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POEMAS
1
Con especial cariño,
para todos mis sobrinos;
en especial, para los más pequeños.
2
¡Qué playa de alegría,
qué cielo del corazón
es la infinita maravilla
en tu reino de Sol!
3
I
El campo en flor
4
El mundo
El mundo es grande,
mi niño bueno;
el mundo es
un extenso lugar.
Tiene gaviotas blancas,
tiene barcos en el mar.
El mundo es verde,
el mundo es azul.
Tiene su Luna de plata,
tiene su dorado Sol.
Cuando seas grande,
hijo mío,
saldrás a recorrerlo
de este a oeste,
de norte a sur.
Pero no irás vacío, no;
llevarás en tus manos puras
semillas y flores blancas
y en tu manso corazón,
una canción de paz.
Porque el mundo necesita
de belleza y amor
y de niños que canten
con alegría a Dios.
5
El ángel
6
La playa
7
Alegría paterna
8
Duerme
Ya el cielo se puso
una larga túnica azul
y las flautas tocan
su melodía de paz.
Duerme ya, mi niño,
que este día, de pronto,
se ha terminado.
Soñarás con barcos celestes,
un oasis, muchas palomas
y un lugar fantástico
de puro cristal.
Duerme, duerme, mi niño,
que incluso la luna
se fue a acostar.
Ya no verás niños despiertos.
A esta hora, solamente,
cantan los ángeles protectores
en piadosa actividad.
Duerme, pequeño mío,
que cuando duermes,
se ponen más felices
el viento y las estrellas.
Duerme, querido hijo,
que si duermes
te vendrá a visitar
el Ángel de la Guarda
con toda su bondad.
Dormido serás tan puro
9
y tan bello
como un árbol nuevo
y un cántico de paz.
Dormido, tu inocente alma
irá de feliz paseo
a un Jardín del Paraíso
y sonreirás en ese instante
para alegrarnos a todos nosotros.
Mira, mira, tú,
que hasta los juguetes,
calladitos, se han dormido.
Duerme, pequeño bueno.
Duerme ya, hijo mío.
10
El nuevo día
11
Cielo estrellado
Hay personas, hijo mío,
que se quedan, de pronto,
mirando las estrellas.
Y como si soñaran
y como recordando.
¡Es -qué duda cabe-
un bello hábito!
Hoy que el cielo está
lleno de joyas eternas,
pudiéramos ser aves fuertes
para volar tan alto
que tocásemos una estrella.
¡Si eso fuera posible
qué maravilloso sería!
Yo, ahora, pienso, veo,
que en tus lindos ojos
se reflejan los astros bellos
y, entonces, hasta creo
que eres parte del cielo.
Yo miro las estrellas contigo
y les pido, hijo mío,
que te guíen amorosamente
cuando seas grande y acaso
no recuerdes el camino.
12
Fantasía
Un día, cantando,
volaremos
e iremos a la Luna
en la nave celeste
de los sueños.
¡Sé que te gustará!
Tal vez, en verano,
cuando allá el aire sea
como un soplo de playa,
así, tan liviano y fresco.
Yo llevaré frutas y geranios
y tú, el sentimiento nuevo.
Yo abriré los brazos
como de gaviota las alas
y tú reirás, reirás,
en un vuelo de alegría,
tan contento, hijo mío.
Y allá, en la Luna,
que es como un parque
blanquísimo para los juegos,
vamos a encontrar gente
que también sabe soñar.
Y la Luna, de pronto,
con voz materna dirá,
así, tan sabia y tierna,
que todos los seres terrestres
siempre se deben amar.
13
Emoción de oro
14
Mis cuentos
Yo te voy a contar
cuentos de la playa
y de un monte secreto;
cuentos que yo imagino
o que leí hace tiempo.
Voy a tener un momento
especial para tal fin;
pondré la voz suave
y, ante ti, sonreiré.
Ya verás que mis cuentos
te van a gustar.
¡Sí, claro que sí!
Y tú,
dulce oyente mío,
heredero de mi sueño,
le contarás a tus amigos
que yo te invento cuentos
y que trato de ser
un padre bueno.
15
Un mundo para ti
Yo sueño dichoso
mundo de colores,
un paisaje infinito
para ti,
donde el viento sea
un perfume de azahares,
donde haya una paz perenne
y una alegría profunda.
