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¿Puebla como Bogotá?

Geografía del
narco en México
¿Es Puebla como Bogotá hace treinta años? Como Puebla hoy, Bogotá se llenó de inversiones e
inversionistas, de fraccionamientos y automóviles de lujo. Después se dieron cuenta... era el
narcotráfico. English.

Desde hace algunos años, la consultora norteamericana en materia de


inteligencia Stratfor da a conocer una infografía en la que se detalla la geografía del
narcotráfico en México, dividida por colores según grupos y áreas de influencia.

El mapa –publicado al menos desde 2010, el año más violento de la “guerra contra las
drogas” de Felipe Calderón (2006-2012)- evoluciona con el tiempo debido a las acciones
oficiales, las alianzas y las rupturas en el interior de los grupos; así, en sus diferentes
ediciones, aparecen y desaparecen bandas.

En su edición de 2010 el mapa consignaba cómo operaban los grupos principales como el
de los Beltrán, el de los Arellano Félix, el de los Zetas, la organización de Carrillo Fuentes,
la Familia Michoacana, el cártel de Sinaloa y al cártel del Golfo. Pero tras numerosos
acontecimientos, en un paisaje que evoluciona muy rápidamente, hoy la cartografía de la
tragedia en México es diferente.

Desde entonces, se ha producido la extradición de Benjamín Arellano Félix, en abril de


2011 y la aparición del Cártel de Jalisco Nueva Generación (Los Mata Zetas) ese mismo
año –con la aparición de 49 cadáveres en Boca del Río, Veracruz-, tras el fortalecimiento
de los grupos de autodefensa en tierra caliente Michoacán a finales de 2013 y principios de
2014 –, lo que provocó el repliegue inmediato de La Familia Michoacana y de Los
Templarios.

Por supuesto, el impacto de la segunda captura de Joaquín Guzmán Loera en febrero de


2014 y de su posterior escape en julio de 2015 ha hecho evolucionar aún más el mapa.

En su edición de 2015, Stratfor reconocía abiertamente que la nueva geografía del


narcotráfico se podía dividir, ya no por grupos específicos, sino por regiones: grupos
dirigidos desde el estado de Sinaloa, grupos dirigidos desde Tierra Caliente en Michoacán y
grupos dirigidos desde el estado de Tamaulipas.

En esta lógica, el noroeste del país estaría bajo control/influencia de Sinaloa; el centro-sur
del país quedaría a merced de Michoacán y el resto (noreste, este, y sur) lo estaría de
Tamaulipas, con fuertes enfrentamientos ahí donde se superponen los intereses de unos y
otros: Guerrero (choques entre el segundo y el tercer grupo), Durango (choques entre el
primero y el tercero), Hidalgo (entre el segundo y el tercero) y Guadalajara (en donde se
enfrentan los tres).
Pero, a diferencia de las ediciones previas, en las que se procuraba ilustrar con mayor
precisión las áreas de influencia de los diferentes grupos, el mapa 2015 de Stratfor sacrifica
mucha precisión y elimina muchos matices, uno de ellos, el de las zonas en disputa.

Puebla, el santuario

Según Stratfor en sus primeros mapas, el estado de Puebla –particularmente la zona norte-


aparecía como un área en disputa entre las organizaciones que operaban desde Veracruz (en
su momento controlada por el cartel del Golfo en tiempos de Osiel Cárdenas Guillén, pero
que después quedó bajo control de los Zetas –su antiguo brazo armado-) y las diversas
organizaciones afincadas en Guerrero.

En la última versión, esta clasificación de “en disputa” desapareció, al calificar al estado de


Puebla como plenamente integrado al área de influencia de los grupos que controlan el
corredor atlántico desde Tamaulipas.

Por supuesto, mucho de lo que indica el mapa más reciente de Stratfor es cuestionable –
como lo es mucho de lo que indicaban los anteriores- al ser las infografías, en un sentido,
expresiones gráficas, estáticas y simplificadas, de procesos sociales sumamente dinámicos,
obscuros y complejos. De cualquier modo, hay algo en esta ilustración realizada por la
influyente consultora que es innegable: la súbita –que no nueva- irrupción pública de las
organizaciones de la delincuencia organizada en Puebla.

Desde hace años, la extraña calma del estado dejaba entrever, de vez en cuando, indicios de
que algo no andaba bien. En junio de 2008 la todavía Subprocuraduría de Investigación
Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO, ahora SEIDO) solicitó el cateo de una
residencia en Lomas de Angelópolis, como parte de una investigación relacionada con el
cártel del Golfo (Averiguación previa PGR/SIEDO/UEDO/17404/2008).

El cateo de aquella vivienda pareció desmentir las palabras del entonces secretario de
gobernación del gobierno del estado -Mario Montero- en el sentido de que Puebla estaba
libre de delincuencia organizada. Sin embargo, la sospecha de que la ciudad –y el estado en
su conjunto- se estaba convirtiendo en una especie de santuario de los diferentes grupos en
disputa no era nueva ni infundada. Basta recordar que en marzo de 2002 fue en Puebla
precisamente -en el fraccionamiento “La Escondida” de Camino Real a Cholula- donde
integrantes del Grupo Aerotransportado de Fuerzas Especiales (GAFES) del ejército
detuvieron a Benjamín Arellano Félix.

