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EL SINIESTRO Y OCULTO

HISTORIAL DE UN
SISTEMA ECONÓMICO
GENERADOR DE PLAGAS Y
FLAGELOS

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Jesús Aller
Libro reseñado: 
CAPITALISMO Y PANDEMIAS
Rebelión
https://rebelion.org/el-siniestro-y-oculto-historial-de-un-sistema-econo...
12/01/2021
Capitalismo es sinónimo de explotación entre individuos, estados, centros y periferias, pero
no se debe olvidar que lo es también de destrucción en el medio natural, con lo que una
cuestión esencial es saber qué repercusiones tiene su dinámica sobre los microorganismos
patógenos que abundan en la biosfera, y si puede ser capaz de activar epidemias.
Se trataría, en resumen, de analizar la conexión entre el sistema económico y los procesos
infecciosos que han azotado a la humanidad durante los últimos siglos. Frank Molano
Camargo, investigador y profesor colombiano especialista en historia ambiental, ha
recopilado datos y tejido argumentos para esclarecer esta cuestión en Capitalismo y
pandemias, su último trabajo, que acaba de ser editado por Traficantes de sueños.
En su Introducción al volumen, Molano pone de manifiesto cómo el capitalismo, con sus
secuelas de deforestación, contaminación y destrucción de ecosistemas, para extraer
recursos o imponer agricultura industrial, rompe continuamente el frágil equilibrio entre los
humanos y el resto de la naturaleza y crea condiciones para la expansión de enfermedades
microbianas. Los siete capítulos de la obra ofrecen después un recorrido por momentos
clave de la historia, desde la Edad Media hasta el presente, en los que diversas y graves
epidemias evidencian una clara conexión con el desarrollo del capitalismo.
La peste negra
A mediados del siglo XIV, la peste negra provocó en Europa la muerte de aproximadamente
cincuenta millones de personas. La causante del desastre fue una bacteria, Yersinia pestis,
que vive habitualmente en pequeños mamíferos para los que es inofensiva, pero es capaz de
saltar a través de pulgas a otros mamíferos (ratas o humanos), en los que produce la
enfermedad. Tras analizar los aspectos esenciales de la epidemia, Molano concluye que:
“La roturación a gran escala y el aumento de la concentración urbana, en un marco de clima
más frío, empeoramiento agrícola y hambre, unidos a las guerras y a la gran reserva de
microorganismos que conectó la gran expansión comercial entre Europa y Asia crearon las
condiciones para que la bacteria Yersinia pestis pudiera desplazarse y expandirse por el
continente a partir de 1347, primero en las pequeñas ciudades portuarias de Italia y después
hacia el norte.”
La peste negra, a través del debilitamiento del campesinado, contribuyó al ocaso del
feudalismo en Europa, fortaleciendo el poder real y de los incipientes estados y la expansión
comercial y colonial. Nació así un sistema-mundo capitalista integrado, que favoreció la
propagación de gérmenes patógenos dando lugar a crisis pandémicas sucesivas.
La viruela
Es ésta una vieja enfermedad, frecuentemente mortal, que ya produjo epidemias en el
antiguo Egipto y Roma. Su responsable es un virus, Variola virus, que llega a América en
las carabelas españolas y causa allí un colapso demográfico en el que también influyen otras
infecciones como tifus, difteria o sarampión. Por poner un ejemplo, la población de México
se reduce en el siglo que sigue a la invasión, en cifras aproximadas, de 25 millones de
personas a 700 000. Esta catástrofe ha sido atribuida en la narrativa colonial a la
“inmadurez” e indefensión de los pueblos americanos frente a los gérmenes europeos. Sin
embargo, las condiciones de vida impuestas por los conquistadores, marcadas por
redistribuciones de población, hacinamiento, trabajo agotador y alimentación muy
deficiente, tuvieron sin duda un papel esencial en la devastación originada.
