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82. Estetica, ética y hermenéutica escrito 0 impreso, sino de lo que todos los dias se registra en la va, activa y actual que representa el hospital 5 La filosofia analitica de la politica si es como se afirma, en el periodo de 1780-1799, la formacién | médico de hospital. Esta insticucidn, ademis de ser un lugar d in un lugar de formacién médica. La clinica aparece come in esencial del hospital, entendiendo por «clinica» a este respet zacion del hospital como lugar de formacién y de transmision sro, ademas, con la introduccién de la disciplina del espacio hh que permite curar, asf como acumular conocimientos y formar na ofrece como objeto de observacién un inmenso campo, limit lado, por el mismo individuo y, por otro, por toda la poblacio Con la aplicacién de la disciplina del espacio médieo y por el te se puede aislar a cada individuo, instalarlo en una cama, pre {.Gendai no Kenryoku wo tou» («La filosofia analitca de la politica»), Asahi Jivani, 2 de junio de 1978, pigs. 28-35. (Conferencia pronunciada el 27 de abril dle 1978 en Asahi Kodo, centro de conterencias de Tokio, sede del periodico Asahi) duo surge como objeto del saber y de la practica médica, Pero, al mismo tiempo, por el sistema del espacio hospitalari do se puede observar aun gran numero de individuos. Los re our los posibles temas de una conferencla, habia propuesto una conn dos diariamente, cuando se comparan con los de otros hospitales. sion en torno a las prisiones, y sobre el problema concreto que suponen. tras regiones, permiten estudiar los fendmenos patoldgicos, Pero me vi obligado a renunciar a ello por varias razones: la primera es que da la poblaci6n. Gracias a la tecnologia hospitalaia, el individu cic qos encny eu Topénishace resisemanniimciherdadd cuenta decque'el se presentan simultincamente como objetos del saber y de. problema de la penalidad, de la criminalidad, de la prisién, se plantea en tér- ncién de la medicina, La redistribucién de esas dos medicinass fninos muy diferentes en su sociedad y en la nuestea. También he constatado, smeno propio del siglo x1x. La medicina que se forma en el sigh 0 a medicina tanto del individuo como de la poblacién. Gracias ala tecnologia hospitalaria, el individu y la poblaci | pasar por la experiencia de una prisin cuando afirmo que he tenido la ‘experiencia de una prisién, no quiero decir que estuviera encerrado, sino que visite una, més exactamente dos, en la regién de Fukuoka—, que en relacién ntansimlténeamente como objetos del saber y de la intervenci ‘lo que conocemos en Europa, no solamente representa un perfecciona- redistribucién de estas dos medicinas sera un fendmeno propigs Jniento, un progreso, sino que es una verdadera mutaci6n sobre la cual seria x. La medicina que se forma en el transcurso del siglo xvii es, a la jecesario reflexionar y discutir con los especialistas japoneses en estos te- edicina del individuo y de la poblacién. jas. Me sentiria ineémodo hablindoles de los problemas que actualmente se plontean en Europa, cuando ustedes estén realizando experiencias tan im- povtantes. Y finalmente, el problema de las prisiones no es, en definitiva, nis que una parte, una pieza, en un conjunto de problemas més generales. ambien, las conversaciones que he mantenido con varios japoneses me han sonvencido de que, quiza, seria mas interesante evocar el clima general en el que se plantea la cuestién de la prisién, la cuesti6n de la penalidad, asi como Sto mimero de uestiones tn tales como presente y urgent Desde ‘oe perspectiva, me perdonaran si me remito a un planteamiento mas gene- ple me hubieralimitado al problema dela prison. Sino extn confor- 1s, haganmelo saber. Seyutamente saben que en Francia existe un periddico llamado Le Mon- al due habitualmente se le llama, con mucha solemnidad el «gran perid- a, ética y hermenéutica dela tarde», En este «gran periédieo de la tarde», un periodista fa algo que me extrafid y que me hizo meditar. «@Por qué —es ange ques plamca en [a atuaidad a cuestion del poder? Continuaba— nos extrafiaremos, sin duda, de que este problema del «haya inquietado tanto en este fin de siglo xx. No creo que nuestros sucesores, si reflexionan un poco, ped rse durante demasiado tiempo de que precisamente en este final Ta gente de nuestra generacién se haya planteado con tanta ins estion del poder. Porque, después de todo, si se ha planteado la | poder no es porque nosotros la hayamos planteado. Se ha ph 1s ha planteado, Ciertamente, se nos ha planteado por nuestra a ‘ro también por nuestro pasado, un pasado muy reciente que rminado, Ea gltima instancia, e siglo xx ha conocido dos grand edades del poder, dos grandes fiebres que han Hevado muy lejos staciones exasperadas de un poder. Estas dos enfermedades, que sdo el corazén, el centra del siglo xx, son, evidentemente, el f talinismo, Por supuesto que ambas respondiian a una coyuntura sa y muy especifica. Sin duda, el fascismo y el estalinismo han is efectos a dimensiones desconocidas hasta entonces y de las ql jenos esperar, i no pensar razonablemente, que nunca més se ¥ ynocer Por lo tanto, son fenémenos singulares, pero lo que n04 gar es que, en lo que Fespecta a aspectos coneretos, el fascismo ‘smo no han hecho sino prolongar tna serie de mecanismos que n los sistemas sociales y politicos de Occidente. Después de to izacidn de los grandes partidos, el desarrollo de los aparatos pol Zenicas de represién como campos de trabajo, tod na herencia, pura y dura, de la estructura