Aquella Puebla de la detención en 2002 y del cateo en 2008, es la misma en la que en 2014
José Luis Abarca Velázquez -ex alcalde de Iguala, Guerrero, a quien se le atribuye la
autoría intelectual de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Raúl Isidro
Burgos de Ayotzinapa- tenía propiedades. Nuevamente, en el mismo fraccionamiento
Lomas de Angelópolis donde vivía Arellano Félix.

Parece ser que, en materia de narcotráfico, Puebla no era un estado de enfrentamientos


como Tamaulipas, ni un estado de siembra y cosecha de drogas como Sinaloa, Chihuahua y
Durango –particularmente el área entre los tres estados conocida como el “Triángulo
Dorado”-. Tampoco era un estado de trasiego como Veracruz o de internacionalización
como el Distrito Federal, Baja California o Coahuila, sino un estado de residencia y de
lavado. Hay que recordar también que, en su momento, sonó fuerte la sospecha de que
precisamente el matrimonio Abarca había sido detenido en Puebla y puso en evidencia otro
episodio no muy diferente, cuando en septiembre del 2010 la Marina-Armada mexicana
detuvo –en esta ocasión en el fraccionamiento Puerta de Hierro- a Sergio Villareal
Barragán, por entonces uno de los principales operadores del grupo de los Beltrán.

Vivienda y lavado, nada nuevo

Un colombiano me lo señaló hace algún tiempo: “Puebla es como Bogotá hace treinta
años”. ¿Cómo? Recuerdo que le pregunté. “Como Puebla hoy, hace veinticinco o treinta
años Bogotá se llenó de inversiones e inversionistas, de fraccionamientos y automóviles de
lujo, después nos dimos cuenta... era narcotráfico”. Esta conversación tuvo lugar hace siete
años.

El hombre sabía de lo que hablaba, sabía lo que era convivir con la violencia en sus
múltiples caras y periodos: primero la opulencia, el crecimiento, el desarrollo, la vida rica,
pródiga y cosmopolita; después, la decadencia, el infierno. Algún familiar suyo había
sufrido la extorsión, otro, intentos de secuestro. Al fin, él y su gente más cercana
abandonaron la esperanza, y con la esperanza el territorio. Así llegaron a Puebla.

“Necesitan un lugar dónde vivir, no es tan difícil de entender”. No es tanto el frágil


colombiano desterrado, sino un hombre robusto el que habla del tema con naturalidad. Se
sabe un experto, el peso de una vida como un profesional de la seguridad avala sus
palabras. “Si el negocio está en la frontera, en Tamaulipas, en el Distrito Federal, y ahora
en Veracruz, entonces no van a vivir ahí, necesitan un lugar diferente, tranquilo, por
ejemplo: Puebla”. Sonríe con malicia.

Pero no todos piensan así. Lo que en su día dijo el colombiano, y que fue endosado en otro
momento y en otro lugar por el profesional de la seguridad, ahora es refutado por un
comerciante de automóviles. “La explicación no va por ahí, lo que pasa es que del sureste
vienen aquí por los coches porque allá no hay nada, estoy hablando de Veracruz,
Campeche, Yucatán, Chiapas, Oaxaca”. Suena lógico.

¿Pero de verdad es tan insoportable la espera extra de un par de horas para traer un Ferrari
desde Av. Masarik en Polanco (un barrio de clase media alta en México DF) como para que
valga la pena instalar una agencia en Puebla? Los adinerados de abolengo conocen a sus
pares. Y cuando se conoce a uno es relativamente fácil acceder a información de los otros.
En conjunto no son muchos, y de ellos, no todos están comprando estos autos de súper lujo,
y cuando lo hacen, no compran muchas unidades. Pero entonces, ¿si no son ellos los
compradores, quiénes son?

No, Puebla no era una plaza en disputa. De aquí que no fuera el tema el narcomenudeo
local ni la siembra y trasiego de drogas por el estado. Ni siquiera era tema el potencial de
compra de la población local. No, el tema es que no hay mucha claridad en cuanto al origen
de las fortunas que están financiando desarrollos inmobiliarios de ensueño en la capital
poblana. (¿Por qué hay tantos complejos comerciales en obra negra, a medio terminar desde
hace años?) El tema es que la borrachera de modernidad que mantiene intoxicados a los
poblanos les impide ver –ya no se diga cuestionarse- quién es de verdad el mandamás en el
estado.

¿El gobierno? No sabe, no quiere, o no puede ver lo que pasa. Y he aquí la triada madre de
todos sus vicios: ignorancia, complicidad y/o incompetencia. Sería fácil de creer y tal vez
no tan difícil de probar la asociación o servilismo del gobierno con los dueños anónimos
del dinero en Puebla. Rumores no faltan y, en la ciudad, se escuchan muchas cosas: “Puebla
es como Bogotá hace treinta años” ¿Será? “Necesitan un lugar dónde vivir...” sin duda. No
es tan difícil de entender.

