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Pierre Clastres

Arqueología de la violencia
El origen de la guerra
Primera parte

La guerra de las sociedades primitivas de la civilización occidental, sobre lo que es y lo que debe
ser la sociedad humana, certidumbre expresada desde el
alba griega del pensamiento europeo de lo político, de la
i pensamos sobre la abundante literatura et-

S
polis, en la obra fragmentaria de Heráclito. Es decir, que
nográfica que, desde hace algunos dece-
la representación de la sociedad como tal debe encarnarse
nios, se aplica a describir las sociedades
en una figura del Uno exterior a la sociedad, en una
primitivas, y a comprender su modo de disposición jerárquica del espacio político, en la función
funcionar, veremos que cuando se habla (lo
que no es muy frecuente) de la violencia, es con la de mando del jefe, del rey o del déspota: sólo bajo ese
signo de división en Amos y Súbditos existe la sociedad.
intención de demostrar hasta qué grado estas sociedades De este modo de encarar lo social resultaría que una
se dedican a controlarla, a codificarla, a ritualizarla; en agrupación humana que no presente este rasgo de la
resumen, tienden a reducirla cuando no a abolirla. Se división no podría ser considerada como una sociedad.
evoca la violencia, pero para mostrar sobre todo el Ahora bien, ¿a quiénes vieron surgir los descubridores del
horror que inspira a las sociedades primitivas, para es- Nuevo Mundo sobre las costas atlánticas? Según los
tablecer que, al fin de cuentas, son sociedades contra cronistas del siglo XVI a “gentes sin fe, sin ley, sin rey”.
la violencia. Por eso mismo no resulta demasiado sorpren- La causa era comprensible: esos hombres en estado de
dente comprobar, en el campo de búsqueda de la etnolo- naturaleza todavía no habían alcanzado el estado de
gía contemporánea, la falta casi total de una reflexión sociedad. Casi unanimidad, apenas turbada por las voces
general sobre la violencia bajo su forma a la vez más discordantes de Montaigne y La Boétie, en ese juicio
brutal y más colectiva, más pura y más social: la guerra. sobre los indios del Brasil.
En consecuencia, si nos atenemos al discurso etnológico o,
más precisamente, a la inexistencia de tal discurso sobre la Pero unanimidad sin restricciones cuando se trataba en
guerra primitiva, el lector curioso o el investigador en cambio de describir las costumbres de los salvajes. Explo-
ciencias sociales deducirá con todo derecho que (con radores o misioneros, comerciantes o viajeros sabios, desde
excepciones cercanas a las anécdotas secundarias) la vio- el siglo XVI hasta el fin (reciente) de la conquista del
lencia no figura en el horizonte de la vida social de los mundo, todos coinciden en un punto: se trate de america-
salvajes, que el ser social primitivo se desenvuelve al nos (de Alaska a Tierra de Fuego) o de africanos, de
margen del conflicto armado, que la guerra no integra el siberianos de las estepas o de melanesios de las islas, de
funcionamiento normal, habitual de las sociedades primiti- nómades de los desiertos australianos o de agricultores
vas. la guerra está, pues, excluida del discurso de la sedentarios de las junglas de Nueva Guinea, los pueblos
etnología; podemos pensar en la sociedad primitiva sin primitivos siempre son presentados como apasionadamente
pensar al mismo tiempo en la guerra. El problema radica dedicados a la guerra; su carácter particularmente belicoso
en saber si ese discurso científico enuncia la verdad sobre impresiona sin excepción a los observadores europeos. Del
el tipo de sociedad que enfoca. Dejemos de prestarle enorme acervo documental reunido en las crónicas, relatos
atención por un momento para volvernos hacia la realidad de viajes, relaciones de sacerdotes y pastores, de militares
de la que nos habla. o de traficantes, surge, indiscutible, principal, la imagen
Fue el descubrimiento de América, como sabemos, el más evidente ofrecida en primera instancia por la infinita
que proporcionó al Occidente la ocasión de su primer diversidad de las culturas descritas: la del guerrero. Ima-
encuentro con los que después iba a llamar “salvajes”. Por gen lo bastante dominadora como para que se deduzca de
primera vez, los europeos se encontraban confrontados ella una comprobación sociológica: las sociedades primiti-
con un tipo de sociedad radicalmente distinta de todo lo vas son sociedades violentas, su ser social es un ser-para-
que conocían hasta entonces y debían pensar una realidad la-guerra.
social que no podía ocupar un lugar en su representación Esta es la impresión recogida en todos los casos, bajo
tradicional del ser social; en otras palabras, el mundo de todos los climas y durante varios siglos, por testigos
los salvajes era literalmente impensable para el pensamien- directos, muchos de los cuales compartieron durante años
to europeo. No es éste el lugar para analizar en detalle las la vida de las tribus indígenas. Sería tan fácil como inútil
razones de esta verdadera imposibilidad epistemológica: constituir una antología de esos juicios relativos a pobla-
provienen de la certidumbre, extensiva a toda la historia ciones de comarcas y de épocas muy distintas. Las ll
disposiciones agresivas de los salvajes son casi siempre guerra a sus contrarios”. ¿Pero sustentan los habitantes
severamente juzgadas: ¿cómo, en efecto, cristianizar, civi- del Nuevo Mundo el monopolio de la pasión guerrera? De
lizar, convencer de las virtudes del trabajo y del comercio ningún modo. En una obra ya antigua, Maurice R.
