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Comentario de Cultura Popular en la Europa Moderna

Nombre: WEN, CHENG-PO


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I. Introducción
En este artículo, voy a hacer un comentario sobre Cultura Popular en la Europa
Moderna de Peter Burke. Este artículo consiste en tres partes, que son “Introducción”,
“Desarrollo” y “Conclusión”. En la primera parte, voy a introducir el autor a la vez que
hacer una síntesis sobre la idea y estrcutura principal de este libro, lo que sirve
básicamente como un fondo de conocimiento para el comentario que va a desarrollar
este artículo; En cuanto a la segunda parte, voy a discutir el texto de este libro capítulo
por capítulo, de tal manera que presente el enfoque de cada capítulo junto con mi
comentario respectivo y la relación de estructura entre los capítulos. Por útimo, en la
tercera parte voy a hacer un comentario integral basada en el dicho desarrollo de
discusión acerca del texto.
Cultura Popular en la Europa Moderna es un libro clásico que tiene una gran
influencia en los estudios sobre la historia cultural de la edad moderna en Europa. Su
versión original de inglés se publicó en 1978, titulada Popular Culture in Early Modern
Europe. El autor se llama Peter Burke, es un historiador británico y catedrático emérito
de Historia Cultural de la Universidad de Cambridge. Tiene una fama prestigiosa en el
área académico por sus estidios sobre la historia cultural de la Edad Moderna. Ha
publicado muchos libros revelantes acerca de este tema, como El Renacimiento Italiano:
Cultura y Sociedad en Italia (The Italian Renaissance: Culture and Society in Italy,
1972), La Fabricación de Louis XIV (The Fabrication of Louis XIV, 1992), Formas de
Historia Cultural (Varieties of Cultural History, 1997), ¿Qué es la Historia Cultural?
(What is Cultural History?, 2004)...etc.
En Cultura Popular en la Europa Moderna, Peter Burke discute en general la historia
de la cultura popular en Europa durante el período de 1500 a 1800, usando numerosos
materiales de distintos tipos y géneros, como folletos, letras de folklores o pinturas
religiosas, con tal de desarrollar su profundo discurso en el que intenta presentar la
diversidad del contenido de la cultura popular europea desde una vista panorámica. Este
libro consiste en tres partes: “En busca de la cultura popular”, “Estructuras de la cultura
popular” y “Cambios en la cultura popular”. En la primera parte, el autor menciona el
decubrimiento de la cultura popular en los finales del siglo XVIII y los comienzos del
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siglo XIX por los intelectuales alemanes. En respuesta a las opiniones de esos
intelectuales, el autor intenta demostrar que la cultura popular no era ni monolítica ni
homogénea como lo que sostenían los descubridores alemanes. En consiguiente, el
autor utiliza la teoría de la “gran tradución” y “pequeña tradición” inventada por Robert
Redfield con tal de discutir la unidad y la diversidad de la cultura popular. Luego, el
autor destaca la importancia de los documentos escritos por los “mediadores” como
predicadores, impresores, viajeros o funcionarios, quienes son mediadores entre la gran
y la pequeña tradición, lo que se pueden ofrecer unas aproximaciones indirectas para
investigar la cultura popular. En cuanto a la segunda parte, el autor discute los
transmisores de la cultura popular a la vez que las representaciones y obras suyas, y
también explica las formas de dichas representaciones y obras de la cultura popular.
Por otro lado, el autor intenta investigar las mentalidades del pueblo a través de estudiar
sus actitudes hacia los héroes, villanos y bufones en la cultura popular. Además, el autor
discute los significados emblemáticos de las fiestas carnivales, las cuales juegan
papeles revelantes en la cultura popular. Por último, en la tercera parte, el autor habla
de las dos fases de la reforma de la cultura popular, dirigida tanto por los cléricos como
por los laicos. La primera tuvo lugar en el período de 1500 a 1650, y la otra de 1650 a
1800. También, el autor discute el cambio social que influye en la transformación de la
cultura popular. En el siguiente apartado, voy a hacer un comentario más concreto sobre
el contenido de cada capítulo de este libro.

II. Desarrollo
La primera parte del libro (“En busca de la cultura popular”) consiste en tres
capítulos. El primer capítulo es “El descubrimiento del pueblo”, en que el autor
menciona el origen de los estudiosos sobre la cultura popular de Europa. Entre finales
del siglo XVIII y comienzos del XIX, muchos intelectuales europeos, sobre todo los
alemanes, se empezaron a interesar por la cultura del “pueblo” a la vez que coleccionar
materiales sobre ella con el objetivo de estudiarla, lo que el autor denomina “el
descubrimiento del pueblo”. El autor indica que desde las vistas de esos intelectuales,
el término de “pueblo” no se refería al significado de “todo el mundo”, sino
específicamente se refería a “los artesanos y campesinos (sobre todo los últimos)”,
quienes eran “natural, sencillo, analfabeto, instintivo, irracional y carecía de cualquier
sentido de individualidad”.
Hay distintas razones por las que el descubrimiento del pueblo tuvo lugar en aquella
época: Primero, los intelectuales odiaban entonces al estilo de arte que tenía el carácter
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artificial, en cambio, estaban en favor de las obras del arte hechas por los campesinos,
las cuales tenían un estilo natural que les parece bello; Segundo, los intelectuales
estaban en contra de la Ilustración, que destaca únicamente la importancia de la razón.
