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prácticas
en la valoración
del trabajo
Proyecto PRISMA
Ministerio de Trabajo FOREM
y Asuntos Sociales WORKING TOGETHER FOR
INSTITUTO DE LA MUJER EQUAL OPORTUNITIES
FUNDACION FORMACION Y EMPLEO
MIGUEL ESCALERA secretaría confederal de la mujer
comisiones obreras
Investigación:
Fundación 1º de Mayo - CEISI
Elaboración técnica:
FOREM
Financiación:
Fondo Social Europeo
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales - Instituto de la Mujer
Promotor:
Fundación Formación y Empleo Miguel Escalera
Dirección y coordinación:
–Secretaría Confederal de la Mujer de CC.OO.
c/ Fernández de la Hoz, nº 12. 28010 Madrid
–Fundación Formación y Empleo Miguel Escalera
c/ Longares, nº 6. 28022 Madrid
Realización:
Paralelo Edición
La presente guía ha sido elaborada y editada en el marco del «IV Programa de acción co-
munitaria a medio plazo para la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres» de la
Comisión Europea, DGV.
El texto refleja el punto de vista de la entidad promotora y la Comisión Europea no se res-
ponsabiliza del uso que pudiera hacerse de la información contenida en esta publicación.
Sin duda será necesario seguir aportando reflexiones, estudios y nuevas prácticas
para avanzar en la resolución de este complejo tema sobre el que se ha teorizado en mu-
chas ocasiones y se han aportado conductas y normas de actuación que han resultado in-
suficientes para su puesta en práctica. Las pautas aquí sugeridas, desgraciadamente,
también seguirán siendo insuficientes, pero con su puesta en práctica sin duda se avan-
zará ostensiblemente en la consecución de la igualdad salarial entre hombres y mujeres.
Como puesta en escena del tema a tratar, la Guía contiene un amplio capítulo intro-
ductorio sobre las específicas y distintas características que rodean la presencia de las
mujeres en el mercado de trabajo; a continuación, y después de aludir a las diferencias
retributivas existentes entre los salarios percibidos por las mujeres y los hombres, se pro-
cede a analizar los sistemas de clasificación profesional, piedra angular sobre la que se
construye el sistema salarial y causante directo de las sexistas valoraciones del trabajo;
por esta razón se detiene ampliamente en su análisis y en su relación con la negociación
colectiva, como instrumento preventivo y corrector.
Finalmente se complementa el texto con las definiciones de palabras claves que fa-
cilitan el entendimiento de la materia, así como ejemplos, recomendaciones y legisla-
ción de referencia.
Por todo lo expuesto se espera que el uso de la Guía facilite la elaboración de clasi-
ficaciones profesionales desde una perspectiva más justa y equitativa cuya aplicación
conlleve el cumplimiento del principio de igualdad salarial y, por ende, la eliminación
de otras desigualdades que sufren las mujeres en el empleo.
4
Índice
Glosario de términos................................................................................... 57
Capítulo 1
Características estructurales:
las mujeres en el mercado de trabajo
Sin embargo, a pesar del gran avance de las mujeres españolas en el ámbito de la ac-
tividad remunerada, los niveles alcanzados resultan inferiores, en torno a diez puntos,
respecto a la tasa de actividad media de las mujeres europeas en general.
En cuanto a las estructuras de ocupación que presentan hombres y mujeres, las mu-
jeres son en proporción más asalariadas (80%) que los hombres (75%) debido, espe-
cialmente, al mayor peso de las trabajadoras en el sector público y en «ayudas familia-
res»1. Paralelamente, el paro femenino también ha crecido con rapidez, la tendencia al-
cista de la actividad femenina no ha significado progreso en la igualdad del empleo mas-
culino y femenino. Así, un hecho que se repite es la discriminación de las mujeres frente
a los hombres en materia de desempleo.
España es uno de los países de la U.E. donde el paro femenino es más elevado y, tam-
bién, donde la diferencia con respecto a la tasa de desempleo que presentan ambos se-
xos es más acusada. Esta diferencia se mantiene, según los últimos datos estadísticos
disponibles para 1999: la tasa de paro femenina se sitúa en torno al 25% frente al 12%
para los hombres.
Si se analizan las tasas de actividad por grupos de edad, se observa que, a pesar del
aumento continuado de la actividad femenina, sus tasas no llegan a equipararse a las
que presentan los hombres en ninguno de los segmentos de edad, siendo las diferen-
cias mayores en las edades centrales, lo que pone en evidencia el importante potencial
que la actividad femenina puede desarrollar en el futuro.
