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Colonización de América

DIEZ
ciudades

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colonias
Los franciscanos introducen al Paraguay el sistema de reducciones, fundando:
1580 Los Altos, Tobatí, Jejuy, Atirá, Ipané, Perico, Guarambaré y las de Itá (1585),
Yaguarón (1586), Caazapá (1606), Yutí (1611), Itatí (1615) e Itapé (1682) entre
los ríos Paraná, Paraguay y Aquidabán.

1587 El superior general de la Compañía de Jesús, dispone que las nuevas misiones
jesuitas del Paraguay dependieran de la Provincia Jesuítica del Perú (creada en
1568).

1588 Los primeros jesuitas llegan a Asunción el 11 de agosto de 1588. Se dirigieron a


explorar el Guayrá y luego se establecen en Villa Rica del Espíritu Santo.

1603 Fue creada la Vice Provincia Jesuítica del Paraguay y Tucumán dividiendo la
provincia del Perú.

1604 La Provincia Jesuítica del Paraguay fue creada el 9 de febrero de 1604 por
Claudio Acquaviva, quien decidió que los misioneros de la provincia se
establecieran en misiones estables, en vez de las volantes.

1608 Los jesuitas fueron dirigidos a zonas más alejadas de Asunción, una Real Cédula
ordenó a Hernando Arias de Saavedra, (Hernandarias), que los jesuitas se
dirigieran al Paraná, al Guayrá y a la región de los guaycurúes en donde los
indígenas quedarían eximidos del servicio de la encomienda.
En todas las
misiones, el centro
topográfico era
representado por
una gran plaza
cuadrada; en uno
de sus lados se
situaban la iglesia,
el colegio y el
cementerio,
ubicándose en los
otros tres lados las
casas de los
indígenas y algunos
laboratorios. Había
excepciones en
esta disposición, el
coty guazú, es
decir, la casa de
las viudas, que
ocupaba
habitualmente una
posición más
descentrada
respecto al resto
de la vida social
que se realizaba
en estos pueblos.
La iglesia

Era el edificio de mayor importancia.

Su construcción, en una primera fase fue totalmente de madera, aunque posteriormente


se utilizaron materiales más resistentes.

Las iglesias eran normalmente de planta rectangular, prolongándose hasta el altar y


llegando hasta el presbiterio de la cabecera, casi cuadrada; con la misma amplitud de la
nave central. La crucería, que llegaba hasta las naves laterales, terminaba en una falsa
cúpula, elemento recurrente de la arquitectura colonial.

En estas iglesias se utilizaba la arenisca, en general rojiza, utilizando la técnica del


trabajo in situ. Frecuentemente se combinaban diversas tonalidades de piedra para
evidenciar diversos elementos arquitectónicos.

En este período, la estructura portante de madera fue sustituida por un muro de piedra; a
veces era de ladrillo para aligerar el peso.

La huerta, que podía tener distintas dimensiones, estaba siempre después de la triada
(iglesia, colegio y cementerio). Esta disposición preanunciaba una de las temáticas del
Barroco, el uso del jardín.
Habitaciones indígenas

Eran muy simples, constituidas por una sola estancia


que funcionaba como residencia, comedor y dormitorio
para toda la familia. Se construían una al lado de otras,
sin comunicación entre ellas.

Estos edificios estaban construidos de piedra labrada;


el techo a dos aguas, era de caña recubierta de tejas; y
el pavimento era de ladrillo o ladrillo cocido. Tales
características sólo aparecen en los pueblos de San
Ignacio Miní y de Trinidad, donde las casas de los indios fueron las mejor trabajadas desde
el punto de vista arquitectónico y constructivo.

Como en las habitaciones de otos pueblos, también en éstas las galerías se realizaban con
arcos de piedra, que se apoyaban sobre pilastras decoradas con arquivoltas y grandes
flores de piedra.

Todos los habitantes dormían en hamacas; el fuego se situaba en medio de la estancia; la


luz y el humo no tenían otra salida que no fuese la puerta; tampoco existía mobiliario. La
ventilación de la casa era casi inexistente.

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