Explora Libros electrónicos
Categorías
Explora Audiolibros
Categorías
Explora Revistas
Categorías
Explora Documentos
Categorías
92 | 2019
La prohibition des drogues au quotidien
Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/cal/9912
ISSN: 2268-4247
Editor
Institut des hautes études de l'Amérique latine
Edición impresa
Fecha de publicación: 30 diciembre 2019
Paginación: 53-70
ISBN: 978-2-37154-138-2
ISSN: 1141-7161
Referencia electrónica
Ignacio Alvarado Álvarez, Chiara Calzolaio y Sabine Guez, « Extractivismo. Concierto de intereses
detrás de la violencia en México », Cahiers des Amériques latines [En línea], 92 | 2019, Publicado el 01
abril 2020, consultado el 05 mayo 2020. URL : http://journals.openedition.org/cal/9912
Les Cahiers des Amériques latines sont mis à disposition selon les termes de la licence Creative
Commons Attribution – Pas d’utilisation commerciale – Pas de modification 4.0 International.
Extractivismo
Concierto de intereses detrás
de la violencia en México
CHIARA CALZOLAIO Y SABINE GUEZ (C.C., S.G.): Desde que empezaste a trabajar
como periodista de investigación en El Diario de Ciudad Juárez a principios de
los años noventa, hasta tus reportajes más recientes para Al Jazeera o Newsweek
en español, has estado documentando las dinámicas político-económico-criminales
y sus repercusiones violentas en distintos contextos urbanos y rurales del norte de
México. ¿Cómo analizas esta gran violencia que sigue habiendo ahora mismo en
México desde una perspectiva histórica? ¿Hubo actores o momentos claves a lo largo
de las décadas pasadas que nos permitirían entender la desregulación de la violencia
en el país?
IGNACIO ALVARADO (I.A.): Me parece que hay un momento decisivo que parte
en dos grandes dimensiones el tema de la violencia en México. Ese punto de
inflexión está en 2006, con el arribo de Felipe Calderón a la Presidencia de la
República. Antes de ello, la violencia atribuida a las organizaciones dedicadas
al tráfico de drogas es muy diferente a lo que veremos después. Para explicarlo
mejor habría que irnos a 1993. Hasta ese momento, el tráfico de drogas fue
una actividad hasta cierto punto aldeana. Algunas entidades del país tenían
una vocación para cultivar y traficar marihuana y opiáceos desde mediados de
los cuarenta. Esta actividad estuvo en manos de caciques regionales: políticos,
terratenientes o miembros de la oligarquía militar. Pero es hasta la década de los
ochenta, cuando los contrabandistas mexicanos se constituyen en enlace para la
cocaína sudamericana, cuando el negocio comienza a generar más dinero y se
involucra una mayor cantidad de actores del sistema de gobierno, concretamente
1. Sobre la historia de las drogas ilegales en México y las articulaciones entre redes criminales y
poder político se pueden consultar los trabajos del sociólogo Luis Astorga [2000], el antro-
pólogo Carlos Flores Pérez [2009] y la historiadora Nicole Mottier [2009].
2. Drogas hacia Estados Unidos; divisas y armas hacia México.
C.C.: Entonces, ¿para ti, antes de esta fecha importante de mediados de los años
noventa, sí existían grandes estructuras criminales que operaban a nivel nacional?
I.A.: Existían, digamos, estas cuatro empresas criminales. Sin embargo,
siempre operaron con anuencia del Gobierno federal. Los hermanos Arellano
Félix o Amado Carrillo Fuentes, lo mismo que Juan García Ábrego, es decir,
estos personajes que forman parte de la mitología del narcotráfico en México,
no pudieron alcanzar esos niveles empresariales sino por la protección que les
prodigaron políticos, militares y policías federales. […] Pero la dinámica del
negocio cambió tras la firma del TLCAN. Es a partir de ese momento cuando
van desvaneciéndose estas figuras. Mi lectura es que el movimiento de mercancías
por fronteras y puertos marítimos entre México, Estados Unidos y Canadá
potencia el negocio mismo de la droga y, consecuentemente, despierta intereses
de personajes o estructuras del Estado. El cambio más tangible ocurre en las
calles, con la multiplicación de células dedicadas al trasiego y venta de drogas,
una suerte de democratización del negocio de la droga que, al mismo tiempo,
está marcada por la anarquía. La década del 2000 inicia con una multiplicación
de organizaciones criminales. Con ellas se fragmenta también el volumen de
desplazamiento de droga y narcóticos, así como el del dinero. Las grandes figuras
empresariales que existían diez años atrás ya no estaban vigentes.