Todos estos hechos se desarrollan en el contexto de la incorporación del Nuevo Mundo a la
economía capitalista, y de la mayoría de sus habitantes, en condiciones de mera
subsistencia, al trabajo en plantaciones y minas para garantizar la acumulación primaria y el
enriquecimiento de las élites explotadoras. Ideológicamente, la aniquilación de los nativos
es presentada en ocasiones, según registran documentos de la época, como “castigo divino”
por su idolatría o su resistencia a aceptar la vida “civilizada”.
En el siglo XVIII, la viruela es utilizada por los ingleses como arma biológica, a través de la
distribución de mantas infectadas, para dominar a tribus indias en Massachusetts. En esta
misma centuria, epidemias agudizadas por expulsiones, proletarización y hambre
ocasionaron entre los pobladores originarios de Australia y Nueva Zelanda un colapso
demográfico similar al ocurrido en América.
El cólera
Desde el siglo XIX hasta la actualidad se han registrado siete epidemias de cólera, y hoy día
se calcula que fallecen veinte mil personas anualmente de esta enfermedad, causada cuando
el bacilo Vibrio cholerae, que vive en reservorios naturales acuáticos, accede al intestino
humano. En la India, los virus bacteriófagos presentes en las aguas del Ganges neutralizan
la bacteria, pero cuando la colonización inglesa modificó los ecosistemas del delta de este
río y desplazó hacia allí una gran cantidad de población, a partir de 1817 se produjo una
primera epidemia, que luego se extendió por Oriente Medio, Europa y el norte de África,
dejando cerca de cien mil muertes. El relato oficial, como suele ocurrir, contó la historia al
revés, y trató de vender que llevar la “civilización” a la India, origen de estas pestilencias,
justificaba plenamente la intervención colonial, “la carga del hombre blanco”.
Un factor importante en la propagación del cólera fueron las condiciones higiénicas
deplorables en que se desenvolvía la vida del proletariado urbano durante las primeras
décadas del siglo XIX. Sin embargo, en la narrativa de las clases dominantes, eran los
pobres los causantes de la plaga, y contra ellos se implementaron decretos represivos. A
mediados de la centuria, la ciencia descubrió el bacilo que origina la enfermedad y quedó
clara la forma de prevenir su expansión, pero la miseria y degradación de la vida urbana que
provoca el capitalismo hacen que continúe produciendo víctimas hasta nuestros días.
La malaria
La malaria o paludismo existe desde los comienzos de la humanidad y es producida por
protistas del género Plasmodium, que usan como vector a las hembras de los mosquitos
Anopheles.Es una dolencia muy compleja, a la que algunos consideran responsable, nada
más y nada menos, que de la mitad de todos los fallecimientos de individuos de nuestra
especie.
En el siglo XX, las potencias imperialistas se dieron cuenta de que la malaria dificultaba su
avance, y concentraron esfuerzos en la búsqueda de un arma contra ella. Esto llevó al
descubrimiento en 1939 de un eficaz insecticida, el DDT, que se empleó generosa y
universalmente, pero tuvo que ser prohibido cuando se revelaron sus efectos nocivos para la
salud humana y el medio natural. En realidad, la enfermedad no fue erradicada en el Norte
global hasta la década de 1970, a través de la mejora en las condiciones de vida y
ambientales. Mientras tanto en el Sur sigue causando estragos, con casi medio millón de
víctimas mortales en 2019.
La gripe española
Esta variante de gripe, producida por el virus A H1N1, se llevó en 1918 y 1919 a entre 50 y
100 millones de personas en todo el mundo. Diversos factores incidieron en el origen de la
pandemia. Por un lado, las emisiones de CO2 de la segunda revolución industrial (1850-
1914) y las deforestaciones masivas de la Gran Guerra aceleraron el cambio climático y la
fusión del permafrost, lo cual, según la teoría propuesta por Tai Jim-Qin en 2019, liberó el
virus que tras mutar acabó produciendo la enfermedad. Por otra parte, los movimientos de
masas del final del conflicto dispararon los contagios, al tiempo que la censura de guerra
impedía afrontar el problema. Como es costumbre, el porcentaje de víctimas sobre el total
de la población fue mucho mayor en el Sur global y entre las clases depauperadas del Norte.
