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Edición 2013
Autor
José M. Saucedo Valenciano
Editor
David Alejandro Saucedo Valenciano
Auxiliares en la edición
Domingo Grimaldo Salinas
Mario Julián Quirino
Pedro A. Cruz Gallegos
Juan José Contreras Esquivel
Pedidos USA
4035 6th St.
Port Arthur, TX 77642
(409) 984 9496
Pedidos México
Fco. I. Madero 40 Nte.
Centro Palaú, Coahuila 26350
(864) 618 0595
Está prohibida la reproducción parcial o total en cualquier forma o por cualquier medio sin
autorización previa y por escrito del autor. Se exceptúan las citas breves mencionando la fuente.
Dedicatoria
Al excelente Dios, que muestra su misericordia, poder y amor para las familias de la tierra.
A la familia Saucedo Valenciano, a mi papá, José Saucedo, a mi madre María Valenciano; a
mis hermanos, Herme, Wicho, Ester, Magda, Martha, Peter, Mike y Ale, con quienes
hemos atravesado los valles del terror y de la muerte y con los cuales experimento cada
día la bondad divina. En la pobreza y en la ignorancia de Dios todos primero, en las
riquezas de la salvación en Cristo todos ahora. Son lo mejor que la vida me ha dado.
Mantengamos la fe hasta la muerte. A la familia Gómez Vázquez, que son un regalo del
cielo para mí: Mis suegros, Ramiro Gómez y Elisa Vázquez; mis hermanos de buena ley:
Obed, Ariel, Diana y Azalia. Todo mi cariño y respeto para ustedes. Que nunca muera la
esperanza, la fe y el amor que nos mantiene unidos.
A la mujer que me alegra la vida y me fortalece con su amor, lealtad y compañerismo
inigualable, Elizabeth Gómez Vázquez. A mi primogénito, José Hiram, que me ha inundado
de caricias toscas, pero deliciosas; a mis princesas, las más hermosas, Mariely y Stephanie,
nada se compara con el cariño que me brindan y con la ternura que me inspiran. En este
hogar las crisis han sido crudas, pero jamás nos ha faltado la gracia de Jesucristo. Yo y mi
casa serviremos a Jehová.
Contenido
Introducción
Principios para tener una familia bendecida
Conclusión
Introducción
Son demasiados golpes los que reciben las familias en una sociedad donde los antivalores
abundan. Muchos males azotan a los hogares en la actualidad. El divorcio, la pobreza, la
crisis laboral y económica, la violencia, la enfermedad, la muerte encabezan la lista crasa
de los elementos perjudiciales para las casas. Nadie se ve exento de atravesar valles de
oscuridad, terror y fatalidad en el seno familiar. Ocasiones hay en que las puertas se
cierran y la esperanza se desvanece. Sin embargo, en los pasajes de las Sagradas Escrituras
encontramos aliento para caminar firmes con la fe en el omnipotente y buen Dios.
Lecturas hay impresionantes en las que las familias protagonistas tocaron fondo, para
luego resurgir llenos de vigor espiritual, abundantes en bendición material, ricos en
experiencia con el Altísimo. La amplitud de la gracia divina se manifiesta en hogares de
distintos tipos. Las viudas necesitadas con hijos en condiciones tristes, los hombres
sufridos, los padres que se refugiaron en la fe cuando no les quedaba salida de los
problemas, todos fueron recipientes del favor divino.
En la iglesia Cristo Viene, del Concilio Nacional de las Asambleas de Dios en Palaú,
Coahuila, México, nos percatamos de la abundancia de problemas que se suscitan en el
seno de las familias y cómo deteriora a los miembros del hogar enfrentar crisis pesadas y a
veces prolongadas. Realizamos una lectura de la Biblia en busca de pasajes que aportaran
ayuda, fortaleza, consuelo y asesoría para sacar adelante a la familia de las crisis. Fue
excitante notar el interés divino por el bienestar familiar.
En nuestra pesquisa encontramos doctrina e historia de las manifestaciones de la
sabiduría y el poder de Jehová para hacer que las estériles den a luz para bendición de la
familia, enviar provisión económica para suplir las necesidades de una casa, movilizar
ángeles y profetas para acudir en auxilio de un hogar, sacar a mujeres de la prostitución
para unirlas en matrimonio con los nobles de la tierra…
Iniciamos un estudio en las células que resultó de enorme bendición para la iglesia.