Yo sueño, hijo mío,
un mundo de Amor
para ti,
¡para todos los niños
y para siempre!
Porque sé que es posible
un mundo de hermanos.
Porque sé que vendrá
la felicidad duradera.
Cuando te veo jugando,
cuando me sonríes,
¡yo deseo tanto, tanto,
que llegue pronto
el Reino de la Armonía!
Un día, ya no habrá
en los corazones el miedo
ni el orgullo egoísta;
sólo el cariño en flor
y la alegría en pureza.
Y los que no creían
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y los que dudaban
también serán felices
cuando vean
el Tiempo Nuevo.
Todo será una Gran Fiesta.
Y la risa de ti,
¡oh, mi niño bueno!,
será como aquella melodía
que me recuerda el Cielo.
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Lo que veo
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Mira los lindos barcos
19
Emoción vespertina
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que el mundo sea,
por el bien de todos,
cada día, más bueno.
21
Dos pintores
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Tú, con tus cálidas
y pequeñas manos;
yo, con mi fantasía
y con el corazón
emocionado.
23
En el viento, pongo
En el viento, pongo
tu lindo nombre
para que lo conozcan
el cielo y los montes.
Y para que lo aprendan
incluso las estrellas.
¡El viento que ha sido
y será siempre mensajero!
Como gaviota de playa
irá la sencilla palabra
que un día de otoño
elegí para tu nombre.
Irá, irá, en el viento
para que los árboles,
las palomas, los valles
y hasta el caudaloso río
sepan así, de pronto,
cual saben tantas lindas cosas,
cómo es que se llama
este alegre hijo mío.
Y vas a ver, después,
lo que va a suceder.
Los árboles te saludarán
con frutas y flores.
Las palomas producirán
sonidos de ternura.
Los valles te invitarán
a recorrer sus campos.
24
Y el muy potente río,
un día, así dirá:
a ver,
también quiero conocer
a este querido niño.
Y yo, tu padre,
me quedaré también sorprendido
y sonreiré muy contento.
25
Nostálgica curiosidad
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sé que allí todos gozan
de una felicidad admirable.
Que del cielo caen rosas.
Que hay un río infinito.
Que tu reino bienaventurado
es una playa de amor
y de dulce maravilla.
27
La fiesta de la lluvia
Esta es la lluvia,
una ronda celeste
que baja así, cantando,
para jugar con los niños,
para alegrar los campos.
Es, desde siempre,
una fiesta esperada,
una melodía fresca
como fresca es el agua.
No hay otra cosa
de la Madre Natura
que entusiasme tanto.
Refresca la tierra,
limpia las plantas,
purifica el aire,
da brillo a las plazas.
Es la lluvia, hijo mío,
que despierta la yerba,
que moja las casas
y canta emocionada
la Vida en su verso.
Cuando yo era pequeño,
cuando yo tanto soñaba,
la vespertina lluvia miraba
y en el corazón sentía
un poco de tristeza
y un poco de alegría.
La lluvia es tu amiga
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y también te quiere
y canta emocionada
la Vida en su verso.
29
El Niño
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Campanario
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El lugar de recreo
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Esta es la plaza, hijo,
y a mí me gusta
porque cobija a todos, amablemente,
y porque es un espacio
feliz para toda la gente.
33
Las peticiones
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y en todos los niños,
le pido a Dios Padre
que sane a este mundo
y venga el Tiempo Nuevo.
35
Las aves
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Un sueño
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de arroyos y caminos.
Así soñé, hijo mío,
y tú eras feliz,
muy feliz, y pensabas
que era el mundo
verdadero.
38
Escrito lunar
Allá, en la Luna,
hay un conejo blanco
y ríos de leche pura
que beben los albatros.
Los albatros de la Luna,
que son todos ellos
de plata que fulgura.
Hay flores en las lomas
azuladas del bello astro
que con fidelidad placentera
alumbra a nuestra tierra.
Allá, en la Luna,
el tiempo es otro tiempo
y se ve el espacio
como un campo
hermoso de juego.
Y dicen que allá,
cuando acá es diciembre,
hay una maravillosa fiesta
de ángeles niños.
¿Te das cuenta, hijo,
que la Belleza se manifiesta
también en lejanos lugares?