S.G.: ¿Cómo puede medirse este proceso de democratización del tráfico de drogas de
manera tangible?
I.A.: A comienzos y mediados de los noventa, cuando se encontraba a una
persona asesinada o se daba la noticia sobre el secuestro de algún sujeto, se decía
de ellos regularmente que eran empresarios, ganaderos o agentes aduanales. En
las versiones oficiales sobre sus asesinatos solía revelarse que habían robado una
tonelada de droga o un millón de dólares. Eran individuos que causaban un daño
significativo a la red en la que ellos operaban. Para el 2000, sin embargo, comenzaron
a aparecer víctimas de homicidio en una cantidad mucho mayor, cuyo perfil era
S.G.: En términos prácticos, ¿qué es lo que cambia a nivel local con el fin de la
hegemonía política del PRI?
I.A.: Si en el pasado un jefe de la Policía Judicial Federal, por ejemplo, daba una
orden a sus delegados nacionales, esa orden se ejecutaba. Lo mismo sucedía si el
secretario de la Defensa daba una orden, la orden se acataba. Y la voz imperante
en todo el sistema era, desde luego, la del presidente de la República. Y no es que
precisamente se ordenara algo concreto. Había discursos políticos, una forma muy
mexicana de establecer los ejes del gobierno. Pero el sistema, o su forma de ejercer
esa forma de ordenamiento, pierde vigencia a mediados de los noventa: ahora el
gobernador de la oposición no obedecía al presidente. Sin el presidencialismo
que dominó la escena nacional hasta entonces, comienzan a gestarse poderes
regionales de corte político y empresarial, tanto del PRI como del PAN o del
PRD, el partido de izquierda. Cuando la oposición alcanza el gobierno de una
alcaldía o de una entidad, ellos estructuran sus propias fuerzas de poder policial.
Tomo como ejemplo el estado de Chihuahua. En 1997 la Policía Judicial Federal
disponía allí de una fuerza de poco más de cien efectivos. Pero tan solo Ciudad
Juárez, la ciudad más poblada de ese estado, contaba con una fuerza mayor a los
dos mil elementos, y el estado mismo contaba con más de seiscientos agentes. De
tal suerte que el poder de la Federación era irrelevante en términos prácticos. La
fuerza la ostentaban el gobernador y el alcalde. Y entre el gobernador y el alcalde
había rivalidad también, porque el gobernador de entonces quería imponer a su
fuerza de seguridad en el municipio.
Así se llega al 2000. Ese año el PRI pierde la Presidencia de la República.
Arriba al poder Vicente Fox, del PAN, y con él se supone que se abre la democracia
en México. Pero las estructuras, esos grandes cimientos en los que se sostenía la
burocracia del país, Fox no las toca. Gobierna con ese entramado, a la vez que los
cambios se vuelven inevitables. Gracias a ello el PRI recupera en las elecciones
subsecuentes entidades y municipios que había perdido, y esta relación entre
gobernadores y presidente de la República se vuelve mucho más distante; hay
una confrontación real, no solo política, sino práctica, que fragmenta aún más el
país en términos de gobernabilidad. Estos nuevos gobernantes van consolidando
cacicazgos regionales mucho más sólidos que en el pasado. Junto con ellos se
forman grupos de empresarios que ven por su propio futuro y, para preservar su
estatus, establecen alianzas con estos gobiernos locales, creando así un inédito
sistema de poder. En el mismo sentido, las fuerzas criminales se acomodan a esta
lógica en un contexto que también se vuelve más violento, o en el que la violencia
se vuelve una práctica más arraigada. A partir del 2000 y hasta el 2006, de manera
decidida, la violencia está vinculada al negocio de la droga o del tráfico de drogas,
personas y armas. Pero ello no significa que sobrevino una “guerra entre cárteles”
en los años posteriores, eso nunca existió. Lo que sucedió a partir de 2007, no
solo en Chihuahua, sino en toda aquella entidad federativa con grandes reservas
energéticas y minerales, fue una estrategia violenta para generar terror con
propósito de destierro. Pero de ello hablaremos más adelante.