Después se predicaba cada mensaje en el programa del domingo y la gente traía invitados
a escuchar mensajes para la familia. Los resultados fueron desde conversiones,
vigorización de la fe, mayor interés de la gente en la atención de su hogar y compromiso
de los miembros por la conversión de su casa entera.
Quisimos compartir la bendición con otras personas e iglesias y seleccionamos una
temática de 15 lecciones que esperamos sean útiles para estudios, sermones y lectura
devocional. Cada lección contiene un análisis bíblico, luego se procuran los principios que
emanan del pasaje o la historia, después se ofrecen aplicaciones para las necesidades y las
situaciones de la familia en la actualidad.
Tenemos la convicción de que la Biblia es un tesoro lleno de riquezas, una fuente de vida
inagotable, un caudal de bendición ilimitada. Si en los hogares nos acercamos a ella con
devoción y hambre de aprender recibiremos aliento del cielo para la familia.
Principios para tener una familia bendecida
Nadie conoce a la perfección cómo ser un buen esposo o un buen padre. No existen
escuelas de entrenamiento para la vida. Pero en la Biblia tenemos una guía especializada,
y en sus narraciones somos instruidos a través de buenos y malos ejemplos, para que
procuremos los primeros y evitemos los últimos. La familia de Isaac (Rebeca, Jacob y
Esaú), nos brinda lecciones importantes.
Prudencia:
PRUDENCIA. En los idiomas bíblicos no hay una palabra exclusiva para expresar en forma completa el
concepto de prudencia. En hebreo las palabras básicas son: bîn (Is. 29:14; Jer. 49:7); que da las ideas de
entender, considerar, ser inteligente, tener entendimiento; ʿārōm, que puede expresar una prudencia
virtuosa (Pr. 8:12, 19:25); o una astucia malvada (Gn. 3:1); śāḵal. En el NT las palabras son fronēsis (Ef.
1:8, inteligencia) y sunesis (inteligencia, entendimiento, conocimiento, 1 Co. 1:19). 1
La felicidad de Rebeca nunca fue completa debido a que desde el principio se marcó una
línea que separó las lealtades de sus hijos. Los gemelos manifestaron diferencias desde el
vientre (Génesis 25:22). Eran incompatibles en gustos y oficios; Esaú fue cazador diestro y
hombre de campo, acostumbrado al trabajo rudo; Jacob era tranquilo, habitaba en
tiendas. Los hermanos casi no tenían actividades en común, no convivían tanto.
Los padres en lugar de ser factores de unidad promovieron la división entre los hijos.
Isaac prefería a Esaú porque le traía de su caza y preparaba guisos especiales para su
padre, pero no le agradaba tanto la delicadeza de Jacob. Rebeca se enamoró del hogareño
Israel (Génesis 25:28). Lo cuidaba y consentía más que al muchacho tosco. El trato de los
progenitores provocó una competencia ruda entre ambos. Se volvieron desleales y
aprovechaban cualquier oportunidad para sacar ventaja a costa de la desgracia del
hermano. Cuando Esaú llegó cansado y hambriento su gemelo no le dio guisado; se lo
vendió caro, a costo de su primogenitura. Génesis 25:29–34
La crisis empeoró cuando Isaac estaba en el lecho de enfermedad. Daría la bendición final
a sus hijos. Legalmente la mayor era para el primogénito. Le pidió un guiso de caza fresca
y preparó la mejor de sus bendiciones paternas (Génesis 27:1–4). Pero Rebeca quería esa
gracia para su hijo menor. Urdió un plan para engañar al viejo e instruyó a su preferido
para que robara a su hermano (Génesis 27:6–17). La tragedia sucedió a la traición y
terminó perdiendo a sus gemelos en un solo día. Esaú prometió matar a Jacob después de
la muerte de su padre (Génesis 27:41). La madre hizo huir a su consentido hacia la casa del
tío (Génesis 27:42–45). Nunca volvieron a verlos juntos. Ella murió sin besar a ninguno de
sus muchachos, pues uno no estaba y el otro la aborrecía.
Nada destruye más las estructuras del hogar que la imprudencia de manifestar
preferencia por alguno de los hijos en detrimento de la autoestima de los otros.
Generalmente, cuando no existe igualdad en el trato y en la expresión de cariño, ellos
crecen resentidos con uno de los padres, y se crea una competencia dañina. Los hermanos
compiten en lugar de formar equipo, se vuelven enemigos y a escondidas tratan de
afectar a los demás para sobresalir ellos. Algunos crecen con la idea de que tienen más
derechos en casa por ser los consentidos, y los demás tienen que soportar.
