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Editorial I

El alcohol y los jóvenes

Opinión

Se necesitan serias estrategias de prevención para evitar que el alcoholismo siga minando a la
juventud

Las vacaciones encierran para los más jóvenes un cúmulo de promesas de entretenimiento y
diversión en escenarios diferentes de los habituales. Lamentablemente, la percepción extendida
entre muchos de ellos es que el alcohol está indisolublemente asociado a los buenos momentos.

Según datos de la Fundación Manantiales, el consumo promedio de alcohol en verano aumenta


casi un 400 por ciento respecto del invierno. La cerveza es la bebida de mayor preferencia, con un
75,5%, seguida por las bebidas blancas (18%) y por el vino (6,5%). Si bien es obvio que las
temperaturas estivales favorecen un mayor consumo de líquidos para hidratarse, ésta es sólo una
de las variables que hacen a tan alarmante aumento. Se agregan, entre otras, un menor control de
los padres, un corrimiento de límites, más tiempo libre por menor cantidad de responsabilidades,
mayor influencia del grupo de amigos -los especialistas lo denominan "presión de los pares"-,
mayor apertura a nuevas experiencias y más salidas que encuentran, a su vez, una mayor oferta
de droga y alcohol.

En relación con el consumo juvenil desagregado por sexo, para la franja de 14 a 17 años, el 61 por
ciento de los que consumen son hombres y el 39%, mujeres, mientras que entre los de 18 a 22
años, el 57% son hombres y el 43%, mujeres. Resulta interesante observar que a igual cantidad de
alcohol ingerido, éste alcanza mayores niveles en la sangre de las mujeres que en la de los
hombres.

No es la primera vez que, desde estas columnas, advertimos sobre los peligros que encierran las
famosas "previas", encuentros que generalmente se desarrollan en casa de alguno de los
miembros del grupo de amigos o en la calle, con algún quiosco o almacén en la cercanía, a fin de
iniciar antes un consumo a menor precio que en bares o boliches.

A partir de la desinhibición que dispara el alcohol, muchos deambularán luego zigzagueantes por
boliches o calles, proclives a protagonizar escenas de violencia, poniendo en serio riesgo sus vidas
y las de sus pares.

Es cierto, también, que ante la gravedad del problema, hace ya varios años que tanto el gobierno
bonaerense como las autoridades de las zonas de veraneo, juntamente con los fabricantes de
bebidas alcohólicas y muchas asociaciones de padres han optado inteligentemente por aunar
esfuerzos para intentar combatir el consumo abusivo.

Vale destacar el caso de la industria cervecera que promueve el consumo responsable,


implementando programas de educación en conjunto con oficinas públicas, como la Agencia
Nacional de Seguridad Vial, y reconocidas ONG. Resulta fundamental generar cambio de hábitos
no sólo en los consumidores sino también en los comerciantes y empresarios de la noche, pues no
hay duda de que el consumo excesivo tiene su origen en un expendio excesivo. Tanto el control
como el posterior cumplimiento de penas a las contravenciones está indelegablemente en manos
del Estado y sus incumplimientos tienen un correlato importante, también, en las estadísticas de
accidentes viales.
Aún es mucho lo que resta por hacer, pero las primeras estadísticas oficiales de la temporada
revelan que la unión de esfuerzos públicos y privados da sus frutos. Según informaron las
autoridades sanitarias bonaerenses, las consultas en las guardias de los hospitales de la Costa
Atlántica por exceso en el consumo de alcohol entre los menores de 18 años bajaron un 60 por
ciento, y un 80% al considerar personas de todas las edades. Además, se clausuraron 89 de los
2012 comercios inspeccionados y se secuestraron 6172 botellas por incumplir las leyes de
nocturnidad y expendio de alcohol de la provincia de Buenos Aires.

Es altamente deseable que este tipo de iniciativas sean acompañadas por estrategias serias de
prevención desde las primeras etapas del proceso educativo para que sea más factible que, al
llegar a la adolescencia, se instalen en ellos modelos de identificación y adhesión a grupos de
pertenencia que les permitan abroquelarse adecuadamente frente a la tentación del consumo
abusivo de alcohol.

Las vacaciones no deben ser un pasaporte al descontrol juvenil, sino un período con límites
propios, distintos a los del resto del año. Una vez más, el ejemplo de los padres y adultos
fomentando un diálogo fecundo y orientador resulta crucial. Sólo si se logra comprometer
seriamente a todos los involucrados en el esfuerzo, no caerán los peligros de la noche sobre
nuestros jóvenes.

Trabajo Práctico N° 2

1) Lee más de una vez el texto “El Alcohol y los jóvenes”.

2) Extrae la idea principal de la introducción, es decir de qué manera aborda la


problemática el autor.

3) Extrae de cada párrafo las estrategias argumentativas. (En cada párrafo puede
haber más de una estrategia).

4) Extrae la conclusión del texto. ¿Qué soluciones plantea el autor?

5) Realiza una opinión a favor o en contra de lo expuesto utilizando al menos dos


estrategias argumentativas (indicar en cada opinión qué estrategias utilizaste,
puede ser ejemplificación).

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