En este sentido, la tradicional «curva bimodal» ya no tiene vigencia: hasta los años
sesenta, la mayoría de las mujeres dejaba de trabajar entre los 25 y los 40 años, a la
edad de la maternidad, hoy la mayoría sigue trabajando tengan o no tengan hijos. En es-
tos segmentos de edad, que antes constituían «las clases vacías» de la actividad feme-
nina, es donde se sitúan actualmente las tasas de actividad más elevadas.
Esta evolución de la actividad femenina marca el paso a un nuevo modelo, hoy para
las mujeres el modelo dominante ya no es el de opción (trabajar o tener hijos) ni el de
alternancia (trabajar, dejar de trabajar, volver a trabajar), sino el de acumulación: tra-
bajar y a la vez tener hijos, insertarse profesionalmente y constituir una familia.
En cuanto a las cifras de desempleo por grupos de edad, se observa que si bien la
tasa es más alta entre los más jóvenes tanto en el colectivo de mujeres como en el de va-
rones, la tasa de paro femenina es siempre mayor que la masculina, con la única ex-
cepción de los grupos de más edad.
Por su parte, las tasas femeninas de paro son siempre más altas que las masculinas, sea
cual sea el nivel de estudios alcanzado. Las mayores diferencias en relación a la tasa de
paro de los hombres, se registran en los grupos de mujeres que han cursado estudios téc-
nico-profesionales superiores, seguidas por las que terminaron estudios secundarios. Cabe
destacar que las mujeres que han terminado el segundo o tercer ciclo universitario, que son
las que presentan una participación en la actividad más similar a los hombres, no la ven
traducida de la misma forma que éstos en el empleo, ya que su tasa de paro es casi 11 pun-
tos superior a la que registra la población masculina con el mismo nivel de formación.
A un nivel más desagregado, se mantienen ramas de actividad para uno y otro sexo,
sectores hegemónicamente masculinos o femeninos y cualificaciones específicamente
femeninas o típicamente masculinas, el mundo del trabajo no mezcla los géneros.
Una de las transformaciones más relevantes del mercado de trabajo a finales de los
ochenta y principios de los noventa ha sido, sin lugar a dudas, el crecimiento del em-
pleo temporal. Gran parte de la creación neta de empleo ha tenido lugar sobre la base
del empleo temporal. A pesar de que el fenómeno parece afectar a todos los grupos de
población, diferenciados ya sea por edades o sexo, las incidencias se dejan sentir con
más fuerza entre aquellos grupos más vulnerables del mercado de trabajo.
En cuanto a las diferencias por sexo, el 36% de las asalariadas son trabajadoras temporales;
en el caso de los hombres, el 32% son asalariados temporales. La mayor temporalidad feme-
nina se acentúa si se tiene en cuenta su menor participación en la actividad que los hombres.
Los últimos datos disponibles para 1999 mantienen una diferencia de más de tres
puntos en los índices de temporalidad entre mujeres y hombres.
➥ El trabajo a tiempo reducido, como ordenación del tiempo de trabajo: es una trans-
formación del contrato de trabajo por iniciativa del asalariado/a, que obviamente
significa una reducción de la jornada de trabajo.
El discurso teórico sobre el tiempo parcial trata de esta segunda modalidad –el tra-
bajo a tiempo reducido–, mientras que la realidad es la primera –el empleo a tiempo par-
10 cial–, que se ha desarrollado en detrimento del empleo a tiempo completo, hasta llegar
Características estructurales: las mujeres en el mercado de trabajo
El análisis de los salarios y las diferencias retributivas es otro de los aspectos que evi-
dencia las desigualdades existentes entre hombres y mujeres en materia de empleo.
Según la última Encuesta sobre Distribución Salarial, realizada por el INE en 1992, las
mujeres percibieron un salario medio que resultó ser un 72,7% del obtenido por los hom-
bres. En los últimos años, aunque se atenúan ligeramente, las diferencias se mantienen,
en 1998 el salario medio de las mujeres en relación al de los hombres se sitúa en el 76,5%.
También, se mantienen como norma los menores salarios de las mujeres en relación
con la modalidad contractual de duración indefinida o determinada, si bien al ser me-
nor la retribución de los trabajadores/as temporales en general, la de las mujeres en esta
situación sufre una doble discriminación: la primera, por razón de sexo –recibiendo me-
nor salario que los trabajadores masculinos temporales de su misma categoría profe-
sional–, y la segunda, por tratarse de empleo precario –recibiendo menos salario que las
trabajadoras fijas que realizan trabajos de similar cualificación profesional–.