Cuando brilla la Luna,
¡qué alegría siente el cielo!,
y cuán radiantes se ponen
las calles y los cerros.
Inspirada por el Amor,
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brilla contenta la Luna.
Nos envía tiernos destellos
y la perfecta claridad
de un mensaje de Paz.
40
El gusto por el agua
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siendo pequeñito,
demuestres tanto agrado
por un elemento natural.
42
La lluvia
Ha llovido en la ciudad
y el jardín sereno
qué contento ha disfrutado
la hora de alegría,
la hora de aguacero.
Los ciudadanos se sorprenden;
pero miran el cielo
y, entonces, comprenden.
Es que de pronto, así,
bajó un lluvia inquieta
y ha mojado, traviesa,
a muchos transeúntes.
Pero mira, hijo, las malvas
qué bonitas ahora están;
es que para ellas,
¡para todas las flores!,
la lluvia no es juego,
sino un acto fundamental.
Es una ceremonia antigua,
una fiesta silvestre que anima
la vida vegetal.
Con tanta gota del cielo,
las plantas se refrescan
y se limpian, quedan bellas,
y las corolas hasta renacen
más amplias, más intensas.
La lluvia, inocente, cae,
como bendición del tiempo, cae
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sin saber lo que moja,
ya sean campos o ciudades.
Para los campesinos, ella
es una querida visitante
que revive sus cultivos
y que alegra el paisaje.
Mas, para los ciudadanos,
la lluvia es, muchas veces,
un fenómeno preocupante
ya que sus viviendas
son tan frágiles.
Pero ella es inocente, hijo;
ella sólo cumple su tarea
y, dulcemente, cae, cae.
44
Ya la tarde se marcha
Ya la tarde se marcha,
ya la tarde se va.
¿Adónde, adónde?, querrás saber.
Se va para Oriente
adonde el tiempo ordena
que se debe presentar.
¡Y cuán callada y serena
la tarde se va!,
con sus colores bellos,
con su pausado caminar,
cual si fuera una linda
muchacha que vuelve
después de tanto pasear.
Y las aves, tan viajeras,
vuelan felices con ella.
Y las flores, ya melancólicas,
cierran sus delicadas corolas.
Se va la tarde;
pero sólo hasta mañana,
no más –claro está–
ni tampoco menos.
Y en los parques,
los niños ya cansados
de tanta risa y juego,
dirán con voz amable:
“Vamos a casa, ¿ya, mamá?".
45
Cuando puedas ya pintar
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E imagino, también,
un trabajo al óleo
donde se vea sonriendo
al muy feliz y Divino
Jesús cuando era Niño.
47
Crece pronto, por favor
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Descansaríamos en algún huerto.
Es decir, en pocas palabras,
que seríamos aun más felices.
Por eso, te ruego;
por eso, te digo:
crece pronto, por favor;
crece pronto, hijo mío.
49
II
Todo
como un juego
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A ver, doña Luna
51
Me dijo el Sol
Me dijo el Sol:
─ Y, ¿qué es aquello que, de pronto,
ha llenado de tanta fiesta tu corazón?
─ Ah ─le respondí─, aquello es un fino tesoro.
─Pero veo que le hablas, que le cantas.
¿Desde cuándo un hombre cuerdo
hace todo ello por un simple tesoro?
─ preguntó el Sol.
─ Es un tesoro que escucha.
─ ¿Y, acaso, también ve?;
pregunto, porque hasta le señalas
la Luna y las estrellas.
─ Sí, también puede ver.
Y te conoce a ti, ¡oh, gran Sol!
─ ¿Que me conoce a mí?
─ Claro. Y te admira y te quiere
mucho; especialmente, al amanecer.
─ ¡Caramba!, sí que es especial.
─ Cuando llega el crepúsculo,
siente pena por ti.
─ ¿Pena?; pero, ¿por qué?
─ Porque piensa que tú, tal vez,
ya no quieras volver.
─ Eso es gracioso, pero descuida:
¡yo siempre cumplo mi deber!
─ Eso, todavía él no comprende
y, por ello, se alegra tanto, tanto,
cuando regresas al amanecer.
52
─ Pues dile lo que ya te dije:
¡yo, el Sol, nunca escapo
de mi antiguo deber!
─ Sí, yo lo sé bien.
