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Fragmentos Timeo
Fragmentos Timeo
Fragmentos Timeo
El ser eterno (modelo eterno), el devenir (mundo sensible) y la causa del devenir (el demiurgo
inteligente). (27 d-30 c)
El alma en el centro del cosmos circular, la extensión del alma del mundo. (34 b- 36 d)
“Primero colocó el alma en su centro y luego la extendió a través de toda la superficie y cubrió el cuerpo con
ella. Creó así un mundo circular que gira en círculo, único, solo y aislado, que por su virtud puede convivir
consigo mismo y no necesita de ningún otro, que se conoce y ama suficientemente a sí mismo. Por todo esto, lo
engendró como un dios feliz” (34 b)
“El demiurgo hizo al alma primera en origen y en virtud y más antigua que el cuerpo. La creó dueña y
gobernante del gobernado” (34 c)
Unión del cuerpo y del alma, vida y movimiento divino del mundo (36d-38c)
“Una vez que, en opinión de su hacedor, toda la composición del alma hubo adquirido una forma racional, éste
entramó todo lo corpóreo dentro de ella, para lo cual los ajustó reuniendo el centro del cuerpo con el del alma.
Ésta, después de ser entrelazada por doquier desde el centro hacia los extremos del universo y cubrirlo
exteriormente en círculo, se puso a girar sobre sí misma y comenzó el gobierno divino de una vida
inextinguible e inteligente que durará eternamente” (36 e)
“Mientras el cuerpo del universo nació visible, ella fue generada invisible, partícipe del razonamiento y la
armonía, creada la mejor de las creaturas por el mejor de los seres inteligibles y eternos” (37 a)
El demiurgo crea el tiempo para que el cosmos sea imagen móvil de la eternidad (37c-38b).
“Cuando su padre y progenitor vio que el universo se movía y vivía como imagen generada de los dioses
eternos, se alegró y, feliz, tomó la decisión de hacerlo todavía más semejante al modelo. Entonces, como éste es
un ser viviente eterno, intentó que este mundo lo fuera también en lo posible. Pero dado que la naturaleza del
mundo ideal es sempiterna y esta cualidad no se le puede otorgar completamente a lo generado, procuró realizar
una cierta imagen móvil de la eternidad y, al ordenar el cielo, hizo de la eternidad que permanece siempre en un
punto una imagen eterna que marchaba según el número, eso que llamamos tiempo” (37 d)
“Antes de que se originara el mundo, no existían los días, las noches, los meses ni los años. Por ello, planeó su
generación al mismo tiempo que la composición de aquél. Éstas son todas partes del tiempo y el «era» y el
«será» son formas devenidas del tiempo que de manera incorrecta aplicamos irreflexivamente al ser eterno.
Pues decimos que era, es y será, pero según razonamiento verdadero sólo le corresponde el «es», y el «era» y el
«será» conviene que sean predicados de la generación que procede en el tiempo —pues ambos representan
movimientos, pero lo que es siempre idéntico e inmutable no ha de envejecer ni volverse más joven en el
tiempo, ni corresponde que haya sido generado, ni esté generado ahora, ni lo sea en el futuro, ni en absoluto
nada de cuanto la generación adhiere a los que se mueven en lo sensible, sino que estas especies surgen cuando
el tiempo imita la eternidad y gira según el número” (37 e- 38 a)
“El tiempo, por tanto, nació con el universo, para que, generados simultáneamente, también desaparezcan a la
vez, si en alguna ocasión tiene lugar una eventual disolución suya, y fue hecho según el modelo de la naturaleza
eterna para que este mundo tuviera la mayor similitud posible con el mundo ideal, pues el modelo posee el ser
por toda la eternidad, mientras que éste es y será todo el tiempo completamente generado” (38 b)
Ser inmutable, devenir y espacio: (52 a-d)
“Si esto se da de esta manera, es necesario acordar que una es la especie inmutable, no generada e indestructible
y que ni admite en sí nada proveniente de otro lado ni ella misma marcha hacia otro lugar, invisible y, más
precisamente no perceptible por medio de los sentidos, aquello que observa el acto de pensamiento. Y lo
segundo lleva su mismo nombre y es semejante a él, perceptible por los sentidos: generado, siempre cambiante
y que surge en un lugar y desaparece nuevamente, captable por la opinión unida a la percepción sensible.