Capítulo 2
✔ una definición exhaustiva de los contenidos para cada una de las categorías,
Sin embargo, a pesar de esta falta de correspondencia entre los mecanismos de re-
gulación y los modelos productivos y de gestión de las cualificaciones, hasta el mo-
mento, la mayoría de los convenios colectivos en los distintos ámbitos no han abordado los
sistemas de clasificación existentes con decisión de sustituirlos radicalmente, sino que
han mantenido la mayor parte de sus criterios básicos.
a) en el carácter garantista de los derechos laborales que han jugado las exhaustivas
definiciones de funciones y tareas de las antiguas categorías profesionales frente
a las discrecionalidades empresariales de extensión de las competencias profe-
sionales en el trabajo no reconocidas formalmente; y,
3 RD. 375/99, de 5 de marzo, por el que se crea el Instituto Nacional de las Cualificaciones, ór-
gano central para la gestión del Sistema Nacional de Cualificaciones. 15
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
dor/a; movilidad profesional que no sólo debe dar respuesta a las necesidades organi-
zativas empresariales sino que debe permitir un desarrollo racional de la profesionali-
dad del trabajador/a.
✔ Por último, los sistemas de clasificación de las grandes empresas ofrecen una
enorme variedad en sus características de encuadramiento y en sus criterios de
valoración, lo que contribuye a potenciar una de las principales características de
las cualificaciones profesionales en España, su fuerte empresarialización.
a) por la inercia que aún en algunos convenios ejerce la anterior división de tareas;
y,
b) por la evidente complejidad que presenta la definición del grupo siguiendo el do-
ble criterio legalmente establecido, de un lado la valoración del «nivel profesio-
nal» y de otro, la agrupación de tareas por «contenido funcional común».
Sin embargo, es importante destacar que la definición legal integra una serie de fun-
ciones cohesionadas bajo la idea de «equivalencia profesional».
➥ Siguiendo una pauta distinta, otros convenios (como el Acuerdo Laboral de ámbito
estatal para el sector de Hostelería o el Acuerdo Marco de clasificación profesional
para la Industria del Metal) optan por identificar, en primer término, las distintas
áreas funcionales y, por separado, definir grupos profesionales de acuerdo a fac-
tores de valoración similares a los mencionados, de forma que en cada división fun-
cional (definidas las funciones por un contenido común) quedan después integra-
das tareas correspondientes a distintos grupos según el nivel profesional.
rías y los grupos profesionales, así como especificar las diferentes especialidades, fun-
ciones y categorías integradas en cada grupo.
El Acuerdo Interconfederal sobre Cobertura de Vacíos5, trata de llenar los vacíos le-
gales provocados por la derogación de las Ordenanzas en los sectores más desestructu-
rados. En cuanto a su contenido, desarrolla cuatro materias: estructura profesional, pro-
moción de los trabajadores, estructura salarial y régimen disciplinario.
Los trabajadores serán clasificados «en atención a sus aptitudes profesionales, titu-
laciones y contenido general de la prestación». La clasificación profesional se hará en
grupos profesionales, especificando el doble elemento que determina la clasificación:
b) en segundo lugar, «por las tareas y funciones básicas más representativas que de-
sarrollen los trabajadores» –cuyo similar perfil funcional debería corresponderse
con el contenido general de la prestación de todas las funciones incluidas en el
grupo-.
En el AICV se describen los «factores de encuadramiento», que son los factores que
habrán de valorarse en el momento de asignar al trabajador un grupo profesional, y que
son los mismos que definen los llamados criterios generales del grupo:
➥ el mando (que depende a su vez del grado de supervisión de las tareas, de las carac-
terísticas del colectivo y del número de personas sobre el que se ejerce) y, finalmente,
A los criterios generales definidores del nivel profesional de cada grupo, le corres-
ponde un grado de formación o de titulaciones profesionales distinto. De la aplicación
de todos ellos resultan los distintos grupos profesionales ordenados desde los niveles
más elementales a los de mando.
Una vez definido el grupo –o, más bien, el nivel profesional del grupo- con arreglo a
esos factores de valoración, entra en juego el segundo elemento que conforma real-
mente el grupo, el del contenido de las funciones que quedan integradas en cada uno.
Aquí, el AICV no sigue estrictamente la definición legal del grupo, ya que las tareas in-
cluidas en aquél carecen de un contenido general común de la prestación, igual que
ocurre, como ya se ha señalado, en otras clasificaciones profesionales.
21
Discriminaciones por razón de género asociadas
a los Sistemas de Clasificación Profesional
Capítulo 3
c) Segregación ocupacional:
¿Cómo detectarlas?
c) Observar si los puestos donde predomina la presencia femenina están peor clasi-
ficados o menos valorados que aquellos donde predominan los hombres, siendo
similares en cuanto a competencia o responsabilidades.
