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Alexander Graham Bell

(Edimburgo, Reino Unido, 1847 - Beinn Bhreagh, Canadá, 1922) Científico y


logopeda estadounidense de orígen escocés, inventor del teléfono.

Alexander Graham Bell

Nacido en el seno de una familia dedicada a la locución y corrección de la


pronunciación, Bell fue educado junto a sus hermanos en la tradición
profesional familiar. Estudió en la Royal High School de Edimburgo, y asistió a
algunas clases en la Universidad de Edimburgo y el University College
londinense, pero su formación fue básicamente autodidacta.

En 1864 ocupó la plaza de residente en la Weston House Academy de Elgin,


donde desarrolló sus primeros estudios sobre sonido; en 1868 trabajó como
asistente de su padre en Londres, ocupando su puesto tras la marcha de éste
a América. La repentina muerte de su hermano mayor a causa de la
tuberculosis, enfermedad que también había terminado con la vida de su
hermano menor, repercutió negativamente tanto en la salud como en el
estado de ánimo de Bell.

En estas circunstancias, en 1870 se trasladó a una localidad cercana a


Brantford (Canadá) junto al resto de su familia, donde pronto su estado
comenzó a mejorar. Un año después se instaló en Boston, donde orientó su
actividad a dar a conocer el sistema de aprendizaje para sordos ideado por su
padre, recogido en la obra Visible Speech (1866). Los espectaculares
resultados de su trabajo pronto le granjearon una bien merecida reputación,
recibiendo ofertas para dar diversas conferencias, y en 1873 fue nombrado
profesor de fisiología vocal en la Universidad de Boston.

En esta época, con la entusiasta colaboración del joven mecánico Thomas


Watson y el patrocinio de los padres de George Sanders y Mabel Hubbard
(con quien se acabaría casando el año 1877), dos estudiantes sordos que
habían recibido clases de Bell, diseñó un aparato para interconvertir el
sonido en impulsos eléctricos. El invento, denominado teléfono, fue inscrito
en el registro de patentes estadounidense en 1876.

En un primer momento el teléfono levantó todo tipo de comentarios


irónicos; sin embargo, cuando gracias a las aportaciones de Emil Berliner
empezó a revelarse como un medio viable de comunicación a larga distancia,
se entablaron controvertidos litigios por la comercialización de la patente. El
mismo día que Bell, pero unas horas después, Elisha Gray había patentado un
aparato similar; actualmente se reconoce que la paternidad del invento
debería atribuirse a Antonio Meucci, quien había registrado su «teletrófono»
en 1871.

En 1880, Alexander Graham Bell recibió el premio Volta; el dinero obtenido


con este premio lo invirtió en el desarrollo de un nuevo proyecto, el
grafófono, en colaboración con Charles Sumner Tainter, uno de los primeros
sistemas de grabación de sonidos conocido, aunque posterior al fonógrafo de
Edison. Tras su muerte, acaecida en 1922, dejó como herencia dieciocho
patentes a su nombre y doce más con sus colaboradores.
Maximiliano Hernández Martínez

El general Maximiliano Hernández Martínez (1882-1966) fue presidente de El Salvador


desde 1931 a 1944. Su régimen fue una dictadura estricta que volteó una insurrección
comunista durante sus primeros días en el cargo. Promovió el crecimiento económico
basado en la expansión de las grandes fincas cafetaleras, beneficiando así a los
terratenientes e iniciando vínculos entre el ejército y la oligarquía.

Maximiliano Hernández Martínez nació el 29 de octubre de 1882; ingresó en el ejército de


El Salvador a muy temprana edad. Logró experiencia de combate en la guerra de 1906 con
Guatemala, estableciendo un récord sólido y ascendiendo a general de brigada en 1919.
Durante gran parte de su carrera se desempeñó como profesor en la Academia Militar
Salvadoreña.

Martínez subió al poder en 1931 durante un año tumultuoso de maniobras políticas. Único
oficial militar considerado candidato principal a la presidencia en la elección de 1931,
Martínez emergió como vicepresidente en una boleta encabezada por Arturo Araujo, un
rico terrateniente con aspiraciones reformistas. Sin embargo, después de ganar las
elecciones, Araujo demostró ser un gobernante débil, incapaz de lidiar con los graves
problemas derivados de la depresión mundial, especialmente el precio deprimido del café,
la principal exportación del país.
En diciembre de 1931 un grupo de jóvenes oficiales del ejército expulsó a Araujo en un
golpe militar. Martínez fue arrestado, aunque los oficiales jóvenes lo instalaron más
adelante como presidente dado que, como vice presidente, de acuerdo a la constitución él
era el siguiente en línea. Los Estados Unidos se opusieron vigorosamente al golpe,
invocando el Tratado de Washington de 1923, mediante el cual los gobiernos de
Centroamérica se habían comprometido a no reconocer diplomáticamente a ningún
régimen instalado por una revuelta armada. Si bien Estados Unidos no había firmado el
tratado, había patrocinado la idea. Sin embargo, dado que esta revuelta se produjo en un
momento en que los Estados Unidos se habían comprometido a no intervenir
militarmente en América Latina, el ejército salvadoreño consideró que podía resistir la
presión de Washington.

En medio de estas maniobras, la situación cambió por el estallido de una revuelta agraria
en la que los campesinos descontentos trataron de apoderarse de las tierras. Las luchas
estallaron por todo el interior de la nación, y varios terratenientes fueron asesinados por
turbas campesinas. Si bien la revuelta reflejaba las condiciones de los campesinos, fue
liderada por comunistas declarados, entre ellos Agustín Farabundo Martí. El
levantamiento alarmó a los terratenientes y los obligó a buscar apoyo militar. En el
proceso se dirigieron al general Martínez, que era en su mayoría mestizo indígena de
origen pobre y tenía poco en común con la élite. Martínez percibió su oportunidad y
aplastó sin piedad la revuelta. El número de muertos en el levantamiento y la posterior
represión fue muy alto.

