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Doctrina Cristiana en la Sociedad y en la Iglesia

1.- Introducción
Llama a la igualdad a la justicia, la averiguación del bien común y a combatir la pobreza. Tal
vocación es marcada con claridad en la unión entre Dios y el poblado y en la fidelidad que este
último debería conservar a los preceptos divinos. La Iglesia preocupa de la vida humana en la
Sociedad, y con la conciencia de que la calidad de vida social, o sea, de las interacciones de
justicia de amor que la conforman, es dependiente en modo decisivo, la tutela y la promoción
de los individuos que construyen todas las sociedades.

2.- Desarrollo
Los hombres renovados por el amor de Dios son capaces de modificar las normas, la calidad de
las colaboraciones y las construcciones sociales: son personas capaces de llevar tranquilidad
donde hay conflictos, de edificar y cultivar interacciones donde hay odio, todo hombre de
buena voluntad puede entrever los bastos horizontes de la justicia y del desarrollo humano en
la realidad y en el bien.

La Doctrina social de la iglesia nos habla de la liberación de los individuos que acaba siendo
evangelizadora y paralelamente de una evangelización que tiene que ser liberadora. Es un
error pensar que la ideología social del santuario es solo un grupo de buenas ideas.

Ciertos documentos del magisterio escritos por papas y obispos durante los últimos siglos nos
hablan de la ideología social del santuario, en aquellos documentos van incluyendo varias
directrices y pistas para que el templo cumpla mejor su tarea de llevar a la humanidad una
evangelización liberadora en cada instante concreto de la historia.

3.- Conclusión
En conclusión, la doctrina cristiana y Social busca el bien común en el mundo, se preocupa por
la vida humana en la sociedad, Todo lo cual, extraído del tesoro doctrinal de la iglesia,
pretende ayudar a todos los hombres de nuestros propios días, a los que creen en Dios y a los
que no creen en el de manera explícita. La iglesia, en ventaja de la tarea que tiene de alumbrar
a todo el orbe con el mensaje evangélico y de juntar en un solo Espíritu a todos los hombres de
cualquier país, raza o cultura, se convierte en señal de la fraternidad que posibilita y consolida
el diálogo franco. Ni tampoco excluye a esos que se oponen a el templo y la persiguen de
numerosas posibilidades.

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