En este sentido, ellos llegaron a elogiar el pueblo puesto que creían que era irracional
y instintivo. Último, los intelectuales eran influenciados en buena parte por el
movimiento de Romanticismo y de Nacionalismo, y por lo tanto, sostenían que en la
cultura del pueblo se conservaba el carácter nativo y tradicional de la ética, lo que podía
dar luz a la consolidación de la identidad nacional.
Dada las dichas razones estéticas, teóricas y políticas, los intelectuales se dedicaron
a estudiar las obras de la cultura del pueblo como las canciones o los cuentos populares.
En cuanto al esfuerzo de coleccionar y editar estas obras, se destacaban los intelectuales
alemanes. Por ejemplo, Johann Gottfried von Herder coleccionaba muchas canciones
populares, mientras que los hermanos Grimm coleccionaban numerosos cuentos
populares. El autor especialmente menciona estos tres intelectuales, ya que las
opiniones suyas tienen una gran influencia en los estudios sobre la cultura popular, y
que las cuales presentan unas características comunes de las teorías de descubridores
de la cultura popular, las que al autor le parecen merecer la pena discutir.
Según el autor, estas características se pueden concluir en tres términos:
“primitivismo”, “comunalismo” y “purismo”. Primero, el primitivismo se refiere a que
los descubridores de la cultura popular tendían a localizar las canciones, historias,
festejos y creencias en un tal indefinido “período primitivo”(Vorzeit), como si no
cambiaran nada durante miles de años. Segundo, el comunalismo se refiere a la famosa
frase de hermanos Grimm, “El pueblo crea (Das Volk dichtet).”, lo que significa que la
cultura popular no es el fruto de la creación individual, sino de la creación de la
comunidad del pueblo. Último, el purismo se refiere a que los descubridores de la
cultura popular limitaba el significado del puelo sólo a los campesinos, de tal manera
que los habitantes en las ciudades fueran excluidos de los estudios de la cultura popular.
Sin embargo, el autor critica a estas opiniones porque se ven la cultura popular como
un conjunto uniforme y singular, de tal manera que no son explícitas en cuanto a discutir
el carácter esencial de la cultura popular, lo cual no es ni monolítico ni homogéneo
desde la vista del autor.
Estoy de acuerdo con el autor sobre este punto, pero creo que el autor no explica
muy bien la diferencia entre los intelectuales en cuanto a discutir las opiniones suyas
sobre la cultura popular, es decir, en la parte de los tres conceptos principales, no se
puede distinguir qué es la opinión de Herder y qúe es de Grimm, excepto el segundo
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concepto que menciona Grimm. Me parece que el autor se ve las opiniones de esos
intelectuales como un conjunto, lo que creo que hace falta una explicación más clara y
detallada. Aunque es probable que compartieran unos ideas comunes acerca de la
cultura popular, no podría ser completamente lo mismo, y el autor debería discutir esta
posible diferencia para que los lectores entendieron mejor estos conceptos.
En el final del primer capítulo, el autor saca la conclusión de que la cultura popular
no era ni monolítica ni homogénea, así que en el segundo capítulo, el autor va más allá
a discutir la diversidad de la cultura popular. En este capítulo, el autor introduce la
teoría de Robert Redfield de la que sugería que algunas sociedades contaban con dos
tradiciones culturales, la “gran tradición” y la “pequeña tradición”, la primera es la
tradición de unos pocos instruidos y la última es la tradición de los restos no educados.
Desde esta punto de vista, la cultura popular se puede definir como la pequeña tradición.
No obstante, el autor cree que la teoría de la gran y la pequeña tradición es demasiado
restringida y demasiado genérica a la vez. Es demasiado restringida porque ignora la
participación de la clase dirigente en la cultura popular, mientra que es demasiado
genérica porque la pequeña tradición no es homogénea. Para probar este punto, en las
siguientes páginas el autor demuestra los distintos casos de la cultura popular para
presentar la diversidad suya. En general, el autor discute las variedades de la cultura
popular en el campo y en las ciudades, la subcultura de los trotamundos y las
variaciones religiosas, regionales y de género.
Por otro lado, el autor está de acuerdo con Redfield en cuanto a la idea de que existe
la interacción entre la gran y la pequeña tradición. Sin embargo, el autor critica a la
teoría de la “penetración” que es aplicada con frecuencia a explicar la dicha interacción,
la cual supone que la gran tradición penetra en la pequeña tradición, de tal manera que
la última sea influenciada por la primera en cuanto a la creación de sus obras del arte.
Ahora bien, el autor indica que las vías tradicionales de percibir los conceptos son como
un tamiz, es decir, se deja colar algunos pero no todos los conceptos novedosos. En este
sentido, la moda de la gran tradición no siempre influye en la pequeña tradición.
Además, el autor señala que la teoría de “penetración” ignora el movimiento contrario
de la interacción entre las dos tradiciones, o sea, la pequeña tradición también puede
influir en la gran tradición de abajo arriba. En fin, el autor supone que la teoría de la
gran y la pequeña tradición es demasiado simplificada. En este sentido, el autor saca la
conclusión de que podíamos fijarse en los “mediadores” en la Edad Moderna, quienes
son personas que son instruidos pero tienen mucho tacto con el pueblo y saben muy
bien sobre la cultura popular, de tal manera que complemente los defectos de esta teoría.
