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- TEMA 41 1

LAS FUENTES Y LOS ORÍGENES DE LA LITERATURA OCCIDENTAL.


LA BIBLIA. LOS CLÁSICOS GRECOLATINOS

1. INTRODUCCIÓN
- Curtius, en su obra Literatura Europea y Edad Media, afirma que hay una indisoluble continuidad de la cultura europea
(y en su marco, la literatura occidental), que nace en la vieja Grecia y se desarrolla hasta nuestros días.
- Pero la influencia grecolatina no se limita a Europa: la ampliación del concepto y de los alcances de la cultura europea se
extendió también hacia América a partir del siglo XV. Como señala Higuet, “la literatura, la mitología, el arte y el pensa-
miento clásicos contribuyeron a realizar la unidad intelectual de Europa y de las tres Américas”.
- Pero si bien el hilo conductor de esta continuidad es la tradición literaria grecolatina, esto no significa que no cuenten
otros materiales procedentes de otros orígenes: la cultura hindú se hizo por ejemplo presente en la época medieval a tra-
vés de apólogos y traducciones de los mismos; y la cultura árabe aportó modelos, formas y temas diversos a los poetas
occidentales, especialmente los españoles. Sin embargo, todas estas influencias se dan tardíamente en la Edad Media y
siempre a través de los canales compartidos con los de la tradición considerada como clásica.
- Para los griegos, la literatura era parte de la educación. Homero fue para ellos la “tradición”. Desde el siglo VI a.C. sus tex-
tos se convirtieron en texto escolar y la enseñanza se hizo portadora de la tradición literaria, circunstancia que será carac-
terística de Europa.
- Los romanos continuaron con esta práctica, y en la Edad Media se crearon epopeyas bíblicas a imitación de Virgilio que
fueron además base para la enseñanza del latín. Hasta nuestros días, la enseñanza europea incluye en sus programas el
aprendizaje de los clásicos literarios. Hasta fines del siglo XIX el núcleo de la educación eran la poesía y la prosa latinas, y a
veces griegas. La continuidad de la tradición grecolatina se da hasta nuestros días especialmente a través de la educación.

2. LITERATURA SÁNSCRITA
- Las más remotas producciones literarias de los pueblos indoeuropeos aparecen en la India, en lengua sánscrita, la más
antigua evolución conocida de las lenguas indoeuropeas, hacia el año 2500 a.C. El primer periodo de literatura sánscrita
es el llamado Védico, nombre derivado de la palabra “veda” (ciencia).
- Las obras literarias escritas de este periodo, conservadas gracias a su carácter religioso, se suelen dividir en tres grupos:
las Samhitea, los Brahmana y los Sutra. Los libros que constituyen el primer grupo, que son los más antiguos y que cons-
tituyen los Veda en sentido estricto, son cuatro colecciones de textos que recogen himnos, conjuros, cánticos y fórmulas
sagradas.
- Los Brahmana, explicaciones esotéricas de los sacrificios, forman una literatura litúrgica que se desarrolló en la India
entre los años 800 y 500 a.C. Como apéndice de los Brahmana nacieron los Upanishads, o enseñanzas de doctrinas
secretas, que de hecho son los más antiguos textos indios de filosofía.
- Al periodo védico corresponde, finalmente, los Sutra, obras que comprenden una serie de aforismos o breves fórmulas
mnemotécnicas, sobre gramática, ritos, astronomía, etc. que pretenden divulgar los principios esenciales del brahmanis-
mo frente a los progresos del budismo.
- Tras el periodo védico, la literatura india ofrece dos magníficos y extensísimos poemas épicos, el Mahabharata y el
Ramayana, que a lo largo de varias centurias sufrieron toda suerte de refundiciones y adiciones hasta adquirir su fisono-
mía definitiva en el siglo II d.C. y que perduran hasta hoy. El Mahabharata, en su versión definitiva, es considerado la
obra literaria más extensa del mundo, con más de doscientos mil versos, lo que equivale a treinta veces La Eneida. No es
fruto de un autor, ni de una escuela, sino de la actividad poética de varias generaciones.
- El Ramayana, pese a sus 24.000 estrofas, es menos extenso. Escrito en su forma primitiva por un poeta llamado Valmiki,
también recoge una serie de leyendas y de conocimientos teológicos y filosóficos.

3. LITERATURA BUDÍSTICA
- En el siglo VI a.C. el príncipe Siddharta, llamado luego Buddha (“el iluminado”) funda una nueva religión en el nordeste
de la India, tras haberse sometido a una dura vida ascética. Buda peregrinó por la India durante más de cuarenta años
exponiendo su doctrina, que fue conservada por sus discípulos en un principio oralmente y luego por escrito. Así se
constituyó la literatura canónica del budismo. Estos cánones están incluidos en una enorme obra que lleva por título
Tripitaka (las tres cestas).
- Dentro del canon budístico tienen gran interés los textos llamados Jakata, que describen las diversas transmigraciones
del alma de Buda. Una compilación de textos diversos y de diferentes épocas es el Lalita-Vistara. En este libro se expone
la historia de Buda, que tanta trascendencia habría de tener en las literaturas medievales cristianas con el nombre de
Barlaam y Josafat.
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4. LA LITERATURA GRIEGA
- Entre las literaturas europeas, la literatura de la antigua Grecia es la más antigua que realmente sobrevive y la que más
ha influído en la posteridad. Pero sólo poseemos unos fragmentos de esta literatura, una décima parte de lo que en otro
tiempo existió. Debemos la preservación de la cultura griega a los hombres cultos de Bizancio, que estudiaron y editaron
las obras heredadas de la Antigüedad.
- En la evolución y desarrollo de la literatura griega se suelen distinguir tres periodos, en los cuales se forjaron los géne-
ros literarios, las teorías poéticas y los recursos que aún subsisten en la literatura occidental:
· Primitivo o pre-ático (1000-500 a.C.), en el que se desarrollaron los tipos principales de poesía: épica, elegíaca, yámbi-
ca y lírica (mélica).
· Periodo ático o ateniense (500-320 a.C.),época de esplendor del drama (tragedia y comedia) y de los tres modelos
especiales de prosa literaria: historia, oratoria y diálogo filosófico.
· Periodo helenístico, que se subdivide en alejandrino (320-146 a.C.) y grecorromano (146 a.C.-565). Los dos primeros
periodos son los creadores. Éste cumple la función de transmitir y supone la relación con el cristianismo, al que pro-
porciona múltiples materiales y formas de expresión.

4.1. Poesía épica


- Los orígenes de la literatura griega se han perdido. Los griegos atribuían a Orfeo, Lino y Museo los primeros intentos de
canto, pero ni la Antigüedad conocía ya sus obras, ni la existencia de tales personajes está demostrada. Para nosotros la
literatura griega comienza con el nombre de Homero y las dos epopeyas que se le atribuyen: La Iliada y la Odisea.
- Ambas fueron compuestas hacia el siglo IX-VIII a.C. Su estilo, construcción e índole suponen un autor único. Este autor
parece que fue Homero, un habitante de la costa de Asia Menor. Por otra parte, es seguro que Homero no sacó la épica
de la nada, sino que su obra es la culminación de una larga tradición de bardos.
- Poesía hablada o recitada (del griego “épos”, “épe”: versos), la poesía épica fue especialmente apropiada para el relato
de las hazañas de los héroes en el periodo de la historia política griega caracterizada por la aristocracia guerrera, y fue
escrita en versos hexámetros, “heroicos”.
- Así, en la Iliada, de veinticuatro libros, se relata la indignación de Aquiles, la batalla de Troya y la muerte y rescate de
Héctor. La Odisea cuenta las aventuras de Odiseo (Ulises), después de la caída de Troya, de regreso hacia Ítaca, y su ven-
ganza contra los pretendientes de su esposa Penélope. En ambas historias, dioses, semidioses y hombres participan del
mismo mundo y de los avatares guerreros.
- Otro representante importante de esta época es Hesíodo (850-800 a.C.), que inaugura con Los Trabajos y Los Días el
género didáctico. Incluye en el texto preceptos sobre la labranza y la navegación , máximas morales y religiosas, un
calendario sobre días adversos y días propicios, etc. Partiendo de una experiencia personal dolorosa, el pleito de su her-
mano Perses por la herencia paterna y la corrupción de los jueces que fallaron, la obra supone un verdadero tratado de
moralidad, de economía familiar y del agricultor.
- Sin poseer los dones que caracterizan a Homero, Hesíodo puede ser caracterizado como el primer europeo que se
ocupa de la naturaleza en sí misma.

4.1. Poesía elegíaca, yámbica y mélica (lírica)


- Cuando hacia el siglo VII a.C. la era de las monarquías heroicas dejó paso al desarrollo de la democracia, la épica perdió
gran parte de su razón de ser, y la literatura experimentó un cambió importante. Las emociones y experiencias persona-
les sustituyen a las viejas historias guerreras. La primera manifestación de este cambio es el dístico elegíaco, variedad del
hexámetro dactílico, resultado de combinar un hexámetro y un pentámetro.
- Parece que el género de la elegía debe su nombre y cuna a la región de Anatolia. Elegía (de “élegos”) designaba inicial-
mente un canto melódico, una endecha fúnebre, que se acompañaba con flauta. Pero la elegía griega abarcó todo el
campo de los intereses humanos dando lugar a varios tipos: marcial (de guerra, representada por Tirteo); erótica (cultiva-
da por Mimmermo); gnómica (a la que dieron fama Solón y Teognis de Megara); funeral (de Simónides de Ceos). La cul-
minación de esta poesía personal se aprecia en un hombre de fuerte carácter: Arquíloco de Paros.
- La poesía lírica (mélica) era inseparable de la música. La cultivaron dos escuelas: la de Eolia y la de Doria. La primera
estuvo representada por Alceo y la poetisa de Lesbos Safo, que dieron su nombre a las estrofas alcaica y sáfica respecti-
vamente, ambas imitadas luego por Horacio. La poesía de Alceo y Safo fue escrita para ser cantada entre amigos. Safo,
que vivió en un ambiente de mujeres, consagró sus poemas a sus amigas, y como siente con pasión y profundidad, su
obra está llena de hondos y apasionados latidos. Frente a Safo, Alceo era un hombre de acción, dado a las guerras y pla-
ceres, cuya poesía resulta la expresión de su agitada existencia.
- Con Safo y Alceo acaba la poesía de Lesbos. Pero algo más al sur, con Anacreonte (563-478 a.C.) el arte de la canción
personal prosigue. Este poeta no escribe para sus amigos y al gente del lugar, sino para un mecenas que, cuando
muere, deja al poeta con la necesidad de buscar en otros lugares. La poesía se hace migratoria y más internacional.
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Además deben plegar sus propios gustos a los de aquellos que les pagan, por lo que la poesía va perdiendo su
tono íntimo.
- La escuela de Doria, caracterizada por su innovadora incorporación del coro, era una forma artística siempre asociada a
las ceremonias, que exigía a la vez pericia en la música, la danza y el verso. Fue cultivada por Alcmán y Estesícoro de
Himera. Éste último fijó el tipo regular de la lírica coral en tres partes: estrofa, antistrofa y épodo. También dorio fue
Arión, que desarrolló el ditirambo o himno coral en honor de Dionysos, ejecutado en torno a su altar por el coro.
- La culminación de este periodo está representada por Píndaro de Tebas (520), que abarcó todas las especies de la lírica;
pero es especialmente reconocido por sus cuarenta y cuatro “epinicia” (odas a la victoria): catorce olímpicas, doce pitias,
once nemeas y siete istmicas.