Es necesario tener en cuenta algunos aspectos que van a delimitar las posibilidades
de actuación sindical, tales como la mayor o menor presencia del sindicato en los sec-
tores productivos, la posibilidad de construcción y argumentación de las reivindicacio-
nes, la valoración de las posibilidades de negociación, la organización sindical, la re-
presentatividad que se ostenta, y aun otros elementos más que quedan fuera del alcance
de maniobra de los sindicatos, como el nivel de organización empresarial, el marco le-
gislativo, el nivel de desarrollo, la cultura vigente, etc.
4. Del apoyo y/o reticencias de los trabajadores y trabajadoras. Uno de los grandes pro-
blemas con los que se enfrenta la representación sindical es que muchas veces
los mismos trabajadores/as son reticentes a la introducción de cambios en sus
condiciones de trabajo, por temor a que repercuta en su nivel económico, esta-
tus social, etc. Con lo cual, una labor importante de la representación sindical es
la de concienciar a sus representados sobre estas cuestiones y potenciar la par-
ticipación de los trabajadores/as, que es muy escasa no sólo en el trabajo sindi-
cal, sino, incluso, a la hora de apoyar el trabajo que realizan sus representantes.
Con objeto de facilitar la actuación sindical para eliminar las discriminaciones por
razón de género en la negociación y revisión de los sistemas de clasificación profesio-
nal, en los siguientes epígrafes se analiza el proceso a seguir, distinguiendo las si-
guientes fases:
Fase I. La estructura del sistema de encuadramiento. Esta fase incluye los pasos pre-
vios de la negociación, la determinación del sistema de encuadramiento y las posi-
bilidades de adaptación de las categorías profesionales existentes.
Fase III. La negociación del resto de materias asociadas a los sistemas de clasifica-
ción.
interés para las mujeres, actuando como moneda de cambio, sean las primeras que se
ceden en el tira y afloja del proceso negociador, debido en gran medida a la falta de sen-
sibilización e información en los temas de género y la escasa presencia de mujeres en
las mesas de negociación.
▲ BUENAS PRÁCTICAS
➥ de mujeres;
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Discriminaciones por razón de género asociadas
a los Sistemas de Clasificación Profesional
b) Los que identifican, en primer término, las distintas áreas funcionales y por se-
parado definen grupos de acuerdo a los factores de valoración, las interrelacio-
nes entre ambos constituyen un grupo profesional.
2. los niveles profesionales en que se van a jerarquizar los grupos profesionales (el 29
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
4. las funciones o tareas básicas que se pueden desempeñar con cada nivel.
▲ BUENAS PRÁCTICAS
30
Discriminaciones por razón de género asociadas
a los Sistemas de Clasificación Profesional
31
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
▲ BUENAS PRÁCTICAS
Si se logra poner en marcha una revisión del sistema de clasificación, es decir, un «au-
téntico» proceso de reclasificación profesional, el proceso continúa y podremos nego-
ciar:
b) la ponderación factores;
Esta es una de los pasos más importantes, porque de las definiciones realizadas de
cada uno de los factores y subfactores correspondientes se derivarán las características
del trabajo susceptibles de valoración, corriendo el riesgo de no valorar características
significativas de muchos de los trabajos desarrollados.
Así, la definición de los factores y subfactores puede tener un impacto adverso so-
bre las mujeres que se centra a menudo en la omisión de aptitudes y cualificaciones aso-
32 ciadas a los trabajos ocupados mayoritariamente por mujeres.
Discriminaciones por razón de género asociadas
a los Sistemas de Clasificación Profesional
✔ Habilidad para las relaciones humanas. Las tareas de relaciones humanas (por
ejemplo, telefonistas, secretarias, cajeros de banco y otras que tratan con usua-
rios o clientes) no son tenidas en cuenta o son infravaloradas.
33
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
▲ BUENAS PRÁCTICAS
En esta parte del proceso debemos negociar el peso que cada factor tiene en rela-
ción a los demás, por un lado, y el peso de cada uno de los subfactores dentro del fac-
tor correspondiente.
▲ BUENAS PRÁCTICAS
Un factor o subfactor puede darse o ser necesario en mayor o menor cantidad para
desempeñar una actividad. Debemos establecer una escala graduada de niveles aso-
ciada a cada uno de los factores o subfactores, que recoja en qué medida afecta a cada
una de las actividades a valorar. En este sentido, cada grado debería estar definido y va-
lorado con acciones o conductas fáciles de observar.