─ Pero dime, dime, finalmente, hombre:
¿qué es lo que te hace tan feliz?,
¿qué o quién produce en tu alma
esta bella alegría interior?
─ ¡Es mi hijo, señor Sol!
53
Yo quisiera
54
por donde se acerque, inspirado,
al Conocimiento de Dios.
55
El concierto
Le dije a la paloma:
─ Cuando conozcas a mi hijo,
tú, como buena amiga,
¿le querrás algo cantar?
Y la paloma dijo: sí.
Le dije al gallo:
─ Cuando conozcas a mi hijo,
tú, como gentil caballero,
¿te animarías a cantar?
Y el gallo dijo: sí.
Le dije a la vaca:
─ Cuando conozcas a mi hijo,
tú, que eres tan generosa,
¿podrás también, alegre, cantar?
Y con gusto dijo: sí.
56
Le dije a la cascada:
─ Cuando conozcas a mi hijo,
tú, como admirable agua,
¿crees que podrás cantar?
Y ella dijo: sí, sí.
Le dije al viento:
─ Cuando conozcas a mi hijo,
tú, como viajero incansable,
¿le podrás también cantar?
Y con entusiasmo, dijo: sí.
Le dije a la playa:
─ Cuando conozcas a mi hijo,
¿le querrás tú cantar?
Y, serenamente, dijo: pues, sí.
Le conté a mi hijo
quiénes lo querían conocer
y me dio a entender
que él quería saludar
a todos de una vez.
57
Las peticiones
Playa, playita,
cuando te vea mi hijo,
que estén tus olas tranquilas
y tus gaviotas, felices.
Selva, selvita,
cuando vaya con mi hijo,
que trinen mucho tus aves
y nos regales tus frutales.
Cielo, cielito,
cuando te admire mi hijo,
que esté tu luna bella
y le sonrían tus estrellas.
Campo, campito,
cuando te conozca mi hijo,
que encuentre yerba suave
y dulces aromas naturales.
Camino, caminito,
cuando te recorra mi hijo,
que estés muy limpio
y el paisaje, muy lindo.
Sol, solcito,
cuando vaya lejos mi hijo,
que tus rayos sean amables
y lo alegre tu brillo.
Viento, vientito,
cuando veas a mi hijo,
no soples tan fuerte
y haz dulce tu silbo.
58
Y mi Dios, mi Diosito,
cuando Te rece mi hijo
y su corazón Te hable,
que lo escuches siempre y
Tu Divino Amor lo salve.
59
Preguntas marinas
60
─ Estrellita marina, ¿cuál es
tu sueño más especial?
─ Subir un día al cielo
y, sobre la playa, volar.
61
Las enseñanzas
─ Yo ─dijo el árbol─
le enseñaré a tener paciencia.
62
lo orientaré con mi luz
a ser sabio y feliz.
─ Yo le hablaré acerca
de la sencillez ─anticipó
63
la humilde yerba.
─ Yo le explicaré
la belleza ─agregó el cielo
─ Y yo le enseñaré
─concluyó la feliz gaviota─,
yo le enseñaré:
¡a buscar la libertad!
64
Se va el barco
Se va el barco
llevando flores doradas
y frutas de la estación
a las islas lejanas.
Lo esperan con fiesta
los jóvenes en la playa
y con alegría tan pura,
los niños bajo las palmas.
Naranjas, ciruelas, uvas, papayas,
retamas, girasoles,
alhelíes, rosas áureas.
Se va el bello barco
y tiene bandera blanca;
desde el muelle lo despiden
con palomas y esperanza.
Lo esperan los niños
que a la lluvia cantan,
que al Sol sonríen,
que a la Luna aman.
Quizá el viaje sea fácil
o tal vez resulte difícil;
pero allá lo esperan
niños y jóvenes felices.
Se va el barco
llevando flores doradas
y frutas de la estación
a las islas lejanas.
65
Cuando mi hijo esté triste
Querida Estrella:
cuando mi hijo esté triste,
dale alegría, tú, dale
con tu brillo de oro,
con tu gracia notable.
Amorosa Paloma:
cuando mi hijo esté triste,
dale alegría, tú, dale
con tu vuelo armonioso,
con tu mirada amable.
Generoso Árbol:
cuando mi hijo esté triste,
dale alegría, tú, dale
con tus flores más bellas,
con tu verde follaje.