4.2. El drama. Tragedia y comedia


- El drama, término procedente del griego que significa “hecho”, “ejecutado”, proviene del culto a Dionysos, dios de la
vegetación, la fertilidad, la vid y el vino. El ditirambo, el canto festivo en honor de este dios, fue evolucionando hacia la
“tragoodía” o “canto de los chivos” y sería cantado por un coro de unas cincuenta personas que se disfrazaban como
tales machos cabríos.
- Tespis (530) introdujo un actor, quien conversaba con el director del coro o corifeo: así se inició el diálogo, el paso defi-
nitivo hacia el género. Progresivamente, el género se fue alejando hacia otros intereses: Frínico fue el creador de La
Caída de Mileto y de las Fenicias.
- Esquilo (525-456 a.C.) fue el verdadero fundador de la tragedia: inventó el segundo actor, aumentó el interés del diálo-
go y redujo la importancia del coro. La tetralogía, grupo de tres tragedias y de una sátira sobre el tema dionisíaco, fue
paulatinamente sustituida por la trilogía, tres piezas relacionadas por el asunto y representadas una tras otra en la misma
ocasión.
- La Orestíada es la trilogía de Esquilo formada por Agamenón, Las Coéfaras y Las Euménides. Además se conservan: Las
Suplicantes, Los persas, Los siete contra Tebas y Prometeo encadenado. Sublimidad, grandeza, profunda religiosidad,
audacia metafórica, son los rasgos más destacados del estilo de Esquilo. Sus personajes heroicos son empujados hacia su
propia ruina por el inexorable destino, por la Moira.
- Sófocles (495-405 a.C.) añadió un tercer actor y aumentó los coristas de doce a veinte; inventó las decoraciones escéni-
cas pintadas; introdujo la práctica de componer trilogías independientes entre sí. A su pluma se deben: Antígona, Ayax,
Traquinias, Electra, Filoctetes, Edipo Tirano, Edipo en Colono. Los personajes de Sófocles, modelados desde dentro, pue-
den ser víctimas de la ironía cuando suponen una situación distinta de la real. La ironía es un recurso propio de este dra-
maturgo.
- El tercero de los grandes dramaturgos es el racionalista y conmovedor Eurípides (480-406 a.C.), escéptico y crítico, muy
influido por el movimiento sofístico. Eurípides supo romper con las tradiciones en el tratamiento de los mitos, y en todos
sus dramas lucen sus “gnoomai”, sentencias, máximas de religión y moralidad. Su interés estaba en los seres humanos, y
su contribución a la evolución artística consiste en su amplia visión y su agudo entendimiento de hombres y mujeres.
- Se han conservado dieciocho piezas, entre las que destacan Medea, Hipólito, Ion, Ifigenia en Aulis, Ifigenia entre los
Tauros, Las Bacantes y Los Cíclopes, único drama satírico. En su propósito de conmover al público aporta recursos pro-
pios novedosos: el prólogo; el “deus ex machina”, deidad que provoca el desenlace; y el coro deja de ser mero especta-
dor de la acción para elevar odas a veces independientes.
- El desarrollo de la comedia también se inicia a partir del culto dionisíaco, de sus fases ligeras como las danzas y los can-
tos fálicos. Sus precedentes arcaicos son la comedia “megarense” de Susarión de Megara; las farsas de Epicarmo de
Siracusa o los mimos de tema costumbrista de Sofrón de Siracusa. A mediados del siglo V a.C. ya estaba en pleno apo-
geo este género en Atenas. En su evolución se distinguen:
· La comedia antigua (470-390 a.C.), representada por Aristófanes (448-380 a.C.). Sólo se conservan once piezas: Los
Acarnienses, Los Caballeros, Las Nubes, Las Avispas, La Paz, Las Aves, Lisístrata, Las Termoforias, Las Ranas, Asamblea
de Mujeres, Pluto. Lo característico de estas obras es el ataque por alusiones directas a personalidades de la vida
pública ateniense. El corifeo recitaba hacia la mitad de la obra una parábasis para discutir con el autor, o en nombre
del mismo, sobre un tema de actualidad candente. Entre otros, fueron víctimas de los ataques de Aristófanes,
Sócrates, Cleón y Eurípides.
· El arte de Aristófanes no tuvo sucesor. Lo sustituyó una verdadera comedia de costumbres que debía mucho a
Eurípides en sus sentimientos. La Media y Nueva Comedia se parecían mucho entre sí. La Comedia Media (390-330
a.C.) se consagra especialmente a la crítica de la Filosofía, de la Literatura o de los Mitos.
· La Comedia Nueva (390-330 a.C.) es comedia de costumbres. Sus autores, especialmente Menandro (343-293 a.C.)
crearon este género que hoy llamamos propiamente comedia. De Menandro no ha llegado ni una sola obra comple-
ta. Este tipo de comedia, a través de los latinos Plauto y Terencio, resucitará en el Renacimiento.
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4.3. La historia
- La historiografía griega, y con ella la occidental, se inicia con Herodoto (484-426 a.C.), llamado el “padre de la historia”,
que supo aprovechar los materiales que le ofrecieron los múltiples viajes realizados a lo largo de su juventud en la elabo-
ración de su Historia. Los cinco primeros libros relatan la expansión del Imperio Persa bajo Ciro; los cuatro últimos, el
choque entre Grecia y Persia, la sublevación de Jonia y las invasiones persas en Grecia. En total nueve libros dedicados
cada uno a una musa.
- Tucídides (470-396 a.C.) con su Historia; y más tarde Jenofonte (430-354 a.C.), discípulo de Sócrates, con su Anábasis y
con las Helénicas continuaron cultivando el género desde posturas más filosóficas. Tucídides escogió como asunto la
guerra del Peloponeso, por ser la guerra más trascendental que hasta entonces había acaecido. Jenofonte continuó la
historia de Tucídides hasta la caída de la supremacía tebana en el 362 a.C. Su obra es superficial y tendenciosa, con un
punto de vista convencional.

4.4. La oratoria
- La democracia conllevó la necesidad de cultivar la oratoria; quienes le dieron un carácter de arte fueron los sofistas.
Para preparar a sus discípulos para la vida política la incluyeron en sus planes de estudio y elaboraron manuales. No bas-
taba la facilidad de palabra. Además había que seguir ciertas reglas de construcción, y usar de estilos oratorios distintos
según las circunstancias.
- Oradores destacados fueron Antifón, Lisias, Iseo, Gorgias, Isócrates... pero los representantes por excelencia de aquel
mundo oratorio fueron dos hombres que siempre contendieron a lo largo de su carrera y de cuyas luchas conservamos
todos los documentos: Demóstenes (384-323 a.C.) y Esquines (390-325 a.C.).
- Estos oradores fascinaron a sus auditorios con sus dotes persuasivas y supieron formar a los ciudadanos para que por sí
mismos pudieran defender sus propias causas. A través de Cicerón, Isócrates modeló decisivamente la prosa occidental.

4.5. La retórica
- La retórica como arte de la persuasión se desarrolla en Grecia indisolublemente unida a la democracia y a la polis.
Empédocles de Agrigento, el sofista Gorgias y por fin Aristóteles van dando cuerpo teórico definitivo a la retórica; sus
lecciones perduran hasta nuestros días, en la interpretación de la lingüística de los textos.
- Según Aristóteles, la función de la retórica no es persuadir, sino encontrar los medios de persuasión para cualquier
argumento.
- Las partes de la retórica son:
· Inventio: búsqueda y hallazgo de los argumentos adecuados para hacer plausible una tesis. Se articula en cuatro partes:
Exordio o proemio, en la que se pide la benevolencia al auditorio.
Narratio, que informa al oyente del tema de la controversia y que debe deleitar, informar y conmover. Ha de
ser breve, clara y verosímil. Se han de tener en cuenta la persona, el asunto, la causa, el lugar, el tiempo, el
modo, y con qué medios.
Argumentación, centro del discurso persuasivo. Se aducen las pruebas de las tesis que se defienden o se refu-
tan las posiciones del contrario. Las pruebas pueden ser de hecho o signa, por inducción o exempla, por
deducción o entimemas. Los entimemas se caracterizan por la brevedad y por la recurrencia a premisas gene-
rales que se encuentran en los topoi, comunes o propios de cada disciplina.
Epílogo, en donde se expresa la conclusión del discurso mediante la recapitulación de los temas tratados y los
argumentos expuestos y a través del movimiento de los afectos del receptor con la indignatio, con la que se
despierta odio, o la conmiseratio, que suscita compasión.
· Dispositio: ordenación y distribución eficaz de los argumentos que puede darse de dos maneras: siguiendo un orden
natural, cronológico de los hechos, o artificial. La ordenación de los argumentos pueden ofrecerse de modo decreciente
(los argumentos más fuertes al principio y los más débiles después), creciente (a la inversa) o nestoriano u homérico (se
inicia y se acaba con argumentos fuertes, dejando los más débiles en el medio).
· Elocutio: es el plano de la expresión, de la forma lingüística de las ideas ya ordenadas, y el lugar de encuentro de la
retórica y la poética. En este nivel, la retórica trabaja con todas las figuras de dicción, gramaticales y de pensamiento, su
valor, su significación.

