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EDUARDO ALCOLEA AUSEJO

Historia de las Ideas Políticas


«Per vent'anni dobbiamo impedire a questo cervello di funzionare»

(Fiscale Michele Isgró, 1927)


ANTONIO GRAMSCI. ANTOLOGÍA
-Manuel Sacristán-

Una de las cosas más repetidas acerca de Antonio Gramsci y su Antología


es que se trata de una obra extremadamente difícil de leer, esta sentencia,
aunque entraña cierta verdad, debe ser matizada y discutida, no es una obra
difícil de leer si antes de iniciarse en la lectura, el lector realiza una
aproximación a las ideas de Gramsci mediante otros medios o formatos. Cierto
que no estamos ante la claridad de El manifiesto Comunista pero tampoco se
trata de Crítica a la Razón Pura, el desarrollo teórico de sus ideas, aunque
brillante, no reviste de una excesiva complejidad ni abstracción, el problema
fundamental, es que escribe preso, escribe desde la cárcel.

Gramsci nace en 1891 es encarcelado en 1927 y es desde la cárcel donde


escribe algunas de sus mejores cartas, el problema que toda su correspondencia
es controlada, revisada y censurada por sus carceleros, esto le obliga ser
extremadamente cuidadoso y hablar en todas las cartas políticas de un modo
críptico y complejo para evitar levantar las sospechas a sus centinelas, por otra
parte no escribe para el público, sino para personas concretas que tienen preciso
conocimiento sobre el tema del que se habla, comprendiendo los nombres en
clave y los juegos de palabras y sentido de Gramsci.

La obra está compuesta por los escritos o cartas de Gramsci de 1910 a


1937, algunos escritos son de teoría política, otros son reflexiones filosóficas o
históricas y otros de carácter sentimental. Están divididos por periodos
temporales más que por líneas temáticas, y el autor de esta antología, Manuel
Sacristán presenta al inicio de cada bloque una utilísima herramienta que es un
eje cronológico que ayuda, y mucho, a la contextualización de los textos.

Gramsci desarrolla una serie de conceptos tremendamente innovadores


para la política y para el movimiento comunista y la izquierda en general. Es el
primero que apuesta por la vía del socialismo en un solo país, consciente de que
la realidad político-social de cada país puede ser muy diferente entre sí.
Diferencia entre la toma del poder en Rusia, donde el estado no era algo muy
desarrollado y simplemente bastaba con tomar el Palacio de Invierno, y la toma
del poder en Italia que debe hacerse por otros métodos, métodos meramente
políticos, conquistando esferas de poder e influencia.

Gramsci introducirá para ello el concepto de Hegemonía, para Gramsci la


hegemonía es un tipo de poder político que construye una relación en la que un
actor es capaz de generar en torno a si un consenso que incluye a otros grupos o
actores políticos que ocupan una posición subordinada, es decir, este actor
político hegemónico es capaz de encarnar una idea de universalidad que fija las
condiciones, sobre las cuales, quienes quieren desafiarle deben hacerlo, ese
poder político es hegemónico cuando obliga a quienes quieren disputarlo o
cuestionarlo a utilizar los términos, el lenguaje, el horizonte de época y las ideas
de lo legitimo o no legítimo, es decir, el marco referencial construido por el actor
hegemónico. La capacidad de hacer coincidir el interés particular del grupo
dominante con el interés general. Gramsci con este innovador concepto marca
cual debe ser el camino de la lucha, y plantea una batalla no tanto por el poder
militar o político, sino por las mentes de las personas, una lucha que debe ser
cultural e intelectual, la lucha por la hegemonía. Y es que todo sistema de poder
es dual, posee una parte de coerción y una parte de consentimiento que se
sostiene mediante esta hegemonía, desestabilizando uno de estos pilares, se
acaba con la dominación y se abre la posibilidad a un orden nuevo.

Gramsci revoluciona al Marxismo negando también el determinismo


económico y poniendo en duda la validez absoluta de eso que se denominaba
condiciones objetivas y condiciones subjetivas para la revolución, Gramsci dirá
que frente a eso, frente al pesimismo de la inteligencia, siempre se le podrá
oponer el optimismo de la voluntad, y que es precisamente ésta la que hace a los
pueblos evolucionar. Esta idea se complementa con otro texto
incomprensiblemente ausente en esta antología, “Odio gli Indifferenti” en la
que declama su desprecio por los indiferentes carentes de voluntad, peso
muerto en la historia, que sin embargo hace avanzar a las fuerzas del mal.

Rescata a Machiavelli, situando al partido político como el nuevo Principe


moderno una conglomeración de individuos e ideas capaz de aglutinar en torno
a si a un conjunto de voluntades colectivas políticas con un interés concreto de
alcanzar el poder y mantenerse en él. Piensa por tanto en el Poder como una
correlación de fuerza, una constante acumulación de fuerzas, que determina el
resultado final en la medida que un determinado movimiento consiga aglutinar
más o menos que otro. Ergo para Gramsci es crucial llevar a cabo todas las
disposiciones necesarias para mantener las cotas de poder y de hegemonía, es
necesario ajustar adecuadamente los medios y los fines, habla sobre la
inutilidad de llevar a término acciones que no estén encaminadas a la
acumulación de fuerzas para un fin concreto.

Pero al margen de la teoría política de Gramsci la lectura de ésta ofrece


sabroso deleite al permitir observar, de primera mano, subjetivamente pero con
gran análisis, los principales acontecimientos de las primeras décadas del s.XX,
tanto a nivel parlamentario italiano como a nivel internacional, es por tanto una
herramienta fundamental para ver desde sus propios ojos al movimiento
marxista, a su visión de la sociedad y de la política de aquellos años.

Por último hay que destacar el desgarrador factor humano que nos
transmite esta recopilación de cartas, nos muestra a un Antonio Gramsci que no
se suele ver a la hora de comentar sus ideas, nos muestra a un hombre enfermo,
enfermo desde pequeño, pero agravado terriblemente por su estancia en
prisión, terriblemente atormentado por la tuberculosis osteoarticular, son
especialmente dolorosas las cartas a una madre que no volverá a ver, a su esposa
Julia Schucht con la que se había casado solo 5 años antes de entrar en prisión,
a su hijo Delio o a su hijo Juliano, hijos que no veía crecer, pero que crecían, no
obstante, mientras su vida poco a poco se iba marchitando entre cuatro sórdidas
paredes, sin noticias de su familia salvo las cartas que a duras penas conseguía
responder. Se le hace a uno un nudo en la garganta al imaginar esos momentos
en los que la enfermedad es tal que te impide escribir, te impide pensar, pero te
hace ser consciente de que morirás a causa de tus ideas y que no volverás a ser
jamás lo que fuiste y que jamás volverás a ver a tu madre, a tu esposa, a tus
hijos…

« Non ho mai voluto mutare le mie opinioni, per le quali sarei disposto a dare
la vita e non solo a stare in prigione [...] vorrei consolarti di questo dispiacere
che ti ho dato: ma non potevo fare diversamente. La vita è così, molto dura, e i
figli qualche volta devono dare dei grandi dolori alle loro mamme, se vogliono
conservare il loro onore e la loro dignità di uomini »

(Antonio Gramsci, Lettera alla madre, 10 maggio 1928)

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