Magnífica Montaña:
cuando mi hijo esté triste,
dale alegría, tú, dale
con tu paz maravillosa,
66
con tu nieve tan alba.
Hermosa Laguna:
cuando mi hijo esté triste,
dale alegría, tú, dale
con tu reflejo del cielo,
con tu pacífica agua.
Linda Vicuña:
cuando mi hijo esté triste,
dale alegría, tú, dale
con tus saltos felices,
con tu sonrisa amigable.
67
La ronda de las estrellas
68
Diversión
La Luna se preocupaba;
los albatros se confundían.
“¿Qué pasa con el cielo?”,
69
un caminante decía.
70
Las canciones de paz
71
en los labios serenos
de los que creen,
de los que aman.
Suenan tan hermosas
cuando las entonan
los que por mucho tiempo
vivieron tristes.
Y suenan muy felices
cuando las cantan
las voces siempre libres
de los niños.
72
Los niños que trabajan
73
que es el niño vendedor!
74
Juego
En el campo, juegan
las flores y el río
desde el comienzo del día
hasta el fin del ocaso.
No hay otro pensamiento
ni de ayer o mañana,
sólo el de vivir felices
como gaviotas de playa.
En el campo, juegan
los niños y árboles
con alegría radiante,
con amistad franca.
Y, en medio del juego,
así, espontáneamente,
vuelan palomas albas
y se difunde, gratamente,
el aroma de los pinos.
El juego continúa
con las flores que bailan,
con los niños que corren,
con el río que canta.
La yerba se entusiasma
y también, las mariposas;
saltan más alto los grillos
y trina feliz la calandria.
Ya de tarde se suman
a esta fraternal fiesta
75
el Sol con traje dorado
y la hermosa Luna
con su vestido blanco.
76
La vida es canto
La gaviota de la playa
canta cuando vuela,
vuela cuando canta
la gaviota de la playa.
El viento de la tarde
canta cuando sopla,
sopla cuando canta
el viento de la tarde.
El gallo de la casa
canta cuando amanece,
amanece cuando canta
el gallo de la casa.
El molino de viento
canta cuando gira,
gira cuando canta
77
el molino de viento.
La campana de la iglesia
canta cuando vibra,
vibra cuando canta
la campana de la iglesia.
La cometa de papel
canta cuando asciende,
asciende cuando canta
la cometa de papel.
La lluvia de febrero
canta cuando cae,
cae cuando canta
la lluvia de febrero.
78
Con el corazón de niño
Si permites, un día,
que tu corazón sea
otra vez de niño,
verás la paz manifestarse
de muchas maneras
y en tantos lugares.
La verás, como se sabe,
en las nubes del verano,
en las palomas blancas,
en las cumbres de nieve,
en las canciones del alba.
La verás, expresándose,
tan serena en la muchedumbre
y tan benévola, siempre,
en las soledades.
Vuélvete niño, hombre;
por un instante, siquiera,
y descubre la paz
que negaste un día.
Nada pierdes intentando
y buscar estar bien
es de seres humanos.
Verás la paz, por ejemplo,
en las rosas blancas,
en el cielo profundo,
en los paisajes de otoño,
en las estrellas altas.
Mira con mirada verdadera
79
los cielos y los campos;
descubrirás una paz benigna
en el horizonte vespertino
y en los frondosos árboles.
Es decir, que son muchas
las formas y los modos
que tiene la paz
de manifestarse.
Ya sea pajarillo que canta,
sonrisa de niño que juega,
arco iris que sorprende,
oración que va al Padre.
80
Amado reino
¿Conoces ya
el mundo de tanta alegría
y de paisajes azulados
del reino de Fantasía?
Es bellísimo;
es, ¿cómo se dice?,
¡todo un primor!
Las nubes son algodones,
los caminos son arroyos,
el Sol es una naranja
y hasta, a veces,
¡un brillante girasol!
Los ríos cantan sus melodías,
la yerba crece como danzando,
las flores musitan poesías,
la luna abrillanta los campos.
¡El Reino de Fantasía!,
donde el cielo es ternura
y el viento, color celeste;
donde las olas pueden
dormir en las orillas;
donde el clima es
una frescura perenne;
donde los árboles llegan
hasta las nubes más altas;
donde la música nace
como por arte de magia
ya de un inmenso lago
81
o de una alegre palma,
ya de una lluvia inquieta
o de una corola blanca.
