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LA NARRACIÓN 8

Toda narración presenta una serie de características distintivas: un narrador organiza un

conjunto de hechos en un relato, que se inicia con uno o más agentes –sujetos reales o
ficticios,

animales u objetos- ubicados en un marco espacial y temporal. Esta situación inicial se

modifica por la aparición de una dificultad. Para resolverla, los personajes llevan a cabo

acciones que provocan un cambio respecto de la situación inicial.

Un relato despierta nuestra atención solo si cumple con el criterio de interés: nadie se

sentiría dispuesto a escuchar una historia llena de obviedades, de acciones previsibles como la

preparación del desayuno o el viaje en colectivo para llegar a la escuela. Pero estas situaciones

rutinarias se convertirían en interesantes si en el transcurso de ellas surgiera un hecho

inesperado.

ESTRUCTURA DE LA NARRACIÓN

El marco narrativo puede ser considerado en dos niveles: el marco más global, donde se

desarrolla la totalidad de la acción, y los marcos particulares, que van cambiando cuando se

altera alguno de los tres componentes del marco. Los personajes ubicados en un marco se

encuentran en una situación inicial, que indica su estado anterior a la complicación y da pie al

avance de la narración. Una vez planteada la complicación, los personajes deben llevar a cabo
las

acciones necesarias para lograr la resolución de esa dificultad.

Todo texto presenta una complicación central, habitualmente denominada “nudo”, y una

resolución final, conocida como el “desenlace”. Pero el desarrollo narrativo se produce

mediante el encadenamiento de numerosas complicaciones y resoluciones parciales.

El conjunto de situación inicial, complicación y resolución se denomina suceso. Un suceso

ocurrido en un marco determinado conforma un episodio, por lo cual cada vez que un suceso

cambia de marco, se produce el cierre de un episodio y el inicio de otro nuevo. El

encadenamiento de los episodios compone la trama narrativa, que concluye con un estado

final o resolución global.

Intercaladas en la trama, aparecen las evaluaciones del narrador -comentarios,

opiniones-, que no constituyen acciones sino la reacción del narrador frente a los hechos
narrados. Por último, algunos textos narrativos se cierran con una conclusión que resulta

particularmente visible en las moralejas de las fábulas.

Pgs. 86 a 88: reelaboración del trabajo en coautoría con María Inés González.

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AUTOR Y NARRADOR 9

El narrador es el primer rasgo que caracteriza la ficción narrativa -cualquiera sea el

subgénero- y permite distinguirla de otros géneros literarios. Una obra de teatro, por ejemplo,
al

igual que un cuento o una novela, también presenta una sucesión de acciones ejecutadas por

personajes en un marco espacio-temporal, un conflicto y su resolución, pero la diferencia

sustancial entre ambos géneros es que en el texto teatral no se recurre a un narrador para

desplegar ese conflicto, sino que este es representado por los personajes (encarnados por los

actores, durante la puesta en escena).

El narrador de un relato ficcional no es nunca el autor del texto. Las narraciones ficticias

– a diferencia de otras que no lo son, como la crónica, la biografía, la anécdota, las memorias-

crean una situación comunicativa interna, que funciona como una especie de espejo de la

situación comunicativa real, con su propio emisor –el narrador, que “habla” en el interior del

texto- y su receptor –el narratario, que “escucha”, imaginariamente, dentro del mundo
ficcional-.

Puesto que se trata de una enunciación ficcional, narrador y narratario no deben confundirse

con autor y lector, participantes de la situación o enunciación literaria.

HISTORIA, RELATO Y ENUNCIACIÓN

En un texto narrativo ficcional es posible distinguir tres niveles: a) la historia: b) el relato,

discurso o enunciado y c) el acto narrativo o situación de enunciación.

a) Historia: es la sucesión de acciones en un orden cronológico ideal; el significado o

“contenido” narrativo. Responde a la pregunta “¿qué pasó?”.


b) Relato o discurso: es el producto material –enunciado o texto- en el que el narrador ha

organizado las acciones que componen la historia. Para convertir una historia en discurso el

narrador apela a una serie de operaciones o estrategias, que dependen, entre otros factores,
del

efecto que quiere producir. Así, por ejemplo, el narrador puede elegir alterar el orden en que
los

hechos se dan en el tiempo de la historia, mediante retrocesos o anticipaciones respecto del

“tiempo base”.

c) Acto de enunciación narrativo o narración: es la situación real o ficticia en que el

narrador lleva a cabo el acto de narrar la historia. Con la narración, la historia –instancia

conceptual previa al discurso, sin existencia efectiva- se transforma en una entidad concreta.

Tomado de: María Inés González y Marcela Grosso “Introducción a las técnicas narrativas”,
Cuadernillo

para Introducción a los estudios literarios (3er. año), CNBA, 2009.

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SECUENCIA CRONOLÓGICA

En toda narración, el narrador dispone los sucesos de una determinada manera, con la

finalidad de contárselos a un receptor. Una misma historia puede ser narrada de diferentes

formas, según qué hechos seleccione y jerarquice el narrador, y según en qué orden decida

contarlos. Existen dos opciones básicas: contar los hechos en el orden en que ocurrieron, o

alterar el orden “real” adelantando o retrocediendo en el tiempo.

La secuencia cronológica es el ordenamiento que el narrador impone a los hechos en

una narración.

Uno de los recursos centrales para representar coherentemente la temporalidad es el

empleo de expresiones temporales. Las fechas, por ejemplo, le indican al lector un dato

temporal de manera explícita, que para ser comprendido no necesita relacionarse con ningún
otro

elemento del texto. También existen palabras o expresiones temporales cuyo punto de
referencia
es otro dato temporal incluido en el mismo texto (“tres días después”, “aquel mismo año”).

Otras expresiones temporales tienen como punto de referencia el momento en que el

narrador cuenta o escribe. A partir de este, el narrador se traslada a un tiempo anterior,

simultáneo o posterior. Estas expresiones, entonces, no ordenan los hechos de la historia sino
el

orden del discurso.

LOS TIEMPOS DE LA NARRACIÓN

Generalmente contamos un hecho después de que ocurrió. Por eso empleamos los

tiempos verbales del pasado. Si queremos hacer algún comentario acerca del momento en que

estamos narrando, recurrimos al presente (de la enunciación). También hacemos esto cuando

elaboramos una reflexión o una definición de validez universal o “eterna” (presente


atemporal).

Distinguimos, entonces, los tiempos de la narración y los tiempos del comentario.

Correlaciones en la narración en pasado

Decimos que los verbos establecen correlaciones temporales porque se combinan entre

sí para reproducir los diferentes momentos en que ocurren las acciones que nombran. En las

narraciones en pasado, que son las más comunes, los tiempos verbales deben combinarse del
siguiente modo:

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