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Derechos Humanos: La Comedia de la Ovejuna Fuente

por Francisco Herreros.

En Chile se verifica la comedia de la ovejuna fuente. Si en el clásico de Lope de


Vega, el pueblo asume la culpabilidad colectiva pues la ejecución del comendador
era, en último término, un acto de justicia; en la república neoliberal los culpables
de graves violaciones de los derechos humanos durante la revuelta se declaran
inocentes mediante el sumario expediente de la absolución administrativa.

La comedia en pasos cambiados entre las graves y prolongadas violaciones a los


derechos humanos durante la revuelta social, y las instituciones del Estado que las
perpetran o permiten, tuvo dos nuevos episodios.

De una parte, estudios internacionales confirman que elementos químicos usados


en carros lanzaaguas de Carabineros causan quemaduras en la piel; lo cual, por
cierto, Carabineros desmiente. De otra, las declaraciones del ex ministro del
Interior, Gonzalo Blumel, ante la Fiscalía Regional de Valparaíso, por querellas de
víctimas de la revuelta, que constituyen una ratificación de la vieja ley de la
omertá.

Carabineros niega utilizar soda cáustica o químicos similares; sin embargo,


diversos estudios internacionales confirman que el gas CS, elemento presente en
el agua del guanaco, provoca quemaduras a la piel, a determinada concentración.
Según el artículo Evidencia científica global muestra que gas CS usado por
guanaco causa quemaduras en la piel del portal Interferencia, en Francia, el doctor
en biología molecular, Alexander Samuel, en conjunto con el presidente de la
Sociedad de Toxicología francesa y director honorario de investigación del Centre
National de la Recherche Scientifique (CNRS), André Picot, estudiaron el químico
y sus efectos.

Samuel y Picot descubrieron que el gas CS genera cianuro en la sangre,


transformándose en un “gran factor de riesgo para el cerebro, hígado, riñones,
ojos y el sistema gastrointestinal para quien se vea expuesto”.

“De 9.261 personas cuyo contacto con el gas CS -además del gas OC, también
utilizado por Carabineros- resultó en problemas a la salud y fue documentado,
más de 3 mil presentaron lesiones dérmicas, siendo la consecuencia más común,
seguida por daños oculares. De estos, sobre 500 presentaron lesiones moderadas
o severas en su piel”, agrega el reportaje.

Por su parte, un estudio del Chemical Defense Establishment en el Reino Unido,


también demostró una serie de daños en la piel:

“El gas CS fue aplicado al antebrazo de militares, quienes fueron examinados una
hora, seis horas y 24 horas después. En su estado seco, no se observó ningún
tipo de irritación salvo en concentraciones sobre 20 mg de CS. En estado húmedo,
irritación leve pudo presenciarse en cuatro los cuatro sujetos, la cual empeoró
considerablemente a los 20 mg”.

En Chile parecen coexistir universos paralelos.

En uno de ellos se agolpan las evidencias de graves y reiteradas violaciones de


los derechos humanos perpetradas por la policía militarizada chilena.

En el otro, el gobierno, la policía, el partido del orden y el sistema mediático


simulan ignorarlo, amparados en la premisa de que el primer deber del gobierno y
la policía es garantizar el orden público; y por tanto, las víctimas son en último
términos culpables, pues reciben las consecuencias de alterar ese orden.

Esa versión estereotipada no es sino un sofisma maniqueo que mete en el mismo


bolsillo de payaso la expresión de protesta multitudinaria, la legítima autodefensa,
la violencia del lumpen y la infiltración policial.

En el artículo Blumel admite que el Gobierno le solicitó a Carabineros aumentar el


material represivo y el personal operativo durante el estallido, de El Mostrador, el
ex ministro del Interior vuelve una y otra vez sobre el tópico.

En la investigación por querellas por delitos cometidos contra civiles durante el


estallido social, Blumel, declaró el pasado 17 de noviembre ante los fiscales
Claudia Perivancich y Claudio Rebeco, de la Fiscalía Regional de Valparaíso, para
entregar su versión.

La Fiscalía preguntó «si el Ministerio del Interior impulsó acciones para favorecer
el conocimiento y capacitación de los funcionarios de Carabineros acerca de la
nueva normativa de la circular 1.832 sobre uso proporcional de la fuerza».
Blumel ni se arrugó para afirmar:

«Desde que se dicta esta normativa se llevan a cabo acciones para dar a conocer
la nueva regulación entre los funcionarios de Carabineros. El 29 de octubre recién
asumido como ministro del Interior, me reuní con las policías -Carabineros y la
PDI- reforzando, desde el Gobierno, le necesidad de que se cumplieran
estrictamente las reglas del uso de la fuerza respetando las garantías
individuales».

En el primero de los universos, se registra un trágico balance de 3.203 víctimas de


vulneraciones; 1.615 por golpizas o tortura y 1.334 por disparos, incluyendo 343
víctimas de trauma ocular, dos con ceguera total, y siete víctimas fatales.