de las sociedades oeti mo se limitaron a retoma xistencia de rales, que el estalinismo y el fa Esta experiencia es la que nos ha obligado a plantear la cues ler. Porque no podemos evitar interrogarnos y preguntarnost ecigmo'y el estdinismo, yno son todavia, alli donde subsisten tla respuesta a unas coywaLUFas 0 a unas situaciones particulares® ‘ontrario, hay que tener en cuenta que, en nuestras sociedadesy sco permanente como virtualidades, en cierta manera, estruet insecas 4 nuestros sistemas, que pueden ponerse de manifiesto & scasion, haciendo posibles perpetuamente esta especie de enormes vias del poder, exerecencias de las cuales son ejemplos incontestabl mia de Mussolini, el de Hitler, el de Stalin, o los actuales sistermas de Camboya. Creo que el gran problema del siglo xtx, al menos en Bur breza y la miseria, El gran problema que se plante6 a la mayor res y filésofos de comienzos del siglo x1x fue el siguiente: ge esta produccién de riqueza, euyos efectos exspectaculares com La filosofia analitica de a politica 785 scompazada del empobrecimiento absoluto o relativo (ésta es otra cuestion) de los que la producen? En el sigho xx no se ha resuelto completamente el problema del empobrecimiento de los que producen Ia riqueza, de la pro- \luceién simultinea de la riqueza y la pobreza, pero esa cuestisn no se plan- ‘ca con h misma urgencia, Es como si estuviera recubierta por otro proble- sma que ya no es la escasez de riqueza, sino ol excesivo poder. Las sociedades cccidentales, y de forma mas general las sociedades industrializadas y desa- rrolladas de este fin de siglo, son sociedades atravesadas por esta sorda in uietud,o incluso por revueltas totalmente explicitas que ponen en euestign ¢sta especie de superproduccisin del poder que el estalinismo y el fascismo manifestaron, sin duda, bajo su forma mis descarnada y monstruosa. De manera que, del mismo modo que en el siglo xtx fue necesaria una economia ue tuviera como objeto especifico la produccidin y la distribucién de la ri- ve2a, ai también podemos decir que necesitamos una economia que no se feliera adieha produccién y distribucidn de las riquezas, sino que aborde las {elaciones de poder. Una de las funciones més antiguas del filosofo en Occidente —digo fil6- soto, pero deberia decir, mis bien, culto¢, incluso, utilizando ese incémodo \érmino contemporineo, intelectual—, uno de los papeles principales del fi- Poof ocitenal fue poner un knit poner wn lcs erento de podes 8 fsa superproduecién de poder, en todos y cada uno de los casos en que co- cl riesgo de convertirse en una amenaza. El filésofo en Occidente tiene siempre el perfil del antidéspota y esto bajo distintas formas posibles que se Jevflan desde el comienzo de la filosofia griega: ~ El filsofo ha sido el antidéspora en la medida en que ha definido el sistema de leyes segtin las cuales, en una ciudad, se debia ejercer el poder, \etiniendo los limites legales en cuyo Ambico se puede ejercer sin riesgos: es Al pel del fildsofo legislador. ste fue el papel de Salon. Después de todo, el uomento en que la filosofia griega empez6 a separarse de la poesia, el mo= onto en que la prosa griega comenz6 a perfilarse, fue el dia en que Salén Jormuls, con un vocabulario todavia poético, las leyes que se convertirian en Js prosade la historia griega, de la historia helénica. ~ En segundo lugar, segunda posibilidad: el filésofo puede ser antidé pols convietiéndase en el consejero del principe, ensenindole esta sabiduria, ois virtd, esta verdad, que seran capaces de impedirle, cuando gobierne, shusar de su poder, Es el filésofo pedagogo; es Platén peregrinando hacia Dionisia el Tirano. Por tiltimo, tercera posibilidad: el fil6sofo puede ser el antidéspota rmando que, después de todo, cualesquiera que sean los abusos que el adler pueda cometer sobre él 0 sobre los demss, el filésofo, en tanto que solo, en su prietica y en su pensamiento filoséfico, se mantendra inde~ re con relacién al poder, se reira del poder. Se trata de los cinieos. 36 Estetica, ética y hermenéutica Sal6n legislador, Platon pedagogo y los cinicos, El filésofo m | poder, el filésofo-maseara gesticulante ante el poder. Si pudiéram + una mirada etnolégica sobre Occidente desde Grecia, veriamos estas tres figuras del filésofo, susticuirse unas a otras; veriamos dil 1a oposici6n significativa entre el fildsofo y el principe, entre lar lossfica y el ejercicio del poder. Y me pregunto si esta oposicién exién filosética y el ejercicio del poder no caracteriza mejor a laf ie st relacidn con la ciencia, porque, después de todo, la filosofia empo que no puede desempenar el papel de fundamento. Por el ving tolavia merece la pena que juegue el papel de moderador com | poder. ‘Cuando se contempla, desde un punto de vista historico, la ue el filésofo ha desemperiado o ha querido desempefiar su papel de’ sdor del poder, nos verios abocados a-una conclusién un tanto ami ntigiedad conocis fildsofos legisladores; conocié fildsofos conse rincipe; sin embargo, nunca existié, por ejemplo, una ciudad pla \lejandro tuvo el privilegio de ser diseipulo de Aristoteles, pero el Jejandrino nunca fue aristotélico. Y aun siendo cierto que en el omano el estoicismo impregaé el pensamiento del mundo entero al fe sus clites, también es cierto que el Imperio romano no fue estoiens oicismo fue para Marco Aurelio una manera de ser emperador; no re, ni una técnica para gobernar el imperio. Dicho de otro modo, y éste es un aspecto importante, a diferen jue ocurrié en Oriente y particularmente