El caso de Ciudad Juárez es muy particular. Lo que atestigüé allí no lo vi en
ninguna otra ciudad del norte mexicano, porque esta diseminación de la estructura
de venta fue dándose ante los ojos de todos. Para 2005 estaba estrechamente
ligada a la vida cotidiana de la ciudad e incluso estaba trasmutando a una forma
atemorizante igualmente particular. Ahora, en cada colonia existían puntos de
distribución controlados por pandilleros y, consecuentemente, por la Policía
local, estableciéndose con ello un sistema que llegó inclusive a los enclaves de
la clase media. ¿Ante quién acudías? Ante nadie. No existía ninguna autoridad
que actuara en consecuencia. Además, el propósito político de los gobernantes
de garantizar paz social había quedado difuminado. Ya no existía un alcalde lo
suficientemente empoderado como para ordenar a un director de policía que, a
su vez, hiciera su trabajo. […] Había dos grupos dentro de la Policía municipal,
dos barras de capitanes que trabajaban con distintos intereses, ilegales ambos,
y dentro de la Policía estatal sucedía algo parecido. Por eso desde comienzos
del 2000 se registraron muchos secuestros y asesinatos de policías, antes de que
llegaran las fuerzas federales en 2008… Una guerra fratricida.
Es el escenario que priva en el momento en el que Felipe Calderón asume como
presidente de la República. Y es también el momento en el que cambiará el curso
de la historia social del país. Cuando Calderón llega a la presidencia se propone
hacer lo que no hizo Vicente Fox: desarmar el entramado del poder político priista.
Más que legitimarse ante la nación como un presidente democráticamente electo
(hay que recordar que López Obrador se dijo víctima de un fraude electoral),
C.C.: En esos años, el estado de Chihuahua y, sobre todo, Ciudad Juárez, estuvieron
viviendo uno de los episodios de violencia más cruentos. ¿Cómo se inserta este
fenómeno dentro de tu análisis?
I.A.: Lo que pasó en Chihuahua, de acuerdo con la versión oficial, es que el
“cártel de Sinaloa”, a cuyo líder las autoridades de México y Estados Unidos
identificaron desde hace años como Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, disputa
“la plaza” al “cártel de Juárez”, bajo control, dijeron, de Vicente Carrillo Fuentes
(hermano de Amado Carrillo, muerto en 1997). Con ello se justifica el terror
desatado desde 2008. En los hechos, lo que documenté fue muy diferente.
Antes del arribo del Operativo Conjunto —como se llamó a las acciones
emprendidas por militares y agentes federales en esta “guerra”—, fueron grupos
de operación táctica los que llegaron para aniquilar a jefes de las Policías
municipales y de la Policía estatal que formaban parte del sistema criminal.
En municipios pequeños los miembros del cuerpo de policía huyeron para no
ser masacrados. El exterminio de los mandos de policía fue casi total. También
el de los agentes ministeriales y periciales. La razón por la que, deduzco, se
asesinó a los agentes periciales es porque ellos podían revelar con su trabajo la
I.A.: El tema es dónde se concentra esa guerra contra los cárteles mexicanos:
en territorios codiciados por su ubicación o por sus recursos naturales, en un
marco de reformas estructurales que se buscaba consolidar desde la firma del
TLCAN, entre ellas la energética. ¿En qué momento relaciono una cosa con la
otra, la “guerra” con el tema energético? Al iniciarse este periodo de violencia una
cosa me quedaba en claro: esto no obedecía a un tema por el tráfico de drogas
ni de narcóticos. Tampoco se trataba de frenar índices de violencia desorbitados
y, mucho menos, de atender emergencias relacionadas con el fenómeno en
territorios que históricamente habían vivido del contrabando. La pregunta
entonces era: ¿por qué ahora? La respuesta me llegó trabajando sobre la región del
valle de Juárez, que comprende la parte nororiental de ese y otros dos municipios
(Guadalupe y Práxedis G. Guerrero), en la frontera con Texas. Al tiempo que
la zona se despoblaba como efecto de la violencia, comenzaron a registrarse
movimientos sísmicos. Esos temblores, que alcanzaron los 4.5 grados en la escala
de Richter, obedecían a la perforación con chorros de agua del subsuelo, una
práctica conocida como fracking. En el valle de Juárez se tenían informes de la
existencia de gas y petróleo de lutitas desde al menos cuatro décadas atrás. Esos
mismos datos se tenían en otras entidades en las que “la guerra entre cárteles”
dejaba miles de víctimas y desplazados.