El número de niveles que se defina para cada factor o subfactor podrá variar de fac-
tor a factor. Mientras que 3 ó 4 niveles pueden ser adecuados para subfactores físicos
y medioambientales, es posible que sean insuficientes para la mayor parte de los otros
factores. Sin embargo, 8 niveles o más es un número sospechosamente alto de pasos. 35
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
▲ BUENAS PRÁCTICAS
Las descripciones del puesto deben estar escritas de acuerdo con un modelo coherente,
para ello deberíamos definir y acordar la información mínima que se ha de recoger teniendo
en cuenta los factores y subfactores a valorar (a título de ejemplo, véase el Anexo I).
▲ BUENAS PRÁCTICAS
✔ Son necesarias las descripciones para cada puesto de trabajo en concreto, aun-
que en la fase posterior sea posible utilizar un nombre genérico que abarque va-
rios puestos de trabajo6.
6 Mientras que se hacen distinciones mucho más precisas entre puestos de hombres, histórica-
mente, existe la tendencia a agrupar una gran cantidad de puestos de mujeres. Las descripcio-
nes en estos casos, son a menudo el «mínimo común denominador» de las características de los
puestos: sólo se incluyen los rasgos que son comunes a todos o a la mayoría de los puestos; así al-
gunos rasgos se omiten y en consecuencia, algunos de los puestos pueden ser infravalorados. 37
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
Por una serie de razones (falta de confianza o estatus, infravaloración de sus pro-
pias capacidades o responsabilidades, infravaloración social de su trabajo, etc.),
las mujeres tienden a ser menos exhaustivas que los hombres a la hora de com-
pletar documentos de descripción de puestos de trabajo. Esto puede tener como
resultado la infravaloración de sus puestos. Recomendamos mayor información y
atención para la sensibilización y formación de estas personas.
3.3. FASE III. LA NEGOCIACIÓN DEL RESTO DE MATERIAS ASOCIADAS A LOS SISTEMAS
DE CLASIFICACIÓN
Por ello, es necesario tener presente la importancia que tiene la negociación de las
materias asociadas a los sistemas de encuadramiento profesional si se quiere evitar las
discriminaciones.
En este sentido, a continuación se exponen algunas de las materias que pueden ge-
nerar situaciones discriminatorias por razón de género en su aplicación y las posibili-
dades de actuación sindical para evitarlas:
a) acceso;
b) promoción;
c) movilidad funcional;
d) estructura salarial;
38 e) formación.
Discriminaciones por razón de género asociadas
a los Sistemas de Clasificación Profesional
Acceso
Uno de los aspectos de las relaciones laborales en que resulta más difícil la detec-
ción de las discriminaciones es el relativo a los procesos de selección de personal, pues
las decisiones empresariales gozan de un amplio margen de libertad y subjetivismo, que
dificultan la demostración de que se están utilizando criterios discriminatorios, y las tra-
bajadoras que no llegan a ser contratadas están en una posición de mayor indefensión
en orden a hacer valer su derecho a la no discriminación.
Aunque en España se considera infracción muy grave (Ley 8/1988, art. 28.2) esta-
blecer condiciones mediante la publicidad, difusión de ofertas de trabajo o cualquier
otro medio que constituyan discriminaciones favorables o adversas para el acceso al em-
pleo por motivos de sexo, raza, etc., y esta infracción se sanciona con multa de 500.001
a 15.000.000 ptas., son habituales las ofertas de empleo dirigidas abiertamente a uno
de los dos sexos.
✔ se exigen requisitos que no son necesarios para el desarrollo de las funciones pro-
pias de determinados puestos de trabajo, pero que consta que no los cumplen nada
más que un número reducido de mujeres;
¿Cómo detectarlas?
✔ Solicitar información estadística sobre la plantilla desagregada por géneros, con ob-
jeto de identificar discriminaciones asociadas a la contratación.
▲ BUENAS PRÁCTICAS
Para conseguir el cambio de esta situación, sería necesario que los convenios co-
lectivos regulasen:
✔ Establecer cuotas mínimas para la selección y contratación del sexo menos re-
presentado.
41
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
Promoción
Un importante obstáculo con el que se tropiezan las trabajadoras se debe a que los
empresarios tienden a destinarlas a los trabajos de más bajo nivel y en un número limi-
tado de actividades, en los que se enfrentan a carreras profesionales muy cortas, con
pocas perspectivas de formación y ascenso ulterior dentro de la empresa.
bre las mujeres, o la antigüedad que incide negativamente sobre las mujeres, ya
que suele ser generalmente menor que la de los hombres.
En este sentido, conviene resaltar que son escasos los convenios colectivos que re-
gulan procedimientos de ascenso, aunque se objetive el procedimiento para la promo-
ción a las diferentes categorías o niveles profesionales, la mayoría exceptúan del mismo
la promoción a las categorías de mando, jefatura y similares, e incluso a todas las cate-
gorías superiores, que se dejan a decisión unilateral de la empresa.