Martínez pudo consolidar su posición con su nuevo apoyo de la oligarquía y orquestó


cuidadosamente su propia elección. En años posteriores Martínez extendió dos veces su
mandato por medio de convenciones constitucionales.

Un ermitaño que rara vez aparecía en público, Martínez era vegetariano, no bebedor y
teósofo que creía en la reencarnación y se dedicaba a las prácticas ocultas. El general
celebraba sesiones en su casa y le gustaba recomendar agua de color para curar todos los
males. Debido a sus creencias, fue citado porque decía que "es un crimen mayor matar a
una hormiga que a un hombre, porque cuando un hombre muere se vuelve a encarnar,
mientras una hormiga muere para siempre".

El Salvador estuvo esencialmente en quiebra durante los años treinta, y como esto dejó
poco dinero para proyectos gubernamentales, los esfuerzos de Martínez se basaron en
gastos mínimos y fueron más modestos que los de países vecinos. Se negó a contratar
nuevos préstamos en el extranjero, e insistía en que su nación viviera con sus recursos. Su
gobierno construyó una modesta red de caminos de tierra, varios edificios
gubernamentales y algunas escuelas y hospitales. También lanzó un plan de distribución
de tierras por el cual el gobierno dividió las tierras que poseía en pequeñas parcelas para
ser entregadas a campesinos sin tierra. Su régimen compró varios estados para dividirlos,
aunque, puesto que el gobierno tenía poco dinero, el programa continuó lentamente y su
efecto fue limitado.

El general mantuvo un estricto control personal sobre la nación, a través de un extenso


sistema de represión y espías. Su régimen se volvió más opresivo en sus últimos años,
especialmente después de 1938. Los métodos policiales eran duros. Entre sus "reformas"
se encontraban leyes que reinstauraban la pena de muerte para delitos como la rebelión.
Una rebelión el 8 de mayo de 1944, llevó a su renuncia. Posteriormente vivió durante
muchos años en la oscuridad, en el exilio en Honduras, donde murió en 1966.
El régimen de Martínez constituyó un importante momento decisivo en la política de El
Salvador, marcando el control inicial de la nación por los militares y el origen de la alianza
entre los militares y los terratenientes que dominaron la política en esa nación durante
muchas décadas. El fracasado levantamiento campesino que le permitió consolidar el
poder, también polarizó a la nación entre las clases altas y bajas. Estos legados siguieron
afectando la política de El Salvador durante décadas después de que Martínez se alejara.
Adolfo Hitler

(Braunau, Bohemia, 1889 - Berlín, 1945) Máximo dirigente de la Alemania nazi. Tras ser
nombrado canciller en 1933, liquidó las instituciones democráticas de la república e
instauró una dictadura de partido único (el partido nazi, apócope de Partido
Nacionalsocialista), desde la que reprimió brutalmente toda oposición e impulsó un
formidable aparato propagandístico al servicio de sus ideas: superioridad de la raza aria,
exaltación nacionalista y pangermánica, militarismo revanchista, anticomunismo y
antisemitismo.

Adolf Hitler

La doctrina del «espacio vital» y el ideal pangermánico de unir los pueblos de lengua
alemana lo llevarían a un agresivo expansionismo; en apoyo de su política beligerante,
Hitler rearmó Alemania y reorganizó y modernizó su ejército hasta convertirlo en una
maquinaria temible. Francia y Gran Bretaña consintieron la anexión de Austria y la
ocupación de Checoslovaquia, pero la invasión alemana de Polonia desencadenó
finalmente la Segunda Guerra Mundial (1939-45), cuya primera fase dio a Hitler el control
de toda Europa, excepto Gran Bretaña. La fallida invasión de Rusia y la intervención de
Estados Unidos invirtió el curso de la contienda; pese a la inevitable derrota, Hitler
rechazó toda negociación, arrastró a Alemania a una desesperada resistencia y se suicidó
en su búnker pocos días antes de la caída de Berlín.

Biografía

Hijo de un aduanero austriaco, su infancia transcurrió en Linz y su juventud en Viena. La


formación de Adolf Hitler fue escasa y autodidacta, pues apenas recibió educación. En
Viena (1907-13) fracasó en su vocación de pintor, malvivió como vagabundo y vio crecer
sus prejuicios racistas ante el espectáculo de una ciudad cosmopolita, cuya vitalidad
intelectual y multicultural le era por completo incomprensible. De esa época data su
conversión al nacionalismo germánico y al antisemitismo.
En 1913 Adolf Hitler huyó del Imperio Austro-Húngaro para no prestar servicio militar; se
refugió en Múnich y se enroló en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial
(1914-18). La derrota le hizo pasar a la política, enarbolando un ideario de reacción
nacionalista, marcado por el rechazo al nuevo régimen democrático de la República de
Weimar, a cuyos políticos acusaba de haber traicionado a Alemania aceptando las
humillantes condiciones de paz del Tratado de Versalles (1919).

De vuelta a Múnich, Hitler ingresó en un pequeño partido ultraderechista, del que pronto
se convertiría en dirigente principal, rebautizándolo como Partido Nacionalsocialista de los
Trabajadores Alemanes (NSDAP). Dicho partido se declaraba nacionalista, antisemita,
anticomunista, antiliberal, antidemócrata, antipacifista y anticapitalista, aunque este
último componente revolucionario de carácter social quedaría pronto en el olvido; tal
abigarrado conglomerado ideológico, fundamentalmente negativo, se alimentaba de los
temores de las clases medias alemanas ante las incertidumbres del mundo moderno.
Influido por el fascismo de Mussolini, este movimiento, adverso tanto a lo existente como
a toda tendencia de progreso, representaba la respuesta reaccionaria a la crisis del Estado
liberal que la guerra había acelerado.

