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“libertad de información y expresión”. Jamás estuvo tan claro “el
detalle” que esas son cosas que las potencias occidentales le
exigen a los demás, a los débiles, pero que los débiles no deben
exigirles a ellos.
Una vez más con novísima tecnología, pero con añejo contenido se
cumplía aquello que en la guerra la primera víctima es la verdad.
Ante tanta histeria, lo que predominaba era el chantaje y el miedo,
en esas condiciones cualesquiera que se atreviesen a cuestionar la
matriz y balbucear que tal vez los rusos fueron provocados, se
exponían a ser considerados como una especie de “traidores”.
A pesar de todo esto, según reza el refrán, “la mentira puede correr
todo un año, pero la verdad la alcanza en un día”, poco a poco,
comenzaban a llegar imágenes de los crímenes y atrocidades
cometidas contra la población civil por las hordas georgianas en su
agresión sorpresiva a la capital de Osetía del Sur, Tsjinvali, con
participación de mercenarios gringos, ucranios y otros socios de la
OTAN, incluyendo apoyo militar de Israel. Entre otras pruebas
fueron encontradas evidencias digitales en celulares en posesión de
militares georgianos muertos en su retirada, donde se podía
apreciar claramente como un oficial georgiano les daba órdenes a
las tripulaciones de los tanques para que arrasaran con las
viviendas de los osetios, que buscaran “blancos” y descargaran su
mortífera metralla. Como el sol “no se puede tapar con un medio”,
se estaba abriendo paso la verdad y que el agresor era realmente el
sanguinario régimen de Georgia que no tuvo ni el escrúpulo de
ocultar sus intenciones de “limpieza étnica”, pues la operación
militar tuvo el nombre código de “Clean Field”, o sea “campo limpio”.
Comenzaban a llegar las informaciones que indudablemente
demostraban cómo la agresión había sido cuidadosamente
preparada por el gobierno de Georgia, sus socios de la OTAN y el
gobierno imperial de Bush. Georgia había sido armada hasta los
dientes. El fondo del problema eran los espurios intereses
económicos energéticos de las transnacionales yanquis y sus
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socios ingleses que pretenden sacar mediante una extensa red de
oleoductos el petróleo del mar Caspio hacia occidente evadiendo el
territorio ruso y para lograrlo no se detenían en tumbar y
desestabilizar gobiernos dentro del espacio postsoviético, ya fuera
mediante las “revoluciones rosas, naranja o de otro color” o
mediante métodos con colores más obscuros y más brutales,
incluidas las limpiezas étnicas. De paso se completaba el cerco
militar de Rusia desde el Báltico hasta el Asia, mediante una
gigantesca red de bases militares y enclaves con armas nucleares.
Había que apresurarse, explotando la llamada “debilidad rusa” y
asegurando el protectorado energético – militar de Georgia como la
“llave de paso del petróleo” de la región centroasiática hacia
occidente. Para lograr ese fin había que incorporar a Georgia a la
OTAN, ya que según el plan, si ese país se hace miembro de esa
organización entonces se beneficia del estatuto de la OTAN que
prescribe que cualquier agresión contra uno de sus miembros se
considera una agresión contra todos los miembros, principio que se
invocó para acciones extraterritoriales de la OTAN, violatorias de
sus normas, cuando la invasión a Afganistán, con el pretexto que el
gobierno de ese país era “cómplice” de una agresión contra sus
miembros, en este caso EEUU. No importa que al igual que el caso
de Irak, después no apareciera ninguna prueba, pero ese “detalle”
ya no importaba, ya era un hecho consumado la agresión de la
OTAN. De igual forma se pretendía asegurar la “llave de paso
petrolera” y plataforma militar de la OTAN contra Rusia, asegurando
que una vez miembro Georgia de ese tratado, entonces “una
agresión rusa” se descartaba, pues Rusia no se atrevería a la
“locura” de una guerra que tuviese como enemigo a todos los
países de la OTAN juntos.
Solo había un problema, en el seno de la OTAN algunos de sus
miembros habían cuestionado la entrada de Georgia en esa
organización. Está claro que existen diferencias de intereses entre
sus miembros y a veces afloran contradicciones entre los intereses
de EEUU y de sus miembros que se ven muchas veces arrastrados
a servir a los intereses yanquis. Algunos de esos socios europeos,
como Alemania, son bastante dependientes del gas ruso. Y en sus
intereses no debería estar un conflicto innecesario con Rusia.