✔ Trayectorias profesionales cortas entre las trabajadoras, condicionada por los me-
canismos o criterios de promoción existentes.
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Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
¿Cómo detectarlas?
✔ Solicitar información estadística sobre la plantilla desagregada por sexos, con ob-
jeto de identificar discriminaciones asociadas a la promoción y comparar los ni-
veles de promoción entre sexos (estudios, tiempos de promoción, tipos, etc.).
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Discriminaciones por razón de género asociadas
a los Sistemas de Clasificación Profesional
▲ BUENAS PRÁCTICAS
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Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
Movilidad funcional
El Estatuto de los Trabajadores (TRLET) contempla, como una de las facultades del
empresario en el ejercicio de su poder de dirección, la movilidad funcional dentro del
grupo, y también por encima o debajo del grupo profesional, por causas organizativas o
técnicas, por el tiempo imprescindible para su atención (art. 39), que se efectuará sin
menoscabo de la dignidad del trabajador y sin perjuicio de su formación y promoción
profesional. Hay que diferenciar este supuesto de movilidad funcional permitida de los
que supone modificación sustancial de las condiciones de trabajo cuando exceden de
las previsiones del artículo señalado (reguladas en el artículo 41 del TRLET).
En este sentido, será necesario definir con precisión y exhaustividad los criterios que
46 conforman el grupo profesional o adecuar la clasificación profesional al concepto de
Discriminaciones por razón de género asociadas
a los Sistemas de Clasificación Profesional
✔ cambios a funciones que, aun dentro del grupo profesional, superan los límites
de idoneidad, titulación o aptitud profesional, es decir, asignan una tarea que no
resulta equivalente a la primera.
¿Cómo detectarlas?
47
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
▲ BUENAS PRÁCTICAS
Estructura salarial
Cuando las mujeres empezaron a incorporarse al mercado laboral, se les ofertó una
serie de trabajos que parecían más «apropiados» para ellas, precisamente los que se re-
lacionaban con las habilidades y destrezas aprendidas en la esfera doméstica (p.e., la
limpieza, la preparación de alimentos, el servicio de comidas, la costura, el cuidado de
otras personas, la atención a los enfermos, etc.), en el que realizaban similares tareas
sin retribución alguna, y al no ser esta una vía de aprendizaje formal, ni se les reconoció
cualificación alguna ni se valoraron económicamente sus destrezas, sino que se consi-
48 deró que eran atributos naturales de ser mujer. Esta infravaloración del trabajo feme-
Discriminaciones por razón de género asociadas
a los Sistemas de Clasificación Profesional
nino se ha venido perpetuando desde los inicios de la revolución industrial hasta nues-
tros días.
✔ Mayor valoración de las funciones que requieren mayor penosidad, esfuerzo físico y
nocturnidad, y son desempeñadas en mayor medida por los hombres.
Sin embargo, los convenios colectivos deben respetar los derechos fundamentales re-
cogidos en la Constitución, incluido el art. 14, de manera que no pueden establecer de
manera arbitraria e irrazonable diferencias de trato entre situaciones legales o equipara-
bles. Además de la constatación de que se realizan diferentes funciones o tareas entre
hombres y mujeres, porque unos y otras sean adscritos a secciones diferentes, no cabe
deducir automáticamente que las desempeñadas predominantemente por mujeres ten-
gan menos valor, sin una previa valoración y descripción del trabajo en ambas secciones,
y la diferencia salarial resultante debe considerarse contraria al art. 14 de la CE.
La fijación de salarios es un tema que básicamente se discute y fija por los agentes
sociales a través de la negociación colectiva, así éstos deben ser en alguna medida res-
ponsables de las diferencias salariales que las estadísticas ponen en evidencia. De ahí
la importancia de crear unas condiciones óptimas para que la negociación se realice
también desde el punto de vista de la igualdad salarial y la no discriminación.
Para determinar si el trabajo realizado por una mujer o por un hombre es de igual va- 49
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
lor, es necesario establecer una comparación entre sus trabajos. Esto implica una eva-
luación de la naturaleza de las tareas y de las exigencias que plantea su ejecución (cua-
lificación, esfuerzo, responsabilidad, etc.).
Sin embargo, somos conscientes que el tema de la igualación de los salarios de las
mujeres a los de los hombres es quizás la reivindicación del colectivo femenino más di-
fícil de conseguir en la negociación colectiva dado que tiene un coste económico para
la empresa, y que es evidente que las trabajadoras no siempre contarán con la solidari-
dad de sus compañeros varones para apoyarlas en esta reivindicación, si el logro de la
misma puede significar mermar sus propias expectativas de mejora económica.
✔ Cuando hombres y mujeres realizan trabajos de igual valor pero las mujeres per-
ciben una remuneración menor.
