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Jóvenes de la Biblia

Cada uno de los personajes bíblicos que aparecen en las Santas Escrituras


fueron utilizados para lograr el propósito del Señor. ¿Cuál es ese
propósito? La salvación y la justificación delante del Padre de cada uno de
los hombres y mujeres que confiesen al Señor como nuestro único Dios y
Salvador.

Los jóvenes de la Biblia fueron hombres y mujeres que dedicaron su vida


completa al Señor. Dios los bendijo y les mostró el camino que debían
transitar para cumplir Su Santa voluntad.

Cuando confesamos al Señor y vivimos bajo su Ley, debemos entender


que en nuestras vidas debemos buscar la manera de hacer cumplir Su
voluntad. ¿Cómo se logra? Manteniendo una comunión constante con el
Señor Jesucristo. Un ejemplo claro de como hacer la voluntad del Señor
nos los enseña los siguientes diez jóvenes que mostraron coraje, valentía
y sobre todo temor al Señor en las Santas Escrituras.

1.- José uno de los jóvenes de la Biblia


Este personaje bíblico lo encontramos en el Antiguo Testamento. Es el
primer hijo de Raque, quien era la esposa favorita de Jacob. Su historia en
las Santas Escrituras se centra en como sus hermanos lo vendieron a
Egipto a la corta edad de diecisiete años. Esto producto a los grandes
celos que sentían sus diez hermanos mayores.

Génesis 37:20-22
20 
Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos:
Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños.
21 
Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos.
22 
Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el
desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo
volver a su padre.
La Historia de José  lo muestra con uno de los jóvenes de la Biblia, más
tranquilos y de buen corazón. Gracias a la bendición que tuvo por parte
del Señor llegó a ocupar cargos importantes en imperio de Egipto. De
igual manera José nos muestra que el perdón es fundamental en una vida
con el Señor. Sin importar por todo lo que paso José luego de
reencontrarse con sus hermanos y Padre, los perdono por cada cosa que
ocurrió.
2.- Samuel
El nombre de Samuel significa “su nombre es Dios”. Este jóvenes de la
Biblia sería el último juez y el primer hombre que se encargaría de elegir
al primer rey del pueblo de Israel. Como uno de los tantos jóvenes de la
Biblia sirvió desde vientre de la madre para honrar las promesas de Dios
Todopoderoso. Fue hijo de Ana, una mujer estéril que en oración y
llorando le pidió a Dios por la bendición de un hijo.
Cuando leemos la historia de Samuel nos damos cuenta que desde joven
su vida giro entorno al Señor buscando cumplir Su Santa voluntad. Este
personaje de la Biblia se caracteriza a que siempre busco vivir en una
oración constante y directa con el Señor para poder entender su Palabra y
profetizar las cosas que en el Nuevo Testamento se plasman.
Samuel, cuyo nombre significa "nombre de Dios", fue dedicado a Dios por su madre, Ana,
como parte de una promesa que hizo antes de que naciera (1 Samuel 1:11). Ana había sido
estéril y oró con tanto fervor por un hijo, que el sacerdote Elí pensó que estaba borracha (1
Samuel 1). Dios le concedió a Ana su petición, y, fiel a su promesa, Ana dedicó su hijo
Samuel al Señor. Después que Samuel fue destetado, probablemente alrededor de los
cuatro años de edad, fue llevado al tabernáculo a servir a las órdenes del sacerdote Eli (1
Samuel 1:22-25). Incluso de niño, a Samuel se le dio su propia túnica, una prenda
normalmente reservada para un sacerdote cuando ministraba delante del Señor en el
tabernáculo de reunión en Silo, donde estaba el arca de Dios (1 Samuel 2:18; 3:3).
Tradicionalmente, los hijos del sacerdote heredarían el ministerio del padre; sin embargo,
los hijos de Eli, Ofni y Finees eran impíos, ya que eran inmorales y menospreciaban las
ofrendas del Señor (1 Samuel 2:17, 22). Mientras tanto, Samuel continuó creciendo en
estatura y en gracia para con el Señor y con los hombres (1 Samuel 2:26).

En una época en que las profecías y visiones escaseaban, Samuel escuchó lo que en un
principio creyó que era la voz de Eli que lo estaba llamando durante la noche. Aunque el
joven Samuel ministraba en el tabernáculo, todavía no conocía al Señor, y la palabra del
Señor no le había sido revelada (1 Samuel 3:7). Las primeras tres veces que el Señor llamó
a Samuel, el muchacho le respondió a Eli. Eli entonces comprendió lo que estaba
ocurriendo y le instruyó a Samuel que respondiera al Señor si llamaba de nuevo. Entonces,
"Y vino el Señor y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel
dijo: Habla, porque tu siervo oye" (1 Samuel 3:10). Dios le dio un mensaje de juicio para
que le transmitiera a Eli. Al día siguiente, Samuel dio su primer paso de fe, diciéndole a Eli
todo, aunque el mensaje era una mala noticia para Eli y su familia (1 Samuel 3:11-18). Eli
respondió con aceptación. La credibilidad de Samuel como profeta se esparció por todo
Israel, y Dios continuó revelando Su palabra a Su pueblo, a través de Samuel (1 Samuel
3:20-21).