4.6. La prosa filosófica


- Las formas expresivas usadas por Platón y Aristóteles, sobre todo el primero, influyeron decisivamente en la literatura
posterior. En el estilo platónico de sus diálogos filosóficos están presentes la parodia, la exposición, la alegoría. Aristóteles
influyó más como teórico y crítico a través de su Retórica y su Poética. La Retórica, el “poder de descubrir en cada cosa
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los posibles modos de persuasión”, incluye un amplio estudio sobre el estilo y la composición, y sobre la metáfora.
La Poética define a la mímesis o imitación como lo fundamental de la poiesis, de la creación.

4.7. El periodo helenístico


- Desde la expansión imperial de Alejandro Magno, a fines del siglo IV a.C. hasta el siglo I d.C., se desarrolla el período
helenístico o alejandrino. El foco cultural se desplaza de Atenas a Alejandría, en Egipto; Pérgamo y Antioquía en el Asia
Menor; Samos, Siracusa y Pella de Macedonia.
- De un extremo al otro del vasto imperio se hablaba griego en la variedad koiné, basado en el dialecto ateniense.
- La biblioteca de Alejandría llegó a agrupar científicos, estudiosos y más de medio millón de obras: los autores clásicos
son estudiados minuciosamente, comentados y editados. En cierto modo, y a pesar de la quema de la biblioteca, la cul-
tura helenística se transmite a Roma; más aún, ningún romano culto podía prescindir de realizar estudios en Atenas o en
algún centro de la cultura helenística.
- La poesía helenística se caracteriza por su refinamiento, su erudición y su perfección formal en la que prevalece el prin-
cipio del arte por el arte.
- Entre los poetas más destacados se encuentra Calímaco de Cirene (310-240 a.C.), que escribió cerca de 800 libros en
prosa hoy desaparecidos. Sus Himnos reinterpretan poéticamente las peripecias de los dioses del panteón griego pero
con dosis de cotidianeidad. En Las Causas, imitado por Catulo, explica la relación de los mitos con las costumbres popu-
lares, ofrece un manifiesto poético en contra de los poemas épicos circulares.
- Apolonio de Rodas (n.279 a.C.) escribió el poema épico Las argonáuticas o Viaje de los argonautas: el texto supone
una gran erudición, acopio de datos míticos y legendarios, de leyendas locales, noticias de viajeros y geógrafos. Narra la
historia del vellocino de oro y su búsqueda por parte de Jasón y los argonautas, que lo recuperan con la ayuda de
Medea. Virgilio se inspiró en esta Medea enamorada para la elaboración de su Dido.
- Teócrito fue el creador del idilio, breves cuadros de plácidas escenas campestres dialogadas entre pastores, que arran-
can de piezas populares mediterráneas y que contienen nombres y anécdotas de pastores que reaparecerán en toda la
poesía bucólica posterior.
- La prosa alejandrina tuvo entre sus cultivadores a Teofrasto de Éfeso (370-287), discípulo y continuador de Aristóteles
al frente de su Academia. Su obra Los caracteres tiene un sentido moralizante, con cuadritos de costumbres que evocan
a Menandro.
- En la historia alejandrina destacó Polibio. Sus Historias estaban compuestas de cuarenta largos, de los que sólo se con-
servan cinco. Narra las guerras púnicas, con un gran apoyo documental.

4.8. Los primeros tiempos del cristianismo


- Frente al dominio político de Roma, la cultura y la literatura griegas perduran y se desarrollan en una actitud arcaizan-
te. Los escritores griegos mantienen el cultivo de su tradición y de su lengua, actuando como si no existiera Roma ni su
lengua.
- Las escuelas filosóficas atenienses intentaron recuperar, con mayor o menor éxito, la prosa griega de los tiempos de
Pericles, la oratoria clásica aticista, y muchos se inclinaron hacia nuevos géneros en prosa como la biografía, los tratados
sobre temas intrascendentes, juegos de disertaciones, etc.
- Filóstrato de Lemnos (160-245 d.C.) escribió una colección de libros de Vidas de los Sofistas y unos Iconos, descripcio-
nes de cuadros napolitanos. Su vida principal es la Vida de Apolonio de Tiana, especie de mago y profeta, en la que
muchos críticos han querido ver una parodia de la vida de Jesucristo, que ya se conocía por los relatos evangélicos.
- Plutarco (50-120 d.C.), de formación aristotélica, escribió en prosa con una tendencia a la mesura excesiva, al período
largo pero equilibrado. Escribió Morales, sobre temas diversos, y probablemente una larga serie de escritos y biografías
hoy perdidos. Pero su obra más conocida es Vidas Paralelas, donde combina, después de un prólogo, las biografías de
un personaje griego y de uno romano, con la posterior síntesis de semejanzas. Cada personaje está exagerado para ofre-
cerlo como paradigma moral o humano. Esta obra está entre las más leídas de la historia de la humanidad.
- Lucio de Samosata (125-192 d.C.) nació en la Siria ocupada por los romanos, pero escribió en el griego aprendido de
joven. Estudió en Jonia la cultura griega y dominó la prosa con maestría. Desde una posición crítica ajena a cualquier
partidismo, describe la vanidad y los defectos de los hombres y los critica de forma implacable. Escribe páginas breves
como el Elogio de la mosca, el Pleito entre consonantes, Sobre una equivocación cometida al saludar, Contra un igno-
rante coleccionista de libros, Arenga de la patria... Pero destacan sobre todo los “diálogos”, obras breves de inspiración
platónica pero contaminadas con la comedia, y a los que se consideran los precedentes más antiguos de la novela.
- Otros autores de este periodo son Caritón de Afrodisias, Jenofonte de Efeso, Jámblico y Aquiles Tacio, Apuleyo o
Heliodoro.
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5. LA LITERATURA LATINA
5.1. Los primeros escritores latinos
- La literatura romana es continuadora e imitadora de la griega. Los primeros monumentos literarios latinos se dan des-
pués de la primera guerra púnica (264-241 a.C.), época de florecimiento de la literatura helenística.
- Entre los primeros escritores en lengua latina está Livio Andrónico (240-207 a.C.). Fue esclavo de los romanos y luego,
ya liberto, funda una escuela en Roma donde enseña a los jóvenes la cultura griega. Tradujo al latín la Odisea en versos
saturnios y compuso varias piezas teatrales que se han perdido.
- Gneo Nevio (235-204 a.C.), de origen campaniense, compuso tragedias, comedias, y un poema épico en saturnios: la
Guerra Púnica. Se le considera el creador de la epopeya nacional romana. En la Guerra Púnica introduce digresiones
sobre el pasado mítico de Roma, con lo que augura la Eneida de Virgilio.
- En plena expansión romana sobre Grecia, Quinto Ennio (239-169 a.C.) cultivó la tragedia de tema griego, inspirándose
en Eurípides, y también algunas praetextae o de tema romano. Pero su obra más importante es Los Anales, largo poema
en hexámetros latinos y dieciocho libros sobre la historia de Roma desde su fundación hasta la guerra macedónica. Fue
imitado, admirado por Virgilio, Lucrecio, Cicerón, Tito Livio.
- En estos primeros años encontramos al más importante de los comediógrafos romanos, Tito Maccio Plauto (254-184
a.C.), nacido en la Umbría. De sus 130 comedias sólo nos han llegado 24. Son de tema griego pero tienen un tono satíri-
co, realista y divertido muy romano y popular. Por sus comedias de enredo circulan tipos humanos diversos y ricos en
matices. Su teatro es ante todo lírico, las escenas habladas son de una extensión muy inferior a las escenas cantadas o
declamadas con acompañamiento de música. La lengua es de corte popular y destaca la “vis cómica” de los personajees.
- Tal vez su obra más conocida es El Anfitrión, a la que denominó “tragicomedia”, la única de tema mitológico pero en
son de farsa: obra muy leída en las escuelas medievales, inspiró incluso otros anfitriones de Camoens, Molière,
Giraudoux, etc.

5.2. El purismo helenizante y las tendencias nacionales


- Durante el siglo II a.C. tiene lugar la conquista romana, primero sobre el oriente helenístico y luego sobre occidente.
Desde finales del siglo III a.C. destaca el influjo de pedagogos griegos en los jóvenes nobles romanos, lo que es visto con
desconfianza por la oligarquía romana. El helenismo, reprimido oficialmente, se confinó a círculos restringidos, y esto
produjo el distanciamiento entre la literatura y la lengua literaria con el pueblo.
- Mientras que la poesía ya contaba con importantes obras, la prosa, confinada a usos prácticos, ascendía difícilmente a
la dignidad literaria. Las obras de Catón el Censor (234-149 a.C.) se deben a su extraordinaria personalidad de soldado,
oficial y político, que contaba con el apoyo de la clase social agraria romana. Sus obras, de carácter moralista, se han per-
dido.
- El siglo II es la edad de oro del teatro latino: después de Plauto y Ennio, cuenta con un buen número de escritores de
talento, como los comediógrafos Cecilio y Terencio, y los tragediógrafos Pacuvio y Accio.
- Publio Terencio (184-159 a.C.) representa el primer modelo de clasicismo latino. Africano llevado como esclavo a Roma
y manumitido luego por su dueño, llegó a adquirir una sólida cultura, viajó para ello a Grecia pero murió en un naufra-
gio. Sus seis comedias son elaboradas cuidadosamente, reflexivas, atinadas y también inspiradas en la Comedia Nueva
griega, especialmente en Menandro. Andria, Hécira, El Eunuco, contienen finos retratos psicológicos, dirigidos a un
público culto y casi desprovistos de referencias romanas pero con una referencia ética constante. Su cuidado latín deter-
minó que sus obras fueran estudiadas a lo largo de toda la Edad Media; La Celestina revela una influencia decisiva de
Terencio.
- Durante el último tercio del siglo II a.C. nació en Roma el género satírico. El espíritu satírico y su expresión literaria ya se
habían cultivado en Grecia, pero los latinos, de espíritu crítico, iban a complacerse en él más que nadie. De entre todos
los creadores destacó Lucilio (180-114 a.C.).

