Está en la página 1de 11

Viacrucis Juvenil 2023

Fecha: 17 de marzo de 2023

Tema: Pasión y Muerte de Jesús en la cruz, en la perspectiva y realidad de los jóvenes de hoy en día.

Objetivo: Ayudar a los jóvenes a conectarse con la historia de la Pasión de Cristo y a reflexionar sobre
cómo puede aplicarse a sus propias vidas.

Conceptos para abordar: Desafíos y preocupaciones comunes de los jóvenes, como la tentación, el
aislamiento social, la injusticia, la violencia y la discriminación.

 Oración inicial (Brenda)

En esta noche, los jóvenes de nuestra comunidad nos unimos en oración y reflexión para seguir el camino
de la cruz de nuestro Señor Jesucristo y renovar nuestra fe en su sacrificio.

Señor ayúdanos a ser humildes y no ser parte de aquellos que se burlan de quienes sufren, Ayúdanos a no
rendirnos ante nuestras dificultades y llevar siempre tu palabra con nosotros, tú que has llevado la cruz y
nos has invitado a seguirte por este camino, danos fuerzas para aceptarla y ser luz ante los demás,
Anímanos a seguir tu camino del amor para alcanzar la verdadera felicidad.

Señor te pedimos que nos guíes a una vida de servicio que se asemeje a la tuya, llénanos de tu espíritu
para que nuestra indiferencia no haga vanos en nosotros los frutos de tu muerte

Estación 1. Jesús es condenado a muerte. (Eli)

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 22-26.

Pilato continuó: «¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?» Todos respondieron: «¡Que sea
crucificado!». Pilato insistió: «¿Qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: «¡Que sea
crucificado!» Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer agua y se
lavó las manos delante de la multitud, diciendo: «Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes.»
Y todo el pueblo respondió: «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos.» Entonces,
Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera
crucificado.
Reflexión: Actualmente vivimos en una época donde estamos formando nuestra identidad, donde
definimos nuestras creencias y valores. Es común que nosotros como jóvenes nos sintamos presionados
por nuestros amigos o por la sociedad en general para adaptarnos a ciertos comportamientos o modas,
incluso si no se alinean con lo que realmente creemos o deseamos, la condena de Jesús nos recuerda que la
autenticidad y la coherencia como jóvenes católicos son fundamentales para ser fieles a nosotros mismos
y a lo que creemos, pues, si Jesús hubiese cedido a las demandas de los líderes políticos de su época,
habría evitado la crucifixión, pero habría sacrificado su integridad y sus convicciones.

Oración: Padre Santo y Bueno, ¡cuánto amor nos has manifestado al enviar a tu Hijo a hacerse uno de
nosotros! ¡Hasta dónde ha llegado su obediencia, haciendo que tu voluntad fuera la suya! ¡Cómo nos
mostró tu amor en su amor, hasta dar la vida por nosotros en la cruz! Al contemplar este amor tan grande,
nos llenamos de alegría y te decimos: “Gracias, Señor, por tu gran amor”. Te pedimos que, sabiendo que
Tú nos has hecho, siguiendo a Jesús, nos unamos a Él en su entrega por los demás, para llegar a vivir
eternamente contigo. Ayúdanos a reconstruir nuestras familias desde la fe, la vida y el amor verdadero.
Amén.

Estación 2. Jesús carga con la cruz. (Mau)

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 27-31.

Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la
compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se
la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se
burlaban de él diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!». Luego lo escupían, le quitaban la caña y le
golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo
llevaron a crucificar.

Reflexión: ¿Realmente hacemos lo suficiente por El?, quien sufrió todas las burlas y crueles injusticias
dando siempre más por amor a nosotros y obedeciendo el mandato de su padre. Jesús carga con la cruz,
una cruz que no escogió le fue impuesta, así como muchos de los problemas y dificultades a los que nos
enfrentamos en nuestra vida, él nos enseña a aceptarlos con humildad y paz, a verlos como oportunidades
para acercarnos a él y entrar en su corazón y ver todo lo que ha hecho por nosotros. ¿Estoy dispuesto a ser
discípulo de Jesús?
Oración: Padre bueno, ¡Gracias porque Jesús nos ha mostrado tu gran amor¡ Muchas veces no sabemos
valorar la importancia de llevar nuestras propias cruces y entender que, en la vida cotidiana, tu cruz se
hace presente en nuestros proyectos de vida. Ayúdanos a saber cargar nuestras propias cruces para llegar a
la resurrección. Amén.