Cuidemos la forma en que tratamos a los hijos. Cada uno merece un trato digno, especial.
Hemos de distribuir los cariños y las atenciones, los regalos y las caricias para que todos
sepan que valen lo mismo. En nuestras casas no debe haber hijos resentidos, con baja
autoestima. La prudencia y la disciplina nos ayudarán a tener una familia feliz, equilibrada
y justa, donde se respiren la seguridad y la confianza suficientes para enfrentar la vida con
éxito.
1 R. Colin Craston, «PRUDENCIA», ed. Everett F. Harrison, Geoffrey W. Bromiley, y Carl F. H. Henry,
Diccionario de Teología (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2006), 498.
3. La esperanza en el Señor como remedio para los errores cometidos
por los padres
Las consecuencias de nuestros actos las sufren los hijos. Pero no nos resignaremos a vivir
siempre así. De seguro Isaac y Rebeca oraron por la reconciliación de sus vástagos; que
Jacob se arrepintiera y Esaú lo perdonara. Murieron con la esperanza de que el poder de
la paz acabara con el odio familiar.
Dios jamás abandona a las familias que esperen en él. En su huida Jacob encontró la
bondad de Jehová muchas veces. El Señor protegió y bendijo al hijo errante (Génesis
28:10–17). Le dio descendencia, lo prosperó y lo hizo retornar a su tierra con las manos
llenas. Ya no estaban papá ni mamá, pero milagrosamente habían desaparecido los
rencores. El que había prometido matar a su hermano, al verlo de frente corrió a su
encuentro y lo abrazó con fuerza. Se echó sobre su cuello y le plantó un beso lleno de
cariño. El llanto de ambos dijo más que mil palabras y el perdón se otorgó con lágrimas
(Génesis 33:4). La esperanza de los viejos no murió con ellos, sino que su oración fue
respondida a su debido tiempo. Ahora aquellos jóvenes habían madurado y se amaban.
Conclusión
Fundamentemos el bienestar de los nuestros en la oración continua, en el mutuo aprecio
por todos y en la prudencia en el trato a cada uno. Si cometemos errores, no tratemos de
resolverlos en base a la sabiduría natural. Mantengamos firme la esperanza en la
misericordia divina. El Señor contestará nuestras oraciones por la paz familiar. A su tiempo
vendrá la reconciliación, la armonía y la felicidad anheladas.
Ejercicios
1. ¿Cómo afecta la falta de comprensión y apoyo en la pareja a la estabilidad
familiar?
2. ¿Cuáles son los principales errores que debemos evitar en el trato con los hijos?
Una familia que experimenta la bendición
1 Samuel 1
La familia de Elcana fue bendecida por el Señor en múltiples formas; la más sobresaliente
fue el milagro del nacimiento de Samuel, a pesar de la infertilidad de Ana. El hogar de este
varón es un modelo para los creyentes que buscamos al Señor y lo servimos de corazón.
Una casa que cuenta con estas características se verá enriquecida por la gracia divina.
1. Un padre responsable
Elcana cumplía sus responsabilidades tanto materiales como espirituales en su familia.
Tenía dos esposas: una le dio hijos, pero la otra era estéril (1:2). Ana sufría mucho por no
poder concebir. Penina la fastidiaba presumiéndole su fertilidad y echándole en cara el
asunto de la incapacidad para procrear (1:6, 7). Pero el hombre piadoso y sabio mostró
siempre mayor afecto por la más desdichada y la apoyó en los momentos críticos en que
se le cargaba el sentimiento de frustración (1:8).
Era Elcana un esposo trabajador que proveía para las necesidades de la familia. Todos los
años, cuando subían a la casa de Dios para ofrecer sacrificios, a cada uno le daba su parte.
Penina y sus hijos recibían la bendición material y económica del padre para cumplir sus
deberes como israelitas (1:4). Con Ana era más generoso (1:5). En ese hogar no faltaba
nada, el pan y el vestido eran suplidos por el varón. Cada uno tenía lo necesario y lo
suficiente gracias a la obra de un hombre responsable y cumplidor.
Las responsabilidades de un padre incluyen aspectos económicos, materiales y
espirituales. Hemos de encaminar a los hijos por la senda del bien, tenemos que ser
cumplidores ante Dios por los nuestros. Elcana guardaba y hacía guardar la ley del Señor
en su casa. Cada año se presentaba ante Jehová y llevaba sus ofrendas y diezmos ante los
ministros del santuario. Era un adorador regular y sistemático (1:3). Cada miembro recibía
su parte para que ninguno se presentara ante el Creador con las manos vacías (1:4).