Hitler hacia 1933

Sin embargo, Hitler tardaría en hacer oír su propaganda. En 1923 fracasó en un primer
intento de tomar el poder desde Múnich, apoyándose en las milicias armadas de
Ludendorff («Putsch de la Cervecería»). Fue detenido, juzgado y encarcelado, aunque tan
sólo pasó en la cárcel nueve meses, tiempo que aprovechó para plasmar sus ideas
políticas extremistas en un libro que tituló Mi lucha y que diseñaba las grandes líneas de
su actuación posterior.

A partir de 1925, ya puesto en libertad, Hitler reconstituyó el Partido Nacionalsocialista


expulsando a los posibles rivales y se rodeó de un grupo de colaboradores fieles como
Goering, Himmler y Goebbels. La profunda crisis económica desatada desde 1929 y las
dificultades políticas de la República de Weimar le proporcionaron una audiencia
creciente entre las legiones de parados y descontentos dispuestos a escuchar su
propaganda demagógica, envuelta en una parafernalia de desfiles, banderas, himnos y
uniformes.
El Tercer Reich

Combinando hábilmente la lucha política legal con el uso ilegítimo de la violencia en las
calles, los nacionalsocialistas o nazis fueron ganando peso electoral hasta que Hitler (que
nunca había obtenido mayoría) fue nombrado jefe del gobierno por el presidente
Hindenburg en 1933. Desde la Cancillería, Hitler destruyó el régimen constitucional y lo
sustituyó por una dictadura de partido único basada en su poder personal. Se iniciaba así
el llamado Tercer Reich (el Tercer Imperio alemán, tras el Sacro Imperio del medievo y el
Imperio de 1871, desaparecido con la Primer Guerra Mundial), que no fue sino un régimen
totalitario basado en un nacionalismo exacerbado y en la exaltación de una superioridad
racial sin fundamento científico alguno (basado en estereotipos que contrastaban con la
ridícula figura del propio Hitler).

Adolf Hitler

Tras la muerte de Hindenburg, Hitler se proclamó Führer o «caudillo» de Alemania y


sometió al ejército a un juramento de fidelidad. La sangrienta represión contra los
disidentes culminó en la purga de las propias filas nazis durante la «Noche de los Cuchillos
Largos» (1934) y la instauración de un control policial total de la sociedad, mientras que la
persecución contra los judíos, iniciada con las racistas Leyes de Núremberg (1935) y con el
pogromo conocido como la «Noche de los Cristales Rotos» (1938), conduciría al
exterminio sistemático de los judíos europeos a partir de 1939 (la «Solución Final»).

La política internacional de Hitler fue la clave de su prometida reconstitución de Alemania,


basada en desviar la atención de los conflictos internos hacia una acción exterior agresiva.
Se alineó con la dictadura fascista italiana, con la que intervino en auxilio de Franco en la
Guerra Civil española (1936-39), ensayo general para la posterior contienda mundial; y
completó sus alianzas con la incorporación del Japón en una alianza antisoviética (Pacto
Antikomintern, 1936) hasta formar el Eje Berlín-Roma-Tokyo (1937).

Militarista convencido, Hitler empezó por rearmar al país para hacer respetar sus
demandas por la fuerza (restauración del servicio militar obligatorio en 1935,
remilitarización de Renania en 1936); con ello reactivó la industria alemana, redujo el paro
y prácticamente superó la depresión económica que le había llevado al poder.
Mussolini y Hitler (Múnich, 1940)

Luego, apoyándose en el ideal pangermanista, reclamó la unión de todos los territorios de


habla alemana: primero se retiró de la Sociedad de Naciones, rechazando sus métodos de
arbitraje pacífico (1933); tras el asesinato del presidente austriaco Dollfuss (1934), forzó el
Anschluss o anexión de Austria (1938); a continuación reivindicó la región checa de los
Sudetes y, tras engañar a la diplomacia occidental prometiendo no tener más ambiciones
(Conferencia de Múnich, 1938), ocupó el resto de Checoslovaquia, la dividió en dos y la
sometió a un protectorado; aún se permitió arrebatar a Lituania el territorio de Memel
(1939).

La Segunda Guerra Mundial

Cuando el conflicto en torno a la ciudad libre de Danzig le llevó a invadir Polonia, Francia y
Gran Bretaña reaccionaron y estalló la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Adolf Hitler
había preparado sus fuerzas para esta gran confrontación, que según él habría de permitir
la expansión de Alemania hasta lograr la hegemonía mundial (Protocolo Hossbach, 1937);
en previsión del estallido bélico había reforzado su alianza con Italia (Pacto de Acero,
1939) y, sobre todo, había concluido un Pacto de no agresión con la Unión Soviética
(1939), acordando con Stalin el reparto de Polonia.

El moderno ejército que había preparado obtuvo brillantes victorias en todos los frentes
durante los dos primeros años de la guerra, haciendo a Hitler dueño de casi toda Europa
mediante una «guerra relámpago»: ocupó Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica,
Luxemburgo, Francia, Yugoslavia y Grecia (mientras que Italia, España, Hungría, Rumania,
Bulgaria y Finlandia eran sus aliadas, y países como Suecia y Suiza declaraban una
neutralidad benévola).

Sólo la Gran Bretaña de Churchill resistió el intento de invasión (batalla aérea de


Inglaterra, 1940); pero la suerte de Hitler empezó a cambiar cuando lanzó la invasión de
Rusia (1941), respondiendo tanto a un ideal anticomunista básico en el nazismo como al
proyecto de arrebatar a la «inferior» raza eslava del este el «espacio vital» que soñaba
para engrandecer a Alemania. A partir de la batalla de Stalingrado (1943), el curso de la
guerra se invirtió, y las fuerzas soviéticas comenzaron una contraofensiva que no se
detendría hasta tomar Berlín en 1945; simultáneamente, se reabrió el frente occidental
con el aporte masivo en hombres y armas procedente de Estados Unidos (involucrados en
la guerra desde 1941), que permitió el desembarco de Normandía (1944).