en China y en Japon, 0 idente, al menos durante mucho tiempo, una filosolia que fuera infundirse con una prictica politica, una préctica moral de toda t Jad. Occidente nunca conocis el equivalente al confucianismo, es d jorma de pensar que, a la ver que reflexionaba sobre el orden del ma -stablecia, prescribiera al mismo tiempo, la estructura del Estados li Je las relaciones sociales, las conductas individuales, e incluso las pr ra realmente en el seno de la historia. Cualquiera que haya sido lai cia del pensamiento aristotélico, cualquiera que haya sido su influene ‘Jo al dogmatismo de la Edad Media, Arist6teles nunca ha jugado -mejante al que jug Confucio en Oriente, No ha existido en Occidl Estado filosstico. Pero las cosas, creo que esto es un acontecimiento importantes ron a partir de la Revolucidn francesa, a partir de finales del siglo principios xtx. En ese momento, observamos c6mo se constituyen nes politicos que tienen 1420s, no solamente ideolgicos, sino org cluso diria organizativos) con las flosofias. La Revolucion francesiy podemos decir que el Imperio napoleénico, establecieron con Rot dle una forma mis general, con la filosofia del xvi, lazos organic co entre el Estado prusiano y Hegel lazo orginico, por muy La filosoffa analitiea de la politica 787 Nietzsche. También, evidentemente, lazos entre el leninismo, el Estado s ietico y Marx. En el siglo xtx aparece en Europa algo que no existié nunca: Fstacos filosoficos, podriamos decir, Estados-flosofias,filosofias que al ‘ison tiempo son Estados y Estados que se piensan, que se reflexionan, se forganizan y definen sus opciones fundamentales a partir de proposiciones filoscficas en el seno de sistemas filosétficos y como la verdad filos storia. Nos encontramos ante un fenémeno evidentemente extrafio y que odavia resulta mis inquietante si somos conscientes de que estas filosof oda estas filosofias que se han convertido en Estados, eran, sin excep filosolias de la libertad; filosofias de la libertad fueron, por suptesto, las del Jo xvit, pero también lo fueron la de Hegel, la de Nietzsche, la de Marx. a bien, estas filosofias dela libertad han producido, a su vez, formas de oder que, ya bajo la forma del terror, ya bajo la forma de la burocracia, 0 Jncluso bajo la forma del terror burocratico, fueron, incluso, lo contrario del Aégimen de la libertad, incluso lo contrario de la libertad convertida en his- fora Hay algo cémico y amargo que es especifico de estas filosofias oceiden- Jes modernas: han pensado, incluso se han pensado, en funcién de una re- Jycion de oposicién esencial al poder y a su ejercicio ilimitado, pero el dest ye su pensamient ha hecho que ya no se les escuche; a medida que el poder y que las instituciones politieas se impregnan de su pensamiento, mas fe pestan a Tegitimar las formas excesivas de poder. En tiltima instancia, ée .omico de Hegel transformado en el régimen de Bismarck; tragicémico de Nietzsche, cuyas obras completas dio Hitler a Mussoli- fh con ocasién de su viaje a Venecia, para justificar a anexion (Anschluss). La ‘losolia legitima los poderes irrefrenables en mayor medida que el apoyo slogmitico de la religién. Esta paradoja se convierte en una crisis aguda con smo, el estalinismo que se presentaba, més que ninggn otro, come \do que era, al mismo tiempo, una filosofia, una filosofia que precisa- suente haba anunciado y predicho Ia desaparicién del Estado, y que, trans- foriada en Estado, se convirtié verdaderamente en un Estado privado, se- prado de cualquier reflexién filossfica y de cualquier reflexién posible. Es | Istado filos6fico convertido literalmente en inconsciente bajo la forma Ale) Estado puro. Ane esta situacién que nos es claramente contemporanea y contempo- finer de una forma acuciante, hay distintas actitudes posibles. Se puede, v ¢s perlectamente legitimo, ¢, incluso, diria que recomendable, interrogarse des- tie cl punto de vista histérico sobre las extrafas relaciones que Occidente ha \ullecido entre estos fildsofos y el pocler: zen qué medida estos vinculos ‘jre la filosofia y el poder se pudieron establecer en el mismo momento en {ue ba flosofia se daba como principio, si no de contrapoder, si al menos, de Jjpoderacion del poder, en el momento en que la filosofia debia decirle al 1 « Aqui te paras, ya no iris mis lejos. ¢Se trata de una traicién de la gyolia? 2O se debe a que la filosofia ha sido en secreto, independientemen- Estetica, ética y hermenéutien filosotia del poder? 20 es que, des no es precisamente tomar virtu onvertrse en aly de lal Jc lo que haya dicho, ciert filo decile al poder: «Parate aqui ‘ctamente, también el lugar del poder, conve to, realizarse como ley? Nos podemos plantear to -el contrario, decirnos que, i con el poder, que la profundsa y esencial wocacin de la flosofi en ‘Taverdad o con la pregunta sobre el ser y que la filosofia no se pues netera aventurarse en estos dominios mire como son ae | poder, Si se la ha traicionado tan facilmente es pot J enado, Se ha taicionado yendo donde no habriad odas estas cuestiones. Sin embargo, Pt a pesar de todo, la filosofia no tiene politica y del sma se ha traicionad , Janteando cuestiones que no eran las suyas. Pero qui habria todavia otro camino y sobre éste queria habla _pudiéramos pensar que la filosofia tiene todavia alguna pos a un papel en relacin con el poder, un papel que no sera el de de reconducirlo. ‘Toda E pel de contrapoder, a condicion de que e c oe vale, Irente al poder, Ia ley especifica de Ia flosoft fla filosofia deje