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17/1/23, 7:30 Carta a un Ministro (parte II): “El nombre de Dios es misericordia” | Notizie OFMConv

Carta a un Ministro (parte II): “El nombre de Dios


es misericordia”
lunes, 29 de agosto 2022

Continuando con nuestra reflexión sobre la Carta a un Ministro, escribe el Santo de Asís:

Y en esto quiero conocer si tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si hicieras
esto, a saber, que no haya hermano alguno en el mundo que haya pecado todo cuanto
haya podido pecar, que, después que haya visto tus ojos, no se marche jamás sin tu
misericordia, si pide misericordia. Y si él no pidiera misericordia, que tú le preguntes si
quiere misericordia. Y si mil veces pecara después delante de tus ojos, ámalo más que
a mí para esto, para que lo atraigas al Señor; y ten siempre misericordia de tales
hermanos (CtaM 9-11).

Ciertamente la palabra que resalta en este parágrafo es: misericordia. Para san Francisco,
la misericordia es un atributo esencial del amor Divino[1]. Así como Dios ha sido
misericordioso con nosotros[2] así también debemos serlo con el hermano que sufre, con el
enfermo, el marginado y el pecador. Escribe Francisco:

El Señor me dio de esta manera a mí, hermano Francisco, el comenzar a hacer


penitencia: porque, como estaba en pecados, me parecía extremadamente amargo ver
a los leprosos. Y el Señor mismo me condujo entre ellos, y practiqué la misericordia
con ellos. Y al apartarme de los mismos, aquello que me parecía amargo, se me
convirtió en dulzura del alma y del cuerpo; y después me detuve un poco, y salí del
siglo (Test 1-3).

Para el Santo de Asís, “practicar misericordia” vale más que mil oraciones y penitencias: Y
ámalos en esto; y no quieras que sean mejores cristianos. Y que esto sea para ti más que el

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eremitorio (CtaM 7-8).


¡No hay vuelta atrás! Estamos obligados a practicar misericordia, pues Francisco, utiliza el
verbo amar en imperativo – ámalo –, y esto es, porque para el Santo, el amor no es una
opción, es la respuesta al mandamiento del Señor[3]. Impartir misericordia es una
obligación[4].
Lo interesante, es que este “impartir misericordia” no se ejerce en el uso de la palabra, sino
que, en primer lugar, esta se transmite por medio de los ojos: …después que haya visto tus
ojos, no se marche jamás sin tu misericordia; dos miradas que se encuentran: quien debe
impartir misericordia (en este caso el ministro) y la mirada de quien necesita de ella. Dos
personas, dos hermanos, que a pesar de todo, pueden mirarse a los ojos, ninguno es más o
menos que el otro, porque ambos son pecadores[5]. Sólo quién ha experimentado el
perdón puede mirar con misericordia.
Francisco nos invita a transformar nuestra mirada y a mirar como Dios nos mira, a amar
como Él nos ama: con misericordia.

Hasta la próxima reflexión.

Fray Elio J. ROJAS.

[1] Aconsejamos la lectura de: Papa Francisco, El Nombre de Dios es misericordia. Una
conversación con Andrea Tornielli, 2016.
[2] Cfr. Adm 1
[3] “Les doy un mandamiento nuevo: Ámense unos a otros; como yo los he amado…” (Jn
13:34-36).
[4] Cfr. C. Vaiani, Storia e teologia dell’esperienza spirituale di Francesco d’Assisi. Fonti e
Ricerche, Milano 2013, pp. 214-215.
[5] Es cierto también, que san Francisco se muestra duro y exigente ante ciertos hermanos,
a tal punto de hablar de la expulsión de la Orden para ciertos hermanos (cfr. Rnb XIII);  y
también, por ejemplo, expresa su descontento con aquellos que no viven en la obediencia,
declarando que “no los considera católico ni hermanos, que no quiere verlos ni hablarles”
(cfr. CtaO 44-46). ¿Cómo entender esto a la luz de la CtaM? Ciertamente, San Francisco es
misericordioso con el hermano débil, que sufre tentaciones y con el pecador (cfr. 2Cel 118),
pero duro con el corrupto. Como diría nuestro Papa Francisco: “Pecadores sí, corruptos no”
(cfr. Papa Francisco, Misas matutinas en la capilla de La Domus Sanctae Marthae. Pecadores
sí, corruptos no, Lunes 11 de noviembre 2013).

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