a gente preocupada principalmente en guerrear contra sus Davie, reflexionando sobre las causas y las funciones de la
vecinos, en vengar las derrotas o en celebrar las victorias? guerra en las sociedades primitivas, emprendía un mues-
En los hechos, la opinión de los misioneros franceses o treo sistemático de lo que a ese respecto enseñaba la
portugueses sobre los indios tupi del litoral brasileño a etnografía de la época. De su cuidadosa prospección
mediados del siglo XVI anticipa y condensa todos los resulta que salvo rarísimas excepciones (los esquimales del
discursos que van a venir después: si no fuese por la centro y del este), ninguna sociedad primitiva escapa a la
incesante guerra que esas tribus hacen unas contra otras, violencia, ninguna, sea cual sea su modo de producción,
decían ellos, el país estaría superpoblado. Lo que retiene su sistema tecnoeconómico o su circunstancia ecológica
en primer lugar la atención de los teóricos de la sociedad ignora o rehúsa el despliegue guerrero de una violencia
es el hecho de que la guerra prevalezca en la vida de los que compromete el propio ser de cada comunidad impli-
pueblos primitivos. Al estado de Sociedad que es para él cada en el conflicto armado. Parece, pues, bien esta-
la sociedad del Estado, Thomas Hobbes opone la figura blecido que no puede pensarse la sociedad primitiva sin
no real pero lógica del hombre en su condición natural, pensar también la guerra que, como dato inmediato de la
de un estado de los hombres anterior a su vida en sociología primitiva, alcanza dimensiones de universalidad.
sociedad, es decir, “bajo un poder común cuyo respeto A esta presencia masiva del hecho guerrero responde,
los somete a todos”. Ahora bien, ¿en qué se distingue la podemos decir, el silencio de la etnología más reciente
condición natural de los hombres? Por “la guerra de para la cual, se diría, la violencia y la guerra sólo existen
todos contra todos”. Pero, se dirá, esta guerra que opone en los medios apropiados para conjurarla. ¿De dónde
a hombres abstractos unos contra otros, inventados por proviene ese silencio? En primer lugar, seguramente, de
las necesidades de la causa que defiende el pensador del las condiciones en que viven actualmente las sociedades de
Estado civil, esta guerra imaginaria no tiene nada que ver las cuales se ocupan los etnólogos. Es sabido que ya no
con la realidad empírica, etnográfica de la guerra en la existen por el mundo sociedades primitivas absolutamente
sociedad primitiva. Es posible. Pero no es menos cierto libres, autónomas, sin contacto con un medio socioeco-
que el propio Hobbes cree poder ilustrarlo bien fundado nómico “blanco”. En otros términos, los etnólgos ya no
de su deducción con una referencia explícita a una tienen muchas ocasiones de observar sociedades lo bastan-
realidad concreta: la condición natural del hombre no es te aisladas como para que el juego de las fuerzas tradicio-
tan sólo la construcción abstracta de un filósofo, sino la nales que las definen y las sostienen pueda tener un libre
suerte efectiva, observable de una humanidad reciente- curso: la guerra primitiva es invisible porque ya no hay
mente descubierta. “Podrá pensarse que un tiempo tal guerreros que la hagan. A ese título, la situación de los
nunca ha existido, ni un estado de guerra como éste. yanomami amazónicos es única: su aislamiento secular ha
Creo, en efecto, que nunca las cosas han sido así, de un permitido a esos indios, sin duda la ultima gran sociedad
modo general, en el mundo entero. Pero hay muchos primitiva del mundo, vivir hasta hoy como si América no
lugares donde el hombre vive así en la actualidad. En hubiese sido descubierta. También allí se puede observar
efecto, en muchos lugares de América, los salvajes, dejan- la omnipresencia de la guerra. Sin embargo, esto no es
do de lado el gobierno de pequeñas familias, cuya concor- todavía una razón para trazar, como lo hacen algunos, un
dia depende de la concupiscencia natural, carecen de todo cuadro caricaturesco en el que el gusto por 10 sensacional
gobierno, y viven hoy de la manera casi animal que dije eclipsa de lejos la capacidad de comprender un poderoso
-más arriba.” No nos asombremos demasiado del punto mecanismo sociológico. En resumen, si la etnología no
de vista apaciblemente despreciativo de Hobbes sobre los habla de la guerra es porque no hay ocasión de hablar de
salvajes; se trata de las ideas admitidas en su tiempo ‘ella, es porque las sociedades primitivas, al convertirse en
-(aunque ideas rechazadas, lo repetimos, por Montaigne Y objeto de estudio, ya están embarcadas en la vía del
La Boétie): una sociedad sin gobierno, sin Estado, no es desmembramiento, de la destrucción y de la muerte.