Estación 3. Jesús cae por primera vez.

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del libro del profeta Isaías 53, 4-6.

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de
Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo
saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su
camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.

Reflexión: Esta estación nos recuerda que, aunque nuestra cruz pueda ser pesada, nunca estamos solos en
el camino. Jesús, nos muestra que podemos encontrar la fuerza y el consuelo en la fe y en la presencia
amorosa de Dios. Él nos invita a confiar en que, aunque no podemos evitar los desafíos que la vida nos
presenta, podemos encontrar en la fe la fuerza necesaria para enfrentarlos con dignidad y esperanza.

Oración: Padre todopoderoso, nos has hecho diferentes y nos has enriquecido con tus dones. Cada uno
puede compartir sus capacidades con los demás y, al hacerlo, expresar la grandeza de tu amor.
Completándonos como familia seremos mejores, viviremos la auténtica felicidad, porque nos daremos la
oportunidad de experimentar tu amor. Así nos lo ha hecho saber Jesús al entregar su vida por nosotros.
Amén.

Estación 4. Jesús se encuentra con su santísima madre. (Bernardo)

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del Evangelio según San Lucas 2, 34-35.


Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y
se levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una
espada te traspasará el alma». Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Reflexión: Este momento nos debe llevar a pensar en dos cosas fundamentales... La primera es que Jesús
siempre contó incondicionalmente con su madre y él nos la dejo para que fuera madre de todos, para
cuidar de nosotros y debemos recurrir a ella siempre que la necesitemos.

La segunda es que. así como Jesús tuvo a su lado siempre a José y María, nosotros también contamos con
una familia que está ahí para nosotros, debemos valorarla y acudir a ella cada vez que la necesitemos.

Canción: Diario de María.

Oración: Madre Santísima, sabemos que vives en íntima comunión con Dios, en profunda unión con el
amor. Has sido elevada al cielo en cuerpo y alma. Con Jesús eres primicia y prenda de la resurrección del
ser humano, y que, desde la intimidad con Dios, continúas tu misión de Madre amorosa. Hoy nuestras
familias solicitan tu maternal intercesión para poder reconstruirnos en la unidad, como auténticas escuelas
de verdadera comprensión y tolerancia; sabemos que siempre caminas con nosotros, especialmente en la
prueba y la dificultad. Ayúdanos, Madre del Amor.

Estación 5. Jesús es ayudado por el Cirineo.

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura Evangelio según San Mateo 27, 32.

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.

Reflexión: En algún punto de su camino el cirineo se topa con Jesús y sin proponérselo termina
caminando con él, ayudándolo a cargar la cruz, así como a él a nosotros también se nos presentan
oportunidades para seguir a Jesús; no debemos olvidar que nuestra vida de santidad conlleva servicio,
debemos tener la disposición de servir a la comunidad y llevar a Cristo a sus corazones. También
Debemos dejar a un lado nuestros pensamientos individualistas y estar abierto al apoyo de los demás.

Oración: Espíritu Santo, Tú nos enriqueces con tus dones y carismas que nos hacen diferentes, originales,
únicos e irrepetibles, y sin embargo, tu fuerza dinamizadora nos hace un solo cuerpo en Jesucristo, nos
impulsa a la unidad, a formar comunidad, ayúdanos a poner esos carismas al servicio de los demás, a
enriquecernos mutuamente, a complacernos, para ser uno como Tú con el Padre y el Hijo, para ser una
verdadera familia en el amor, asumiendo los retos que implican nuestras diferencias. Amén.

Estación 6. Verónica enjuaga el rostro de Jesús.

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del libro del profeta Isaías 53, 2-3.

No tenía figura ni belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como
un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros; despreciado y
desestimado.

Reflexión: A menudo nos enfrentamos a situaciones en las que sentimos impotencia para ayudar a
quienes sufren. La figura de Verónica nos enseña que, aunque no podamos cambiar las circunstancias
externas, siempre podemos hacer algo para aliviar el sufrimiento de los demás. Verónica no pudo detener
la crucifixión de Jesús, pero sí pudo ofrecerle un gesto de compasión y amor. Como jóvenes, tenemos la
capacidad de ofrecer ayuda y apoyo a quienes lo necesitan.

