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El dictamen —que deberá analizar (i) el alcance real, (ii) la legalidad, (iii) la necesidad, (iv) la
proporcionalidad, (v) la no discriminación y (vi) la coherencia con los principios informadores del
Derecho eclesiástico español de las medidas y de los instrumentos— explicará si las medidas
adoptadas constituyen una limitación o una suspensión de la libertad religiosa. Será defendido en una
intervención oral de 5’ por la persona que designe el Profesor.
Dictamen
Uno de los derechos que nos interesa mencionar es el derecho a la libertad religiosa,
reconocida como derecho fundamental en el artículo 16 de la Constitución Española que cita lo
siguiente:
“Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más
limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público
protegido por la ley.”
“La asistencia a los lugares de culto y a las ceremonias civiles y religiosas, incluidas las
fúnebres, se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar
aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares,
de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre
ellos de, al menos, un metro.
Por lo que dicho Real Decreto, como no puede ser de otra manera, no prohíbe la
asistencia a lugares de culto. Propiamente el artículo 11 de la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio,
de los estados de alarma, excepción y sitio, prevé limitar la circulación o permanencia de personas o
vehículos en horas y lugares determinados, o condicionarlas al cumplimiento de ciertos requisitos,
requisitos que vendrían completados por el artículo 11 del Real Decreto (respetar la distancia de, al
menos, un metro). De esta manera se permite a los católicos acudir a los respectivos lugares de culto
durante la vigencia del estado de alarma teniendo en cuenta la decisión voluntaria que puede adoptar
la Diócesis o de la parroquia de mantener cerrado al público en general los templos, decisión basada
en motivos de razonable seguridad y prudencia.
Por otro lado, los Reales Decretos en los que se prorroga el estado de alarma (476/2020, de
27 de marzo y 487/2020, de 10 de abril) tampoco limitan (como no puede ser de otra manera) el
derecho a la libertad religiosa, sino que simplemente se limitan a declarar la prórroga y establecer su
duración. Y la Orden SND/298/2020, de 29 de marzo, prohíbe los velatorios y limita la asistencia a
enterramientos a tres familiares. En su art. 1 deja bien claro que el objeto de tal orden ministerial se
limita a los funerales y velatorios. En consecuencia, no afecta en nada al resto de actos de culto.
En conclusión las medidas que fueron adoptadas durante la vigencia del estado de alarma no
vulneraron en ningún momento el derecho fundamental a la libertad religiosa ya que propiamente el
real decreto por el que se establece el estado de alarma, concretamente el artículo 11, trata únicamente
de evitar que se formen aglomeraciones en los lugares de culto y que se respeten las medidas de
seguridad y contención del virus. Es evidente que durante la vigencia de dicho estado de alarma había
una clara restricción de la libertad de circulación de los individuos pero en ningún momento se
restringe la asistencia a los lugares de culto por aquellos que quisieran acudir, sin embargo esto
generaba una clara confusión en la sociedad debido a la colisión entre ambos derechos. En definitiva,
no existe absolutamente ninguna norma que pueda servir para prohibir o suspender el derecho a la
Libertad Religiosa y, con ello, la asistencia a misas, adoraciones, etc.