En el valle de Juárez convergían las siguientes razones: no solo en lo profundo
había hidrocarburos. También allí, en el municipio de Guadalupe Distrito Bravos,
se proyectaba construir el cruce internacional más grande entre ambos países
(con dos cuerpos de catorce carriles cada uno), así como una autopista y una línea
ferroviaria que darían salida y entrada a mercancías desde el Pacífico hasta Estados
Unidos. Por allí también ingresan los ductos de la nueva red petrolera por los cuales
México importa refinados. Al sur de Chihuahua se halla el punto nodal desde el
cual se distribuirá combustible a la tercera parte del país. Coincidentemente, los
dueños de las tierras colindantes con ese municipio son los magnates del gas: las
familias Zaragoza y Fuentes. Desde 2008 inició una batalla legal y varias denuncias
de ejidatarios en contra de ambas familias, quienes manipularon —dicen ellos— los
polígonos territoriales para despojarlos de grandes porciones de tierra. En medio
de esas disputas, varios ejidatarios fueron asesinados y desaparecidos por supuestos
grupos del narco. Durante 2010 se realizaron más de trescientas perforaciones
utilizando la técnica del fracking. Se comprobó la existencia de un gran yacimiento
de gas de lutitas y, animados por ello, se consolidó un grupo de empresarios
dispuestos a explotar el recurso. Para ello fueron a capacitarse a Texas. Pero todo
se frenó súbitamente. El problema es que no hay agua suficiente para explotar el
recurso y, desde entonces, no se han recuperado los precios de los energéticos, lo que
4. Para más información sobre el caso, cf. Alvarado Álvarez [2015 (d)].
5. Cf. Paley [2014].
C.C.: Este vínculo entre intereses económicos y violencia emerge claramente en tus
reportajes sobre otro estado de la frontera norte, Coahuila6.
I.A.: Los intereses de los grupos políticos y empresariales sobre territorios muy
concretos del país pueden verse, más que en ninguna otra parte, justo en Coahuila.
Al norte de ese estado se encuentra la Cuenca de Burgos, la cuarta reserva
mundial de gas de lutitas descubierta hasta hoy. Esa cuenca, que se extiende hasta
Nuevo León y Tamaulipas, tiene una dimensión de aproximadamente ciento
veinte mil kilómetros cuadrados. En Coahuila se junta con una más, llamada de
Sabinas. Coahuila es, además, el principal proveedor de carbón (en un 90%) para
la generación de energía eléctrica en México. Justo en la zona donde convergen
esos yacimientos sobrevino uno de los episodios de terror más notables que han
sucedido en el país. Sin embargo, eso no se tradujo en una cantidad enorme
de homicidios, sino de asedio permanente de células criminales que lo mismo
secuestraban que extorsionaban a la población y, sobre todo, a los dueños de esos
territorios inmensos y desérticos7.
El terror en Coahuila sirvió a los intereses de un grupo plenamente identificado
en el que intervinieron los dos últimos gobernadores (los hermanos Humberto
y Rubén Moreira) y un grupo empresarial presidido por otro ex gobernador y
ex director de Petróleos Mexicanos, Rogelio Montemayor. Ellos constituyeron
el primer clúster minero-petrolero de México tras la reforma energética. Con
la aparición de “Los Zetas”, varios de los ganaderos abandonaron sus tierras o
terminaron malvendiéndolas. Los que así no lo hicieron fueron asesinados.