El sida
El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha matado desde 1980 a unos 40 millones
de personas, y presenta la peculiaridad, potenciadora de su propagación, de que la
enfermedad que genera, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), sólo se
manifiesta bastantes años después del contagio. El tratamiento con anti-retrovirales
transforma la infección de mortal a crónica y debido a esto, a partir de 2010 se produjo una
disminución notable de los fallecimientos en el Norte, mientras que en el Sur, donde estos
medicamentos resultan costosos, el VIH sigue causando gran número de víctimas.
Rastrear la historia del sida nos lleva hasta la cuenca del Congo, donde aparecen en la
década de 1930 los primeros brotes, consecuencia de la agresión colonialista contra el
medio natural. La enfermedad se hace endémica en la región, y viaja después a Haití con
trabajadores de aquel país, convirtiéndose en principal causa de mortalidad en la nación
caribeña hasta el día de hoy. Turismo sexual y transfusiones de sangre llevaron el virus en
los años 80 a los Estados Unidos, y allí el colapso sanitario de la era Reagan potenció su
transmisión. Sólo a partir de esa época la enfermedad adquirió dimensiones de pandemia.
La covid-19
A finales de 2019 se reportan en Wuhan (China) los primeros casos de una enfermedad
producida por un nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, que en pocos meses se extiende por
todo el planeta y en diciembre de 2020 ha causado ya más de 1,8 millones de muertes. Para
el autor del libro, la irrupción de patógenos como éste se relaciona con la agresión
ambiental continua del capital, y su vertiginosa y letal propagación, con la economía
globalizada, el hacinamiento e insalubridad de los suburbios urbanos y el declive de los
sistemas de salud en la época de dominio neoliberal. Investigaciones recientes demuestran
también que puede existir una conexión entre las mutaciones víricas y los periodos de
actividad de las manchas solares, a través de variaciones en la capa de ozono y el flujo de
rayos ultravioleta.
La historia al revés
Es conocida universalmente la existencia de epidemias que tiñen de tragedia las páginas de
la historia. Todos hemos oído hablar de ellas y sabemos algo de los microorganismos que
las originan, sus mecanismos de transmisión, síntomas y tratamientos. Sin embargo, en este
mundo nuestro no es fácil escudriñar las causas reales de los procesos, siempre
distorsionadas por relatos al servicio del poder. Con Capitalismo y pandemias, Frank
Molano Camargo ha realizado un trabajo extraordinario, pues su acumulación de datos y
argumentos consigue presentarnos esos flagelos que marcan hitos en la historia del
sufrimiento humano con un rostro enteramente nuevo.
La obra muestra con rigor, clara y sintéticamente, cómo desde el siglo XV en que se afina y
pule la máquina capitalista, la explotación de los seres humanos y la destrucción ambiental
han ido acompañadas siempre de un negro correlato de epidemias. Los responsables de
éstas son en ocasiones microrganismos desplazados de su medio natural por la dinámica
enloquecida que se impone, o en otros, viejos conocidos de nuestra especie cuyo poder
exterminador queda fortalecido en las nuevas condiciones creadas. En todos los casos, son
destrucción y muerte las compañeras inseparables del capital en su progresión y sus
aventuras coloniales.
A comienzos del siglo XV, el almirante Zheng He, al servicio de los emperadores Yongle y
Xuande de la dinastía Ming de China, realizó siete viajes por todo el sur de Asia y el este de
África comandando Flotas del Tesoro que llegaron a estar compuestas por 317 barcos,
muchos de ellos con más de 100 m de eslora. El objetivo de estas expediciones era explorar
los mares y sus países ribereños, establecer relaciones comerciales y diplomáticas y repartir
regalos con fines propagandísticos. Nada que ver con el asunto de esta reseña.
Me gusta terminar, sin embargo, con este recuerdo, para dejar claro que el compendio de
horrores que Frank Molano nos describe en Capitalismo y pandemias no es algo que esté
inscrito en la naturaleza humana.
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/

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