una sociedad; los salvajes, por lo tanto, quedan fuera de ¿Cómo podrían ofrecer el espectáculo de su libre vitalidad
lo social, viven en la condición natural de los hombres, guerrera?
donde reina la guerra de todos contra todos. Hobbes no Pero quizás no sea ésta la única razón. En efecto,
ignoraba la intensa belicosidad de los indios americanos; podemos suponer que los etnólogos, cuando se encuentran
por eso veía en sus guerras reales la confirmación resta- en plena tarea, abordan la sociedad elegida no sólo con su
llante de su certidumbre: la ausencia del Estado permite cuaderno de apuntes o su grabador, sino también con una
la generalización de la guerra y vuelve imposible la concepción, previamente adquirida, del ser social de las
institución de la sociedad. sociedades primitivas y, en consecuencia, del estatuto que
La ecuación mundo de los salvajes mundo de la guerra, allí se le otorga a la violencia, de las causas que la
al encontrarse constantemente verificada “en el terreno”, desencadenan y de los efectos que ejercen. Ninguna teoría
atraviesa toda la representación, popular o sabia, de la general de la sociedad primitiva puede prescindir de tomar
sociedad primitiva. Así, otro filósofo inglés, Spencer, en cuenta la guerra. No sólo el discurso sobre la guerra
escribe en sus principios de sociologia: “En la vida de los forma parte del discurso sobre la sociedad sino que le
salvajes y de los bárbaros, los acontecimientos dominantes asigna su sentido: la idea de la guerra da SU medida a la
son las guerras”, como haciendo eco a lo que tres siglos idea de la sociedad. Por eso la falta en la etnología actual
antes había dicho de los tupinambás del Brasil el jesuita de una reflexión sobre la violencia podría explicarse
Soarez de Sousa: “Como los tupinambás son muy belico- primero por la desaparición efectiva de la guerra, COWX-
12 sos, toda su preocupación consiste en saber cómo harán la cutiva a la pérdida de la libertad que instala a los salvajes
en un pacifismo forzoso, pero también por la adhesión a de la especie humana, la violencia queda aquí identificada
un tipo de discurso sociológico que tiende a excluir la como un hecho de especie irreductible, como un dato
guerra del campo de las relaciones sociales en la sociedad natural que, hunde sus raíces en el ser biológico del
primitiva. Evidentemente el asunto consiste en saber si hombre. Esta violencia específica, realizada en el compor-
semejante discurso es adecuado a la realidad social primiti- tamiento agresivo, no carece de causa y de fin, está
va. Antes de interrogar a esta realidad conviene exponer siempre orientada y dirigida hacia un logro: “En todo el
brevemente el discurso recibido sobre la sociedad y la gue- curso del tiempo, la agresión aparece como una técnica
rra primitiva. Heterogéneo, se desarrolla según tres grandes fundamental ligada a la adquisición; en el primitivo su
direcciones: existe un discurso naturalista, un discurso eco. acta de partida está en la caza, en la cual la agresión y la
nomista y un discurso cambista sobre la guerra. adquisición alimentaria se confunden” (pág. 236). Inhe-
rente al hombre como ser natural, la violencia se determi-
El discurso naturalista na, por lo tanto, como medio de subsistencia, como
medio de asegurarla, como medio de un fin naturalmente
inscrito en el corazón del organismo viviente: sobrevivir.
El discurso naturalista ha sido enunciado con es- De ahí la identificación de la economía primitiva como
pecial firmeza por A. Leroi-Gourhan en su economía de la depredación. El hombre primitivo, en
obra Le geste et la parole y, sobre todo, tanto que hombre, está consagrado al comportamiento de
en el penúltimo capítulo del t. II, donde el agresión; en tanto que primitivo, es a la vez apto y
autor desarrolla, con una intención de indis- determinado para sintetizar su naturalidad y su humani-
cutible (y muy discutible) amplitud, su concepción his- dad en el código técnico de una agresividad desde luego
tórico-etnológica de la sociedad primitiva y de las útil y rentable: es un cazador.
transformaciones que la modifican. Conforme a la indiso- Aceptemos esta articulación entre la violencia, discipli-
luble conjunción entre sociedad arcaica y fenómeno gue- nada en técnica de adquisición alimentaria y el ser
rrero, la empresa general de Leroi-Gourhan incluye, como biológico del hombre cuya integridad tiene por misión
es lógico, un enfoque de la guerra primitiva, enfoque cuyo mantener. ¿Pero donde situar esta muy particular agresión
sentido está suficientemente explicado por el espíritu que manifestada en la violencia guerrera? Leroi-Gourhan nos
recorre toda la obra y por el título del capítulo en que lo explica: “Entre la caza y su doble, la guerra, se
aparece: el organismo social. Afirmado con claridad, el establece progresivamente una sutil asimilación, a medida
punto de vista organicista sobre la sociedad invoca y que una y otra se concentran en una clase que ha nacido
engloba, de modo muy coherente, una cierta idea de la de la nueva economía, la de los hombres de armas” (pág.