Cabe otro dato: cuando Montemayor gobernó Coahuila, en la segunda mitad
de los noventa, Halliburton había realizado exploraciones en campo y descubierto
las dos cuencas, la de Burgos y la de Sabinas. Halliburton, no está de más decirlo,
ha patrocinado durante años a grupos de mercenarios en Oriente Medio, justo
para defender sus intereses en el ramo de los energéticos. Burgos es la extensión de
la cuenca Eagle Ford, en Texas, considerada la mayor reserva de gas de lutitas del
planeta. Eagle Ford ha sido explotada mediante fracking durante años. Las reservas
de la parte mexicana adquieren un valor extraordinario cuando la texana pierde
volumen y el gas de lutitas se perfila como el principal hidrocarburo para mantener
la creciente necesidad de energía eléctrica en las décadas siguientes. Así es que,
primero como gobernador y luego como director de Pemex, Rogelio Montemayor
tiene, antes que nadie, el mapa exacto de las cuencas. Con esa información
busca desde el 2000 sacar provecho. No lo logra porque el gobierno de Vicente
Fox (PAN) lo acusa de desvío de fondos de Petróleos Mexicanos para apoyar la
campaña presidencial del PRI durante las elecciones que justamente ganaría Fox.
Pero es durante los gobiernos de los hermanos Moreira cuando cristaliza su idea
de enriquecerse a partir de proyectos relacionados con la explotación del gas, un
negocio que él mismo estima en cuarenta mil millones de dólares en quince años.
Humberto Moreira asume como gobernador en 2005. Cuando lo sucede su
hermano Rubén, en 2011, la zona de la cuenca estaba despoblada o revendida.
Rubén Moreira comienza, entonces, una etapa de cacería en contra de los miembros
de la célula de Lazcano y Treviño (los dos líderes de los Zetas) valiéndose de un
grupo de operación táctica que operó durante más de dos años sin reconocimiento
oficial. Se llamaba Grupo de Armas Tácticas Especiales (Gate). Los asesinatos en
contra de los Zetas se cometieron dentro de prisiones a cargo del estado, lo mismo
que en las calles. Los Gate secuestraron a cientos de individuos en la misma región
donde antes lograron el destierro con violencia. Los Gate operaban sin insignias
oficiales, tripulaban camionetas sin número ni escudos del Gobierno, pintadas
siempre de negro mate, igual que los uniformes que portaban los agentes. Con ellos
se impuso un nuevo orden de violencia en el estado, que servía o iba emparejado a los
intereses del clúster. La idea era presumir una entidad libre de amenaza del crimen
organizado y bajo total control de la autoridad. Pero ese grupo termina por asesinar
al sobrino de Miguel Ángel Treviño y, en venganza, él ordena el asesinato de un
hijo o sobrino del gobernador. La víctima resultó ser el hijo mayor de Humberto
Moreira. La respuesta fue contundente: en menos de setenta y seis horas Heriberto
Lazcano es abatido por un grupo de marinos y se desata una persecución contra
Treviño, a quien se apresa semanas más tarde. El mensaje, para mí, es claro: nadie
se mete con los hombres del Estado.
C.C.: Lo que estás diciendo es que los intereses que se juegan alrededor de la
propiedad de esas tierras tienen un rol central en las explosiones de violencia…
¿Por qué las tierras con yacimientos son tan codiciadas por empresarios y políticos
de estas regiones?
I.A.: Si bien es cierto que no tienen posibilidad de competir por la extracción, son
los dueños absolutos de lo que vaya a construirse en la superficie. Es la parte que
les corresponde: solo infraestructura y conocimiento sobre el territorio. Antes de
S.G.: Las cifras oficiales hablan de más de cuarenta mil desapariciones entre 2007
y 20188. Con base en tus investigaciones, ¿quién desaparece?, ¿dónde y por qué?,
¿quiénes son los desaparecidos en México?
I.A.: La gran mayoría son jóvenes, menores de treinta y cinco años. Las autoridades
sostienen que de alguna u otra manera formaban parte de organizaciones
delictivas. Eso es muy debatible porque ni ellas ni nadie puede sustentarlo. Pero
si se toman en consideración los testimonios de sus familiares, el rostro de esos
desaparecidos cambia: hay muchos, miles de personas que no tienen o tuvieron
ningún tipo de relación con grupos criminales. Lo que consta, porque de ello
me han hablado profusamente antropólogos forenses, es que en varias fosas
halladas en Veracruz, Guerrero, Coahuila, Durango, Chihuahua y Jalisco existea
una clara huella paramilitar, un rastro que ya han visto innumerables ocasiones
8. Dicha cifra oficial fue actualizada el 6 de enero de 2020 cuando el subsecretario de Derechos
Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, anunció que hay 61 637 desapa-
recidos en México.
