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Los Cuatro Evangelistas

Francisca Díaz
Relato Primero
Lucas

"Al oír estas palabras uno de los invitados dijo:


¡Feliz el que se sienta a la mesa en el Reino de Dios!"
Lc 14, 15-16.

Estaba sentado en el diván, pasando sus ojos por las letras de las últimas páginas de Casa de
campo.

– Puta que es bueno Donoso – dijo en voz alta, parándose para abrir un poco la ventana y
terminar de disfrutar los últimos segundos de la familia Ventura en su organismo.

Prendió un cigarro y se quedó mirando hacia afuera.

Las luces de la calle se reflejaban en la lluvia que caía con fuerza, sintió rápidamente el frío
en la cara y comenzó a fumar más rápido buscando el calor del tabaco quemándose.
Comenzaba a sumirse en la hipnosis característica de la lluvia cuando sintió la vibración de
su celular a lo lejos, algo desganado fue a contestar.

–Aló Mateo– dijo, con su voz cansada del tabaco.

–¡Buena Lucrecio! ¿En qué estay? – respondió algo excitado el remitente.

–Estaba fumándome un pucho. Hace frío, pero feliz hago algo. – Anticipándose a la
propuesta que evidentemente le haría su amigo, al igual que todos los jueves desde hace
quince años.

–Bacán, vamos a ir al departamento del Marcos a comer tipo ocho y media. Llega con algo
eso sí, que nunca tiene nada– dijo riéndose Mateo.

–Dale, pero ¿Puedo ir con pareja? – preguntó algo nervioso.

– ¡Obvio Chancho!, nos vemos. – se despidió Mateo ansioso de empezar con la velada.

Lucas rápidamente se arrepintió de la pregunta.

– ¿Para qué llevarla? – Si en realidad, iba a ser lo mismo de siempre, nada nuevo, y lo
mismo de siempre no era muy interesante, los cuatro tomando cerveza y riéndose de las
mismas viejas tallas, hasta que el alcohol empezaba a hacer efecto y los temas se
cristalizaban, política, sexo y crudas confesiones comenzaban a tomar protagonismo.

–Igual son entretenidos esos temas – pensó, tratando de encontrar la más mínima razón para
llamarla y decirle que la pasaba a buscar en quince minutos.

En un arrebato liviano, obtuvo un claro "sí" por respuesta a su tímido:

– ¿Me apañas? –

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