¡Sí, en este Reino
sólo hay cosas bellas,
fe, esperanza, alegría
y mucho Amor cada día!
82
La risa de un niño
La risa de un niño
es estrella que brota,
es música del aire
que refresca el ánimo
y que viaja cual gaviota.
Cuando el trabajo cansa
o busca, en el corazón,
hacer nido la tristeza,
oímos, como ideal sorpresa,
la risa de un niño
y la aflicción, entonces,
vuela pronto
a lejana parte.
La risa de un niño
es eco de cristales,
es ola dichosa,
breve campanilla
y garúa fresca.
Yo la escucho, atento,
porque escuchándola,
me alegro.
¡Qué maravilla expresa
la risa de un niño!
Es brisa que juega.
Es trino que danza.
Y es música natural
que, por su pureza,
a todos, encanta.
83
La América que te nombro
84
Es la América que busca
el progreso verdadero
y la paz duradera
de todos los pueblos.
Es la América de sueños
pequeños y grandes,
con maestros y discípulos buscando
restablecer en este mundo herido
el Reino del Amor perdido.
85
A los ángeles del coro
86
los verán a ustedes
bajando de una estrella y
danzando en la luna llena.
Cuando observen la pradera,
también llegarán a verles,
caminando sobre el agua,
entre las flores más tiernas
Canten, ¡oh, Serafines!,
para que el corazón sepa
que el Reino del Amor
hace tiempo nos espera.
87
La cosecha de frutas
88
¡Cosechen las ciruelas!
¡Tumben las guayabas!
Después, fue el turno
de los mangos alcanforados,
de manzanas grandes
y chirimoyas dulces,
de las peras y naranjos.
¡Oh, la fiesta de niños,
cosechando libremente las frutas
como en un sueño romántico
donde existe la abundancia
que concede Dios generosamente!
Llega la calmada tarde
y, sentados en la yerba,
descansan el abuelo
y los dichosos niños
de tan feliz cosecha.
89
Música
La quena canta
un huayno de colores
y la antara dice
saya de pastores.
El charango ya ofrece
canciones al pueblo amado
y la zampoña demuestra
la grandeza del pasado.
El bombo descarga un ritmo
de fuerza americana
y el arpa sugiere pronto
una fiesta bien peruana.
La guitarra también participa
con acordes de alegría
y el violín ejecuta
un solo de fantasía.
El piano va liberando
tonos de genial partitura
y la flauta comparte
su delicia de aventura.
El timbal suelta el galope
de corceles tan airados
y el rondín manifiesta
un acento emocionado.
Los platillos cómo repiten
su algarabía de gitanos
y el acordeón ya evoca
amores latinoamericanos.
90
Viaje a la sierra
91
y una madre exclama:
¡por fin, Dios mío;
ahora sí, llegamos!
92
El circo
93
comienzan las ovaciones
a los mejores artistas.
Una, dos, casi tres
horas de gran diversión.
Y al final, cada niño
vuelve a su humilde casa
con alegría en el corazón.
94
En el ancho río
Ya no hay calor
cuando juegan,
en el ancho río,
los alegres chiquillos.
Y los más grandes,
los que acaso piensan
que ya no están
-por su edad
o temperamento-
para infantiles juegos,
miran desde la orilla
el paisaje extenso
y a los niños pequeños
en acuático esparcimiento.
Pasa cantando, pasa,
el río, mientras tanto,
con sus aguas animosas
de color verdeazulado.
Y el bello paisaje,
dulce hogar del río,
se extiende armoniosamente
por los cuatro puntos cardinales
como se extienden,
de un lado a otro,
el aire tan perfumado
y los brillantes rayos solares.
95
Emoción cristiana
Ha entrado un niño
emocionado al Templo;
sus padres lo acompañan
con amoroso sentimiento.
La fe ya canta y
sutil inspiración asciende
como delicado incienso
por todo el ambiente.
Se borra la ansiedad
de sus bellos corazones
cuando miran con devoción
el Altar, la Cruz,
los cuadros y las flores.
No hay ruidos urbanos
en el magnífico espacio
de este hermoso y dulce
Templo Cristiano.
Había tal vez inquietud
en su alma sensible;
pero el Alto Amor
lo sosiega pronto
y de modo sublime.