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Según alegaban algunos miembros, Georgia era un país con graves
conflictos en su seno, como la situación de Osetia del Sur y Abjasia
y en esas condiciones no podía ingresar a la OTAN. En tanto que el
Gobierno de Bush, representante de las grandes compañías
petroleras, está de salida y no tiene seguridad de quién estará en el
futuro próximo en la Casa Blanca, si el republicano McCain o el
demócrata Obama, entonces tenía que precipitar los
acontecimientos. Había que resolver antes “el conflicto de Georgia”,
una guerra relámpago que permitiera a Georgia tomar por la fuerza
esos territorios, un hecho consumado que permitiera dejar sin
argumentos a los socios que se oponían a la entrada de Georgia a
la OTAN y lograr su membresía en el plazo más breve de modo de
asegurar antes del retiro de la Administración Bush los intereses de
las grandes petroleras con el control militar de la “llave de paso
petrolera” del Cáucaso, la OTAN sería “usada” una vez más como
gendarme de los intereses de las grandes transnacionales yanquis.
En esta gran conspiración el Gobierno de Bush tenía de nuevo a su
servicio a su “cachorro” fiel, el Gobierno del Reino de la Gran
Bretaña, ya no tenía allí a su adorado Blair, pero el actual canciller
de ese país, David Milebend llamaba a una especie de cruzada
mundial contra Rusia, ante su “agresión a Georgia” debía ser
castigada y aislada por la “comunidad mundial”. De la reunión de la
Unión Europea (UE) el 1 de septiembre pasado parecía que el
llamado del canciller inglés sería escuchado, tronaban las
amenazas a Rusia. Pero cuando la reunión concluyó, nada de eso
había ocurrido. Si hubo una declaración retórica contra Rusia, pero
al máximo que se llegó fue al aplazamiento de las reuniones con
vistas a formalizar un acuerdo comercial general de la UE con la
Federación Rusa. ¿Qué había pasado? ¿Por qué no se cumplieron
los augurios de acciones contra Rusia? Naturalmente pesaron al
final los intereses de los socios europeos continentales que no se
querían ver arrastrados a un conflicto con Rusia para complacer
principalmente a los intereses anglosajones, sacrificando los
propios.
Pero además, no poca importancia tuvo que en los círculos de esos
países se comenzara a difundir una información más objetiva de lo
ocurrido realmente en el conflicto del Cáucaso. Se reconociera
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públicamente o no, ya se sabía que Georgia era el agresor, y la
acción de la Federación Rusa había sido legítima y de defensa.
Incluso algunos parlamentarios tanto de la UE como de EEUU
estaban molestos con la información manipulada que les habían
suministrado y exigieron una información a los órganos de
inteligencia de sus países que terminaron diciéndoles ciertas
verdades. Y esto es un “detalle” que no debemos perder de vista, es
un fenómeno que no es primera vez que ocurre, pero no con las
enormes dimensiones del actual intento, y es que la propaganda y
la mentira imperial tienen además entre sus posibles victimas no
solo a la gran opinión pública mundial, sino hasta sus propios
sectores de poder y de toma de decisiones, o sea pretenden
engañar hasta su “propia gente”. Deliberadamente les habían
ocultado a esos señores que tuvieron que tomar un mapa para ver
dónde estaba Osetia del Sur y Abjasia, que la legitimidad e incluso
la legalidad de esos territorios como territorios georgianos era
totalmente cuestionable. Son pueblos con su propia historia, idioma,
cultura y origen étnico diferentes a los georgianos,
independientemente que su cercanía geográfica y su pertenencia
mutua a la otrora Unión Soviética predeterminaran ciertos
elementos de relación mutua. Sus fronteras habían sido trazadas,
mediante ciertos voluntarismos históricos. Por ejemplo, Osetia del
Sur y Osetia del Norte que está en la Federación Rusa son de
hecho un mismo país. Además, ya en los años 90 en esos territorios
se habían efectuados referendos legítimos, donde la decisión
abrumadoramente mayoritaria era separase de Georgia.