Los filisteos, eternos enemigos de Israel, atacaron el pueblo de Dios. Los hijos de Eli
murieron en la batalla, y el arca del pacto fue capturada y llevada a Filistea. Al escuchar la
noticia de la muerte de sus hijos, Eli también murió. Después de varios meses, los filisteos
retornaron el arca a Israel, donde permaneció en Quiriat-jearim durante más de veinte
años. Cuando los israelitas clamaron a Dios por ayuda contra los opresores filisteos,
Samuel les instruyó a liberarse de los falsos dioses que habían estado adorando. Con el
liderazgo de Samuel, y por el poder de Dios, pudieron derrotar a los filisteos, y hubo un
momento de paz entre ellos (1 Samuel 7:9-13). Samuel fue reconocido como el juez de
todo Israel.

Al igual que los hijos de Eli, los dos hijos de Samuel, Joel y Abías, pecaron delante de Dios
por causa de la avaricia y pervirtiendo la justicia. Samuel había nombrado a sus hijos como
jueces, pero los ancianos de Israel le dijeron a Samuel que, ya que él estaba demasiado
viejo y sus hijos no andaban en sus caminos, querían que Samuel nombrara un rey para
gobernarlos, así como las otras naciones (1 Samuel 8:1-5). La reacción inicial de Samuel a
su petición le produjo un gran disgusto, y él oró a Dios al respecto. Dios le dijo a Samuel:
Ellos no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.
Dios le dijo a Samuel que escuchara la petición del pueblo, pero les advirtió sobre la forma
como les trataría el rey que reinaría sobre ellos (1 Samuel 8:6-21).

Con el tiempo, Saul, de la tribu de Benjamín, fue ungido por Samuel como el primer rey de
Israel (1 Samuel 10:1). Aun así, Samuel pidió a Dios una señal para mostrar a los israelitas la
maldad de elegir un rey terrenal que reemplazara a su verdadero Dios (1 Samuel 12:16-18).
Después de un tiempo, Samuel supo que Saúl había sido rechazado por Dios para dirigir a
Su pueblo a causa de la desobediencia de Saúl (1 Samuel 13:11-13). Samuel
inmediatamente advirtió a Saúl que Dios ya había buscado un sustituto para él (1 Samuel
13:14). Después que Saúl siguió desobedeciendo, Samuel lo denunció como rey (1 Samuel
15:26). Samuel regresó a la casa, para nunca estar al lado del rey Saúl, aunque él lloraba a
Saúl (1 Samuel 15:35). Dios le dijo a Samuel que eligiera otro rey de la familia de Isaí (1
Samuel 16:1), y Samuel ungió a David, el hijo menor de Isaí (1 Samuel 16:13). Samuel murió
antes de que David fuera hecho rey, aunque, "se juntó todo Israel, y lo lloraron " (1 Samuel
25:1).

La vida de Samuel fue fundamental en la historia de Israel. Él era un profeta, ungió a los
dos primeros reyes de Israel, y fue el último en la línea de los jueces de Israel, considerado
por muchos como el mejor juez (Hechos 13:20). Samuel se menciona junto con Moisés y
Aarón como hombres que clamaron a Dios y Él les respondía (Salmo 99:6). Luego, en la
historia de Israel, cuando los israelitas estaban viviendo en desobediencia a Dios, el Señor
declaró que habían sido desechados, incluso si Moisés y Samuel, dos de los más grandes
intercesores de Israel los defendieran (Jeremías 15:1). Esto es una clara indicación del
poder de la oración de Samuel y la profundidad del pecado de Israel en los tiempos de
Jeremías.

Hay mucho que aprender de la vida de Samuel. En particular, vemos la soberanía de Dios
en Israel, sin importar a quien había elegido el pueblo para que reinara sobre ellos.
Podemos permitir que otras cosas o personas ocupen el trono de nuestro corazón, sin
embargo, Dios siempre seguirá siendo soberano y nunca aceptará que se usurpe Su
autoridad en las vidas de Sus súbditos.

Podemos imaginarnos que tan desalentador debió haber sido para el joven Samuel dar un
relato honesto de su primera visión a Eli. Sin embargo, parece que, incluso desde una edad
joven, la lealtad absoluta de Samuel era para Dios en primer lugar. Puede haber momentos
en que nos sentimos intimidados por aquellos que están en autoridad, pero, como Samuel
lo demostró más de una vez, es Dios quien debe permanecer como nuestra prioridad. El
mundo puede mirarnos con cinismo cuando seguimos firmes en nuestra fe. Sin embargo,
podemos estar seguros de que Dios reivindicará a quienes han permanecido fieles a Su
Palabra (Salmo 135:14).