Derrotado y fracasados todos sus proyectos, Hitler vio cómo empezaban a abandonarle
sus colaboradores mientras la propia Alemania era acosada por los ejércitos aliados; en su
limitada visión del mundo no había sitio para el compromiso o la rendición, de manera
que arrastró a su país hasta la catástrofe. Después de haber sacudido al mundo con su
sueño de hegemonía mundial de la «raza» alemana, provocando una guerra total a escala
planetaria y un genocidio sin precedentes en los campos de concentración, Hitler se
suicidó en el búnker de la Cancillería donde se había refugiado, pocos días después de la
entrada de los rusos en Berlín.
Marie Curie
Maria Salomea Skłodowska-Curie, también conocida como Marie Curie, fue una científica.
Nació el 7 de noviembre de 1867 en Varsovia, Polonia. Marie Curie pasó a la historia por
haber descubierto junto a su esposo Pierre Curie, la radiactividad. Ella le abrió las puertas
a la lucha contra varias enfermedades crueles.

Maria Salomea Skłodowska, luego conocida como Marie Curie, al acoger el apellido de su
esposo Pierre Curie. Era la quinta hija del profesor de física y matemáticas, Władysław
Skłodowski, y de la maestra Bronisława Boguska. Marie fue una gran estudiante que se
sentía atraída por la física y las matemáticas. Ese gustó duró hasta su juventud, entonces
Marie quería especializarse en Ciencias Físicas, pero la Polonia de ese tiempo, como era
sometida por la Rusia zarista, les negaba a las mujeres tener un estudio superior. Marie
decidió que tenía que salir de su país natal para poder estudiar Ciencias Físicas.

En 1890, su hermana Bronisława se casó y meses después invitó a Marie para que se fuese
a vivir con ellos en París, pero ella se negó porque no tenía el dinero suficiente para pagar
su matrícula universitaria. Recibió ayuda económica de su padre y siguió trabajando hasta
reunir el dinero suficiente para poder viajar.

A finales de 1891, Maria viajó a Francia, lo primero que hizo fue inscribirse en la Soborna y
para poder integrarse cambia su nombre, a partir de ahí se llamaría Marie. En ese tiempo
Marie tenía 24 años y su única meta era iniciar sus estudios universitarios. Marie Curie
vivió un tiempo con su hermana y su cuñado, hasta que consiguió alquilar una habitación
en el Barrio Latino de París. Para Marie lo único importante era su carrera universitaria. Su
insuficiencia económica, la anemia, el hambre y el frío no fueron obstáculos para llevar
acabo ello. Marie consiguió su licenciatura en Física en 1893 y en Matemáticas un año
después.

En 1894, la vida de Marie tomó un cambio, pues en ese año Marie conocen la universidad
a Pierre Curie, científico francés, que trabajaba de profesor en la Soborna. En ese año
trabajaron juntos en el laboratorio de la facultad. La pasión que ambos tenían por las
ciencias, poco a poco se fue volviendo algo más íntimo. Marie y Pierre se casaron en 1895.
Su luna de miel fue recorre toda Francia en sus bicicletas.
Al volver a casa, el matrimonio se enfocó en sus tareas científicas. Convirtieron su casa en
un laboratorio algo improvisado, y en el invirtieron todo su tiempo libre en ir avanzando
sus investigaciones.

En 1897, nació su primera hija Irène. Las obligaciones como madre y esposa no afectaron
en sus investigaciones. En ese mismo año Marie terminó sus estudios universitarios y fue
becada. Publicó su primer trabajo científico, una monografía sobre la imantación del acero
templado. Marie estaba buscando un tema interesante para su tesis doctoral. Ella se
encontró con el descubrimiento casual que había hecho Antoine Henri Bequerel en
febrero de 1896: La radiactividad natural. A Marie le llamó mucho la atención y quedó
fascinada, entonces a partir de ahí Los Curie empezaron a investigar el fenómeno y a
formular las bases que consiguieran aclarar este descubrimiento.

Marie le contagió su interés por el misterio de esas irradiaciones a su marido Pierre. El


matrimonio Curie inició sus investigaciones y descubrieron que no sólo el uranio emitía los
rayos descubiertos por Becquerel. También repararon en que la pechblenda, un mineral
que es extraído del uranio, era mucho más radioactivo que este.

Debían encontrar los otros elementos radioactivos que contenía la pechblenda y


comprender el porqué de sus radiaciones. Su trabajo radicó en procesar y separar esos
elementos. La pareja de los Curie trabajaba en buena armonía, Pierre se dedicaba a
observar las propiedades de ñas radiaciones y Marie a purificar los elementos que los
producían.

Los Curie son, en buena parte, responsables de la transformación de la investigación


científica moderna. Ellos demostraron que la radiación no se producía como resultado de
una reacción química, sino que hacía parte de una propiedad del mismo elemento, de su
átomo. Ellos dieron paso al desarrollo del estudio de la energía nuclear, clave en el
acontecer del siglo XX.

En 1898, descubrieron el gas radón y la radiactividad del Torio. Los Curie anunciaron en
julio de este año el descubrimiento de un nuevo elemento también radioactivo, al que
Marie nombró Polonio en honor a su tierra natal. A finales de ese año, los Curie presentan
otro nuevo elemento químico, el Radio, del que afirmaron que ese elemento emitía una
reacción que era muchísimo mayor a la del Uranio. Estos descubrimientos les dieron
reconocimiento mundial a los Curie. El matrimonio se negó a patentar su descubrimiento
para que la Ciencia pudiese profundizar más en ello.

Marie Curie Infografía

En 1903, ganó el premio Nobel de física junto a su marido Pierre y Antoine Henri
Becquerel. En 1904 nació su segunda hija, Eve. Para ese tiempo Marie Curie estaba
agotada físicamente.

En 1906, muere su esposo, Pierre Curie. Tras la muerte de su esposo, Marie Curie obtiene
en 1910 una cátedra de física, que su marido dejó en la Soborna, volviéndose así la
primera mujer que dictaba clase en la famosa universidad. Unos años antes la Soborna y el
instituto Pasteur de París habían creado el instituto del Radio, cuyo fin era investigar más
sobre este tema y las aplicaciones médicas de la radioactividad. Marie Curie fue la
directora de esa institución.