guerra. ¿Qué ocurre con la violencia según Leroi- 237). Vemos cómo en una frase aparece aclarado el
Gourhan? Su respuesta es clara: “El comportamiento de misterio del origen de la división social: por “asimilación
agresión pertenece a la realidad humana desde los austra- sutil” (? ), los cazadores se convierten poco a poco en
lantropos, por lo menos, y la evolución acelerada del guerreros que, poseedores de la fuerza armada, disponen a
dispositivo social no ha cambiado para nada el lento partir de ese momento de los medios de ejercer en S U
desenvolvimiento de la maduración filética” (pág. 237). provecho el poder político sobre el resto de la comuni-
La agresión como comportamiento, es decir, el uso de la dad. Podemos asombrarnos de la ligereza de tales palabras,
violencia, queda así relacionada con la humanidad como en la pluma de un sabio cuya obra es legítimamente
especie, le es coextensiva. En suma, propiedad zoológica ejemplar en su especialidad, la prehistoria. Todo esto
requeriría una exposición especial, pero la lección que
debe extraerse es clara: es más que imprudente apostar
sobre la continuidad en el análisis de los hechos humanos,
conformar lo social sobre lo natural, lo institucional sobre
lo biológico. La sociedad humana deriva no de una
zoología sino de la sociología.
Volvamos pues al problema de la guerra. Esta heredaría
de la caza -técnica de adquisición alimentaria- SU carga
de agresividad; la guerra no sería más que una repetición,
un “duplicado”, un desarrollo renovado de la caza: m á s
prosaicamente dicho, la guerra, para Leroi-Gourhan, es la
caza del hombre. ¿Esto es cierto o falso? NO es difícil
saberlo, puesto que basta consultar a aquellos mismos de
los que cree hablar Leroi-Gourhan, los primitivos contem-
poráneos. ¿Qué nos enseña la experiencia etnográfica? Es
evidente que si la finalidad de la caza es adquirir alimen-
to, el medio de alcanzarlo es una agresión: es necesario
matar al animal para comerlo. Pero entonces tenemos que
incluir en el campo de la caza como técnica de adquisi-
ción todos los comportamientos destructores de otra
forma de vida con miras a alimentarse: no sólo los
animales, peces y pájaros carnívoros, también los insectí-
voros (agresión del pajarillo contra la mosca a la que
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engulle, etc.); en los hechos, toda técnica de adquisición El discurso economista
alimentaria violenta debería lógicamente analizarse en
términos de comportamiento de agresión y no habría
ninguna razón para privilegiar al cazador humano con El discurso economista es en cierto modo
relación al cazador. animal. En realidad, lo que motiva anónimo dado que no es obra precisa de
principalmente el cazador primitivo es el apetito, con un teórico determinado sino más bien la
exclusión de cualquier otro sentimiento (el caso de las expresión de una convicción general, una
cazas no alimentarias, es decir rituales, proviene de otro certidumbre vaga del sentido común. Ese
campo). Lo que distingue radicalmente la guerra de la “discurso” se fue formando en el siglo XIX, desde que
caza, es que la primera reposa enteramente sobre una se comenzó en Europa a pensar separadamente la idea
dimensión ausente de la segunda: la agresividad. Y no de salvajismo y la idea de felicidad, desde que, con razón o
basta que la misma flecha pueda matar tanto a un hombre sin ella, se disolvió la creencia de que la vida primitiva era
como a un mono para identificar guerra y caza. la vida feliz. Se produjo entonces una reversión del
Por eso no podemos referir una a la otra: la guerra es discurso antiguo hacia- su opuesto: el mundo de los
un puro comportamiento de agresión y de agresividad. Si salvajes fue, con razón o sin ella, el mundo de la miseria y
la guerra es caza, entonces la guerra es la caza del de la desdicha. Más recientemente, ese “saber” popular ha
hombre: la caza tendría que ser entonces la guerra a los recibido de las ciencias llamadas humanas un estatuto
bisontes, por ejemplo. A menos que supongamos que la científico, convirtiendose en discurso sabio, en discurso de
finalidad de la guerra es siempre alimentaria y que el los cultos: los fundadores de la antropología económica,
objeto de ese tipo de agresión es el hombre, como caza acogiendo como verdad la seguridad de la miseria primiti-
mayor destinada a ser comida, esta reducción de la guerra, va, se han dedicado a aislar las razones y a descubrir las
a la caza, operada por Leroi-Gourhan, carece de funda- consecuencias. De esta convergencia entre el sentido co-
mento. Porque si la guerra es el “duplicado de la caza”, mún y el discurso científico resulta, pues, esta proclama-
entonces la antropofagia generalizada es su horizonte. ción sin cesar machacada por los etnólogos: la economía
Nada de esto sucede: incluso en las tribus caníbales el fin primitiva es una economía de subsistencia que permite a
de la guerra no es nunca matar a los enemigos para los salvajes tan sólo subsistir, es decir sobrevivir. Si la
comerlos. Más aun, esta “biologización” de una actividad economía de esas sociedades no puede sobrepasar el
como la guerra conduce inevitablemente a extraer de ella lamentable umbral de la sobrevivencia -de la no muerte-
la dimensión propiamente social: la inquietante concep- es a causa de su subdesarrollo tecnológico y de su
ción de Leroi-Gourhan lleva a una disolución de lo impotencia ante un medio natural que no logra dominar.