Aunque Samuel tuvo profundas reservas al permitir que el pueblo tuviera un rey, él se
apresuró a consultar a Dios al respecto y acató Su decisión (1 Samuel 8:6-7). Muchos de
nosotros podemos consultar a Dios acerca de las decisiones importantes en nuestras vidas,
pero ¿cuántos de nosotros estamos dispuestos a aceptar Su consejo y acatarlo,
especialmente cuando parece que eso va en contra de nuestros propios deseos? Los
líderes en particular, del ejemplo de Samuel pueden aprender acerca del poder que obtuvo
de su estrecha relación con Dios, producido por una excelente vida de oración. Samuel fue
un gran hombre de oración, y por esa causa su pueblo lo respetó (1 Samuel 12:19, 23).
Aunque Samuel era consciente de la maldad en la vida de Saúl, él nunca dejó de orar ni de
llorar por él. De hecho, Samuel describió como un pecado el no orar por las personas bajo
su cuidado. Quizás demasiado rápido podemos juzgar a un hermano por encima de la
restauración, cuando lo vemos caer en el pecado. Ciertamente, los planes de Dios para
cada individuo van a suceder, pero nunca deberían impedirnos que sigamos orando y
cuidando de aquellos que son débiles en la fe (Romanos 15:1; 1 Tesalonicenses 5:14).

El tema principal a lo largo de la vida de Samuel, es que solo Dios debe recibir la gloria y el
honor. Después de convertir a sus hijos en jueces, debió haber sido algo muy triste para
Samuel el saber que ya no eran aptos para dirigir. Cuando le consultó a Dios acerca de la
petición del pueblo para tener un rey, no se dijo nada en defensa de sus hijos. Samuel fue
obediente a las instrucciones de Dios para darle al pueblo lo que querían.

Un versículo clave en la vida de Samuel relata sus palabras al rey Saúl: "Y Samuel dijo: ¿Se
complace el Señor tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las
palabras del Señor? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar
atención que la grosura de los carneros" (1 Samuel 15:22). La obediencia a la Palabra de
Dios debe ser siempre nuestra prioridad.

3. David uno de los jóvenes de la Biblia


Este es uno de los personajes de la Biblia que más destaca. Gracias a que
es el gran autor de la mayoría de los cánticos que se encuentra en el Libro
de los Salmos. También se sabe que David fue el rey que unifico a Israel y
Judá y el fue el primero hombre que recibió la promesa de un Mesías que
descendería de su linaje.

1 Samuel 15:16
12 
Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen
parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.

Lo que se sabe de la juventud de David es que fue un pastor de oveja y


fue ungido por Samuel. Cuando leemos la historia de los comienzos de
David nos maravillamos de como Jehová fue marcando el camino para
que David se convirtiera en el gran rey que se conoce.

Una de las historias que más se conoce de David es como mato a Goliat.
Quien era un guerrero de los filisteos de gran tamaño y que gracias a la
bendición que el Señor había derramado en Él logro matarlo, dándole
gloria y honra al Señor.

1 Samuel 17:49-50
49 
Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la
honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y
cayó sobre su rostro en tierra.
50 
Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin
tener David espada en su mano.
Podemos aprender mucho de la vida de David. Él era un hombre conforme al
corazón de Dios (1 Samuel 13:13-14; Hch 13:22). Se nos presenta a David por
primera vez después de que Saúl, ante la insistencia del pueblo fue hecho rey (1
Samuel 8:5, 10:1). Saúl no estaba a la altura como el rey de Dios. Mientras que el
rey Saúl estaba cometiendo errores uno tras otro, Dios envió a Samuel a encontrar
Su pastor elegido, David, el hijo de Isaí (1 Samuel 16:10, 13).

Se cree que David tenía entre 12 a 16 años de edad cuando fue ungido como rey
de Israel. Él era el más joven de los hijos de Isaí, y una elección poco probable para
ser rey, humanamente hablando. Samuel pensó que Eliab, el hermano mayor de
David, era sin duda el ungido. Sin embargo, Dios le dijo a Samuel, "No mires a su
parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque el Señor no
mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos,
pero el Señor mira el corazón" (1 Samuel 16:7). Siete de los hijos de Isaí pasaron
delante de Samuel, pero Dios no había escogido a ninguno de ellos. Samuel le
preguntó a Isaí si tenía más hijos. David, el más joven, estaba cuidando ovejas. Así
que llamaron el muchacho y Samuel ungió a David con aceite "y desde aquel día
en adelante el Espíritu del Señor vino sobre David " (1 Samuel 16:13).

La biblia también dice que el Espíritu del Señor se apartó del rey Saúl y un espíritu
malo lo atormentaba (1 Samuel 16:14). Los criados de Saúl sugirieron que buscaran
a alguien que supiera tocar el arpa, y uno de los criados recomendó a David,
diciendo: "He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es
valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y el
Señor está con él" (1 Samuel 16:18). Así, David entró al servicio del rey (1 Samuel
16:21). Saúl estaba complacido con el joven David, y él se convirtió en su paje de
armas.