En 1911, Marie Curie recibe su segundo Nobel, pero esta vez es el Nobel de Química.
Antes de ella, nadie había ganado nunca dos premios Nobel.

Marie Curie falleció a causa de una anemia aplásica a sus 67 años, el 4 de julio de 1934, en
París.
Benito Juárez

(San Pablo Guelatao, México, 1806 - Ciudad de México, 1872) Político liberal mexicano,
presidente de la República entre 1858 y 1872. Tras un periodo de tres décadas en que el
conservador Antonio López de Santa Anna había dominado la vida política del país, Benito
Juárez se esforzó en sus mandatos en llevar a la práctica el ideario liberal, dictando leyes
para hacer efectiva la reforma agraria, la libertad de prensa, la separación entre la Iglesia y
el Estado y la sumisión del ejército a la autoridad civil.

Benito Juárez

Su labor modernizadora topó con inmensas dificultades: la reacción conservadora dio


lugar a la guerra de Reforma (1858-1860) y los problemas económicos motivaron el
impago de la deuda y la intervención francesa en México (1863-1867). No menos
convulsos fueron sus últimos años, y las deserciones surgidas de su propio partido
llevarían, tras su fallecimiento, a la longeva dictadura de Porfirio Díaz. Pese a que pocas de
sus realizaciones fueron duraderas, su entrega a unos ideales de justicia social es
justamente apreciada, y la historiografía lo reconoce como la figura capital del liberalismo
mexicano en el siglo XIX.

Biografía

Hijo de Marcelino Juárez y Brígida García, matrimonio indígena de humilde condición,


Benito Juárez quedó huérfano siendo niño y cursó sus primeros estudios en su pueblo
natal. Tenía veinte años cuando ingresó en el Instituto de Ciencias de Oaxaca, donde se
licenció en derecho. Su preocupación por la realidad social y en particular por la situación
de los campesinos lo llevó a adherirse a los ideales liberales que venían difundiéndose por
América desde la Revolución Francesa y a participar activamente en la política.

En 1831 Benito Juárez fue elegido regidor del ayuntamiento de Oaxaca y, un año después,
diputado al Congreso del Estado. Era éste el primer paso de una actividad que le llevaría a
ser el máximo mandatario de la nación, aunque para ello debió ascender lentamente en el
escalafón político, sortear dificultades sin cuento, padecer el exilio, sufrir la cárcel,
encabezar una guerra civil y atraerse la ira de numerosos enemigos. La energía con que
defendió los intereses que representaba le valió en 1846 ser diputado por Oaxaca ante el
Congreso de la Unión. Un año más tarde fue designado gobernador de su estado natal,
cargo en el que permaneció hasta 1852.

Su oposición al tratado de Guadalupe-Hidalgo, por el que México perdió vastas zonas de


su territorio en favor de Estados Unidos, encontró cauce en las filas liberales y en la
defensa de un proyecto federalista. Sin embargo, los conservadores lograron una vez más
hacerse con el poder en 1853, acaudillados por el general Antonio López de Santa Anna, y
Juárez se vio obligado a exiliarse en Cuba.

Benito Juárez

Al cabo de dos años regresó y se adhirió al plan de Ayutla, entre cuyos firmantes figuraban
los generales Villarreal, Comonfort y Álvarez. Al triunfar el pronunciamiento fue designado
consejero de Estado y, bajo la presidencia de Ignacio Comonfort (1855-1857), ministro de
Justicia. Como tal promulgó una serie de leyes que restablecían las libertades de
enseñanza, imprenta y trabajo y anulaban las prerrogativas del clero y el ejército.

La guerra de Reforma

Sus disposiciones legislativas, que inspiraron la Constitución de 1857, de corte liberal,


motivaron la reacción de los conservadores, quienes se pronunciaron al año siguiente en
el plan de Tacubaya. Comonfort pactó con ellos, dio un golpe de Estado y encarceló a
Juárez, lo cual fue el detonante del conflicto civil llamado la guerra de Reforma (1858-
1860).

Como presidente de la Corte Suprema de Justicia, Juárez, que había conseguido huir, se
convirtió en el presidente legítimo, de acuerdo con la Constitución. Presionado por sus
enemigos, hubo de refugiarse en Panamá, pero regresó en mayo de 1858 para establecer
su gobierno en Veracruz. Desde allí expidió las leyes de Reforma y proclamó una
Constitución más radical que la anterior. En 1859 su gobierno fue reconocido por los
Estados Unidos, y, con su ayuda, los liberales derrotaron finalmente a los conservadores
en 1860.

La ocupación francesa

Sin embargo, las graves dificultades económicas por las que pasaba el país obligaron a
Juárez a suspender el pago de la deuda externa. La medida motivó la intervención armada
del Reino Unido, España y Francia en 1861 y sumió de nuevo al país en una tensa situación
de guerra. Las promesas de Juárez determinaron la retirada de las dos primeras potencias,
pero Francia, en connivencia con los conservadores, invadió México en 1863, y en 1864,
tras ocupar la capital, acabó por imponer al archiduque Maximiliano de Austria como
emperador de México.

Ante la instauración del Imperio de Maximiliano I, Benito Juárez se retiró a Paso del Norte
y desde allí organizó la resistencia. Hombre de leyes por encima de todo, prorrogó no sin
profunda vergüenza y violencia interna sus poderes presidenciales hasta que terminase la
guerra, y emprendió enseguida la ofensiva republicana, que triunfaría tras el sitio de
Querétaro en 1867 y se saldaría con el fusilamiento de Maximiliano el 19 de junio en el
Cerro de Campanas.