sociológico en lo biológico, la sociedad se convierte en un De este modo, la economía primitiva es una economía de
mecanismo social y toda tentativa de articular sobre la la miseria y sobre ese fondo se sitúa el fenómeno de la
sociedad un discurso no zoológico resulta vana por adelan- guerra. El discurso economista explica la guerra primitiva
tado. Se tratara de establecer, por el contrario, que la por la debilidad de las fuerzas productivas: la escasez de
guerra primitiva no le debe nada a la caza, que se afirma los bienes materiales disponibles arrastra la concurrencia
no en la realidad del hombre como especie, sino en el ser entre los grupos a los que la necesidad impulsa a querer
social de la sociedad primitiva, que por su universalidad apropiarse de ellos, y esta lucha por la vida desemboca en
signa no la naturaleza sino la cultura. el conflicto armado: no hay bastante para todos.
Hay que observar que esta explicación de la guerra
primitiva por la miseria de los salvajes es recibida como
una evidencia sobre la cual no cabe interrogarse. M. Davie,
ilustra perfectamente este punto de vista: “Pero cada
grupo, aparte de la lucha que para su existencia emprenda
contra la naturaleza, debe sostener una concurrencia con-
tra cualquier otro grupo contra el cual entra en contacto;
se producen rivalidades y colisiones de intereses, y cuando
estas degeneran en disputa por la fuerza, llamamos a eso
una guerra” Y aún: “La guerra ha sido definida como una
disputa por la fuerza que nace entre dos grupos políticos,
bajo la acción de la competencia vital . . .Así, la importan-
cia de la guerra en un grupo determinado varía en razón
directa de la intensidad de su competencia vital”. Este
autor, como vemos, comprueba, a partir de la información
etnográfica, la universalidad de la guerra en la sociedad
primitiva: sólo los esquimales de Groenlandia escapan a
esta condición, excepción debida, según explica Davie, a
la extrema hostilidad del medio natural que les impide
consagrar energía algo que no sea la búsqueda del ali-
mento: “La cooperación en la lucha por la existencia es
absolutamente imperativa en su caso”. Pero, podríamos
observar que los australianos no parecen mejor servidos
en sus desiertos demasiado caldeados que los esqui-
males sobre la nieve: no por eso son menos guerreros
que los otros pueblos. También conviene observar que ese infraestructura a través de la cual se transparenta el ser
discurso culto, simple enunciado “científico” del postula- social, si las fuerzas productivas al no tender a desarrollar-
do popular sobre la miseria primitiva, se ajusta exactamen- se no funcionan como determinantes del cambio social,
te, volens nolens, al más reciente avatar de la concepción ¿cuál es entonces el motor que pone en marcha el
“marxista” de la sociedad, a saber la “‘antropología” movimiento de la historia?
marxista. En cuanto al asunto de la guerra primitiva, la Dicho esto, volvamos al problema de la economía
interpretación marxista es debida (por decirlo as;) a primitiva. ¿Es, sí, o no, una economía de la miseria? $us
antropólogos norteamericanos. Más rápidos que sus corre- fuerzas productivas representan o no el mínimo posible
ligionarios franceses, listos sin embargo a decir la verdad del desarrollo? Las búsquedas más recientes y más escru-
marxista tanto sobre las clases por edad africanas o sobre pulosas de antropología económica, demuestran que la
el potlatch americano, como sobre las. relaciones entre economía de los salvajes o Modo de Producción Domésti-
hombres y mujeres en cualquier parte, investigadores co, permite en realidad una satisfacción total de las
como M. Harris o D. -Gross explican las razones de la necesidades materiales de la sociedad, al precio de un
guerra entre los indios amazónicos, sobre los yanomami tiempo limitado de actividad de producción y de una
El que espere de ese marxismo una luz imprevista que- débil intensidad de esta actividad. En otras palabras, lejos
dará muy desilusionado: sus sostenedores no dicen más de agotarse sin cesar para intentar sobrevivir, la sociedad
(y sin duda piensan menos) que todos sus predeceso- primitiva, selectiva en la determinación de sus necesidades,
res no marxistas. Si la guerra es particularmente intensa dispone de una “máquina” de producción apta para
entre los indios sudamericanos se debe, según Gross y satisfacerla y funciona en los hechos de acuerdo con el
Harris, a la escasez de proteínas en su alimentación, a la principio: a cada uno de acuerdo con sus necesidades. Por
necesidad consecutiva de conquistar nuevos territorios de esto Sahlins ha podido hablar con todo derecho de la
caza y al inevitable conflicto armado con los ocupantes de sociedad primitiva como de la primera sociedad de abun-
esos territorios. En resumen, la anticuada tesis expuesta, dancia. Los análisis de Sahlins y de Lizot sobre la
entre otros, por Davie, de la incapacidad de la economía cantidad de alimento necesaria para una comunidad y
primitiva de proporcionar a la sociedad una alimentación sobre los tiempos consagrados a procurársela indican que
adecuada. Limitémonos a indicar un punto que aquí las sociedades primitivas, ya se trate de cazadores nóma-
no podemos desarrollar mas. Si el discurso “marxista” das o de agricultores sedentarios, son en realidad, visto los
(discurso economista, si los hubo) asimila tan fácilmente bajos tiempos dedicados a la producción, verdaderas socie-
las representaciones más sumarias del sentido común, es o dades del ocio. Los trabajos de Sahlins y los de Lixot.