Oración: Padre Dios, en el rostro sufriente de Cristo reconocemos cuán grande es tu amor por nosotros.
Como la Verónica, conscientes de los talentos que nos has dado para el servicio de los demás, hemos
querido seguirle, escuchando su llamada asociándonos a su misión, acompañándolo en la pasión, en el
sufrimiento y entregando la vida por el mundo que hoy, también, sufre, que necesita tu salvación, necesita
experimentar el consuelo de tu amor. Danos fortaleza y valentía para comprometernos y actuar, a pesar de
los riesgos e incomodidades, a pesar de ser señalados, a pesar de nuestras propias debilidades. Amén.

Estación 7. Jesús cae por segunda vez. (Brenda)

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 1-2.9.16.

Yo soy el hombre que ha visto la miseria bajo el látigo de su furor. Él me ha llevado y me ha hecho
caminar en tinieblas y sin luz. Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha torcido mis senderos. Ha
quebrado mis dientes con guijarro, me ha revolcado en la ceniza.
Reflexión: En esta ocasión Jesús cae por segunda vez por el peso de la cruz, pero a pesar de estar agotado
siendo inocente abraza el encargo de su padre y encuentra la fuerza para levantarse y continuar. una
analogía de las veces que nosotros volvemos a caer en las tentaciones, pero él es tan misericordioso que
vuelve a perdonarnos.

Como cuando no encontramos el sentido de la vida, o la motivación en el trabajo o la escuela, cuando


fallamos en nuestras relaciones y nos dejamos influenciar por las nuevas tendencias, cuando nos
encontramos con dificultades que nos incitan a rendirnos, Él está ahí para darnos fuerza y levantarnos, él
toma el peso de la cruz y nos ayuda a cargarla para no desviarnos y seguir en su camino.

Oración: Señor Jesús, enséñanos a levantarnos de nuestras caídas: a decir ¡No! A la superficialidad, ¡No!
Al egoísmo, ¡No! A la violencia… Enséñanos a construir la Iglesia como servidora de tu Reino, de tu
Santidad y de tu Amor. Ayúdanos a no dar por terminada la jornada porque caímos una vez más.
Ayúdanos a comprender que, doblar la rodilla ante ti, no es caer, sino aceptar humildemente tu paz y tu
perdón. Amén.

Estación 8. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 28-31.

Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por
vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: «dichosas las estériles y los vientres que no
han dado a luz y los pechos que no han criado». Entonces empezarán a decirles a los montes:
«Desplomaos sobre nosotros»; y a las colinas: «Sepultadnos»; porque si así tratan al leño verde, ¿qué
pasará con el seco?

Reflexión: La empatía y la compasión hacia los demás es importante, especialmente hacia aquellos que
están sufriendo. Para nosotros, es fácil enfocarnos en nuestras propias preocupaciones y olvidarnos de los
demás; Jesús, en su encuentro con las mujeres de Jerusalén, nos muestra que incluso en su propio
sufrimiento, se preocupó por el dolor y las lágrimas de los demás; dando así, un ejemplo valioso para
nosotros, el ser sensibles a las necesidades de aquellos que nos rodean y a brindarles nuestro apoyo y
comprensión.
Oración: Padre Dios, nos has convocado por medio de tu Hijo para ser el mundo misterio de comunión,
signo e instrumento de tu salvación. Haz que como comunidad eclesial nos esforcemos en vivir la
comunión del amor, compartiendo lo que somos y tenemos, sirviéndonos organizada y articuladamente,
poniendo nuestros dones y carismas al servicio de la comunión eclesial, destinándolos, saliendo de nuestro
egoísmo, para que podamos, como iglesia, dar testimonio creíble de tu amor, atendiendo al sufrimiento de
los demás, haciendo nuestras las preocupaciones de la sociedad y de nuestro pueblo y buscando juntos
como darles respuesta. Amén.

Estación 9. Jesús cae por tercera vez.

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 27-32.

Bueno es para el hombre soportar el yugo desde su juventud. Que se sienta solitario y silencioso, cuando
el Señor se lo impone; que ponga su boca en el polvo: quizá haya esperanza; que tienda la mejilla a
quien lo hiere, que se harte de oprobios. Porque el Señor no desecha para siempre a los humanos: si
llega a afligir, se apiada luego según su inmenso amor.