Los últimos mandatos

Con el país empobrecido y desunido, fue reelegido por séptima vez en agosto de 1867.
Juárez restauró la República federal y dio vigencia a las leyes de Reforma. Pero el último
lustro de su vida política estaría marcado por revueltas y conflictos de toda índole. Por una
parte, proliferaban en México brotes de bandolerismo y grupos guerrilleros
revolucionarios, y por otra el sistema constitucional, que se había impuesto tras arduas
luchas contra las poderosas fuerzas de la reacción, comenzaba a desacreditarse ante las
acusaciones de fraude electoral. Para colmar el vaso, el presidente inició impopulares
reformas con objeto de acumular en sus manos un mayor poder ejecutivo.

Benito Juárez
Este hecho y el temor a que buscara perpetuarse en el cargo motivaron la reacción dentro
de su propio partido. Porfirio Díaz, cuyo nombre resume por sí mismo el siguiente capítulo
de la historia de México, se pasó a la oposición, tras haberse destacado como victorioso
militar en la guerra contra Maximiliano, y en 1871 Sebastián Lerdo de Tejada, principal
colaborador de Juárez en política interior, no aceptó presentarse a las elecciones y fundó
el partido lerdista. Durante ese año el presidente debió asimismo sofocar diversos
levantamientos, como los de Treviño y Naranjo, agotando en esta extenuante empresa sus
ya enflaquecidas fuerzas.

A pesar de las dificultades económicas, de la hostilidad del Congreso y de numerosos


pronunciamientos, el 1 de diciembre de 1871 Juárez asumía nuevamente la presidencia
ante el Congreso de los diputados, y allí reiteraba su fe en la legalidad con su habitual
energía. Pero los vientos de la historia se orientaban ya hacia otros derroteros. Porfirio
Díaz arengaba a sus partidarios contra Juárez acusándolo de dictador y poniendo en
marcha una revuelta inspirada en el llamado Plan de la Noria, cuya más significativa
propuesta era la prohibición de que fueran reelegidos los presidentes. Sebastián Lerdo de
Tejada se alió con Porfirio Díaz y juntos se alzaron contra Juárez.

Pese a que Juárez sobrevivió también a esta postrera andanada de sus enemigos políticos,
reprimir el levantamiento constituyó su último acto público, pues con secreto estoicismo
de indígena zapoteca venía soportando, desde tiempo atrás, una prolongada serie de
difunciones cardíacas que por fin lo llevaron a la tumba el 18 de julio de 1872. Tras su
muerte el Congreso lo declaró Benemérito de la Patria y de las Américas.
Rubén Darío

Rubén Darío. (Metapa, República de Nicaragua, 18 de enero de 1867 - León, República de


Nicaragua, 6 de febrero de 1916). Poeta, periodista y diplomático, está considerado como
el máximo representante del modernismo literario en lengua española.

Su nombre completo es Félix Rubén García Sarmiento. Su familia paterna era conocida
como los Daríos, y por ello adopta apellidarse Darío.

Cursa estudios elementales en León (Nicaragua). De formación humanística, es un lector y


escritor precoz. En sus poemas juveniles, publicados en un periódico local, se muestra
muy independiente y progresista, defendiendo la libertad, la justicia y la democracia. Con
14 años empieza su actividad periodística en varios periódicos nicaragüenses.

A los 15 años viaja a El Salvador y es acogido bajo la protección del presidente de la


república Rafael Zaldívar a instancias del poeta guatemalteco Joaquín Méndez Bonet,
secretario del presidente. En esta época conoce al poeta salvadoreño Francisco Gavidia,
gran conocedor de la poesía francesa, bajo cuyos auspicios intentó por primera vez
adaptar el verso alejandrino francés a la métrica castellana, rasgo distintivo tanto de la
obra de Rubén Darío como de toda la poesía modernista.

De vuelta en Nicaragua, en 1883, se afinca en Managua donde colabora con diferentes


periódicos, y en 1886, con 19 años, decide trasladarse a Chile, en donde pasa tres años
trabajando como periodista y colaborando en diarios y revistas como «La Época» y «La
Libertad Electoral» (de Santiago) y «El Heraldo» (de Valparaíso). Aquí conoce a Pedro
Balmaceda Toro, escritor e hijo del presidente del gobierno de Chile, quien le introduce en
los principales círculos literarios, políticos y sociales del país, y le ayuda a publicar su
primer libro de poemas «Abrojos» (1887) animándole a presentarse a varios certámenes
literarios. En Chile amplía sus conocimientos literarios con lecturas que influyen mucho en
su trayectoria poética como los románticos españoles y los poetas franceses del siglo XIX.

En 1888 publica en Valparaíso el poemario «Azul», considerada como el punto de partida


del Modernismo. Esta fama le permite obtener el puesto de corresponsal del diario «La
Nación» de Buenos Aires.
Entre 1889 y 1893 vive en varios países de Centroamérica ejerciendo como periodista
mientras sigue escribiendo poemas. En 1892 marcha a Europa, y en Madrid, como
miembro de la delegación diplomática de Nicaragua en los actos conmemorativos del
Descubrimiento de América, conoce a numerosas personalidades de las letras y la política
españolas y en París entra en contacto con los ambientes bohemios de la ciudad.

Entre 1893 y 1896 reside en Buenos Aires, y allí publica dos libros cruciales en su obra:
«Los raros» y «Prosas profanas y otros poemas», que supuso la consagración definitiva del
Modernismo literario en español.

El periódico argentino «La Nación» le envía como corresponsal a España en 1896, y sus
crónicas terminarían recopilándose en un libro, que apareció en 1901, titulado «España
Contemporánea. Crónicas y retratos literarios».

En España, el autor despierta la admiración de un grupo de jóvenes poetas defensores del


Modernismo como Juan Ramón Jiménez, Ramón María del Valle-Inclán y Jacinto
Benavente. En 1902, en París, conoce a un joven poeta español, Antonio Machado,
declarado admirador de su obra.

