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El mercado del arte, como lo he referenciado ya en mi conferencia y ensayo “la industria del
arte” es un asunto bastante complicado y si bien allí me referí de lleno a las artes plásticas y
a las galerías, también mencioné analogías en los campos de la literatura y la música. De
igual modo, en la conferencia sobre “la opinión” me acerco más a las artes escénicas y al
fenómeno performático en particular. Y ya para pasar al grueso de la columna no quisiera
dejar de recomendar también la conferencia sobre “poética de lo cotidiano” como
complementos, tal vez, o como supra elementos, de lo que expresaré a continuación.
Sin más dilaciones diré que Bad Bunny ha sacado este año tres álbumes, Yo Hago Lo Que
Me Da La Gana, que se convirtió en su eslogan (YHLQMDLG),”Las que no iban a salir” que
fue una contingencia dada a partir de un live realizado en su cuenta de instagram, y “El
Último tour del mundo” lanzado el 27 noviembre del año en curso. Para nadie es un secreto,
incluso para personas como yo, que no soy precisamente fan del género ni sus
representantes, que Bunny es todo un personaje y que es plenamente consciente de ello.
Es provocador, lúdico y osado. Musicalmente podría considerarlo bastante experimental, por
lo menos a mi me genera una sensación similar a la que, en su momento, me generó Don
Omar en comparación con otros intérpretes de reguetón (trap en el caso de Bunny) baste
con decir que en este último proyecto se puede apreciar dembow, hard rock, ska y house,
entre otras sonoridades. Pero como no soy músico, fashionista ni comentarista de
farándula, me dedicaré a hablar de la dimensión lírica de su ejercicio.
A diferencia de casi todas las cantantes de su medio, Martinez, es escritor de sus propias
canciones, y si bien estas per sé no tienen mucho mérito, una mula de orejas largas gana
prestigio ante los asnos (digo esto con el cariño que por las mulas tenemos las
antioqueñas). En “El último Tour del mundo” deja ver que él, como la mayoría de su público
más ferviente, es producto de la cultura pop contemporánea mezclada con el legado sonoro
y estético propio del caribe. Que en el mismo álbum sean mencionados Jack Black y Hector
Lavoe es un argumento sintético de ello. Ahora ¿A qué santo alumbras sus líricas? Pues
bien, versan sobre amor, dinero e identidad ¿Qué otra cosa podría necesitar esta alquimia
para convertirse en el oro de sus adeptos? ¡Ah sí! el rito y el flujo, cosas esenciales para él.
O por lo menos así lo ha manifestado en entrevistas cuando se le pregunta por su “secreto”
y cuando se le ha cuestionado por resultar a veces incongruente, falsario y anacrónico
(mercantilmente hablando). Como dato curioso: YHLQMDLG pudo haber tenido mejores
resultados si hubiese sido lanzada un día antes, pero para él primó el rito...de todos modos
tampoco le hizo falta haber tenido mejores resultados. Diría Rosa Luxemburgo que Bunny
se ha liberado de la espiral capitalista. Y con respecto a decir “cosas que no le corresponde
decir” como que quisiera comprarle a su novia un Bugatti sabiendo que puede hacerlo,
responde sencilla y humanamente: “Pero hubo un momento de mi vida en que fue así y eso
también es parte de mi”; como quien dice “la realidad como circunstancia dada no anula lo
real como devenir”.
Finalmente, y para no dejar pasar sólo como un apéndice más aquello del “flujo”, eso que él
nombra como lo “real”, diré que en el reconocerse como un sujeto en construcción y
permitirse exponer ese proceso individual, más allá de que consideremos buena o no su
música, le permite ganarse la atención de muchas personas que constantemente luchan
como diría Bauman por pertenecer y diferenciarse al mismo tiempo y que diariamente se
enfrentan al dilema de hacer aquello que desean o aquello que se les demanda desde
afuera de acuerdo con lo que socialmente se pide o con lo que de forma pretérita han dicho,
para no resultar desatinados o inconsecuentes.