Condujo a su parentela enseñándola a tomar en cuenta a Dios en la vida. La disciplina
espiritual debe ser modelada por los padres en el hogar. El liderazgo del varón en la vida
devocional afirma y confirma la obra del Todopoderoso en la familia. Todos son
bendecidos en casa cuando desde la cabeza se inculcan la fe y la adoración sinceras.
3. Hijos consagrados
En esta familia los hijos aprendían desde pequeños la religión pura. Todos adoraban al
Señor por orden y ejemplo del padre. Acudían al santuario cada vez que les correspondía
(1:3). Crecieron con la disciplina de un israelita que cumplía los mandamientos divinos. No
sólo eran espectadores; no acudían al templo a ver a sus padres orar y alabar a Jehová;
ellos recibían su parte y presentaban su propia alabanza y ofrenda; oraban y cumplían con
el culto (1:4). Es necesario que instruyamos a nuestra descendencia en la liturgia de la
adoración. Que sepan a qué venimos al culto y qué les corresponde a ellos hacer en la
iglesia. Entre más los involucremos en el ejercicio espiritual mayores posibilidades
tendremos de que permanezcan firmes, y menores serán las probabilidades de que se
aparten del camino de Dios (2:11).
El niño Samuel fue el más dedicado al servicio a Dios (2:18). Su madre había prometido
entregarlo para el ministerio del templo y así lo cumplió. De tal manera que entregó al
pequeño y acudía de tiempo en tiempo a verlo y le llevaba ropa nueva (2:19). El varoncito
creció en un ambiente espiritual, desde joven ministraba al Señor. Jehová se le reveló y lo
llamó por nombre y fue sacerdote, profeta y juez de Israel hasta su muerte (3:1–10). Fue
un varón entregado por completo al llamado divino. Lo cual no lo aprendió de Elí ni de su
familia, sino del ejemplo de sus progenitores. En casa lo formaron con los principios de la
consagración y el servicio desinteresado al Señor (3:19, 20).
Conclusión
Esta familia fue tan consagrada que se convirtió en objeto de los milagros y las
misericordias de Dios. Cuando el Señor encuentra una casa en la que el hombre es
responsable y fiel, la mujer es de oración y de acción, y los hijos son dedicados a su
servicio, siempre se complacerá en bendecir ese hogar de manera especial. Si
privilegiamos la disciplina en el cumplimiento de la Palabra y andamos por el camino de
justicia, experimentaremos el favor de Jehová y nunca faltará su bendición y su ayuda
para nosotros y nuestra descendencia.
Ejercicios
1. ¿Cuáles serían las luchas de Ana para deshacerse de su hijo al consagrarlo al
Señor?
2. Efectúe una lluvia de ideas para promover la devoción en los hijos desde su
temprana edad.
La importancia de la espiritualidad en la familia
Lucas 1:5–25
Zacarías y Elisabet fueron un matrimonio que se mantuvo unido en el servicio a Dios a
pesar de las pruebas y de la crisis provocada por la esterilidad de ella. Pero el Señor a su
tiempo los bendijo y llegó Juan a formar parte de esta familia especial. Su unidad en la
búsqueda de la voluntad divina y su disciplina en la oración y la piedad nos enseñan ahora
principios importantes para convertir nuestras casas en lugares llenos de bendición y
estabilidad espiritual.
Conclusión
Nada iguala las bondades de un hogar donde hay vida espiritual. Sin embargo, existen
hogares destruidos en los cuales la espiritualidad es la gran ausente. Pero no se tiene una
familia bendecida por accidente, más bien es producto de la unión de la pareja para
procurar que la presencia divina gobierne en la casa. Dios desea que muchas generaciones
venideras tengan la dicha de nacer en un lugar donde el señorío de Cristo esté presente.
Ejercicios
1. ¿Tienen padre y madre la misma responsabilidad ante Dios por la espiritualidad en
el hogar?
2. ¿Qué puede hacer un padre o una madre cristiana cuando no recibe apoyo
espiritual del cónyuge?