bien porque ese sentido común es espotáneamente marxis- recuperan así y confirman el material etnográfico propor-
ta (oh manes de Mao), o bien porque ese marxismo sólo cionando por los antiguos viajeros y cronistas.
se distingue del sentido común por la cómica pretensión El discurso economista, en sus variantes populares,
de presentarse como un discurso científico. Pero hay algo culta o marxista, explica la guerra por la oposición de los
mas. El marxismo, en cuanto teoría general de la sociedad grupos que tienden a apropiarse de los bienes escasos.
y también de la historia, está obligado a postular la Resultaría difícil entender de dónde sacarían los salvajes,
miseria de la economía primitiva, es decir el rendimiento comprometidos de tiempo completo en una agotadora
muy bajo de la actividad de producción. ¿Por qué? búsqueda de energía, la energía y el tiempo suplementa-
Porque la teoría marxista de la historia (y aquí se trata de rios para guerrear contra sus vecinos. Por lo demás, las
la teoría misma de Karl Marx) descubre la ley del
movimiento histórico y del cambio social en la tendencia
irreprimible de las fuerzas productivas a desarrollarse. Pero
para que la historia se ponga en marcha, para que las
fuerzas productivas tomen impulso, es necesario que en el
punto de partida de ese proceso, esas mismas fuerzas
productivas existan primero en la mayor debilidad, en el
más total subdesarrollo: sin lo cual no habría ninguna
razón para que tiendan a desarrollarse y podamos articular
cambio social y desarrollo de las fuerzas productivas. Por
esto, el marxismo, como teoría de la historia fundada
sobre la tendencia al desarrollo de las fuerzas productivas,
debe darse como punto de apoyo una especie de grado
cero de las fuerzas productivas: es exactamente la econo-
mía primitiva, pensada desde este momento como econo-
mía de la miseria, como economía que, queriendo arran-
carse de la miseria, tendera a desarrollar sus fuerzas
productivas. Sería muy satisfactorio conocer el punto de
vista de los antropólogos marxistas sobre esto, si llegan a
ofrecerlo: muy prolijos en cuanto a inventar formas de
explotación en las sociedades primitivas (mayor/ menor:
hombre/ mujer, etc.) son mucho menos disertos en cuanto
al fundamento de la doctrina en la cual se apoyan. Porque
la sociedad primitiva plantea una pregunta fundamental a
la teoría marxista: si lo económico no constituye la
búsquedas actuales demuestran que la economía primitiva respuesta es clara: “LOS intercambios comerciales repre-
es por el contrario una economía de la abundancia y no sentan guerras potenciales pacíficamente resueltas, y las
de la escasez: la violencia no se articula, pues, con la guerras son la salida de transacciones desafortunadas”.
miseria, y la explicación economista de la guerra primitiva Por tanto, no sólo la guerra se inscribe en el campo
ve derrumbarse su punto de apoyo. La universalidad de la de lo sociológico; recibe además su ser y su sentido
abundancia primitiva impide precisamente que se la pueda último del funcionamiento particular de la sociedad
relacionar con la universalidad de la guerra. ¿Por qué primitiva: las relaciones entre comunidades (tribus ban-
están en guerra las tribus? Al menos ya sabemos el valor das, grupos locales: poco importa) empiezan por ser
de la respuesta “materialista”. Y si lo económico no tiene comerciales; del éxito o del fracaso de esas empresas
nada que ver con la guerra, entonces quizás tendremos comerciales depende la paz o la guerra entre las tribus. No
que volver nuestras miradas hacia lo político. Sólo hay que pensar guerra y comercio como una conti-
nuidad, sino que el comercio detenta con respecto a la
El discurso cambista guerra una prioridad sociológica, una prioridad de algún
modo ontológica en cuanto ocupa un lugar en el corazón
mismo del ser social. Agreguemos que, lejos de ser nueva,
El discurso cambista sobre la guerra primitiva la idea de una conjunción entre guerra y comercio es al
sostiene la empresa sociológica de Claude fin de cuentas una trivialidad etnológica, tanto como la
Lévi-Strauss. Semejante afirmación parecerá convicción de la escasez como horizonte de la economía
en principio paradojal: en la obra de este primitiva. Así, la relación intrínseca entre guerra y comer-
autor, no obstante ser considerable, la gue- cio la encontramos afirmada, exactamente en los mismos
rra, y esto es lo menos que podemos decir, ocupa un términos que los de Lévi-Strauss, por M. Davie, por
escaso lugar. Pero, fuera de que la importancia de un ejemplo: “En los casos primitivos, el comercio es a
tema no se mide necesariamente por el espacio que se le menudo una alternativa de la guerra, y la manera como es
concede, en este caso ocurre que la teoría general de la llevado muestra que es una modificación de esta”.