La satisfacción de Saúl con David desapareció rápidamente cuando David creció en


fuerza y fama. Quizás uno de los relatos bíblicos más conocidos fue cuando David
mató al gigante Goliat. Los filisteos estaban en guerra con los israelitas y se
burlaron de sus fuerzas militares con su paladín, Goliat de Gat. Ellos propusieron un
duelo entre Goliat y alguien que quisiera luchar contra él. Pero nadie en Israel se
ofreció para luchar contra el gigante. Los hermanos mayores de David formaban
parte del ejército de Saúl; después que Goliat había estado provocando a los
Israelitas por cuarenta días, David visitó a sus hermanos en el campo de batalla y
escuchó los alardes de los filisteos. El joven pastor preguntó, diciendo: "¿Qué harán
al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién
es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios
viviente?" (1 Samuel 17:26). El hermano mayor de David se enojó y acusó a David
de orgullo y de haber venido solo para ver la batalla. Sin embargo, David siguió
hablando del tema.
Saúl escuchó lo que David estaba diciendo y lo hizo venir. David le dijo a Saúl, "No
desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este
filisteo" (1 Samuel 17:32). Saúl era incrédulo; David no tenía formación militar.
David proporcionó sus credenciales como pastor, procurando dar la gloria a Dios.
David había matado leones y osos que perseguían a sus ovejas, y afirmó que el
filisteo iba a morir como ellos, porque había "provocado al ejército del Dios
viviente. El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso,
él también me librará de la mano de este filisteo" (1 Samuel 17:36-37). Saulo
consintió, siempre y cuando David llevara la armadura de Saúl a la batalla. Pero
David no estaba acostumbrado a la armadura y entonces la dejó a un lado. David
tomó su cayado, cinco piedras lisas, su saco pastoril, y una honda. Goliat no fue
intimidado por David, pero David tampoco fue intimidado por el gigante.
"Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo
vengo a ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de
Israel, a quien tú has provocado. El Señor te entregará hoy en mi mano" (1 Samuel
17:45-46). La confianza de David en Dios y su celo por la gloria de Dios, es
admirable. David mató a Goliat. Él también entró al servicio de Saúl a tiempo
completo, ya no cuidando las ovejas de su padre.

Fue en ese momento cuando "el alma de Jonatán quedó ligada con la de David" (1
Samuel 18:1). La amistad de David y Jonatán es un gran ejemplo para las amistades
hoy en día. Aunque su padre era el rey y Jonatán habría sido un heredero natural al
trono, Jonatán eligió apoyar a David. Comprendió, aceptó el plan de Dios y
protegió a su amigo de su cruel padre (1 Samuel 18:1-4; 19 - 20). Jonatán
demuestra humildad y amor desinteresado (1 Samuel 18:3; 20:17). Durante el
reinado de David, después de las muertes de Saúl y Jonatán, David buscó a alguien
que hubiera quedado de la casa de Saúl a quien pudiera mostrar amabilidad por
amor a Jonatán (2 Samuel 9:1). Evidentemente, estos dos amigos se cuidaron
mucho y se honraron el uno al otro.

Después del incidente con Goliat, David continuó creciendo en fama. Los cantos en
el campamento de Saúl estaban provocando mientras el pueblo cantaba alabanzas
a David y deshonraban al rey Saúl, causando un celo rabioso en Saúl que nunca
cesó (1 Samuel 18:7-8).

El celo que Saúl sentía por David lo llevó a convertirse en homicida. Primero, quiso
que los filisteos mataran a David pidiéndole que fuera su yerno. El rey ofreció a su
hija a cambio del servicio militar de David. Él, con humildad, se negó, y la hija de
Saúl fue dada a otro (1 Samuel 18:17-19). Mical, la otra hija de Saúl, estaba
enamorada de David, por lo tanto, Saúl preguntó de nuevo. David se negó de
nuevo debido a su falta de riqueza y la imposibilidad de pagar el precio de la novia
por la hija de un rey. Saúl pidió cien prepucios de filisteos, esperando que David
cayera en manos del enemigo. Cuando David mató a doscientos filisteos,
duplicando el pago requerido, Saulo comprendió que él estaba en desventaja, y
tuvo más temor de David (1 Samuel 18:17-29). Jonatan y Mical advirtieron a David
de las intenciones que su padre tenía de asesinarlo, y David pasó los siguientes
años de su vida huyendo del rey. David escribió varios cánticos durante este
tiempo, incluyendo los salmos 57, 59 y 142.

Aunque Saúl nunca dejó de perseguirlo con la intención de matarlo, David nunca
levantó la mano contra su rey y el ungido de Dios (1 Samuel 19:1-2; 24:5-7).
Cuando Saúl finalmente murió, David lloró (2 Samuel 1). Incluso sabiendo que él
era el ungido de Dios, David no forzó su camino al trono. Él respetó la soberanía de
Dios y el honró las autoridades que Dios había establecido, confiando en que Dios
cumpliría Su voluntad en Su tiempo.

Mientras escapaba, David levantó un ejército poderoso, y con el poder de Dios


derrotó a todos los que se cruzaban en su camino, pidiéndole siempre permiso e
instrucciones a Dios antes de entrar en batalla, una práctica que mantendría siendo
rey (1 Samuel 23:2-6, 9-13; 2 Samuel 5:22-23). Una vez asumió su función como
rey, David siguió siendo un poderoso soldado y comandante militar. 2 Samuel 23
narra algunas de las hazañas de los así llamados "valientes" de David. Dios honró y
recompensó la obediencia de David y le dio la victoria en todo lo que hacía (2
Samuel 8:6).