En 1903 es nombrado cónsul de Nicaragua en París. En 1905 se desplaza a España como


miembro de una comisión nombrada por el gobierno nicaragüense, con el fin de resolver
una disputa territorial con Honduras, y ese año publica el tercero de los libros capitales de
su obra poética: «Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas», editado por
Juan Ramón Jiménez.

En 1906 participa, como secretario de la delegación nicaragüense, en la Tercera


Conferencia Panamericana que tuvo lugar en Río de Janeiro. Poco después es nombrado
ministro residente en Madrid del gobierno nicaragüense de José Santos Zelaya hasta
febrero de 1909. Entre 1910 y 1913 pasa por varios países de América Latina y en estos
años redacta su autobiografía, que aparece publicada en la revista «Caras y caretas» con
el título «La vida de Rubén Darío escrita por él mismo», y la obra «Historia de mis libros»,
esencial para el conocimiento de su evolución literaria.
En 1914 se instala en Barcelona, donde publica su última obra poética de importancia,
«Canto a la Argentina y otros poemas». Al estallar la Primera Guerra Mundial viaja a
América y, tras una breve estancia en Guatemala, regresa definitivamente a León
(Nicaragua), donde fallece.
Teresa De Calcuta

(Agnes Gonxha Bojaxhiu; Skopje, actual Macedonia, 1910 - Calcuta, 1997) Religiosa
albanesa nacionalizada india, premio Nobel de la Paz en 1979. Cuando en 1997 falleció la
Madre Teresa de Calcuta, la congregación de las Misioneras de la Caridad contaba ya con
más de quinientos centros en un centenar de países. Pero quizá la orden que fundó, cuyo
objetivo es ayudar a "los más pobres de los pobres", es la parte menor de su legado; la
mayor fue erigirse en un ejemplo inspirador reciente, en la prueba palpable y viva de
cómo la generosidad, la abnegación y la entrega a los demás también tienen sentido en
tiempos modernos.

La Madre Teresa de Calcuta

Nacida en el seno de una familia católica albanesa, la profunda religiosidad de su madre


despertó en Agnes la vocación de misionera a los doce años. Siendo aún una niña ingresó
en la Congregación Mariana de las Hijas de María, donde inició su actividad de asistencia a
los necesitados. Conmovida por las crónicas de un misionero cristiano en Bengala, a los
dieciocho años abandonó para siempre su ciudad natal y viajó hasta Dublín para profesar
en la Congregación de Nuestra Señora de Loreto. Como quería ser misionera en la India,
embarcó hacia Bengala, donde cursó estudios de magisterio y eligió el nombre de Teresa
para profesar.

Apenas hechos los votos pasó a Calcuta, la ciudad con la que habría de identificar su vida y
su vocación de entrega a los más necesitados. Durante casi veinte años ejerció como
maestra en la St. Mary's High School de Calcuta. Sin embargo, la profunda impresión que
le causó la miseria que observaba en las calles de la ciudad la movió a solicitar a Pío XII la
licencia para abandonar la orden y entregarse por completo a la causa de los
menesterosos. Enérgica y decidida en sus propósitos, Santa Teresa de Calcuta pronunció
por entonces el que sería el principio fundamental de su mensaje y de su acción: "Quiero
llevar el amor de Dios a los pobres más pobres; quiero demostrarles que Dios ama el
mundo y que les ama a ellos".
En 1947, como culminación de aquella dilatada lucha liderada por Gandhi, la India alcanzó
la independencia. Un año después, Teresa de Calcuta obtuvo la autorización de Roma para
dedicarse al apostolado en favor de los pobres. Mientras estudiaba enfermería con las
Hermanas Misioneras Médicas de Patna, Teresa de Calcuta abrió su primer centro de
acogida de niños. En 1950, año en que adoptó también la nacionalidad india, fundó la
congregación de las Misioneras de la Caridad, cuyo pleno reconocimiento encontraría
numerosos obstáculos antes de que Pablo VI lo hiciera efectivo en 1965.

Teresa de Calcuta

Al tiempo que su congregación, cuyas integrantes debían sumar a los votos tradicionales
el de dedicarse totalmente a los necesitados, abría centros en diversas ciudades del
mundo, ella atendía a miles de desheredados y moribundos sin importarle si profesaban el
cristianismo u otra religión: "Para nosotras no tiene la menor importancia la fe que
profesan las personas a las que prestamos asistencia. Nuestro criterio de ayuda no son las
creencias, sino la necesidad. Jamás permitimos que alguien se aleje de nosotras sin
sentirse mejor y más feliz, pues hay en el mundo otra pobreza peor que la material: el
desprecio que los marginados reciben de la sociedad, que es la más insoportable de las
pobrezas."

En concordancia con esta palabras, Santa Teresa de Calcuta convirtió en el premio de una
rifa un coche descapotable que le dio el papa Pablo VI durante su visita a la India en 1964
(regalo a su vez de la comunidad católica) y destinó los fondos recaudados a la creación de
una leprosería en Bengala; posteriormente convencería al papa Juan Pablo II de abrir un
albergue para indigentes en el mismo Vaticano.

El enorme prestigio moral que la Madre Teresa de Calcuta supo acreditar con su labor en
favor de "los pobres más pobres" llevó a la Santa Sede a designarla representante ante la
Conferencia Mundial de las Naciones Unidas celebrada en México en 1975 con ocasión del
Año Internacional de la Mujer, donde formuló su ideario basado en la acción por encima
de las organizaciones. Cuatro años más tarde, santificada no sólo por aquellos a quienes
ayudaba sino también por gobiernos, instituciones internacionales y poderosos
personajes, recibió el premio Nobel de la Paz.
Teresa de Calcuta: "El trabajo que hacemos no tiene nada de heroico. Cualquiera que
tenga la gracia de Dios puede hacerlo."