sociedad elaborada por Lévi-Strauss depende estrechamen- Podría objetarse que el texto discutido, menor, por lo
te de su concepción de la violencia: la apuesta de esta demás, no compromete de ningún modo la teoría general
concepción es el propio discurso estructuralista sobre el del ser social, tal como la ha desarrollado Lévi-Strauss en
ser social primitivo. Se trata pues de medir esta apuesta. trabajos de otras dimensiones. Sin embargo, las conclusio-
El tema de la guerra está considerado en un único nes teóricas de ese texto pretendidamente menor están
texto en el que C. Lévi-Strauss analiza las relaciones que retornadas íntegramente en la gran obra sociológica de
aquella mantiene con el comercio entre los indios de Lévi-Strauss, Les Structures élémentaires de la parenté, al
América del Sur. La guerra queda allí claramente si- final de uno de los capítulos más importantes, el principio
tuada en el campo de las relaciones sociales: “Entre de reciprocidad: “Hay un lazo, una continuidad, entre las
los nambikuara, como sin duda entre numerosas pobla- relaciones hostiles y la provisión de prestaciones recípro-
ciones de la América precolombina, la guerra y el co- cas: los intercambios son guerras pacíficamente resueltas,
mercio constituyen actividades que no se pueden estu- las guerras son la salida de transacciones desafortuna-
diar aisladas”. Y agrega: “. . .los conflictos guerreros y das”. Cerca, además, en la misma página, explícitamente
los intercambios económicos no constituyen en Améri- (y sin comentarios) aparece eliminada la idea de comercio.
ca del Sur tan sólo dos tipos de relaciones coexisten- Al describir el intercambio de regalos entre grupos indíge-
tes sino más bien dos aspectos, opuestos e indisolubles, nas extranjeros, Lévi-Strauss se preocupa de señalar que
de un solo y mismo proceso social”. No es posible, ha terminado con la referencia al comercio: “Se trata de
según Lévi-Strauss, pensar la guerra por sí misma; no dones recíprocos y no de operaciones comerciales.” Exa-
posee especificidad propia y ese tipo de actividad, lejos minemos todo esto más en detalle.
de requerir un examen particular, no puede, por el La firmeza con la cual Lévi-Strauss distingue el don
contrario, comprenderse si no es en “la continuidad recíproco de la operación comercial es por completo
propia a los elementos del todo social”. En otras palabras, legítima. Sin embargo, no estará de más explicar por que,
no hay en la sociedad primitiva autonomía para la esfera haciendo un rápido rodeo por la antropología económica.
de la violencia: ésta sólo tiene sentido con referencia a la Si la vida material de las sociedades primitivas se desarro-
red general de las relaciones que encierran los grupos; la lla sobre un fondo de abundancia, el modo de producción
violencia es apenas un caso particular de ese sistema doméstico presenta además una propiedad esencial puesta
global. Si Lévi-Strauss quiere indicar de este modo que la en relieve por la reflexión de Sahlins y está subtendido
guerra primitiva es una actividad de orden estrictamente por un ideal de autarquía: cada comunidad aspira a
sociológico, nadie se lo va a discutir, claro, salvo la producir por sí misma todo lo necesario para la subsisten-
excepción de Leroi-Gourhan que, por su parte, disuelve la cia de sus miembros. Dicho de otro modo, la economía
actividad guerrera en el orden biológico. Sin duda, Lévi- primitiva tiende al cierre de la comunidad sobre sí misma
Strauss no se limita a esas vagas generalidades: por el y el ideal de autarquía económica disimula otro, C U Y O
contrario, proporciona una idea precisa sobre el modo de medio es: el ideal de independencia política. Al decidir
funcionamiento de la sociedad primitiva, amerindia, en que sólo ha de depender de sí misma para su producción
todo caso. La identificación de ese modo de funciona- de consumo, la comunidad primitiva (pueblo, banda, etc.)