Reflexión: Jesús murió por nosotros, ahora a cambio nosotros debemos mostrarle nuestra mejor cara,
entusiasmo y amor a la vida, nuestra mejor actitud pues somos su reflejo. Cada vez que nos rendimos, o
mostramos lejanía o desinterés por la iglesia lo estamos haciendo caer.

Canción: El Pretorio.

Oración: Señor Jesús, como iglesia sabemos que somos tu Cuerpo, misteriosamente formado por la
acción del Espíritu Santo. Somos conscientes de que nos has encomendado la misión de prolongar tu
presencia y tu acción redentora en el mundo. Levántanos de nuestro acomodamiento, sacude nuestra
flojera, despierta nuestro compromiso de bautizados, haznos recordar que en lo más profundo del corazón
de la humanidad resuena el hambre de Dios. Ayúdanos a llegar con eficacia a todos, que,
complementándonos mutuamente, formemos una comunidad eclesial que ofrezca a nuestra sociedad
nuestra salvación, tu paz, tu cercanía. Amén.

Estación 10. Jesús es despojado de sus vestiduras.


V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 33 -36.

Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir «La Calavera»), le dieron a beber vino
mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa
echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo.

Reflexión: La vulnerabilidad y el sufrimiento que Jesús experimentó nos invita a reflexionar sobre la
humildad y la entrega total a Dios, Jesús es despojado de sus vestiduras, una escena que nos habla de la
vulnerabilidad y la humillación a las que fue sometido. A través de este acto, Jesús nos muestra que nada
de lo que tenemos es realmente nuestro, y que todo lo que poseemos es un don que Dios nos ha dado para
compartir con los demás. En esta vida, muchas personas intentarán despojarnos de nuestras creencias, de
nuestras convicciones, harán que nos sintamos desnudos en alma, pero, a pesar de todo esto, es importante
recordar que Jesús es claro ejemplo de que a pesar de tanto ataque, la entrega total nos hará salir adelante.

Oración: Espíritu Santo, reanima nuestros corazones con el fuego de la fe, fortalece a los cansados y a los
desanimados, aleja las asechanzas del maligno que nos roba la alegría de vivir. Enséñanos a tocar con tu
luz el corazón de varios hermanos nuestros que ya no tienen fuerzas para luchar, para vivir, para creer,
para amar. Que la alegría que das a nuestros corazones sea para compartirla con quienes más la necesite.
Amén.

Estación 11. Jesús es clavado en la cruz.

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del Evangelio según San Mateo 7, 37-42.

Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».
Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo
injuriaban y decían meneando la cabeza: «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días,
sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz». Los sumos sacerdotes con los letrados y los
senadores se burlaban también diciendo: «A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de
Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos».
Reflexión: En la sociedad actual, nos enfrentamos a una serie de desafíos que pueden parecer
insuperables; muchas veces luchamos contra la presión social, la discriminación, el acoso y la violencia.
Estos desafíos pueden hacer que nos sintamos solos, abandonados y sin esperanza. En la crucifixión, Jesús
no solo soportó un gran dolor físico, sino que también se enfrentó a la tentación de dudar de su propia fe.
En un momento dado, incluso se preguntó por qué Dios, su padre, lo había abandonado. Esta experiencia
de duda y dolor es algo con lo que podemos familiarizarnos y relacionarnos, pues hemos pasado
momentos en los que nos hemos llegado a preguntar si Dios nos ha abandonado.

Oración: Perdónanos, Señor, porque tu iglesia, santa porque Tú estas en ella, y todavía pecadora, porque
no aprendemos a descubrirte en los demás, a valorar la riqueza que Tú has puesto en ellos como regalo
para nosotros. Que el alimento de tu Cuerpo y Sangre nos de fuerzas para continuar aprendiendo de Ti a
renunciar a la violencia, a saber amarnos, a vivir en comunión, a hacer una verdadera comunidad eclesial.
Amén.

Estación 12. Jesús muere en la cruz.

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Del Evangelio según San Mateo 27, 45-50. 54.

Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde Jesús
gritó: «Elí, Elí lamá sabaktaní», es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo
algunos de los que estaban por allí dijeron: «A Elías llama éste». Uno de ellos fue corriendo; enseguida
cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían:
«Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo». Jesús, dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu. El centurión y
sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:
«Realmente éste era Hijo de Dios».