5.3. Época ciceroniana


- En esta época, que abarca la vida de Cicerón (106-43 a.C.), la sociedad y política romanas sufren grandes agitaciones
(guerras civiles, dictaduras, proscripciones...), pero en la literatura se vive una época dorada. Todos tienden a la perfec-
ción clásica, combinación de arte griego y espíritu romano. Frente a la poesía, que se aparta de los gustos populares, la
prosa ha madurado con mayor rapidez e introduce las cualidades de la literatura griega en la actualidad de la vida roma-
na.
- La oratoria y la filosofía encontraron en Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) su mejor cultivador latino. Hijo de una familia
ecuestre de Arpino, de formación clásica y conservadora, tuvo vocación política y pasión por la filosofía. Fue el creador
de una prosa de periodo amplio, fluida, armoniosa y rica. En sus tratados filosóficos, muchos de ellos al estilo de los diá-
logos de Platón, demuestra la existencia de un espíritu refinado en la república romana y su formación junto a estoicos,
epicúreos y académicos.
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- Algunos de sus tratados son: Discusiones Tusculanas, sobre la inmortalidad del alma y con ocasión de la muerte
de su hija. De la amistad, De la vejez. En estas obras se perfila el sentido de la “humanitas” que condicionó el huma-
nismo. De República, con un Sueño de Escipión como cierre. Cicerón imita a Platón en su propósito de presentar teoría
filosófica y política conjuntamente, como fuentes de virtud y para restaurar las viejas virtudes romanas.
- En la oratoria, la obra de Cicerón supuso la reelaboración de la Retórica aristotélica y el desarrollo del pensamiento jurí-
dico. Entre sus obras mencionaremos De Oratore, Brutus, Catilinarias. También escribió varias epístolas.
- En el siglo I a.C. florecen en Roma dos importantes poetas: Lucrecio, arraigado a la tradición romana, y Catulo, atraído
por el helenismo. Lucrecio (98-55 a.C.) escribió De Rerum Natura, dividido en seis libros, en donde expone la doctrina
epicureísta, los principios del atomismo, reflexiona sobre el alma, las sensaciones, ataca la religión tradicional y la supers-
tición.
- Catulo (84-54 a.C.), procedente de una excelente familia de Verona, cultivó, al frente de los “poeti novi”, todas las for-
mas de lirismo refinado, inspirándose en Safo, en los poetas griegos alejandrinos y dirigiendo ataques mordaces a figuras
de su contexto como el propio César. De Catulo nos han llegado 116 composiciones.
- La Historia latina adquiere madurez y singularidad, ya que sustituye el verso por la prosa, cuenta con grandes obras y
autores y supone la aparición de varios modos de entender el hecho histórico. Se imponían nuevas tendencias contra el
ideal ciceroniano que preconizaba el estilo oratorio y los adornos retóricos. Nos encontramos ante autores puristas, neo-
áticos, como César, Salustio y Nepote.
- Julio César (100-44 a.C.), del que nos han llegados sus Comentarios sobre la Guerra Civil y sus Comentarios a la Guerra
de las Galias, escribe pensando en sus partidarios; pero se sabe que escribió muchas otras obras desaparecidas. Su estilo
es directo, preciso, con uso de descripciones, discursos, aunque su veracidad siempre queda en entredicho.
- Cayo Salustio Crespo (86-35 a.C.), de familia acomodada, fracasó en su vida política y se refugió en las letras. Partidario
de César y enemigo de Cicerón, escribió un tratado sobre la Conjuración de Catilina, con una visión opuesta a la ofreci-
da por Cicerón. También su estilo se opone: prosa de periodo breve, concisión, elipsis, anécdotas, imprecisiones históri-
cas en aras de una mayor viveza. Otra obra salustiana se refiere a episodios contemporáneos: la Guerra de Yugurta.

5.4. El clasicismo latino


- El clasicismo es un equilibio de pensamiento, sensibilidad y forma que da a la obra de arte un interés humano y una
difusión universal. Políticamente se da el paso de un régimen republicano a un principado: Octavio reafirmó la unidad
italiana e impuso la primacía de Roma sobre las provincias. En el 27 a.C. el Senado otorgó a Octavio el nombre de
Augusto, título que hasta entonces sólo se aplicaba a los dioses. Esto convirtió al imperio en una monarquía.
- En esta época la poesía latina llega a su plenitud, bajo el apoyo del Emperador y de Mecenas. Se creó un equilibrio
entre los refinamientos aristocráticos y los gustos populares. Los escritores ocupaban un puesto importante en la cultura
oficial de Roma. Los romanos determinaron para la posteridad la esencia del género elegíaco: lirismo moderado y bello
que concede gran importancia a las emociones del poeta. Su forma métrica característica es el dístico elegíaco.
- En cambio, la nueva organización política impulsa el declive de la prosa. La oratoria bajo la que se regía la vida de
Roma queda silenciada y la historia se convierte en sospechosa para el régimen.
- Hijo de una familia campesina de Mantua, Publio Virgilio Marón (70 a.C.) fue el poeta oficial de Octavio, bajo cuyo
mecenazgo compuso su obra cumbre: La Eneida. Destacó por tres obras: las Bucólicas, diez poemas de carácter pastoril
que configurarán los tópicos del género bucólico en el Renacimiento; las Geórgicas, en las que combinó los preceptos
rústicos, en especial los referentes al cultivo de los cereales; y la Eneida.
- La Eneida, obra suprema de Virgilio, en la que trabajó once años, es una epopeya perfecta. En ella relaciona el pasado
de Roma con Troya y con la mitología griega. Son doce libros en hexámetros donde se narran la salida de Eneas con su
padre a hombros del desastre de Troya, los avatares del héroe que tiene la misión de prolongar la progenie troyana en
la tierra prometida. A su paso por Cartago enamora a Dido, la abandona y ésta se quema en una pira. En los últimos
libros, Eneas casa con Lavinia, hija del rey latino; se suceden varias guerras con nativos y vence a Turno.
- Los personajes de la Eneida distan mucho de tener el carácter fabuloso de los griegos homéricos: lo psicológico sustitu-
ye siempre a lo mítico en el texto, con un detalle y un refinamiento expresivos insuperables.
- Quinto Horacio Flaco (65-8 a.C.), natural de Apulia, coexistió con Virgilio en el círculo de Augusto y Mecenas. Hijo de
un liberto acomodado, tuvo una refinada educación en Roma y Atenas. Su ideal griego era Arquíloco, al que imitó en
sus yambos de los Épodos. Horacio busca modelos clásicos. Su estilo es sarcástico, violento, y refleja los aspectos más
importantes de aquellos borrascosos tiempos, criticando a los nuevos ricos, a los avaros, a las hechiceras, a la guerra. El
épodo más conocido es el que comienza por “Beatus ille”, tan imitado posteriormente, con la exaltación de la vida retira-
da y el elogio del campo frente a la mundanidad.
- Las Sátiras, retoman el tono crítico pero hacia las costumbres y la moral: recoge momentos de su vida, sus discusiones
sobre filosofía, consejos gastronómicos, pinta la sociedad que lo rodea y hasta ironiza sobre sus propios defectos. En
estas sátiras está presente la influencia del griego Lucilio.
Las Odas horacianas están compuestas por más de ciento tres composiciones en metros diversos, distribuidos en cuatro
libros. Son de una gran hondura y sensualidad. Incluyen tópicos como el “carpe diem”. Viejos temas son tratados 8
desde un punto de vista nuevo y poético. Convierte en poesía todo cuanto le rodea: la vida social, la consulta a los
astros, la belleza fugaz, el patriotismo, héroes mitológicos como Paris y Helena...
- Las Epístolas son obras del ya famosísimo Horacio: la Epístola a los Pisones es el más completo tratado de Arte Poética,
que ha ejercido un poderoso influjo en toda la cultura literaria posterior.
- Coetáneo de Virgilio y de Horacio, Albio Tibulo (60-19 a.C.) escribe en sus Elegías la historia de sus amores con Delia,
lejos ya de elementos mitológicos o eruditos. Imita fuertemente a Virgilio.
- Ovidio Nasón (43 a.C.-17 d.C.) descendía de una rica familia ecuestre de Sulmo. Escribió obras de gran trascendencia,
frecuentemente imitadas por la literatura occidental: una elegía, las Tristes, los sentimentales y a veces procaces versos
de los Amores; las Heroidas, doce cartas de enamoradas mitológicas (Fedra a Hipólito, Dido a Eneas, etc.); el Arte de
amar, en donde las alusiones mitológicas tienen un sentido en la exaltación de la vida amorosa, los filtros, los consejos
para la seducción, etc.
- Las Metamorfosis son poemas en hexámetros en los que parte de la creación del mundo hasta la muerte de César, y
escribe una especie de historia de la mitología a través de la narración de 250 leyendas entrelazadas que tienen en
común que en ellas se opera algún tipo de metamorfosis: Dafne en laurel, Narciso en flor, Atlas en montaña, etc.
- En prosa destacó Tito Livio (59 a.C.-17 d.C.), nacido en Padua, en un ambiente burgués, de ideas republicanas. Los 142
libros de la Historia de Roma (Ab urbe condita), que iban desde los orígenes hasta el año 9 a.C., aparecen en grupos, a
menudo de 5 ó 10 libros, formando un todo: es la llamada división por décadas. De esos 142 libros sólo nos han llegado
32. En esta obra exalta las gestas de los héroes del pueblo soberano del mundo, según sus propias palabras, con tono
mesuradamente retórico, estilo vivo y período ciceroniano.
- Otro género poético representado en Roma es la fábula, representada por Fedro (10 a.C.-50 d.C.), que imita al griego
Esopo. En sus fábulas, bajo el pretexto de una actitud moralizadora, se da la sátira a su época, a los gobernantes, a los
delatores e intrigantes, a los vanidosos, etc. en figura de animales que hablan.

5.5. Literatura post-augusta


- Octavio Augusto muere en el año 14 d.C. Los reinados siguientes están llenos de tragedias y representan las tentativas
por consolidar la monarquía en Roma. Administrativamente, el imperio aparecía consolidado y Roma se transformaba en
una gran ciudad cosmopolita. En cuanto a las letras, aunque la nobleza, que desde hacía siglos apoyaba la literatura,
desaparece bajo la presión del emperador, aumenta la sociedad ilustrada que garantiza público para los escritores. La
escuela favorece una unidad intelectual en una época que, ideológicamente, es más griega que romana.
- La prosa filosófica y el teatro moralizante están representados por el filósofo cordobés Lucio Anneo Séneca (4 a.C.-65
d.C.): desterrado por Claudio, fue maestro de Nerón, a quien dedicó su De Clementia, y fue empujado más tarde al suici-
dio por el mismo emperador. Entre sus tragedias destacan: Hércules furioso (que inspiró a Ariosto), Las Troyanas, Las
Fenicias, Medea, Fedra, Edipo, Agamenón, Tiestes y Hércules en el Eta, inspirados en Eurípides, de fuerte sabor morali-
zante estoico, excesivo realismo, escenas truculentas y tono retórico.
- Lucano (-45 d.C.), sobrino de Séneca, nació en Córdoba y fue educado en Roma. Al igual que su tío fue obligado a sui-
cidarse, acusado de haber participado en la conjura de Pisón. Su obra más destacada es un poema épico, la Farsalia, que
narra la guerra civil entre César y Pompeyo.

