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El uribismo alimenta un mito de décadas.

Un mito parecido al de Laureano Gómez en los


50.
En 1950, Colombia era gobernada por Laureano Eleuterio Gómez Castro, un presidente
conservador que pretendió “defender una noción cristiana de la vida contra el monstruo del
comunista ateo que quiere aplastar el orden moral de occidente”, fue un perseguidor de liberales y
comunistas, y todo aquello que le parecía contrario a su religión.

Más aún, bajo el paradigma de la Constitución de 1886 que proclamaba a la religión católica como
la única de la nación colombiana, en aquel tiempo el país se hundía en el oscurantismo y combatía
a las guerrillas liberales que don Laureano odiaba y consideraba como enemigos del orden y las
buenas costumbres presentándolos como una amenaza atea y liberal para el país.

El sueño de la patria goda, entregada a la religión y a la persecución de la diferencia es hoy una


realidad, Laureano Gómez quien gobernó tan solo por un año es el gran representante histórico de
una buena parte de la sociedad nacional que está anclada en el dogmatismo y la ignorancia. Algo
que los gobiernos más progresistas del país no han logrado es extirpar de lo público el hecho
religioso, nuestros políticos juntan fe y política generando como resultado una reacción
fundamentalista e ignorante como aquella que está viviendo el país con el debate sobre los
manuales de convivencia y los derechos de la comunidad Lgbti

Lo que más espanta es pensar que Laureano Gómez fue uno de los creadores del mito de que las
guerrillas campesinas eran comunistas que querían imponer el monstruo del ateísmo en nuestra
sociedad, los persiguió generando 60 años de guerra al no poder comprender la diferencia y las
necesidades de los campesinos sin tierra.

Hoy, los uribistas con su mito castro-chavista pretende que sigamos asesinando colombianos, al no
comprender la diferencia, esos mismos enemigos de la paz, resultaron ser también enemigos de la
igualdad, y finalmente terminan en una conjunción innegable entre el fundamentalismo religioso y
el uribismo, esa es la ortodoxia nacional, que solo se puede combatir con las ideas más liberales y
progresistas. ¡Debemos luchar!

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