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Hay que decir que la rusofobia es un arma del imperialismo yanqui
y sus aliados para sus planes de un nuevo reparto mundial sobre
todo de la conquista y dominio de sus zonas con recursos
energéticos. Otros ingenuamente, tal vez por falta de información
sobre estos asuntos al parecer lejanos a nuestras latitudes - o tal
vez no tan ingenuamente - con un discurso pretendidamente de
izquierda, han mordido el anzuelo y le hacen el juego al
imperialismo yanqui al situar a Rusia al mismo nivel que el
imperialismo norteamericano y crear la matriz que se trata de la
lucha entre dos imperialismos, por lo cual son igualmente culpables
y responsables. “No hay buenos, ni malos”. Lo cual nos recuerda
algo a la otrora teoría de los “dos imperios” EEUU y la Unión
Soviética como expresión del antisovietismo. No podemos
especular con cosas que no han ocurrido, ya que ese es uno de los
métodos preferidos de la manipulación mediática en Venezuela,
¿qué será Rusia en el futuro?, no somos adivinos, pero lo que
podemos decir con toda propiedad hoy es que de ningún modo
Rusia cumple con los rasgos que se le atribuyen a un imperialismo.
Más bien ha quedado descuartizada, pues más de un 25 % de los
rusos y partes legítimas de Rusia han quedado en otros territorios.
Esclarece mucho este punto observar como la oligarquía
venezolana rápidamente captó las orientaciones imperiales y se
apresuró a difundir la matriz de los “dos imperios”, así vemos que
una declaración del Movimiento 2D, “democracia y libertad” se dice:
“No obstante, más recientemente el jefe de Estado – (Presidente
Chávez) – saludó con entusiasmo la visita de una flota naval de
aquel país – (Rusia), añadiendo que “estaban abiertos los brazos”
para celebrar su presencia entre nosotros: En un contexto
internacional de renovadas tensiones entre las potencias militares
que no abandonan su lucha por zonas de influencia, dominadas
ambas por los complejos militares – industriales como en los viejos
tiempos de la Guerra Fría, este alineamiento con Rusia atenta
contra los intereses permanentes del Estado y de la nación
venezolana.”1
No es la primera vez que el imperialismo yanqui aplica aquello de
¡al ladrón!, para encubrirse él mismo. Sus propias víctimas o
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“Venezuela en el ojo del huracán XII”, Movimiento 2D “Democracia y Libertad”. El Nacional, domingo
24 de agosto de 2008. Nación/publicidad, página 5.
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enemigos son tildados de “imperialismos”. Recordamos que la
República Bolivariana de Venezuela ha sido acusada de
“imperialista” por el Departamento de Estado de EEUU,
manipulando lo que es el ejercicio legítimo de solidaridad con otros
pueblos hermanos del continente. Asimismo, la Cuba revolucionaria
también ha sido acusada de “imperialista” cuando ha ejercido la
solidaridad con acciones legítimas de densa de gobiernos agredidos
por el imperio y que han solicitado su ayuda incluida la militar como
ha pasado en África.
En Venezuela una organización otrora de izquierda, pero ahora
convertida en un peón de la CIA y de la oligarquía venezolana,
“Bandera Roja” enseña a sus miembros en sus lecciones políticas
que deben ser “antiimperialistas”, y por eso deben estar en contra
del “imperialismo cubano” que azota a Venezuela.
Nada más lejos de la verdad que poner al mismo nivel a Rusia con
el imperialismo yanqui. Nadie oculta que la Federación Rusa no es
la Unión Soviética y que es hoy un país capitalista y no un país
socialista, pero no hay fundamentos para sostener que tiene una
política de desestabilización del derecho internacional y del sistema
de naciones unidas. No nos confundamos hoy el verdadero
enemigo de los pueblos es el gobierno de EEUU y la OTAN. Del
hecho de que un país sea capitalista no siempre se desprende que
ya es imperialista. En nuestra región Venezuela cuenta con aliados
como Brasil y Argentina, allí existen gobiernos progresistas, pero
como países no han dejado de ser capitalistas. Más bien como ya
ha denunciado en diferentes ocasiones el Presidente Chávez fue el
propio imperialismo yanqui quien quiso hacernos creer que el
verdadero enemigo de Venezuela, no estaba en Washington, sino
que era el “imperialismo brasileño”.