5.6. El nuevo clasicismo


- A la muerte de Nerón siguieron terribles guerras civiles. La libertad romana es relativa, y tampoco la oratoria goza de
gran libertad. La literatura es laudatoria y gubernamental. Los autores se vuelven hacia un nacionalismo que se manifies-
ta en una aversión a Grecia y Oriente que revela el miedo a un cosmopolitismo que tenía el inconveniente de las disgre-
gaciones. Por tanto, literariamente este periodo se presenta como una reacción clásica contra las innovaciones del reina-
do de Nerón. Pocos son los autores que destacan en este ambiente de reacción.
- Uno de ellos fue Quintiliano (30-95 d.C.), nacido en Calahorra, que abrió una escuela de retórica en Roma, de gran
fama. Su creación más famosa, De Institutione Oratoria, es una obra sobre retórica reiteradamente imitada, y uno de los
primeros ejemplo de historia de la literatura. Analiza también cuáles han de ser los principios sobre los que ha de basarse
la educación en los jóvenes.
- A partir de Trajano, la oratoria, convertida en puro quehacer académico, decae definitivamente, y la historia, por el con-
trario, se revela con todo su vigor. Cornelio Tácito (55-120 d.C.) encontró en ella el auténtico vehículo de expresión de su
alma. Llegó a ser senador. Su Diálogo de Oradores es un ensayo de crítica literaria escrito al modo ciceroniano. Su obra
más importante, Vida de Julio Agrícola, introduce el género biográfico latino al tiempo que le permite evocar los viejos
principios morales de la Roma antigua. Escribe también Anales e Historiae, en las que presenta la historia de los reinados
de Tiberio, Claudio y Nerón. En la Germania, hace un cuadro etnográfico y geográfico de las tribus de más allá del Rin.
- El género biográfico será también cultivado por Suetonio, secretario de Adriano, con sus famosas Biografías de los
emperadores romanos: Los doce Césares. La prosa científica tendrá también a Plinio el Viejo, con su Historia Natural, y
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Plinio el Mozo.
- La sátira narrativa tenía suficientes motivos para su desarrollo en plena decadencia imperial: el Satiricón de Petronio
reflejará los elementos más sórdidos de la decadencia imperial, así como los Epigramas de Marcial, las agrias sátiras de
Juvenal, de un vigoroso realismo, y las seis Sátiras de Persio, en las que critica la relajación moral de la etapa de Nerón.