David comenzó a tomar otras esposas. Se casó con Abigail, una viuda de Carmel,
durante el tiempo que estaba huyendo de Saúl (1 Samuel 25). David también se
había casado con Ahinoam de Jezreel. Saúl había dado a su hija Mical mujer de
David a otro hombre (1 Samuel 25:43-44). Después de la muerte de Saúl, David fue
públicamente ungido como rey sobre la casa de Judá (2 Samuel 2:4), y entonces él
tenía que pelear contra la casa de Saúl, antes de ser ungido por rey sobre todo
Israel a los 32 años de edad (2 Samuel 5:3-4). Siendo ahora rey, David recuperó a
Mical para ser su esposa nuevamente (2 Samuel 3:14). David también conquistó
Jerusalén, tomándola de los Jebuseos, y llegó a ser más y más poderoso porque el
Señor todopoderoso estaba con él (2 Samuel 5:7).

El arca del pacto había sido previamente capturada por los filisteos (1 Samuel 4). A
su regreso a Israel, el arca fue puesta en Quiriat-jearim en casa de Abinadab (1
Samuel 7:1). David quería traer el arca de vuelta a Jerusalén. Sin embargo, David
omitió algunas de las instrucciones de Dios sobre cómo transportar el arca y quién
debía llevarla. Esto resultó en la muerte de Uza, quien, en medio de todas las
celebraciones, extendió su mano para sostener el arca. Dios hirió a Uza, y murió allí
junto al arca (2 Samuel 6:1-7). Por temor al Señor, David abandonó el traslado del
arca y dejó que permaneciera en casa de Obed-edom (2 Samuel 6:11).

Tres meses más tarde, David reanudó el plan para traer el arca a Jerusalén. Esta vez,
él siguió instrucciones. Él también "danzaba con toda su fuerza delante del Señor"
(2 Samuel 6:14). Cuando Mical vio a David adorando de esa manera, "le
menospreció en su corazón" (2 Samuel 6:16). Ella le preguntó a David cómo él,
como rey, pudo haber actuado sin decoro en frente de su pueblo. "Entonces David
respondió a Mical: Fue delante del Señor, quien me eligió en preferencia a tu padre
y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo del Señor, sobre
Israel. Por tanto, danzaré delante del Señor. Y aun me haré más vil que esta vez, y
seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has
hablado" (2 Samuel 6:21-22). David entendió que la verdadera adoración está
destinada únicamente para Dios. Nosotros no adoramos para beneficiar las
opiniones de los demás, sino como una humilde respuesta a Dios (Juan 4:24).

Después que David se estableció en su palacio y tuvo paz con sus enemigos, él
quería construir un templo para el Señor (2 Samuel 7:1-2). El profeta Natán primero
le dijo a David que hiciera lo que considerara. Pero luego Dios le dice a Natán que
David no sería el que construiría Su templo. En su lugar, Dios prometió construir
una casa para David. Esta promesa incluía una predicción que Salomón construiría
el templo. Pero también habla de la venida del Mesías, el hijo de David que reinaría
para siempre (2 Samuel 7:4-17). David respondió con humildad y reverencia:
"¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí?" (2
Samuel 7:18; ver 2 Samuel 7:18-29 para toda la oración de David). Antes de morir,
David hizo preparativos para el templo. La razón de Dios para no permitir que
David construyera el templo, era que él había derramado mucha sangre, sin
embargo, el hijo de David, sería un hombre de paz y no un hombre de guerra.
Salomón construiría el templo (1 Crónicas 22).

Mucho del derramamiento de sangre por parte de David, había sido el resultado de
la guerra. Pero, en un mezquino incidente, murió uno de los poderosos hombres
de David. Aunque David era un hombre conforme al corazón de Dios, él también
era un ser humano pecador. Mientras que sus ejércitos estaban en guerra durante
una primavera, él se quedó en casa. Desde su azotea, vio a una hermosa mujer
bañándose. Él supo que era Betsabé, esposa de Urías el hitita, uno de sus valientes
hombres que estaba en guerra, y David envió mensajeros para que le trajeran a la
esposa de Urías. David se acostó con Betsabé, y quedó embarazada. David llamó a
Urías del campo de batalla, con la esperanza de que él durmiera con su esposa y
creyera que el niño fuera suyo, pero Urías se negó a ir a su casa mientras sus
compañeros estaban en guerra. Entonces David hizo todo para que Urías muriera
en la batalla. Posteriormente, David se casó con Betsabé (2 Samuel 11). Este
incidente en la vida de David nos muestra que todos, incluso aquellos que tenemos
en alta estima, luchan con el pecado. También sirve como una moraleja acerca de
la tentación y la forma en que el pecado puede multiplicarse rápidamente.

El profeta Natán confrontó a David por su pecado con Betsabé. David respondió
con arrepentimiento. Escribió el salmo 51 en ese momento. Aquí vemos la
humildad de David y su verdadero corazón para el Señor. Aunque Natán le dijo a
David que su hijo iba a morir como resultado de su pecado, David le rogó al Señor
por la vida de su hijo. La relación de David con Dios era tal, que estaba dispuesto a
persistir en la fe y en la esperanza de que Dios pudiera ceder. Cuando Dios
promulgó su sentencia, David la aceptó completamente (2 Samuel 12). En esta
historia, vemos también la gracia y la soberanía de Dios. Salomón, el hijo de David,
quien lo sucedió y a través de quien vendría Jesús, nació de David y Betsabé.