Conclusión
Nuestro Padre celestial ha prometido cuidar de nosotros siempre. Cristo nos pide que
confiemos en él y que busquemos primeramente el reino de Dios y su justicia, y nos
promete que todas las demás cosas nos serán añadidas (Mateo 6:33). Así que, cuando
atravesemos por tiempos de crisis, acerquémonos al trono de la gracia como primer
recurso. Que nuestra familia aprenda a unirse en oración para enfrentar los tiempos
malos, y que nuestros hijos sean testigos de la intervención milagrosa del Todopoderoso
para suplir toda necesidad. Mantengamos firme nuestra fe en la bondad del Creador, y
utilicemos sabiamente los bienes que él nos otorga. Hagamos que en nuestra casa sea
reconocida la providencia divina.
Ejercicios
1. Comente un testimonio de la ayuda divina para su familia en tiempo de necesidad.
2. Exponga una necesidad en la que quiera que el pueblo del Señor se una con usted
para pedir un milagro.
Conclusión
Es una bendición que nuestra casa sea escogida por Dios para hospedar y atender a sus
siervos. Jesús recuerda este pasaje de la viuda para enfatizar la gracia divina que quiso
bendecir el hogar de aquella mujer en Sarepta (Lucas 4:25, 26). El Maestro declara que
había multitud de hogares con viudas en Israel en los cuales el Señor pudo haber enviado
al profeta Elías, pero seleccionó aquel sitio en Sidón. De la misma forma pudieran existir
mil lugares para atender a los ministros del Altísimo, pero nuestras moradas cuentan con
la oportunidad de abrir las puertas para que a través de nuestro servicio y generosidad, las
ventanas de los cielos se expandan para dar paso a las señales y los milagros de provisión,
sanidad y poder que el Todopoderoso tiene preparados para nuestra familia.
Ejercicios
1. ¿Cuáles fueron los dos milagros que experimentó la viuda por hospedar a Elías?
Conclusión
Si un hermano nuestro necesita apoyo, brindémoslo. Si algún familiar sirve al Señor,
démosle el respaldo necesario. Si cualquier ser amado nos ofende, perdonemos en el
nombre de Cristo. Oremos para que la familia sea salva, que quienes están en el camino se
mantengan firmes y aquellos que faltan se añadan lo más pronto posible. El mayor anhelo
que debemos tener es llevar a toda nuestra parentela bajo el señorío de Jesucristo.
Ejercicios
1. Haga una lista de sus hermanos y ore por ellos por nombre específico
bendiciéndolos.
2. Ore por las ofensas que sus hermanos le han causado, perdonándolos.
Conclusión
La mejor decisión que podemos tomar en la vida es guardar fidelidad al Dios del cielo. Con
él siempre nos irá bien. Nuestra casa será protegida con su sombra y disfrutaremos del
conocimiento de su amor y su misericordia. Cuando tenemos problemas no existe duda de
a quién acudir, no buscamos uno entre muchos porque sólo conocemos a Jehová, y en el
nombre de Cristo nos acercamos a él confiadamente para recibir el oportuno socorro.
Hebreos 4:16
Ejercicios
1. ¿Por qué es importante renovar la decisión de servir a Dios?
2. ¿Cuáles son las principales bendiciones que recibe una familia que decide servir a
Dios?
Conclusión
Josué 17:3–7 nos habla del cumplimiento de la promesa divina para la familia de
Zelofehad. Sus hijas lograron cada una su bendición y además consiguieron para las de
Manasés, es decir, para todas las mujeres solas en su tribu. Ganaron diez ciudades extras
de territorio, una riqueza que no se habían imaginado. Vale la pena inculcar en los
nuestros valores y principios espirituales. Ganaremos mejores cosas para la familia actual
y las generaciones venideras si honramos al Señor, a sus siervos y a sus autoridades. Si nos
sometemos a su Palabra y honramos a los padres, si enseñamos con el ejemplo el esfuerzo
y la valentía tendremos una descendencia que gozará del favor de Dios aún después de
que hayamos muerto.
Ejercicios
1. Enliste los valores de las hijas de Zelofehad que las convierten en familia ejemplar.
Conclusión
Rahab es un testimonio de la bondad divina en el hogar. Procuremos el bien de nuestra
gente, oremos y luchemos por su salvación. La cananea nos reta al evangelismo; no hay
gente imposible de cambiar. No veamos a nadie por quien es o que hace, sino por lo que
el Señor puede hacer en ellos. Dios quiere usarnos para ir a la casa de una ramera, de un
drogadicto, de una familia en desastre, y llevar el mensaje salvador. Como el cordón rojo,
la sangre preciosa de Jesús producirá nuestra mayor bendición en la vida.