miento reviste la mayor importancia, puesto que determi- excluye la necesidad de relaciones económicas con los
na la naturaleza y el alcance de la violencia y de la guerra, grupos vecinos. No es la necesidad la que funda las
puesto que los determina en su ser. ¿Que sucede, para relaciones “internacionales” en la sociedad primitiva, ca-
16 Lévi-Strauss, con la relación entre guerra y sociedad? La paz precisamente de satisfacer todas esas necesidades sin
verse obligada a solicitar la asistencia de otros: se produce Según esta concepción, la guerra, como salida del camino,
todo lo necesario (alimento e instrumentos), se está en como ruptura del movimiento hacia el cambio, sólo puede
condiciones de prescindir de los demás. En otras palabras, representar la no-esencia, el no-ser de la sociedad. Es lo
el ideal autárquico es un ideal anticomercial. Como todo accesorio con relación a lo principal, el accidente con
ideal, no se realiza siempre, ni en todos lados: pero de los relación a la sustancia. La sociedad primitiva desea el
salvajes podemos decir que si las circunstancias lo exigen, intercambio: ése es su deseo sociológico, el cual tiende
pueden jactarse de prescindir de los demás. constantemente a realizarse, y se realiza efectivamente casi
Por eso, el modo de producción doméstica ignora las siempre, salvo en caso de accidente. Entonces surgen la
relaciones comerciales que su funcionamiento económico violencia y la guerra.
tiende precisamente a excluir: la sociedad primitiva, en su La lógica de la concepción cambista conduce así a una
ser, rechaza el riesgo, inmanente al comercio, de alinear su casi disolución del fenómeno guerrero. La guerra, despro-
autonomía, de perder su libertad. Con todo derecho el vista de rasgos positivos por la prioridad atribuida al
Lévi-Strauss de las Structures se ha cuidado de repetir lo intercambio, pierde en él toda dimensión institucional:
que escribía en Guerre et commerce. . . Por lo tanto si se deja de pertenecer al ser de la sociedad primitiva, de la
quiere entender algo de la guerra primitiva hay que evitar que es apenas una propiedad accidental, azarosa, inesen-
relacionarla con un comercio inexistente. cial; la sociedad primitiva puede ser pensada al margen de
No es, pues, el comercio lo que da sentido a la guerra, la guerra. Ese discurso cambista sobre la guerra primitiva,
sino el intercambio; la interpretación de la guerra deriva discurso inmanente a la teoría general que desarrolla
de la concepción cambista de la sociedad; hay continuidad Lévi-Strauss sobre la sociedad primitiva, no tiene en
entre la guerra (“salida de transacciones desafortunadas”) cuenta los datos etnográficos: casi universalidad del fenó-
y el intercambio (“guerras pacíficamente resueltas”). Pero, meno guerrero, sean cuales sean las sociedades considera-
del mismo modo que en la primera versión de la teoría das, su medio natural o su modo de organización socio-
lévi-straussiana de la violencia, la guerra estaba considera- económico; intensidad, naturalmente variable, de la acti-
da como el no-éxito, eventual del comercio, en la teoría vidad guerrera. La concepción cambista y su objeto caen,
cambista vemos atribuir una equivalente prioridad al cam- de alguna manera, fuera una de la otra; la realidad
bio, cuyo fracaso explica la guerra. En otras palabras, la primitiva desborda el discurso de Lévi-Strauss. No por
guerra no tiene en sí misma ninguna positividad, no descuido o ignorancia del autor, sino porque la consi-
expresa el ser social de la sociedad primitiva, sino la no deración de la guerra es incompatible con su análisis de la
realización de este ser que es ser-para-elcambio: la guerra sociedad, análisis que sólo se sostiene al excluir la función
es el negativo y la negación de la sociedad primitiva en sociológica de la guerra en la sociedad primitiva.
tanto que es el lugar privilegiado del cambio, en tanto que ¿Será necesario, para respetar la realidad primitiva en
el cambio es la esencia misma de la sociedad primitiva. toda su extensión, abandonar la idea de la sociedad como
un lugar de intercambio? De ningún modo. No se trata
de una alternativa: intercambio o violencia. No es el
cambio en sí mismo lo que entra en contradicción con la
guerra, sino el discurso que hace descansar el ser social de
la sociedad primitiva exclusivamente sobre el intercambio.
La sociedad primitiva es el espacio del intercambio y es
también el lugar de la violencia: la guerra, al mismo título
que el intercambio, pertenece al ser social primitivo. N O
es posible, y esto es lo que se trata de establecer, que
pensemos la sociedad primitiva, sin pensar al mismo
tiempo la guerra. Para Hobbes, la sociedad primitiva era la
guerra de todos contra todos. Hobbes omitía el intercam-
bio, Lévi-Strauss omite la guerra.
¿Pero se trata entonces de yuxtaponer simplemente el
discurso sobre el intercambio y el discurso sobre la
guerra? ¿La rehabilitación de la guerra como dimensión
esencial de la sociedad primitiva permite subsistir intacta
la idea del intercambio como esencia de lo social? E S
evidentemente imposible: equivocarse sobre la guerra es
equivocarse sobre la sociedad. ¿De dónde proviene el
error de Lévi-Strauss? De. una confusión de los planos
sociológicos donde funcionan respectivamente la actividad
guerrera y el intercambio. Quererlos situar en el mismo
plano lleva fatalmente a eliminar uno u otro, a deformar,
mutilándola, la realidad social primitiva. El intercambio y
la guerra deben ser pensados, no según una continuidad
que permitiría pasar de uno a otro por grados, sino según
una discontinuidad radical que es la única que expresa la
verdad de la sociedad primitiva.
Traducción de Ida Vitale
con autorización de la revista Livre 17

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