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En general, estoy de acuerdo con el punto del autor del que supone que la teoría de
la gran y la pequeña tradición es demasiado simplificada, y que hace falta fijarse en la
diversidad de la cultura popular. Sin embargo, creo que la forma de que el autor
demuestra la diversidad de la cultura popular no es suficiente completa. Es decir, en
cuanto a esta parte, el autor la divide en unos géneros con el fin de discutir las
variedades de la cultura popular, pero me parece que falta las combinaciones de estos
distintos géneros, las cuales pueden ofrecer una vista más panorámica acerca de la
diversidad de la cultura popular. En otras palabras, el autor discute tanto los habitantes
en el campo (como los campesinos, ganaderos o mineros) y en las ciudades (como los
tejedores, zapateros o albañiles), como los habitantes que tienen distintas creencias
religiosas (como los anabaptistas o hugonotes) o de diferentes éticas (como los judíos,
moriscos o gitanos), pero no veo la discusión integral basada en las combinaciones de
los distintos grupos que pertenecen a los dichos géneros, por ejemplo, los campesinos
que son moriscos o los zapateros que son hugonotes. En este sentido, me parece que el
discurso es incompleto por falta de hablar del hecho de que una misma persona puede
tiene distintas identidades sociales a la vez. Además, el titular de este capítulo es
“Universidad y diversidad en la cultura popular”, pero parece que el autor discute
principalmente sobre la diversidad y que no habla mucho sobre la universidad de la
cultura popular, lo que creo que es otro problema de este capítulo.
En la conclusión del segundo capítulo, el autor menciona la revelancia de los
“mediadores”, así que en el siguiente capítulo, el autor explica la función de estos
mediadores que se puede servir para estudiar la cultura popular. En tercer capítulo es
titulado “Un filón inaccesible”, lo que se refiere al problema de que no se puede enterar
directamente de los valores del pueblo dado que los iletrados no pueden expresar sus
pensamientos a través de escribir. En este sentido, a la hora de investigar la cultura
popular, los historiadores no pueden tomar una medida directa de interpretar los
documentos escritos por el pueblo los que no existen. Así pues, el autor sugiere que
podemos resolver este problema a través de adoptar una aproximación indirecta a la
cultura popular basada en los mediadores en que ofrece la función intermediaria entre
las fuentes y nosotros.
Por eso, el autor clasifica los mediadores en seis tipos: Primero, el autor menciona
los grandes escritores como François Villon y François Rabelais, que tienen muy bien
dominio de la gran tradición, pero en las obras suyas también reflejan los contenidos
de la pequeña tradición, y por lo tanto, el autor supone que esas obras se pueden servir
como fuentes para investigar la cultura popular; Segundo, el autor menciona los
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sermones de los frailes, porque la mayoría de los frailes son de familias de artesanos o
campesinos, y que reciben educación eclesiástica, así que saben muy bien tanto la gran
como la pequeña tradición. Además, los sermones tienen el objetivo de que son
dirigidos al pueblo, con lo cual el contenido de ellos también reflejan los valores del
pueblo, lo que puede ser útil para estudiar la cultura popular; Tercero, el autor menciona
las baladas o los libretos populares, porque las canciones e historias impresas de este
formato pueden ser representativas de los valores de artesanos y campesinos; Cuarto,
el autor menciona la tradición oral, la cual juega un papel revelante en la cultura popular;
Quinto, el autor menciona los materiales sobre los juicios y las confesiones de herejes
y brujas, los que nos ayuan a conocer más acerca de los valores del pueblo; Sexto, el
autor menciona los documentos sobre los tumultos y rebeliones, los cuales tambíen
tiene mucho valor de referencia a la hora de investigar las mentalidades del pueblo.
Aparte de estos seis tipos de mediadores, el autor también sigiere unos
aproximaciones indirectas a la investigación de la cultura popular: Primero, se puede
reproducir las representaciones de la cultura popular a través de los documentos en los
que describen los detalles de ellas; Segundo, el autor menciona la aproximación
“socialmente indirecta”, la cual consiste en estudiar las mentalidades de los artesanos
y campesinos através de los testimonios del clero, la nobleza o la burguesía; Tercero,
el autor menciona la aproximación de la iconografía de Erwin Panofsky, la cual consiste
en interpretar las obras del arte popular, lo que nos puede ayudar a conocer más sobre
las mentalidades del pueblo; Cuarto, el autor menciona el “método regresivo” de Marc
Bloch, lo cual propone que estudia la historia hacia atrás, pero no consiste en suponer
las situaciones relativamente recientes pueden trasladarse directamente a períodos
anteriores. Este método se sirve para estudiar la situación de los campesinos de los que
la forma de vida cotidiana no sufre cambios radicales en cientos de años; Quinto, el
autor menciona el “método comparado” y indica que existe dos variantes de este
método, la primera es basada en la comparación de situaciones parecidas, y la segunda
consiste en la comparación entre dos sociedades relativamente distanciadas entre sí en
el espacio o en el tiempo. En conclusión, el autor supone que esos métodos tiene más o
menos el carácter especulativo, así que mejor los combina a hora de investicar la cultura
popular.