5.7. Influencia de los clásicos grecolatinos en la literatura occidental


- La literatura en lengua griega mantiene una especial continuidad en el Imperio Bizantino hasta el siglño XV. En
Constantinopla abundan, a partir del siglo V, los retóricos, los gramáticos, los recolectores de sentencias, proverbios y
crestomatías, los comentaristas y escoliastas del mundo clásico.
- En Occidente la continuidad se da a través del latín, y en especial de algunas obras o autores, sobre todo Boecio,
Casiodoro y San Isidro. Boecio (480-542) escribió La Consolación de la Filosofía, uno de los libros más leídos en la Edad
Media.
- Casiodoro (490-583) fundó en Calabria un monasterio para poder salvar la tradición antigua a través de su magisterio
de las artes liberales y de las ciencias sagradas.
- La monarquía visigótica española ofreció condiciones especiales a la cultura hispanorromana por su pronta cristianiza-
ción. San Isidoro de Sevilla eleboró Biografías de Hombres Ilustres inspirada en San Jerónimo y una Historia de los godos.
Pero su obra más importante es el tratado de Etimologías, veinte libros en los que condensa todo el saber de la época
con datos extraídos de autores clásicos y cristianos.
- Las órdenes monásticas fueron, desde su fundación, esenciales conservadores del pasado clásico. San Gregorio el
Grande (540-604), elabora el pensamiento medieval en muchos sentidos: sus Diálogos tratan vidas de santos; reformó el
calendario; fundó innumerables monasterios con extraordinarias bibliotecas.
- El latín se confirma como lengua de cultura y los dialectos regionales romances se desarrollan paralelamente durante
toda la Edad Media. La cultura se conserva en las copias monásticas y en la lengua de unidad latina. Alrededor de la
Iglesia y sus instituciones, de su obra de conversión en tierras cada vez más lejanas, el latín se afianza como lengua
sagrada.
- En el siglo XIII se crean las universidades, como consecuencia de la evolución de las más importantes escuelas urbanas
en muchas de las cuales se había efectuado durante el siglo XII una gran labor de traducción. Desde mediados del siglo
XI buena parte del pensamiento del mundo griego antiguo y el redescubrimiento de Aristóteles y del pensamiento clási-
co antiguo, a través de los musulmanes y de las escuelas de traductores, abrirán progresivamente la senda hacia el
Humanismo. En España fue importante la labor de la Escuela de Traductores de Toledo.
- En la Grande e General Estoria de Alfonso X sorprende la influencia de las Metamorfosis de Ovidio, de alto contenido
alegórico. También aprovechó el monarca a Plinio por su interés hacia las ciencias naturales.
- Una prodigiosa revalorización del pasado gracolatino acontece con la personalidad y la obra de Dante (1265-1321),
aunque trascendió su contexto histórico. La Divina Comedia es un gran poema al modo de la Antigüedad, escrita en
una lengua vulgar, en la que se conjugan tópicos, motivos, recursos y sentido de la literatura clásica. Es un poema teoló-
gico, alegórico, de presupuestos bíblicos, que tiene como principal fuente grecolatina a Virgilio, su maestro. También
está presente la obra de Boecio.
- En el Renacimiento, la expansión de la cultura grecolatina se da como veneración por la Antigüedad, que los llevará a
imitar el modelo antiguo, a reverenciar a sus sabios y a sus libros. La traducción, la imitación y la emulación fueron los
canales de la influencia clásica. Y los humanistas se imponen el deber de dominar el latín clásico y el griego.
- El descubrimiento de las formas literarias antiguas, la exploración de la historia y la mitología clásica en la búsqueda de
los modelos a imitar es constante en la época y marca el inicio de la Edad Moderna. Petrarca (1304-1374) es el paradig-
ma del humanista platónico, ciceroniano y cristiano, como se manifiesta en su Cancionero, en lengua vulgar, de tanta
influencia en la literatura occidental; y sobre todo en sus obras en latín: De Vita Solitaria y Bucolicum Carmen.
- Boccaccio (1313-1375) se entregó desde joven a la lectura de Apuleyo y Tito Livio, de las Heroidas de Ovidio y de todos
los textos latinos de las bibliotecas de su ciudad, Florencia. Incluso ya en sus últimos años se dedicó a búsquedas filológi-
cas y copió textos de Tácito. El vitalismo del Decamerón refleja una inspiración lucianesca e inaugura un género; la églo-
ga clásica está presente en su Ninfale d’Ameto.
- La renovación de las formas supondrá en muchos casos la recuperación de las propias de la Antigüedad: la poesía
bucólica en Garcilaso, en Montemayor; la épica culta de Ariosto y de Tasso, etc.
- El teatro humanista del Renacimiento es revelador del entusiasmo por la cultura grecolatina del siglo XVI, sobre todo de
Plauto y de Terencio, a los que se imita hasta la saciedad. En España floreció bajo Felipe II y desapareció con la creación
del teatro nacional por Lope.
- Los clásicos de Shakespeare constituyen una gran mayoría entre sus treinta y seis obras teatrales. En estas obras está
presente la influencia de Séneca y el tema del Anfitrión de Plauto. Pero la Antigüedad clásica está presente especialmen-
te en sus “obras medias”: Troilo y Crésida, Julio César, Hamlet; y en las tragedias mayores, Timón de Atenas, Pericles.
- En el Barroco la influencia clásica grecolatina se manifiesta en géneros, temas, motivos, actitudes, recursos, etc. La 10
tradición grecolatina proporcionó temas y motivos que van desde la trama de una tragedia hasta el minúsculo
motivo ornamental de un vaso o un mueble. También proporcionó formas: la tragedia, la la comedia, la sátira, el retrato
de caracteres, el discurso, el diálogo filosófico, la oda pindárica y horaciana.
- El estoicismo proporcionó ejemplo moral; los jesuitas de esta época también contribuyeron con el estudio de los clási-
cos a este objetivo.
- El uso de principios clásicos formales, como norma estética, dejó de ser un freno regulador para convertirse en parali-
zante: por ejemplo, la tragedia barroca se sujetó en nombre de Aristóteles a cierto número de preceptos que Aristóteles
nunca había concebido como tales.
- La tragedia barroca fue intensamente clásica: escritas en inglés, francés o italiano, fueron elaboradas por escritores de
fuerte educación clásica, dependieron de los motivos y de los temas mitológicos grecolatinos y rezumaron estoicismo.
Corneille, Racine y Milton incorporaron en sus obras la tradición clásica.
- La sátira barroca se inspira, asimismo, en la sátira clásica, género creado por los romanos con su sentido moderno. Las
sátiras barrocas en prosa adoptan casi siempre la forma de otro género literario: Swift, Voltaire, La Bruyere o Gracián cul-
tivaron esta sátira.
- La prosa barroca de los siglos XVII y XVIII evolucionó significativamente tomando como paradigmas estilos clásicos.
Prueba de la madurez de la prosa de este periodo es Baltasar Gracián.
- Las dos escuelas de prosa barroca se inspiraron en los clásicos: la primera escuela se fundaba en Cicerón, y la segunda
en la Grecia ática, que tuvo al más importante representante del Imperio romano en Séneca, tras la muerte de Cicerón, y
también en su sobrino Lucano y, más tarde, en Tácito. En el Renacimiento triunfó Cicerón, pero el uso de las lenguas
romances obligó a un cierto distanciamiento respecto de Cicerón, que resultaba demasiado ampuloso en las nuevas len-
guas, y hubo una inclinación favorable a Séneca y Tácito.
- Las alusiones temáticas son constantes en la prosa barroca y los recursos clásicos ciceronianos estaban siempre presen-
tes en los discursos de la época: simetrías, paralelismos, bimembraciones, antítesis, clímax... En la novela, la inspiración
queda de manifiesto en El Quijote de Cervantes, en el Telémaco de Fenelon, en Tom Jones de Fielding.
- El periodo neoclásico abarca la segunda mitad del siglo XVII y el siglo XVIII. En esta época cambia la visión del mundo
en toda Europa, en parte por impulso de la revolución científica copernicana. Los ojos se vuelven ansiosos, imitadores, al
pasado glorioso de la Antigüedad en distintos tiempos según el país.
- El arte como modelo, mímesis, que ha de deleitar aprovechando, se da como objetivo en la Poétique de Boileau, verda-
dero código de la época, tanto como en las fábulas de La Fontaine. Las tres unidades dramáticas son artículo de fe; los
personajes de la literatura clásica reaparecen en las obras trágicas que ya no pueden confundirse con lo cómico.
Corneille, Molière y Racine aceptan esta preceptiva y crean un teatro clásico entendido como nuevo clasicismo. En
España, Luzán, Samaniego y Moratín, entre otros, imitan estos moldes que limitan la creatividad y crean un teatro clásico
entendido como nuevo clasicismo.
- El Romanticismo (s. XIX) se fue gestando desde la segunda mitad del siglo XVIII en la mayoría de países europeos, no
así en España, donde este periodo fue el momento de esplendor del neoclasicismo.
- La marca distintiva del Romanticismo fue la rebelión, la protesta en todos los niveles incluida la literatura. En Inglaterra
se rebelaron contra los malos efectos de los clásicos, de la imitación servil de sus recursos y tópicos: la rebelión no era
contra los clásicos, sino contra la falta de imaginación de sus imitadores. También se atacaron simetrías, ideales de equili-
brio y contención. Por todo ello, la literatura del periodo es calificada como anticlásica.
- Pero no se rechazó de pleno a los autores clásicos, sino que se los releyó con una comprensión más profunda. En cierto
modo hubo un redescubrimiento de Grecia, como símbolo de belleza, nobleza en la poesía, en el arte, en la libertad y en
la vida.
- Schiller (1759-1805) fue un enamorado de la nobleza de la filosofía de los griegos, como lo demuestran sus poemas El
anillo de Polícrates, Las grullas de ibico o La novia de Messina. Otro helenista alemán, Holderlin, escribió una novela titu-
lada Hiperion. Goethe (1749-1832) fue un apasionado de la cultura clásica, como demostró en sus Elegías Romanas,
Ifigenia en Táuride, Hermann y Dorotea, Fausto y la colección de epigramas al estilo de Marcial Xenia, que publicó junto
a Schiller.
- La Revolución en Francia es un momento de máxima aceptación y conciencia de la influencia clásica. Este culto a los
clásicos renovó las artes, la vida social, modeló el pensamiento político y hasta proporcionó símbolos a las nuevas ideas.
- Robespierre, Marat, Danton estudiaron a los clásicos. Admiraban a Esparta por su patriotismo y su exaltación de la fuer-
za. Rousseau fue gran admirador de Plutarco. La Revolución propició el ejercicio de la oratoria y se creó una escuela para
su aprendizaje.
- En Inglaterra, Byron admiró la solemnidad y la fuerza intelectual de la poesía clásica. Pero fue John Keats el que revela
una mayor influencia clásica. Shelley amaba a Homero y tradujo para Byron algunas obras clásicas. En Italia Alfieri y
sobre todo Leopardi son los más inspirados en el clasicismo.
- El siglo XIX, con el auge del capitalismo y el industrialismo, acentuó el materialismo de la cultura occidental. El paisaje
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se vio afeado por construcciones fabriles. Todo ello llevó a los escritores a despreciar el mundo en el que vivían, a
huir hacia paisajes paradisíacos vírgenes, y a admirar y mirar hacia Roma y Grecia.
- El Parnasianismo, el grupo de poetas franceses que se reunieron entre 1866 y 1876 en torno a la revista “Le Parnasse
Contemporain” en la que publicaron sus obras, se refugiaron en un “parnaso” ideal. El Parnaso es la montaña en la que,
según la tradición griega, habitan las Musas. Los parnasianos fueron estudiosos de la cultura griega y romana, fervientes
lectores de los clásicos; desde Francia esta doctrina se extendió hacia Inglaterra por obra de Charles Swinburne.
- Los parnasianos afirmaron la belleza de los ideales estéticos griegos y latinos frente al materialismo de su época, princi-
pios verdaderos frente a la fealdad del Romanticismo o del Realismo. Entre los parnasianos tenemos a Arnold, Lisle,
Carducci, Heredia y Gautier, entre otros.
- Otro de los principios clásicos respetados por los parnasianos es el de la severidad de la forma, frente a la incoherente
excentricidad formal de los románticos: cultivaron la precisión, la claridad, los esquemas regulares y tradicionales.
- El ideal clásico de la belleza como un valor independiente y del arte por el arte está ya precedente en Oscar Wilde
(1856-1900) y en Alfred Tenyson (1809-1892).
- Los ideales morales griegos y de la paganidad grecolatina en general fueron preferidos por los parnasianos a toda refe-
rencia de acatamiento a la moral cristiana.
- A lo largo del siglo XIX los conocimientos clásicos aumentaron en extensión y profundidad. Los eruditos descubrieron
más y más datos sobre la Antigüedad grecorromana, las universidades fundaron escuelas de estudios clásicos. Este inte-
rés fue sustituido hacia 1880-90 en parte por las nuevas ciencias y disciplinas como política, economía, psicología. El
nuevo materialismo capitalista de la sociedad creó la demanda de enseñanzas “prácticas”.
- La Historia del mundo grecolatino fue rescrita totalmente en este periodo.
- Los poetas simbolistas hacen suyo un ideal griego: considerar que cada cosa de la vida terrena es una copia de un
modelo perfecto y que sólo puede representar a ese paradigma si se lo muestra como símbolo. Y sólo los artistas con
imaginación pueden ver esos secretos significados. Muchos de los símbolos de los modernos simbolistas proceden de la
mitología griega, aunque inconscientemente.
- Entre los poetas simbolistas destacan Mallarmé, Valery, Ezra Pound y T.S. Elliott.
- Los simbolistas no son clásicos en su expresión ni en su contenido fundamental: lo que es clásico en ellos es el uso del mito.
- Parnasianos y simbolistas fueron modelos a través de los cuales el Modernismo reinterpretó en lengua española mitos y
leyendas de la tradición clásica grecolatina. Una flora de inspiración clásica convive con la orientalizante como expresión
del exotismo.
- Una obra de referencia en relación con los clásicos en el siglo XX es el Ulises de James Joyce. Sin la referencia al mito la
obra carecería de su molde vasto y sólido. La obra de Joyce está modelada sobre la de Homero, a la que añadió unida-
des de tiempo y lugar. La intriga se parece a la de la Odisea, aunque Joyce ofrece variaciones.
- Desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días la influencia clásica se manifiesta en la reinterpretación de los
mitos griegos. Según Higuet, esta influencia se da en dos direcciones: hacia la psicología y filosofía y hacia el teatro y la
literatura en general.
- En la psicología, desde Sigmund Freud se considera a los mitos como expresiones de actitudes y fuerzas humanas per-
manentes. En la base del pensamiento freudiano conceptos psicoanalíticos son calcos de conceptos griegos: líbido, thá-
natos...
- Jung interpretó los mitos como símbolos de los deseos y pasiones que toda la humanidad siente pero no reconoce. El
mito contribuye a la expresión de ese deseo. Jung los llama “arquetipos del inconsciente colectivo”.
- En la literatura es llamativo el número y la calidad de las obras teatrales que reinterpretan mitos clásicos, como lo hicie-
ron los griegos: como vehículos de significados morales y políticos para un público contemporáneo. Sin embargo en esta
reinterpretación de los mitos se da cierta deshumanización y hasta vulgarización de la majestuosidad de la leyenda clási-
ca, tiene lugar la transformación del héroe en antihéroe, hay sitio para el absurdo, etc. Es importante tener en cuenta su
contemporaneidad con los “ismos” sucesivos, con el teatro del absurdo y sobre todo con el surrealismo.
- El centro de esta tendencia está en Francia, con autores como André Gide, Jean Cocteau, Jean Giraudoux, Jean
Anouilh y Jean Paul Sartre. En Alemania hay que mencionar a Hoffmannsthal y Werfel; y en Estados Unidos a Eugene
O’Neill y Robinson Jeffers.
- Los mitos clásicos han servido a Albert Camus para mostrarnos su idea de lo absurdo de la vida en El Mito de Sísifo.

6. LA BIBLIA
6.1. Autoría, lengua, estructura y carácter trascendente
- La Biblia constituye el libro más leído y difundido de la historia universal. En su descripción externa, la Biblia no es un
sólo libro, sino un conjunto de libros. También conocida como las Sagradas Escrituras, es la colección de libros sagrados
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que recoge la revelación divina del judaísmo y del cristianismo.
- En ambas religiones se considera que la fuente única de los libros es la revelación divina que Dios hace a los hombres
de manera gradual y progresiva sobre sus designios. Tienen a Dios como autor principal aunque al mismo tiempo sean
una obra humana, cada uno del autor que, inspirado, lo escribió. Son al mismo tiempo obra de Dios y de los hombres y
conforman el canon, por lo que también se llaman libros canónicos. Por eso la tradición judía y la cristiana reconocen
dos sentidos en las Sagradas Escrituras: el histórico y el trascendente.
- La Biblia está compuesta por el Antiguo Testamento, común a cristianos y judíos, y el Nuevo Testamento, que pertene-
ce a la tradición cristiana. El Antiguo agrupa cuarenta y seis libros escritos desde el siglo XIII a.C., en distintas épocas,
hasta el siglo I a.C. El Nuevo Testamento recoge la vida y enseñanzas de Jesucristo.
- Los libros fueron escritos inicialmente en la lengua hablada por aquellos a quienes inmediatamente se destinaron: la
mayoría de los del Antiguo Testamento fueron escritos en hebreo; otros, en arameo, lengua afín y semejante al hebreo
que hablaban los judíos en tiempos de su cautividad babilónica; otros en griego, lengua hablada por los hebreos en
tiempos de la dispersión en Egipto; y unos conservados en versión griega aunque también fueron escritos inicialmente
en hebreo o en arameo.
- Los del Nuevo Testamento fueron escritos en griego, salvo el Evangelio según San Mateo, redactado en arameo para
que lo pudieran comprender los judíos convertidos al cristianismo pero conservado también en griego.
- En conjunto, los libros que forman cada una de estas partes y que conforman el canon son:
· Antiguo Testamento:
Veintiun libros históricos: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio (que forman el Pentateuco), Josué,
Jueces, Ruth, Samuel (1 y 2), Reyes (1 y 2), Crónicas (1 y 2), Esdras, Nehemías, Tobías, Judith, Esther y Macabeos (1 y 2).
Siete libros sapienciales (algunos llamados también poéticos): Salmos, Job, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los
Cantares, Sabiduría y Eclesiástico.
Dieciocho libros proféticos: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías,
Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.
· Nuevo Testamento:
Cuatro Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Hechos de los Apóstoles.
Catorce cartas de Pablo: Romanos, Corintios (1 y 2), Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, Filemón, Tesalonicenses (1
y 2), Timoteo (1 y 2), Tito y Hebreos.
Siete cartas católicas: Santiago, Pedro (1 y 2), Juan (1, 2 y 3) y Judas.
Apocalipsis.