Consciente del respeto que inspiraba, el papa Juan Pablo II la designó en 1982 para mediar
en el conflicto del Líbano, si bien su intervención se vio dificultada por la complejidad de
los intereses políticos y geoestratégicos del área. Desde posiciones que algunos sectores
de opinión consideraron excesivamente conservadoras, participó vivamente en el debate
sobre las cuestiones más cruciales de su tiempo, a las que no fue nunca ajena. Así, en
mayo de 1983, durante el Primer Encuentro Internacional de Defensa de la Vida, defendió
con vehemencia la doctrina de la Iglesia, conceptiva, antiabortista y contraria al divorcio.

En 1986 recibió la visita de Juan Pablo II en la Nirmal Hidray o Casa del Corazón Puro,
fundada por ella y más conocida en Calcuta como la Casa del Moribundo. En el curso de
los años siguientes, aunque mantuvo su mismo dinamismo en la lucha para paliar el dolor
ajeno, su salud comenzó a declinar y su corazón a debilitarse. En 1989 fue intervenida
quirúrgicamente para implantarle un marcapasos, y en 1993, tras ser objeto de otras
intervenciones, contrajo la malaria en Nueva Delhi, enfermedad que se complicó con sus
dolencias cardíacas y pulmonares.

Finalmente, tras superar varias crisis, cedió su puesto de superiora a sor Nirmala, una
hindú convertida al cristianismo. Pocos días después de celebrar sus 87 años ingresó en la
unidad de cuidados intensivos del asilo de Woodlands, en Calcuta, donde falleció. Miles de
personas de todo el mundo se congregaron en la India para despedir a la Santa de las
Cloacas. Seis años después de su muerte, en octubre de 2003, y coincidiendo con la
celebración del 25º aniversario del pontificado de Juan Pablo II, la Madre Teresa de
Calcuta fue beatificada en una multitudinaria misa a la que acudieron fieles de todas
partes del mundo. A finales de 2015, el Vaticano aprobó su canonización; el 4 de
septiembre de 2016, ante más de cien mil fieles congregados en la plaza de San Pedro, el
papa Francisco ofició la ceremonia que elevaba a los altares a Santa Teresa de Calcuta,
cuya festividad (5 de septiembre), incorporada al santoral católico, se celebró por primera
vez al día siguiente.
Charles Darwin

(Charles Robert Darwin; Shrewsbury, Reino Unido, 1809 - Down, id., 1882) Naturalista
británico que formuló sobre bases científicas la moderna teoría de la evolución, expuesta
en su obra Sobre el origen de las especies (1859).

Charles Darwin

Era hijo de un médico de buena posición y nieto del famoso médico, filósofo, naturalista y
poeta inglés Erasmus Darwin. A pesar de cursar estudios de medicina en Edimburgo y de
teología en Cambridge (inducido al parecer por su padre, muy preocupado por su futuro),
su interés principal, estimulado entre otros motivos por la lectura de las obras del alemán
Alexander von Humboldt, se centraba en las ciencias naturales.

Este interés le impulsó a incorporarse, en calidad de naturalista de la expedición, al


periplo alrededor del mundo del H.M.S. Beagle (1831-1836), al mando del capitán Robert
Fitzroy, lo cual lo llevó a viajar por América del Sur, las islas del Pacífico, Australia, Nueva
Zelanda y el sur de África. Durante los viajes acopió gran cantidad de materiales de todo
tipo y realizó las detalladas observaciones que le permitieron, a su regreso al Reino Unido,
enunciar la llamada teoría de la evolución, cuyos primeros esbozos comenzaron a tomar
forma en 1837 y que tardaría más de dos décadas en ver la luz.

Aunque esta teoría le valió el reconocimiento universal, sus investigaciones le permitieron


también confirmar la llamada teoría uniformista del geólogo escocés Charles Lyell (1749-
1875), comprobar las relaciones existentes entre las rocas plutónicas y la lava volcánica y
establecer las bases de la llamada teoría de la deformación. Formuló asimismo la teoría
acerca de la formación de los arrecifes coralinos en vigor en la actualidad. Entre sus
diversas observaciones tuvieron gran importancia los estudios efectuados en las islas
Galápagos acerca de la gran diversidad de pinzones de aquellas latitudes, todos ellos
perfectamente adaptados a diferentes nichos ecológicos.
La combinación entre sus trabajos de campo y la lectura de una obra muy en boga por
entonces, Ensayo sobre el principio de la población, de Thomas R. Malthus, le inspiró el
desarrollo de la concepción básica de la teoría de la selección natural, destinada a
convertirse en uno de los paradigmas fundamentales de la biología moderna. El fruto de
sus trabajos, basados en métodos que han constituido auténticos modelos para la
investigación científica posterior, lo plasmó, esencialmente, en su obra Sobre el origen de
las especies, que se agotó el mismo día de su publicación (24 de noviembre de 1859) y fue
traducida casi de inmediato a la mayoría de los idiomas cultos.

En dicha obra, Darwin propone, por un lado, que las especies no son inmutables,
evolucionan con el tiempo y descienden unas de las otras; y, por otro, que la principal
causa de la evolución es la llamada selección natural, es decir, la supervivencia de los
mejor adaptados, que, gracias a dicha adaptación, disponen de mayor cantidad de
oportunidades para salir airosos en la lucha por la obtención de unos recursos limitados
(alimentos, etc.), imprescindibles para su supervivencia.

La publicación de su obra principal le granjeó la animadversión de amplios sectores de la


Iglesia Anglicana, opuestos a cuestionar la interpretación literal de la Biblia, y suscitó
innumerables polémicas acerca de la evolución del mono al hombre. Darwin, que había
reflexionado largamente respecto a la conveniencia o no de publicar sus trabajos, y que
los dio a conocer, en colaboración con Alfred Russel Wallace, impulsado por una
comunicación que le daba noticia de hallazgos similares por otros investigadores, no
participó directamente en las polémicas y dejó que fuera el biólogo británico Thomas H.
Huxley el encargado de asumir el peso de la defensa de su teoría de la evolución. A su
muerte fue enterrado en Westminster, en el panteón de hombres ilustres del Reino
Unido.

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