Reflexión: Jesús muere en la cruz y hasta con este último suspiro nos sigue enseñando, perdonando a
quienes lo crucificaron, invitando al ladrón arrepentido al reino de Dios, preocupándose por su madre y su
amigo, sintiendo dolor humano y pensando en la ausencia de su padre, le entrega su espíritu, porque a
pesar de esto el confío en sus planes, obedeció a la voluntad de Dios, dejándonos este hecho que es la
mayor lección de amor en la tierra y de aquí renace la vida.

Canción: Nadie te ama como yo.


Oración: Padre Bueno, mirando al Crucificado, la iglesia contempla la frágil condición humana asumida
por Jesús hasta las ultimas consecuencias. Él, el Señor crucificados, ha muerto como todos hemos de
morir. En esta situación límite confía en tu poder, Tú, Señor de la vida, “no dejaras a tu siervo
experimentar la corrupción del sepulcro”. ¡Cuánto has amado al ser humano para entregarle a tu Hijo hasta
la muerte! Enséñanos a morir a nuestro egoísmo, a nuestra soberbia, a nuestra apatía y a nuestra falta de
compromiso en la Iglesia y la sociedad. Te pedimos que nos des la fuerza para asumir nuestro
protagonismo en la construcción una Comunidad viva y vivificante. Amén.

Estación 13. Jesús es bajado de la cruz.

V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 54-55.

El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron
aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios». Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos,
aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle.

Reflexión: Nos encontramos forjando relaciones y amistades, en medio de esta etapa, nos olvidamos de la
importancia de la comunidad y el apoyo mutuo. Jesús, necesitaba la ayuda de otros para ser bajado de la
cruz y ser enterrado. De la misma manera, cuando nosotros enfrentamos momentos difíciles, es importante
recordar que no estamos solos y que necesitamos la ayuda y el apoyo de nuestra comunidad. En momentos
de dolor, la comunidad puede ofrecer consuelo, compasión y fuerza para seguir adelante. Jesús nos invita
a estar presentes para los demás, a brindar nuestro tiempo y apoyo a aquellos que lo necesitan y a ser una
fuente de fortaleza y esperanza en momentos difíciles.

Oración: Señor Jesús, hemos escuchado tu llamada a seguirte; en la Eucaristía compartimos tu Cuerpo y
Sangre, entregados para salvación del mundo; sabemos que quieres que vayamos a todos a predicar la
Buena Noticia de amor. Como comunidad, como Iglesia tuya, queremos ser signo e instrumento de tu
salvación. Concédenos a chicos y grandes, a jóvenes y adultos, a todo tu Iglesia, tu Santo Espíritu, para
que, con sus dones, construya la unidad y nos impulse a entregar la vida contigo para la salvación del
mundo. Amén.

Estación 14. Jesús es sepultado.


V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Lectura: Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 57-61.

Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de
Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces
José tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se
había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue.
María Magdalena y la otra estaban sentadas frente al sepulcro.

Reflexión: Este momento es un recordatorio de la pasión y entrega que Jesús tuvo por nosotros, al aceptar
el sacrificio de su vida por nuestros pecados. Más allá de la tristeza y la conmoción que nos puede que nos
pueda generar, debemos recordar que la sepultura de Jesús nos muestra la importancia de la esperanza y la
fe. Jesús no fue abandonado ni olvidado. Su muerte no fue el final de su obra, sino el comienzo de una
nueva vida que nos da la oportunidad de alcanzar la salvación. Podemos reflexionar sobre nuestra propia
vida y la importancia de cultivar la fe y la esperanza en un futuro mejor. A menudo, enfrentamos
situaciones difíciles y dolorosas que nos hacen sentir como si todo estuviera perdido, pero debemos
recordar que así como Jesús fue sepultado, también resucitó al tercer día, demostrando que la vida es más
fuerte que la muerte y que siempre hay una luz al final del túnel.

Oración: Espíritu Santo, que dinamizas a tu Iglesia, concede a nuestra comunidad y apostolados la
fortaleza para vivir las dificultades y obstáculos como un paso hacia la vida. Que nuestra comunidad,
enriquecida por tus dones y carismas compartidos, anuncie, ante los vecinos, ante quienes son indiferentes
o se han alejado, que es posible salir del sepulcro, vivir una nueva vida, salir de las tinieblas, y ser
misionero de Jesús, de su vida y su Evangelio. Amén.

También podría gustarte