A mi parecer, el autor sugiere estudiar la cultura popular a través de los mediadores
y las aproximaciones indirectas es algo muy útil para resolver el problema de la
dificultad de investigar los valores del pueblo. Sin embargo, creo que en el discurso de
este capítulo existe un problema sobre el concepto del “pueblo”, es decir, en este
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artículo el enfoque del autor es sobre las mentalidades de los campesinos y artesanos,
lo que está en contra del discurso del capítulo anterior en el que se destaca la diversidad
de la cultura popular, y que sostiene que además de los campesinos y artesanos, también
hay que fijarse en otros tipos de grupos sociales. En este sentido, me parece que el
discurso del autor demuestra poca diferencia de las opiniones de los descubridores
alemanes a las que critica el autor por ignorar el hecho de que la cultura popular no era
ni monolítica ni homogénea.
La segunda parte del libro (“Estructuras de la cultura popular”) consiste en cuatro
capítulos. El primer capítulo es “La transmisión de la cultura popular”, en este capítulo
el enfoque del autor es sobre los transmisores de la cultura popular. Estos transmisores
en general son los “artistas populares”, quienes hacían representaciones principalmente
para un público de artesanos y campesinos. Además, el autor indica que los artistas
populares se pueden dividir en dos tipos, los profesionales y los aficionados. Por
ejemplo, los primeros son cantantes de baladas, actores, payasos, prestidigitadores,
sacamuelas o juglares, y los últimos son artesanos locales que agrupados en gremios,
fraternidades o clubes con nombres fantasiosos, quienes son responsables de hacer
representaciones en las fiestas. Aparte de esos transmisores de la cultura popular, en los
párrafos siguientes el autor también discute acerca de los “escenarios” en los que tiene
lugar la transmisión de la cultura popular. Según el autor, estos escenarios son
revelantes en cuanto a la investigación de la cultura popular, ya que sólo podemos
entender los significados de cualquier elemento de la cultura popular a través de estos
escenarios, de la manera que situarlos en el contexto físico, social, público o privado.
En la conclusión de este capítulo, el autor propone la siguiente pregunta: ¿Cuál era
la importancia de la contribución individual de los artistas populares en la cultura
popular? Desde la vista del autor, los artistas populares no eran totalmente limitadas
por la tradición pero tampoco eran libres de inventar todo lo que qusieran, puesto que
las audiencias también participaban en la creación de la cultura popular. Es decir, los
artistas populares modificaban sus representaciones según las reacciones de las
audiencias, con lo cual decidían si las canciones o los cuentos debían sobrevivir o no
en las próximas representaciones, este proceso lo denomina el autor como una “censura
preventiva”. En este sentido, el autor saca la conclusión de que los artistas creaban las
representaciones de sus propias variaciones, pero las creaban bajo el marco tradicional.
Creo este capítulo es una observación buena sobre la transmisión de la cultura
popular, sobre todo estoy de acuerdo de la conclusión de que hay que fijarse tanto en el
papel de los artistas como en el de las audiencias a la hora de discutir la creación de las
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representaciones de la cultura popular. No obstante, me parece que este capítulo tiene
el mismo problema del capítulo anterior, es decir, al definir los artistas populares como
los que trabajaban principalmente para los campesinos o artesanos, el autor ignora de
nuevo el hecho de que el concepto de “pueblo” no sólo se refiere a los dos grupos,
también hay que incluirse a otros muchos más grupos sociales, de tal manera que no se
equivoque la cultura popular como algo monolítica o homogénea.
En la conclusión del primero capítulo de la segunda parte, el autor indica que los
artistas populares creaban sus obras bajo el marco tradicional, por lo tanto, en el
siguiente capítulo, el autor concentra su enfoque en discutir este marco tradicional. Este
capítulo es titulado “Las formas tradicionales”, y como el titular sugiere, el discurso de
este capítulo es sobre las formas tradicionales de la cultura popular. Desde la vista del
autor, la cultura popular se puede ver como un conjunto de distintas formas como
esquemas, motivos, temas o fórmulas, y que estas formas pueden pertenecer a un género
o más. Por otro lado, el autor sugiere que hace falta interpretar las obras o las
representaciones de la cultura popular (por ejemplo, las canciones o los cuentos
populares)como combinaciones de formas elementales.
Con el objetivo de clarificar este punto, en los siguientes párrafos el autor discutir
los temas básicos de la cultura popular y sus variaciones. Sobre todo, el autor menciona
dos teorías las que interpretan los temas y las variaciones en el caso de la música
popular: La primera teoría sostiene que en la tradición oral, una misma tonada siempre
es diferente porque no existe una versión correcta en el sentido de que cada músico
tiene su propia forma de actuar la tonada, así genera numerosas variaciones del mismo
tema; Ahora bien, la otra teoría supone que distintas melodías son en realidad la misma,
puesto que todas las obras de música siguen la misma forma fundamental en la que
consiste el tempo o los acordes. El autor supone que estas teorías también se pueden
aplicar a la discursión de las formas tradicionales de la cultura popular. En este sentido,
se puede decir que la misma representación es diferente porque existen distintas
versiones basadas en las variaciones del mismo tema, mientra que las diferentes obras
son la misma porque están bajo el marco común de las fórmulas tradicionales y que
consisten en combinaciones de los motivos fundamentales.