✔ Cuando las mujeres y los hombres tienen la misma remuneración pero el trabajo
que realizan las mujeres es de mayor valor.
✔ Cuando la desigualdad entre los valores de los trabajos que realizan los hombres
y las mujeres no se reflejan con igual proporción en las retribuciones que unos y
otros perciben y esta desigual proporción perjudica a las mujeres.
denominación que hace sospechar que tras los mismos puedan darse situaciones
de discriminación indirecta. Nos referimos, entre otros, al «plus personal», «de
disponibilidad», «de dedicación plena», «plus individual», «plus de seguridad»,
«prima de presencia», «de especial responsabilidad», etc.
¿Cómo detectarlas?
Es importante que dicha información sea interpretada por personas expertas en ma-
teria de igualdad, a fin de poder detectar la posible existencia de discriminación sala-
rial.
▲ BUENAS PRÁCTICAS
✔ Introducir cláusulas en las que se fijen la obligación de realizar -con una deter-
minada periodicidad- un análisis estadístico periódico sobre la situación de las
mujeres en la empresa, con inclusión de sus retribuciones medias y, claro está,
su comparación con las de los hombres.
✔ Regular una estructura retributiva transparente, con todos los elementos retri-
butivos que la integran. Es aconsejable establecer expresamente que el conve-
nio y su estructura retributiva (incluidas las percepciones extrasalariales y las
mejoras sociales) afectará a todos los trabajadores, sea cual sea la modalidad
de su contratación, sin realizar excepciones de tipo alguno respecto de los tra-
bajadores de carácter temporal o a tiempo parcial.
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Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
Formación
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Discriminaciones por razón de género asociadas
a los Sistemas de Clasificación Profesional
✔ Ausencia de una atención especial hacia los colectivos que presentan especiales
necesidades formativas en relación tanto a la promoción, al acceso al empleo y al
reciclaje profesional como podrían ser las trabajadoras o los trabajadores con res-
ponsabilidades familiares, entre otros.
¿Cómo detectarlas?
▲ BUENAS PRÁCTICAS
55
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
✔ Organizar cursos específicos para las mujeres a fin de prepararlas para empleos
y funciones no tradicionales, o para sectores donde estén subrepresentadas.
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Glosario de términos
Glosario de términos
◗ Acciones positivas
◗ Buenas prácticas
◗ Calificación profesional
◗ Categoría profesional
Una categoría profesional será equivalente a otra cuando la aptitud profesional para
el desempeño de las funciones propias de la primera permita desarrollar las presta-
ciones laborales básicas de la segunda, previa realización si fuera necesario de pro-
cesos simples de formación o adaptación.
57
Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
◗ Clasificación profesional
◗ Criterios de clasificación
◗ Convenio colectivo
◗ Cualificación profesional
◗ Discriminación directa
◗ Discriminación indirecta
◗ Estereotipos
◗ Género
◗ Grupo profesional
Se entiende por grupo profesional el que agrupa unitariamente las aptitudes profe-
sionales, titulaciones y contenido general de la prestación y podrá incluir tanto diver-
sas categorías profesionales como distintas funciones o especialidades profesionales.
◗ Igualdad formal
Supone la prohibición normativa de discriminar a nadie sean cuales sean sus carac-
terísticas personales o de pertenencia a grupos sociales, étnicos, etc.
◗ Igualdad real
Supone la interposición de las medidas necesarias para que la igualdad sea efectiva,
removiendo los obstáculos tanto culturales como de cualquier otro tipo que entorpez-
can su consecución.
◗ Medidas protectoras
Cambio en las funciones o tareas que habitualmente presta el trabajador, debido a una
decisión del empresario, dentro del grupo profesional o entre categorías profesiona-
les equivalentes.
◗ Negociación colectiva
◗ Roles
Son papeles, personajes o rótulos que definen nuestras respuestas, obligaciones y su-
puestas expectativas. Se construyen siempre en función del entorno y constituyen a
las personas como seres multidimensionales (roles de profesión, parentesco, estatus
social, etc.). Tanto el sexismo como cualquier otra forma de exclusión social se asien-
tan sobre los roles y estereotipos.
◗ Sexo
◗ Techo de cristal
Se consideran trabajos de igual valor aquellos a los que corresponde un conjunto equi-
valente de requerimientos relativos a capacidades, esfuerzo, responsabilidades y con-
diciones de trabajo.
La valoración social de los trabajos obedece a criterios implícitos que tienen que ver
con tradiciones, prejuicios y estereotipos.