de pensarse como profecia, a condicién de que de vse como pedagogia 0 como legisladora, y de que se dé como ta f elucidar, hacer visible y, por lo tanto, intensificar las luchas que olan en temo al pode as estatgias de lor anerson el sf Taciones de poder, las tacticas utilizadas, los nicleos de re jon, en a ‘que la filosolia deje de plantearse la cuesti ren teins de bien 0 mal, y sea plante en términos des @ Jo se trata de preguntarse si el poder es bueno o malo, legitima oi go relativa al derecho o a la moral, sino simplemente de intentat cla pregunta por el poder la sobrecarga moral y juridica que hast sncernia y de plantear la cuestisn ingenua, que no ha sido plante ralmente, aunque algunas personas la han planteado desce hacet taé consisten, en el fondo, las relaciones de poder? Ya hace mucho que sabemos que la tarea de la filosofia no lescubrir lo que esta oculto, sino en hacer visible lo que, precis le, es decir, hacer aparecer lo que es tan préximo, tan inmediat <1 tan intimament igado 3 nosotros mises, que Por ale, sal vos. Mientras que la tarea de la ciencia es la de hacer conocer lo nos, fa de la flosofia consiste en hacer ver lo que vemos. Despugs Teste este punto de vista, la tarea de [a ilosofia se podria form ié consisten estas relaciones de poder en las que nos sentimos las que, desde hace al menos ciento cincuenta aos [a filosofia enredada? ‘Ustedes pueden argumentar que esta tarea es muy modest cmpiticn bien por limitada, pero tenemos cerca, en [a filosoia empitica, bien por limitada, pero tener aeneeea de usar fll a 789 La filosofia analitica de la polit pues de todo, la filoso! ica anglosajona no se plantea la tarea de re flexionar sobre el ser de la lengua o sobre sus estructuras profundas; Fellexiona sobre el uso cotidiano que hacemos de ella en los diferentes tipos dle discurso, Para la filosofia analitica anglosajona se trata de realizar un ani- Isis critico del pensamiento a partir de la forma en la que decimos las cosas. ual medida, podriamos imaginar una filosofia que tuviera somo tarea analizar lo que ocurre eotidianamente en las relaciones de poder, Jina filosofia que intemtara mostrar en qué consisten, cuales son esas relacio- nes de poder, sus formas, sus desafios, sus objetivos. Una filosofia que trata- 1, por consiguiente, no sobre los juegos de lenguaje, sino mas bien sobre las, felaciones de poder; una filosofia que abordara todas las relaciones que atra- viesan e! euerpo social en vez de tratar los efectos de lenguaje que atraviessn y sustentan el pensamiento, Podriamos imaginar una especie de filosofia snalitico-politica. En ese caso, tendriamos que recordar que la flosolia an. Jtica de: lenguaje de los anglosajones se euida mucho de caer en esa especie lle calificacién-descalificacin masiva del lenguaje que encontramos en Humboldt o en Bergson para Humboldt, el lenguaje era el creador de to- sis relac én posible entre el hombre y ef mundo, creador incluso tanto del humano; la devaluacién bergsoniana no cesa de repetir Henguaje es impotente, que ests fijado, que est muerto, que el lengua Jes espacial y que, por tanto, no puede traicionar la experiencia de la con- fioncia yde la duracion—. A pesar de estas calificaciones y descalificaciones anglosajona intenta decir que el lenguaje nunca engafia El lengua se juega. De ahi la importancia de la nocisn de juego. De forma andloga, podriamos decir que, para analizar o criticar las rela- siones de poder no se trata de someterlas a una calificacién peyorativa 0 Jnuvdacoria de forma masiva, global, definitiva, absoluta y unilateral; no se into de decir que las relaciones de poder se limitan a constrenir y a forzar. ‘ompoco debemos imaginar que podemos escapar repentinamente, global y Jysivamente de las relaciones de poder a través de una especie de ruptura flical e de una huida sin retorno. Las relaciones de poder también se jue- J; son juegos de poder que habra que estudiar en términos de tictica y de Joirategia, en términos de regla y de azar, de apuesta y de objetivos. En cier- 1} inedica, intento trabajar en esta linea y quisiera sugerirles algunas de las ‘neas de andlisis que se podrian abordar. I stos juegos de poder se pueden abordar desde distintas perspectivas ver de estudiar el gran juego del Estado con los ciudadanos 0 con los fos Estados, prefiero —debido, sin duda, a una tendencia de caracter 0, pis, « una tendencia neurdtica obsesiva— interesarme por los juegos de er mis limitados, mas humildes, que no tienen en la filosofia el estatuto sible que se reconoce a los grandes problemas: juegos de poder en torno a la 7, en torno a Ja medicina, en torno a la enfermedad, en torno al cuerpo loro, juegos de poder en torno al sistema penal y a la prisién. Esto es lo hasta ahora me ha interesado, y por dos razones. Ll 90. Estetica, étiea y hermenéutica “De qué se trata en estos juegos de poder existentes, a veces sin rss marginales? Concicenen, ni mas ni menos, que al estarato dela Iris siarezdn; conciernen al estacuto de Ta vida y de la muerte deh re a ley; es decir, un conjunto de cosas que consttuyen a4 vee Ie nuestra vilacotidiana y a partir de las cuales los hombres han su discurso de la tragedia. Hay otra raz6n por Ia que me interesé por estas cuestiones ¥ gos de poder. Me parece que sobre estos juegos, mucho mis que erander batalla exatalese institucionaes,recae el interés y la feta gene en nuestros dias, Cuando se observa, por ejemplo, como desarvollarse en Francia la campana clectoral de la legislativas, nos! Ia forma en que los