Por eso, el autor le viene la pregunta de que si se puede descubrir la “gramática” en
cuanto a la combinación de los motivos disponibles en la cultura popular, o sea, la regla
que rige la forma de la que combinan esos motivos entre sí. A la hora de discutir el uso
de los motivos preexistentes, el autor lo denomina con el término “esquema”. Según el
autor, en la cultura popular existen ejemplos de los esquemas, como el esquema
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pictórico utilizado en las obras de artes visuales, o el esquema literario utilizado en los
cuentos. No obstante, al autor no le parece que estos esquemas prueban que existen las
tales leyes universales que regulan la combinación de los motivos, más bien son pruebas
las que nos ayudan a descubrir que los motivos no se combinan aleatoriamente, sino
son basados en los modelos combinatorios. En este sentido, el autor supone que los
artistas populares como los cantantes, narradores o actores, aprenden de la forma que
imitan a los artistas antiguos y experienciados, de tal manera que aprenden las fórmulas
y reglas para combinar los motivos. Entonces, en este capítulo el autor da una
explicación más completa acerca de la pregunta del capítulo anterior: ¿Cuál era la
importancia de la contribución individual de los artistas populares en la cultura popular?
La respuesta es que cada artesano o intérprete desarrolla su propio estilo basado en unas
fórmulas y unos temas comunes, es decir, la variación individual de la cultura popular
es más bien una cuestión de selección y combinación hechas por los artistas populares.
En la conclusión, el autor sugiere que los temas tratados de este capítulo pueden
aplicarse a todas las obras de arte y no solo a los populares, o sea, el autor cree que
todas las obras de arte pueden ser analizadas e interpretadas desde la vista acerca de los
motivos, esquemas y las variaciones. Sin embargo, me parece que es cuestionable que
este método de investigación pueda aplicarse a todas las obras de artes, ya que distintos
géneros de arte tienen carácteres muy diferentes entre sí, y que no creo que exista un
método que se pudiera servir como una referencia universal a la que se recurre en cuanto
a la interpretación de los significados de obras artísticas que pertenecen a distintos
géneros. Para evitar interpretaciones muy equivocadas, creo que lo que más adecuado
es interpretar las obras en sus propios contextos, sino depende de sólo un método de
investigación por muy útil que sea.
El siguiente capítulo es “Héroes, villanos y bufones” y que consiste en dos partes:
En la primera parte, el autor describe los prototipos y variaciones acerca de las figuras
más queridas, odiadas o despreciadas en la cultura popular en la forma de un ensayo
biográfico; En la segunda parte, el autor intenta interpretar las mentalidades del pueblo
que se expresaban a través de sus opiniones hacia estas figuras. Para empezar, en la
primera parte el autor menciona los ejemplos como el gobernante, el clero, la nobleza,
la clase media y los marginados, con el objetivo de discutir sus prototipos en la cultura
popular. Basado en estos ejemplos, en la segunda parte el autor menciona la teoría de
los folcloristas sobre la “cristalización” de estereotipo en torno a un personaje particular,
es decir, tanto los prototipos de héroes como los de villanos originan de la cristalización
de determinado personaje. En este sentido, las distintas figuras de la cultura popular se
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pueden decir que en realidad es la misma, puesto que proceden del mismo proceso de
cristalización de ciertos modelos, lo que nos recuerda la característica de las formas
tradicionales de la cultura popular que menciona el autor en el capítulo anterior. Por
consiguiente, el autor supone el problema sobre de qué actitudes populares se
representaban esos prototipos de la cultura popular. Según el autor, las actitudes
populares populares de la Edad Moderna eran “conservadores” porque el pueblo
construía su mundo con los modelos aportados por la clase dirigente como la iglesia, la
realeza o la nobleza. Sin embargo, el autor indica que eso no significa que los artesanos
y campesinos estuvieron satisfechos con las situaciones de la sociedad en la que vivían.
En el final de este capítulo, el autor ofrece un espectro amplio de las actitudes
populares sobre la sociedad, lo cual consiste en cinco puntos: “fatalismo”, “moralismo”,
“tradicionalismo”, “radicalismo” y “milenarismo”. El primero se refiere a la actitud de
que los problemas de la sociedad no se pueden resolver, y que la gente sólo puede
aceptarlo como el destino. La actitud de fatalismo se va convirtiendo en el moralismo,
lo que considera las injusticias proceden de la mala naturaleza humana, y que esta
actitud está representada por las figuras de proscritos en la cultura popular, quienes
atacan a los injustos sin intentar reformar el orden social. El moralismo llega a ser
tradicionalismo, lo que está en contra del actual orden social en el nombre del “viejo
orden”. Con el paso de tiempo, el tradicionalismo empieza a convertirse en el
radicalismo, lo que reclama una reforma radical por la que establece un nuevo orden
social. Por último, el radicalismo se convierte en el milenarismo, lo que sostiene que el
milenio justo va a llegar en el mundo por la voluntad de Dios con el fin de salvar a la
gente, y que la gente sólo hay que esperarlo sin aportar ningún esfuerzo para alcanzarlo.