En el segundo, a pesar de que Carabineros concentra el 92,8% de las 2.520


querellas presentadas por el Instituto nacional de Derechos Humanos, Blumel
declara impertérrito que personalmente reforzó la instrucción de que se cumpliera
el uso proporcional de la fuerza, garantizando los derechos individuales.

O fue desobedecido, o los protocolos no funcionan, como prueba el hecho de que


Blumel y Rozas no están en sus cargos, sino en el banquillo de los acusados.

Eso no tiene mucha importancia en un discurso preñado de contradicciones.


Detalló que las reuniones de coordinación se sostenían de manera presencial, por
videoconferencia, o mediante instrucciones impartidas al alto mando, hacia abajo.

Reconoció que Piñera participó en dichas reuniones, pero solo para reforzar los
mismos lineamientos: «recuperar el orden público con apego a los protocolos y
respeto a los derechos individuales».

Aunque era a todas luces evidente que eso no se cumplía, Blumel descartó todo
tipo de intervención a nivel estratégico u operativo, fundado en el argumento de la
competencia técnica:

«No hubo intervención en el diseño de las estrategias de control de orden público,


porque le insisto que es un tema de competencia técnica de las policías. Solo
reuniones de coordinación».

En un nuevo giro discursivo, admitió que una de las solicitudes que hizo el
Ejecutivo a Carabineros fue «aumentar el personal operativo y de acuerdo a ello
Carabineros adelantó el egreso del personal operativo de sus escuelas de
formación. Lo mismo respecto de la adquisición de carros lanza agua, vehículos
de reacción táctica, capacitación, reentrenamiento, etc.».

Si eso no es intervención estratégica, entonces qué será.

La fiscalía preguntó sobre las responsabilidades de Carabineros y si se evaluaron,


respecto al uso proporcional de la fuerza. Respondió:

«Sí, por cierto hubo evaluaciones respecto de la responsabilidad del alto mando
de Carabineros».

¿Cuál fue el resultado de esa evaluación?

«Esa evaluación se hizo entre el ministro del Interior, el subsecretario del Interior y
se hizo una propuesta al Presidente de la República para introducir cambios en
dos áreas neurálgicas: Fuerzas Especiales e Inteligencia. De hecho, el 11 de
diciembre de 2019, anuncié el cambio de estructura de funcionamiento de FF.EE.
que dependía del general Jorge Ávila y el general Rodrigo Ramos, director de
Planificación y Desarrollo, que tenía a cargo la inteligencia de Carabineros, dos
áreas sensibles en el contexto del estallido social. Además, pasaron a retiro otros
dos generales por otras circunstancias».

En rigor, una evaluación meramente administrativa.

Respecto a la decisión de mantener en sus puestos al entonces general director


de Carabineros, Mario Rozas, y al general Ricardo Yáñez, entonces subdirector de
la institución, respondió:

«Porque llevaban menos de un año en sus cargos y ambos estaban


comprometidos con el proyecto de modernización y reforma de Carabineros que
es un objetivo político fundamental del Gobierno. Además, en el año anterior
habían pasado a retiro 40 generales del alto mando».

Respecto a víctimas de derechos humanos del estallido social, puso inmediata


distancia:

«Solo tengo conocimiento a partir de las querellas y de la información del INDH.


En algunos casos graves y de connotación pública como Ministerio del Interior
requerimos información a Carabineros y pedimos adoptar las medidas
disciplinarias y entregar los antecedentes respectivos al Ministerio Público.
Asimismo, me reuní personalmente en diversas ocasiones con María Eugenia
Manaud y Juan Antonio Peribonio, consejera y presidente del CDE,
respectivamente, con quienes acordamos que en casos más graves la acción
penal del Estado, como querellante, la ejerciera el CDE contra el funcionario
policial involucrado. Así ocurrió, por ejemplo, en el caso de Fabiola Campillay».
La fiscalía consultó sobre las querellas por crímenes de lesa humanidad por mano
de agentes del Estado:

«Bajo ningún punto de vista yo advertí al interior de Carabineros el diseño de un


plan o política para reprimir a los manifestantes a todo evento, más allá de las
consecuencias. Carabineros estuvo latamente sobreexigido. Carabineros no había
enfrentado nada parecido en las últimas tres décadas. Según informes que recibí
hubo más de 1200 eventos graves de orden público en los primeros 100 días, 93
estaciones de metro vandalizadas».

A mayor abundamiento:

«En medio de esa violencia callejera inusitada se hizo muy difícil el control del
orden público y quedó en evidencia la necesidad de hacer una reforma profunda a
Carabineros, pero en ningún caso puedo compartir la idea de una política, plan o
concierto para dañar a la población. En diciembre se convocó a un consejo para la
reforma de Carabineros, con participación de destacadas figuras en DDHH».

O sea, la antigua teoría de que a río revuelto, no se puede identificar a los


culpables.

Fuenteovejuna al revés.

Por eso estamos como estamos.

Fuente: Red Digital


18/12/20

https://reddigital.cl/2020/12/18/derechos-humanos-la-comedia-de-la-ovejuna-
fuente/

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