Dios también le había dicho a David por medio de Natán, que la espada no se
apartaría de su casa. De hecho, la familia de David tuvo muchos problemas a partir
de ese momento. Esto lo vemos entre los hijos de David cuando Amnón violó a
Tamar, lo que condujo al asesinato de Amnón por parte de Absalón, y la
conspiración de Absalón contra David. Natán también le había dicho a David que
sus esposas serían dadas a uno que estaba cerca de él; esto no ocurriría en secreto,
así como el pecado de David con Betsabé, sino que sería en público. La profecía se
cumplió cuando Absalón durmió con las concubinas de su padre, en la azotea para
que todos vieran (2 Samuel 16).

David es el autor de muchos de los salmos. En ellos, vemos la manera que él buscó
y glorificó a Dios. Generalmente de él se piensa como un rey pastor y un poeta
guerrero. La biblia lo llama "el dulce salmista de Israel" (2 Samuel 23:1). La vida de
David parecía estar llena de una gama de emociones humanas; un joven pastor
común y corriente, con gran confianza en la fidelidad de Dios que honró a
autoridades, huyó por su vida, y se convirtió en el rey contra quien todos los
futuros reyes de Israel serían medidos. Vio muchas victorias militares. También cayó
en un gran pecado, y su familia sufrió como consecuencia de ello. Pero en medio
de todo esto, David se volvió a Dios y confió en Él. Incluso en los Salmos, cuando
David está deprimido o desanimado, le vemos alzar sus ojos a Su creador y darle
alabanza. Esta confianza en Dios y la continua búsqueda de la relación con Él, es
parte de lo que hace que David sea un hombre conforme al corazón de Dios.

Dios prometió a David un descendiente que reinaría en el trono para siempre. Ese
rey eterno es Jesús, el Mesías e Hijo de David.
4.- Josías
Perteneció a la tribu de Simeón y fue el sucesor de su padre Amón. Desde
muy joven le toco gobernar y de igual manera desde temprana edad
busco hacer la voluntad de Jehová en todo momento.

JOSÍAS tiene solo ocho años cuando llega a ser rey de las dos
tribus del sur de Israel. Esa es muy poca edad para un rey. Por eso,
al principio personas que son mayores le ayudan a gobernar la
nación.
Cuando Josías ha sido rey por siete años, empieza a buscar a
Jehová. Sigue el ejemplo de reyes buenos como David, Josafat y
Ezequías. Siendo todavía jovencito, hace una cosa valiente.
Por mucho tiempo la mayor parte de los israelitas han sido muy
malos. Adoran dioses falsos. Se inclinan a ídolos. Así que Josías y
sus hombres empiezan a quitar del país la adoración falsa. Este es
un trabajo grande, porque mucha gente adora a dioses falsos. Aquí
puedes ver a Josías y sus hombres rompiendo los ídolos.
Después, Josías encarga a tres hombres reparar el templo de
Jehová. Se recoge dinero del pueblo y se da a estos hombres para
pagar el trabajo que hacen. Mientras ellos trabajan en el templo, el
sumo sacerdote Hilcías encuentra allí algo muy importante: el
mismísimo libro de la ley que Jehová había hecho que Moisés
escribiera mucho tiempo atrás, y que estaba perdido.
Cuando le llevan el libro a Josías, él pide que se lo lean. Al
escuchar, Josías puede ver que el pueblo no ha estado guardando
la ley de Jehová. Se pone muy triste, y por eso se rasga la ropa,
como puedes ver. Dice: ‘Jehová está enojado con nosotros, porque
nuestros padres no guardaron las leyes escritas en este libro.’

Josías le manda al sumo sacerdote Hilcías que averigüe lo que


Jehová les va a hacer. Hilcías va a ver a la profetisa Hulda, y le
pregunta. Ella le da este mensaje que viene de Jehová para que se
lo lleve a Josías: ‘Jerusalén y todo el pueblo serán castigados
porque han adorado a dioses falsos y la tierra se ha llenado de
maldad. Pero porque tú, Josías, has hecho lo bueno, este castigo
que viene no vendrá sino hasta después de que tú hayas muerto.’

2 Crónicas 34:2

Este hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en los caminos de David su
padre, sin apartarse a la derecha ni a la izquierda.

El comienzo de su reinado se vio marcado a que para cumplir el mandato


del Señor de no adorar imágenes que hicieran sobre lo que está en los
cielos o debajo de la tierra. Elimino por completo cada una de las
estatuas. Quemo los huesos de los distintos sacerdotes y los altares
logrando limpiar las ciudades de Judea, Jerusalén, Manasés, Efraín,
Simeón y Neftalí.

2 Crónicas 34:4
Y derribaron delante de él los altares de los baales, e hizo pedazos las

imágenes del sol, que estaban puestas encima; despedazó también las imágenes
de Asera, las esculturas y estatuas fundidas, y las desmenuzó, y esparció el polvo
sobre los sepulcros de los que les habían ofrecido sacrificios.
5.- Jeremías uno de los jóvenes de la Biblia
Desde antes que naciera Jeremías ya el Señor lo había bendecido y lo
había llamado profeta. Esto nos demuestra como cristianos que el Señor
nos conoce desde antes si quiera nacer y que cada uno de nosotros
estamos en su seno para la protección. Por lo que es importante escuchar
su llamado y santificarlo en todo momento.