Eso lo considera el autor como una nueva actitud fatalista mientras que cuenta con
signo de optimista. A mi parecer, creo que la transformación de estas actitudes las que
explican el autor parece lógica, pero falta de ejemplos concretos para apoyar este
discurso, lo que demuestra un carácter en buena parte especulativo y es lejos de ser
explícito a la altura de un argumento histórico.
En la conclusión de este capítulo, el autor supone que aunque la gente no estaba
contenta con el orden social, seguía la tradición que les traía las injusticias sin intentar
modificarlo por el temor hacia la elevada tasa de mortalidad en aquel período. En todos
modos, “Lo cierto tiene más valor que lo incierto”, y en este sentido era mejor seguir
la tradición puesto que al menos les traía un status quo estable a la gente. Sin embargo,
esta situación hacía la gente frustrada, y por lo tanto, necesitaban ocasiones para aliviar
las tensiones internas dentro de la sociedad. Por eso, en el siguiente capítulo el autor
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discute las ocasiones en las que la gente puede deshacerse temporalmente de sus
tensiones, por ejemplo, las fiestas del Carnival.
El siguiente capítulo es “El mundo del carnaval”. En este capítulo, el autor dice que
en cuanto a la discusión de las actitudes populares a través de los héroes, corre el riesgo
de que los sacamos de su contexto, y entre los contextos más revelantes de la cultura
popular, se destacan las fiestas populares sobre todo la fiesta del Carnival. Por eso, en
este capítulo el autor usa principalmente el Carnival como ejemplo para investigar los
significados y las funciones sociales acerca de los ritos de él. Según el autor, el Carnival
tenía tres temas emblemáticos que eran la comida, el sexo y la violencia, los cuales
estaban representados en los ritos vinculados al Carnival.
Por otro lado, el autor menciona la teoría de Claude Lévi-Strauss para demonstrar
que hace falta analizar las contraposiciones con las que contaban los rituales del
Carnival. En este sentido, el autor indica las dos contraposiciones del Carnival: La
primera es la contraposición entre el Carnival y la Cuaresma, la cual era representada y
personificada por un hombre gordo y una mujer delgada en las imágenes de aquel
período; Otra contraposición es que los ritos del Carnival representaban el concepto de
“el mundo al revés”, lo que consistía en la reversión de las situaciones normales de la
sociedad, como la reversión de las relaciones de género, edad o estatus social. En
definitiva, el autor supone que en cierto sentido, toda la fiesta tiene un carácter
“carnavalesco”, puesto que toda ella era un carnaval en miniatura que se servía como
una excusa con la cual perseguía el desorden y que era un repertorio de parecidas formas
tradicionales.
En la conclusión de este capítulo, el autor indica las funciones sociales que tiene el
Carnival: Primero, el autor propone que el Carnival tenía la función social de la cual se
servía como una “válvula de escape” que permirtía a las clases subordinadas aliviar sus
frustraciones que sintieran en la vida cotidiana enfrentarse a las injusticias de la
sociedad. Parece que es una ocasión que puede traer peligros al régimen, pero en
realidad el Carnival les ayuda a las clases subordinadas aceptar el orden social por
hacerles olvidarse temporalmente sus resentimientos hacia las clases dirigentes. Por
otro lado, en el final de cada carnival se celebra los ritos sobre la ejecución y el funeral
del Carnival, lo que representa el significado emblemático de que la reversión del orden
social ya se ha acabado, y que las clases subordinadas deben regresar a la realidad, de
tal manera que no se convierten en amenazas a las clases dirigentes. Sin embargo, el
autor indica que a veces las fiestas pierden control en las que tienen lugar los motines
o las rebeliones. Por eso, las clases dirigentes ven cada vez más la necesidad de abolir
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algunas fiestas populares y reformar la cultura popular, lo que es el tema principal
tratado en la siguiente parte del libro. No obstante, creo que la conclusión del autor me
trae una duda, ya que en la primera parte del libro, el autor indica que las clases
dirigentes también participaban en las fiestas de la cultura popular. En este sentido, me
parece un poco contradictario que las clases dirigentes querían abolir las fiestas a las
que les gustan asistirse. Entonces, creo que en la conclusión de este capítulo, no veo
que el autor nos dé una explicación detallada la que nos dice de qué actitudes toman las
clases dirigentes en frente a esta contradicción.
La tercera parte del libro es “Cambios en la cultura popular”, consiste en dos
capítulos, que son “El triunfo de la cuaresma. La reforma de la cultura popular” y
“Cultura popular y cambio social”. En el primer capítulo de esta parte, el autor discute
las dos fases de la reforma oreintada a la cultura popular, la primera fase tuvo lugar en
el período de 1500 a 1650, y la segunda fase tuvo lugar en el período de 1650 a 1800.
Para empezar, la primera fase consiste en la reforma dirigida tanto por los clérigos
católicos como por los clérigos protestantes. La diferencia entre la reforma católica y
la protestante es que la primera quería modificar la cultura popular mientras que la
última intentaba abolirla. Sin embargo, el autor indica que es demasiado simplificado
divide la reforma de la primera fase directamente en dos géneros de lo católico y lo
protestante, puesto que diferentes reformadores tomaban distintas actitudes hacia la
cultura popular aunque eran de la misma religión. Por ejemplo, los luteranos eran más
tolerantes hacia la cultura popular que los seguidores de Zuinglio o Calvino. En cuanto
a la situación de la Iglesia católica, tras el Concilio de Trento, que tuvo lugar durante
1562 y 1563, los obispos promulgaron varios decretos dirigidos a reformar la cultura
popular. Además, a partir de la década de 1560, la Iglesia católica lanzó un movimiento
coordinado que apoyaba a los reformadores individuales con el objetivo de modificar
las tradiciones de la cultura popular.