periédicos, los otros medios de comunicaciény tes politicos, os responsables del gobierno y del Estado, no han dl repetra los Franceses que estaban a punto de hacer una apuesta cap rer turoy no obstante, independientemente del resultado de las ¢h Jal mmevo de electores cultos que fueron a vata, nos sorprende el que, en el fondo, la gente no sentia, en absoluto, lo que podia habe torieamente trigico 0 de decisivo en estas elecciones. Dorel contririo, desde hace tiempo me sorprende la continua aque, en muchas sociedales y no sslo en el seno de a sociedad fra ceca torno a determinadas cuestiones, cuestiones que en otro temp tharginales e incluso un poco tedricas: saber c6mo vamos a mori serivle nosotros cuando estemos a la deriva en un hospital, quéo nuestra razon y emo la juzgaran los demés, saber que ocurrira si tos locos, qué ocurtira el dia en que cometamos una infracciGn y enzeri el funcionamiento de la maquina del sistema penal. Tode Terme de forma profunda a [a vida, ala afectividad, a la angustia de Gontempordneos. Si ustedes me dicen, con razén; que, después siempre ha sido asi me parece no obstante, que ha sido una de as feces (pero desde luego, no la primera). En todo caso, estamos 6 rece momentos en que las cuestiones cotidianas, marginales, un psd ‘Gas, seeeden al nivel del discurso explicito, en el. que la gente no sé hablar de ellas, sino que entra en el juego de los discursos y toma p Jocura y laraz6n, la mucrtey la enfermedad, el sistema penal la p ‘Glimen, la ley, esto es fo que compone nuestra cotidianidad y este cotidiano se nos presenta como esencial. Pienso, ademis, que es preciso ir mas lejos y decir que no sola tos juegos de poder alrededor de la vida y de la muerte de la ca sinrazon, dela ley y del crimen han adquirido en nuestros dias un dad que no habian tendo en pocas inmediatamente anteriores 3 seaisrencia y 1asluchas que se desarrollan no tienen Ia misma for ‘eats en fo esencial de tomar parte en estos juegos de poder de se tespete mejor la propia libertad o los propios derechos: simp 7 nia an saeen eener down entredil La filosofia analitica dela polities 791 ae de os juegos sino de etn ante jeg ye recana dlmis to jeg. T acteristica evidente de un cieeto auimero de luchas y Piensen en el caso de la prisién, Desde hace aos y af in, Desde hace afios y aos, diria que sie hace siglos, a cualquier caso desde que existe la prisién como faN ima de castigo en el seno de los sistemas penales occidentales, desde el Bs sexier aul wont Wray ates ficiones a veces violentas, para intentar modificar el funcionamiento de la psn la concn del prsioneroy el estroge kn eo pin 6 bin dsp, ora sabumos, por primers yt ue nea rata de ete ive desta ressencin de esta psiin nel interior mismo dl neo: ata de un recazo del prio juego. Se ce: basta ya de psn, ¥ undo, ante esta especie dee mas persona azoables ls I llores os enceratas, os goberanier pregunta: Pero ga gui Fen?» a respuesta es: «No seremos nosotros quienes tiremos piedras contra opio tejado; no queremos participar en el juego del sistema penal, ios participar en el juego de las sanciones penales; ya no queremos psi ene jeg dela jc Ens storia Naso ee dra a durante aos y afios en Japén,’ me parece caracteristico que el juego Bee die ce ies imcuniotioar ac mor nme de venajas posible, haieno vale a es obteiedo in demmnizaciones. No se quiso partiipar en el juego tradicionalmente org tno insituioniza dl Esl com sus exigency de To da Boas derechos: Nove qusoparicipar er abeslathy ex ete orga inp Hoque eg juga pant! s segunda nota caracteristia de los fenémei ; lenos qucintento exponer sar gut acs Cacia hans cuetethE Quer ec La uience, Retomemos el eemplo de la prision Mv fai.1760 ena pce en gu semper. planes role taibio radical en el sistema penal, gquién plantes esta cuestin ya pa ue? Fue ef resultado de los tesricos, edricos del derecho, ilisofos en el Jenido de la época; ellos no plantearon la euestién de la prisién como tal Biro el problema rids general de'ebena debt fer la loy/en/unipall de libertad ¥ ie qué manera la ley debia ser aplicada, dentro de que limites y hasta dén- Me Cone real de eaten central teria se eg labo de Roos atosya desea que'el Gatigd, qu bl Gaiceleastigo posible; fase cc igo posible, fuera la F'n los ltimos aos y en los paises occidentales, el problema se h ; occidentales, el problema se ha plan- Bio ax strmiscmnmsy decides ules dv persia wed ans gia cacin global rferida a un mejor sistema de la ley. Los puntos de n sido siempre infimos y mindsculos: historias de desnutrici6n, 1 La construcién del nuevo aeropuerto de Tokio, en la regién de Narita, se encod te ahos v ation con la ovosicién de los campesinos y de la extrema izquierda japonesa de comodidad en las prisiones. Y, a partir de estos fenément sartir de estos puntos de partida muy concretos, en lugares dk mmpe76 a resultar evidente que el fenémeno irradiaba, irradial s ¢ implicaba a toda una serie de personas que no comp: ituacién ni los mismos problemas. Se puede aftadir que estas pareeian relati egimenes polit “econémicos, incluso, a veces, alas estructuras sociales eo ue se desarrollaban, Hemos presenciado, por ejemplo, lueh hhuelgas en las prisiones tanto en Suec cau penitenciario muy progresista en relacién con el nuestro, omo Italia o Espafta, cuya situacion era mucho peor y el muy diferente. decir lo mismo del movimiento de las mujeres. Y dell 1egos de poder entre hombres y mujeres. El movimi también se desarrolla tanto en Suecia como en Hala, en dot le las mujeres, el de las