Ejercicios
1. ¿Qué le sugiere el hilo de grana o rojo en la ventana de la casa de Rahab para
salvación?
2. ¿Fue fácil para la ramera convencer a su familia de entrar en su casa para salvarse?
Argumente.
1. La perversión sexual
Cuando la perversión sexual se introduce en el hogar. Abner era de la familia de Saúl,
fungía como capitán de la guardia real. A la muerte del monarca, el oficial se enredó
sexualmente con la concubina del difunto. Is-boset, uno de los hijos menores del rey le
reclamó la acción, pero el fornicario reaccionó con enojo, pues sentía la autoridad y el
derecho de hacer cuanto le viniera en gana (3:6–8). La degradación había llegado a niveles
tan bajos que aquel hombre piensa que el adulterio sólo se puede contar como pecado
para la mujer, pero no para el varón, pues él creía tener dignidad para sus hechos por que
había tenido misericordia de la familia de su señor (3:8).
Tanto el adulterio como la fornicación son pecados que dañan la estructura familiar y
ponen en riesgo la estabilidad espiritual, económica y moral de la casa. Pablo dice que
cualquier otra infracción a los estatutos divinos está fuera del cuerpo, pero los sexuales
afectan el alma del hombre y la mujer, rompiendo la unidad del hogar. Se pierde la
santidad y la confianza, se contamina el espíritu con manchas que no se borran con
facilidad. Es cierto que si confesamos el Señor nos perdona, pero la caída hará que sea
difícil levantarse por completo. Oremos que el Todopoderoso guarde nuestras familias de
este tipo de aberraciones.
Hebreos 13:4 dice que el matrimonio debe ser honroso y el lecho permanecer sin
mancilla. Pablo afirma que la voluntad de Dios es que procuremos la santificación y que
nos apartemos de fornicación. Tengamos cuidado de no permitir que en el hogar incube el
mal que arruina familias y destruye la unión entre los esposos. Démosle a la pareja toda la
atención que requiera y vigilemos a nuestros hijos, que ellos tengan conciencia de que ni
el Señor ni nosotros convivimos con los fornicarios.
2. La traición
Cuando se pierde la lealtad entre los miembros de la familia. Abner era de la casa de
Saúl, pero cuando murió el rey, aquél lo traicionó en varias formas. Primero se metió
sexualmente con su mujer; después maltrató a sus hijos con violencia, al grado que le
tenían miedo (3:11); luego se unió a los enemigos de su padre y abandonó a los huérfanos
dejándolos en desgracia; ofreció el reino a David contra su familia. La ira por ser
confrontado con el pecado lo envolvió y prefirió rebelarse que arrepentirse (3:9, 10).
Alimentemos la lealtad entre los miembros de la familia. Enseñemos a los nuestros la
verdad de que la mayor fidelidad se debe a los de casa y no a los ajenos, a los propios y no
a los extraños. Desde el hogar preparemos a los hombres y las mujeres leales del mañana.
Protejámoslos contra la traición. Cultivemos el amor los unos hacia los otros. Seamos
fieles a Dios en primer lugar, luego a nuestros seres amados; hagámoslo de igual forma en
la congregación. Practiquemos este valor cristiano para que lo cosechemos también.
3. La violencia
Muchas familias sufren el mal de la violencia. Abner era tan irascible y violento que los
mismos príncipes le temían (3:11). Demasiado daño y grandes heridas se provocan en los
hogares en momentos de explosión del enojo. Padres gritan y maltratan a los hijos,
esposos a esposas y viceversa. No es lo mismo el miedo que el respeto. A los
maltratadores se les teme, no se les respeta; no se les ama, sino que se les obedece o
tolera por debilidad y no voluntariamente. Abundan las casas deshechas y las familias
fracturadas por la violencia.
Procuremos la paz con todos, no demos lugar al diablo dejando que el sol se ponga sobre
nuestro enojo. Calmemos el temperamento, controlemos el mal carácter. Apliquemos
disciplina con amor y no con odio, con equidad y no desmedidamente. No provoquemos a
ira a los nuestros, cuidemos las palabras que decimos en los momentos de crisis y
acaloramiento. Bien haremos si oramos a Dios que nos ayude a autocontrolarnos. El
Espíritu Santo produce un fruto que se llama dominio propio que nos da la capacidad de
frenar las pasiones, la lengua y las manos, de tal manera que mostremos paciencia y amor
en todo momento. Pidámoslo con fervor.