Anexo I
Experiencia: Este subfactor determina el período de tiempo requerido para que una
persona de capacidad media, y poseyendo la formación especificada anterior-
mente, adquiera la habilidad y práctica necesarias para desempeñar el puesto,
obteniendo un rendimiento suficiente en cantidad y calidad.
Complejidad: Factor cuya valoración está en función del mayor o menor número, así
como del mayor o menor grado de integración de los restantes factores enumerados
en la tarea o puesto encomendado.
Ambiente de trabajo: Este subfactor aprecia las circunstancias bajo las que debe efec-
tuarse el trabajo, y el grado en que estas condiciones hacen el trabajo desagra-
dable. No se incluirán en este subfactor las circunstancias relativas a la modali-
dad de trabajo (nocturno, turnos, etc.).
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Anexo II. Recomendaciones para testar la adecuación de los mecanismos
de ponderación y graduación de los factores y subfactores
Anexo II
◗ ¿Hay una relación lógica entre los diferentes factores? (por ejemplo, se pide
mucha responsabilidad a un puesto y sin embargo valoramos bajo los conoci-
mientos).
◗ ¿Qué distribución hay por puestos o grupos de puestos, en factores o grados?
◗ ¿Existen factores usados sólo en sus grados inferiores?
◗ ¿Existen grados no usados?
◗ ¿Existe excesiva tendencia central?
◗ Etcétera.
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Guía de buenas prácticas en la valoración del trabajo
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Anexo III. Ejemplos de complementos que pueden generar discriminaciones
por razón de género
Anexo III
COMPLEMENTO DE ANTIGÜEDAD
Uno de los conceptos que puede ser fuente de mayor número de discriminaciones es
la antigüedad.
Esto en algunos casos es beneficioso para las mujeres, al ser este uno de los colec-
tivos sobre el que más incidencia tiene la precariedad de los contratos. Las mujeres son
contratadas mayoritariamente en trabajos temporales o a tiempo parcial, y su incorpo-
ración al mercado de trabajo se ha producido en general con posterioridad a la del hom-
bre.
nalmente masculinos) como a riesgos de tipo psíquico (por ejemplo alta velocidad, pre-
cisión o atención continua) o postural (trabajo continuo en cadenas de producción, ter-
minal de ordenador, etc.) que se dan en sectores con mayor presencia femenina.
Debe tenerse en cuenta que ni el mayor esfuerzo requiere de suyo una fuerza física
masculina, ni la penosidad en el trabajo ha de ser, en principio, mejor tolerada por los
hombres que por las mujeres, porque no exige en todo caso mayor resistencia muscu-
lar. Sólo cuando el esfuerzo y la penosidad se hallen unidos a la fuerza física y a la re-
sistencia muscular podremos decir que estamos ante categorías masculinizadas.
Este criterio sólo sería admisible si se prueba que dicho esfuerzo constituye un ele-
mento que determina de modo absoluto la aptitud para el desarrollo de la tarea o con-
diciona de forma decisiva su ejercicio. Si no es así, debe combinarse con otros elemen-
tos valorativos más neutros en cuanto a su impacto a cada uno de los sexos, como puede
ser la atención, cuidado, asiduidad, responsabilidad, etc.
PLUSES PERSONALES
Existen diversos convenios en los que aparece un plus de dicha naturaleza, cuyo im-
porte, en ocasiones, está establecido individualmente, según criterio de la empresa, re-
sultando especialmente peligroso de cara a que se puedan producir discriminaciones
66 salariales.
Anexo III. Ejemplos de complementos que pueden generar discriminaciones
por razón de género
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Anexo IV. Legislación de referencia
Anexo IV
Legislación de referencia
✔ Convenio 117 OIT, sobre las normas y los objetivos básicos de la política social
donde se establecen como fin propio de esta organización la erradicación de toda
discriminación por sexo en el trabajo en materia salarial, que deberá fijarse de
acuerdo con el principio de salario igual por trabajo de igual valor, ratificado por
España el 19 de febrero de 1973.
✔ Artículo 119 del Tratado de Roma, firmado en 1957, consagra el principio de igual-
dad retributiva al encargar a los Estados miembros garantizar y mantener la apli-
cación del principio de igualdad de retribución entre trabajadores femeninos y
masculinos para un mismo trabajo, sin discriminación por razón de sexo.
Normativa interna
Constitución Española
✔ Art. 9.2, contiene el principio de igualdad esencial, al hacer responsable a los po-
deres públicos de la promoción de las condiciones necesarias para que la liber-
tad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integre sean reales y efec-
tivas.
✔ Art. 35.1. señala que todos los españoles tienen derecho al trabajo sin que en nin-
gún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
Código Penal
Real Decreto 375/99, de 5 de marzo, por el que se crea el Instituto Nacional de las
Cualificaciones.
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