relaciones sextuales las relaciones ent a: mujer, entre el hombre y la mujer, eran muy diferentes, : manifiesto es que el objetivo de todos estos movimientos m el de los movimientos politicos © revolucionarios tradicion jue ver con el poder politica © con el sistema econdmico. cera earacteristica: este tipo de lucha y de resistencia se pri fundamental los hechos de poder en si mismos, mucha como una explotacién econémica o una desigualdad. Lo quel tidn en estas luchas es el hecho de que cierto poder se ejerza hecho de su ejercicio resulte insoportable, Pondré como eje ¢a que pueden tomar en broma o en serio: en Suecia existen que los detenidos pueden recibir a sus mujeres y hacer el a preso tiene una habitacién. Un dia, una joven stcca, es ite apasionada, vino a busearme para que le ayudara a det no de las prisiones stecas. Le pregunté en qué consistia ese ¢ respondié: las habitaciones en las que los presos pueden on sus mujeres no se pueden cerrar con lave. Por supuestoy o también es muy significativo de que, realmente, lo que est el poder. +a misma manera, a serie de reproches y de criticas dirigida 1 médica pienso en las de Illich, pero hay otras muchas= en esencia, al hecho de que las instituciones médicas coneibat omo fuente de beneficios a pesar de que se denuncien las isten entre los laboratorios farmacéuticos y ciertas préctieas instituciones hospitalarias. Lo que se reprocha a la mediel rer s6lo de un saber Iragil y a menudo erréneo. Lo que se almente, desde mi punto de vista, que se ejerce un poder it el cuerpo, sobre el sufrimiento del enfermo y sobre su vida Tanke asen one anevore tit La filosofia analitica de la politica 793 europeos se haya planteado el problema de la muerte no bajo la forma de un reproche contra la medicina por no haber sido capaz. de prolongarnos la vi- th, sino, al contrario, por el hecho de prolongarnos la vida aunque no lo {queramos. Le reprochamos a la medicina, al saber médica, a la tecnoestruc tura médica, que decide por nosotros sobre la vida y la muerte, que nos roan ‘una vida cientifica y técnicamente muy sofisticada, pero sin que josotros la deseemos. El derecho a la muerte consiste en el derecho a decir I saber médico y su ejercicio, No se trata de una exigencia para el sa~ her médico. El blanco es, sin duda, el poder, En el asunto de Narita, también encontramos algo semejante: los agei cultores de Narita habrian obtenido ventajas considerables si hubieran acep- lado algunas de las propuestas que les hicieron. Su rechazo tuvo que ver con | hecho de que se ejetciera sobre ellos una forma de poder que no deseaban. [Lo que estaba en juego en el asunto de Narita no era tanto la euestidn eco- juomica, sino el modo en que el poder se ejereid sobre ellos, simplemente, el hecho de que se tratara de una expropiacion, fuera de la manera que fuera, ilecidida desce arriba; a este poder arbitrario, se responde con una inversién violenta del poder. La altima caracteristica de estas luchas sobre la que me gustaria insistir ses el hecho de que son luchas inmediatas. ¥ esto en dos sentidos. Por una parte, concernen a las instancias de poder més préximas; conciernen a todo Jo que se ejerce de forma inmediata sobre los individuos. Dicho de otra ma- era, en estas luchas no se trata de seguir el principio general del leninismo, sobre el enemigo principal o sobre el eslabsn mas débil. Estas buchas inme- dliatas tampoco esperan la Hegada de un momento futuro que seria la revolu con, la liberacién, la desaparicién de las clases, la disolu solucion de los problemas. Podemos decir que, en relacion con una jerarquia {edrica de explicaciones con un orden revolucionario que polariza la histo- Fin y que jerarquiza sus momentos, estas huchas son luchas anarquicas; se inscriben en el seno de una historia que es inmediata, que se acepta y se re- conoce corto indefinidamente abierta Ahora quisiera volver a esa filosofia analitico-politica ala que me he r Jovido antes. Creo que el papel de dicha filosofia analitica del poder deber consist en calibrar la importaneia de estas luchas y de los fenémenos a los que, hasta ahora, no se les ha concedido mas que un valor marginal. Ser jiecesario mostrar hasta qué punto estos procesos, estas agitaciones, estas turas, mediocres, a veces pequefias, son diferentes de las formas de bajo el signo de la revolucién, han sido tan valoradas en Occidlen- mente evidente que, sea cual sea el vocabulario empleado, sean ales sear las referencias te6rieas de los que participan en estas luchas, ti nen que ver con un proceso, que aun siendo muy’ o es en abso- Joro un proceso de forma, de morfologia revolucionaria en el sentido clisico el término «revolucién>, en la medida en que la revolucién designa una Jycha global y unitaria de una nacién entera, de todo tun pueblo, de toda 794 Estetica, ética y hermencutica tuna clase; en el sentido de que la revolucién designa una lucha que transformar de arriba a abajo el poder establecido, aniquilarlo en su cn el sentido en que la revolucidn express la lucha que conduce a jan total, a una lucha imperativa, ya que exige, en definitiva, que Tuchas se subordinen y supediten a ella 105 viviendo en este final del siglo xx el fin de la época de lucién? Este tipo de profecia, esta condena a muerte de la revolt parece un poco disparatada. Quizas estemos viviendo el final de wn historico que, desde 1789-1793, ha estado, al menos en Ovcidente, do por el monopolio de la revolucidn, con los efectos despoticos implicaba, sin que, sin embargo, esta desaparicién del