Del campo a la ciudad

Puebla sufre hoy el mismo proceso que se profujo en otras regiones del país. Los abusos se
asentaron en el campo, se afinaron, se sistematizaron y, posteriormente, se expandieron
hasta llegar y copar la ciudad. Fue entonces cuando llegó la preocupación y los intentos de
respuesta del estado: lentos, reactivos, tardíos. Así ocurrió en todo el territorio nacional.

La cadena de horrores que mantiene a México sumido en el miedo y la desesperanza se


compone de eslabones como la desaparición de personas en el noreste del país –Coahuila,
Nuevo León y Tamaulipas-, como los atentados contra la vida y el derecho a la información
que representan el asesinato de periodistas en Veracruz y como el esclavismo -cuyo
epicentro se localiza en Tlaxcala. Hoy, en medio del desastre, Puebla, un estado que parecía
un oasis que poco tenía que aportar a la nota roja, se suma a la dinámica.

Desde hacía tiempo, en el interior del estado venían ocurriendo hechos ominosos que
anunciaban lo que hoy es innegable; hechos que no eran aislados ni locales ni casuales y
que apuntaban a problemas de fondo: la operación de la delincuencia organizada en el
ámbito rural.

Una primera búsqueda en el portal municipiospuebla.com.mx arroja diversas noticias del


mismo tema que comienzan a perfilar una historia que ya es conocida en lugares como
Chihuahua, Sinaloa y Zacatecas. Las noticias hablan de impunidad:

-“Se niega MP de Huauchinango a consignar a detenidos por robo de ganado” -Abril 8,


2014);

- Hablan de presión pública (“Consignan a tres por robo de ganado en Huauchinango”


(Abril 14, 2014);

- Hablan de un tipo de delincuencia que no es atribuible a simples abigeos (“Roban 56


cabezas de ganado y un tráiler en Xicotepec” -Agosto 14, 2014);

- Hablan de delincuencia organizada (“Grupos armados roban cabezas de ganado a plena


luz del día en la Mixteca” -Agosto 14, 2014);
- Hablan de violencia abierta (“Asesinan a campesino por investigar el robo de ganado” -
Agosto 21, 2014);

- Hablan de inacción de las autoridades (“Aumenta robo de bovinos entre ganaderos de la


Sierra Norte” -Enero 13, 2015);

- Hablan de desesperación popular (“Al borde del linchamiento 2 menores por robo de
ganado” -Marzo 31, 2015);

-Y hablan de reacciones que, no por necesarias, dejan de ser tardías e insuficientes


(“Propone diputado aumentar castigo contra robo de ganado en Puebla” -Abril 2, 2015).

En el campo de Chihuahua, narcotraficantes secuestran hombres jóvenes como mano de


obra esclava (“Desaparecidos en zonas estratégicas” Newsweek. Abril 13, 2015).

En esos lugares, la delincuencia organizada se adueña no sólo de las actividades


productivas –ranchos, granjas, ganado, exactamente del mismo modo en que lo hacían el
grupo de Los Caballeros Templarios en Michoacán con la industria del aguacate hasta
antes de la aparición de las autodefensas- sino también de las vidas de las personas.

Tal vez en su momento, hace años, chihuahuenses y michoacanos pensaron que la violencia
esporádica -que años después devendría en holocausto- era producto de la acción de meros
cuatreros, bandidos y asalta caminos, pero nada más. En algún momento –sin duda,
demasiado tarde- se dieron cuenta de su error.

Bienvenidos a la realidad

Puebla está (¿todavía?) en esa fase de negación. En cualquier caso, la realidad se impone.
La caída, como resultado de una investigación por tráfico de combustible, del Secretario de
Seguridad Pública del estado –y con él, la de buena parte de la jerarquía de seguridad-
destapó una cloaca que nadie quería ver.

Las cosas ya no serán iguales. El miedo ciega, y la propaganda oficial también. El oasis ha
desaparecido. Puebla y sus habitantes deberán ahora acostumbrarse a ver escenas como la
que tuvo lugar en enero de 2014, cuando un comando armado atacó un bar -que por cierto
presumía tener “auténtico ambiente sinaloense”- en la Avenida Juárez, hiriendo a dos
personas, y en el que todavía hoy se pueden ver los agujeros de bala.

¿Dónde está la diferencia con otros estados, cuando ya circulan en la capital camionetas de
lujo en convoy, abusando con prepotencia por igual de peatones y automovilistas? ¿Y las
“Patrullas” y motocicletas “de tránsito” o “de la policía” que no son tales, conducidas
impunemente por civiles?

Nota del 13 de agosto de 2015: “Siete cuerpos fueron hallados envueltos en cobijas, con
lesiones de bala y atados de pies en el municipio de Acateno, ubicado al norte de Puebla y
colindante con Veracruz…” (Milenio. Agosto 13, 2015)
***

¿De verdad creían que el excepcionalismo poblano alcanzaba para mantener la burbuja,
cuando ya el mundo se ha derrumbado a su alrededor en los estados de Veracruz, Oaxaca,
Tlaxcala y el Estado de México?

Bienvenidos a la realidad

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