El profeta Jeremías vivió en los últimos días de la desintegrada nación de Israel.


Acertadamente, él fue el último profeta que Dios envió a predicar el reino del sur,
formado por las tribus de Judá y Benjamín. Dios repetidamente había advertido a
Israel que detuviera su comportamiento idólatra, pero ellos no escucharon, así que
separó las 12 tribus en dos, enviando las 10 tribus del norte en cautiverio a manos
de los asirios. Luego, Dios envió a Jeremías a Judá para darles la última advertencia
antes de echarlos de la tierra, diezmando la nación y enviándolos al cautiverio en el
reino pagano de Babilonia. Jeremías, un hombre fiel y temeroso de Dios, fue
llamado a decirle a Israel que, por causa de no arrepentirse de su pecado, su Dios
se había apartado de ellos y ahora estaba preparado para expulsarlos de la tierra
por parte de un rey pagano.

No hay duda que Jeremías, quien sólo tenía unos 17 años cuando Dios lo llamó,
tenía una gran lucha interna por la suerte de su pueblo, y él les suplicó que
escucharan. Él es conocido como "el profeta llorón", porque lloró lágrimas de
tristeza, no sólo porque sabía lo que iba a suceder, sino porque sin importar cuánto
se esforzaba, el pueblo no escuchaba. Además, no encontró consuelo de parte de
nadie. Dios le había prohibido casarse o tener hijos (Jeremías 16:2), y sus amigos le
habían dado la espalda. Así que, además de tener la carga de saber del juicio
venidero, también debió haberse sentido muy solo. Dios sabía que esta era la
mejor manera para Jeremías, porque iba a decirle cómo serían las terribles
condiciones en un corto tiempo, con bebés, niños y adultos, muriendo de
"dolorosas" enfermedades, con sus cuerpos sin poder ser enterrados, y sus cuerpos
siendo devorados por las aves (Jeremías 16:3-4).

Obviamente, el pueblo de Israel se había endurecido por los efectos insensibles de


pecado, que ya no creían en Dios, ni tampoco tenían temor de Él. Jeremías predicó
durante 40 años, y ni una sola vez vio un verdadero logro en el cambio o
sensibilización de los corazones y las mentes de pueblo obstinado e idólatra. Los
otros profetas de Israel habían sido testigo de algunos logros, al menos por un
poco de tiempo, pero Jeremías no. Él estaba hablando a una pared de ladrillos; sin
embargo, sus palabras no fueron desperdiciadas. En cierto sentido, sus palabras
eran perlas echadas delante de los cerdos que estaban trayendo convicción a cada
persona que las escuchaba, aunque se negaron a prestar atención a la advertencia.

Jeremías trató de hacer que el pueblo comprendiera que el problema de ellos era
falta de fe, confianza y fe en Dios, junto con la falta de temor que hizo que lo
menospreciaran. Es muy fácil dejarse llevar por una falsa sensación de seguridad,
especialmente cuando el enfoque no está en Dios. La nación de Israel, al igual que
muchas naciones hoy en día, había dejado de colocar a Dios en primer lugar, y lo
habían reemplazado con dioses falsos, aquellos que no los hacían sentir culpables
ni traían convicción de pecado. Dios había liberado a Su pueblo de la esclavitud en
Egipto, había realizado milagros delante de ellos, e incluso había dividido las aguas
del mar a favor de ellos. A pesar de todas estas demostraciones del poder de Dios,
regresaron a las falsas prácticas que habían aprendido en Egipto, haciendo incluso
votos a la falsa "reina del cielo", además de realizar otros ritos y ceremonias que
formaban parte de la cultura y religión egipcia. Dios finalmente los entregó a su
idolatría, diciendo: "¡Así que vayan, cumplan sus promesas y votos a ella!” (Jeremías
44:25 NTV).
Jeremías se desanimó. Él se hundió en un lodazal donde muchos creyentes parecen
atascarse cuando piensan que sus esfuerzos no están haciendo una diferencia y se
está acabando el tiempo. Jeremías se desgastó emocionalmente, incluso hasta el
punto de dudar de Dios (Jeremías 15:18), aunque Dios no había terminado con él.
Jeremías 15:19 registra una lección para que cada creyente recuerde cada vez que
se sienta solo, inútil, desanimado y cuando esté dudando en su fe: "Por tanto, así
dijo el Señor: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si
entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú
no te conviertas a ellos". Dios le estaba diciendo a Jeremías: Vuelve a mí, y
restauraré el gozo de tu salvación. Estas palabras son similares a las que escribió
David cuando él se arrepintió de su pecado con Betsabé (Salmo 51:12).

Lo que podemos aprender de la vida de Jeremías es el consuelo de saber que, al


igual que cada creyente, incluso los grandes profetas de Dios pueden experimentar
el rechazo, la depresión y el desánimo en su caminar con el Señor. Esta es una
parte normal del crecimiento espiritual, porque nuestra naturaleza pecaminosa
lucha contra la nueva naturaleza, lo que es nacido del Espíritu de Dios, de acuerdo
a Gálatas 5:17: "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es
contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis".
Pero, así como Jeremías descubrió, nosotros podemos saber que la fidelidad de
nuestro Dios es infinita; incluso si somos infieles, Él permanece fiel (2 Timoteo 2:13).