monopolio de lucidn signifique una revalorizacién del reformismo. En efecto, en alas que acabo de referirme no hay reformismo, ya que el reformis ‘como funcidn estabilizar el sistema de poder a través de cierto nti ‘cambios, mientras que en estas huchas se trata de desestabilizar log mos de poder, una desestabilizacion que aparentemente no tiene fin Estas luchas descentradas en relaci6n con los prineipios, con k dades, con los privilegios de la revolucién no son fenémenos ere! [es ligados a coyunturas particulares. Se inscriben en una realidad hi que existe de forma solids, que no es apariencia, sine que es profun sélida en las sociedades octidentales desde hace muchos siglos. estas luchas remiten a una estructura mal conocida, pero esencial en sociedad. Ciertas formas del ejercicio del poder son totalmente vi ‘engendran luchas que también se reconocen rapidamente, puesto que} tun objetivo visible: contra las formas de dominacién colonizadorasy Iingdistias, existen luchas nacionalistas, luchas sociales cuyo objeti cito y conocido son las formas econd chas politicas contra las formas juridicas y pol visibles y conocidas, Las luchas a las que me reliero, cuyo anti ‘mis complicado que el de las luchas revolucionarias, conciernen a u aque existe en Oceidente desde la Fdad Media, una forma de poder qh exactamente ni un poder politico o juridico, ni un poder econémig poder de dominacion étnica y que, sin embargo, ha tenido enorme, Estructuradores en el seno de nuestras sociedades. Se trata de un py origen religioso, que es el que pretende conducir y dirigir a Jos homb largo de su vida y en cada una de las crcunstancias de esa vida, un cconsiste en querer ocuparse detalladamente de la existencia de los hoi dle su desarrollo desde st nacimiento hasta sui muerte y todo ello p sgatlos, en cierta manera, 2 comportarse de determinada forma, aco ‘usalvacidn. Esto es fo que podriamos llamar el poder pastoral, ;moldgicamente, tomando los términos al pie dela letra, el po toral es el poder que el pastor cjeree sobre su rebaito. Asi pues, un pk «este tipo, tan atento, tan solieito, tan preocupado por la salvaci6n de ada ane, ne fre conocido en las sociedades antiguas, las sociedades La filosofia analitiea de a politica 795 ¥ romanas, y seguramente no les hubiera gustado. Con el eristianismo, con ln institucin de a Iglesia, con su organizacién jerarquizada y territorial, a como con el conjunto de ereencias relativas al mas alla, al pecado, a la salva- cidn, ala economia de los méritos y con la definicién del papel del sacerdote, sélo asf aparece la concepcidn de los eristianos como rebaiio sobre el cual duos, que gozan de un estatuto particular, tienen ef derscho y el deber de ejercer la tarea de la pasto El poder pastoral se desarrolla a lo largo de la Edad Media, manteniendo feleciones estrechas y dificiles con la sociedad feudal. Se desarrolla mas in- tensamente atin en el siglo xvt, con la Reforma y la Contrarreforma. A través de esta historia que comienza con el eristianismo y que continda hasta el corazdn de la época clisica, incluso hasta la vispera de la Revolucién, el po- der pastoral conserva un caricter eseneial, singular en la historia de las ¢ Jiraciones: el poder pastoral, a pesar de cjercerse, como cualquier otro poder Ae ipo religioso 0 politico, sobre todo el grupo, tiene como misién principal fuidar de la salvacidn de todos ocupandose de eada uno en particular, de tada cordero del rebaito, de cada individuo, no solamente para apremiaele a Joqar de tal o cual manera, sino también para eonocerle, descubritle, para hacer emerger su subjetividad y estructurar la relacign consigo mismo y con jerto niimero de in fu concieneia. Las técniess de la pastoral cristiana relativas @ la direccion de fh conciencia, al cuidado de las almas, a su cura, todas esas pricticas que van del examen a la confesién, pasando por el reconocimiento (aven), compor- Janesa relacidn obligada de uno consigo mismo en términos de verdad y de diseurso también obligado, y creo que éste es uno de los puntos fundame {ales del poder pastoral y que lo define como un poder individualizante, El porer en las ciudades griegas y en el Imperio romano no necesitaba conocer \ cada uno de los individuos no necesitaba constituir en torno a ellos un pequeno mécleo de verdad que Ia declaracién (avew) debia sacar a la luz y {que la escucha atenta del pastor debia recoger y juzgar. El poder feudal tam- hnecesitaba esta economia individualizante del poder. La monarquia ab- foluta y st aparato administrative todavia no sentian esta necesidad. El po- Ah se ejercfa, bien sobre toda Ia ciudad, bien sobre los grupos, sobre los {oiritorios o Sobre categorias de luos. En estas sociedades rupos y estatutos; todavia no se habia legado a una sociedad individualist. Mucho antes del gran momento del desarrollo de la sociedad industrial y Jrguesa, el poder religioso del cristianismo trabajé el cuerpo social hasta 1 sttuir individuos ligados asi mismos bajo la forma de la subjetividad, a Jp cual se le pide que tome con sminos de verdad y hujo la forma de la confesidn (aven).” sncia de si misma en {amino confessions se rfite expresamente al sacramento. «cen implica en vm guien se reconoce y confiesa se clara autor. Reconoxi mela cas cn el texto. Fst tipo de confesiin sto a declaracibn em declracin y confess esl devs para la construcsn de < N. dele) 796 Estética,ética y hermenéutica ra hacer dos observaciones con respecto al poder pastoral. La interesante comparar la pastoria, el poder pastoral nas