Además, hay un tercer género eterno, el del espacio, que no admite destrucción, que proporciona una sede a
todo lo que posee un origen, captable por un razonamiento bastardo sin la ayuda de la percepción sensible,
creíble con dificultad, y, al mirarlo, soñamos y decimos que necesariamente todo ser está en un lugar y ocupa
un cierto espacio, y que lo que no está en algún lugar en la tierra o en el cielo no existe” (52 a-b)
“Hay ser, espacio y devenir, tres realidades diferenciadas, y esto antes de que naciera el mundo” (52 d)
Necesidad racional del cosmos: (48 a-d)
“El universo nació, efectivamente, por la combinación de necesidad e inteligencia. Se formó al principio por
medio de la necesidad sometida a la convicción inteligente, ya que la inteligencia se impuso a la necesidad y la
convenció de ordenar la mayor parte del devenir de la mejor manera posible” (48 a)
El receptáculo vacío. De lo informe, indeterminado y desordenado a la determinación y ordenación de la
materia:
“Entonces diferenciamos dos principios [forma o modelo inmutable y devenir sensible], mientras que ahora
debemos mostrar un tercer tipo adicional. En efecto, dos eran suficientes para lo dicho antes, uno supuesto
como modelo, inteligible y que es siempre inmutable, el segundo como imagen del modelo, que deviene y es
visible. En aquel momento, no diferenciamos una tercera clase [receptáculo material] porque consideramos que
estas dos iban a ser suficientes. Ahora, sin embargo, el discurso parece estar obligado a intentar aclarar con
palabras una especie difícil y vaga. ¿Qué características y qué naturaleza debemos suponer que posee? Sobre
todas, la siguiente: la de ser un receptáculo de toda la generación, como si fuera su nodriza” (48 e- 49 a)
“Ciertamente, ahora necesitamos diferenciar conceptualmente tres géneros: lo que deviene, aquello en lo que
deviene y aquello a través de cuya imitación nace lo que deviene. Y también se puede asemejar el recipiente a
la madre, aquello que se imita, al padre, y la naturaleza intermedia, al hijo y pensar que, de manera similar,
cuando un relieve ha de ser de una gran variedad, el material en que se va a realizar el grabado estaría bien
preparado sólo si careciera de todas aquellas formas que ha de recibir de algún lugar […] Por tanto, es necesario
que se encuentre exento de todas las formas lo que ha de tomar todas las especies en sí mismo” (50 d-e)
“Los que intentan imprimir figuras en algún material blando no permiten en absoluto que haya ninguna si
figura, sino que lo aplanan primero y lo dejan completamente liso. Igualmente corresponde que lo que va a
recibir a menudo y bien en toda su extensión imitaciones de los seres eternos carezca por naturaleza de toda
forma. Por tanto, concluyamos que la madre y receptáculo de lo visible devenido y completamente sensible no
es ni la tierra, ni el aire, ni el fuego ni el agua, ni cuanto nace de éstos ni aquello de lo que éstos nacen. Si
afirmamos, contrariamente, que es una cierta especie invisible, amorfa, que admite todo y que participa de la
manera más paradójica y difícil de comprender de lo inteligible, no nos equivocaremos” (51 a-b)
“La nodriza del devenir mientras se humedece y quema y admite las formas de la tierra y el aire y sufre todas
las otras afecciones relacionadas con éstas, adquiere formas múltiples y como está llena de fuerzas disímiles
que no mantienen un equilibrio entre sí se encuentra toda ella en desequilibrio: se cimbrea de manera desigual
en todas partes” (52 e)
“Antes de la creación, por cierto, todo esto carecía de proporción y medida. Cuando dios se puso a ordenar el universo,
primero dio forma y número al fuego, agua, tierra y aire, de los que, si bien había algunas huellas, se encontraban en el
estado en que probablemente se halle todo cuando dios está ausente, Sea siempre esto lo que afirmamos en toda ocasión:
que dios los compuso tan bellos y excelsos como era posible de aquello que no era así” (53 a-b)
“Hemos de identificar el descanso con el equilibrio y el movimiento con el desequilibrio. La causa es, a su vez la
desigualdad de la naturaleza desequilibrada y ya hemos descrito el origen de la desigualdad” (58 a)
“Cuando el universo se encontraba en pleno desorden, el dios introdujo en cada uno de sus componentes las proporciones
necesarias para consigo mismo y para con el resto y los hizo tan proporcionados y armónicos como le fue posible.
Entonces, nada participaba ni de la proporción ni de la medida, si no era de manera casual, ni nada de aquello a lo que
actualmente damos nombres tales como fuego, agua o alguno de los restantes, era digno de llevar un nombre, sino que
primero los ordenó y, luego, de ellos compuso este universo, un ser viviente que contenía en sí mismo todos los seres
vivientes mortales e inmortales” (69 b-c)