque escribe poemas, no pueden averiguar dónde escondió la
carta. Se sugiere que el Ministro D es igualmente tan inteligente como Dupin, pero su perdición es su
carácter corrupto
Prefecto: Era una persona muy inteligente que solo quería poder de la mejor manera resolver el caso
y así poder encontrar La carta robada a la reina y esta no tenga problema alguno por esto, acude a la
ayuda de Dupín el protagonista quien le dio ciertos consejos para poder resolver y que nunca logro,
le otorgo una recompensa a este gracias a la jugarreta que le hizo por que ya tenia la carta. G es el
prefecto de la policía de París. No es muy inteligente. Tiene que escribir pistas, como la descripción
de la letra, mientras que Dupin solo tiene que escuchar la descripción una vez antes de poder
memorizarla. Pide ayuda a Dupin para encontrar la carta porque no puede encontrarla por sí mismo.

Reina de Francia: Era una reina que tenia un gran secreto muy importante y oculto que solo ella
sabía, le robaron la carta en la que esta ocultaba el secreto y el autor del acontecimiento solo la
chantajeaba para así poder manipularla a su antojo, por lo que esta no lo pensó par de veces y acudió
a la ayuda de el prefecto para así poder resolver este caso y nadie se enterara de su secreto.

Quien fue Edgar Allan Poe


Un poeta, escritor, critico y periodista, nacido en Baltimore Estados Unidos en el año 1089 el 19 de
enero, reconocido por su gran experiencia en la elaboración de los relatos cortos y de corte
detectivesco este siendo su gran fuerte, nacido en el seno de una familia que después de realizar su
bautizo lo abandonaron, debido a sus fallecimiento, acogido posteriormente en una familia bastante
pudiente, quienes en realidad nunca llegaron a adoptarlo, luego de estar en el ejercito realizo
estudios en la universidad.
Logrando grandes éxitos en sus relatos de detectives y de sus relatos cortos se convierte en un
pionero en la realización de buenas producciones que lograron su realización por completo como
escritor y publicador de sus novelas, debido a múltiples problemas que obtuvo de la familia a la cual
le dio la acogida se despide de ellos y los mismos los desheredan sin continuar con la relación con los
Alan. Contrajo matrimonio con su prima.
Esta contaba con tan solo 13 años y luego de dos años de matrimonio esta fallece debido a
tuberculosis. Luego de diferentes dificultades este realiza buenas producciones novelescas que lo
llevan a convertirlo en un excelente escritor de la novela, este gracias a todas sus cualidades
histrionisas se destaca en todas sus actividades artísticas, como las son, la cosmologia, criptografia, el
mesmerismo, en el cine  y la pintura.
Muere el 7 de octubre de 1849, debido también a su múltiple estilo de vida, encantándose con el
alcohol, las drogas, el cólera, y otras actividades que se relacionaron mal en vida cotidiana la causa de
su muerte no fue concretada y no se le puede atribuir a ninguna en especifica, l

Observaciones sobre el relato de ‘La carta robada’


Juega a resolver con ingenio este curioso acertijo de la carta robada, un misterio que busca motivar  e
incentivar la lógica y la observación menos analítica:
A veces el pensamiento más sencillo es el correcto: Muchas veces nos perdemos en algoritmos y
análisis minuciosos, y entonces somos incapaces de ver los más obvio. Cuando miras al fondo, no ves
bien lo que tienes cerca, ¿verdad? Algo así pasa con la mente, que a veces se centra en el detalle
olvidando tal vez lo más importante. Simplificar te ayudará a entender mejor las cosas. Así es, de
hecho, cómo Dupin consiguió dar con la carta robada.
La importancia de la empatía en todos los campos: El ejemplo de Dupin en ‘La carta robada’ sobre el
niño que acierta siempre en un juego de ‘pares o nones’ tiene que ver mucho con la empatía.
Ponerse en el lugar del otro ayuda a entender mejor cómo actúa. Dupin usó la empatía para
acercarse al ladrón e intentar pensar con su lógica. Le conocía y sabía que era muy astuto e
ingenioso.

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