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Facultad de Humanidades

Psicología

Psicología Social

Grupo #B065

“Ensayo Libro 1984”

Alumno:

Junielka Mercedes Moraga Báez

Managua, Nicaragua
Marzo, 2023
1984

Se nos presenta a Winston como un ser humano cualquiera pero, no obstante, no


en una sociedad cualquiera. Podría decirse una sociedad dirigida por un partido un
poco cuestionable ya que fomentaba tres consignas:

LA GUERRA ES LA PAZ.
LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD.
LA IGNORANCIA ES LA FUERZA

Cualquier persona se daría cuenta de lo ilógico y absurdo que son estas consignas
porque se genera una contradicción a la hora de conceptualizar esos términos.

Se logra observar como se controlan las acciones y sonidos que puede realizar una
persona, es decir, lo que se puede o no hacer y lo que se puede o no decir. A este
aparato se le llama telepantalla (recibe y transmite sonidos al igual que se conecta
con una radio de visión). Sin embargo, se habla de un aparato que me genera
interés, el instrumento llamado teidoatítalia podía ser amortiguado, pero no había
manera de cerrarlo del todo, a nivel personal me recuerda un poco al cerebro,
puedes enfocarte en otros pensamientos o en tu entorno pero al final no puedes
cerrarlo ni apagarlo por completo, siempre va a funcionar.

Las calles están rodeadas de carteles con la misma frase, “El Gran Hermano Te
Vigila”, esto no solo genera pánico ni frustración a la sociedad, sino que también es
una clara violación a la privacidad y otros derechos humanos. Además se puede
observar como esta sociedad presenta sus Ministerios.

El Ministerio de la Verdad, que se dedicaba a las noticias, a los espectáculos, la


educación y las bellas artes. (Miniver)

El Ministerio de la Paz, para los asuntos de guerra. (Minipax)

El Ministerio del Amor, encargado de mantener la ley y el orden. (Minimor)

El Ministerio de la Abundancia, al que corresponden los asuntos económicos.


(Minindantia).

Es sorprendente ver como ciertos términos son la contraparte de otras palabras, de


nuevo, no existen fundamentos para llevar a cabo una institución si no tiene un
balance en sus características.También, es realmente incongruente que exista
Minimor ya que técnicamente no existen las leyes, ¿cómo vas a regular algo que no
“existe”. Además, me parece fascinante como Minimor ( había que pasar por un
laberinto de caminos rodeados de alambre espinoso, puertas de acero y ocultos
nidos de ametralladoras) se puede relacionar con el corazón/sentimientos porque a
veces las personas tienen tantas limitaciones en cuanto a lo que es amar y puede
ser difícil a tal punto de reprimirse o ponerle “paredes” a nuestro corazón.

Es realmente preocupante el nivel de control que ejercen en las personas, desde no


comprar ciertos artículos en ciertas tiendas (a esto se le llamaba, en tono de severa
censura, «traficar en el mercado libre») hasta ser obligados a “Dos Minutos de Odio”
(escuchar propaganda política donde las personas expresaban su ira y rabia hacia
el partido contrario).

Es realmente extraño ver como una sociedad se acostumbró a no escribir, de


hecho, la pluma era considerada ya un instrumento arcaico. Se usaba rarísimas
veces, ni siquiera para firmar. Puede ser abismal el control que se impone que llega
a tal punto que las personas no sepan ni siquiera en qué año están.

Una crítica actual a lo que es el cine hoy en día, Winston nos explica un suceso que
pasó en un cine, las personas se rían por tragedias y no cuestionaban las
consecuencias de las acciones, la cinematografía era simplemente usada como un
método de entretenimiento, ¿dónde quedó el cuestionamiento, la educación, las
analogías y diferentes emociones además de la gracia?. Pero, es increíble como
siempre no importa dónde ni cómo siempre va a existir una persona que sea la
“oveja negra” que realmente se pregunta si esto esta bien o mal y el por qué de ello.

Lo que Winston plantea son los “Dos Minutos de Odio”, donde variaba cada día,
pero en ninguno de ellos dejaba de ser Emmanuel Goldstein el protagonista. Era el
traidor por excelencia, el que antes y más que nadie había manchado la pureza del
Partido. Todos los subsiguientes crímenes contra el Partido, todos los actos de
sabotaje, herejías, desviaciones y traiciones de toda clase procedían directamente
de sus enseñanzas.

Goldstein era un pensador y hacedor por excelencia, acusaba al Partido de ejercer


una dictadura y pedía que se firmara inmediatamente la paz con Eurasia. Abogaba
por la libertad de palabra, la libertad de prensa, la libertad de reunión y la libertad
de pensamiento, gritando histéricamente que la revolución había sido traicionada.
Era un hombre revolucionario total y absolutamente abierto al cambio.

En el segundo minuto el odio llegó al frenesí. Los espectadores saltaban y gritaban


enfurecidos tratando de apagar con sus gritos la perforante voz que salía de la
pantalla. A los treinta segundos no hacía falta fingir. Un éxtasis de miedo y
venganza, un deseo de matar, de torturar, de aplastar rostros con un martillo,
parecían recorrer a todos los presentes como una corriente eléctrica convirtiéndo a
uno, incluso contra su voluntad, en un loco gesticulador y vociferante. Esto puede
ser el claro ejemplo de que las personas reprimen muchos sus sentimientos y
pensamientos, no existe una descarga de tensiones y eso se va acumulando hasta
llegar a un punto de quiebre.
Lo horrible de los Dos Minutos de Odio no era el que cada uno tuviera que
desempeñar allí un papel sino, al contrario, que era absolutamente imposible evitar
la participación porque era uno arrastrado irremisiblemente.

Pero al final se reproducía la amenazadora figura del rostro del Gran Hermano.
Winston lo consideraba consideraba un fenómeno óptico psicológico de que el
rostro del Gran Hermano persistía en la pantalla durante algunos segundos, como
si el «impacto» que había producido en las retinas de los espectadores fuera
demasiado intenso para borrarse inmediatamente.

El punto de quiebre le sucedió a Winston, implosiona luego de ese recuerdo de los


Dos Minutos de Odio, se pone en contra de todo lo que el Partido proclama y
escribe en su diario ABAJO EL GRAN HERMANO aún sabiendo que
probablemente lo maten y lo desaparezcan de la sociedad como si nunca hubiera
existido, no le importaba morir, no le importaba la tortura, solo le importaba expresar
lo que tanto le reprimían.

Bibliografía

Orwell, G. (1949), “1984”.


https://docs.google.com/document/d/1P2pbHAPclUOeHZrJ14lvjagzUCyDRFVfDap0
5m_jPrU/edit

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