con To que ha podido ser el papel y los electos del ianismo en las sociedades de Extremo Oriente, Habria que sei ‘ctica coincidencia cronologica de los dos, y advertir en qué medi papel del poder pastoral fue importante en el desarrollo del Estado siglos xvt_y xv11 en Europa, de la misma forma que el confucianismo cenel Japon de la época de Tokutawa. Pero también existen diferencias) el poder pastoral y el confucianismo: la pastoria es esencialmente religi confucianismo no lo es; la pastoria espiritual se dirige a un objet «sti mas alli y s6lo interviene aqui abajo en funcién del mas alla sin 880, el confucianismo tiene un papel esencialmente terrenal, apunta. estabilidad general del cuerpo social a través de un conjunto de reglas rales que se imponen ya sea a todos los individuos, ya a todas las ea de individuos, mientras que la pastoria establece relaciones de obe individualizadas entre el pastor y su rebaio; finalmente, la accién py tiene, en funcién de las técnicas que emplea (dircecién espiritual, de las almas, etc.) efectos individualizantes que el confucianismo no va. Se abre un campo de estudios muy importante que se podria des 4 partir de los trabajos fundamentales realizados en Japsin por Masa ya , ‘Mi segunda observacién es la siguiente: de una forma paradjiea tante inesperada, a partir del siglo xvitr, tanto las sociedades capi industriales, como las formas modernas de Estado que las acomp. sustentaron, necesitaron procedimientos, mecanismos, esencialment dimientos de individualizacién que habian sido puestos en préctien pastoria religiosa, Puera cual fuera el desahucio de cierto mimero de ciones religiosas, fueran cuales fueran las mutaciones, que Hamaret abreviar ideolgicas, y que realmente modificaron profundamente ci6n del hombre occidental con las creencias religiosas, se produjo: plantacidn, incluso la multiplicacion y difusidn de téenicas pastor mbito laico del aparato de Estado, De esto se sabe y se habla pocoy debido a que las grandes formas estatales que se desarrollan a partie AVI se justificaron mucho mas en términos de libertad asegurada mecanismos de poder implantados y, quiz también, porque esos mecanismos de poder tenian algo de humilde y de inconfesable q que no fueran considerados dignos de anslisis y de discurso. Como escritor en esa novela llamada Un hombre ordinario, el orden pei rar la mecainica que organiza su realizacién cuando es tan sérdida truye toda vocacidn de justicia Precisamente son estos pequeiios mecanismos, humildes y cash los que hay que hacer emerger de la sociedad en la que funciona, te los sighos xvurt y xix, en Europa, hemos asistido a una reconver trasvase de Lo que habian sido los objetivos tra 1a filosofia analitica de la politica 797 ritual. A menudo se dice que el Estado y la sociedad moderna ignoran al in- dividuo, Cuando se mira desde mis cerea, sorprende lo contrario, la aten- cidn que el Estado dedica a los individuos; sorprenden las téenicas puestas enmarcha y desarrolladas para que el individuo no escape de ninguna mane- raal poder, nia la vigilancia, nial control, nial saber, nial adiestramiento, ni a lacorreccién. ‘Todas las grandes miquinas disciplinarias (cuarteles, escue- las, talleres y prisiones) son maquinas que permiten cercar al individu, sa- herlo que es, lo que hace, lo que puede hacer, dénde es necesario situarlo, como situarlo entre los otros. Las ciencias humanas son, también, saberes «que permiten conocer qué son los individuos, quién es normal y quién no lo «5, qin es razonable y quién no lo es, quién es apto y para qué, cusles son los comportamientos previsibles de los individuos, cuales hay que eliminat. iportancia de la estadistia radica en que permite medir cuantitativa- los efectos de masa de los comportamientos individuales. Ademis, es 10 afadir que los mecanismos de asistencia y de seguridad, asi como sus “objetivos de racionalizacién econémica y de estabilizacién politica, tienen hacen del individuo, de su existencia y de su com- poriamiento, de la vida, de la existencia no sélo de todos, sino de cada uno un acontecimiento que es pertinente, que es incluso necesario, indispensable para el ejercicio del poder en las sociedades modernas. El individuo ha llega- al para el poder, Paradéjicamente, el poder es mas individualizador en la medida en que es mas buroeritico y més estatal. La postoria espiritual, al haber perdido en su forma estrictamente religiosa lo «sencial de sus poderes, ha encontrado en el Estado un nueva soporte y un prircipio de transformacion, Quisiera terminar volviendo a esas luchas, a esos juegos de poder a los queme he ref ion y al sistema penal no son sino uno de los ejemplos y casos posibles. Estas lu- hos, ya sean Tas relativas ala Hocura, ala enfermedad mental, a la razon y a hn sinrazén, ya se trate de las concernientes a las relaciones sexuales entre individuos, lis relaciones entre sexos, ya sean uchas en torno al medio am Dicnte y a To que se Hama ecologia, ya afecten a Ia medicina, a salud y la muerte, tienen un objeto y unas miras muy precisos que les confieren im porancia, miras completamente diferentes de las que persiguen las luchas| fevolucionarias y que merecen al menos que se las tome en consideracién {ano como a éstas. Lo que denominamos, desde el siglo xtx, la Revolueién, Jo que persiguen los partidos y los llamados movimientos revolucionarios es escncialmente lo que constituye el poder ceonsmico, intes y entre los cuales, las luchas en torno a la

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