Más bien, en el caso que nos ocupa, la propia Rusia se había
convertido hasta ahora en una víctima más de los planes
expansionistas y hegemónicos de EEUU que habían pretendido
incluso la propia desintegración del Estado Ruso y el saqueo de sus
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valiosos recursos. Para comprender mejor el significado de la
acción de Rusia habría que preguntarse qué habría pasado si Rusia
no hubiese reaccionado y permitido que se hubiesen salido con la
suya EEUU y sus secuaces. Seguramente se hubiese consumado
una limpieza étnica contra los osetios y abjasios, se hubiese
fortalecido la hegemonía del imperialismo yanqui en la zona y de
sus voraces transnacionales lo cual los haría más fuertes para
seguir tratando de avasallar al mundo y habría tenido un mayor
impacto para beneficiar la campaña del senador republicano
McCain que aspira a ser el heredero de Bush. Del mismo modo
hubiese beneficiado más los intereses del Gobierno Israelí y con
mayor fuerza seguir reprimiendo al pueblo palestino y conspirando
contra otros pueblos árabes y contra Irán.
Entonces se debe preguntar ¿A quién le hubiesen convenido tales
consecuencias? ¿A quién le conviene una derrota de Rusia? ¿Le
hubiese convenido a la OPEP que tanto le molesta al imperio? ¿Les
hubiese convenido a nuestros pueblos de Indoamérica y el Caribe?
¿Le hubiese convenido a la República Bolivariana de Venezuela?
En cambio la acción de Rusia paró en seco los planes hegemónicos
del imperialismo yanqui y de sus secuaces, lo cual redunda en
beneficio de los intereses del pueblo osetio y abjasio, de la
Federación Rusa y también de los pueblos de Nuestra América que
tanto han sufrido y sufren las agresiones del imperio del Norte.
Por eso no debemos ser reacios en reconocer la firme y valiente
actitud del actual Gobierno de la Federación Rusa, de su Presidente
Medviediev y de su Primer Ministro Vladimir Putin que sin vacilación
y pérdida de tiempo enfrentaron esta cobarde agresión del
imperialismo yanqui y sus secuaces. Sin vacilar debemos reconocer
la legitimidad de la acción de Rusia. Detuvo el genocidio del pueblo
osetio por parte del Gobierno títere de Georgia presidido por el
señor Saakashvili. Constituyó una respuesta defensiva a una
cobarde agresión perversamente planificada con el empleo brutal
de la fuerza contra una población eminentemente civil con escasa
defensa militar con el objetivo de producir una limpieza étnica.
Rusia defendió además legítimos intereses nacionales ante las
acciones violentas del imperialismo de EEUU y sus aliados por
establecer su hegemonía en la zona, rodear geopolíticamente a
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Rusia y dañar su integridad, así como la defensa a ultranza de los
intereses de las transnacionales petroleras anglosajonas.
Ante una conspiración internacional urdida por EEUU, el Gobierno
títere de Ucrania resultado de la llamada “revolución naranja”, el
Gobierno de Israel y el Gobierno georgiano resultante de la
“revolución de la rosas”, Rusia no tenía otra alternativa que
responder de la forma en que lo hizo. Es Rusia quien ha sido un
bastión de paz para el conflicto, defendiendo una solución
negociada y pacífica para el diferendo de Osetia del Sur y Abjasia.
En cambio ha sido el gobierno de Georgia quien ha acudido varias
veces a la violencia para solucionar el conflicto y que para ello contó
con el apoyo de EEUU y sus aliados.
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para diseñar la nueva bandera del país. Del otro lado del mundo las
fuerzas separatistas pro EEUU en Bolivia también se han
identificado con cruces bizantinas. Sospechosas coincidencias. Que
a nuestro juicio no son tales, sino patrones prefabricados por la CIA
para producir imágenes que causen inmediatas simpatías en la gran
opinión pública occidental, que se supone cristiana, con las fuerzas
reaccionarias pro EEUU, y que mediante esa operación simbólica
de los “buenos y los malos” lograr un apoyo acrítico de las mayorías
en esos países.
Ver imágenes:
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