6.2. El Antiguo Testamento


LIBROS HISTÓRICOS
- Exceptuando los de los Macabeos, que narran la historia de estos héroes, y los libros de Tobías, Judit, Esther y Ruth,
narraciones de temas independientes y circunstanciales, el resto de libros históricos tienen el propósito de relatar una
historia ininterrumpida desde los orígenes de la humanidad hasta la restauración postexílica. No son, sin embargo, libros
de historia como hoy los entendemos, sino que reflejan la experiencia de fe del pueblo judío en los acontecimientos his-
tóricos, con muchos elementos de ficción con el fin de apoyar el relato de la acción de Dios.
LIBROS PROFÉTICOS
- Aunque profetas hubo en Israel desde los comienzos, aquellos que nos han legado su obra por escrito aparecen en
una época relativamente reciente, en el siglo VIII a.C.
- Como predicadores públicos, los mensajes de los profetas se han transmitido en primer lugar en forma hablada, duran-
te una actividad que puede durar más o menos años. Estos mensajes son luego recogidos por los mismos profetas, que
se los dictan a los escribas o secretarios, o por sus discípulos, ya que, sobre todo los grandes profetas, suelen dejar tras
de sí una escuela que continúa su espíritu y su obra.
LIBROS SAPIENCIALES
- Este grupo de libros abarca géneros puramente sapienciales, géneros poéticos, géneros y oraciones litúrgicas, etc. Este
pueblo conocía los sabios y las escuelas de los sabios lo mismo que el resto de pueblos orientales. Tuvo también sus poe-
tas durante toda su historia, y nunca dejó de orar a Dios, componiendo a veces oraciones e himnos para ser recitados.
- El Salterio significa la expresión del alma religiosa de Israel en su relación con Dios. Muchos de los salmos se remontan
al rey David, el gran salmista de las alabanzas a Dios, y otras pertenecen a los últimos tiempos del Antiguo Testamento.
- Los “Libros de la Sabiduría” contienen muchas máximas conservadas por la tradición, e incluso algunas redactadas 13
en la época de Salomón.
- La redacción de Job y los Proverbios se puede situar en época persa, a mediados del siglo V a.C.
- Al Eclesiastés se le asigna la época de los Lágidas, y el Eclesiástico tiene una datación bastante concreta, el 185 a.C. La
Sabiduría es, tal vez, el último libro del Antiguo Testamento, escrito en Alejandría hacia el siglo I a.C.
- El Cantar de los Cantares, puesto bajo el nombre de Salomón, parece haber sido escrita a mediados del siglo V a.C.

6.3. El Nuevo Testamento


- Como testimonio perenne de los acontecimientos producidos con la venida de Jesús y la fundación de la Iglesia, se
empieza a escribir también una literatura canónica para el nuevo Pueblo de Dios.
- El Nuevo Testamento se sitúa en el periodo de imposición de la “pax romana” (63 a.C.) y de la instauración por los
dominadores de la monarquía de Herodes.
- Esta literatura es continuación lógica y complemento de la del Antiguo Testamento. Cronológicamente se da, sin
embargo, como antes, un estado previo de tradición oral. Los apóstoles elegidos por Jesús para constituir las columnas
de su Iglesia han recibido el mandato de predicar y dar testimonio en el mundo de lo que han visto y oído. Así se consti-
tuye la “tradición apostólica”. Esta tradición se pone por escrito en los llamados “Evangelios Sinópticos” (Marcos, Mateo y
Lucas).
- En el estado en que nos han llegado, el primero de los tres es el de Marcos, que parece haber sido escrito en Roma
poco antes del martirio de San Pedro (64 d.C.). No tarda en aparecer el evangelio griego de San Mateo (que se sirve del
de Marcos), y el de Lucas (que utiliza los dos precedentes). Mateo y Lucas son anteriores a la destrucción del templo de
Jerusalén (70 d.C.). Lucas escribe también en esta época los Hechos de los Apóstoles, como testigo ocular y utilizando
documentos ajenos. Los Hechos y el Evangelio constituyen en su mente una sola obra: la Historia de Jesús y de la Iglesia
naciente.
- La reflexión teológica que representa el evangelio de San Juan data de época posterior, se le sitúa a finales de la vida
del apóstol, hacia el año 95 d.C.
- Las cartas de San Pablo tienen una datación bastante precisa dentro de la vida apostólica de su autor. Estas cartas son,
como su nombre indica, documentos espontáneos que el apóstol escribe a las iglesias que ha dejado fundadas y, gene-
ralmente, desde otras iglesias en las que se halla predicando.
- De las cartas apostólicas, la primera es la de Santiago. Las últimas parecen ser las de San Juan que, a su vez, son con-
temporáneas de su evangelio (94-95 d.C.); lo mismo que el Apocalipsis, broche del Nuevo Testamento, escrito en Patmos
cuando arreciaba la persecución de Domiciano (81-96 d.C.) contra los cristianos.
- Además de este canon reconocido por la Iglesia, el cristianismo y su difusión inicial dio lugar a una enorme literatura a
la que se consideró “apócrifa” por oposición al canon: diversidad de textos sobre la natividad de María, como el
“Protoevangelio de Santiago”, ya conocido en el siglo II; el “Evangelio del pseudo-Mateo” que, aunque rechazado por la
Iglesia, gozó de gran popularidad e influyó poderosamente en el arte medieval, con sus referencias a la infancia de
María, a su belleza, a su dedicación precoz a la oración, los milagros obrados por Jesús de niño como la creación de
pájaros de barro a los que da vida, etc.; el “Evangelio de Nicodemo”, que amplía la Pasión de Cristo y detalla su descenso
a los infiernos.
- A pesar de la diversidad de habitantes gentiles de distinta procedencia y de las sectas hebreas que dominaban Israel en
estos tiempos, siendo los saduceos y fariseos los más importantes, aunque también estaban los esenios, los samaritanos y
los escribas, toda la región mantenía una cierta unidad cultural más basada en la cultura helénica que en la romana,
ampliamente difundida desde Alejandro por sus sucesores.
- Desde los inicios del cristianismo estuvo presente esta cultura griega en la lengua de los textos del Nuevo Testamento,
en los primeros símbolos y representaciones iconográficas, en el rito, en la propia designación de principios y creencias
(Cristo, católico, eucaristía, apóstol, etc., términos griegos).

6.4. Versiones importantes


- Entre los siglos III y I a.C. los judíos de Alejandría redactaron la primera versión griega de la Biblia hebrea, la llamada
versión de los LXX, que posteriormente los apóstoles del cristianismo autorizaron para su uso en las iglesias recién funda-
das. De esta versión griega se hicieron después versiones latinas, coptas, etc. San Jerónimo tradujo el Antiguo
Testamento del hebreo, contrastó y corrigió la versión latina del Nuevo Testamento a partir de la original en griego: el
resultado de este magno trabajo es la Vulgata que declaró auténtica el concilio de Trento.
- En la Crónica General, Alfonso X el Sabio incluyó la traducción de casi toda la Escritura hecha del latín: la llamada
“Biblia Alfonsina”. Entre otras versiones antiguas de la Biblia merecen destacarse la “Biblia del Alba”, una de las seis ver-
siones realizadas por los judíos españoles en el siglo XIV y XV; la “Biblia de Génova” (1553), también realizada por los
judíos españoles residentes en Italia después de su expulsión en dos versiones, una para católicos y otra para judíos; o la
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“Biblia del Oso”, del protestante Casiodoro de Reina, en Basilea (1569).
- Pero de todas estas versiones la más conocida es la “Biblia Políglota Complutense”, que por encargo del Cardenal
Cisneros corrigió el mismo Antonio de Nebrija.