9. C.C. Justo hace poco —4 de octubre de 2019— un reportero de National Geographic fue herido
de bala en Juárez. Al dealer que entrevistaba lo asesinaron frente a todo el equipo de producción.
Horas antes habían entrevistado a funcionarios de la fiscalía de Chihuahua.
mis primeros años como periodista, solía, por ejemplo, recibir llamadas en mi
casa de la parte de individuos que me daban detalles sobre las causas por las
que habían asesinado a sujetos cuyos cadáveres aparecían en las calles. No era
tanto que buscaran que yo publicara algo en el diario, algo que jamás hice.
Aquello lo tomé como una manera de hacerme ver que estaba bajo vigilancia. En
años más recientes, los trabajos que escribí sobre Coahuila suscitaron llamadas
intimidatorias, de amenazas de muerte directas. Mis teléfonos, tanto el móvil
como el de casa, fueron intervenidos durante meses. De ello saben periodistas y
activistas que son amigas y amigos muy cercanos, en quienes confío plenamente.
Los organismos y asociaciones concebidos para la defensa de los periodistas
son inútiles en un contexto de violencia como el que se vive en México, y en lo
personal creo que se interesan más en obtener recursos financieros que en resolver
las condiciones críticas de un periodista bajo asedio. Basado en ello, intento ser lo
más precavido que puedo y, sobre todo, nunca me invento una historia.
BIBLIOGRAFÍA articles/2015/3/11/terror-in-coahuila-
everything-became-hell-after-zetas-
• ALVARADO ÁLVAREZ Ignacio, 2014, “El entered-prisons.html.
violento rediseño de Coahuila”, • ALVARADO ÁLVAREZ Ignacio, 2015,
diario19.com [en línea], 12 de “Mexico’s ghost towns”, Al Jazeera
agosto de 2014. Disponible en: America [en línea], 19 de septiembre
https://diario19.com/2014/08/12/ de 2015. Disponible en: http://
el-violento-rediseno-de-coahuila/. projects.aljazeera.com/2015/09/
• ALVARADO ÁLVAREZ Ignacio, 2015, “Up to mexico-invisible-cartel/.
300 disappeared in Mexico’s forgotten • ASTORGA Luis, “Organized Crime
massacre”, Al Jazeera Americas [en and the Organization of Crime”, in
línea], 9 de marzo de 2015. Disponible John BAILEY y Roy GODSON (eds.),
en: http://america.aljazeera. 2000, Organized Crime & Democratic
com/articles/2015/3/9/hundreds- Governability. Mexico and the
disappeared-in-allende-massacre-in- U.S.-Mexican Borderlands, Pittsburgh,
mexico.html. University of Pittsburgh Press,
• ALVARADO ÁLVAREZ Ignacio, 2015, “Terror p. 58-82.
in Coahuila: Gas reserves beneath turf • ESCALANTE GONZALBO Fernando, 2009,
war in northern Mexico?”, Al Jazeera El homicidio en México entre 1990 y
Americas [en línea], 10 de marzo de 2007: aproximación estadística, México
2015. Disponible en: http://america. D.F., El Colegio de México/Centro de
aljazeera.com/articles/2015/3/10/ Estudios Internacionales/Secretaría
gas-and-coal-behind-violence- de Seguridad Pública Federal.
northern-mexico.html. • FLORES PÉREZ Carlos Antonio, 2009, El
• ALVARADO ÁLVAREZ Ignacio, 2015, “Terror Estado en crisis: crimen organizado y
in Coahuila: ‘Everything became política. Desafíos para la consolidación
hell’ after Zetas entered prisons”, democrática, México, D.F., Centro de
Al Jazeera Americas [en línea], 11 Investigaciones y Estudios Superiores
de marzo de 2015. Disponible en: en Antropología Social.
http://america.aljazeera.com/ • LAJOUS Andrés y PICCATO Pablo, 2018,