Conclusión
La casa de Saúl se vio destruida porque se apartaron de Dios hacia la práctica de lo que
prohíbe la Palabra de Dios. Los lazos de amor, lealtad y fraternidad se debilitan en la
familia por dejar que la inmundicia entre en ella. El odio, la traición y la violencia acaban
con el fundamento de cualquier hogar. De pronto los pleitos familiares se presentan, se
afectan a otros y se vuelve un lugar de contienda. El enemigo se encarga de que todos los
males se vuelquen sobre padres e hijos, tíos y sobrinos, primos y parientes, todo es
cuestión de que se abra la puerta al pecado y se tolere la malicia. Pero el Señor de toda
gracia es capaz de ayudarnos a sostener de pie nuestra morada. El fruto del Espíritu Santo
será la clave para dar fuerza y solidez a los nuestros de manera que soporten todo tipo de
crisis por dura que parezca.
Ejercicios
1. Enumere los pecados de la casa de Saúl y diga cómo la debilitaron.
2. Mencione los tres mayores males que debilitan a las familias de nuestra
comunidad.
Conclusión
Toda familia se ve sacudida por la adversidad. A veces un problema laboral o económico,
de salud o de muerte de un ser querido y la separación por migración azota nuestros
hogares. De esta lección podemos aprender dos principios importantes: 1. Debemos ser
un apoyo en medio de las dificultades; 2. Hay que orar y confiar en Dios. No perdamos la
esperanza de ver la misericordia divina en nuestra casa.
Ejercicios
1. ¿Cuál migración sería más difícil para Noemí: abandonar su casa o retornar
fracasada?
Conclusión
Las tres etapas de la familia de Job son las mismas para nosotros. Tendremos tiempos de
bendición en los que habremos de disfrutar y guardar recursos y memorias que nos
ayuden para aliviar las crisis; momentos de prueba en los que hay que recordar la
fidelidad divina y confiar en su justicia; y luego vendrá la restitución, donde nos
deleitaremos con la gloria superior que nos trae la recompensa de mantenernos firmes en
el Señor.
Ejercicios
1. Distinga las tres etapas en su vida familiar: Su mayor bendición, la peor crisis
familiar y la restitución divina en casa.
1. Una familia adoptiva que brinda hogar y sustento para una huérfana
Los padres de Hadasa murieron cuando todavía era una niña. Sin embargo, la huérfana no
quedó desamparada porque tenía un primo con una familia que decidió adoptarla como
hija suya. Ellos también conocían la tragedia pues habían sido deportados con los cautivos
de Jerusalén hacia Babilonia bajo el imperio de Nabucodonosor en tiempos del rey
Jeconías. Cobijaron a la hermosa pequeña y le ofrecieron hogar, cuidado y mantenimiento
para honrar la memoria de los tíos muertos (2:7).
Gracias a Mardoqueo y su familia Ester no sufrió tanto la muerte de sus padres. Tuvo el
apoyo de un varón piadoso y noble que le otorgó el nombre y le brindó las atenciones
para que creciera como una doncella normal con todas las ventajas que ofrece el calor de
una casa donde se le dio trato de hija. Cuando creció, su físico le abrió puertas para llegar
al certamen de belleza y ganar la posición de reina, pero ella nunca se olvidó de quienes la
adoptaron y le brindaron esperanza; aquellos que le infundieron la fe para confiar en Dios
en cualquier circunstancia.
No pocas personas en el mundo están en condición de orfandad, abundan los niños y las
niñas de la calle, que están desamparados. A veces tienen tíos, primos o parientes que
pudiéndoles ofrecer pan y techo los dejan sufrir el abandono completo. Gracias a Dios por
los hogares donde se da abrigo y cuidado a estos pequeños que sufren de desatención y
carecen de alguien que los ame, porque de esta forma ellos perciben la luz en medio de
tanta oscuridad, y contemplan la esperanza en medio de la crueldad del mundo en que
viven. Sufren, pero no tanto como padecerían sin el apoyo de los quienes los adoptan.
Una reina (2:8, 9) o un príncipe pueden ser los que ahora atendemos en casa, sembremos
amor en ellos porque tal vez mañana que crezcan nos bendecirán con su gratitud.
Conclusión
Cuando una familia recoge y brinda nombre, hogar, sustento y amor es una bendición
para los pequeños abandonados. Muchos padres adoptivos han tomado la tarea de
amparar a un niño o adolescente que no tiene los recursos para salir adelante en la vida.