6.5. Géneros y estilos


- Dada la variedad de épocas, autores y temas de la Biblia, los géneros y formas empleadas son necesariamente hetero-
géneas, en prosa y en verso.
- En el Antiguo Testamento se combinan prosa y poesía. Los Libros Sapienciales difieren en su forma y contenido de los
Proféticos porque, mientras en éstos prevalece el oráculo, la comunicación directa de Dios al profeta, en los Sapienciales
se destaca el consejo, la reflexión y la espiritualidad, la formulación gnómica o aforística y la exposición didáctica. Cada
uno de los siete libros sapienciales tiene su género propio, aunque a veces se entremezclan formas diversas de expresión.
- Los salmos, que son atribuidos a David, Salomón, Moisés, Etán, Coré, Asaf y otros, parece, por la variedad formal, elabora-
do por selección previa de textos muy diversos. Ante todo son composiciones poéticas, con indicaciones literarias, musica-
les, litúrgicas e históricas.
- En el estilo de los salmos abundan los versos en dísticos y los paralelismos, tanto sinonímicos, como antitéticos o sintácti-
cos. Además de estos recursos se emplean otros como la inclusión, es decir, las mismas palabras al inicio y al final del
poema; el responsio, que son correspondencias de ideas en dos estrofas sucesivas; la concatenatio, esto es, la distribución
de ideas y de palabras para encadenar grupos de versos o de estrofas; la distribución de los versos en acróstico; anáforas,
epíforas; epanadiplosis, que es la repetición de las mismas palabras al principio y al final de cada verso; y el frecuente estri-
billo.
- En cuanto al tono y la intención, los salmos pueden ser himnos de alabanza, salmos eucarísticos, deprecativos, de pere-
grinación, procesionales, de entronización, mesiánicos e imprecatorios.
- El Cantar de los Cantares, atribuido a Salomón, está compuesto por siete poemas que contienen el diálogo entre dos
amantes y suponen siete formas expresivas sobre el mismo tema. Para unos el género del Cantar es una sucesión de cánti-
cos eróticos distribuidos conforme a los días de la boda (género epitalámico); para otros ha de interpretarse de modo ale-
górico, por ejemplo, como las relaciones entre Dios e Israel o del alma y Dios.
- Incluso en estos libros tan elaborados, se pueden percibir materiales procedentes de géneros y modelos populares: sáti-
ras, cantos de guerra, proverbios populares, enigmas, parábolas, fábulas o alegorías; y también géneros proféticos y sacer-
dotales: los toroh (sentencias proféticas emitidas por los sacerdotes), que incluyen bendiciones, maldiciones, promesas,
amenazas, reproches, oráculos contra las naciones y escatológicos.
- Las formas en prosa, mucho menos elaboradas literariamente, incluyen también maneras y recursos diversos: del lengua-
je jurídico-religioso, como las leyes, el mandamiento, exhortaciones sapienciales, etc; narraciones didácticas, con recursos
como la hipérbole, el énfasis, lo maravilloso y fantástico; el midrav o la reflexión religiosa sobre tradiciones antiguas y
sobre las escrituras; la pseudoepigrafía como recurso, etc.
- El Nuevo Testamento también se expresa mediante géneros y formas diversas; de carácter popular unos; de carácter sin-
tético-sapiencial otros. Los evangelios sinópticos contienen una estructura similar: infancia de Jesús, predicación del
Bautista, bautismo de Jesús y su retirada al desierto; predicación en Galilea; ida a Jerusalén donde predica, celebra la
Pascua; muerte y resurrección.
- La narración de San Mateo tiene un marcado carácter apologético: es constante la preocupación por presentar a Jesús
como el Mesías esperado y anunciado por los profetas. El “cumplimiento” de las Escrituras es el rasgo fundamental del
género apologético.
- En los relatos evangélicos, las palabras de Jesús incluyen parábolas con rasgos alegorizantes, reflexiones en torno a la ley
o torah, referencias proféticas, etc.
- Los Hechos de los Apóstoles es afín al género histórico clásico pero también incluye otras formas genéricas de diversa
procedencia: himnos, oraciones litúrgicas, epístolas, con antecedentes helenísticos, el género apocalíptico.
- El Apocalipsis de San Juan pertenece a este último género de forma pura: símbolos fantásticos, intervención angélica,
visiones simbólicas a través de las cuales se expresan los contenidos doctrinales, el continuo contacto de las cosas terrenas
y divinas.

6.6. Influencia de la Biblia en la literatura occidental


- Desde el advenimiento del Cristianismo, la Biblia ha influido decisivamente en la literatura y en la cultura occidental, y
nunca ha dejado de estar presente en temas, géneros, recursos, alusiones morales, etc.
- La influencia de la Biblia se dio conjuntamente con la tradición grecolatina pagana, en un sincretismo que fue posible
por la unidad cultural de la región oriental en la que surgió el Cristianismo, y por los puntos de contacto existentes entre
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la filosofía griega y la doctrina hebraica que los judíos helenizantes de la diáspora supieron aprovechar en un senti-
do apologético.
- En el siglo II la apologética cristiana adoptó muchos de los argumentos de la hebraica. Los apologistas, cristianos cultos,
muchos de ellos formados en escuelas paganas, escribieron tratados para la defensa y propagación de la fe cristiana en
los que denunciaban los errores de la mitología y de la religión imperial. Cuadrato y Arístides, por ejemplo, presentaron
al emperador Adriano dos apologías que convencieron al emperador para evitar la persecución de los cristianos.
- En general, los apologistas tuvieron que defenderse de las acusaciones de ateísmo y de los ataques que sufrían por
creer en un único Dios.
- A partir de Clemente de Alejandría (+215) los estudios de la Biblia se hacen conscientes y serios, por su saber enciclopé-
dico y de la filosofía griega; y también por Orígenes, con su célebre Contra Celso. San Clemente renovó la identificación
del cristianismo con la verdadera filosofía y enseñó a ver en la filosofía pagana una propedéutica otorgada por Dios a los
griegos.
- Como la lengua griega estaba lo bastante extendida como para comunicarse con el Occidente y el Oriente, los apolo-
gistas latinos fueron tardíos: Tertuliano (s.III), San Cipriano y Lactancio (s.IV) fueron algunos de los más destacados.
- Después de varios siglos de clandestinidad y persecución, el cristianismo se oficializó con el Edicto de Milán, en el 313,
con Constantino. Desde entonces se incrementaron las referencias y los trabajos históricos en los que se trató con mayor
solidez de establecer correspondencias y cronologías con la Antigüedad.
- El triunfo del cristianismo lleva por una parte a los ataques de los filósofos paganos como el “Apóstata” Juliano; y por
otra, a la creación de nuevas formas literarias, más alejadas del propósito evangelizador inicial. Se adorna con una retóri-
ca solemne y se va circunscribiendo a la exégesis, la dogmática, la moral y la ascética. La oratoria se hace culta y refina-
da, de gusto oriental. Entre ellos merecen destacarse San Basilio el Grande, San Gregorio Nacianceno, San Juan
Crisóstomo y San Jerónimo.
- Es característico de la Edad Media occidental que lo literario y lo religioso se entrecrucen mutuamente, igual que la
Iglesia y la escuela, la piedad y la erudición, el simbolismo y la gramática. Y la Biblia será un aglutinante fundamental.
- El monacato, que arraiga en el Occidente hacia el año 350 y al que da reglas y formas definitivas San Benito después del
500, señala la transición de la Antigüedad cristiana a la Edad Media cristiana; y una de las tareas del monacato será trans-
mitir la fe, la historia cristiana y la ciencia tanto profana como sagrada a través de la escritura y de las Escrituras.
- Desde sus inicios, la literatura medieval se contagia de temas, preceptiva, recursos, espíritu y moralidad de las escrituras
sagradas. Así, la influencia bíblica está presente desde los inicios mismos de la literatura en lenguas romances. El Mester de
Clerecía (siglo XIII) es, por su condición de vulgarizador y difusor de temas eruditos y religiosos, un buen ejemplo.
- En el siglo XIII, Alfonso X el Sabio inicia la historia universal más antigua en lengua vulgar, la Grande e General Estoria
desde el relato bíblico de la creación del mundo. La Biblia es su fuente principal.
- Directamente relacionada con la influencia bíblica oriental es la tradición medieval del “exemplo”, cuyo contenido doctri-
nal deriva del texto bíblico y que veremos fructificar en El Conde Lucanor, de Don Juan Manuel.
- Las enseñanzas religiosas encontraron en el teatro medieval un canal privilegiado: el drama medieval surge asociado al
culto y, en sus primeras manifestaciones, consiste en la escenificación de fragmentos de la Biblia. El tropo (siglo IX) era
“una ampliación verbal de algunos pasajes de la liturgia”, según Donovan. Del tropo, por alargamiento de los pasajes dia-
logados, se pasó al drama litúrgico, presente en las celebraciones de Navidad y epifanía. De la probable variedad de tex-
tos que pudo tener el teatro medieval sólo se conserva en castellano el Auto de los Reyes Magos.
- Las peregrinaciones a lugares sagrados, habituales en el medievo, se vieron reflejados en los Cuentos de Canterbury, de
Geofrie Chaucer.
- En la lírica española del XV los temas teológicos revisten sumo interés para desarrollar la pericia formal. Por ejemplo, el
Marqués de Santillana se inspiró en los libros sapienciales, además de en Cicerón o Séneca, para elaborar sus Proverbios
de gloriosa doctrina e fructuosa enseñanza.
- Gómez Manrique y Juan del Encina cultivaron formas dramáticas a caballo entre el mundo de referencias bíblicas medie-
vales y el mundo renacentista.
- En la primera mitad del siglo XVI, la Reforma coincide con la apertura hacia el humanismo europeo, los ideales de inspi-
ración gracolatina y de la paganidad. Sin embargo, con Felipe II, el espíritu contrarreformista inspirará un resurgimiento
cristiano. En los últimos cuarenta años del siglo se cuentan más de tres mil libros de espiritualidad, desde los Ejercicios
Espirituales de San Ignacio de Loyola en 1541 hasta la progresiva conjugación del espíritu religioso con la literatura de
Fray Luis de León, Santa Teresa o San Juan de la Cruz.
- La influencia de la Biblia se cierra en el Barroco y el Neoclasicismo y prácticamente desaparece en los dos últimos siglos.
El espíritu contrarreformista se expresó en una prolífica literatura barroca; pero el género más representativo de la influen-
cia bíblica es el teatro, con Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca.
- También son múltiples los poemas de tema religioso de las grandes figuras del Barroco Español: Góngora, Quevedo,
Lope de Vega desarrollaron una profusa literatura en este sentido.
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- El siglo XVIII supone la pérdida de influencia del tema religioso en general. Las aspiraciones liberales, la lucha contra
la superstición, el cultivo de la razón como principio básico fundamental, hacen que se imponga la secularización.
- En el siglo XIX francés, el principal defensor del cristianismo fue Chateaubriand, quien tras la muerte de su madre se con-
vierte al cristianismo y escribe El Genio del Cristianismo, vigorosa defensa del pensamiento cristiano publicada en 1802,
justo antes de que Napoleón restableciera la Iglesia.
- Los parnasianistas franceses amaban a los clásicos, pero muchos de ellos despreciaban el cristianismo, precedidos en esta
actitud por Shelley o Hölderlin. Llegaron a amar al paganismo por todo lo que no era cristiano: pero precisamente este
rencor significó una pervivencia de lo religioso cristiano, tratado con valor negativo.
- Frente a estos críticos y denostadores, muchos escritores del siglo XIX admiraban la fe sencilla, la pureza moral, la energía
y el valor de los cristianos primitivos. Seguros de que el Evangelio era la salvación del mundo, se empeñaron en la produc-
ción de novelas que, si bien no contaron con la calidad literaria de los contrarios, adquirieron ampllia popularidad. Las
más conocidas de estas novelas, muchas de las cuales fueron adaptadas al cine son: Los últimos años de Pompeya (1834)
de Bulwer-Lyton, Fabiola de Wiseman, Ben Hur de Wallace y ¿Quo Vadis? de Sienkiewicz.
- En nuestro contexto, a pesar de la secularización de la literatura contemporánea, la Biblia sirve de fuente a los escritores
que como el propio García Lorca buscan la esencia de la expresión y de la cultura popular ancestral.

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