A partir de 1650, los reformadores católicos empezaron a lograrse en la mayor parte
de la Europa católica a la vez en la mayoría de las zonas marginales del continente.
Mientras tanto, los reformadores protestantes también lograrse en promover la reforma
en las regiones más urbanizadas de Europa. Esta segunda fase de la reforma el autor la
denomina “reforma dentro de la Reforma” por el surgimiento de los reformadores laicos,
como los del jansenismo de católicos o los del pietismo de protestantes. Además, en la
segunda fase de la Reforma se destacaban las consideraciones estéticas, lo que es muy
dinstinto que la primera fase de la Reforma. Otra característica de la segunda fase de la
Reforma es que tomaba una actitud razonable hacia las cosas sobrenaturales por la
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influencia de la Ilustración. En el final de este capítulo, el autor saca la conclusión de
que estas dos fases de la Reforma conducía al distanciamiento cada vez más grande
entre la pequeña y la gran tradición, es decir, la Reforma afectó a los instruidos más
profundamente que al resto de la sociedad, lo que les distancía cada vez más de las
tradiciones populares.
Creo que el discurso en este capítulo sobre las dos fases de la reforma de la cultura
popular es muy interesante, pero veo dos defectos acerca de este capítulo: Primero, en
la conclusión del último capítulo, el autor insinua que las clases dirigentes querían
reformar las tradiciones populares por la razón de que se ofrecían ocasiones en las que
tuvieron lugar las rebeliones o los motines. Sin embargo, según el discurso de este
capítulo, los motivos de la reforma no son políticos sino son en general religiosos, en
este sentido, me parece que es una ruptura entre la conclusión del último capítulo y el
discurso de este capítulo. Por otro lado, el titular de este capítulo es “El triunfo de la
cuaresma. La reforma de la cultura popular”, pero en el texto sólo veo la parte sobre “la
reforma de la cultura popular” y que apenas habla sobre “el triunfo de la cuaresma”, lo
que me parece otra ruptura entre el titular y el contexto.
Por fin, en el último capítulo de este libro, el autor discute los cambios sociales que
influyen en la cultura popular, entre ellos los más revelantes son la revolución comercial
y la industrial. Según el autor, al principio la revolución comercial trajo una prosperidad
a la cultura popular sobre todo en el aspecto de la cultura material. No obstante, con la
combinación de la revolución comercial y la industrial en el siglo XIX, los productos
de artesanos fueron sustituidos por los manufacturados en fábricas, lo que destruyó en
buena parte las tradiciones de la cultura material. Además, el crecimiento del mercado
también erosionó la cultura material local. Desde la vista del autor, en la Edad Moderna
Europa carecía de las condiciones económicas para que la cultura popular cambiara
rápidamente. Hasta el siglo XIX, el crecimiento de las ciudades, la mejora de la
afalbetización y el desarrollo del ferrocarril consisten en las condiciones
imprescindibles para que la cultura popular se pudiera cambiar radicalmente en un corto
período. En este sentido, el libro escoge el año 1800 como el final del período en el que
se basa la discusión sobre la cultura popular.
Aparte de los dichos factores, el autor indica que la comercialización de la cultura
popular también influye en la decadencia suya. Por ejemplo, los libros impresos hacían
que la gente dejó de asistir a las representaciones de artistas populares porque no tenía
por qué ir a esas representaciones para saber el texto de cuento. Por otro lado, los textos
impresos afectaban a las representaciones en la forma de favorecer la repetición de los
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mismos cuentos o canciones. Además, el autor supone que es bastante posible que los
textos impresos dieraron luz a una división de trabajo entre el cantante popular y el
compositor de canciones, lo que también destruyó la creatividad de los artistas
populares.
De todos modos, el cambio más significante de la cultura popular es que los nobles,
funcionarios, juristas y mercaderes se retiraron de ella. Para empezar, con la declinación
de sus funciones militares, los nobles se enfrentaron a la necesidad de buscar otra forma
por la cual podrían justificiar sus privilegios. Así pues, los nobles empezaron a aprender
a hablar y escribir “correctamente”, lo que significa que evitaban usar las expresiones
coloquiales o los dialectos que hablaban los artesanos y campesinos, de tal manera que
se retiraron completamente de la cultura popular. Además, los funcionarios, juristas y
mercaderes deseaban ennoblecerse, y por lo tanto, empezaron a imitar los
comportamientos de los nobles. En este sentido, estas personas de clase media también
se retiraron de la cultura popular acompañados por sus esposas e hijos.