Les otorgan un techo, alimento, educación, trato de hijos e hijas y con ese cuidado les dan
esperanza y fe, para querer superar los obstáculos que su existencia les impone.
Abramos las puertas del corazón para detectar a un pequeño o una pequeña en
necesidad. Añadamos una silla a nuestra mesa o una cama a nuestra habitación. Demos
calor y amor a un adolescente o joven necesitado. Otorguemos becas a uno que no tenga
posibilidad. Sembremos la semilla del evangelio con obras de ágape para que un alma sea
ganada para Cristo a través de las buenas acciones de los que aman al Señor y a su
prójimo.
Ejercicios
1. Que algún hijo adoptivo cuente las bendiciones de haber encontrado un hogar que
le brindó protección y sustento.
Conclusión
La alabanza de Dios debe ser expresada de continuo en la familia tanto en la
individualidad como en la unidad. Los que experimentamos la bendición divina en algún
milagro de salvación, liberación, sanidad o provisión tenemos el compromiso y la
responsabilidad de expresar gratitud por el favor de Jehová. Debemos testificar de la
bondad del Padre en el seno del hogar y aprovechar toda oportunidad para crear una
atmósfera llena de la gloria de Dios en la casa. Entonces, en ese ambiente invitar a los
nuestros a confiar en el Señor, a ser conscientes de que su ángel acampa a nuestro
alrededor y nos defiende. Tendremos así una familia que conoce mejor al Eterno, lo sabe
adorar, lo honra con su vida y recibe los beneficios de su presencia en nosotros.
Ejercicios
1. Mencione ocasiones en las que se puede aprovechar el tiempo para honrar al
Señor en el seno de la familia.
2. ¿Cuál sería la forma más prudente y efectiva para glorificar a Dios en familia sin
que tenga sabor a culto?
Conclusión
No es buen testimonio que la gente siempre nos vea en necesidad. Los vecinos y
familiares no tienen por qué compadecernos ni menospreciarnos. Oremos al Señor que
llene nuestra casa con su presencia, que cada miembro de la familia experimente el toque
poderoso del Espíritu Santo. Pidamos a Dios que repose en nuestras habitaciones y que
señoree en el hogar. Honrémoslo de corazón y esperemos en su gracia por todas las
bendiciones y las evidencias de prosperidad que nos vendrán. Glorifiquemos a Jehová
diariamente, practiquemos su alabanza, leamos y obedezcamos su Palabra y
preparémonos para disfrutar de sus riquezas en gloria que serán derramadas sobre
nuestra generación.
Ejercicios
1. Testifique brevemente del cambio en el ambiente de su casa desde que la
presencia de Dios llegó.
Conclusión
Luchemos por la familia que el Señor nos ha dado. Intercedamos por los de nuestra sangre
sin desmayar. Demos el mejor testimonio de Cristo para que sean ganados por la palabra
o por la conducta. Procuremos la salvación de los nuestros a toda costa. Sacrifiquemos lo
necesario para que lleguen al conocimiento de la verdad. Que nuestra luz resplandezca en
la casa de nuestros padres y hermanos con toda su fuerza para que las tinieblas no tengan
cabida.
Separemos tiempo para convivir con la familia. Invirtamos recursos para ayudar a nuestros
hermanos en las crisis. Honremos a nuestros padres con calidad de trato y dádivas de
amor y bendición. Tengamos pláticas prolongadas como cónyuges, y oremos juntos
rutinariamente, incluyamos a los hijos en los devocionales y acostumbrémoslos a escuchar
de nuestros labios una palabra de cariño y fe cada noche.
No hagamos acepción de personas en la familia. Amemos a todos por igual. No
procuremos sólo a los cristianos, busquemos también a los que tienen otra religión o viven
en desorden. Cada uno debe saber que es valioso para nosotros, que nos importa y que lo
incluimos en la lista de nuestras peticiones ante Dios. A su tiempo toda cadena se rompe,
toda barrera se cae y toda herida sana por el poder de Jesucristo.
Bendigamos a Dios por la familia, por las misericordias que nos ha brindado y por las
gracias que nos dará. Confiemos en que el Espíritu Santo completará la obra de Cristo en
nuestra casa. No perdamos la esperanza de ver a cada miembro de nuestro hogar bajo la
sombra del omnipotente.2
2 José M. Saucedo Valenciano, Aliento del cielo para la familia, ed. David Alejandro Saucedo
Valenciano (El Principio de la Sabiduría, 2013), 1–100.