A Jeremías se le dio la tarea de entregar un mensaje impopular y de condena para


Israel, un mensaje que le causó gran angustia mental y que también hizo que fuera
despreciado a los ojos de su pueblo. Dios dice que Su verdad suena como "locura"
para los que se pierden, pero para los creyentes, es palabra de vida (1 Corintios
1:18). Dios también dice que vendrá el tiempo cuando la gente no va a tolerar la
verdad (2 Timoteo 4:3-4). Los que estaban en Israel en los días de Jeremías, no
querían escuchar lo que tenía que decir, y su constante advertencia sobre el juicio
les molestaba. Así ocurre en el mundo de hoy, cuando los creyentes que están
siguiendo las instrucciones de Dios están advirtiendo al mundo perdido y
moribundo sobre el inminente juicio (Apocalipsis 3:10). Aunque la mayoría no están
escuchando, debemos perseverar en proclamar la verdad con el fin de rescatar a
algunos de la terrible sentencia que inevitablemente vendrá.

Jeremías 1:5

Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué,
te di por profeta a las naciones.
La historia de Jeremías se cuenta a lo largo del Libro que se encuentra en
el Antiguo Testamento el cual lleva su nombre. Cabe destacar que
Jeremías en más de una oportunidad se encontraba en constante fricción
con los distintos sacerdotes, lideres judíos y políticos. Ya que ignoraban
su palaba de enseñanza la cual era enviada por el Señor.

Jeremías 7:24-26
24 
Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos,
en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante,
25 
desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os
envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar;
26 
pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e
hicieron peor que sus padres.
6.- El apóstol Juan

Fue hijo de Zebedeo y hermano de Jacob. De igual manera sabemos que


Juan fue hijo de Salome por lo que se asumen que fue primo hermano de
Jesús. Cabe destacar que desde muy temprana edad se unió a seguir a
Cristo.

Juan 1: 35-37
35 
El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
36 
Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
37 
Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.

Antes de seguir los pasos del Señor, Juan era un pescador del mar de
Galilea. Quien al escuchar el Evangelio del Señor se unió a ÉL para
escucharlo, aprender y evangelizar en Su Santo Nombre.

7.- Jóvenes en la Biblia: Juan el Bautista


Es uno de las historia de la Biblia que se relata desde el vientre de la
madre. Fue hijo de Zacarías y Elisabet, quien era prima de María, la madre
de Jesús. La bendición de Juan el Bautista llego luego de que María
comunicara la noticia de su embarazó, lo que hizo que Juan brincara de
alegría.

Lucas 1:39-41
En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad
39 

de Judá;
40 
y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet.
41 
Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó
en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,

Juan el Bautista nació y se consagro desde joven, sabemos que fue el


último profeta que preparo a todo el pueblo de Dios para la llegada del
Mesías. Antes de comenzar su Ministerio, Jesús fue al rio de Jordán donde
fue bautizado en agua por Juan el Bautista.

Lucas 3:21-22
Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue
21 

bautizado; y orando, el cielo se abrió,


22 
y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino
una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.
8.- Timoteo
Un hombre de la Biblia que desde corta edad estudio las Santas Escrituras
gracias a su madre Eunice y su abuela Lida. Lo que hizo que Timoteo
creciera fuerte de espíritu. Nació en la ciudad de Listra y se cree que se
convirtió al cristianismo en el primer viaje que realizo Pablo.

2 Timoteo 1:5

trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en
tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.

Gracias a su fuerte espíritu y su Fe indomable Pablo lo forma y lo vuelve


pastor de la Iglesia de Éfeso, a sus cortos veinticinco años. Esta cualidad
de Juventud la de muestra Pablo cuando en una epístola relata lo
siguiente.

1 Timoteo 4:12
12 
Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en
palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
9.- Jóvenes de la Biblia: El Chico de los Panes
Los dos jóvenes que vamos a estudiar a continuación no tenemos datos
como nombres o edades. Sin embargo, son un ejemplo claro de la Fe y de
lo que significa vivir sabiendo que Dios cuida cada uno de nuestros pasos.

El primero es el chico de los panes, el cual se menciona cuando entrega


todo lo que tiene para alimentar a todos lo q se encontraban junto a
Jesús en Tiberias.

Juan 6:9

Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas
¿qué es esto para tantos?

Con la cantidad que leemos en el versículo el Señor Jesús alimento a los


cinco mil hombres que se encontraban siguiendo al Señor y sus buenas
nuevas.

10.- La criada de la mujer de Naamán


Este es otro ejemplo de que no sabemos nombre ni edad, solo se
especifica que es una joven hebrea que por medio de la Fe. Le informa a
la esposa de Naamán que él podría ser sano de la lepra por medio del
profeta Eliseo. Naamán al escuchar esto no dudo en ir y gracias a la
voluntad del Padre fue sano.

2 Reyes 5:2

Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra
de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.

Cada uno de estos jóvenes son ejemplo de Fe y creencia en el único Dios


y Salvador.

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