En definitiva, el autor saca la conclusión de que en 1500, los instruidos
despreciaban los iletrados pero compartían su cultura. Ahora bien, en 1800 sus
descendientes se habían retirado completamente de la cultura popular, pero la
redescubrieron como algo exótico e interesante, incluso elogiaron al “pueblo” al que
consideraban el creador de esta extraña cultura. No estoy completamente de aucerdo
con esta conclusión, sobre todo la parte acerca de la situación de 1500. Es decir, creo
que no todos los instruidos despreciaban a los iletrados en 1500, puesto que según lo
que dice el autor en los capítulos anteriores, es muy común la participación de estos
instruidos en las fiestas populares, lo que demuestra que al menos no tomaban una
actitud totalmente negativa hacia la cultura popular. Por otro lado, supongo que el autor
quiere presentar un carácter contradictorio a través de la comparación entre la situación
de 1500 y la de 1800. No obstante, creo que no es nada contradictorio, sino es muy
lógico que las situaciones parezcan todo lo contrario dado los distintos factores
históricos del siglo XVI y XIX. Es decir, como en el siglo XVI los instruidos
compartían la cultura popular junto con los iletrados, algunos instruidos podían generar
opiniones negativas hacia ellos basadas en los tactos con ellos en la vida cotidiana. En
cambio, en el siglo XIX, con la creciente afalbetización, los instruidos que vivían en
las ciudades apenas hay experiencias de encontrarse con los iletrados. En este sentido,
es muy razonable que tenían imaginaciones románticas sobre ellos a la vez que su
cultura, la que denominaban la “cultura popular”.

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III. Conclusión
En la parte del desarrollo, hago los comentarios sobre el contenido de cada capítulo
de este libro. Entonces, en la parte de conclusión de este artículo, voy a discutir los
aspectos generales con el objetivo de hacer un comentario integral de él. Para empezar,
voy a mencionar las ventajas de este libro: Primero, el autor colecciona numerosos
materiales de todas clases de géneros y los usa en una manera de que estén al servicio
de apoyar discurso sobre la cultura popular, lo que es un trabajo difícil que cuesta
mucho esfuerzo, de tal manera que les haga sus opiniones convincibles y dé una vista
panorámica acerca de la cultura popular a los lectores, creo que es una gran ventaja de
este libro; Segundo, supongo que la mayoría de sus capítulos muestran una interna
lógica evidente entre sí, la que conecta la conclusión del último capítulo y el principio
del próximo para que los lectores puedan entender claramente la relación acerca del
discurso entre cada capítulo, lo que me parece una ventaja muy elogiable; Tercero, se
puede fijar que en este libro, el autor usa diferentes tipos de métodos de investigación
incluso los no históricos, como los que tienen que ver con la sociología o antropología,
en cuanto a la investigación de la cultura popular, lo que creo que da una vista
exhaustiva e integral al discurso de este libro.
Sin embargo, creo que este libro también existe varios problemas los que merece la
pena discutir: El primer problema es de la definición, es decir, en el primer capítulo el
autor menciona la definición del “pueblo” aportada por los descubridores de la cultura
popular, la cual se refiere a los iletrados, sobre todo los campesinos. En contra de esta
definición, el autor cree que no tiene razón excluir a otros grupos sociales como los
habitantes de ciudad al discutir la cultura popular. Sin embargo, a lo largo del discurso
de este libro, es muy común que el autor se refiere exclusivamente a los “artesanos y
campesinos” para discutir los valores o las representaciones del pueblo. En este sentido,
el autor toma inconscientemente una actitud similar a la de esos descubridores al
ignorar la diversidad de la cultura popular, aunque reclama que está en contra de esta
actitud; El segundo problema es del tiempo, o sea, el período tratado en este libro es de
1500 a 1800. No obstante, creo que la manera de la que el autor menciona
exclusivamente estos dos años como el principio y fin del período vinculado a la cultura
popular puede hacer los lectores equivocarse de que la cultura popular se apareció de
repente en 1500 y se despareció de la misma forma en 1800 sin fijarse en que la
evolución de la cultura popular no es un proceso abrupto sino progresivo y continuo.
En este sentido, me parece que el autor no debería subrayar demasiado la revelancia del
año 1500 y 1800, sino mejor discutiría este largo proceso de evolución de la cultura
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popular con los períodos de siglos, para que los lectores pudieran entenderlo en el
sentido histórico. El último problema es del espacio, es decir, la intención de este libro
es dicutir la cultura popular de Europa, pero es evidente que el autor no pone su enfoque
en toda Europa, sino principalmente en las zonas situadas en el Sur y Oeste de Europa,
lo que me parece una presentación incompleta en la que falta la discusión sobre las
situaciones de la cultura popular en muchas zonas de Europa, sobre las que están en el
Este de Europa, supongo que es porque el autor no tiene buen dominio de los idiomas
de esta parte de Europa y así no es capaz de estudiar los materiales de allí. En definitiva,
estos son los problemas que veo, los cuales junto con las ventajas que observo consisten
en la conclusión de este artículo, la cual tiene el objetivo de hacer un comentario critical
e integral sobre este libro tan revelante en el área de la historia de Europa moderna.

Bibliografía
Burke, Peter, La cultura popular en la Europa Moderna, Madrid, Alianza Editorial,
1991, 1996, 2014.
Burke, Peter, Formas de Historia Cultural, Madrid, Alianza Editorial, 2000, 2006.
Burke, Peter, ¿Qué es la Historia Cultural?, Barcelona, Paidós, 2006.

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