Y el niño, extasiado,
no sólo siente ahora
el familiar cariño;
sino también el Amor
Universal y Divino.
¡Oh, sí!, comprende el niño:
96
es la Bondad Infinita
del Creador Supremo,
es la Misericordia
del Padre Eterno.
Y, olvidando toda aflicción,
niño, padre y madre,
con fe maravillosa,
le oran a Jesucristo,
le rezan a Dios.
97
Iremos a la playa
98
la belleza creada,
la serenidad tan plena,
la idea del universo.
Y la generosidad perenne
de este hermosísimo elemento
que no establece diferencias
y para todos es bueno.
99
Lejano Oriente
En el río Amarillo
de la lejana China,
navegan los niños
una tarde ambarina.
¡Qué caudaloso se ve
el legendario río
y qué tan luminoso,
el cielo encendido!
Hay, en la distancia,
nubes plateadas
y grullas hermosas
que al norte pasan.
Dos niños navegan
en cada bote:
uno rema contento
y el otro lleva risueño
globos grandes y flores.
¡Qué belleza a la vista:
los botes y los niños,
las nubes blancas
y las grullas volando
a su alto destino!
Hay en cada pequeño
una emoción dorada
pues la tarde parece
una aventura soñada.
Del dulce idioma chino
la sabiduría emana:
100
es una canción que habla
de la fraternidad humana.
Y cuando ya parece
acabarse el crepúsculo,
suben los globos al cielo
y echan flores los niños,
¡al legendario río Amarillo!
101
La Fiesta del Libro
102
¡qué gran fantasía –dice-
y qué dibujos tan lindos!
De diferentes tamaños,
de fascinantes colores;
de los países hermanos,
de los grandes autores.
¡Ahí están en exposición
y alegre venta los libros;
compren, compren, por favor,
y lleven alimento cultural
para sus niñas y niños!
103
Acerca del autor
104
PEDRO ALMANZOR MANAY SÁENZ
Ha publicado:
En busca de un Oasis, Para crear poemas, Al pie de la Luna, El canto del mirlo,
Claro de Luna, La historia de Urano, La bruma y el Arco Iris, Volver al Amor,
El Templo de Bangú, Mosaico, La clase del adiós, Nostalgia.
En coautoría:
Madre, Crisol de Humanidad; Padre, raíz y eternidad; Perú, crisis y
esperanza; Salud, ¿a dónde vas?, Lirios de Mishahuanga.
En formato digital:
Cuaderno de navegante, Trabajo de alfarero.
En elaboración:
Una aventura musical.
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ÍNDICE
EL CAMPO EN FLOR
El mundo / 05
El ángel / 06
La playa / 07
Alegría paterna / 08
Duerme / 09
El nuevo día / 11
Cielo estrellado / 12
Fantasía / 13
Emoción de oro / 14
Mis cuentos / 15
Un mundo para ti / 16
Lo que veo / 18
Mira los lindos barcos / 19
Emoción vespertina / 20
Dos pintores / 22
En el viento, pongo / 24
Nostálgica curiosidad / 26
La fiesta de la lluvia / 28
El Niño / 30
Campanario / 31
El lugar de recreo / 32
Las peticiones / 34
Las aves / 36
Un sueño / 37
Escrito lunar / 39
El gusto por el agua / 41
La lluvia / 43
Ya la tarde se marcha / 45
Cuando puedas ya pintar / 46
Crece pronto, por favor / 48
106
Se va el barco / 65
Cuando mi hijo esté triste / 66
La ronda de las estrellas / 68
Diversión / 69
Las canciones de paz / 71
Los niños que trabajan / 73
Juego / 75
La vida es canto / 77
Con el corazón de niño / 79
Amado reino / 81
La risa de un niño / 83
La América que te nombro / 84
A los ángeles del coro / 86
La cosecha de frutas / 88
Música / 90
Viaje a la sierra / 91
El circo / 93
En el ancho río / 95
Emoción cristiana / 96
Iremos a la playa / 98
Lejano Oriente / 100
La Fiesta del Libro / 102
Acerca del autor / 104
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En tu reino de Sol
Libro digital
Pedro Almanzor Manay Sáenz
965607472
Chiclayo - Perú
pavel.65@hotmail.com
Año 2021
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